Comedor

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Observo su plato un instante, alzando las cejas con curiosidad. Tras una leve duda, termino, sin siquiera responder, acercando mi tenedor a su comida y tomando un poco de la zona que ñel no ha tocado. Me llevo el pescado a la boca, paladeándolo un buen rato y, finalmente, asintiendo.

-El pescado es más sano que la carne -digo, como si así estuviese dando mi aprobación-. La carne suele gustar a un mayor porcentaje de la población, pero el pescado es más saludable.

Dicho así, de hecho, yo debería estar tomando pescado. Es mi forma de actuar... Pero siempre que mantenga un equilibrio no hay problema en que no me dedique solo a lo más saludable.

Bebo un poco de agua y miro al chrysos.

-¿Qué harás tú?

Mi pregunta es simplemente eso. ¿Qué hará aquí, en Brontë?

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Al ver cómo la chica acercaba el tenedor, el chrysos le acercó el plato. Después lo recogí y comió él. Mientras, escuchaba a Alehyss, de nuevo sin saber qué decirle, pero sonriendo. Por algún motivo, le hacía gracia que se parase a analizar absolutamente todo. Es decir, podía simplemente decir que le gustaba, o que no le gustaba, o lo que fuese, pero en su lugar se dedicaba a explicar que el pescado era más sano pero la carne más popular. Era curioso.

—Me gusta el pescado. —Se encogió de hombros—. No me había parado a pensar en qué era más o menos saludable. A-Aunque lo sabía. Quiero decir, que ahora no había pensado en eso para decidir qué cenaba o dejaba de cenar...

Era cierto que lo sabía. Había cosas que sabía. Como, por ejemplo, que el sol no era el que giraba y tal.
Bebió.

—Supongo que, mientras te espero pacientemente, leeré o algo así. A lo mejor me relaciono más con la gente y todo. O entreno. Quién sabe.

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No me extraña que sepa un dato tan simple. Aunque tampoco me extraña que base sus decisiones en cosas tan irrelevantes como el gusto. Si lo hiciese solo una vez podría tratarse, como en mi caso, de un simple antojo. Sin embargo, al funcionar siempre así, solo se demuestra una irresponsabilidad importante con respecto a la salud.
De todos modos, me da igual.

-Deberías relacionarte -confirmo, mientras corto un nuevo trozo de carne-. Es bueno para el estrés.

Me meto un trozo de carne en la boca con una sonrisa de suficiencia. Quizás estoy exagerando, pero tiene su punto de comicidad.

-¿Cómo llevas la geografía? -. Alzo la vista y lo miro, entretenida.

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Lyam sonrió, y se metió un nuevo pedazo de pescado en la boca. Podía relacionarse, pero también podía no hacerlo. A la larga, ¿qué sería lo mejor? Ni tan siquiera sabía cuánto tiempo se quedaría en Brontë. Le había dicho a la chrysos que la esperaría, y tenía pensado hacerlo, pero ¿y si volvía en, por ejemplo, una semana? ¿Y si volvía y él decidía marcharse? En ese caso, no le compensaba demasiado seguir entablando relaciones con los soldados de Brontë. Aunque, por otro, ¿y si la chrysos tardaba en volver? ¿Y si decidía no marcharse? Entonces sí que convendría relacionarse más con sus compañeros.

Ignorando el comentario de la chica, se limitó a responder a su pregunta.

—Tirando. —Frunció el ceño—. Aunque sigo sin verlo divertido, la verdad. Me sigue pareciendo tedioso, interesante pero tedioso. —La miró—. Seguirás pensando que no se nada durante unos meses más, creo.

Apartó el plato, donde todavía había algo de pescado.
Luego le sonrió a la chrysos.

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No me pasa desapercibida la sutileza con la que obvia mi recomendación y trata al tema siguiente. De todos modos, es irrelevante. No era ninguna pregunta ni un tema importante. Un simple consejo no merece una respuesta forzada.

-Pues ánimo con ello -digo sin más.

Pincho una patata y la levanto, observándola con sumo interés. Tras unos segundos de contemplación me la llevo a la boca, masticando en silencio. De pronto, malvada, dibujo una nueva sonrisa, relajada.

-El pescado da mal aliento, por desgracia -dejo caer, bebiendo un poco de agua, apartando la mirada con disimulo.

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Ensanchó la sonrisa.

—Gracias.

Luego volvió a recodarse en la mesa y, de nuevo, observó a la chrysos. Realmente, le gustaba con el pelo corto. Es decir, como ya le había dicho, a ella todo le quedaba bien, pero... Le gustaba. Sinceramente. Y no le había llevado tanto acostumbrarse a su nueva imagen como había pensado.

Cuando escuchó el comentario de la chica, borró la sonrisa y frunció el ceño.

—Yo no tengo mal aliento —respondió, ligeramente ofendido—. Estoy seguro de que no lo tengo ahora... Además, eso dependerá del pescado.

¿No? Tenía que depender del pescado; no todos los peces eran iguales, y no todas las formas de cocina eran las mismas.

—A... Además, en el muy hipótetico caso de que... —Volvió a fruncir el ceño—. Puedo ir a cepillarme ahora mismo los dientes si va a resultar un inconveniente para... Lo que sea.

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Esbozo una sonrisa, burlona, en respuesta a sus vulgares excusas.

-No he dicho nada sobre ti, Lyam. No necesitas ponerte a la defensiva. Es solo que, por lo general, el olor a pescado en las bocas no resulta muy atrayente. Nadie ha dicho nada sobre ti.

Disculpa, bonito. Si tuvieses mal aliento no te hubiese tocado ni una sola vez. Es cierto que está mal que lo admita, pero soy snob y altiva. No aceptaría relacionarme con ese tipo de persona casi ni en una conversación, tratando de que no me relacionasen.

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El chrysos observó a la chica con el ceño durante unos segundos más, procesando sus palabras, y finalmente, se echó a reír. Sería capulla.

—Eres una maldita asquerosa —replicó—. Y, de todas formas, repito que si supone algún problema para los planes que he hecho en mi cabeza, no tengo problema en irme a cepillarme los dientes o a tomar ahora mismo algo con olor a menta.

La miró, algo menos sonriente que antes.

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Enarco una ceja con fingida sorpresa. Con una sorpresa obviamente fingida, mejor dicho. Solo me queda llevar un cartel junto a la cabeza que lo matice para los más incultos e incapaces de diferenciar realidad de ficción.

-Así que has planeado tener sexo hoy -murmuro, a medio camino entre la afirmación y la pregunta.

Mi expresión, sin embargo, es bastante escéptica. Tengo ganas de saber cómo me responde. ¿Un chulesco sí? ¿Presunción? ¿Vergüenza? No, lo dudo. Antes titubeará o sacará pecho como un machito.
A veces no entiendo a los hombres, por Mithos. Puedo predecir muchos de sus actos, pero, sinceramente, no entender a qué vienen.

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El chrysos la observó en silencio durante unos segundos. Luego asintió.

—Sí. Me gustaría, al menos. —Chasqueó la lengua. Después, en un tono más bajo, añadió—. Aunque me conformaría con estar contigo. —Se encogió de hombros—. Si quieres, claro. Quiero decir, todo si quieres. Tienes todo el derecho del mundo a rechazarme, y no me voy a ofender ni nada semejante. Simplemente, me gustaría.

Se recodó, de nuevo, en la mesa.
La miró.

—Realmente lo planeé... ¿Planeé? No creo que sea la palabra adecuada, pero bueno. El caso, que pensé que estaría bien hace un rato. —Apartó la vista—. Como te vas... —La miró de reojo—. Pero, vamos, puedes ignorarme.

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Apoyo ambas manos sobre la mesa y me inclino hacia delante, mirándolo con aire desafiante. Una sonrisa irónica aparece en mis labios.

-Claro que puedo negarme. No lo he dudado en ningún momento- siseo, entre fría y orgullosa.

Si lo has dudado por, siquiera, un instante, merecerás otra patada como aquella que, seguramente, recuerdas bien. Y, de todos modos, ni siquiera tengo miedo a que intentes forzarme. No lo harías, pero aún si fueses capaz de pensarlo, no tendría miedo. En absoluto.
Por otra parte...

Me peino el pelo hacia atrás, recostándome de nuevo contra la pared, suspirando cansada. La verdad es que me espera un viaje duro y el sexo agota. Quizás aceptase dejar que me lo hicieses tú y luego me dejases dormir.

-Hablas demasiado -añado, cerrando los ojos, solemne-. Demasiados condicionales. Un hombre -. Y una mujer -seguro resulta más atractivo. Según cómo se lo monte, puede parecer arrogante o imbécil, pero resulta más atractivo que alguien que teme ser claro.

Abro los ojos y lo miro fijamente, como esperando a que me dé la razón que, obviamente, tengo. Al menos en mis gustos.

Por Mithos. No me puedo creer que me vaya a venir la regla justo ahora que me voy de misión. Estoy un poco intransigente.

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Frunció el ceño, ligeramente confuso.

—Ya supongo que no lo habrías dudado... —La miró—. Pero me refería más bien a que puedes echarme si te molesto hablando, no a otras cosas que ni tan siquiera se me habían pasado por la cabeza.

Por Mithos, no.

El chrysos decidió no decir nada más acerca de eso (no fuese a ser que metiese la pata, que era muy de su estilo), y se limitó a mirar a la chica. Cuando está volvió a hablar, torció una sonrisa.

—Me resulta bastante complicado ser claro, o ser yo mismo, teniendo en cuenta que me he pasado la mitad de mi vida mintiendo. —La miró—. Fingiendo ser otra persona, inventando gustos... Todo es más sencillo cuando no eres tú.

Nadie te conoce, apenas tienes tiempo para ahondar en tus relaciones personales... Seguir un guión facilitaba mucho lo de ser claro. Y no tener ningún tipo de preocupación sobre lo que pasaría con esas personas, o con la imagen que mantuviesen de ti, lo hacía todo más sencillo.

—Pero supongo que tienes razón.

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Me encojo de hombros. no es como si no ser claro sea algo malo, ni mucho menos. Saber ser difuso es importante. A mí me gustan mucho las medias verdades. Por supuesto, siempre que soy yo la que las usa. Pero no estamos hablando de eso, sino del ámbito sexual.
Siempre recordaré la primera vez que Jager me miró. Sus ojos decían "voy a acostarme contigo y no vas a negarte". Todo lo que él hace sigue esa filosofía. En el caso del aether, es excesivo, pero esa sensación de que lo tiene todo controlado... me resulta muy...
Irrelevante.

Esbozo una sonrisa, relajando el gesto.

-Disculpa que sea tan tajante. Creo que es la presión.

Y la menstruación. También es la menstruación

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Negó con la cabeza.

—No te preocupes. No me molesta.

Le sonrió.
Era cierto que podía haber sonado algo borde, pero no le molestaba la opinión de la chrysos. De alguna forma, le importaba, al menos un poco, pero no le molestaba.

—Espero que toda tu presión se vaya. Las cosas no salen bien bajo presión. O al menos yo creo que es mejor ir relajado.

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Me encojo de hombros. Mi sonrisa es, más bien, conformista. No voy a decirle que no tenga, parcialmente, razón. Pero a veces la lógica no puede plantar cara al instinto, o lo que sea que me causa este desasosiego.

-Cuando algo es importante es difícil relajarse -sentencio sin más, acabando la frase con un suspiro cansado.

Qué humana suenas a veces, Ale. Se nota que, aunque lo desees, no eres la dama de hielo. Eso le pega más a Madame Desmarais, y ni siquiera a ella. Pero, seguramente, sea negativo ser una persona completamente insensible. Aunque los niveles de estrés de alguien así tienen que ser ínfimos.

-Pero intentaré seguir tu consejo- añado, torciendo el gesto.

Estoy algo decepcionada conmigo misma.

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El chrysos asintió. Sin duda, no le faltaba razón. Cuanto más importante era algo, más tenso, preocupado, estabas. Más complicado era relajarse, pensar con claridad. Y precisamente por eso las cosas solían salir peor. Por eso era mucho mejor no tener vínculos importantes con mucha gente. Así era todo mucho más sencillo.

—Yo lo seguiría. —La miró—. No obstante, supongo que a ti te saldrían bien las cosas aún estando en tensión.

Alehyss Lester no dejaba de ser Alehyss Lester. Seguía siendo una guerrera fuerte, inteligente y capaz, y aún estando en tensión, estaba seguro de que sería capaz de pensar con claridad. Aunque le costase más hacerlo.

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Niego un par de veces, no porque no esté de acuerdo con lo que me dices. Es, más bien, como si tratase de sacarme ese tema de la cabeza. Ya tendré bastante con pensar en ello cuando me vaya y a todas horas. Ahora me gustaría descansar, por lo menos.

Me estiro. Parece que Silvanus no volverá, y yo ya he terminado de comer. Creo que va siendo hora de salir de este lugar. Estamos en horario caeruleus desde hace rato, y no me apetece empezar con presentaciones ahora mismo.

-¿Vamos a otro sitio, entonces? -inquiero, haciendo un gesto con la cabeza hacia la puerta, mirando al chrysos.

Hoy ni siquiera tengo esa vena ninfómana habitual. Es normal, pero si muero en la misión me arrepentiré de no haberme dado un último lujo. Siempre tendré a Corbin, si surge una situación en la que el final sea visible.
No me lo creo ni yo.

Maldita sea.

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El chrysos alzó las cejas ligeramente sorprendido al escuchar la pregunta de la chica. ¿Estaba, entonces, aceptando? Frunció el ceño. Sonaba a eso, aunque ahora mismo él, o al menos eso creía, lo máximo que quería hacer era dormir con ella. Por ñoño, romántico que sonase. Menos mal que nadie leía sus pensamientos.

—Vale... —murmuró.

Se puso en pie, y la chica hizo lo mismo.
Tras dedicarle un último vistazo al comedor, ambos se fueron.

*se van*

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Entré en el comedor, ya algo fatigado. Correr mucho no era lo que más le gustaba hacer a los Dehnel. Correr era para aquellos innobles que no querian enfrentarse a los que los desafiaban. Correr era de cobardes que se daban la vuelta y abandonaban a sus compañeros en medio de la batalla. Los Dehnel éramos más de soportar y atacar, sin importar por cuánto tiempo, hasta acabar con todos los malhechores que osasen enfentarse a nosotros.

Contento, expliqué veloz, atrupelladamente, lo que quería a uno de los malditos chrysos del servicio. De no ser por sus ojos de asesino no parecerían tan malvados. No obstante, terminé pronto y a los pocos minutos el chico me había traído todo lo que había pedido.
Algo más descansado tras la espera, volví a mi carrera.

*se va*

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Como cada quince días, aproximadamente, Tuli quedó con Gerald para tomar algo. Siempre lo hacían en cuanto tenían ocasión, pues Tuli le tenía en gran estima.
Con una enorme sonrisa y con Ratán rodeándole el cuello entretenidamente, saludó a todos con chulería, para luego sentarse en una mesa algo apartada y pedir una cerveza para ella y algo rico para picar.

Estaba algo nerviosa. Gerald al principio lo había considerado únicamente un amigo, pero pensó que... quizás debería confesarle sus sentimientos. Aunque claro. Antes debería hablar con la vieja para que le dejase abandonar el grupo. Estaba nerviosa. No sabía qué hacer, así que, por el momento, bebió fuertemente con alegría. Ojalá no se retrasase mucho. Era la primera vez en toda su vida que sentía mariposas en el estómago.

*se queda*

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Llego al comedor, pasándome las manos por el pelo para acomodarlo bien depsués de la ducha. Ahora me siento bastante más ligero aun estando cansado.

Al llegar encuentro a Tuli sentada en una mesa y me llevo una mano a la cabeza, riendo cuando me ve. Había olvidado por completo que estaba esperando. No sé en qué día vivo.

Me acerco a la mesa y por el camino le encargo a un camarero una cerveza grande y un buen plato de carne con pasta. Tengo bastante hambre. Al llegar a la mesa me siento frente a ella.

—Ah, hola. ¿Cómo va todo? Creo que vas a matarme, pero había olvidado nuestra cita por completo —Le confieso, divertido. Acerco una mano a la serpiente y le froto la cabeza con el dedo. Al final me ha acabado haciendo gracia. Me acomodo en la silla, y me froto la barbilla.

—¿Qué te parece? —Le pregunto, presumido, para que opine sobre mi nueva perilla.

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Le vió llegar al fondo y sonrió aliviada. Creyó que se había olvidado. Rió al escuchar su excusa y le pellizcó una mejilla con una enorme sonrisa.- Ajaja, no pasa nada, cabezón.-Rió contenta. -Si total no tengo nada mejor que hacer aquí. Esto está tranquilote últimamente.- Hablo frotando mi nariz con la de Ratán.

-Gerald... eres un presumido.- Rió tímidamente. Si fuese una de esas mujercitas delicadas de sonrosadas mejillas, le habría arrancado un rubor, sin embargo, se pasó la mano por el pelo, desafiante.- Aunque nunca podrás superarme.- Dijo con altanería.

Su plato de comida llegó.- Oh, oh, oh chico, tráeme a mi de eso también.- Dijo llevándose ambas manos a la tripa.- Tiene una pinta estupenda.- Habló mientras le robaba un pedacito del plato de su acompañante mientras le guiñaba un ojo.

-Bueno, ¿qué tal todo, machote?- Comentó desenfadada. -¡Te veo en forma! Si fueras una chica, podrías hablar con la vieja para unirte a nosotras.- Bromeó.- Jajaja imaginarte vestido de mujer ha sido divertido.- Rió.

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Me froto la cara ante el pellizco de Tuli. Creo que estoy demasido hecho polvo como para pensar algo demasiado ingenioso. Me limito a mover los hombros y resoplar.

—Es que hoy se me ha cruzado un cable y me he puesto serio —Comento, entretenido. Me quito el abrigo para dejarlo colgado en la silla. Tengo calor.

Río cuando me dice que no tengo nada que hacer contra ella en eso de lucir tipo.

—No se puede competir con ese volumen, está claro —Respondo divertido. Mi comida llega rápido y me agarro a los cubiertos con ganas. Parece que a Tuli le ha gustado.

—Se me ha pasado hasta la hora de comer —Doy un largo trago a la jarra de cerveza y entorno los ojos con falsa desaprovación cuando me roba un bocado de mi plato. Dejo la jarra en la mesa y empiezo a comer mientras pregunta.

—Pues algo reventado. He estado con tu jefa, te has perdido el pajarito que medio. Me ha tenido practicando magia un par de días. Es una bruja —Bromeo mientras como.

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-Qué responsable~- Dijo cruzándose de brazos escuchando sus hazañas de entrenamiento.- Sí señor.- Aunque lo sabía disimular a la perfección, el corazón le latía fuerte. ¿Se lo decía? No sabía si sería capaz. ¿No debería consultarlo antes con las demás chicas y su señora?

-Ah, el dichoso ejercicio del pajarito.- Se echó hacia delante.- No se lo cuentes a nadie pero a Branne la tuvo 2 meses rodeada de pájaros. Al principio se le daba fatal la magia. Y mírala ahora: de segunda.- Dijo encogiéndose de hombros.- Y te voy a decir una cosa.- Dijo en tono cotilla.- Mithos me libre de ascender.- Habló entonces algo seria.- Cuanto más arriba estás, más enemigas te buscas. Créeme. El mal royo y la falsedad que hay entre las tres primeras no te lo puedes ni imaginar.- Dijo en tono bajo. - Por suerte, Felhlo y yo somos bastante felices lejos de su mundillo competitivo. La verdad es que siempre quise una hermana pequeña.- Rió con sutileza. - No sé, me gustan los críos, supongo.- Agachó la cabeza.- Y tú eres bastante crío...- susurró, mirando hacia otro lado.

Rió cuando le llamó bruja.- Realmente lo es. Pero sólamente cuando se enfada. A ver, la vieja es mucho de aparentar. Corre un rumor entre nosotras que esconde algunos secretos. Creo que tiene una vida más allá de la política.- Dijo subiendo y bajando las cejas repetidamente, dándole un tono cómico a sus palabras.- Nah, realmente simplemente es sólo una señora jugando a plenos y debates. Yo, en más de 10 años de servicio, no la he visto luchar ni una sola vez. Dudo que sepa más que nosotras. Pero ya sabes: quien paga, manda.- Rió.

Le veo y suspiro. ¿Le gustaré? ¿Aunque sea un poco?
Tuli, quítate esas cosas de la cabeza.

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Al aprecer el ejercicio es bastante famoso entre ellas. No me imagino lo que será servir a una mujer como Flavia. Si a mí ya me parecía una responsabilidad enorme la de Sargento cuando casi nadie de los de arriba sabía que existía, no quiero pensar en que el ejefe te vigile constantemente.

Sigo comiendo mientras Tuli me cuenta los cotilleos entre las chicas. De vez en cuando levanto la vista para dar a entender que presto algo de atención.

—Vaya, pensé que érais rollo familia, todas a una defendiéndoos a muerte. No creí que quisierais mataros constantemente —Respondo franca, pero sin perder la sonrisa distendida. Sigo comiendo mientras habla. Lo bueno de Tuli es que le gusta hablar así que puedo dejarla a su aire cuando quiero prestar atención a otras cosas. Me centro más en mi comida mientras de fondo la voy escuchando decir algo sobre que está bien con Felhlo y demás. Alzo los ojos hacia ella cuando la escucho bajar el tono.

—¿Hum? —Inquiero desde la garganta debido a que tengo la boca yena. Luego trago con cierto esfuerzo por haber metido mucho junto. —Bueno, gracias por pensar que no puedo cuidarme solo o algo —Respondo, divertido, a su acusación de "crío".

Sigue hablando de Flavia así que bebo y sigo comiendo. No es que me interesen muchos las "azañas" de una líder entrada en años, pero siempre habla con tanto énfasis que lo hace hasta divertido. Acabo nagando con la cabeza antes de volver a tragar para hablar.

—La verdad es que cuando tuvo que llamarme inútil lo hizo muy cariñosamente. No, no te rías, es cierto. Me trató casi como si fuera su hijo de diez años —Comento, riéndome un poco. —Me pareció horrible... Aunque eso de la vida secreta que decíis, ¿no se supone que teneis que estar entregadas y blah blah? —Pregunto alzando las cejas. Al final todo va a ser paripé, ya lo verás.

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