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 El fin de una era. El firme propósito de Brontë.

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Blues
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MensajeTema: Re: El fin de una era. El firme propósito de Brontë.    El fin de una era. El firme propósito de Brontë.  - Página 3 EmptyDom Ago 31, 2014 5:00 pm

El duendecillo se rascó la cabeza, confundido y algo nervioso...- No puedo controlar las dos copias primeras, esas tienen vida propia.- Explicó.- No soy yo, no puedo pararlas.- Explicó, algo más calmado al ver que solamente uno de ellos aceptó el trato al completo.
Al escucharles, habló de nuevo.- Sois unos desconsiderados.- Les respondió enfadado, dando saltitos en el sitio.- ¡Ya veo de qué pie cojean algunos aquí! ¡Traidores!- Dijo apretando con fuerza la mano de Heylel, en acto de amistad.- He aquí un hombre de buena fe.- Les regañó, señalándoles a todos a cada uno con una mano individual que le salían todas del mismo brazo.

Ante las peticiones de los chrysos, habló de nuevo.- ¡Sois unos pesados! ¡Yo no sé nada!-  Se enfadó, adquiriendo su cabeza un tono rojizo e hinchándose hasta que explotó como una manzana pisada por un caballo. Pronto brotó de nuevo su cabeza de su ropa. Su ceño estaba fruncido, pero en el fondo tenía verdadero miedo a no poder irse. Los duendes no podían irse de una habitación si al menos la mitad de los que la habitaban no se lo permitían y aquello era el origen de proponer sus tratos al final de cada combate junto con jugosas recompensas para que la posibilidad de que se le negase la libertad fuese ínfima.
Escuchó a Alehyss.- ¡Eso es, Prosper ajujubúm! - Dijo lanzando al techo un montón de confeti salido de ninguna parte.
No dijo nada más.
Calló, pues... ¿si uno no sabe lo que se pregunta no es acaso mejor no decir nada en vez de una mentira?

Se dirigió a Elektra.- ¡No soy tan poderoso!- Le recriminó.- Igual vosotros sois demasiado debilulululuchos!- Dijo echándole la lengua, que siseó como la de una serpiente enfadada.

Observó a Errald y este se acercó al libro.- ¿Veis? ¡Otro alma caritativa!- Les dijo con recochineo.

Sin embargo poco tiempo tuvo para reaccionar, pues Errald soltó una fuerte patada al libro, haciendo que el viejo, confundido, comenzase a chillar y a patalear. Sin embargo Errald tuvo la habilidad suficiente como para arrancarle la cabeza de Conejo de su túnica y atraparle por esta con fuerza. Juntó su nariz con la del duende, más larga y aguileña, y roncó para ambos, para luego hablarle con fuerza, de espaldas al resto del grupo. - Vendrás con nosotros si quieres recuperar a tu amigo Conejo.- Le  comentó, guiñándole un ojo de modo que el resto del grupo no pudo advertir aquel gesto.

-¡Oh, pequeño traidor! ¡Te salvo de la muerte y tú me condenas!- Vociferó, llevándose una mano a la frente con desesperación, aunque había captado el mensaje del parvus.
Errald le sujetó con más firmeza con una mano mientras en la otra agarraba la cabeza de Conejo lo más posible y lejos de él. -Sigamos. No podrá irse si simplemente no le dejamos.- Explicó con indiferencia.

El plan de huída del duendecillo había fracasado debido a la traición del trato por parte de los guerreros así que Errald simplemente podía mantenerlo con vida. Al menos temporalmente y llevárselo consigo.

-¡Os acordaréis de esto!- Dijo llorando tan solemnte y tristemente que sus lágrimas eran tan grandes como su cabeza.- Badúm Badúm Badúm... - gimoteó, sorbiendo triste por la nariz.

Errald era consciente de que debía mantener con vida al duende o su muerte implicaría que sus heridas regresasen. - Lo tomaremos como rehén por el momento. Al menos yo lo haré.- Les gruñó al resto, avanzando a la siguiente sala, seguido por los demás. - ¡Oh, señor de las plumas! ¡Sólo puedo confiar en usted!- pataleó el duendecillo entre las garras de Errald mientras el parvus lo llevaba arrastrando por los pies.



[...]



Caminaron durante un buen trecho. El calor era tan sofocante que podía verse cómo en el aire bailaban las ondas del calor que salían de la última de las puertas que tenían al fondo.- ¡Prosper! ¡Prosper! ¡Prosper!- Chillaba el duendecillo que, ya resignado a que iba a acompañarles por el momento, se había convertido en un enorme sombrero con ojos y temblaba, posado en la cocorota de Heylel. Parecía que no iba a irse sin Conejo, cabeza fuertemente sujetada por Errald, por lo que se había resignado y ahora formaba parte del grupo. No se separaba de Heylel ni un instante, pues el resto le daba miedo. -¡No me obliguéis a entrar ahí!- gimoteó, con gran resignación.- ¡Quiero irme a mi cajita!- chilló, colmando la paciencia de todos los presentes.



Abrieron la puerta. Otra estancia vacía excepto por una figura al fondo. Parecía una especie de maniquí, pues su cabeza estaba algo caída hacia un lado. Sus brazos estaban cosidos y sus mejillas cosidas también. Tenía un ojo de cada color y una pierna algo más larga que la otra. En una mano cuatro puñales, uno en cada espacio entre los dedos y en la otra una espada. Sin duda sus rasgos eran prácticamente los de Prosper, pero no había nada de su esencia en la habitación.

No hubo reacción por su parte.

Los chicos se adelantaron y, cuando alcanzaron la mitad de la sala, un par de enormes alas negras fueron extendidas de golpe, pues estaban perfectamente recogidas y hasta aquel momento no fueron visibles.

El cuerpo, lleno de costuras, alzó su cuello y les vio en silencio.- Cuanto tiempo...- Habló con la mirada vacía y algo opacada.- Os recuero... no a todos...- Dijo alzando sus manos hacia ellos para luego vérselas. Una era suya y la otra no. En su pecho descubierto tenía aún el agujero de la daga que anteriormente acabó con su vida. Sin embargo, ahora parecía haber revivido de nuevo.


QUIMERA PROSPER.

Fuerza: *
Resistencia: *
Velocidad: * * * * *
Agilidad: * * * *

Magia: * * * * * *
Técnica: *
Puntería: * * * * * *


-Miradme...- dijo con una sonrisa macabra.- Dios me ha devuelto a la vida.- Habló, con una voz estropajosa, más digna de un muerto que de un vivo.- Dios me ha hecho el ser más poderoso de este lugar...- Dejaba caer las palabras con pesar.- ¡Dios me ha dibujado de nuevo!- chilló, creando un círculo de llamas bajas a su alrededor, mientras que sus alas emprendieron el vuelo, alzando a la quimera unos centímetros por el suelo.- Domino dos magias... mi poder es infinito...- Les señaló con la espada.- Fuego y Viento unidos en uno... mi poder roza al divino.- En ese momento su mandíbula cayó unos milímetros, y sus puntos se descosieron un poco.

Rió.- Ahora he de tomar mi venganza...- Comentó agitando las alas con fuerza y haciendo un además con la mano hacia ellos.- Adelante, pobres y mundanas personas sin la luz de Dios...-Les invitó a atacarle.
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Heylel

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MensajeTema: Re: El fin de una era. El firme propósito de Brontë.    El fin de una era. El firme propósito de Brontë.  - Página 3 EmptyDom Ago 31, 2014 5:52 pm

Por suerte, el libro no me hiere cuando culmino el trato con el hombre, pero mis compañeros -como, en aprte, podía esperar- me replican mis acciones. ¿De verdad creen que lo hago por un hechizo? ¿De verdad me están diciendo que he decidido dejarlo ir por un maldito hechizo? Los miro a todos de forma alterna.

Decid lo que os apetezca, no voy a "vender" a nadie por un estúpido hechizo, demonios. Pero Errald estaba MURIENDO y si por vuestra sed de sangre e información cabía la MÍNIMA posibilidad de que este ser lo acabase dejando morir o lo matase por no cumplir sus peticiones, entonces me da igual cualquier queja —Miro a Massen con seriedad —Y si llegamos al fondo de este maldito infierno y el hombre que ha hecho todo esto me pide escapar a cambio de salvar tu vida, por supuesto que le diré que sí. Jamás he creído en que el fin justifica cualquier medio. Pueden no gustaros mis principios, pero no soy ningún materialista —Sus palabras me habían molestado y herido. Era consciente del peligro y la situación, pero no por ello pondría en peligro una vida aliada. Nunca. Jamás.

Miro entonces al duende, que no tarda en quejarse de haber cumplido su parte del trato y no haber recibido a cambio la que los demás le debían. Insistiendo en no saber nada. Yo, personalmente, viendo su forma de actuar no dejo de pensar en que, o dice la verdad y es una mera marioneta, o simplemente su perversión se escapa de mis capacidades.

Ante la pregunta de Alehyss y la respuesta del hombre, se me hiela la sangre. ¿Prosper? ¿Prosper nos espera en la siguiente sala? No puede ser... Él estaba... Auqellos seres oscuros y luego aquella rueda de fuego... No es posible. Siento que se me ablanda el cuerpo por un momento. Luego respiro con fuerza para calmarme.

Errald, que parece aceptar también el pacto tras ser salvado, acaba llendo contra el duende y, aunque me tenso, no puedo evitar pensar que ahora él es el que decide sobre su propia vida y eso sí que no voy a reprocharlo. Si él no teme que el duende pueda revertir su conjuro sanador y hacer que muera, entonces no voy a contradecirlo. Es su propia vida.

Sin embargo, la forma en que "captura" al duende agarrando la máscara y lo trae hacia así sin ningún miedo o pudor me hace pensar en que, de alguna forma, sabe tratarlo mejor que nosotros y, cuando informa que no se irá -despejando mis dudas- no puedo evitar sentirme algo extraño al respecto. Me acerco a él un momento cuando continuamos hacia la otra sala.

Errald... ¿ya has tratado con este tipo de duendes antes? Se te ve muy seguro...—Miro al duende cuando se lo lleva, mientras se queja y gimotea y no puedo evitar sentir cierta lástima por él. Si es verdad lo que dice, sé lo que es estar obligado a hacer cosas desagradables bajo órdenes innegables.

El calor vuelve a hacerse notorio cuando nos vamos acercando y dejo que el duende se mantenga sobre mi cabeza, haciéndome, en parte, cargo de él por haber sido objeto de división en el grupo. Trato, no obstante, de ignorar sus palabras de miedo para no sugestionarme antes de tiempo.

Al llegar, sin embargo, se me hiela la sangre.

Una figura grotesca nos espera, pero el escalofrío y el dolor de estómago que siento no es por el mero hecho de que su aspecto no parezca del todo humano, sino porque, efectivamente, su imagen recuerda a aquel que no pudimos sacar de aquí abajo aquel día. No puedo evitar detenerme a causa de la impresión y trango saliva con dificultad. En mi cabeza solo puedo pensar en Masslow y en aquel círculo de fuego. Para colmo, sus palabras son aún más desgarradoras.

No puedo escucharlo, simplemente deseo taparme los oídos. Esa voz, esa forma antinatural de moverse, esa costuras, esos ojos, esas palabras... Mi mente solo dice "nononononononono" cada vez más alto y claro y llego incluso a llevarme las manos a las orejas, mirándolo con pavor. Dios... ¿Qué dios? ¿Qué vida? ¿Qué es todo esto? El fuego lo rodea y alza el vuelo. Dos razas en una, dos magia juntas dentro de un ser grotesco qué... Me siento bloqueado, helado y estático por un momento. ¿Teneos que atacar? Pero... No puedo moverme.

¿De verdad... eres... Prosper? —Pregunto, con la voz algo temblorosa. Sin damre cuante aprieto las tonfas con fuerza entre las manos, como si suavizar la presión fuera a hacer que me cayese al suelo de forma irremediable. Mi cuerpo está tan tenso que, en el momento en el que se mueva, sé que saltaré para evitarlo, pero sin ese empuje inicial soy incapaz de reaccionar.
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Lloyd

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MensajeTema: Re: El fin de una era. El firme propósito de Brontë.    El fin de una era. El firme propósito de Brontë.  - Página 3 EmptyDom Ago 31, 2014 6:42 pm

El chrysos miró de reojo al aether cuando este habló, pero no respondió a sus palabras: nadie había hablado de dejar morir al parvus, pero si Heylel no quería entenderlo, entonces no era su problema. No iba a generar más discordia en el grupo: ya era suficiente. Tal vez por eso tampoco respondió a la piscis, ni hizo nada más aparte de observar, atento, al mago, manteniéndose en silencio a pesar de que en el fondo sí estaba tenso, y bastante enfadado. Cuando el hombre respondió a la pregunta de la chrysos, Lyam tragó saliva, y de nuevo, negó: Prosper estaba muerto; Prosper no podía estar esperándoles: aquello era imposible. Los muertos no volvían a la vida y Lyam sabía perfectamente cómo, cuándo y por qué había muerto el flamma. Llevaba meses recordándoselo, y no iba a permitir que ahora ese tío le hiciese dudar o pensar en el antiguo guarda. Había tenido suficiente.

—Te recuerdo que no te conviene mentirnos —dijo, serio, mirando al hombre. Apretó la empuñadura del mandoble—. Ni intentar jugar con nosotros.

Lo observó unos segundos más. Luego, cuando el parvus atacó el libro del hombre, haciéndolo caer, parpadeó, confuso. En silencio, sin apartar la mirada de Errald, contempló la escena que se reproducía ante él, sin saber qué hacer. El parvus parecía estar perfectamente, y parecía muy dispuesto a llevarse al hombre y a la otra cosa. Lyam parpadeó. Miró, entonces, a sus compañeras. ¿Qué opinaban ellas al respecto? ¿Y él? ¿Realmente quería llevar a aquel hombre con ellos, a pesar de todo? Observó de nuevo al parvus. Tendrían que vigilar al mago, se dijo. Esperaba que el parvus lo tuviese en cuenta, ya que parecía haberse convertido de pronto en una especie de líder que ignoraba al completo a los demás antes de tomar decisiones.

Mientras avanzaban hacia la siguiente sala, atravesando de nuevo un pasillo extremadamente bochornoso, el chrysos observaba con atención, preparado a atacar si la situación lo terciaba, al mago convertido en sombrero que viajaba sobre la cabeza del aether. Mientras caminaba, siempre atento, Lyam se esforzaba por ignorar las palabras del hombre, que, estaba convencido, no eran más que algún tipo de técnica para desestabilizaros, porque Prosper estaba muerto y él lo sabía.

Los muertos no volvían a la vida.
Aquello era imposible.
El hombre mentía.
Y tal vez por eso, cuando finalmente entró en la sala, el chrysos no pudo evitar aflojar el mandoble y mirar a la figura, solo a la figura, como si de pronto no hubiese nada más que ellos en aquella sala, chispeando, boqueando, notando cómo los labios le temblaban y cómo toda su seguridad se perdía para siempre. Porque aquel monstruo era Prosper.

Lyam negó, y un chispazo recorrió su rostro.

—No.

Miró al mago, y luego a sus compañeros, y luego a la figura, al hueco donde él había clavado su daga.

—No.

Lyam dio un paso al frente, con el mandoble bajo, sin apuntar a nadie y sin llegar a acercarse a la figura, permaneciendo al lado del grupo, todavía negando. ¿Aquello era Prosper? Aquello no podía ser Prosper: Prosper nunca tuvo alas, y nunca tuvo ese aspecto, ni aquella voz, pero.

¿Lo habían devuelto a la vida?
La lógica le decía al chrysos que no, que aquello era imposible, y sin embargo ahí delante estaba el guarda, lo que quedaba de él, volando sobre ellos, buscando venganza. Venganza contra quién, si ahí nadie había hecho nada, si había sido él quien lo había matado solo porque no pudo soportar la presión. Massen se había lanzado al fuego porque quería salvar al guarda, y Fier también, y Rick había intentado llevárselo, y él lo había matado y se había molestado con el flamma porque no podía soportar tener que cargar con su cuerpo.

Bajó la vista al suelo, con los ojos muy abiertos, todavía con los labios temblando.

—Lo siento —dijo, mirando de nuevo al guarda. Tragó saliva—. Lo siento, lo siento. Nunca... Yo. —Negó—. No... No... No quería...

No supo qué decir, ni qué hacer. Si la figura intentaba atacarlos, el chrysos estaba convencido de que intentaría esquivarlo, pero ahora mismo, al verse frente a él, no podía hacer nada. No sabía qué. Aparte de pedir perdón, porque nunca quiso matarlo, ni abandonarlo, y llevaba tanto tiempo culpándose por aquello que no creía que pudiese hacer otra cosa.
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Elektra

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MensajeTema: Re: El fin de una era. El firme propósito de Brontë.    El fin de una era. El firme propósito de Brontë.  - Página 3 EmptyDom Ago 31, 2014 7:27 pm

Heylel intentó justificar sus actos... No sabíamos si el libro sería una trampa o no, ir a tocarlo sería demasiado arriesgado, lo cuál no parecía importarle mucho. Entendía su postura... Pero Errald había elegido su destino cuando se puso delante del tridente de la otra Elektra. Me quiso salvar... ¿la vida? ¿Por qué? Las pocas veces que me habló en la vida fueron para soltar estupideces de hombre malhumorado. Lo vi entonces acercarse al libro, él ni si quiera estaba dentro del trato. Pero no lo tocó, sino que lo golpeó para luego agarrar con la mano a lo que parecía una cabeza de conejo... ¿qué estaba pasando? ¿Por qué queríamos seguir avanzando con el duende a nuestro lado? Si no iba a decir nada, si no sabía nada, lo mejor sería acabar con él en el momento. Es decir... había intentado matarnos, si posteriormente aparecía otro enemigo corríamos la posibilidad de tener que enfrentarnos a los dos. Me dolía la cabeza, no entendía nada... Pero todos parecieron acercarse a la puerta para pasar a la siguiente sala. Todo era muy sospechoso.

Jaogín iba en mi mano derecha, mientras la izquierda no dejaba de tocarse la noca. Era innegable el calor que hacía, pero no podía dejar de pensar en mi pelo... Estaba harta, cansada de la misión. Todos los acontecimientos se habían amontonado uno encima de otro, provocando que mi nudo en la garganta fuese casi constante.

Llegamos a una nueva sala, donde nos esperaba un ser espantoso, nada que no hubiéramos visto ya -la copia que pretendía imitarme a mí sí que era espantosa-. Parecía hecho a trozos... Quise apartar la vista un momento, pero tendría que acostumbrarme a su monstruosidad, porque sus intenciones parecían similares a las del resto de figuras con las que nos habíamos cruzado, pero este se justificaba en "Dios", quería vengarse... Vaya, ¿de qué? ¿De las copias? Por ahora no nos habíamos enfrentado a nada "vivo", no había nada que vengar. O al menos, eso parecía. Preparé a Jaogín, agarrándolo con las dos manos, y en posición de contraataque. Tenía alas... Podía volar y, además, aseguraba dominar dos magias. ¿Qué era eso? ¿Quién podría haber creado una aberración con esas cualidades?

Mis compañeros parecían muy alterados... Habían mencionado antes un nombre, Prosper. ¿Era esa cosa nuestro amigo que nos estaba esperando? Había algo que yo no sabía, y aparentemente era la única -quizás Massen tampoco lo sabía-.

No me gustaba nada aquella cosa, y parecía que tendríamos que colaborar todos si queríamos derrotarla. Sonreí ante sus últimas palabras. No creía en ningún dios en particular,  pero desde luego, si existía, su luz sería toda mía.

Alcé el brazo izquierdo hacia lo que se hacía llamar Prosper, manteniendo la posición que había tomado en un principio.

- Terra Der - conjuré para que una piedra lo pusiese un poco alerta; mi magia no era especialmente poderosa, pero tampoco la necesitaba.

Había sido la primera en atacar, así que era probable que fuera la primera en ser atacada. Estaría lista para saltar, correr o lanzarle el tridente. Lo que fuera necesario.


Última edición por Elektra el Dom Ago 31, 2014 7:50 pm, editado 1 vez
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Alehyss

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MensajeTema: Re: El fin de una era. El firme propósito de Brontë.    El fin de una era. El firme propósito de Brontë.  - Página 3 EmptyDom Ago 31, 2014 7:35 pm

La situación se está volviendo tensa, tanto en sí misma como dentro del grupo, por lo que trato de no fomentar la conversación. Lo mejor que podemos hacer con respecto a las discusiones es dejarlas para luego. Echarse nada en cara unos a otros solo será un inconveniente que minará morales o terminará por hacer que se pierda la concentración y la serenidad.
Extiendo un brazo hacia Massen, muy seria, tocando su antebrazo un momento, con mirada serena.

Cuando el hombrecillo corrobora el nombre que yo misma he pronunciado me tenso ínfimamente, pero no digo nada. Ni siquiera asiento. Solo pienso. Trato de buscarle un sentido que, en apariencia, no tiene.

La actitud de Errald rompe con todo. Lo veo reaccionar, y no tengo muy claro si lo que hace es seguro o si es otra soberana estupidez. Desde el momento que atacó a la barrera sin pensárselo dos veces, o viendo la forma en la que recorre el lugar, saliendo de un lugar, entrando en el siguiente, haciendo como que es el que guía la expedición y toma las decisiones, es algo que me resulta extremadamente molesto.

-Controla tus acciones, Errald -termino por advertir, serena pero inflexible, mientras se hace con el mago sin miedo alguno.

No estoy muy segura con esto. No me siento cómoda al respecto. Espero que sea capaz de hacerse cargo esta vez, sin dejarse morir, prácticamente, como antes. Yo, en lo personal, procuraré tener los ojos bien abiertos.


Poco a poco el calor aumenta, a medida que avanzamos. Resulta de lo más incómodo, y tampoco es algo que me resulte tranquilizador. Tengo la continua sensación de que nos estamos aproximando a algún tipo de bolsa de magma que se romperá y acabará con nosotros sin que podamos hacer nada. Me dedico a evaluar el entorno, buscando brechas humeantes, o cualquier cosa que se le asemeje y justifique o explique el calor.
Parecen tener su origen en el otro lado de la puerta que, finalmente, encontramos. Y las palabras del viejo, como una especie de nueva burla, repiten el nombre de Prosper al hallarse frente a ella.

Eso no hace que no me sorprenda cuando entro y veo la figura que se alza, monstruosa, reconstruida, como una especie de engendro humanoide que, por algún motivo, recuerda tanto al flamma que nos acompañó la primera vez que resulta difícil pensar que no es él. Pero también creer lo contrario es...

Abre unas alas y comienza a hablar. Su voz no suena como la de Prosper, ni su diálogo recuerda al que el flamma usó el poco tiempo que pudimos comunicarnos. Y de todos modos, algunas de las partes de su cuerpo contienen detalles demasiado exactos del hombre que murió aquel día. Incluso la herida en su pecho permanece abierta, como un recuerdo de los sucesos que, por lejanos que parezcan, creo que ninguno de los que estuvimos aquí haya olvidado, ni que vaya a hacerlo.

Venganza. Aprieto mi arma, con gesto sombrío, preparándome para reaccionar a su ataque. Percibo, por el rabillo del ojo, el estado de Lyam, que habla, se disculpa... Heylel tampoco parece excesivamente envalentonado ahora mismo.

-Ese no es Prosper -respondo, de forma que todos los que se encuentran en la sala puedan escucharme. No me tiembla la voz-. Prosper murió. Y eso no se puede deshacer. Eso que tenemos delante no es más que otra burla más a nosotros, y a él mismo.

Comienzo a girar la bola de la kusarigama, observándolo con la guardia alta. Tiene un aspecto tan decrépito que me resulta difícil pensar que solo hay lo que vemos.
Nadie ataca. Yo tendría que acercarme demasiado, y verlo tan armado me hace replantearme mucho las cosas. Debo ser cuidadosa.

-Atacad de lejos los que podáis -pido a mis compañeros, bajando la voz en un siseo.

Enseguida me separo del grupo, dirigiéndome a la derecha. No me voy a acercar, en principio, manteniendo siempre una distancia entre él y yo que considere suficiente como para reaccionar si me ataca. Mi principal idea es esquivar si lo hace mientras veo una buena posición desde la que flanquearlo. Pero no me voy a arriesgar en vano.
Él solo es uno. Espero que me siga con la mirada, aunque sea un momento, y que eso de la oportunidad a Massen, a Elektra y a Errald para proceder por sí mismos, o a Heylel si vuelve en sí.
Está en desventaja numérica. Pero, por algún motivo, ni eso ni su cuerpo deforme que casi parece caerse a trozos, me tranquiliza lo más mínimo. Por lo menos, teniendo más de un objetivo al que atacar será más fácil pillarlo desprevenido. Tendrá el poder de dos razas, o de las siete, pero por el momento parece que no tiene más de un par de ojos.
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Massen Dew
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Massen Dew


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MensajeTema: Re: El fin de una era. El firme propósito de Brontë.    El fin de una era. El firme propósito de Brontë.  - Página 3 EmptyDom Ago 31, 2014 8:03 pm

Solté una carcajada sarcástica, tanto ante las palabras de Errald como ante las de Heylel. Aquello era ridículo. Absolutamente ridículo.

-¿Tengo que recordaros que fue ÉL el que causó esas heridas? ¿Cuál es la deuda? ¿Qué hay que agradecerle? -Estaba francamente decepcionada y furiosa.

Inspiré hondamente cuando Alehyss puso una mano en mi hombro. Llegué a tener el impulso de apartarla, pero me contuve. Ella no tenía la culpa. Cerré un momento los ojos, apretando los labios. En fin. A quién le importaba. Debía calmarme y eso era todo. Miré a Alehyss, buscando alguna otra señal por su parte. Realmente lo necesitaba en aquel momento.

Traté de ignorar lo que el hombre confirmó con respecto a Prosper. Acabábamos de encontrarnos con una copia barata de nosotros mismos. Una copia de Prosper sería una forma lógica por parte del enemigo para minar nuestra moral. No iba a creérmelo sin más. Prosper había muerto, y la muerte no podía revertirse. Eso era todo.

Observé a Errald con cierto escepticismo. ¿Por qué sabía cómo manejarlo? ¿Tan atento había estado mientras agonizaba en el suelo para entender a la primera cómo funcionaba su cerebro? ¿Cómo sabía que él no iba a marcharse sin más?

De nuevo, me limpié la sangre, ya medio seca, de la boca, y fijé los ojos en él.

-¿Qué sabes de él que nosotros no sepamos? -pregunté, directa. Desde luego, si tenía información acerca del enemigo, me parecía esencial que la compartiera.

No podía evitar mirar a Heylel con cierta repugnancia. Podía llegar a entender que dejara escapar al enemigo a cambio de un beneficio, pero no veía qué beneficio nos aportaba que se dedicara a tolerarlo tan fácilmente. Desde luego, estaba francamente decepcionada.

El calor volvía a asediarnos. Lo odiaba. No podía sino pensar en seguir avanzando, hasta el final, solo por librarme de aquello. Para colmo, aquel insufrible y cambiante payaso no se callaba, haciéndome plantearme cada vez con más fuerza el encajarle uno de los dos hechizos que aún conservaba en las manos. Tratando de hacer oídos sordos, apreté el paso, firme.

Cuando entré en la siguiente sala y me encontré con lo que allí nos esperaba, no pude sentir sino un cierto y extraño alivio. Y, al parecer, era la única. Sin embargo, el aspecto de aquel supuesto Prosper, su voz, sus palabras, no hacían sino apoyar lo que había creído desde el principio: que no era el flamma que habíamos conocido, que no era más que otra marioneta como las que habíamos encontrado antes, con nuestro propio aspecto. Tener el aspecto de Prosper no lo convertía en Prosper. Y no tener aspecto totalmente humano me daba la oportunidad de encararlo con más frialdad de lo que habría hecho lo hubiera tenido.

-Por supuesto que no es Prosper -declaré, con voz alta y clara, casi a la par que Alehyss-. No es más que una burla de lo que él fue. Solo intenta hacernos débiles. ¡Y es una burla muy ofensiva!

No necesité las palabras de Alehyss para ponerme en marcha, pues ya estaba en ello antes de que las pronunciara. Sin embargo, fue muy gratificante observar cómo me apoyaba. El resto no parecían del todo dispuestos a avanzar, y no era el momento de detenerse. Teníamos que acabar con aquello. Contar con Alehyss en acción era muy importante para mí en aquel momento. Por otra parte, Elektra parecía haber reaccionado a nuestras palabras, preparándose ella también.

Rauda y veloz, lancé contra la figura ambos aquaerums, uno tras otro, sin dudarlo. No iba a permitir aquella ofensa hacia un compañero caído. Y menos por parte de un enemigo que nos había hecho tanto daño. Si aquella cosa no atacaba, continuaría con mi ofensiva. En caso contrario, trataría de esquivar sus ataques. Si no podía esquivarlos, siempre contaba con la posibilidad de protegerme con un baadha. En cualquiera de los casos, no iba a amilanarme ante él.
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Errald Halvard

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MensajeTema: Re: El fin de una era. El firme propósito de Brontë.    El fin de una era. El firme propósito de Brontë.  - Página 3 EmptyDom Ago 31, 2014 10:26 pm

Obvió a Lester y respondió tanto a Heylel como a Massen. - En un par de ocasiones tuve que acudir con el Ejército de Humus a librar un par de casas de estos indeseables.- Comentó, tranquilo.- En una de las ocasiones tuvimos que matarlo. En la otra, las cosas salieron bien, pero desde luego es la primera vez que uno de ellos se viene con personas. También he de decir que no estaban tan chalados.- Comentó con una risa jocosa.- Generalmente viven en cajitas. Ellos mismos las fabrican. O eso he leído sobre ellos, al menos. - Comentó algo más serio, siguiendo al frente, sujetando la cabeza que le había arrebatado.


Entraron en la siguiente sala y Errald guardó silencio, colocándose cerca de Heylel.- Parece que le caes bien...- Le dijo al aether, moviéndose lentamente y echando una mano a su hacha y la otra a su cuchillo y haciendo referencia a su pintoresco sombrero con ojos que temblaba efusivamente, despeinando al aether, mientras dos manos de tela se agarraban a la frente del mismo.

Observó a las chicas. Parecían las únicas con un plan. Las mujeres siempre pensaban rápido.
Vio a sus compañeros varones y les habló.- No puedo ayudaros de lejos y nunca fui bueno jugando a los dardos.- Les explicó, dando a entender que lanzar sus armas no sería de mucha ayuda. -Creo... que Lyam y yo estamos algo en desventaja frente a este tipo.- Comentó colocándose también cerca del chrysos como gesto de apoyo, pues parecía realmente derrotado.

Por otra parte, Heylel había sido el único que ha recibido las curas de ese libro y parece tener energías renovadas. Sin embargo las chicas y Lyam parecían, como mínimo, algo desgastados. Aquello era serio. Volvió a colocarse cerca de Heylel.- Muchacho, trágate el miedo. Ya va siendo hora de que nos recompenses a todos por habernos manchado las manos por ti antes.- Le comentó con una palmadita en la espalda y dándole la cabeza de Conejo, anteriormente arrebatada al Duende.



No hizo nada más. Observó por el momento. Poco podía hacer. No era tan idiota de lanzarse contra aque
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MensajeTema: Re: El fin de una era. El firme propósito de Brontë.    El fin de una era. El firme propósito de Brontë.  - Página 3 EmptyLun Sep 01, 2014 11:53 am

Los varones decidieron quedarse a un lado por el momento y observar cómo las mujeres del grupo atacaban.

Prosper esperó, paciente. Uno de sus ojos comenzó a moverse individualmente, siguiendo a Alehyss, mientras que el otro no les sacaba el ojo de encima a las chicas.

El Terra Der y los dos Aquaerum volaron prácticamente a la vez.

-Ntendbit.- Conjuró, creando un remolino de viento  que fue lanzado contra los tres hechizos, sin embargo, los Aquaerum de Massen pudieron pasar a través del hechizo de viento para dirigirse al rival. Este pudo esquivar uno de ellos y el otro golpeó con fuerza el antebrazo de la extremidad que sujetaba la espada, haciendola volar hasta el final de la sala, dejando a Prosper sin un arma y sin una mano.
No se inmutó demasiado.
El Terra Der no tuvo ningún efecto, pues fue detenido en seco por el hechizo de viento.

Pese al golpe, el ojo que se había fijado en Alehyss seguía haciéndolo y no se separaba de ella. En cuanto la explosión hubo acabado, Prosper conjuró un Flagrare y lo envió directamente a Alehyss con suma precisión.
-¿Eso es todo?... -Preguntó con los ojos entornados, observando su ahora inexistente mano.- Desde luego no parecía muy preocupado.
Parecía que no era muy propenso a atacar. Parecía debatirse entre sus dos mitades, pues su boca provocaba, pero la mano de los cuchillos, temblaba.





El sombrero dejó de ser sombrero para recuperar su cuerpo de duende pero manteniendo un tamaño de unos diez centímetros, colocándose en el hombro de Heylel con el fin de descolgarse y recuperar a Conejo.- Conejo...- Dijo bajando lentamente por la manga.- Ayayayay aguanta un poquito que yo te salvo.- Hablaba, bajando por la manga con sumo cuidado.

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Massen Dew
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MensajeTema: Re: El fin de una era. El firme propósito de Brontë.    El fin de una era. El firme propósito de Brontë.  - Página 3 EmptyLun Sep 01, 2014 12:29 pm

Detuvo en parte los hechizos, pero conseguí alcanzarlo. Desde luego, estaba claro que no iba a llegar lejos si me mantenía junto a Elektra. Parecía querer vigilarnos a todos, pero éramos más que ojos tenía, así que lo ideal sería separarnos, distrayéndolo unos para atacar otros.

Así pues, me alejé un poco de Elektra, avanzando seria hacia él. Contaba con mi rapidez para moverme por la sala, aunque él, pese a aquel aspecto tan tremendamente demacrado, había demostrado ser también muy rápido. Con lo que no parecía contar, sin embargo, era con la resistencia propia de los flamma.

Volví a atacar cuando me hube separado de Elektra lo que consideré suficiente, adelantándome a todos los demás. Me había convertido en otro punto de atención, diferente a Alehyss, a Elektra y a los hombres. Tres de aquellos cuatro puntos de atención, como mínimo, atacaban; uno de ellos pasaría desapercibido entre los otros dos.

En mitad de mi carrera, y preocupándome por apuntar bien, lancé un nuevo aquaerum, aquella vez hacia el brazo que le quedaba. Tras mi ataque, continué corriendo. Mi objetivo era el brazo que le había arrancado de cuajo, o más bien el arma que sostenía; no parecía tener intención de usarla mucho, pero prefería hacerme con ella, o en su defecto evitar que la recuperase.

Seguía, no obstante, pendiente de su posición y acciones. Si me atacaba, podía aprovechar la propia carrera para esquivarlo o, si no lo conseguía, protegerme con un baadha.
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Lloyd

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MensajeTema: Re: El fin de una era. El firme propósito de Brontë.    El fin de una era. El firme propósito de Brontë.  - Página 3 EmptyLun Sep 01, 2014 3:44 pm

A pesar de las lógicas palabras de sus compañeras, el chrysos era incapaz de centrarse, de pensar con claridad. Veía a la figura a lo lejos, volando, y a pesar de que se esforzaba por pensar que era imposible que fuese el guarda, o que tuviese algún tipo de semejanza con aquel hombre más allá de en algunas partes de su aspecto, una parte de él dudaba, y le decía que tal vez sí hubiese algo de la mente de Prosper en aquella figura. ¿Cómo podían saberlo? ¿Acaso alguien había visto algo semejante a aquello antes? ¿Y cómo podían saber que el auténtico Prosper no buscaría venganza, que no quisiese castigarles por haberle abandonado? Apenas lo conocían cuando murió; todo aquello era posible.

Y pese a todo, aquella parte razonable de él, esa que aún mantenía el control y que no temblaba, le decía que el guarda no se hubiese comportado así, que no buscaría venganza por el mero hecho de que era un guarda y los guardas servían a los demás.

Lyam frunció el ceño, observando el combate, todavía inmóvil. ¿Y qué iba a hacer él? ¿Iba a quedarse al margen? ¿Iba a ignorar las ofensivas de sus compañeras simplemente porque estaba asustado, porque se sentía culpable? Para eso, hubiese sido mejor que se hubiese quedado en Palacio, lejos de aquel lugar. Alzó la vista al cielo, y contempló la figura, en silencio, percatándose de cómo temblaba la mano restante de su adversario, viendo también cómo pese a todo lanzaba un flagare a la chrysos.

Bajó la vista, apenas un segundo. Cuando la alzó, cogió la daga. Aunque quisiese atacar, no podía hacerlo con el mandoble, ni con la magia. Necesitaba lanzar cosas, y la única cosa que en ese momento podía lanzar era la daga, aunque eso pudiese significar perderla de nuevo. Pero no podía quedarse quieto y observar, porque sabía que, si hacía eso, se arrepentiría.

—Tú tenías un cuchillo, ¿no, Errald? —Apretó con fuerza la empuñadura del mandoble, que todavía sujetaba a pesar de que no pudiese, de momento, usarlo. Su voz temblaba—. Si me lo prestas, igual puedo atacarle con él, lanzándolo. Ya pensaba hacerlo con mi propia daga.

Lyam, curvando un poco los labios en un burdo intento de sonrisa, miró al parvus entonces, que se había colocado a su lado. Se fijó en que se había deshecho de la cabeza de Conejo, que ahora estaba con Heylel. Frunció el ceño, y a pesar de que todavía sentía un tembleque en las manos, al ver moverse al mago, ahora convertido en duende, dijo:

—No te muevas. —Su voz sonó más seria y segura que antes, pese a todo. Apuntó de nuevo al hombrecillo con el mandoble, todavía con la daga en la otra mano, dispuesto a, tras dejarle claras las condiciones al hombre, ir a apoyar a sus compañeras—. No intentes hacer nada, ni entorpecernos. Sigues siendo nuestro rehén. —Miró a Errald; su voz se suavizó—. Si no vas a atacar a la quimera, entonces puedes vigilarlo. —Miró a Heylel—. Los dos, ¿no? —Sonrió con torpeza al aether—. Aunque creo que tú serías más útil tú contra la quimera, por todo lo de la magia y tal. Ya sabes.

Ensanchó la sonrisa. Si ambos hombres aceptaban vigilar al mago, entonces él se uniría al grupo de las chicas. Avanzaría, con el cuchillo del parvus o sin él (aquello no dejaba de ser secundario), y buscando un punto ciego, arrojaría la daga al hombre, apuntando a su pecho, tratando de distraerle para que Elektra o Massen pudiesen golpearle por sorpresa. Luego intentaría recuperar el arma utilizando el hechizo de la anterior sala, Sakrom; si lo lograba, volvería a repetir la ofensiva. Sabía que no podía hacer demasiado, así que lo mejor que se le ocurría era tratar de distraer a la figura.
Si Heylel decidía avanzar a ayudar al grupo, entonces él vigilaría, con Errald, al mago, preparado para detenerlo en caso de que intentase huir o entorpecerles. Ahora que lo veía ahí, el chrysos pensaba que haberlo llevado con ellos había sido mala idea, pero no podían dejarlo suelto ahora: si por algún motivo intentaba atacarles, entonces tendrían problemas. Y a pesar de que el parvus parecía manejarse mejor con el mago que el resto, el chrysos no veía bien dejarle solo con él: tal vez necesitase ayuda reteniéndolo, o defendiéndose de él, y si el grupo entero estaba concentrado en atacar a la figura, entonces la ayuda tardaría en llegar. Aquel era un riesgo que el chrysos no estaba dispuesto a asumir.

fdr. sí, por favor LLÉVATE BIEN CON ERRALD *SE PEGA UN TIRO*
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Elektra

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MensajeTema: Re: El fin de una era. El firme propósito de Brontë.    El fin de una era. El firme propósito de Brontë.  - Página 3 EmptyLun Sep 01, 2014 4:13 pm

Nada. No había conseguido nada con mi Terra Der, el cuál pude ver cómo era neutralizado completamente por su ráfaga de viento, que además se dirigía hacia Massen y hacia mí. Por suerte, la piscis era más poderosa que yo en magia y fue capaz de arrancarle una mano. Sonreí, al menos el esperpento no era tan invulnerable como parecía en un principio.

Alehyss había decidido moverse hacia uno de los lados, hacia el cuál Prosper lanzaba un hechizo de fuego. Por otro lado, Massen avanzaba hacia él y buscaba otro punto desde el cuál atacarle. Yo debía esquivar el hechizo aether que se dirigía hacia mí, así que decidí correr hacia el lado opuesto al que estaba Alehyss, así las tres estaríamos en tres puntos distintos y el "ángel" no podría estar pendiente de todas nosotras.

Por lo que a los chicos respetaba, no sabía qué pretendían hacer, pues yo estaba más pendiente de salvarme de la ráfaga de viento y atacar con Jaogín. No podía tardar mucho en lanzarlo, pero tuve que tomarme unos segundos para calcular cómo lanzar el tridente -ya que mi magia no funcionaba contra aquella cosa-. Tres, dos, uno... Jaogín salió volando por los aires, dirigido hacia lo que parecía un aether. En un principio iba a seguirlo, pero entonces volvería a estar junto a Massen, lo cuál facilitaría las cosas para el enemigo. Preferí quedarme esperando a ver qué pasaba con Jaogín.

- Baadha - un poco de protección nunca venía mal. Mis brazos estaba extendidos hacia el frente -hacia Massen-, y una barrera transparente se había formado delante de mí. Sólo por si acaso.
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Alehyss

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MensajeTema: Re: El fin de una era. El firme propósito de Brontë.    El fin de una era. El firme propósito de Brontë.  - Página 3 EmptyMar Sep 02, 2014 2:22 pm

Desde mi posición lateral puedo ver cómo el ataque de Massen arranca un brazo al ser que tenemos ante nosotros. La mano cae al suelo, más adelante, y la espada con ella, haciendo el sonido particular de un golpe metálico. No obstante, me preocupan más sus puñales, que son los que más reacia a acercarme me hacen. Y parece que no es el único proyectil que me va a lanzar.

Cuando veo que me apunta me preparo para la maniobra, y en cuanto pronuncia el hechizo me lanzo cuerpo a tierra, como si fuese a hacer una flexión, pegando el vientre al suelo, ocupando el menor espacio posible para que el hechizo pase por encima. Oculto la cabeza entre los brazos que, todavía tensos, la protegen y, al mismo tiempo se preparan para recuperar la posición erguida. Consiga evitarlo o no, mi intención es levantarme enseguida, impulsándome para dar una voltereta hacia delante por el suelo y aprovechar la inercia del giro para alzarme directamente, ya en movimiento.

Echo una mirada fugaz a los que siguen en la puerta. Evito ningún gesto y apuro el paso, continuando con mi rodeo. Cuando he rebasado su ojo, sin pensarlo demasiado, me lanzo hacia él, cuerpo alerta, girando la cadena con gran velocidad, y la lanzo hacia su brazo restante, el que sujeta los puñales, buscando enredarlo. Si logro atraparlo, retrocederé tirando de él, inmovilizando su brazo. Si no puede moverlo, tampoco podrá lanzar sus armas.
En caso de que falle el agarre, sin embargo, retrocederé de inmediato, poniéndome de nuevo en guardia, buscando un nuevo huevo por el que atacar. Al fin y al cabo, la idea principal de todo esto es trabajar juntos para acabar con él, y no me pondré en peligro más de lo necesario si otros pueden atacar desde la distancia.

Quiero acabar con esto de una vez. Me siento algo fatigada, cada momento que pasamos aquí aumenta nuestro peligro y no estoy segura de cuántos enemigos más podremos aguantar a este ritmo. Ya casi muere uno de nosotros.
¿De verdad los líderes todavía no han terminado? Maldita sea...
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Heylel

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MensajeTema: Re: El fin de una era. El firme propósito de Brontë.    El fin de una era. El firme propósito de Brontë.  - Página 3 EmptyMar Sep 02, 2014 9:49 pm

Las palabras de Alehyss y Massen tiene completo sentido en mi cabeza, por supuesto. Un muerto no puede volver a la vida, pero sigue siendo el cuerpo del hombre que nos acompañó; el cuerpo que no pudimos llevar a su familia, que no pudo tener un entierro o ceremonia de despedida digna. Un cuerpo que ha sido violado para dar lugar a un engendro como ese que ahora se mueve delante de nosotros. Por otra parte, ¿y si nos recuerda realmente? ¿Y si queda algo de él ahí dentro? ¿Es todo una treta? ¿Y si es así, por qué tiene todo tanto sentido?

Sin embargo, como sentía por mis nervios a flor de piel, un gesto suyo -en este caso, el conjuro que lanza contra las chicas- me hace despertar y dar una paso atrás, cubriéndome por inercia, tanto con mi brazo como con una de mis alas. Esto ya ha empezado. Noto la mano de Errald en mi espalda y doy un respingo. Frunzo el ceño ante sus palabras.

Jamás pediría a nadie que matases a una persona en mi nombre —Me sale responderle. Al mirarle a los ojos me viene a la mente su frialdad degollando a aquel hombre. Miro la cabeza que me da y la cambio de mano cuando el duende empieza a descender por ella para cogerla. Lyam dice entonces si pensamos hacer algo. No parece tan seguro como en las anteriores salas.

Si alguno se hace cargo de esto, me pondré en marcha. Soy el único que puede hacer algo en el aire... —Comento a mis compañeros. No es que tengamos demasiado tiempo. Si ninguno se hace cargo de la cabeza, tendré que llevármela junto con el duende y apañarme.

Echo a volar mirando fijamente a lo que sea que tenemos frente a nosotros, intentando bloquear en mi mente que tiene algo de relación con el que otrora fue Prosper. Me alzo algo más de su altura, a la misma distancia de él que en el suelo y observo a mis compañeras. Intentaré hacerlo descender o moverse cerca de ellas para que puedan atacarle juntas. Por como se ha desmembrado, no parece difícil reducirlo si conseguimos darle.

Massen vuelve a atacarle, al igual que Elecktra, que lanza su arma contra él. Invoco un par de Ntendbit y se los lanzo desde mi posición superior para evitar que escape de los ataques de ellas, elevándose más. Si consigo herirle de paso, mejor.
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MensajeTema: Re: El fin de una era. El firme propósito de Brontë.    El fin de una era. El firme propósito de Brontë.  - Página 3 EmptyMiér Sep 03, 2014 3:50 pm

Parecía que Heylel no tenía intención de cargar con Conejo. Sin embargo, ni Errald ni Lyam parecían dispuestos a cargar con ella, por lo que no tuvo más remedio que cargar con todo. Parecía obviar las necesidades del duende queriendo hacerse con Conejo. Sin embargo en cuanto Heylel alzó el vuelo, el pequeño se tuvo que agarrar con fuerza a su ropa para no caerse.- ¡Eeeeh! ¡Si vas a volar avisa!.- Le recriminó. Saltó entonces de su brazo para chasquear los dedos en el aire y aparecer pedaleando en una especie de mecanismo que se mantenía en el aire mediante el pedaleo constante del duende, lo que hacía girar unas aspas horizontales por encima de la cabeza del mismo. - Ahora está mejor.- Dijo cruzándose de brazos y asientiendo, quedándose a parte en aquella batalla. Así no estorbaría a Heylel.- Si quieres... puedo sujetarte yo a Conejo...- Le invitó zalameramente, pestañeando con unas enormes pestañas que habían surgido de la nada para luego colocarse en la retaguardia.


FDR: e.e una especie de helicóptero a pedales y con sillín.


Uno de los hechizos de Heylel fue simplemente esquivado, mientras que para protegerse del otro, Prosper conjuró un hechizo protector de alto nivel. Sin embargo, al estar en el aire, sufrió un retroceso inevitable hacia abajo, haciendo que la quimera tuviese que apoyarse en el suelo.



-Esto ya es molesto...- Susurró un Batzall con una voz algo diferente y alzó su derecha cargada de puñales lanzándole uno a Heylel, que aún flotaba por encima del grupo, atravesando la tonfa con la cual se protegía y clavándosele en el antebrazo.

Otro a Massen, el cuchillo se cruzó en el aire con el Aquaerum que le venía de frente (el cual le golpeó en el pecho con bastante fuerza, dejando un agujero en el mismo como si un proyectil de gran calibre le hubiese atravesado). El incandescente cuchillo voló con real precisión hacia Massen y acabó por clavarse en el baadha de la chica, quedando a pocos milímetros de su frente.

Rápidamente lanzó otro cuchillo rotando sobre sí mismo hacia Alehyss, después de tirarse al suelo evitando el hechizo satisfactoriamente. La chrysos estaba algo más cerca que la piscis y en esta ocasión la quimera no erró y uno de los puñales se clavó en el muslo de la joven, lo cual haría que sin duda, su avance se volviese más lento y que por el momento no pudiese luchar más, aunque sin quedar fuera de combate. Por suerte, el calor del puñal hizo que la herida no sangrase en exceso, facilitando su cauterización y envitando un desangramiento o infección. Eso sí: quemaba en exceso.

El último de los puñales fue lanzado a Elektra, sin embargo este pasó de largo (pues no era ella su objetivo). Justo entonces, Jaogin se clavó a la altura de las clavículas de la quimera, haciendo que esta retrocediese varios pasos. - Gra... cias.- habló, retrocediendo con una sonrisa de felicidad plena justo antes de que el hacha de Errald volase horizontalmente (utilizando una técnica bastante habitual para él) hacia el cuello de la quimera, poniendo fin a su vida de una vez por todas.

Aquella voz sí que les resultó familiar a algunos de los presentes.


-¡CHICOS!- Bramó Errald, acercándose al Lyam que hacía en el suelo inconsciente con el cuchillo de Prosper clavado en el abdomen. Se colocó de rodillas y le palmeó suavemente la cara, intentando hacer que este reaccionase, aunque era bastante improbable pues el propio parvus había golpeado con fuerza su nuca mientras todo el grupo luchaba contra su rival y Prosper, observando aquello, no dudó en lanzar uno de sus cuchillos hacia aquel que en aquellos momentos estaba siendo golpeado por la espalda. - Una roca... se desprendió. - Explicó, mientras señalaba una roca a pocos centímetros.



Errald provechó que todos estaban concentrados en la pelea para golpear con fuerza a Lyam por la espalda antes de que comenzase su ataque con el fin de deshacerse de uno de los guerreros al menos. Eran demasiados rivales incluso para 43 y no sabía si su mensaje había llegado a tiempo. Quizá no serviría de mucho, pero al menos sería un guerrero menos. Sin embargo no quiso matarle tampoco...


Al cabo de unos cuantos minutos, Lyam se despertó, pero estaba muy mareado y no recordaba con exactitud lo que había ocurrido, por lo que no pudo dar más datos de los que Errald aportó. Sin duda no podría volver a luchar por ahora.

-Uyuyuyuy qué mal aspecto...- comentó el duende examinando el cuchillo de su abdomen. Chasqueó los dedos y el cuchillo se convirtió en un pastel de crema y su herida se cerró al instante.- ¡Ahora dadme a Conejo! - chilló furioso, con los brazos cruzados y golpeando con fuerza el suelo con el pie mientras la tarta comenzó a flotar hacia su boca para comérsela de un bocado.

Alehyss también estaba algo contusionada.


Errald y Heylel ayudaron a Lyam a reincorporarse y todos comenzaron a caminar hacia la última puerta.
Todos ellos sudaban muchísimo, todo su pelo estaba empapado y los síntomas de cansancio eran tan evidentes que tardaron incluso en llegar a la última puerta.

La abrieron con cuidado y se encontraron con una indeseable sorpresa: era un despacho. Un despacho bastante amplio y... vacío. Sin nadie. Con claros síntomas de revuelo y desorden de última hora.

El suelo estaba adornado por una enorme alfombra roja. El gran escritorio tenía un par de plumas tiradas y el tintero estaba algo vertido. La silla en el suelo y los cajones de la estantería del fondo completamente vaciados, como si hubiesen cogido la mayor cantidad de cosas posibles y se las hubiesen llevado a todo correr.

Sin embargo, nada de eso llamó más su atención que el cadáver del parvus que con anterioridad Errald dejó huir. Yacía muerto en un charco de sangre y en la pared estaba pintado con letras de sangre (con muy mala letra y aroma a caramelo):



GRACIAS POR EL SOPLO, ENANO.


Errald abrió mucho los ojos. El traidor traicionado. Aquello no estaba en los planes.
Apretó su arma con gran fuerza y retrocedió un par de pasos.- Mierda... maldito Flastio... lo ha echado todo a perder con sus tonterías...-

Se dio la vuelta para echar a correr en dirección contraria pero se golpeó de bruces con Aren Darvenwish, que cargaba en brazos a un niño ensangrentado y prácticamente muerto que se abrazaba a él con una fuerza tan tenue y fina como sus brazos, mientras sollozaba.
Una niña cargaba Blues, en las mismas condiciones que el muchachito. Ambos muy mal heridos.

-¡La materia prima! - Chilló el duende en los hombros de Heylel, para luego convertirse en un montón de manos flotantes que rodearon a ambos líderes (también bastante demacrados) y comenzaron a aplaudirles con efusividad.- ¿Qué os ha parecido mi habilidad para crear copias? - Dijo una voz invisible.


Errald estaba sin duda en un grave problema.
Este colocó su cuchillo a la altura de su cuello e hizo fuerza. Si intentaban si quiera tocarle, se suicidaría con todos sus secretos dentro. Entornó los ojos en silencio.




Ahora debían investigar el lugar completamente revuelto y apresar al traidor. Si es que podían.


-¡Mi cajita! ¡¿Dónde está mi cajita?!

FDR: Si Elektra no puede postear porque está en Santiago, que me avise y Narrador hará sus acciones.
FDR2: los líderes deben postear.
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Aren Darvenwish
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MensajeTema: Re: El fin de una era. El firme propósito de Brontë.    El fin de una era. El firme propósito de Brontë.  - Página 3 EmptyMiér Sep 03, 2014 5:07 pm

La pelea se había alargado más de lo necesario en opinión del líder y al ver de qué se trataban sus adversarios, tuvo que reconocer que la magia o alquimia con la que harían logrado imitarles resultaba encomiable.

En cuanto el enfrentamiento llegó a su fin, no dudó en adecentar sus ropas y apariencia antes de darse un respiro. Antes de nada estaba su imagen. Con una sonrisa satisfecha, se agenció la boa de su copia y se la colocó al cuello, modificando su color para que se ajustase a su conjunto.

Tras recoger a los muchachos, se desplazaron rápidamente entre las salas para observar qué había deparado a los guerreros en cada una de ellas, apareciendo y desapareciendo para evitar más retrasos. Finalmente, llegaron al despacho donde esperaban los guerreros. La visión de las salas anteriores lee daba una idea de lo sucedido. Nada más llegar, Errald se topó con la figura del líder caeruleus que, tras un vistazo a la pizarra, al parvus muerto y a la cara del guerrero, no dudó en paralizarlo de manos y piernas abiertas, apenas a unos centímetros del aire. El conjuro hacía presión sobre su cuello y quijada, como si se tratase de una manos agarrándolo con fuerza.

Observó a los muchachos ahora con más calma y pensó que, al menos, habían conseguido seguir con vida. Todavía sosteniendo al pequeño y desnutrido parvus en su brazo izquierdo, tomó aire con calma.

Visto el panorama sería gracioso que hubiesen sobrevivido las copias —Bromeó, relajado, sonriendo ligeramente con ironía y la boa acomodada a su cuello.

Parece que el topo de Brontë era más literal de lo esperado. Descansad y recuperaos. Aquí ya no queda nadie. Han sido bastante espabilados. Tendremos tiempo de repasar este sitio con calma, pero absteneos de tocar nada si sois manazas —Su tono era tranquilo, entretenido, casi podría considerarse amable. Sin duda aquel combate -o quizá el hecho de desmantelar el lugar- lo había relajado enormemente.

Observó al duende durante parte de su discurso, siguiéndolo con la mirada. Luego miró alrededor buscando la caja de la que hablaba y asumió que estaría guardada en alguna parte del lugar.

No hagáis enfadar a un insecto como ese. Podéis despertar con el colchón lleno de chinches —Aclaró, abriéndose paso hacia el centro de la sala y dejando al niño sentado en una butaca para que no se moviese. Se dispuso entonces a comenzar a rebuscar por el escritorio del supuesto cabecilla del lugar.
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Blues
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MensajeTema: Re: El fin de una era. El firme propósito de Brontë.    El fin de una era. El firme propósito de Brontë.  - Página 3 EmptyMiér Sep 03, 2014 5:18 pm

Nos reencontramos con los guerreros más tarde de lo esperado. Tras un duro pero estimulante combate contra nuestras replicas, el líder Darvenwish y yo nos dispusimos, cargando con los críos, a seguir el rastro de los muchachos, apareciéndonos en las diferentes salas, deteniéndonos apenas un instante para inspeccionar los lugares. Parecía que habían luchado mucho; esperaba que no hubiese habido ninguna perdida.

Por suerte, cuando llegamos a la última de las salas nos encontramos con que todos estaban ahí, algunos mejor que otros. Mientras mi compañero inmovilizaba al traidor, soplón, topo enano, yo observaba a los guerreros uno por uno, contemplando su aspecto. Tras un breve asentimiento, sintiéndome bastantes satisfecha con su labor, observé el lugar, frunciendo el ceño. Al final no habíamos logrado encontrar a nadie, y eso resultaba frustrante. No obstante, esperaba que pudiésemos hallar alguna pista, algo por lo que aquel viaje hubiese merecido la pena: acabar con las galerías estaba bien, pero atrapar a los líderes de aquel lugar hubiese estado mejor. Mucho mejor. Ansiaba encontrarme con ellos.

—Quién nos dice que no es usted una copia, señor Darvenwish —bromeé, mirando de reojo a mi compañero, curvando un poco los labios. Luego, más seria, me dirigí a los guerreros—: Buen trabajo.

Sin decir mucho más, y tras dejar a la cría al lado del crío de Darvenwish, comencé a inspeccionar el lugar. De vez en cuando le dirigía alguna mirada al duende, pero no le prestaba demasiada atención. No sabía qué tenía pensado hacer mi compañero, pero por mi parte, no habría cajita para aquel insecto.
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Heylel

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MensajeTema: Re: El fin de una era. El firme propósito de Brontë.    El fin de una era. El firme propósito de Brontë.  - Página 3 EmptyVie Sep 05, 2014 1:08 am

Siento el dolor en el brazo cuando el cuchillo me atraviesa y desciendo un poco en el aire debido al momento de debilidad. Por suerte, parece que uno de los conjuros hace efecto y el ataque conjunto da sus frutos. Un hacha -cuyo dueño imagino- vuela hacia la quimera que parece perder fuerzas esta vez. Sus palabras me hacen sentir una enorme pena, pero también descanso.

Desciendo suavemente para poder tratarme la herida. Sentir el cuchillo atravesando madera y carne me da algo de grima. Lo agarro y aprieto los ojos. Tengo que arrancarlo... Pero me acerco primero a Massen para que pueda cerrarme la herida al menos, en vez de dejarla sangrar. Con un par de tirones indecisos y un pequeño grito de dolor, me lo arranco al fin y dejo que Massen me ayude.

Busco al duende por mi ropa para dirigirme a él.

No puedo darte a conejo, lo siento. Aunque, eso que dices de tu cajita... ¿Qué pasa si la encuentras? —Le pregunto, dudando un momento. Si simplemente se va a dormir, no creo que sea un problema devolverle su extraña cabeza.

Me acerco a Lyam, que parece seguir convaleciente, y le echo una mano bajo la cintura, colocando su brazo sobre mis hombros. Pese a su aversión hacia a mí o nuestras diferencias, no voy a dejarlo en este estado sin ayudarlo. Espero que no se pnga gallito y trate de apartarme.

Te ayudo... —Le informo cuando ya lo empiezo a cargar. Aviso a Massen para que haga algo por él también, aunque no sé si podrá ahcer demasiado.

Llegamos por fin a lo que parece la última aprte del recorrido y es un amplio despacho. Siento bastante intranquilidad por lo que nos pueda deparar ahora el destino, porque no estamos nada bien...

Nada más entrar, lo que destaca es unas enormes letras rojas y un hombre muerto. Se me aprieta el estómago. ¿Gracias? ¿Cómo que gracias? ¿Qué...? Miro a Errald cuando echa a correr hacia la puerta. ¿Qué? ¿Qué pasa? Creo que no he asimilado todo lo que está sucediento. ¿Por qué...? ¿Qué?

Los líderes aparecen -dándome un susto a tener en cuenta- yme alivia ver que se trata de ellos. Al momento detienen a Errald. Entonces... ¿Es uno de ellos? ¿Cómo va a ser uno de ellos? ¿Pero, por qué los ayudaría? ¿Qué pasa? No...

Miro a los líderes de nuevo, casi suplicante. Parecen enormemente tranquilos y complacidos. Sus comentarios en un momento de confusión como este no mejoran la situación. ¿Las copias? ¿Podían haber ganado? Lo cierto es que tanta tranquilidad y sonrisas por su parte son bastante intranquilizadoras... Creo que voy a perder la cabeza en algún mometo. Me siento confuso y mareado.

En cuanto nos dan permiso para descsar y relajarnos, me acerco con Lyam a una silla tirada en el suelo y la coloco bien para sentarlo en ella. Acto seguido me siento yo en el suelo, bastante mareado. Necesito un minuto antes de empezar a indagar en el lugar.
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Alehyss

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MensajeTema: Re: El fin de una era. El firme propósito de Brontë.    El fin de una era. El firme propósito de Brontë.  - Página 3 EmptyVie Sep 05, 2014 1:17 am

El hechizo no me golpea, aunque siento cómo el aire aumenta de temperatura a su paso. No quiero imaginar cómo hubiese sido sentirlo directamente contra la piel. Y, sin embargo, ni tengo tiempo a darle más vueltas al pensamientos, pues enseguida, inmediatamente después del primer ataque, va un segundo, y tan veloz y preciso que no tengo ocasión de intentar rodar a un lado. Los ojos se me abren un instante, y una bocanada de aire con un rastro de voz al final es la primera reacción. Al llevar la vista a la zona, veo el puñal clavado limpiamente en la pierna, y, por si fuera poco, abrasa.
Dedico una mirada al enemigo, acuclillándome con la pierna herida arrodillada. No me puedo descuidar por esto. De todos modos, sostengo al mismo tiempo, sin mirar, el mango del puñal con la izquierda, y doy un tirón seguro, arrancándolo, conteniendo un gruñido de dolor, apretando los dientes. De dejarlo ahí, podría haber acabado consumiendo la carne debido al calor.
Otra vez la misma. Parece que el mundo está emperrado en que deje de caminar.

Por suerte, parece que no tengo que intervenir más. Los ataques de mis compañeros han surtido efecto. Alzo la vista a tiempo, y veo cómo el hacha de Errald arranca la cabeza de nuestro enemigo. Jadeante, me mantengo inmóvil unos segundos, como esperando a que suceda algo más, pero no es así. Nada que tenga que ver con Prosper, al menos. Me quedaré el puñal de todos modos, para tener algo que arrojar si en la próxima sala nos topamos de nuevo con enemigos; me será más difícil moverme ahora.
Con una voz, Errald llama nuestra atención. Vuelvo el rostro hacia él: Lyam está en el suelo. Me alzo como puedo, y ,me acerco cojeando. Cada paso resulta doloroso, pero eso es secundario.

-¿Una roca? -inquiero, con cierta extrañeza, algo escéptica, mirando primero al parvus y luego la piedra que hay en el suelo, mientras tomo el pulso a Lyam y compruebo su respiración, poniendo la mano bajo su nariz.

Tensa, busco el lugar de dónde ha caído. Sin embargo, no sangra. Palpo su cráneo un momento, en busca de algo que determine dónde ha sufrido el golpe. Lo importante, sin embargo, es el puñal de su vientre, ahora mismo.
Busco a Massen con la mirada. Supongo que la respuesta será la misma que la última vez: su hechizo no puede hacer nada. Y, en esta situación...
Busco al mago, luego, apretando la mandíbula. No me haría gracia recurrir a él, pero lo cierto es que si llega a ser tan grave como para no poder sacarlo de aquí quizás sea la mejor opción. Y eso es algo que no me hace ninguna gracia.

-Cúralo -termino diciendo, amenazante, cuando Lyam empieza a despertar, y lo miro fijamente a él entonces, mientras recupera la consciencia, entre quejidos algo incomprensibles-. ¿Cómo estás? -. Eso va primero. Y luego-. No te muevas -. Y no es preocupación, sino una advertencia, una orden.

Soy la primera que no se fía del extraño anciano, pero si hace con él lo mismo que por Errald no tendremos que lamentar la muerte de nadie, por lo menos. Aprovecho que el hombrecillo procede para mirar fijamente al chrysos.

-¿Recuerdas algo? ¿Errald dice que una piedra te golpeó? -, "pero no tienes ninguna herida sangrante en la cabeza". Así terminaría mi frase. Alzo tres dedos ante su cara-. ¿Cuántos ves? Intenta hablar.

No obstante, no parece especialmente mal. Termino por levantarme, no sin esfuerzo, pidiendo ayuda a Massen con una mirada. Recorro al grupo con la vista.

-¿Estás todos bien? -. Termino en ella de nuevo. Acaricio su cara, justo junto a la herida, que tiene un aspecto espantoso, permitiéndome el revelar algo de preocupación en el tono y el gesto-. Cúrate esto, si es posible -pido, sin apartar los ojos de ella hasta que he terminado de hablar.

Parece que Lyam está mejor, y que Heylel se ocupa e él, por lo que tenemos pocas opciones. La última sala es la que sigue, por lo que puedo comprobar más adelante. Cuando nos hallamos un poco más recompuestos, pasamos a ella. Me espero cualquier cosa, y aferro mi arma y el puñal, inconscientemente, preparada mentalmente para luchar, aunque físicamente ya no lo esté tanto.
Es un despacho. Y parece que el que estaba en él sabía que veníamos. No hubiese sido difícil averiguarlo solo por el revuelo, pero viendo el cadáver que hay ante nosotros, no es difícil ver que hubo más de un incentivo. Y las letras ensangrentadas de la pared también dicen bastante.

Antes de que pueda añadir nada más, Errald reacciona, nervioso. Su huida se ve rápidamente interceptada por el líder caeruleus, lo cual no es de sorprender. Por un momento me he tensado, pero al ver que no hay peligro de que escape, inmovilizado por alguna clase de hechizo, me apoyo mínimamente en el hombro de Massen y los miro, muy seria. Ellos, sin embargo, se muestran jocosos, divertidos. Me alegro de que alguien pueda disfrutar de esto, porque yo estoy harta ya.
Por los comentarios del anciano puedo suponer que los niños eran las copias que encontramos en aquella sala.

Una roca, eh. Por supuesto. El sacrificio por Elektra también le quedó muy convincente. Todo un héroe, desde luego.
Lleva todo el tiempo comportándose de una forma extraña. No diría que la sorpresa haya sido enorme, aunque esta clase de cosas terminan haciendo que una se sienta extraña con todo el mundo. Terminaré por volver a no fiarme de nadie. Y yo no soy la más indicada para hablar.

Dudo que aquí podamos hacer más que estorbar, por lo que me tomo un momento para, apoyando mi peso un poco más en Massen, dejar descansar la pierna. El muslo duele un poco por cargar mi cuerpo, pero no es tan horrible como fue el gemelo en su... cuando sufrí aquella herida.
Contemplo el rostro de Massen. No hago ningún gesto revelador, pero es evidente que le será difícil librarse de una marca como esa... Yo creo que no sería capaz de asimilarlo con facilidad. No sé ella como se lo tomará cuando descubra el alcance de la herida, pero dudo que sea grato.
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Massen Dew
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Massen Dew


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MensajeTema: Re: El fin de una era. El firme propósito de Brontë.    El fin de una era. El firme propósito de Brontë.  - Página 3 EmptyVie Sep 05, 2014 1:40 pm

No me podía creer que, después del agujero que le había dejado en el pecho, aquel monstruo siguiera en pie. Sin embargo, tenía otros asuntos de los que ocuparme, que demostraban que no debía distraerme si quería continuar con vida. Sentí un subidón de adrenalina cuando vi el cuchillo acercarse, y esta sensación se mantuvo incluso cuando quedó clavado en el baadha, a escasa distancia de mi cara. Por poco.

Deshice el hechizo y tomé el cuchillo, quedándome con él. Mejor evitar que lo recuperara. Siguiendo con mi objetivo, me acerqué a por la espada, aún pendiente de seguir atacando al enemigo. No hizo falta; quizá mi aquaerum solo no hubiera sido suficiente (o quizás sí y solo necesitaba un momento más para hacerlo caer), pero el caso fue que los ataques de mis demás compañeros terminaron el trabajo. Para cuando eso sucedió, yo ya tenía puñal y espada conmigo y volví junto al grupo, dispuesta a tratar heridas, dentro de mis posibilidades.

La primera a la que busqué fue a Alehyss, y me dirigí corriendo hacia ella cuando vi que, efectivamente, había resultado herida. No había mucho que pudiera hacer más que juntar ligeramente ambas caras de la herida. De todas formas, no sangraba debido al calor, con lo que no hacía falta mucho más. El tiempo haría el resto.

Entonces me di cuenta de que no había procedido exactamente en el orden que debería, al oír la voz de Errald y localizar a Lyam en el suelo. Me quedé pálida y solté las armas, acercándome rápidamente a él, aunque sabía que no había gran cosa que pudiera hacer. Por suerte para mí, y pese a que no me inspiraba la menor confianza, el duende se encargó del asunto, y Lyam pareció quedar estable. Me volví, pues, a mis otros compañeros, dispuesta a colaborar en mejorar la condición de todos ellos, aunque no pudiera curar del todo sus heridas.

Tras comprobar que todo estaba en orden (o tan en orden como era posible), recogí las nuevas armas, que pensaba conservar en la medida de lo posible, y volví junto a Alehyss para ayudarla a avanzar. Di un pequeño respingo cuando me tocó la cara, volviendo mi atención al dolor de la herida de pronto. Lo había olvidado, y su insistencia en que la tratase me dejaba un sabor de boca un tanto desagradable. No rechisté, ni mucho menos. Tenía que haberla tratando antes. Bajando la vista, me apliqué yo misma el hechizo, cerrando la marca. Seguía doliendo por el golpe y aún notaba la sangre seca en la cara, pero al menos quedaba curada.

Una vez todos estuvimos listos y nos hubimos recuperado un poco del combate, procedimos a seguir adelante. Yo, antes de hacerlo, me até al cinturón la espada y el puñal, con el fin de tener las manos libres tanto para ayudar a Alehyss como para invocar conjuros si era necesario. Sin embargo, al llegar a la otra sala vi que no había nadie a quien enfrentarse. Quien quisiera que utilizara aquel lugar habitualmente, se había marchado sin perder tiempo. O tal vez sí había alguien a quien enfrentarse, entendí al cabo de un momento, invocando un aquaerum en mi mano y fijando la mirada en Errald.

No sabía qué me dejaba peor sensación, si el hecho de que hubiera un traidor entre nosotros o el hecho de que no me pareciera del todo descabellado. De hecho, me sorprendió la velocidad con la que acepté la idea. Aquel parvus no me había dado muy buenas sensaciones en ningún momento, pero la sequedad y la antipatía no hacían, en mi opinión, a nadie malvado. Y, sin embargo, el hecho de que nos estuviera engañando hacía que todo encajara tan bien que parecía difícil resistirse a la idea.

No tuve tiempo de lanzar mi hechizo. Antes de que tuviera tiempo de hacerlo, los líderes, recién aparecidos, tomaron cargo de la situación. Sentí cómo parte de mi tensión se disolvía al verlos allí. Desde luego, no podía decir que los hubiera echado en falta, ya que no estaba acostumbrada a su presencia, pero tenerlos al mando era un auténtico alivio. Deshice el aquaerum y permanecí donde estaba, sirviendo de apoyo a Alehyss y dejando que ellos se ocuparan de la situación y de dar las instrucciones.

Dejando que Alehyss tomara apoyo junto a la pared, me acerqué a la gran Splash, dispuesta a preguntarle si, dentro de mis posibilidades, podía ocuparme de los niños. Si me daba el permiso, trataría de hacer lo que pudiera con mi magia para recomponerlos, aunque fuera mínimamente, y daría a cada uno un par de dulces de Roca. No era mucho, pero sería mejor que dejarlos estar en aquel estado tan deplorable.

Después, me dedicaría a examinar la habitación (sin tocar nada, tal y como el líder Darvenwish había indicado). Si la gran Splash no me daba permiso para atender a los niños, me dedicaría a aquello directamente. Estaba tremendamente cansada, pero sabía ser terca y exigente conmigo misma. Y, desde luego, no pensaba dar por finalizada aquella misión hasta que todos hubiéramos salido de allí.
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Elektra

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MensajeTema: Re: El fin de una era. El firme propósito de Brontë.    El fin de una era. El firme propósito de Brontë.  - Página 3 EmptyDom Sep 07, 2014 4:28 pm

Sonreí cuando comprobé que mi tridente atravesaba a lo que se hacía llamar Prosper. Ya no podría quedarle mucho más de vida, si es que "vida" era lo que esa cosa tenía... Parecía algo más molesto, y consiguió lanzar varios ataques hacia todos nosotros. Pude ver a través de mi Baadha como un puñal se dirigía hacia mí, pero no me moví, sino que permanecí en el lugar. A poca distancia de mí, noté una brisa cortante. No era para mí; probablemente al ver mi escudo decidió lanzárselo a quién estuviese detrás de mí, pero no cometería el error de girarme todavía. No hasta que el hacha de Errald consiguió decapitar a Prosper, que por fin dejaría de sufrir esa forma tan horripilante.

Me giré hacia atrás para ver qué había pasado. Lyam estaba herido, el puñal se había clavado en su abdomen. No podía hacer nada por él, no yo. Había otros en el equipo que sí eran capaces de realizar curaciones mágicas -había visto a Massen hacerlo-. Repasé con mi vista el estado de todos los miembros del equipo, todos estaban bien -quitando a Lyam-. Alehyss y Massen estaban heridas, pero sus vidas ni las de los demás estaban en peligro. Me acerqué a Errald, que gritaba señalando una roca, y que al parecer había hecho que Lyam se desmayase. Le sonreí con cierta debilidad.

- Errald... Gracias por lo de antes - no me importaba dar las gracias cuando tenía que darlas, y aunque el parvus no fuese de mi agrado, no podía ignorar el gesto heroico.

Recogí a Jaogín y al ver que todos se ponían en marcha de nuevo no dudé en unirme a ellos. Hacía mucho calor, y mi pelo... Me llevé la mano al pecho un poco jadeante, quería irme. No aguantaría mucho más en aquel sitio sin explotar.

Había un despacho con un cadáver tirado en el suelo y lleno de sangre. Qué asqueroso... . Alcé la vista para comprobar la segunda cosa que más había llamado mi atención nada más entrar, eran unas letras... Mi sonrisa se quebrantó cuando vi como Errald se giraba hacia atrás, aunque no con mucho éxito: Aren Darvenwish y Blues Splash había vuelto. Mi sonrisa se reconstruyó. Tenía lo que se merecía. Le había dado las gracias a un traidor; nunca me había caído muy bien y me sentí obligada a darle las gracias, para que ahora nos traicionase. Disfruté viendo cómo era estrangulado por el líder caeruleus.

Me giré dándole la espalda, me daba demasiado asco. De todo lo que había en la habitación, me llamó la atención aquella alfombra roja. Me quedé mirándola fijamente, quería tocarla, pero no debía. Roja como el fuego... o la sangre.
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Lloyd

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MensajeTema: Re: El fin de una era. El firme propósito de Brontë.    El fin de una era. El firme propósito de Brontë.  - Página 3 EmptyDom Sep 07, 2014 8:47 pm

El chrysos entreabrió los ojos. Escuchaba la voz de alguien cerca (una chica. ¿Alehyss? Pero ¿con quién hablaba?), y notaba un escozor en el abdomen, como si tuviese clavado algo que quemaba, aunque no sabía aún qué era.
Cerró los ojos.
Le dolía el abdomen, y se oía a sí mismo quejándose, diciendo no sabía qué, negando; incluso creía que movía la cabeza, aunque no estaba aún del todo seguro. Volvió a escuchar la voz de la chrysos, y entonces, ahora sí, abriendo del todo los ojos, la miró. Alehyss estaba cerca, con la rodilla hincada en el suelo, hablando con el mago, pidiéndole que le curase a él. Lyam frunció el ceño, y de nuevo se quejó, aunque no tenía muy claro que alguien pudiese entenderlo: no quería que el mago lo tocase o ayudase, porque no se fiaba del mago y porque no quería deberle ningún tipo de favor. No obstante, no tardó mucho en callarse, y cuando la chrysos lo miró él simplemente la miró a ella fijamente, con los ojos, de nuevo entrecerrados, clavados en los de la muchacha, y no se movió, y esperó a que el mago lo curase aunque en el fondo no quería que le pusiese ni un dedo encima.

—Bien —murmuró, mirando a la muchacha. Curvó un poco los labios—. Estoy bien.

Y luego, cuando la chrysos volvió a hablar, dijo:

—No. Nada. Pero. —Frunció el ceño, extrañado—. ¿Una roca? —Que le hubiese golpeado una roca era tan absurdo, tan ridículo. Pero no recordaba nada, así que podía ser, aunque no notaba la cabeza sangrando y tampoco sentía ningún dolor más allá del del abdomen. Miró a Errald de reojo, apenas un segundo, antes de volver a mirar a Alehyss y a los tres dedos que la chrysos le mostraba—. Veo tres, tres dedos.

Sonrió. Luego, cuando la muchacha se incorporó, él, ya con la herida cicatrizada, trató de hacer lo mismo. Heylel se acercó a ayudarle y, aunque en un primer momento el chrysos pensó en rechazar al aether, al final, al ver cómo realmente sí le costaba ponerse en pie, aceptó la ayuda de su compañero. Ya de pie, observó la sala, donde ya no había rastro de la figura, y conjuró varios sakrom para recuperar sus armas. Luego, simplemente, ayudado por Heylel, siguió al grupo, asiendo la espada a pesar de que dudaba que pudiese combatir. Esperaba, mientras avanzaban, que ya no hubiese más enemigos, y que los líderes volviesen pronto, porque, francamente, todo le costaba. Caminar, hablar, pensar con claridad. Quería dormir, descansar, aunque fuese apoyado contra una pared. Pero, claro, aquello aún no había terminado y tenía que seguir caminando y caminando y caminando.

Llegaron a la siguiente sala, donde se encontraron con un cadáver y un mensaje y todo patas arriba. El chyrsos frunció el ceño, confuso, y miró a sus compañeros. Al ver la reacción de Errald no pudo evitar sotar una carcajada irónica, entendiendo, de pronto, qué había pasado y por qué se había desmayado. Una piedra. Claro. Dos, no te jode, enano de mierda.  

—Piedra, eh, claro. —Lo miró, torciendo una sonrisa—. Cabrón.

Si no hubiese estado tan cansado, probablemente le hubiese dicho algo más. Pero ahora estaba agotado, y los líderes ya parecían encargarse de él, así que simplemente dejó que Heylel lo sentase en una silla, como si fuese uno de aquellos dos niños con los que los líderes habían vuelto.

Lyam los miró, primero a la niña y luego al niño, y les sonrió, apenas curvando los labios. Después, más serio, enfadado incluso, observó al mago, que de nuevo parecía buscar la puta caja de los huevos. Apretó la mandíbula. Esperaba que nadie le diese la puta caja, ni que nadie se lo plantease siquiera, a pesar de que él ahora mismo probablemente le debiese la vida.
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MensajeTema: Re: El fin de una era. El firme propósito de Brontë.    El fin de una era. El firme propósito de Brontë.  - Página 3 EmptyLun Sep 08, 2014 12:19 am

Chompsvonflinkerbur agitó a Heylel por las solapas.- ¡Que podré echarme una siesta! ¡Estoy agotado! Cuando tienes 184 años, los huesos ya no son lo que eran, rapaz!- Le dijo con desesperación.
Los chicos cuidaron sus maltrechas heridas de la mejor forma que pudieron y una vez estuvieron con algo más de energía, avanzaron.

Errald tuvo que reprimir un quejido de dolor ante aquella incesante presión en el cuello. Era realmente bochornoso. Sin embargo, su función estaba hecha: alertar a 43 de la presencia de dos líderes de los cuales no habría podido escapar. Por otra parte... le habían capturado. Guardaría silencio desde aquel momento hasta su regreso a Brontë.


Con el traidor inmóvil, los chiquillos comiendo sus respectivas galletas en silencio y luego de un descanso de un cuarto de hora aproximado donde los guerreros informaron de todo lo ocurrido a los líderes desde su forzosa separación, todos, en mayor o menor medida, ayudaron a buscar entre aquel desorden. Heylel encontró la Caja de Duende en el cajón de 43 y este lo colmó con júbilos.
Se encontró una pequeña carpeta con una gran cantidad de Informes que deberían ser de gran ayuda para la investigación en Brontë. El contenido de los Informes quedó reservado a los líderes.

Los chiquillos fueron llevados arriba, donde la guerrilla había acabado y el numeroso grupo pudo ver de nuevo la luz del sol. La Sombra del Fuego había perdido su cuerpo, pero la cabeza se había escapado.

FIN DE LA MISIÓN.

Recompensas para los guerreros:
Heylel: 3 puntos de Experiencia, 10 mithones y Pechera de Guardia Ignita Personalizable (vestida +1 de resistencia) dados por el gobierno de Ignis, un mal rato y un puñal de Prosper.
Massen: 3 puntos de Experiencia, 10 mithones y Pechera de Guardia Ignita Personalizable (vestida +1 de resistencia) dados por el gobierno de Ignis, una espada, un puñal de Prosper y una cicatriz.
Lyam: 3 puntos de Experiencia, 10 mithones y Pechera de Guardia Ignita Personalizable (vestida +1 de resistencia) dados por el gobierno de Ignis, un chichón y su viejo puñal.
Alehyss: 3 puntos de Experiencia 10 mithones y Pechera de Guardia Ignita Personalizable (vestida +1 de resistencia) dados por el gobierno de Ignis y un puñal de Prosper.
Elektra: 3 puntos de Experiencia, 10 mithones y Pechera de Guardia Ignita Personalizable (vestida +1 de resistencia) dados por el gobierno de Ignis y un nuevo peinado.
Errald: Una temporadita a la sombra y 3 puntos de Experiencia.
Blues: El amor incondicional de Massen.
Aren: Una boa.

Puñal de Prosper: consume una acción en el post. Arma arrojadiza y recuperable al final de la pelea. Un sólo uso por batalla.


Recompensas para el Palacio de Brontë (2):
Spoiler:



FDR: si me olvido de algún tipo de recompensa, ya os avisaré.
FDR: Cualquier modista del Pueblo de Paso (o Brontë) podrá ajustaros y personalizaros las Pecheras.
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