Falace, la sangrienta.

La historia que aquí se cuenta ocurrió hace muchos, muchos años, en un recóndito pueblecillo de Lumen llamado Falgor, e incluye los orígenes de la que fue, y aún es considerada, causante de tantas desgracias. Se dice que allí nació, una noche sin luna, una niña de ojos negros y cabello blanco a la que llamaron Falace. Falace vivió en una época de penuria y miseria, en la que la guerra asolaba cada rincón de su continente, y ni siquiera un pueblecito tan apartado como Falgor podía huir de ella. Así fue que Falace, con apenas once años, se vio apartada de su gente por una escaramuza que hizo arder Falgor hasta los cimientos y se llevó la vida de muchos falgorenses.

Falace, sin embargo, sobrevivió. La vida enseñó a aquella niña que si no tienes la fuerza suficiente para defenderte, te arrebatarán todo lo que tienes, y escondida entre los bosques desarrolló su fuerza y alimentó su sed de venganza. Al cumplir los dieciséis años, Falace ya dirigía a un considerable número de pequeños ladrones y asesinos, hijos de la guerra que habían sobrevivido como habían podido al hambre y al dolor. Asaltaban carros en los caminos, mataban a los soldados y robaban sus pertenencias. Habían aprendido que, si actúas en el momento justo, puedes desbaratar asaltos y acabar con legiones enteras, y con su astucia llevaron una relativa tranquilidad a pequeñas zonas de Lumen.

Sin embargo, la confianza a menudo nos traiciona y Falace, que a tantos había ayudado en venganza de su propia desgracia, vio a su gente vuelta contra sí cuando el miedo al poder de los soldados se apoderó de la lealtad de los pueblerinos, que no dudaron en venderla por un puñado de monedas. Aunque logró escapar en un principio y castigó con el acero y el fuego a los traidores, sus ansias de venganza la llevaron demasiado lejos, llegando a atacar incluso a aquellos que nada habían hecho en su contra. Con el tiempo, la sed de sangre la consumió, y todos temían las noches de luna llena en que la joven de cabellos de plata se cobraba las vidas de inocentes elegidos al azar.

Falace cambió de la salvación a la condena, y aunque largos años sobrevivió entre la maleza, llegó finalmente el día en que fue presa y condenada a morir entre llamas, como punto álgido de un festejo. Falace condenó y maldijo a todos los presentes y sus descendientes, a pesar de lo cual su muerte produjo enorme regocijo en la región. En conmemoración al día en que todos pudieron dejar de temer a Falace, llamada la Sangrienta, muchos pueblos de Lumen celebran durante la luna llena de agosto el aniversario de su muerte.

La fiesta consiste en culpar a un muñeco, representación de Falace, de todas las desgracias ocurridas durante el año, y quemarlo bajo la luna para deshacer todos los males que Falace la Sangrienta invocó. Una canción popular acompaña a la fiesta:

Sangre en tus manos, Falace,
sangre en tus ropas.
Arde, arde por tus culpas, Falace,
y padece muerte horrorosa.

[Propuesto por Corbin]