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 Historia de Caligo

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Aren Darvenwish
Jefe de Raza
Aren Darvenwish


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MensajeTema: Historia de Caligo   Historia de Caligo EmptyJue Jun 28, 2012 1:57 am


La guerra gris


Hubo una época en la que los hermanos oscuros y los de luz convivían en total paz y harmonía en todo el territorio que sus hijos abarcaban.
Eran prósperas las cosechas y amables los tratos, la estabilidad del reino era tal que no había lugar ni región que queja alguna albergase.

Por aquel entonces, eran los herederos al trono Apholeon, hijo de Claritas y Selether, hija de Caeruleus. Su pronto matrimonio hizo vibrar la tierra de gozo y adoración, ambos pretendientes eran de hartas cualidades para el puesto de nuevos gobernantes.
Apholéon era un soberano fornido y atractivo, de gran coraje y temple, siempre listo para el combate en pos de la protección de sus súbditos. Selether era hermosa y de paso elegante con una mente brillante en el regimiento del gobierno y un sabio proceder a pesar de su edad.
Ambos mantuvieron largo tiempo el buen vivir de sus gentes que los adoraban como ya habían adorado a sus antecesores.

Selether dio a luz a cuatro hijos, 3 de ellos de sangre claritas y una única niña perteneciente a los oscuros. Fueron estos con gran tiento pues los tres jóvenes serían destinados a ocupar los puestos de generales mientras que la niña, como ordenaba la tradición en esa generación, sería destinada al trono casándose con el varón de la nobleza Claritas.

Pero los buenos tiempos tenían contados los minutos a partir de entonces. Apholeon, que con los embarazos prácticamente seguidos de su esposa y la ausencia de guerras o problemas relevantes había tomado cargo en los asuntos políticos y de la corte, estableció que nuevamente sería un hijo de luz el que ostentaría el trono esa generación, pues la hija era la segunda en edad entre los cuatro.

Esta decisión no tuvo acogida alguna entre los caeruleus que pronto comenzaron a emprender sus réplicas contra el soberano. Incluso Selether trataba de razonar con su marido el por qué de aquel cambio, pero este no atendía a más razón que a la de su conciencia, seguramente atormentada por el ambicioso consejo de claritas, cuyos miembros venían arrebatando privilegios a las reinas caeruleus desde hacía algunos años.

Así, antes de que se cumpliese la coronación del primero de los hijos de luz, se dio comienzo la primera gran guerra de la historia de nuestro mundo, la Guerra Gris.

Muchos hermanos caeruleus murieron a manos de los traidores ambiciosos, pero muchos otros claros fueron ajusticiados por las fuerzas oscuras.

Una vez se rompió el pacto de las cortes, ambos bandos pasaron a ser gobernados por sus jefes de ejército. En Lumen continuó su mando Apholeon, henchido por el total poder sobre el pueblo que lo seguía. Por su parte, el gobierno de Caligo quedó al mando del clan Darvewish, guerreros del reino desde tiempos inmemoriales. El líder del momento, Shadusk Darvenwish, un sanguinario y eficiente general, abatió a las tropas de luz allá donde el sol comenzaba para teñir el cielo de oscuro cuando caía la noche.

A pesar de los esfuerzos por ambos bandos, la muerte llegaba cada día más al corazón de ambos pueblos y el sufrimiento que producía ver tal situación entre gentes que una vez fueron uno era superior al temple de los ciudadanos.

Así, en la última batalla, abatidos Apholeon y Shadusk, uno por la espada del otro, sus respectivos sucesores decidieron poner fin a la carnicería de aquellos tiempos y firmar el Tratado de Dorian, río en el que se encontraron ambos.

El tratado establecía una paz impuesta por el bien común. Ningún caeruleus o claritas sería herido por el bando opuesto en circunstancias normales y, durante los primeros años, ninguno atravesaría el territorio del otro para evitar conflictos.

Los reinos quedaron totalmente divididos y prácticamente aislados en los primeros años. Posteriormente las fronteras se fueron abriendo y los acuerdos de comercio prosperaron. Aunque la guerra no se retomó, las diferencias entre Claritas y Caeruleus quedaron marcadas en lo más profundo de ambos pueblos para siempre.


FIN DEL PRIMER PERIODO


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La segunda guerra



Tras superar las diferencias, una nueva época de paz reinó entre las tierras de las sangres opuestas. La economía era óptima y los conflictos mínimos. Había vuelto el orden al gobierno de cada pueblo, estando ahora los oscuros bajo un gobierno militar mientras los claritas mantuvieron su dinastía.

Los tratos de gobierno eran aun algo tensos debido a la ideología, pero ya apenas se recordaba aquella época de hacía un siglo donde los campos de unos y otros se regaban con la sangre de las gentes.

Sucedió entonces un hecho relevante para Lumen que repercutía indirectamente a Caligo. La monarquía sobreviviente hasta el momento comenzaba a ser repudiada por el pueblo ya que, a pesar de que se mantenía la paz, la distribución de la riqueza en el reino claro no era equitativa entre nobleza y pueblo y la gente comenzaba a notar la presión de la monarquía en torno a su cuello.

Hubo un alzamiento contra el rey en el que inicialmente Caligo no intervino, pero, al entrar en conflicto contra la corona también el cuerpo militar del reino, Caligo decidió actuar para ayudar a la victoria contra los opresores.

El resultado fue la muerte del rey y el establecimiento de gobierno militar en Lumen, lo que mejoró las relaciones con el pueblo oscuro.

Pero nuevamente vino una época turbia para ambos. Estando ya amigados ambos gobiernos, comenzó a tener relevancia la investigación de los mares al llegar un día rastros de materiales extraños por la costa.

En marcha se pusieron claros y oscuros en una expedición que comenzó unida y terminó como una carrera por defender el orgullo y eficiencia de cada cuerpo. Pero este enfrentamiento no pasó de las especulaciones y habladurías, pues las naves nunca regresaron.

Sin embargo, sí apareció en la cordillera Astral un extraño navío en una mañana como tantas otras.

No traía a los hombres enviados, sino a gente de extrañas ropas y orejas cortas que causaron gran impacto en los pueblos.

Pronto se descubrió que aquellos de cortas orejas no venían en son de paz y comenzó una nueva guerra que se sentenció como la II Gran Guerra de la historia de Mithos donde, esta vez, hijos de luz y sombras lucharon juntos por su tierra contra el yugo de un enemigo común.

Nuevamente sangre de ambas razas se mezcló en la batalla, nuevamente gritos de dolor y angustia. Tiempos apagados donde el dolor y la muerte iban de la mano de cada mañana y que finalmente trajeron la desgracia de la península.

En la batalla de Rosenthal, cuando ya los Orejas cortas habían tomado casi todo el territorio, los guerreros invasores agotaron las fuerzas de los generales autóctonos. El general de los claritas cayó apoyando la espada del general Caeruleus.

Una leyenda surge de ese momento crucial de la noche. El general Darvenwish, destacado por su grandilocuente honor, al ver masacrado su ejército y saberse acorralado por los enemigos siendo el fin de su era, exhaló el grito más tremebundo y desgarrador jamás oído en toda aquella tierra, dando su último suspiro antes de morir atravesado por sus adversarios.
Las tierras de Caligo y Lumen pasaron a ser dominadas por los extranjeros, a saber, Flamma, Piscis y Chrysos.

Fueron tiempos de calma y cierta amargura en las gentes quienes, obligados al poder de los extranjeros, aquejaban de su identidad y de los años gloriosos de su raza.

Largo tiempo fue el que se mantuvo esta situación, no sin la presencia de grupos de resistencia y detractores al régimen impuesto. A pesar de los intentos, la debilidad de los pueblos, la poca organización de la resistencia y la lejanía del centro de poder de los soberanos hicieron casi imposible la liberación de las razas.


FIN DEL SEGUNDO PERIODO



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LA GRAN GUERRA DE MITHOS


Tras años bajo el mando de las razas de fuego y agua, las gentes habían conseguido algo de estabilidad económica y política, pero no mejor espíritu ciudadano.

Pasados los años, las vías de transporte y comercio mejoraron y los viajes a la capital de fuego eran cada vez más frecuentes.

Fue entonces, cuando ya muchos caeruleus y claritas habían emigrado a las tierras rojas en busca de nuevas oportunidades, cuando el espíritu nacional volvió a sus almas. Los claritas y caeruleus que vivían ahora en las áridas tierras comparaban con rabia y desesperación la buena vida que llevaba el fuego y los rescoldos que habían quedado de sus tierras. Por entonces, las tierras rojas eran las que más poder concentraban pues, a pesar de compartir grandeza con Aqua, las tierras de hielo eran más dispersas y con menos recursos, lo que convertía a Ignis en el continente principal donde cumplir el sueño de medrar.

Por otra parte, Fulmen comenzaba a ganar cada vez más poder bajo el mando de Ignis y Aqua. Así, los claritas y caeruleus dirigían allí sus esfuerzos, guiados por el ansia de crecimiento y por cierta comprensión hacia las tierras amarillas, que también estaban bajo el yugo continental.

Pasaron años antes de poder concretar el momento pues, cada vez que los hermanos de luz y oscuridad aunaban algunas fuerzas, trataban de volver a alzarse contra sus captores. Sin embargo, las comodidades y el buen vivir, hacían mella en el deseo de rebelión. Fue por ello que, en cuanto las cosas comenzaron a flaquear para los continentales, la ferviente llama de la venganza se abrió paso entre los sublevados.

Fue una dura crisis. La constante explotación había hecho menguar rápidamente la materia prima y el desafortunado clima de los últimos años había hecho que la comida comenzase a escasear. Junto con algunas diferencias políticas en las que Ignis y Aqua comenzaban a forjar rencillas, el sistema sufrió una caída que los interesados supieron aprovechar.

Ante las debilidades cada vez más evidentes, claritas y caeruleus se unieron como uno solo para comenzar una de las mayores revoluciones llevadas a cabo en todos Mithos. Comenzando en la capital, la noticia rápidamente se extendió hacia sus tierras donde, reavivados por un espíritu exaltado, lucharon contra las fuerzas extranjeras conjugando sus mayores habilidades: el poder táctico y el empleo de la magia. Fue así como, con ciertos altibajos, tras duros enfrentamientos y conflictos, la paz volvió a evaporarse.

Aprovechando tal situación, los chrysos se unieron a la causa contra los poderosos Aqua e Ignis que, ya enfrentados entre sí desde hacía algunos años, fueron incapaces de sostener en enfrentamiento con las tres razas que habían mantenido bajo su mando.

Así fue como la libertad volvió a los primigenios y a los jóvenes. Caligo y Lumen consiguieron la independencia de sus tierras y, en lugar de volver a unirse, mantuvieron su dualidad como parte de aquel espíritu independentista y diferenciado, queriendo cada uno cultivar su propia nación como única e inconfundible. Fulmen consiguió liberarse de aquellos que habían sido sus padres en lo referente a crecimiento moderno y consiguió mantener las fronteras de sus primeras tierras. Aqua e Ignis, derrotados por sus conquistas, volvieron a sus divisiones iniciales, acabando con el pacto de cooperación y haciéndose cargo de su propia economía y armamentos.

El mundo quedó dividido y sus respectivos gobiernos y estructuras se restablecieron. Poco a poco y a lo largo de duros años, las rutas comerciales y los pactos volvieron a llevar la calma al mundo entero, retomando una dinámica que, si bien mantenía la individualidad y carácter de cada raza y continente, los envolvía a todos en una  convivencia pacífica.

Caligo se restauró por completo mediante la dictadura militar, pues las gentes confiaban plenamente en la disciplina y poder del ejército como fuente principal de imposición de su raza. Su mentalidad se centraba en su mejor característica y ello declinaba en la formación de las fuerzas armadas más temidas de Mithos, de forma que ningún otro continente se atreviera a tomarlos por inferiores.

El país progresó y, aunque hubo años en los que surgieron algunos conflictos –como los recogidos respecto a la escaramuza territorial por una ruta comercial con Ventus en la guerra de las islas-, la vida volvió a ser tranquila y próspera. Las gentes se asentaron, orgullosas de sus raíces, y experimentaron un boom de cultura propia y cultivo de los bienes nacionales. Esto llevó a Caligo a una corta etapa de impermeabilidad respecto a los demás continentes, respetando ligeramente el contacto con su hermano de luz. Esta corta etapa acabó finalizando para retomar relaciones una vez Caligo se erigió con la fuerza y poder necesarios para reafirmarse como raza, dando lugar a los sucesivas décadas que avanzaron en paz hasta la actualidad.


FIN DE LOS PERIODOS ANTIGUOS
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