Bosque

Edad : 32 Mensajes : 1068

Según la chica hablaba, una idea iba formándose en la cabeza de Corbin. Una idea que, bien pensado, tendría que habérsele ocurrido mucho antes.

-Por supuesto -accedió-. Estoy seguro de que pelear contra ti me serviría de mucho. ¿Sabes? He entrenado alguna vez con Rick usando la espada. No es mi fuerte, pero me parece interesante. Y, ya que tú también tienes una espada, podrías enseñarme un poco.

Corbin asintió con suavidad.

-Yo también uso la sala de entrenamiento -explicó-. De hecho, encontré allí el otro día algo muy interesante. Creo que lo han traído hace poco, porque no me sonaba. Se trata de una caja con una especie de duende dentro. Si se lo pides, puede crear una copia de alguien para que te enfrentes contra él. Es duro, pero útil -. Se encogió de hombros-. De todas formas, a mí me gusta variar. Creo que así no me acomodo.

Negó con la cabeza.

-Hay mucho en lo que puedo mejorar -explicó-. Aunque no me gusta hablar de ello. No es bueno revelar información que puede ser usada en tu contra.

De nuevo, miró arriba, y de nuevo volvió la vista a la chica. Si no iba a entrenar, no tenía sentido exponerse a la lluvia.

-Podríamos seguir hablando dentro -propuso-. No parece que la lluvia vaya a parar...

Edad : 31 Mensajes : 1308

Su respuesta me sorprendió bastante, porque nunca me había imaginado que Corbin, Corbin que era el que nos había salvado de los mercenarios, me pidiese a mí que le enseñase a manejar una espada. Pero al mismo tiempo me hizo sonreír ampliamente, contenta.

—Claro que puedo enseñarte —respondí, ensanchando la sonrisa, mirándolo a los ojos—. No soy Rick, no sé qué te habrá enseñado, o qué sabrás ya, pero puedo enseñarte. Claro que puedo...

Me sentía muy feliz, de pronto. Aunque no tenía muy claro por qué. Decidí, no obstante, no darle muchas vueltas.

Escuché con atención lo que decía sobre la sala de entrenamiento. A pesar de haber ido varias veces esta semana, no me había fijado en la caja, así que desconocía que hubiese un duende con aquellas habilidades. Parecía interesante.

—No tenía ni idea —respondí. Sonreí—. Parece interesante. La próxima vez que haya la probaré. Se me ocurre un par de guerreros contra los que me gustaría enfrentarme.

Por diversos motivos.

Su siguiente comentario me hizo reír con suavidad. Entendía que no quisiese decir sus puntos débiles (creo que nadie los diría, o al menos nadie en su sano juicio), pero no creía que hubiese mucho en lo que pudiese mejorar. Al menos con lo poco que había visto. Tal vez en algún entrenamiento descubriese sus puntos flacos.

—Los descubriré si al final nos enfrentamos —murmuré, divertida.

No esperaba encontrarlos, realmente. A pesar de todo, creía que el claritas era bastante más poderoso que yo, así que dudaba que pudiese entrever alguna debilidad suya. Él, sin embargo, probablemente viese las mías.

Asentí al escuchar su último comentario. La lluvia no parecía que fuera a detenerse, y estar mojándose sin motivo era un poco estúpido, así que abandonamos el bosque, de vuelta a Palacio.

*se van*

Edad : 27 Mensajes : 1436

Jadeo. Siento el sudor caerme por la cara, y un leve pitido aflorando a mi respiración, pero ni con ello me rindo. Necesito un poco más, un poco de empuje más.

He clavado una estaca de madera gruesa en medio de una zona del bosque, y ya cuenta con algunos buenos cortes, pero no pienso irme de aquí hasta que el combo funcione. Tengo que mejorar mis habilidades. ¡Todas ellas! Demostré a Massen que era capaz de más de lo esperado. Aún no tengo claro, de todas formas, si su sorpresa debería incomodarme o halagarme.
Prefiero sentirme halagada por ella, porque no me quiero enfadar. Ya bastante mal están las cosas.

Retrocedo una distancia prudencial y observo la estaca, perfectamente clavada, superándome en altura. Inspiro profundamente.
Si fuese una persona no podría hacerlo, pero no es una persona. Y entonces soy capaz, aunque luego sea más difícil.

-¡VAMOS! -grito, presionando el aire desde el vientre, apretando el diafragma, hinchando el pecho y sintiéndome más grande.

Me lanzo contra la estaca, como si fuese mi rival. Y tiene que ser en el instante exacto, y no en otro, cuando las palabras, finalmente, abandonen mis labios.

-Benri -siseo, veloz, sintiendo que enseguida mi cuerpo se teletransporta.

Son apenas unos centímetros, pero lo he practicado varias veces y he pillado el tranquillo de todo esto. Aparezco justo en el punto exacto para cortar perfectamente la madera, como si fuese mantequilla, y esta vez el arma no se atasca por haber aparecido demasiado cerca, ni apenas llega a rozarla por haberlo hecho demasiado lejos.
Es perfecto.

Escucho cómo cae al suelo, a la hierba, a mi espalda, y sonrío, jadeante. Me entra un poco de tos, pero estoy satisfecha.
Ahora sí, joder. Es necesario, mi padre lo decía siempre, conocer la distancia que puedo dominar. Ahora ya la sé. Y he ganado un buen trozo con ello.

Mezclar la magia con la espada me ha fatigado. Como recompensa, voy a permitirme un baño y algo de comer, un capricho, así como tarta, o no sé...

*se va*

Moderador Edad : 24 Mensajes : 2840

Mientras corría por el bosque, ya armada con un aquaerum en cada mano, buscaba mis objetivos. No era exactamente fácil. El otoño había teñido todo el sueño de marrón, una alfombra interminable de hojas secas. La lluvia hacía esta alfombra resbaladiza, con lo que cualquier paso podía llevarme a caer al suelo si no era suficientemente firme. Y yo, en mitad de mi carrera y de la búsqueda de mis objetivos, tenía que prestar atención tanto a ese suelo traicionero como a las ramas demasiado bajas, que pudieran golpearme en la cara si no las esquivaba.

De todas formas, aquello no dejaban de ser detalles en mi entrenamiento. El foco del mismo era la puntería, después de todo. Cada vez que un árbol me tapaba la vista, avanzaba a toda velocidad para ver qué había más allá. En el mismo instante en que pudiera discernirlo, debía centrar mi objetivo rápidamente y hacer llegar un aquaerum al punto elegido en un instante. Todo ello sin detenerme, por supuesto. Porque ni podía apuntar desde un punto fijo ni podía tomarme tiempo para apuntar. Tenía solo un momento.

Saqué el puñal y lo lancé, un poco al azar, y en el mismo instante en que se clavó en un tronco lancé un aquaerum contra aquel mismo punto, sin pararme a analizarlo del todo. Luego avancé a por el puñal, sin cambiar el ritmo de mi carrera y lo recogí, aún mientras invocaba un nuevo aquaerum.

El problema de aquel ejercicio era que, al no darme tiempo para calibrar mi objetivo, mi puntería fallaba más de lo habitual. De todas formas, trataba de concentrarme en ello. Buscaba objetivos y lanzaba ataques contra los mismos sin cálculos, sin estudiarlos, simplemente como en un impulso, como en un momento de vida o muerte. Tenía que ser rápida. Tenía que ser precisa. Tenía que soltar el aquaerum sin dudarlo, y este debía ir directo al punto elegido. Sin importar que yo estuviera corriendo. Sin importar que solo hubiera tenido un momento para ver mi objetivo. Eso no eran excusas para no dar justo en el blanco.

Seguí trabajando en el ejercicio. De nuevo, avanzaba, clavaba los pies en el suelo a cada zancada sin detenerme demasiado en la misma. Y alzaba un instante la vista, y en ese mismo instante lanzaba mi hechizo. Apenas tenía tiempo, siquiera, de comprobar si estaba dando en el blanco. Porque al momento siguiente había escogido otro objetivo y cargaba contra él. La velocidad era lo que me obligaba a forzar mi precisión al máximo.

*Se va por ahí corrientrenando*

Edad : 24 Mensajes : 1446

Hoy parece que hace menos frío, así que me atrevo a dejar la capa de Lluvia colgada de una rama para ir a recorrer el bosque en un trote no muy ligero, pero suficiente. Con la cercanía del invierno he ido saliendo cada vez menos, y entonces me siento como apagado y marchito, así que aprovecho que aún queda luz para salir a hacer algo de ejercicio.

El viento en las orejas resulta desagradable, frío. Debí haberme puesto el gorro, pero me daba miedo acalorarme, y al final estoy helado. Aunque más que nada es eso: orejas y nariz, que es lo que sobresale. Y manos, bueno.

A medida que acelero la respiración también lo hace, y las bocanadas de vaho son más abundantes. Los obstáculos y el suelo húmedo son una buena forma de practicar cómo huir en una situación de peligro, porque me obligan a estar atento al terreno, a dónde pongo los pies, en todo momento. Evito pisar piedras, por si están sueltas. Podría torcerme un tobillo.

Hace mucho que no tiro con Massen o Lluvia. Incluso prometí a Adain que lo ayudaría a planear, pero últimamente he estado como un poco alejado de todo, casi todo el día estudiando.
Será el frío, que me atonta.

Cuando empiezo a notar la fatiga emprendo el camino de vuelta, poniendo rumbo al árbol en el que dejé las cosas. Al menos con este rato de ejercicio no me sentiré tan pesado por un día o dos.

*se va*

Edad : 28 Mensajes : 477

Recorre el terreno irregular manteniendo el palacio siempre a su derecha, de manera que puede vislumbrar las luces desde su posición, en los árboles, aunque no es alguien con un sentido de la orientación demasiado malo. Y aunque se perdiese sabe que Dardo podría ayudarlo, pero de todos modos prefiere, a la hora de examinar el terreno que rodea Brontë como lo está haciendo, tener siempre un punto de referencia bien claro.

Ya lleva un buen rato caminando, ya lleva recorrido buen trecho, y entonces se detiene, aunque no para descansar. Hurgando en sus bolsillos consigue hacerse con un saquito en el que guarda el tabaco y comienza, con habilidad, a liar un pitillo, recuperando la marcha en cuando lo tiene a medias, pues la pericia no se pierde por ir andando.

Dardo chilla en el cielo una sola vez.

*pasea*

Edad : 32 Mensajes : 509

A pesar del frío cada vez mayor en los últimos días nunca me había molestado demasiado así que decidí cambiar los pasillos por los exteriores una vez más. Todo cuanto estuviese en mi mano por sentir algo de aire.

Después de mi último entrenamiento me había encerrado en la biblioteca y rodeado de libros de armas de todos los rincones de Mithos, tomando apuntes de muchas de ellas y buscando incansable el extraño aparato que usaba Alehhys. Pero ya no podía más, aunque había dejado todo bastante descolocado cuando me fui, con la idea de volver, si había cogido mis cuadernos era porque en el fondo me negaba a hacerlo por hoy. Necesitaba aire, más del que el cálido palacio cerrado a cal y canto para mantener la temperatura podía ofrecerme.

Notaba la brisa en las alas, me revolvía el pelo y me refrescaba la cara. Pasó un buen rato hasta que me encontré con alguien a quien no conocía. Tampoco me suena haberlo visto antes... Si bien mis contactos sociales eran reducidos sí que tenía fichados a un buen número de guerreros y a gran parte del servicio de las zonas por las que más pasaba. Cuando lo alcanzo decido salir de dudas.

-Hola. No te he visto antes, ¿eres nuevo por aquí?

Edad : 28 Mensajes : 477

Cuando se da cuenta de que ha aparecido una figura se detiene, esperando a que lo alcance, llevándose el pitillo, ya terminado, a los labios, sosteniéndolo solo con estos. Le dedica, pese a todo, una sonrisa amigable, tranquila.

-Buenas noches -dice en primer lugar, arreglándoselas para hablar sin que el cigarro de le caiga al suelo, aunque termina por tomarlo en la mano de nuevo, para hacérselo más cómodo-. Qué va. Para nada -le responde, franco-. Pero no te había visto antes-. Levantó la zurda, en la que llevaba el pitillo-. ¿Tendrías fuego? Me lo he dejado.

Lo examina mientras tanto, risueño. Parece tener siempre una sensación de satisfacción en el rostro, aunque esta sea bastante discreta.

Edad : 32 Mensajes : 509

Sonríe ligeramente inclinando ligeramente la cabeza, más formal que alegre.

-Vaya, pues no te había visto nunca. -Frunció ligeramente el ceño, extrañado, por la ropa no parecía del servicio y nunca lo había visto en el comedor. -Vaya, yo creía que ya tenía más o menos localizados a los guerreros. -Era una forma sutil de saber si era sirviente, aunque de nuevo lo miré y no lo aparentaba.

Me palpo la chaqueta, más por cortesía que con intenciones de encontrar. Obviamente no llevaba nada.

-Pues me temo que no, lo siento.

Se fija más detenidamente en el joven y entrecierra un poco los ojos. Es...¿azul?...

Edad : 28 Mensajes : 477

Johan alza las cejad cuando el hombre habla, sin perder el rastro divertido, satisfecho, que parece tan inherente a su rostro. Se apresura a encogerse de hombros, con docilidad, y al ladear suavemente la cabeza le resbalan al mismo lado de la cara los mechones que lleva sueltos, completamente lacios.

-Podría decir lo mismo -comenta, entretenido-. Lo cierto es que he estado cerca un tiempo. Quizás ese sea el problema. Habrás llegado mientras no estaba. He vuelto hace unos días, nada más -le explica, tranquilo.

Ante el comentario del aether, Johan llega a hacer una breve mueca, aunque no tan evidente como para que pierda la sonrisa. Se pone, entonces, el cigarro en la oreja, volviendo a relajar la expresión.

-Es una pena. Pero qué se le va a hacer. Solo he olvidado las cerillas dos veces desde que tengo uso de razón, antes que esta, y las dos sucedieron cosas espantosas en las que me hubiese venido muy bien el fuego- comentó-. Espero que esta sea la excepción, eh.

Edad : 32 Mensajes : 509

Me atrevería a decir es raro porque que soy bastante llamativo teniendo en cuenta el número de aethers en Mithos pero más raro es que no me haya fijado en un hombrecito azul. Llevo la vista al cielo, pensando.

-La verdad...Es que ya llevo aquí bastantes meses...Bueno, supongo que no hemos coincidido... -Bueno, ha coincidido.

Río ante la pequeña historia.

-Vaya, ¿tanto tiempo llevas fumando? -O no hace mucho que usa la razón... Era bastante graciosete, lo cual por otro lado no tenía por qué ser bueno, por otro lado. -¿Cosas espantosas? -Inclino la cabeza ligeramente con curiosidad. Y en las que le habría venido bien el fuego...

Sonrío ante el comentario.

-No soy de causar problemas, aunque hay veces que parece que me persiguen, de todos modos tendré cuidado hasta que tengas cerillas.

Edad : 28 Mensajes : 477

Lo contempla, risueño. Parece verdaderamente interesado en lo que el aether le cuenta aunque, de hecho, no sea cosas demasiado íntimas; solo una suerte de comentarios hilados, a su parecer, con cierta torpeza. Pero suficientes para que Johan se haga una idea, por otro lado.

Asiente, sin más, y se mete las manos en el bolsillo. Alza la vista al cielo un momento, pero Dardo no se ve en la oscuridad, por lo que la devuelve al aether.

-Llevo fumando desde los diez años -le explica, con total tranquilidad-. En poco más puedes matar el tiempo cuando vives en la calle. Pero...-. Se encogió de hombros, mirándolo con calma-. Esa no es una buena historia. No una de las que se cuentan cuando conoces a alguien -le explica. Luego lo escucha. Su pregunta le arranca una sonrisa, aunque sea indirecta-. Recuerdo una de las veces con total nitidez. Dos chicos y yo nos colamos en una casa para "conseguir" algo de comer, pero en mitad de la noche la vela se apagó. Justo aquella vez había olvidado las cerillas. Nos vimos en medio de la oscuridad huyendo del dueño de la casa, que resultó ser un tipo peligroso. Aún tengo la cicatriz en la pierna, de cuando me alcanzó con un cuchillo antes de que saltase por la ventana-. Se estremece, tensando la sonrisa, como recordando el dolor-. Estuve un mes sin caminar con normalidad y a partir de entonces decidí que era importante llevar fuego encima.

Ladea un poco la cabeza, entonces, de nuevo. Lo mira curioso. Parece estudiarlo, continuamente, aunque siempre manteniendo un aire respetuoso, como alejado. No llega a ser impertinente.

-¿Te persiguen los problemas? -le pregunta. Lo escudriña un poco más-. Quizás alguien te haya echado una maldición -aventura-. Eso explicaría la extrema mala suerte.

Edad : 32 Mensajes : 509

No oculto mi sorpresa. 10 años me parecen demasiado para empezar a fumar. "Cuando vives en la calle"... Escucho su historia con mi curiosidad en aumento, para empezar, creo que nunca había visto a nadie con la piel así.

-He conocido a un par de personas que han vivido en esas condiciones...Pero parece que has acabado bien. Aunque se te hayan olvidado las cerillas de nuevo. -Pienso mentalmente en preguntarle por la otra vez en otro momento.

Me mira con algo de curiosidad, me pregunto si como respuesta a mi gesto. Me pongo recto, algo avergonzado; no es muy educado mirar fijamente a alguien. Aunque sea azul. Bueno, más que azul...parece como una piel muy pálida y rara...no es azul azul... Sólo esperaba que no fuera cosa de la luz y no reconocerlo a verle por los pasillos.

-Bueno, podría decirse que hay veces que parece que las cosas no me cuadran...-Calcular el tiempo que llevaba en Brontë me había hecho acordarme de mi espectacular entrada. -No considero que tenga especial mala suerte...Y tampoco diría que es extrema. -Ni una maldición... Nunca había creído en ese tipo de cosas. Creía en la magia porque existía, pero ni me metía con ella ni le daba más valor que el que tenía: algo que podía ser peligroso.

Edad : 28 Mensajes : 477

Alza las cejas, como sorprendido por ese detalle, sin perder la sonrisa. No es una sorpresa extrema. Es más como si no lo esperase, pero pese a ese detalle tampoco dejase de esperarlo. No le parece, al fin y al cabo, que sea extraño que todo el mundo conozca a una o dos personas que hayan tenido una mala vida. Aunque quizás un hombre como él no le parecía a primera vista el prototipo de tal historia, lo cierto es que en un sitio como Brontë Johan espera casi cualquier cosa. Y ya su llegada le dejó esa sensación, como refuerzo.

-Bueno, no están muy lejos -le responde, volviendo el rostro hacia el palacio, como si esperase verlas desde el mismo bosque. Se detiene entonces y mira al cielo, dejando ir un silbido. Dardo no tarda en acudir, y cuando Johan alza el brazo se posa en él, tranquila, ignorando por completo al aether-. Pero sí he acabado bien. Me gusta Brontë.

Johan acaricia entonces las plumas de su compañera. Algunas se le han despeinado, pero pronto están en su sitio de nuevo.

-Entonces como a todo el mundo -comenta Johan, con una sonrisa algo mordaz, mirando al aether-. Se dice que solo sufriendo se aprende lo que es el placer o algo parecido-. Su gesto tiene un atisbo curioso-. ¿No es así? La mala suerte es tu mayor fortuna, entonces.

Edad : 32 Mensajes : 509

-Ya, aun así por un rato de espera... -Sonrío ante el comentario, mirando entrañado al joven cuando silba. -Creo que a todos los que estamos aquí nos gusta... Es como que nos ha llamado.

De pronto un pájaro desciende en picado y se posa en su brazo. No puedo evitar abrir la boca sorprendido, aunque pronto agito la cabeza, como corriegiéndome, y pongo un gesto más decente.

-¿C-cómo has...? -Observo al animal que aun en la escasa luz de la noche parece precioso

-Entonces supongo que me tocan un par de cosas buenas...-Sonrío, más para mí que ante el comentario. La verdad es que llegar a Brontë ha sido un cambio para mejor... Evito repetir que no considero tener mala suerte, no sería cortés. -Supongo, sí. -Contesto con una sonrisa.

Edad : 28 Mensajes : 477

Johan no puede evitar un amago de risa a lo que el aether le dice. Y, sin embargo, aunque no quiere decirlo, no está de acuerdo. Tiene ganas de fumar en ese momento. Y a medida que pasa el tiempo solo parecen incrementarse.

-Ha de haber, al menos, una persona a la que no le guste -objeta a lo que el otro le dice, con total tranquilidad. No deja de pensar en el suceso de su llegada-. Sé de algunos. Pero no quiero decir quiénes, porque eso deberían, en todo caso, contarlo ellos. Uno no ha de meterse en la intimidad de las personas.

Sonríe, esta vez orgulloso, cuando pregunta por Dardo, y alza algo el brazo, como exhibiéndola.

-Es mi hermana Dardo -le dice, o más bien anuncia, mientras el ave se arregla las plumas-. Y yo soy Cierzo -añade luego, ensanchando algo más la sonrisa-. Creo que no me había presentado. Disculpa.

Se lleva una mano a la oreja en la que lleva el pitillo, que roza un momento, comprobando que sigue en su sitio. Está inquieto, aunque no lo muestre.

-Creo que debería volver a por las cerillas -comenta al aether-. Ya ha caído la noche. Es mala hora para paseos.

Edad : 32 Mensajes : 509

-Sí, bueno, alguien habrá...

Inclino la cabeza extrañado, metiéndome las manos en los bolsillos para evitar ir a acariciarla, ya me pasé con la mascota de Lea y no es educado ignorar así a una persona. Bueno, si se lleva muy bien con ella... -Sí que debéis de tener una relación estrecha para considerarla hermana, Cierzo. -Algo en mi interior grita. Oh, claro. -Oh, yo soy Adain Stoke, encantado. -Dudo, pero finalmente saco la mano, es más maleducado no saludar, tengo que ser fuerte. En el proceso noto algo. -¿Qué llevo en el bolsillo? -Frunzo ligeramente el ceño.

-Oh, sí. Volvamos al castillo. Yo soy de trasnochar así que no me doy cuenta de la hora. -Tras estrecharle la mano vuelvo al bolsillo, esta vez por curiosidad. Un anillo... Frunzo el ceño, mirándolo en la palma de mi mano. Oh, el anillo de fuego.

Edad : 28 Mensajes : 477

Johan asiente con calma, contemplando con tranquilidad a su compañera.

-Hemos pasado largos años juntos -explica-. La encontré en un circo ambulante, enferma y maltratada. Necesitaba alguien que cuidase de ella, y yo alguien con quién hablar. Fue amor a primera vista -le cuenta, con un deje de emoción contenida en la voz, acariciando una vez más a Dardo, que asciende por el brazo hasta acomodarse en el hombro-. Es un placer, Adain. De verdad -le dice entonces, risueño, estrechándole la mano.

Como el aether, Johan también se mete las manos en los bolsillos. Es una forma cómoda de llevarlas, piensa siempre. Aunque en esos momentos hay algo más, algo que lo pone un tanto nervioso.
Cuando Adain pregunta no puede sino reír un momento.

-Las manos -aventura, mordaz, exhibiendo una sonrisa divertida.

Él también lleva algo en el bolsillo. Reconoce la forma de la pequeña caja solo con palparla.

-A mí la noche no me desagrada tampoco, y eso que soy un cuarto claritas -le explica-. Mi abuela fue violada por un claritas -le dice, algo más serio-. No es una historia agradable. Siento la mención-. Vuelve la vista hacia la construcción-. Pero vayamos yendo, por favor. Mañana he quedado con un compañero para entrenar a media mañana. Me temo que no seré capaz de despertarme si no me acuesto pronto -le cuenta, con total confianza.

Edad : 32 Mensajes : 509

Abre mucho los ojos.

-Vaya...Sí que has tenido una vida movida. Bueno, al menos ahora tiene un dueño que la quiere. -Asiento con una sonrisa. -El placer es mío, Cierzo.

Observo el anillo.

-Oh, no, quería decir...Es un anillo que me regalaron. No recordaba llevarlo...-Me lo pongo, la verdad es que ni me lo había probado hasta entonces. Frunzo ligeramente el ceño pero finalmente lo digo. -Hace fuego, ¿sabes? -No creo que tenga tantas ganas de fumar pero me siento algo mal por no haberlo encontrado antes y podría haberlo perdido. Lo observo de espaldas al castillo para iluminarlo con la luz de las ventanas.

Lo bueno es que con Cierzo no te puedes aburrir, parece que tiene mil historias. Aunque esta no sea muy bonita de contar. Asiento y empezamos a caminar en dirección al castillo.

Edad : 28 Mensajes : 477

Johan se encoge de hombros, con una sonrisa tranquila. Tiende a llevar las situaciones como esa con calma. Se siente bastante cómodo, de alguna forma, aunque acaben de conocerse.

-Hermano -corrige, sin decir mucho más.

Contempla el anillo de Adain, curioso. Aunque no le hace mucho caso al principio. Es como una curiosidad pasiva. Hasta que dice una palabra que hace que Johan saque las manos del bolsillo y tome de nuevo el cigarro, que se lleva a los labios, satisfecho.

-¿Podemos probar? -le pregunta, contemplándolo con un brillo de interés en los ojos.

Es como llevar unas cerillas. Johan no tiene claro si el anillo funcionará con lluvia, pero si así fuese sería incluso mejor que unas cerillas. Aunque, en lo personal, prefiere llevar la caja consigo de todas formas.

Edad : 32 Mensajes : 509

Levanta las cejas con la boca algo abierta algo sorprendido por el comentario.

-Sí, hermano, lo siento.

Mira al joven, con los ojos llenos de frustración y después al anillo para pasar de nuevo la mirada al joven, mordiéndose el labio por dentro. Bueno...una llamita no hace daño a nadie, a ver si ahora consigo saber cómo... -Bueno...podemos intentarlo, creo que si pienso en que quiero una llama saldrá una, así que... -Estiro la mano frente a mí y visualizo una vela, eso servirá. Una vela, una vela, una vela, u-

Una bola de fuego sale disparada estampa en el suelo apenas a un metro de nosotros. El prado empieza a arder en esa zona.
Grito tras la explosión y salto hacia atrás, cayendo con todo mi peso sobre Cierzo y perdiendo el equilibrio.

-E-e-e-eso no era una llamita. -Observo horrorizado el lugar donde ha caído la llamarada. Podría haber sido contra uno de los dos, solo tenía que haber estado apuntando hacia él.
Me quito el anillo y lo guardo en el bolsillo del pecho de mi chaqueta, palpándolo varias veces para asegurarme de que está ahí.

Edad : 28 Mensajes : 477

Johan aguarda tranquilo hasta el momento en el que el fuego brota. Entonces, por primera vez desde su llegada, se ve una sorpresa evidente en sus ojos. Aunque no es para menos, pues, por suerte, la llama no ha impactado en su cabeza.
Tampoco espera el salto de Adain, y poco después está en el suelo. Dardo suelta un graznido y levanta el vuelo, alterada.
Johan se yergue como puede, quitándose a Adain de encima, y entonces empieza a reír, sin poder evitarlo. Desde luego, no deja de pensar que todo lo que pasa desde que ha llegado es sumamente interesante. Se levanta de un salto y se acerca a la zona que arde, acuclillándose y acercando el cigarro, encendiéndolo finalmente y dando una calada con deleite.

Se vuelve hacia el aether, risueño, con la hierba ardiendo a su espalda.

-Bueno, he conseguido fuego. Muchas gracias -le dice animado, con una sonrisa divertida-. Ahora deberíamos apagar esto, eh-. Se vuelve hacia el pequeño incencio. No es difícil para alguien como él-. Aquaerum -recita, invocando una bola de agua en su mano derecha.

Con una resulta no bastar, pero el fuego no es tan fuerte como para que en tres o cuatro Johan no consiga apagarlo.

-Puede que olvide las cerillas, pero nunca olvido el agua -bromea, apagando la última de las llamas con un hechizo, contemplando el resultado satisfecho mientras expulsa el humo del cigarro, ya a medio consumir-. Y es una suerte, la verdad -añade, analizando la hierba chamuscada-. No sé si llamarte afortunado o gafado, la verdad -reconoce entonces, con una sonrisa mordaz.

Edad : 32 Mensajes : 509

Observo el espectáculo desde el suelo, entre horrorizado e hipnotizado por las llamas y algo mareado por la caída. Cuando Cierzo me aparta recobro el sentido y agitando la cabeza reacciono.

-Oh, lo siento. Me temo que esto no es lo mío. -Ante el comentario y las risas del joven suspiro aliviado. -Bueno, supongo que de una forma u otra hemos conseguido encender el cigarro.

Cuando lo veo apagar el fuego me quedo fascinado. Claro, qué idiota, es piscis por eso es azul. Observo cómo extingue hasta la última de las llamas con media sonrisa.

-Creo que no deberías olvidarte más las cerillas, veo que tenías razón con lo de las cosas malas... -Me levanto del suelo y me sacudo el polvo. Vuelve con lo de la suerte. Soy un negado con la magia y...Bueno, en fin, era de esperar. Prefería pensar que eran coincidencias y no una mala suerte continua que me perseguía, cosa que no sonaba demasiado agradable. -Adain está bien. -Sonrío, indicándole el camino hacia el castillo a medida que avanzo, vigilando de reojo el cerco negro y ambos nos alejamos en dirección a las luces.

*se van*

Edad : 28 Mensajes : 711

La sensación de frío llega a la garganta con cada aspiración, y en medio de la capa de nieve el cuerpo parece moverse con más torpeza, más pesado, ya sea por el frío, por la densidad del suelo o por la mayor probabilidad de resbalar. Pese a todo, avanzo con un paso relativamente ágil, considerando que se trata de mí, y con una expresión de determinación en el rostro algo impropia. Quizás llega a advertirse cierta frustración, o solo un tipo de agotamiento que no resulta del todo físico, a primera vista.

En un momento dado, un pie resbala. Me doy de bruces contra el suelo, y la capa gélida me refresca la cara. Profiero un grito agudo en el trayecto, fruto de la sorpresa, y apoyo las manos enseguida, irguiéndome de forma que la cara, al menos, quede libre. Cuando me levanto estoy tiritando un poco, y las gafas se han caído, por lo que tengo que hacer un barrido por el suelo para encontrarlas.
Me froto la cara con la manga antes de volver a ponérmelas. Dejo ir un suspiro, que se vuelve blanco en contacto con el aire, y me quedo mirando cómo se disipa.

Frunzo el ceño, entonces.

-Baadha -pronuncio, extendiendo ambas palmas frente a mí.

La barrera se forma. La contemplo un momento. Retiro una de las manos y el hechizo se mantiene. Al retirar la otra, se desvanece.

-Así no -murmuro para mí, entonces, con tono desaprobatorio.

Mantengo la mano fija en las palmas, vueltas hacia mí. Están algo rojas por el frío.
Crispo los dedos.

-Châxsio-. La voz suena más alta esta vez.

La esfera de magia irregular se forma en la mano derecha. Mantengo la vista fija en ella, con gesto pensativo, pero sereno. A veces, a intervalos no determinados, picos de mayor intensidad sobresalen, queriendo destrozar la forma

-Châxsio- repito.

Esta vez brota de la diestra. Es igual al de la otra mano. Los mantengo ambos, sin dejar ir ninguno de ellos.
Si bien es teoría que resulta más complejo invocar dos hechizos, logro mantenerlos sin un esfuerzo aparente.

Aproximo las manos. Al hacerlo, a medida que los dos hechizos se aproximan, esos picos de mayor potencia llegan a tocarse, chisporroteando levemente. Cuando ya están a punto de tocarse completamente puedo notar la extraña energía que se forma.
No obstante, no los junto. Los lanzo, cada uno por su lado. Uno no llega a alcanzar nada a la vista y el otro impacta contra una roca, llegando a dejar una marca visible en ella. Me acerco a comprobarla y acaricio la forma que ha quedado con los dedos.

Al final esbozo una sonrisa algo cansada, me acomodo la capa de lana y retomo un trote algo más pesado que el que usaba cuando alcancé este punto del bosque. Pero el gesto cansado se ha disipado un poco.

*se va*

Edad : 30 Mensajes : 1311

Desde que Rick me regaló el amuleto, pasear con Vilo es mucho más agradable. Ni siquiera la nieve me molesta. Me limito a seguirlo allá adonde vaya, sin que el frío me perjudique en lo más mínimo. Incluso me he descubierto dando paseos con él mucho más largos y a horas que podrían considerarse mucho menos agradables. Y él, por supuesto, está encantado. Lis se ha unido a la expedición, y se dedica a jugar con él utilizando ramas y hojas, hasta conseguir volverlo loco. Que estén entretenidos me permite preocuparme por mi entrenamiento.

No es fácil avanzar con tanta nieve. Aunque yo sienta el calor, eso no derrite mi entorno. Me encargo, pues, de que un batzall en mis pies facilite mi avance, derritiendo la nieve a mi paso. Resulta agradable poder moverse con tanta facilidad. De vez en cuando, echo un vistazo a mis acompañantes, que parecen muy entretenidos.

No tardo en sacar la espada. No es que me dedique propiamente a luchar; es más bien un ejercicio de agilidad lo que me ocupa. Aprovechando que puedo avanzar sin problemas, apuro el paso y manejo la espada para adaptarla a mi entorno.

Los árboles crecen sin ton ni son, así que mi camino nunca es recto. Ramas altas, ramas bajas, ramas a media altura... Por más que la nieve y el frío estén dominados, el bosque sigue teniendo recursos para hacerse intrincado. Así pues, mi espada sube, baja y gira a medida que yo avanzo, esquivando los obstáculos como en un baile. Llego a permitirme girar, volverme, agacharme y saltar, jugar con el entorno. Lis podría ser de ayuda en esto. Quizás más adelante le pida que entrene conmigo. Por ahora, sin embargo, me limito a enfrentarme a ramas estáticas, concentrada, avanzando en consonancia con mi arma.

*Fin de escena*

» Recolección por el bosque.
» Recolección por el bosque.
» El bosque del cielo
» Claro del bosque
» Bosque de Lith.