Yuan Mei, Maestra de Armas (I)

La mujer esperaba, silenciosa, apoyada contra uno de los árboles que rodeaban aquella explanada. Tenía el rostro bajo, clavado en algún punto del suelo, pero los ojos abiertos y receptivos. Preparada incluso para una emboscada, Yuan Mei dejaba pasar el tiempo. A su lado, una especie de elegante bolsa de cuero, en la que había guardado algunas de sus armas, afiladas y preparadas para una ocasión tan especial como lo era aquella.

Su rostro pálido era iluminado por la temprana luz del ocaso, que arrancaba reflejos blancos al cabello negro que lo enmarcaba. Los ojos, también negros, como el interior de un pozo, no pasaban por alto ninguna sombra, aunque fuese causada por un simple animal que recorría las cercanías.
Era alta, llegando a sobrepasar el metro setenta, y esbelta. Una armadura ligera cubría su torso, disimulando y engrosando su cuerpo, pero incluso con aquello podía distinguirse su figura, poderosa y femenina al mismo tiempo.

Al ver llegar al chrysos, la caeruleus se volvió, serena, completamente seria, con calma, para plantarse frente a él, respetuosa.

-Buenas tardes, guerrero -saludó, utilizando un tono que se encontraba a medio camino entre la severidad y la templanza-. Soy Yuan Mei. ¿Cuál es tu nombre?

Aguardó, en guardia, aunque desarmada, a recibir respuesta.

Así que hay guerrerillos por ahí que quieren probar su valía contra Brontë. Pobres almas desplazadas. Debe de ser molesto eso de que te digan que no.

Paseo con calma hasta llega al lugar marcado y me encuentro con una mujer apoyada en un árbol, vestida para la ocación. Muestro una amplia media sonrisa y continúo con paso más más resuelto hasta llegar a una distancia media entre ambos.

—Así que me ha tocado una chica —Comento, desenvuelto y jocoso. —¿Si gano, pagas tú la cena? —Pregunto, llevándome las manos a la nuca con gesto descuidado, apoyando los dedos de la derecha sobre el mango de la katana, oculto tras mi cabeza. Parecer desconcentrado o con la guardia baja también es una táctica de combate y no sé cómo le gusta empezar a la chica.

La expresión de la caeruleus, impasible, pálida y lisa como la luna que comenzaba a entreverse en el cielo de la tarde, no se inmutó con las palabras ni gestos de Gerald, al que no perdió de vista ni un instante. Sus ojos oscuros no perdían detalle,e xaminando la figura del chrysos como si tratase de descubrir sus más hondos secretos solo con la mirada, sin valerse de nada más.

-Un guerrero es lo que soy -respondió, con un tono monocorde e inexpresivo, casi frío, manteniendo una calma agresiva-. No hagas distinción alguna entre hombre y mujer si se trata del oponente.

Tras contemplarlo un instante más, Yuan Mei extrajo de la bolsa un largo mástil, y luego una cuchilla curva, los cuales encajó con destreza, sin quitar la oscura midada de encima del chrysos, sin mostrar más expresión que la ausencia de esta.

-Que la naginata y la katana se encuentren una vez más -recitó, inexpresiva, entonando las palabras con contundencia.

Yuan Mei sujetó el asta con ambas manos, separándose, colocándose a unos ocho metros de Gerald, apuntando desde su posición con la punta al hombre, sin agresividad, pero con seguridad. Su arma mediría, fácilmente, dos metros.

Las reglas estaban claras: el vencedor sería aquel que inmovilizase por completo, dejase sin conocimiento u obligase al enemigo a rendirse.

El rollito de siempre sobre el oponente, "porque aunque sea una niña de tres años puede realmente ser de apariencia engañosa..." blah blah blah. Lo único que sé es que un hombre y una mujer no tienen las mismas debilidades.

Me ilumino sin reparo, pues necesito tener buena visibilidad a mi alrededor, pues ella es caeruleus y me ha citado de noche. Cuanta más luz pueda utilizar en mi favor para cegarla, mejor. A mí la oscuridad no me daña los ojos por muy cerca que me encuentre de ella.

Cuando saca su arma la observo con cierta incredulidad. Así que ésa es toda la seguridad que tienes en tus capacidades. Así que tendrá dos factores a su favor.

—Espero que el encuentro de vuelta sea en mi campo —Comento, divertido y retador. Si se toma tantas molestias no puede ser complicado.

Desenfundo con calma, sacando al fin las manos de la nuca, pero en lugar de sacarla hacia adelante, llevo los brazos desde lo alto hacia atrás. Empiezo con una guardia baja que esconde el filo. Me vendrá bien que tenga al menos algunos instantes de duda sobre la distancia.

Doy un par de pasos -uno adelante y otro hacia la izquierda-, tanteando con calma el terreno y esperando su primer movimiento. A ver qué sabe hacer con eso.

El hombre se iluminó, enfrentándose de aquel modo a la oscuridad, que crecería poco a poco mientras el sol se escondía. Yu Mei no hizo ningún gesto de desagrado ante aquello. Comprendía que cada uno debía usar sus habilidades para tornar el combate a su favor, del mismo modo que ella había establecido unas normas positivas para sí misma.

-Puedes establecer las normas de un futuro enfrentamiento, si así lo deseas -respondió ella, monocorde, sin pasión en sus palabras.

Mientras Gerald desenvainaba, ella no se movió, como respetando aquel momento. Aguardó, calma, a que él adoptase su guardia. Luego, como él, se acercó, deslizando los pies por el polvoriento suelo, con el cuerpo algo ladeado, la mano derecha adelante y la izquierda atrás, sin temer a la guardia del chrysos.

Yu Mei no temía a las armas porque las comprendía. Por largo que fuese el filo del chrysos, comprendía, no equivaldría a su distancia.

La caeruleus se detuvo antes de alcanzar a Gerald, desde una distancia prudencial, y al instante se había impulsado, veloz, punzando con el asta, buscando con la punta de su naginata la garganta del enemigo.
No perdía de vista los ojos de Gerald.

STATS:

Velocidad: ****

Técnica: *****

Así que me concede mis condiciones la próxima vez. Es mona, pero un poco seca. Habrá que humedecerla un poco. Gerald, deberías concentrarte en el duelo.

La miro acercarse, moviendo el cuerpo de firma similar a la mía, de la misma forma marcial, pero con una postura ligeramente distinta a causa de su arma. Se detiene y la tensión de la concetración inunda el terreno de batalla. Clavo mis ojos en ella como ella hace en mí.

Una vez ella corre hacia a mí para ensartarme mi cuerpo reacciona al momento, adelantándome hacia a ella. El cálculo de la distancia es inmediato. En cuanto la punta de su arma está lo suficientemente cerca, llevo mi espada al frente. No en un arco que recorre mi cabeza como es habitual, sino en un corte casi horizontal desde mi cadera, de forma que la hoja choque con la bara de la naginata y la desvíe, para así poder hacerla resvalar astillando la madera y acercarme a ella.
De forma paralela a ese movimiento y para que el ataque resulte más afectivo, mis ojos se encienden, clavando la luz en los suyos, aprovechando que la mirada es un punto fijo en este arte de combate.

Aprovecho este brecha en su guardia para dirigir la punta de mi arma a su cara, siguiendo la trayectoria e inercia del primer movimiento, sólo aflojando la presión en el bastón de su arma cuando mi filo está prácticamente a la altura de su mano.

Gerald reaccionó veloz a la ofensiva de su contrincante, sin amedrentarse en ningún momento. Su intención inmediata fue avanzar, valiéndose de su filo para apartar el arma enemiga. Bajo la laca que decoraba la vara, sin embargo, no encontró madera, sino metal, lo que le impidió generar en la naginata ningún daño mayor que quizás algún ínfimo rasguño. Sin embargo, pese a que el mástil se mantuvo íntegro, su superficie sirvió perfectamente para que la katana se deslizase hacia la mujer.
Frente a la presión de Gerald, la mujer hizo la propia, intentando mantener el centro. Quizás hubiese conseguido bloquear a Gerald de no ser por el repentino fogonazo de luz de los ojos del chrysos, que la hicieron estrechar los propios inconscientemente, deslumbrada. No obstante, seguía percibiendo el avance gracias al contacto de las armas, de modo que, sumando la velocidad, la trayectoria y aquello pudo predecir aproximadamente el ataque de Gerald, pese a que llegado un punto la presión cedió.

-Garves -murmuró veloz, al tiempo que se echaba a un lado, rotando, utilizando el pie derecho como pivote para girar.

Si bien la magia no era uno de los puntos fuertes de Yu Mei, ni tampoco especialmente de su agrado, la utilizaba una vez se rompían ciertas barreras en los combates. En aquel momento, por ejemplo, la usó por ser cegada, correspondiendo con su propia oscuridad al deslumbramiento de Gerald. Aceptaba que él se alumbrase para ver sin inconveniente, pues ambos necesitaban los ojos. Pero en el caso de no poder disponer de ellos por la ofensiva enemiga, se veía en la necesidad de equilibrar el combate.
No utilizaría, de todos modos, la magia como ofensiva, a no ser que una nueva barrera fuese rota.

El arma de Gerald, como una caricia, se deslizó por el pómulo de la caeruleus, hundiendo primero la punta y cortando luego, antes de que ella pudiese apartarse por completo, abriendo una herida que iba desde la parte superior de la mejilla hasta la sien. Luego ella terminó de alejarse, poniendo unos cuatro de metros entre ambos. Gerald recuperó la visión poco después, pudiendo ver que su adversaria lo contemplaba, sin atacar, en guardia, impasible, con la sangre rozándole la comisura del labio, llegando ya a su cuello, aguardando a que él volviese a ver antes de proseguir.

Gerald había utilizado un fulgor para cegarla, y Yu Mei había invocado un garves para ayudarse a esquivar, cegándolo a él. Sin embargo, no pretendía servirse de aquellos medios para atacar por la espalda. Si bien podía hacerlo -ninguna regla lo impedía-, no disfrutaba de aquel tipo de duelos. En caso de ser necesario, terminaría por hacerlo, pero no veía la necesidad por el momento.



STATS:

Velocidad: ****
Agilidad: ***

Técnica: *****
Magia: **

Es rápida y sabe combatir, pero pese a eso contrataca con magia cuando la ciego con mis ojos, cegándome a mí con sombras. Noto como mi espada roza su piel pese a todo y me mantengo alerta en la penumbra, manteniendo la guardia principal que apunta al nodo, guiándome por mi oído.

Pese a todo no vuelve a atacar, sino que espera, alejada, a que la oscuridad se disipe de mi larededor. Así que quiere limitarse a las armas. Suelto una sonrisa socarrona.

—Lo mío no es técnicamente magia. Está oscureciendo y tú ves en penumbra, pero yo tengo que verte a la cara —Aclaro, acomodándome en mi postura. Es cierto que he aprovechado el momento oportno para enfocarla a ella en lugar de iluminarme yo, pero eso ya es cuestión de táctica —A no ser que necesites todavía más ventaja —Añado, jactancioso. Entonces paso el brillo a mis ojos para ver bien dónde se encuentra. Si pretende volver a cegarme -más- con magia, entonces también utilizaré mi magia. Por muy rápida que sea, su bara es lo suficientemente larga como para darme tiempo a agarrarla.

Sin mucha más dilación, me lanzo yo esta vez hacia ella. Como su guardia sigue apuntando hacia a mí, mi primera intención es atacar con un corte vertical rápido, como si quisiera cortar su brazo, para apartar su arma de mi camino, y continuar con otro corte vertical similar ya directamente a su cuerpo. Técnicamente resulta como un sólo movimiento, pues esa es la base del ataque. Dos cortes con la intención e inercia de uno sólo. Una vez estuviera cerca de ella, procuraría utilizar la tsuba para bloquear sus manos o quedar enfrentados de cerca.

Cuando Gerald volvió a ver, no tardó en comprender el planteamiento de Yuan Mei, si bien ella no había dicho nada. La mujer, ante las palabas del guerrero, que consideró de disculpa, no hizo ningún gesto más que despegar los labios, sin abandonar su guardia, sin moverse.

-Comprendo que utilices los ojos para ver -declaró, monocorde, sin inmutarse.

Que él viese, pensaba Yuan Mei, era necesario. Que la cegase, sin embargo, opcional, y algo con lo que ella podía competir. Todos ciegos o ninguno.

Tras aquel intercambio de palabras, breve y conciso, la conversación pareció darse por finalizada por ambas partes. En aquella ocasión fue Gerald el que se lanzó contra la mujer, realizando un corte de trayectoria vertical con velocidad y exactitud. Ella, en respuesta, retrocedió, segura, agrandando más la distancia entre ambos, iniciando su propio ataque, y haciendo que el primero de los ataques de Gerald solo cortase el aire, dejándolo algo fuera de distancia. El guerrero pudo ver entonces, aún a tiempo para detener el segundo de sus ataques, cambiar su trayectoria o reaccionar, cómo el filo de la naginata se dirigía hacia su pierna delantera, con intención de rebanar bajo la rodilla.
Gerald tenía apenas unas milésimas de segundo para decidir si arriesgarse a continuar con su ofensiva o cambiar de estrategia, aunque en aquella distancia y con los dos con un ataque empezado nada determinaba que una de las dos opciones tuviese necesariamente mejor pinta que la otra.


STATS:

Velocidad: ****
Agilidad: ***

Técnica: *****
Magia: **

Ante mi ofensa, retrocede y su arma cabia de trayectoria para aprovechar un contraataque que le facilita mi pérdida de distancia. En este punto, pienso con razpidez.

En lugar de continuar mi ataque al frente -que ya no tiene sentido con el cambio de situación-, valoro mis probabilidades de aprovechar un nuevo frente que no espere.
Atacar y llegar a esta distancia no servirá de nada si ahora me limito a apartarme de nuevo. Además generará una victoria psicológica sobre ella, haber defendido su espacio. Si continúo un ataque hacia ella las posibilidades de éxito no llegan a un porcentaje asumible, de modo que mi ataque debería ser hacia su arma, sin causar ningún daño en ella y asumiendo el corte a mi pierna, lo que también resultaría una victoria para ella.

Fallar o retroceder, ninguna de las opciones es válida para mi nivel, con lo que mi mente se abre más allá, eligiendo la tercera opción.

Doy un pequeño salto hacia atrás, bajando rápidamente mi arma para bloquear la suya contra el suelo con fuerza, flexionando la espalda más de lo realmente necesario. Acto seguido, suelto mi zurza de mi arma para poder apoyarme en la suya con ambas manos, utilizando su arma como punto de apoyo y mi peso para evitar que pueda apartarla. Así, pongo en práctica mis entrenamientos cuerpo a cuerpo, sosteniendo mi cuerpo con la espalda y brazos para enviar una patada a su cabeza, trazando un semicírculo desde el despegue de mi pierna en el suelo. Teóricamente, aprovecharía la inercia para soltarme en el momento adecuado y caer encuclillado -o al menos a cuatro patas- al otro lado de ella.

La nagitana rasgó el aire a escasos centímetros de la pierna de Gerald. Ambos sabían que aquella distancia había sido cuidadosamente calculada por el chrysos, de modo que ni él temió en algún momento por su integridad física ni ella sintió una victoria en aquel corte fallido. Más bien, simplemente, una continuación del combate. No obstante, cuando quiso levantar su arma para ponerse de nuevo en guardia, no tuvo tiempo, no pudo, pues en un ágil movimiento Gerald había pasado a usarla de apoyo, y el peso de su cuerpo, ayudado por la gravedad, no permitían una reacción adecuada.

Yuan Mei pensó que con soltar el asta de su arma bastaría para desequilibrar al enemigo, pero un arma no debía soltarse jamás, y menos todavía si el adversario conservaba la suya. Así pues, tiró un instante hacia atrás, gesto que desequilibró a Gerald. No obstante, el movimiento no fue suficiente: el chrysos estaba acostumbrado a hacer ejercicios en barras y anillas como para admitir un leve temblor en la superficie de apoyo.
Aunque la caeruleus retrocedió un poco, no fue suficiente, y terminó recibiendo la patada de Gerald en la cabeza. A causa de recibir un golpe en aquella zona, la mujer retrocedió, trastabillando un instante, mareándose, aturdida. No obstante se obligó a recomponerse enseguida, recuperando la guardia, volviéndose hacia Gerald, acuclillado a varios metros, ya mirándola.

La expresión de Yuan Mei era la misma, monocorde, como si aquello no fuese con ella. No hizo alusión alguna al dolor que pudiera sentir. Sí, sin embargo, había comenzado a respirar más rápido, ligeramente, tras el golpe.
La caeruleus asió la naginata, la izquierda abajo y la derecha arriba, y la llevó hacia atrás ligeramente, casi perpendicularmente al suelo, con un ángulo de unos treinta grados de inclinación hacia atrás, en una guardia diferente a la anterior, acercándose al chrysos con tiento, siempre dejando una distancia de unos tres metros entre ambos, de modo que su distancia estuviese más o menos protegida.

Así:

STATS:

Fuerza: ***
Resistencia: **
Velocidad: ****
Agilidad: ***

Técnica: *****
Magia: **

Me levanto satisfecho, irguiéndome de la misma forma que cuando me obligaban a saludar a mi adversario al entrenar. Es una mujer entera, de eso no hay duda; pero empieza a resentirse.

Cambia de guardia y yo me mantengo en la principal, apuntándola con mi arma al cuello. Lo bueno que le veo a su arma es que su longitud hace que sus movimientos sean muy visibles, como si trazasen una imaginaria trayectoria con estela, una sensación visual que se complica con armas más pequeñas.

Ahora que estoy encendido no tardo en dar un par de grandes zancadas para romper su distancia, atento a sus movimientos para mover mi guardia ligeramente hacia arriba o de forma más lateral según cómo fuese a utilizar ella la suya. Entraría hasta en su campo hasta bloquearnos el uno al otro y entonces podría asestarle un codazo en la quijada. Con su armadura y su forma de combatir, su zona más vulnerable es la cabeza.

La calma duró poco, pero fue un instante que ambos pudieron percibir, en el que se estudiaron con cuidado, como alargando los segundos, con sendos cuerpos en tensión, aunque inmóviles, preparados para lanzarse ante cualquier estímulo recibido en el otro.

Gerald fue el primero en abalanzarse, atento, preparado, a por ella, rompiendo furtivamente la distancia. La caeruleus, que lo vio venir, retrocedió medio paso, veloz, afianzando la posición del cuerpo, preparada para recibir un impacto. Entonces, en vez de descender los brazos para terminar el corte, que ya tenía la mitad del trayecto hecho, ascendió la izquierda, hasta tenerla casi a la altura de la derecha, con un espacio natural entre ambas, e hizo un rápido movimiento, bajando la derecha y usando la izquierda como pivote, para hacer palanca con el asta, de manera que no fuese la parte cortante, sino el extremo del final de la naginata, el que golpease a Gerald, de abajo arriba, en el mentón, cerrándole la boca con un chasqueo de dientes, haciendo una pequeña brecha en su barbilla, como si en vez de llevar aquella arma, Yuan Mei portase un bô.
Sin embargo, la carrera de Gerald era tan segura que aquello no lo detuvo, y pudo encajar el codo en la quijada de la mujer, que torció la cabeza expulsando todo el aire, con un gruñido, apartándose dos pasos en la dirección del golpe. Había fisurado ligeramente el hueso, y pronto el moratón comenzaría a hacer aparición, como una marca visible del dolor insoportable.

Yuan mei se recobró pronto, pese al mareo, jadeante, y soltó la izquierda para poder girar la naginata sobre su cabeza y cambiarla velozmente de posición, recuperándola pronto con las dos manos, poniéndola paralela al suelo, con la punta hacia Gerald, asida con seguridad y firmeza, y lanzándose hacia él como pretendiendo ensartar su vientre, entendiendo los brazos en el último momento para ganar la distancia extra y hacer una punción agresiva.

STATS:

Fuerza: ***
Resistencia: **
Velocidad: ****
Agilidad: ***

Técnica: *****
Magia: **

Levanto el herido mentón, orgulloso y entero, en cuanto la miro gruñir por el golpe. No ha sonado bien; una pena: tiene una bonita boca.

Su furia no pierde un segundo y espero su ataque en guardia, con la punta de mi katana dirigida a ella, estático y firme, decidido a enfrentar su estocada en una temeraria acción kamikaze. O eso le transmito mirándola fijame y fieramente a los ojos, inmóvil.

Muchos han sido los que han permanecido al filo del enemigo poniendo a prueba sus nervios. Sintiendo cada segundo volátil; el sudor resbalando por la sien marcando un camino que parece erosionar la piel como nunca. Espero al máximo, al límite, allí donde mi razón dice "YA", yo digo "espera". El combate me ha permitido comprobar sus tiempos, su velocidad y su distancia. Un cálculo preciso, milimétrico, peligroso y arriesgado. Sin riesgo no hay victoria.

Es justo en el último momento, cuando mi mente casi asimila la estocada y aprieta mi abdomen de forma instintiva, cuando pivoto sobre mi pierna izquierda para girar hacia mi derecha y dar una vuelta completa haciendo que mi espada baile entre mis muñecas sobre mi cabeza. Decisivo, rápido, el movimiento de reacción que uno hace cuando ha enviado el ataque a un adversario y debe dirigirse al que está justo a su espalda. En el punto último del giro, donde la inercia es mayor, suelto la mano derecha para ganar longitud de corte y dirijo la punta y el filo de mi arma al cuello de la mujer.

Yuan Mei se lanzó sin miedo, segura, con la clara intención en su mirada de traspasar al chrysos de lado a lado. Las manos no le temblaban enarbolando el arma, que se dirigía veloz hacia el vientre de Gerald. Sí, sin embargo, sintió cierta extrañeza cuando él no se movió, ni hizo el más mínimo amago. Aquello metía cierta presión psicológica a la caeruleus, que tenía claro que él tenía algo en mente.
Espoleada por la segura actitud de Gerald, autodestructiva, ella se movió con mayor agilidad, aumentando el impulso y la velocidad de sus gestos, como queriendo apresurarse para acabar antes con aquello. No titubearía aunque lo hiriese.

Gerald pivotó en el último momento, con exactitud. Sin embargo, la velocidad y decisión de la caeruleus no vaciló, y no pudo evitar por completo la embestida. Pudo sentir en el vientre, cuando estaba ya de lado, cómo el filo de la naginata lo rasgaba, cortando en línea recta la camisa, penetrando en la piel menos de un centímetro, abriendo una herida sangrante larga que ocupaba sus abdominales de lado a lado, pero poco profunda e inofensiva. Sin embargo, aquella herida no lo detuvo, superficial, y la guerrera tensó un poco el cuerpo cuando se percató de lo que Gerald hacía.
Cuando el movimiento de Yuan Mei finalizó, cuando ella pudo detenerse por completo y volver el rostro hacia Gerald,, el filo de este reposaba sobre su garganta, abriendo una herida fina e inofensiva en su piel pálida.

Pareció que el tiempo se había detenido por un momento. De reojo, ella lo contemplaba, fría, tensa, seria. Entonces relajó el gesto y los brazos.

-Muerta -declaró, bajando la guardia y volviéndose lentamente hacia Gerald, manteniendo la distancia que los separaba. Bajó la cabeza un instante, a modo de reverencia final, de respeto-. ¿Dónde has aprendido a luchar de esa forma?

Los ojos oscuros contemplaban a Gerald con reconocimiento, aunque la expresión de la caeruleus siguiese siendo monótona. Podía apreciarse un brillo de interés en ella.

STATS:

Fuerza: ***
Resistencia: **
Velocidad: ****
Agilidad: ***

Técnica: *****
Magia: **

La herida en el vientre es una caricia ácida, podría llegar a decir que hasta excitante debido a la situación. Al remate de mi movimiento, lo siento y sé que ella también. Se ha acabado, pero no retiro mi arma ni relajo mi gesto hasta que pronuncia su rendición. Es una cuestión de guerra que ambos comprendemos perfectamente. Lo que creen sentir los señoritos que, a falta de armas, juegan al ajedrez.

Retiro mi katana con una sonrisa sosegada y cojo la funda de mi espalda para guardarla. Le deslizo primero en un movimiento horizontal por el pulgar de la mano que sostiene la vaina, retirándole los restos de suiciedad más excesivos, y luego envaino con facilidad y fluidez con un gesto de muñeca. Acabado el movimiento, me echo las correas de la vaina al hombro. Para entonces ya he pasado la iluminación de mis ojos de nuevo a mi cuerpo.

—En tu tierra —Respondo con una sonrisa algo más cómplice. —El ejército de Caligo no fue mi única influencia, pero sí la mejor —Aclaro, consciente de su raza y su destreza. La sensación que he tenido luchando con ella es realmente muy similar a las de mi adiestramiento y ha resultado muy agradable.

Me acerco a ella un par de pasos y alargo mi izquierda hasta su quijada, menteniendo la sobriedad y el respeto que el gesto me permite.

—Fuuchi —Pronuncio antes de que mi mano brille casi en contacto con su fina quijada. —No te curará por completo, pero impedirá que se te inflame la cara. Sería una pena —Añado con una nueva sonrisa, algo más pícara dentro de la actitud recta. Retiro la mano al fin.

—Un placer batirme contigo, Yuan Mei —

Yuan Mei aprovechó que Gerald envainaba para apoyar el extremo de su arma contra el suelo, en una posición relajada, aguardando. Se llevó una mano a la mandíbula un instante, palpando la parte ennegrecida donde el hueso se había fisurado, sin hacer más referencia al dolor que esa, ni siquiera una mueca.
La respuesta de Gerald, sin embargo, hizo que los labios de Yuan Mei se curvasen ligeramente, y una sonrisa contenida apareció en ellos. Asintió, con gesto pacífico y marcial.

-De modo que el ejército de Brontë cuenta con un antiguo guerrero de Caligo. Interesante. En ese caso, me enorgullece todavía más haberme podido batir contigo.

Recibió la sutil cura de Gerald inmóvil, y de nuevo asintió ligeramente, en agradecimiento a aquel gesto. Sin embargo, no hizo más referencia a aquello.

-Lo mismo digo -respondió la mujer al último comentario de Gerald-. Espero que pueda repetirse en un futuro-. Hizo una breve pausa, como indecisa. Finalmente habló-. Disculpa mi osadía, guerrero, pero siento curiosidad por tu tiempo en el ejército de Caligo. Pocas veces aceptan a extranjeros. Quizás podríamos conversar al respecto en algún momento, si volvemos a encontrarnos.

Asiento a las palabras de la caeruleus y comienzo a atarme el arma al pecho como llevo normalmente.

Alzo la vista nuevamente cuando vuelve a dirigirse a mí y amplío la sonrisa.

—Por supuesto, será todo un placer volver a verte. Y hablar al respecto —Comento con entretenimiento y amabilidad; resuelto. La chica es dura, pero no lo suficiente. Creo que me ha salido el duelo mejor de lo esperado. Ya me está tardando el día en el que volver a verla. Por cierto, debería limpiarme la herida.

"La próxima vez que me enfrente a Brontë habré aprendido de este encuentro. Buenas noches, guerrero."

MISIÓN CUMPLIDA


Recompensa:

-1 punto de experiencia.
-El honor de la victoria..