Huerta.

Era necesario, y él no dejaba de repetírselo pero aun así hacía mucho frío. Había intentado salir sin capa, y menos abrigado de lo que iba desde luego, pero al final creyó necesario ir poco a poco. Se arrebujó bajo las insuficientes capas de tela y decidió explorar el nuevo mundo nevado que se presentaba ante él.

No había visto nunca nieve más allá del algún pico alejado en el horizonte que se tenía de blanco al acercarse el invierno, pero nunca nada así. Sus pasos le dirigieron hacia lo que debía de ser algún tipo de zona de cultivo por los elementos que la nieve no había tapado. Se giró para ver el paisaje que quedaba frente al palacio, un horizonte blanco cubierto de nubes.
Miró arriba para ver los copos que parecían bailar mientras caían y se posaban en su piel un instante antes de fundirse. Alguno se le quedaba en la barba de 3 días que llevaba pero pasaban casi inadvertidos.

Dio un par de pasos atrás y al girarse se topó de frente con una figura que paseaba por la zona. Tan en sus pensamiento estaba que no la había visto. Al menos, pensó, no se había tropezado con ella.

-Oh, esto, lo siento. -Comentó algo tenso. -No te había visto. -Observó un instante a la figura, que resultó ser una chica joven antes de apartar la vista.

Miró a la chica. Lo primero que se fijo es que iba más abrigada que él. Pensó que en el fondo no dejaba de ser un entrenamiento, aunque seguía teniendo sus dudas. En Lumen no solía hacer tanto frío y pero actitud no era apropiado para alguien con su preparación. Ahora no estaba en el ejército pero Brontë era otro tipo de ejército también y tenía que entrenar más duro si era preciso. Al fin y al cabo era un ejército para el que te seleccionaban.

Emitió lo que pareció un gruñido algo avergonzado y frunció el ceño, buscando qué decir, inquieto. Por suerte es ella la que sigue hablando. Asiente con firmeza cuando le dice su nombre.

-Shirokiba Jizō. No hace mucho que he llegado. Así que es normal que no nos conozcamos.

Notó los pies hundidos ligeramente en la nieve y el aire frío contra la cara y apretó los puños pensando qué añadir. La otra opción era esperar que hablase ella o que no hablase y se despidiera y se fuera o... Tenía que intentarlo, después de todo tenía que empezar a conocer a la gente del palacio, a sus compañeros. Titubeó un instante y con la mirada esquiva y la voz ronca consiguió articular unas palabras para formar una frase.

-¿También has salido a ver la nieve?

Alzó la cejas. Eso era bueno, ¿no? Es decir, no cambiaba nada pero... Ambos acababan de llegar, en cierto modo estaban pasando por lo mismo.
Notaba la mandíbula tensa, la joven lo miraba fijamente y la diferencia de altura lo incomodaba un poco. Por ella, claro, pero aun así la obligaba a esforzarse más en mirarlo por lo que en cierto modo la hacía centrarse más en él.

Asintió a lo de normal con firmeza. Sí, eso es. Es normal. Tampoco tiene que conocer a tanta gente como la chica caeruleus.

Estaba tan tenso como de costumbre pero el aire risueño de la joven lo tranquilizaba un poco. Se preguntaba qué edad tendría. Perfectamente podría parecer mucho más joven de lo que era. O más mayor.

-Yo. -Reformuló la frase en su cabeza. -Es la primera vez. -Volvió a mirarla un instante antes de pasar la vista a otro lado. Pensó que nunca había estado en Ignis. Bueno, ni en muchos sitios fuera de Lumen. O dentro. Una chica del desierto tenía que estar bastante menos acostumbrada al frío que él, aun yendo más abrigada.
Se apresuró a responder.

-Si, si. -Esto. -De Lumen. -Bajó la vista a ella, esquivo. -Al menos donde yo vivo no suele... Es decir, nunca nieva. -Volvió a mirarla, intentando obligarse a continuar la conversación. -Aunque tampoco hace tanto calor como en un desierto. -Apartó de nuevo la vista. Era algo obvio. Cómo iba a hacer el mismo calor que en el desierto.



*pausu*

La chica rizosa hablaba muy animada.
No es que hablara mucho, pero el contraste entre ambos era evidente.

Azó las cejas. Así que cláritas, otra cosa en común que tenían. Perfectamente podría parecer que su piel era resultado de una vida en Ignis. En el desierto, para ser más concreto.

-La verdad es que es difícil acostumbrarse. -No sabía muy bien qué añadir a su entusiasmo. Se sintió algo violento cuando se puso de puntillas, aunque él poco podía hacer. -A la temperatura, quiero decir.

La chica era puro entusiasmo.
Esto suponía una presión extra en cierto modo, pero aunque se sentía clavado en la nieve tenía que seguir. Tenía que responder con algo más que con asentimientos mirando a otro lado o gruñidos más o menos fuertes según si eran una afirmación o una negación.
Tenía que aprender a convivir con esos extraños.

-Sí -alcanzó a decir.-Por eso he salido. -Apretó algo la mandíbula. -Intento acostumbrarme. El clima de Lumen es bastante más templado también. -Sabía que el verano también sería más frío pero no creía que fuese a suponer un problema.
El problema, si es que lo era (y un poco sí que lo era), era esa nieve y ese frío tan nuevos para él.

Aunque sea un poquito. Soltó aire por la nariz como a modo de risa (y como única repuesta) y casi se pudo ver media sonrisa en su cara, que por lo demás miraba al suelo evitando el contacto visual en la medida de lo posible.
Era ridícula la situación, que alguien como él se molestase tanto por un poco de nieve.

Volvió la mirada a ella sintiéndose algo atragantado al encontrarse con aquellos dos ojos que le miraban desde abajo. Meditó un instante un resumen rápido, para no agobiarla, y reunió fuerzas para responder lo menos bruscamente posible.

-Estoy -¿Estaba? - en el ejército de Lumen. -Tras un par de palabras ya casi memorizadas sobre su función controlando la guardia de la ciudad volvió a callarse, incómodo. ¿Podía seguir diciendo que era capitán, que se encargaba de la seguridad de su pueblo? Estaba claro de que volver a casa su padre le guardaría el puesto a su hijo pródigo pero...No era esa exactamente una respuesta que le tranquilizara.
De nuevo se sorprende. Aunque no mucho. Tampoco es una novedad con respecto a otras ocasiones que no era muy de manifestar emociones.
-Donde yo vengo también es una zona de paso. Es una ruta comercial importante. -Aunque ese hecho no dejaba demasiada huella económica, pero si que aportaba una cierta riqueza al ambiente del lugar.

A veces ocurría, y el lo sabía, que de alguna forma divina se veía castigado por su nula habilidad social. Esto solía ocurrir como ocurren las avalanchas, y una respuesta seca e insignificante desataba un caos de palabras y preguntas.
Su cabeza desglosó cada pregunta intentando encontrar el mínimo común múltiplo que le permitiera, con el mínimo uso de palabras, responder al mayor número de preguntas de la chica. Fue más bien imposible.
Se recolocó incómodo en su sitio mirando el paisaje helado que los rodeaba. Tragó saliva y tras conseguir alojar la mandíbula comenzó a responder de lo que se acordaba.

-Era capitán del ejército, encargado de la guardia de la ciudad. Durante mis entrenamientos en el ejército hice varias misiones, sí, aunque eso no me servirá de mucho aquí; el nivel es mucho mayor. -Apretó los puños y, forzándose a mirar a su interlocutora de vez en cuando, fue capaz de mantener el tipo según avanzaba con la que sería su serie de frases más larga ese día.

Cuando siguió hablando volvió a captar su atención con el tema de su hermana.
Era una coincidencia agradable, ¿no? Matemáticamente habría sido probable que a él le hubiese pasado algo así pero no había tenido suerte. Sus hermanas estaban en Lumen, lejos.
-Así que -consiguió añadir a la conversación, -tienes una hermana. -De alguna forma era una pregunta. -En Brontë.

Se pasó una mano por la nuca notando una brisa, siendo este el movimiento más grande que había hecho desde que dejó de andar y se paró a hablar con la joven cláritas. Algunos copos seguían posados en su barba de 3 días, prácticamente camuflados.

-Era...algo movido, sí. -Se le hacía raro hablar de su hogar como algo tan lejano. -No creo que tanto como tu oasis. -Negó con la cabeza ante el siguiente comentario. O bueno, apretó los labios y agitó sutilmente la cabeza, firme, como si le hubiera preguntado un superior del ejército. -Mi padre es el jefe, el...gobernador, por así decirlo. El comercio es una parte de su trabajo pero tiene gente a su servicio encargada de la administración.- "Es", pensó. Era la primera vez que usaba el presente. A pesar de que su vida había cambiado su casa seguía avanzando como siempre, al margen de él. De alguna forma se sentía extraño sabiendo que no formaba parte de aquello.

-La disciplina aquí no es suficiente. Aunque espero que ayude. -Contestó simplemente. Frío, seco. Aunque no era una variación con respecto al resto de sus respuestas.
Pensó en lo que decía la chica. Sí que imponía. Sentirse tan incapaz, tan novato. Era un reto pero aun así...

Escuchó la descripción de su hermana tomando nota de cada detalle. No estaría mal empezar con ventaja si se encontrara con ella. Y probablemente así fuera, ambos eran compañeros. Y recién llegados.
Negó a lo de haberla visto. Lo cierto es que no había hablado a mucha gente. Bueno, tampoco los había buscado, ni si quiera el hecho del dormitorio o los baños comunes lo había empujado a buscar enfrentamientos sociales.

Escuchaba atentamente cuando el primer estornudo lo hizo mirarla sorprendido. El segundo hizo que la sorpresa aumentara hasta límites visibles.

Volvió a medio sonreír con su comentario, asintiendo. La verdad es que estar ahí quietos no era lo mejor. Tras coger aire fue capaz de despedirse.

-Encantado de conocerte, Pris. Adiós. -Puro entusiasmo.

Una vez la chica se hubo alejado fue como si hubiera recuperado la movilidad. "Shiro", se repitió con una sonrisa (sonrisa interna y personal, obviamente) y empezó a caminar para entrar en calor. No había sido una buena idea quedarse parado pero conocer a aquella chica tan enérgica había sido algo positivo. Una compañera más en aquel ejército. Seguía sin hacerse a la idea de dónde estaba.
Un estornudo contenido resonó en la calma de la huerta nevada y un gruñido lo acompañó.
A lo mejor daba ya por terminado el entrenamiento de resistencia.


*fin de escena*