Lago

El sobresalto me hizo dejar caer la piedra que tenía en la mano, que cayó al agua con un sonoro "plof". Al darme la vuelta me encontré con la cara de un chico iluminada por fuego. Me quedé mirándolo desde mi posición, sonriendo de forma un poco estúpida, sin saber muy bien qué decir.

- Eh. Sí. Eso. Es decir... Buenas noches -balbuceé. Me había pillado un poco por sorpresa. Al final, me levanté.

- ¿Qué tal? Yo bien... Buena noche, bonita... -miré alrededor, pero no se veía nada más allá del halo de su llama. Me sonrojé un poco y miré al suelo. ¿Qué me pasaba?

FdR.: Perdón por tardar >.< Maletas lío cosas xDU

Cuando la niña se gira, después de que la piedra que sostenía se cayese al agua, estrecho los ojos para intentar adivinar su raza. Descubro, pasados unos segundos, que se trata de una piscis y no puedo evitar preguntarme cuántos habrá en Palacio. De momento, he visto a dos y conozco el nombre de otro (el pobre Silvanus Kettleburn al que espero que pronto encontremos), así que deduzco que habrá unos cuantos. Me pregunto, mientras doy un par de pasos hacia la niña, qué raza será la más abundante en Brontë.

Al llegar al punto en el que el agua está demasiado cerca, me detengo y esbozo una amplia sonrisa antes de clavar mis ojos en los de la niña, que se ha puesto en pie.

—¡Buenas y bonitas noches de nuevo! — exclamo —. Me encuentro muy bien, gracias por preguntar. ¿Y tú? ¿Está muy fría el agua? — Ensancho la sonrisa —. A mí, personalmente, me daría mucha cosa meterme a estas horas ahí dentro, pero... — Me encojo de hombros —. Me llamo Seth Springer, por cierto, y vengo del Palacio — Con un gesto de cabeza, señalé hacia el lado por el que se llegaba al castillo —. ¿Puedo saber cómo te llamas tú? — Y vuelvo a ampliar la sonrisa.

Fdr. no te preocupes uwu

- Eh...

Seth Springer parecía la clase de chico alegre y hablador que yo echaba en falta desde que me fui de Amprophite. Sonreí de oreja a oreja. Tenía incluso un aire a alguno de los chicos del barrio. O eso creía, escarvando en mis turbios recuerdos.

- Soy Massen Dew, encantada. E-estoy bien y... El agua... También, supongo... -hice una pausa y me humedecí los labios-. Perdone si sueno indiscreta, pero, ¿lleva usted mucho tiempo en Brontë? Es que yo también vengo de allí... Pero... Bueno, no recuerdo haberlo visto ni oído de usted.

Por algún motivo que no alcanzaba a comprender, Springer me causaba los sentimientos contradictorios de camaradería y timidez. Tal vez hablando un poco podría declararme parcial.

Ladeo la cabeza al escuchar el "eh" de la niña y espero a que se presente sin borrar la sonrisa. Me pregunto cuántos años tendrá y, al hacerlo, no puedo evitar pensar si Brontë es un lugar apropiado para una niña aparentemente tan joven, pero pronto borro ese pensamiento de mi mente: cuando mis padres me decían que era demasiado joven (no sé dónde) para ir a Brontë, lo único que podía hacer era enfadarme, así que imagino que a la piscis tampoco le gustará que se cuestione su presencia. O al menos a mí no me gustaría. Si está ahí es o porque está preparada para pelear, o porque quiere prepararse o porque está con más miembros de su familia. Pero, sea la opción que sea, yo no soy quién para prejuzgar.

Sonrío.

—Oh, encantado, Massen. Me alegra que el agua esté bien — Ensancho la sonrisa —. Aunque me vas a perdonar por no acercarme: no me gusta demasiado el mar y todo lo relacionado con sitios con agua, sitios como este... — Río. Luego escucho lo que dice y vuelvo a reír —. Oh, no es indiscreción, ¡por favor! Y no hace falta que me trates de usted si no quieres, aunque a lo mejor quieres que ambos nos tratemos de usted. En ese caso, lo siento. No estoy acostumbrado — Sonrío de nuevo y la miro —. Llevo un par de meses en Brontë. No sé si para ti eso es mucho o poco, pero para mí es bastante. ¡A veces ni tan siquiera permanezco un mes entero en un mismo sitio! Porque... — Niego con la cabeza —. Bueno..., ¿tú llevas mucho tiempo?

Fdr. lo último de tu post me sonó a mítico juego de consola xD En plan: a ver qué haces~~ xDDDDDD

Miré el agua, ladeando la cabeza. No era más que un lago corriente y moliente. Me volví hacia el chico, encogiéndome de hombros.

- Sólo es agua -sonreí-. Es sana y es divertida. No hace daño, ni nada... Aunque bueno, quizá a mí en concreto me fascina demasiado... -reí levemente-. Donde yo vivía antes, fiarse del agua era sinónimo de sobrevivir. Para flotar hay que dejarse llevar por la ola, dicen allí -expliqué con entusiasmo.

Cuando me pidió que no lo tratara de usted me sonrojé de nuevo. Mucha gente me lo pedía... Tal vez debiera dejar de hacerlo...

- Oh, no, no te preocupes -me apresuré a decir, gesticulando mucho-. Estoy acostumbrada a no tutear a la gente nada más conocerla, pero no está mal... Ya sabe...s... Imposiciones familiares... Mi abuelo es algo estricto... -traté de explicar. A continuación explicó que había llegado hacía dos meses, y que consideraba que era mucho tiempo. ¿Estaría de paso?

No pude evitar una sonrisilla de suficiencia. Por una vez, me sentía veterana. Sin embargo, no quería darme demasiados aires, así que limité mi respuesta a un "Yo llevo un año" que hice soñar todo lo humilde que pude.

Me agaché a tocar el agua, fría como cada noche y suave y resbaladiza como siempre, tan agradable y refrescante. Luego me levanté otra vez, e hice amago de avanzar hacia la derecha. Luego miré al chico, como disculpándome.

- Mi ropa... -comenté, señalando el lugar donde la había dejado.

FdR.: jo, tampoco era un desafío... Personalmente, Seth me gusta mucho xD Pero Massen es timidilla, y aunque le apetezca ser su amiga, va con precaución (aún así, parece que le calló bien... XDDD)

Me llevo la mano donde no está el flagare al cuello y frunzo un poco el ceño cuando dice que solo el agua es sana, divertida y que no hace nada. Supongo que para ella, que es una piscis, es eso: algo completamente inofensivo, pero para mí, que creo que puedo contar las veces que he visto el mar con los dedos de las manos, es algo mucho más grande. Para mí es algo escaso porque no es habitual que te encuentres un lago en el desierto; es peligroso, porque, como no he visto demasiados mares, ríos o lagos, no sé nadar; y como no sé nadar, es también algo peligroso, porque en cualquier momento podría ahogarme.

—Para mí es mucho más que eso — le comento. Sonrío —. Como vivía en el desierto, apenas he visto el agua, así que no sé nadar. Mi padres y mis hermanos tampoco saben, ni mis abuelos, y creo que los padres de mis abuelos tampoco, pero no lo sé. — Me encojo de hombros —. Pero a cambio ir por el desierto es como... pasear. — Ensancho la sonrisa, recordando durante unos segundos mis días en el desierto de Ulunqür —. No me quejo, supongo.

Hago una pausa y me humedezco los labios. Massen, de edad desconocida, es bastante agradable. Y eso está muy bien, porque es más fácil ser buen compañero de alguien que es amable y simpático. Aunque, bueno, yo seré buen compañero hasta con la mujer que nos atacó a mí y a Follow el ninja en los pasillos.

—Mi padre también era bastante estricto — le digo cuando me dice que no tutea por las imposiciones familiares —. Aunque creo que no tanto como tu abuelo. — Sonrío —. Pero sí que tenía muchas normas, especialmente en todo lo relacionado con las monturas. No podías usarlas nunca y tenías que cuidarlas tú y tener cuidado con mil cosas y todo eso.

Me encojo de hombros y ensancho la sonrisa. Cuando Massen dice que lleva un año en Palacio, no puedo evitar alzar mucho las cejas. ¡Eso es mucho tiempo!, le respondo, antes de ponerme a pensar en la gente que conozco. No recuerdo con exactitud cuánto me había dicho la chrysos morena que llevaba aquí, pero creo que también era mucho (a lo mejor tanto como la piscis), así que igual se conocen. En cuanto a Follow, creo recordar que llevaba un poco más de tiempo que yo, pero no tanto.

No me doy cuenta de que Massen está señalando a su ropa hasta que escucho su voz. Entonces me disculpo con velocidad y me echo a un lado al tiempo que retrocedo un par de pasos para dejarla salir. Cuando ya me he alejado, le doy la espalda y apago el fuego.

—Ya es bastante tarde — comento, no sé si para mí o para ella, sin variar mi posición.

FdR. no lo tomé como un desafío, pero me hizo gracia xDDDDDDD Rollo: está entre dos, chanchanchanchaaan xDDDDD

Cuando el flamma apagó el fuego y me dio la espalda, no pude evitar sonrojarme. Yo sólo pensaba ponerme la camiseta y el pantalón por encima, aunque los mojara. Y de alguna forma, aunque me hubiera dejado espacio, no iba a cambiar mis planes. No era que no me fiara del chico, pero no podía evitar sentirme algo incómoda al respecto.

Con estos pensamientos, me eché la ropa por encima sin mucho cuidado y cogí mi mochila.

- Sí... -murmuré, asintiendo a su último comentario.

La verdad, era tardísimo. Iba a decirle que volvería ya al Palacio cuando recordé mi último encuentro con Adela en el bosque. No hacía tanto de aquello, y perderse por la noche no había sido agradable. Caminé arrastrando los pies hasta donde estaba antes de que Seth (decidí que probaría a llamarlo así, tal y como había hecho con Alehyss unos días atrás) apagara la luz, sin saber cómo plantear mi petición.

- Seth... Yo... Bueno... Me preguntaba si tú... Si a ti... Te importaría alumbrarme el camino -me sentía fatal, como si lo estuviera tratando de farola-. Es que la última vez me perdí, y... El fuego... Eso...

FdR.: lo siento, me está funcionando fatal >.< Te los llevas? XDU

Sin el flagare encendido, apenas puedo ver algo, así que me dedico a mirarme las manos y a hacer conjeturas sobre la hora que puede ser. Al escuchar la voz de Massen, la miro por encima del hombro, sin conjurar el flagare y dando por sentado que deben ser las cuatro. No distingo casi nada (solo lo que la luna ilumina y tampoco es que sea demasiado), pero sonrío de oreja a oreja y asiento. Como parece que está vestida, me doy la vuelta y conjuro un pequeño flagare en mi mano derecha. Luego la miro, al escuchar su voz, y no puedo evitar ensanchar la sonrisa.

—¡Claro que no me importa! De hecho, estaba pensando en volver ya a Palacio, así que no me molesta nada alumbrarte el camino. No querría que un compañero se perdiese por mi culpa, ¡y uno siempre tiene que ayudar si está en su mano! Es lo que siempre me ha dicho mi padre y lo que yo pienso. ¡Qué clase de ser sería si no lo hiciese! Además, somos compañeros, así que...

Me encojo de hombros, sin borrar la sonrisa, y dejo la frase sin terminar, aunque tampoco es que sea necesario acabarla para entender su significado. Luego espero a que Massen se acerque y ambos nos vamos del lago en dirección a Palacio.

*se van*

Fdr. mis personajes son farolas de toda la vida de Dios, ¡por favor :3!

Llegué corriendo al lago y, una vez más, comprobé que no había nadie paseando cerca para escabullirme por los árboles. Sobre la hierba cortada todavía me mantuve con los pies descalzos. Ya sabía lo que era pisar la tierra húmeda y la hierba fresca con los pies, pero la sensación de estar corriendo sobre ella casi a la espera de ser descubierta me produjo una emoción maravillosa. Los ojos hacía rato que se me había humedecido, pero conseguía mantenerme serena a causa de estar alerta. Corrí entre los árboles siguiendo la franja del lago hasta que llegué al río. Me sentía incansable, como si pudiese estar corriendo toda la noche y cien noches más.

Estaba frustrado. Por todo, no por nada en concreto. Por la chica piscis asquerosa chupona, por habérselo dicho a Inger, por no haber vuelto a ver a Inger, porque Lester seguía viva en Palacio... Había tantas cosas que me ponían enfermo y me frustraban que no había encontrado otra opción para arreglarlas que irme al lago encendiendo un flagrare y lanzar rocas al lago para ver cuantas veces rebotaban.

Por ahora ninguna había rebotado, pero esperaba que a la vez número cincuenta comenzaran a hacerme caso o las lanzaría con más fuerza en diagonal hacia la superficie.

*se queda tirando piedras sin técnica alguna*

Salí al exterior del Palacio dispuesta a dar un paseo. A diferencia de ayer, estaba de buen humor: me había sentado bien la charla que habíamos tenido ayer en los jardines Corbin, Heylel y yo... Y, bueno, la Capitana Bocanegra también estaba, pero ella no me había caído especialmente bien y me había alegrado de que se fuese.

Mi paseo me llevó hasta el lago, que era uno de mis sitios favoritos de todo Palacio. Cuando llegué me di cuenta de que ahí estaba también Rick, al que no había visto desde hacia... Mucho, y no pude evitar fruncir el ceño. Estaba molesta con él.

—Hola — dije, con sequedad, sin acercarme hasta donde él estaba.

Me volví hacia la voz, encendiendo un flagrare para iluminar la oscuridad que tanto me impedía ver. Ni siquiera tenía fuerzas para alzarme y atacar a ciegas a mis enemigos. De ser aquella voz la de una mantis gigante arrancacabezas de Rick Dehnel le hubiera dejado, sin duda, arrancar mi cabeza antes de enfrentarme a ella. Sin embargo, al ver que era Inger y asimilar su tono, desee que realmente viniera una de esas poderosas mantis gigantes y me cortase la cabeza allí mismo para no tener que enfrentarme a la furia o la decepción de la muchacha.

- Inger... -comencé con la boca pastosa y la voz insegura-. Hola, Inger... -. Esbocé una sonrisa, también algo insegura y tensa-. Que alegría...

De verdad me alegraba su presencia, pero estaba seguro de que no me alegraría lo que viniera a continuación.

Di un par de pasos hacia el sitio donde estaba Rick cuando este se giró y, cuando estuve a unos metros de él, lo miré con el ceño fruncido y los brazos cruzados. Al parecer, se alegraba de verme, o al menos eso decía. Bufé. Pues yo estaba enfadada con él, así que a saber cuánto le duraba la alegría.

—Una alegría verme después de tanto tiempo, ¿no? — siseé, con un tono más borde del que me hubiese gustado usar (o no, al menos, diferente al que había pensado que usaría). Desvié la mirada al suelo antes de continuar —: Porque ¿cuánto tiempo ha pasado? ¿Semanas? ¿Un mes? ¡Llevo como un mes sin verte y lo último que me dijiste fue que habías estado con otra! — Chasqueé la lengua —. Me pregunto qué habrás estado haciendo todo este tiempo y con quién. Y, ¡ah!, Heylel te manda saludos.

Estaba tan enfadada... ¡Pero se lo merecía! Lo último que me había dicho antes de desaparecer fue su "escarceo amoroso". A saber qué estuvo haciendo todo esté tiempo.

Agaché la cabeza. La verdad es que recientemente no me había salido nada a derechas en lo relacionado con ella, y en eso sí que tenía razón. Era verdad que lo de la maldita piscis no lo había hecho adrede, y más verdad aún que me arrepentía y no había vuelto a hacer nada semejante, pero... ¿De qué me servía si ella estaba igual de enfadada que si hubiera roto el honor de su familia? Seguramente mi padre no hubiera sabido tampoco qué decir en estos momentos.

La miré algo decaído. Quería decirle que no había pasado nada más, pero me asustaba que su respuesta fuera una risa cinícica.

- Inger, no he estado haciendo nada más que arrepentirme... -murmuré sintiendo un nudo en la garganta- desde aquel día... Ni siquiera fue cosa mía.

Qué difícil era tragarse el orgullo para luchar en pos de la nobleza y admitir los propios errores.

Cuando vi como agachaba la cabeza, estuve a punto de ablandarme y dejarlo pasar, pero no lo hice. En su lugar, seguí mirándole con la misma dureza con la que había empezado la conversación y esperé a ver qué era lo que tenía qué decir. Cuando habló, volví a bufar y clavé la mirada en uno de los árboles que nos rodeaban. Pese a eso, por algún motivo, sí que me ablandé después de escucharlo.

—No sé cómo pudo no haber sido cosa tuya — murmuré, tras permanecer unos segundos en silencio. Lo miré de reojo —. ¿Y dónde has estado? ¿Qué has hecho? Porque yo estuve buscándote y no te encontré.

La miré unos segundos. La llama de mi mano se apagaba, pues mi magia era casi nula, por lo que tuve que encender otra para poder mantener nuestras miradas unidas.

- Estuve meditando -le dije-. Sobre lo que pasó.

No era del todo mentira. Desde aquel suceso me había encerrado en mí mismo para decidir qué hacer, y la verdad es que todavía no había terminado de hacerlo, pero me sentía débil y cansado. Quizás era porque mi moral se había hundido. No recordaba haberme sentido así en mucho tiempo. Nunca, quizás.

Observé como volvía a encender una llama con curiosidad. Siempre me había llamado mucho la atención el fuego, y ver cómo alguien lo manejaba en mi presencia, de alguna forma, captaba toda mi atención. Contemplé la llama en silencio hasta que Rick habló. Entonces volví a fruncir el ceño y volví a mirarlo.

—¿Y llegaste a alguna conclusión con tu meditación? — inquirí, menos borde que antes.

Me preguntaba qué habría pensado. A qué conclusión había llegado o algo así. A fin de cuentas, algo tendría que haber pensado, ¿no?

Bajé nuevamente la vista. Cerré mi puño derecho, apagando así la llama, y lo estrellé contra el suelo con tan mala suerte (al no poder ver) que me clavé un trozo de roca en los nudillos, pero no hice ningún gesto. Los hombres fuertes como yo no se quejaban por esas cosas.

Inspiré profundamente, como si me ahogase y de pronto necesitara mucho más aire.

- ¡¡Claro que llegué a alguna conclusión!! -grité, no a ella, sino en general-. ¡¡OBVIAMENTE HICE MAL, AUNQUE NO FUI YO EL QUE ACTUÓ!! Si bien la culpa recae igual sobre mis hombros que sobre los de aquella fulana que poco tenía de dama... -. La miré-. Pero, señorita, no pienso decir más que que te quiero y que no fue mi intención, o que me arrepiento pese a que no la fuera, pues considero que si he de hacer muchas más cosas que esas, si he de arrastrarme, es que de verdad usted, hermosa dama, no desea perdonarme o siquiera planteárselo, pues la ira la ciega. Comprendo que se enfade, pero no quiero obligarla a quedarse a mi lado mientras sufre por algo que, aunque no fue del todo mi culpa, fue fallo de mi teple.

Me sorprendí al ver su reacción. No esperaba que fuese a darle un puñetazo al suelo ni que empezase a gritarme. Fruncí el ceño y apreté la mandíbula, mientras esperaba que se callase para poder responder a sus gritos.

—Primero, agradecería que no me gritases — siseé, cruzándome de nuevo de brazos y desviando la mirada —. Segundo, nadie te está pidiendo que te arrastres ni que hagas muchas más cosas. Lo único que quería era una explicación y saber qué habías estado todo este tiempo, algo que considero bastante normal teniendo en cuenta que hacia como semanas que no te veía. — Me humedecí los labios y chasqueé la lengua —. Y claro que me gustaría perdonarte, y no te deseo ningún mal o lo que sea que estés pensando. Si no quisiese hablarlo contigo, me hubiese ido sin haberte dicho palabra.

- No te grito a ti... -murmuré con voz ronca debido a los gritos.

Y no dije más. Me arrodillé cabizbajo y dejé caer los hombros y el rostro. El pelo me había crecido bastante y ya no desafiaba, rebelde, la gravedad, sino que caía semiocultando mis ojos. Estaba cansado y no me encontraba bien. ¿Estrés? No lo sabía, pues los Dehnel no se estresaban. Nosotros estábamos hechos de otra pasta. Éramos más fuertes.

Sin embargo, algo no iba bien. Sentía una sensación muy desagradable en la tripa que no era hambre.

¿Quizás culpabilidad?

Al escuchar su último comentario, suspiré. Rick se arrodilló y bajó la cabeza, haciendo que el pelo le tapase parte del rostro. Aprecié que le había crecido bastante, y pensé que a mí también me había crecido el pelo y, al hacerlo, pensé en que ya llevaba un año en Brontë. Suspiré y di un par de pasos hacia delante, acercándome al sitio donde Rick estaba. Verlo así me apenaba un poco...

Coloqué una mano sobre uno de sus hombros y volví a suspirar.

—Lamento haber pensado que me gritabas a mí...

- No me siento muy bien -le dije sin alzar la vista. De todas formas, no iba a verla aunque lo hiciera, así que prefería que estuviéramos en igualdad de condiciones.

Aquello que había sucedido me martirizaba. Había ido contra mi propio honor y me sentía sucio, como si por un solo acto involuntario hubiera roto, destrozado, hecho trizas, todos los estandartes por los que luchaba.

Me sentía todo un perdedor.

Volví a suspirar y lo rodeé con mis brazos, sin saber muy bien qué decirle. Me entristecía, de alguna forma, verlo así, porque, supuse, era muy raro ver a Rick Dehnel tan alicaído. Me pregunté si su malestar era algo físico (como que se estuviese constipando o algo así) o algo completamente diferente, como si estuviese "mal" emocionalmente o algo por el estilo.

—¿Quieres volver para dentro? — inquirí con suavidad.

Reposé mi cabeza en su hombro. Me sentía pequeñito, como cuando era un zagal y mi madre se tumbaba a mi vera y me contaba cuentos y me cantaba nanas tan antiguas que solo su familia conocía, por habérsele cantado también a ella, pero que no estaba escritas en ninguna parte.

Negué lentamente. No me quería mover. Solo quería quedarme allí, consolándome en que podía recostarme sobre ella, pues no sabía si de separarme en aquel instante volvería a poder hacerlo.

- Quiero quedarme -murmuré con cierta amargura en la voz.

Asentí en cuanto el negó. Si no quería irse, a mí no me importaba quedarme un rato más con él. Lo que no sabía era qué podía decirle, así que decidí permanecer en silencio, acariciándole el pelo. Tras unos minutos así, pensé en qué podía hablarle de lo que había hecho yo estos últimos días.

—Eh... Estos días... Yo estuve leyendo mucho... — Me humedecí los labios —. He leído muchos cuentos y eso... He hablado con una parvus a la que ya había visto antes, pero cuyo nombre no recuerdo — Sonreí —. Y he conocido a gente nueva. Una es una piscis que se llama Capitana Bocanegra. Es muy... Agresiva, creo. No me cae demasiado bien... — Suspiré —. Y también conocí a un claritas muy simpático que se llama Corbin. Me lo encontré en la biblioteca un día y es como... ¡Le encanta leer! Es genial. — Reí —. Y no piensa que mis gustos sean una tontería y ayer le estuve contando cosas de Caligo. — Dibujé una amplia sonrisa —. ¡Es muy majo! Seguro que te cae bien. — Y... Eeeh... Heylel te manda un saludo.