Cocinas

Cocinas del palacio, amplias y surtidas de la última tecnología en materia culinaria. Suelen estar ocupadas por el personal de cocina del servicio, pero también están abiertas a aquellos guerreros lo suficientemente intrépidos para enfrentarse a los fogones.

La sensación de que un vacío voraz devoraba mi estómago se hacía más y más intensa. Era como si llevara años sin llevarme nada a la boca. No dudé ni un momento en dirigirme al comedor una vez había acabado con el prolongado y relajante baño. Me sentía completamente renovada, nueva. Volvía a sentir la piel tersa y reblandecida debido al vapor que desprendía el agua caliente en mi piel. Con respecto a mi pelo, volvía a estar sedoso, libre de nudos y de nuevo brillante. Estaba preparada para afrontar este nuevo día.

- Me muero de hambre - el comedor estaba completamente vacío, así que no tenía motivos para avergonzarme de estar hablando conmigo misma, lo cual se había convertido en uno de mis nuevos hábitos en la inmensidad del palacio.

Me dirigí rápidamente hacia la zona de la cocina, donde deseaba poder encontrar comida lista para ser comida sin necesidad de tener que pararme a elaborar nada. Por desgracia, lo único comestible a simple vista sin necesidad de tener que prepararse era fruta.

- Siempre igual, la misma fruta aburrida - aparté rápidamente la vista de la fruta que siempre estaba ahí, como si nadie se la comiera pero alguna especie de magia la mantuviese fresca eternamente.

Me sorprendí al ver a un chico del servicio haciendo algo carente de olor alguno en los fogones, de ahí que hubiera pensado que me encontraba sola. Lo que estaba haciendo tenía un aspecto tan lamentable que hasta para el hambre que tenía en aquel momento mi apetito prefirió hacerse esperar un poco más y poder reservarse para un deleite mayor. El mozo del servicio me dirigió una sonrisa que le devolví perezosamente.

Cogí del refrigerador lo que reconocí como un filete de solomillo de venado. De la despensa cogí un par de patatas y algunas especias típicas de las montañas de Humus. Encontré también algún que otro ingrediente con aspecto prometedor y lo coloqué todo sobre una gran encimera.

- Hoy me apetecía cocinar algo - dije mirando hacia el chico, tratando de justificar que bajo ningún concepto iba a degustar lo que yacía en el fuego ante él.

- Cómo era esto... - de alguna manera empecé a recordar los pasos a seguir para hacer un sabroso plato tradicional parvus que ni si quiera recordaba de quién lo había aprendido. Lavar las patatas, cortarlas sin pelarlas, poner a hervir agua con las especias... De manera automática empecé a hacerlo todo como si llevase haciéndolo toda la vida. Los olores me empezaron a embriagar y recordar un mundo del que no recordaba absolutamente nada. ¿Cómo se llamaba este plato?

*Se queda*

Como planeaba salir antes de que anocheciese por completo, pero necesitaba algo de comer para no saltarme la cena, acudí silbando a las cocinas. Estaba de buen humor. Lo cierto es que los últimos días no estaban siendo malos, tanto por el tiempo que hacía (que sin ser cálido, permitía salir cómodamente) como por la compañía y mi desempeño en los entrenamientos. Y además...

-¡Elektra!

No pude evitar exclarmar al verla, justo cuando iba a tomar una de las frutas que siempre estaban allí para guardármela. Llevaba mucho sin verla. Parecía estar cocinando algo mucho más suculento que aquella naranja.

-¡Buenos ojos te vean! ¿Cómo has estado? ¿Qué estás cocinando?

Solo de olerlo ya me apetecía adelantar la hora de la cena.

Me giré rápidamente hacia la voz que había pronunciado mi nombre. Rick Denhel... Nunca me había parecido especialmente brillante, pero lo respetaba por su grandes aptitudes combativas. Sin duda alguna era una de lo mejores guerreros del palacio. Me dirigí a él con una sonrisa, hasta cierto punto honesta.

- ¡Ah! Hola, Rick - lo miré de arriba abajo, desde luego era cierto lo que decían acerca de la tersidad de la piel de los flamma. Me daba algo de envidia -. Lo mismo digo, parece que hayan pasado años desde la última vez que nos hemos visto.

Era posible que hubiese llegado hasta aquí siguiendo el rastro de la comida que estaba preparando, no me extrañaría, las especias parvus se caracterizaban por su fuerte olor, ya que además de dar sabor debían permitir que la carne se conservase durante largos periodos de tiempo bajo tierra. O al menos esa era la conclusión a la que había llegado cuando empecé a usarlas, no recuerdo cuando...

- Pues no he hecho nada más que empezar, ya verás cuando extienda la carne sobre la plancha de cocina - le señalé el solomillo que seguía intacto sobre la encimera, esperando a que llegara el momento de freírlo con su propia grasa -. Si quieres un poco... Iba a hacer de más por si a alguien le apetecía probar - no tenía tampoco otra opción. No pretendía ser maleducada y, a fin de no parecer prejuiciosa, Rick Denhel encarnaba la imagen de lo que yo tenía en la cabeza de un gran comedor.

- La verdad es que últimamente no ha habido mucho que hacer - le miré a los ojos sonriente -. ¿Tienes fuego? - Le señalé un orificio situado justo debajo de la plancha al lado de algunos botones.

Dejé ir un par de carcajadas. Lo cierto era que Elektra era simpática y graciosa.

-¡Años! ¡Qué exagerada! Pero lo cierto es que me alegro de verte.

Lo cierto es que al ver aquella carne su invitación se me hizo de lo más tentadora. Por un lado, no podía quedarme mucho tiempo, pero por otro... ¡Qué demonios! Un día era un día. Y aquel trozo de carne era muy suculento como para dejarlo pasar.

-Está bien, acepto. Pero entonces tienes que dejar que te ayude. No es que sea un experto, pero no se me da mal la cocina. Y puedo ser un buen pinche.

No tardó mucho en llegar la primera petición y, con una sonrisa, invoqué un flagrare dentro de aquel orificio para prender la cocina. No era un gran mago, pero para aquello me bastaba.

-Pues yo últimamente he hecho un montón de cosas. He conocido a un par de personas nuevas, he entrenado bastante... Lo que estoy deseando es que me pongan una misión por delante, eso sí. Para sentirme un poco más útil.

La verdad es que no pensaba en absoluto que estuviera exagerando, no recordaba realmente la última vez que nos habíamos visto. Pero sonreí dejando escapar una tímida risa, no iba a ser yo quien de arrebatarle la ilusión de verme a mí.

- A mí también me alegra ver que estás bien - al fin y al cabo, aunque llevara bastante tiempo sin verlo sí que era cierto que había estado presente a lo largo de toda mi estancia en el palacio, y de cierta manera la presencia de Rick me hacía recordar que Brontë también se había convertido en un hogar para mí.

- ¿Ayuda? - Su iniciativa me sorprendió por un momento, quizás porque lo último que me esperaba era verlo cocinando o bien porque hacía mucho tiempo que realmente realizaba alguna actividad de cualquier tipo con otra persona y cualquier iniciativa para hacer algo conmigo supondría un motivo para sorprenderme -. ¡Por supuesto! Si puedes... - a la vez que mi cabeza repasaba la receta de un plato cuyo nombre ni siquiera recordaba mis ojos buscaban algo que me diese una respuesta - ¡Claro! ¿Por qué no machacas estas semillas con estas especias y un diente de ajo?

Le indiqué la localización de todos los ingredientes necesarios, todos fácilmente localizables sobre la encimera.

- Muchas gracias, yo habría necesitado dos Terra Der y una hora y media - el humor no era lo mío así que nada más soltar ese comentario me dirigí a la cocina evitando hacer contacto visual, al menos durante unos segundos -. La verdad es que el solomillo tiene muy buena pinta.

Entrenar. Era una de mis aficiones favoritas y llevaba ya varias semanas sin acercarme a la sala de entrenamiento. Volví a girar mi vista hacia Rick, confirmando los resultados de lo que seguramente fuera el resultado de una rutina diaria de intensidad elevada.

- Yo me he cruzada con alguna cara nueva, pero no he tenido el placer de hablar recientemente con alguien de los nuevos. Quizás debería animarme... - había conocido a gente interesante en el palacio, tano para l bueno como para lo malo. Aún así, la incógnita de cómo serían los nuevos me intrigaba -. Estoy completamente de acuerdo contigo - sentí en el estómago una sensación cosquilleante, sus palabras me recordaron cuánto necesitaba un poco de acción -. Necesitamos una misión urgentemente.

La plancha ya estaba caliente, y extendí los trozos de carne sobre ella.

Enseguida llegó mi primera tarea. Lo cierto es que no esperaba acabar cocinando, pero quizás aprendiese algo aquel día. No sabía si Elektra era una gran cocinera dado que nunca había tomado ninguno de sus platos, pero había elegido buenos ingredientes y estaba seguro de que sabía lo que hacía.

-¡Marchando! -exclamé animado. Mientras cogía todo lo necesario, hizo un comentario que me hizo reír-. Lo cierto es que tienen todo muy alto. Al menos para vosotros. Supongo que el Palacio fue construido para chrysos, pero tras tantos años aquí bien podían haber adaptado algo...-. Cuando se refirió a la carne, asentí de nuevo, risueño-. Una buena carne como esa casi te hace el manjar sin nada más.

Una vez tuve todo lo que me había indicado y un mortero y empezando a trabajar con afán. La cocina me gustaba desde siempre, aunque desde que había llegado a Brontë pocas veces había hecho algo. Quizás una cena era una buena idea...

-¡Ah, pues los nuevos son muy agradables! Al menos Kris, la conocí recientemente. Parece tener muchas ganas de trabajar y mucha ilusión-. Terminé de machacar y le entregué la mezcla-. Lo cierto es que la falta de acción se nota. Está muy bien hacer abdominales, pero al final necesitas un motivo-. Me gustaba ayudar a la gente. Quería hacerlo-. He oído que algunos de los veteranos han salido por su cuenta en representación de Brontë para solucionar problemas o hacer encargos sin que nadie los solicite. Creo que Massen y Lester, quizás Corbin...-. Hice memoria-. Seguro que hay alguno más. Ahora no caigo. Pero siempre puedes buscar aventuras si quieres acción.

¿Quizás debía hacer yo lo mismo?

El olor de la carne al empezar a hacerse eliminó aquella idea de mi mente.

Pronto aquel olor se hizo aún más suculento, al mezclarse con el resto de aromas de la comida, y tras un tiempo que se me hizo demasiado largo, pudimos disfrutar del resultado de nuestros esfuerzos.

*fin de escena*