Aprendiendo a volar

Curtis y Krista habían tenido que ponerse en marcha días atrás, rumbo a Ventus. Desde Brontë les habían facilitado monturas veloces y recursos para comer y pagarse el viaje desde Humus. En caso de Curtis, era innecesario, ya que podía volar, pero la aether sabía que le resultaría mucho más descansado ascender, como su acompañante, en una de las monturas voladoras que Kris tenía que utilizar para, simplemente, subir hasta el islote al que se dirigían.

Una vez al nivel de las nubes, tuvieron que ir hasta el lugar donde los miembros de APCI (Asociación Protectora de los Cielos) le habían indicado que les esperaría uno de sus miembros. Krista quizás se sintiese sorprendida o incómoda por la idea de estar en un trozo de piedra flotante, aunque cuando se separaban de los bordes la sensación no era tan diferente a estar en tierra firme. Quizás lo más llamativo eran las especies, diferentes a las de su lugar de origen, las llamativas ráfagas de viento o los abundantes bancos de niebla que se topaban algunas veces. Curtis, por su parte, estaba más que acostumbrada a aquello, aunque encontró que en aquel sitio las corrientes se le hacían algo desordenadas y extrañas.

El lugar de reunión que les habían indicado era una caseta que estaba en medio de ninguna parte, junto a un pequeño bosque y a unos acantilados. No había ninguna población en las cercanías, ya que aquel islote en concreto era una zona protegida, por lo que habían podido averiguar. Allí se encontraban muchas especies, tanto animales como vegetales, que no se veían en otras zonas de Ventus, por lo que estaba permitido visitar ciertas zonas del islote pero no la caza o la recolección de plantas. Además, solo era posible la acampada si se contaba con los permisos especiales o se pertenecía a alguna sociedad que pudiese dedicarse a la protección de lugares como aquel, como era el caso de APCI.

Cuando Curtis y Krista vieron la caseta aparecer entre los árboles ya casi estaba anocheciendo y la brisa fresca empezaba a resultar incómoda, pero del interior de la edificación de madera salía una cálida y reconfortante luz.

Te dejas acariciar por las inestables brisas que te dan la bienvenida de vuelta a Ventus. No esperabas volver tan pronto, pero las condiciones en las que vuelves son completamente diferentes, y dejas que esa sensación de novedad te inunde sin resistencia. Has vuelto para brillar, y brillarás, pero de otra manera.

En cierto modo, también es conocer un lugar nuevo. Nunca habías estado en esa zona concreta de Ventus, y en seguida sientes cómo te da la bienvenida, cómo tu presencia ilumina el lugar con una luz nueva, una luz que es tuya pero que regalas a tu paso. Junto a tu compañera, te acercas hasta el lugar donde se os ha citado, dispuesta a demostrar, como siempre, todo lo que vales.

Le regalas una de tus arrebatadoras sonrisas a la guerrera que te acompaña antes de llamar a la puerta de la caseta donde el comienzo de vuestra aventura os aguarda.

Desde que salí de mi pequeño pueblo para ir a Brontë, he descubierto que me encanta viajar. La emoción de lo desconocido, el misterio de qué me encontraré, la belleza de paisajes distintos, nuevas personas con historias sorprendentes. Por eso paso este viaje de muy buen humor. Además, me ha tocado con una compañera muy agradable, y con una belleza difícil de pasar por alto. No puedo negar que me haya quedado mirándola alguna vez durante el viaje.

Ventus me sorprende enormemente. Es un lugar completamente distinto a Fulmen, a pesar de encontrarse en la misma región. Para empezar, que esté suspendido en el aire es muy guay. Además, eso hace que para llegar tengamos que ir volando. Es la primera vez que vuelo y es genial. Lo disfruto tanto que, a pesar del viento, casi ni parpadeo.

Una vez estamos en la isla a la que nos dirigíamos, puedo apreciar el verdadero paisaje de Ventus. La niebla junto con el sol le dan un aspecto idílico. El viento corre por todas partes a la vez, pero no me molesta. Es electrizante.

Llegamos ante la casa de madera, nuestro destino para comenzar la misión. Dejo que Curtis vaya delante. Antes de entrar me dirige una sonrisa encantadora que hace que se me escape un latido. Pero no dejo que se me note y le correspondo al gesto.

Las dos guerreras se plantaron ante la puerta de aquella caseta de madera y Curtis se encarga de llamar. Pronto escuchan un sonido de arrastre en el interior, unos pasos que se acercan a la puerta y, finalmente, la imagen de la puerta abriéndose.


-¿Buenas noches?-. La persona que les examina desde el otro lado tarda un momento en examinarlas y en dibujar una sonrisa en su rostro-. ¡Ah! ¡Buenas noches! ¿De Brontë, verdad? Pasad, pasad-. Se hizo a un lado permitiéndoles entrar en la caseta-. Qué bien que habéis llegado. Justamente iba a cenar. ¿Tenéis hambre?

La estancia no era muy grande, y ocupaba más de la mitad de la caseta. Había una mesa con comida y varias sillas, un sofá algo ajado y un escritorio con algunos documentos. Apoyados en una pared, Krista y Curtis vieron un arco y un carcaj con flechas, además de una lanza. Había otra puerta en la habitación, además de la de entrada, pero no sabían a donde llevaba.

Todo lo que llenaba los platos que Graciell tenía delante era vegetal. No era una cena muy abundante para tres, pero bastaría para saciar el hambre.

-Soy Graciell, representante de APCI-indicó la persona que les había recibido, sentándose a la mesa e invitándoles con un gesto a hacer lo mismo-. Es genial teneros por aquí. Precisamente hoy he visto unas huellas extrañas de botas en mi revisión rutinaria y estoy un poco preocupade... No es el primera años que hay cazadores intentando aprovechar el momento en el que las alahuecas crían porque es... Bueno... El único momento en el que están indefensas, realmente. Y me asusta que este año se estén organizando mejor, porque no he visto a ninguno, pero he visto esas huellas y me huele mal la cosa...

Graciell miró primero a Curtis y luego a Krista, pensando un momento.

-Hoy podéis dormir aquí, en este cuarto. Solo tengo un sofá, pero podemos improvisar un colchón si os parece bien. Mañana puedo llevaros conmigo a hacer la revisión y os enseño un poco cuál sería vuestra labor. ¿Os parece bien?

No tardan en atenderos, y el rostro de la persona que os recibe se ilumina en cuanto reconoce tu figura por quien eres. Correspondes a su bienvenida con una sonrisa y un asentimiento, entrando en la cabaña.

─Será un placer acompañarte en la cena ─aceptas, a sabiendas de que será un placer para elle que tú le acompañes.

La cena no es copiosa, pero es suficiente y es agradable. Dejas que os ponga al tanto de la situación, asintiendo con suavidad y asegurándote de que tu luz propia no acapare toda la atención. Sí intervienes, en cambio, cuando lo ves adecuado.

─Pondremos todo de nuestra parte ─aseguras.

Aceptas su organización e invitación a la humilde morada, y te ofreces a ayudar para prepararlo todo para la noche. Mañana será, en realidad, el día en el que plantear las preguntas más precisas con respecto a la tarea que os espera.

Graciell nos recibe en lo que supongo será su casa. Muy amablemente nos invita a cenar con elle y, por supuesto, acepto gustosa. No tiene mucho, lo que le honra aún más. En la mesa hay varios platos con comida. Parecen como los ingredientes para una ensalada. Hay algunas hortalizas y verduras, en su mayoría crudas. También hay un plato con bayas de varios colores.

- Muchas gracias por invitarnos. Está todo muy rico -le agradezco, sonriente.

Por lo que nos cuenta, parece que nuestra misión tendrá algo que ver con proteger a esas alahuecas. Me gustaría que nos dijese ya qué es exactamente lo que tenemos que hacer, sobre todo si es posible que haya gente peligrosa. Pero como dice que nos informará mañana, no le digo nada.

- Yo no tengo problema con dormir en el suelo. No sería la primera vez -digo mostrándome despreocupada.- Aunque no te diré que no a un par de mantas y algo para la cabeza.

Al terminar de cenar, me ofrezco para limpiar lo que hemos usado. Qué menos, ya que nos está acogiendo y es tan agradable.

Tras la cena, Graciell entregó unas mantas a las guerreras e improvisaron un colchón en el suelo apilando otras pocas. Kris ocupó el suelo, presentándose voluntaria rápidamente, y Curtis pudo ocupar el sofá. Graciell les dio las buenas noches enseguida, indicando que era mejor que durmiesen lo antes posible, ya que al día siguiente les tocaría madrugar.

Y así fue. Por la mañana, cuando aún estaban dejándose ver los primeros rayos de sol, le aether despertó a las guerreras con unos golpes en un vaso. Cuando se levantaron se dieron cuenta de que Graciell tenía que llevar un buen rato despierte, porque no solo se había vestido por completo, sino que había preparado algo para que desayunasen.

-Comed bien -les dijo, invitándolas a sentarse a la mesa, donde las aguardaban unas tostadas de aguacate y tomate, un zumo de color rosado, un par de piezas de fruta a elegir y algunos frutos secos-. Va a ser un día largo.

Por su parte, tomó una pera y le dio un bocado, aunque la ausencia de plato o vaso para elle podría indicar que ya había comido en algún momento o que no pensaba hacerlo. Les sonrió, con gesto amable.

-He estado preparando tu montura -indicó a Krista-. A fin de cuentas, no tienes alas. Sería un problema si hubiese que lanzarse al aire y... va a haber que hacerlo, dalo por hecho. Haremos una ruta por todos los nidos de alahueca comprobando que se encuentren en buen estado, tanto los padres como los huevos. ¿Sabéis algo de las alahuecas? No es que sean muy comunes...-. Se encogió de hombros. Hablaba a mucha velocidad, como si no necesitase respirar-. Las alahuecas se ponen algo violentas mientras crían, pero si les llevamos comida seguro que no nos atacan. Los progenitores se turnan para ir a por comida, pero con la voracidad de los hijos no hay alimentos que rechazar. Hay que ir con cuidado, no mirarles nunca a los ojos directamente y, en la medida de lo posible, evitar manipular a las crías. ¿Tenéis alguna pregunta?

Después de una noche de sueño reparador, te despiertas por la mañana dispuesta a enfrentarte a tu trabajo con energía. Graciell, vuestre guía, espera ya vestide y con el desayuno preparado. Te ahuecas un poco las alas, te vuelves hacia elle y le dedicas una de tus preciosas sonrisas.

─Buenos días ─saludas, tanto a elle como a tu compañera.

Siguiendo su consejo, das buena cuenta del desayuno, consciente de la importancia de la primera comida del día. Escuchas con atención su explicación, tomando buena nota de todo lo que dice. Cuando termina, preguntas.

─¿Seguiremos algún orden o ruta en particular? No sé si la idea es que abarquemos la tarea entre tres o si habrá más miembros de la APCI u otro tipo de trabajadores en la misma zona. O si la idea es repartirnos distintas rutas. Si las altera nuestra presencia, supongo que es mejor trabajar individualmente.

Fuera cual fuera la idea, sabías dejarte dirigir y acatarías con tu trabajo de manera impecable.

Me despierto a la mañana siguiente, casi sobresaltada, enroscada en la manta. Estaba durmiendo tan bien. Me levanto y me peino un poco, ya que al despertarme mi pelo es un caos. Graciell muy amablemente nos ha preparado un desayuno completo. Oh, tostadas, genial.

- Gracias -le digo mientras mastico.- Está muy bueno.

Entonces le aether empieza a hablar. Le agradezco cuando dice que me ha preparado una montura. Y asiento al resto de cosas que nos dice, así como a lo que aporta Curtis. Escucho atenta a toda la información que nos da Graciell sobre las alahuecas. Me aseguro de guardar todos los datos en mi mente.

- Por mí podemos ponernos en marcha cuanto antes -digo un vez he terminado de comer.