Río

Desvió la mirada a un árbol (que le pareció hermoso y fascinante) en cuanto la chrysos se acercó y cruzó los brazos. No se molestó en encender los ojos, porque ya se había acostumbrado a la oscuridad y porque tampoco tenía especial interés en ver a la chica. Permaneció en esa posición, con los brazos cruzados e inspeccionando la madera, hasta que escuchó al voz de la chrysos. Entonces desvió la mirada y clavó sus ojos en ella durante unos segundos, antes de volver su vista al suelo. Movió el pie derecho, formando pequeños círculos, y chasqueó la lengua. ¿Si pasaba algo? ¡Claro que pasaba algo! Muchas cosas le pasaban, y todas ellas estaban relacionadas con su trabajo y con esa capacidad tan suya de ignorar pequeños detalles del comportamiento de la chrysos. Pero no iba a explicarle precisamente a ella sus problemas. Antes la muerte. Es más: antes la muerte a manos de Alexander.

—Eh. No, no me pasa nada — Alzó la mirada para observar a la chrysos antes de volver a clavar sus ojos en otro fascinante árbol —. ¿Por qué preguntas?

Parece que no he de ponerme a la defensiva. No. No hace falta que lo haga. Él lo hace antes. Ni sonríe, ni añade nada a sus palabras. Simplemente me responde y punto. Eso es más propio de mí que de él.

¿Quizás me ha añorado y está molesto porque no le he dicho dónde estuve? Es poco probable... Especialmente teniendo en cuenta que no tenemos ninguna clase de relación que le de derecho a algo así. De todas formas, puesto que fastidiar a Jager me ha puesto de buen humor, intento ser agradable para que Lyam no se sienta incómodo. Con suerte, además, le sonsacaré algo.

Me aproximo más a él y dirijo mi curiosa mirada a su rostro.

- Me parecías algo... Cortante -. Clavo mis brillantes ojos en él, iluminándolo-. Pero me lo habré inventado.

¡Y UN CUERNO!

Cuando la chica se acercó y clavó sus ojos brillantes en él, iluminándole, el chrysos entrecerró los suyos y colocó una mano delante de la luz. Volvió a chasquear la lengua y suspiró. No tenía ningunas ganas de que estar ahí y, mucho menos, de que la chrysos le interrogase o algo parecido. Si se hubiesen visto antes, probablemente le hubiese soltado una frase cortante y se hubiese ido, pero ahora tampoco tenía ganas de imitar su encuentro con Dehnel.

Forzó una sonrisa, desvió la mirada a otro árbol y apartó la mano.

—Sí — respondió con sequedad —. Imaginaciones tuyas, mujer... ¿Qué haces por aquí, por cierto? Es un poco tarde, ¿no?

Vaya una decepción. Hoy está bastante seco. Cada vez me intriga más el motivo de su molestia, y más le vale que no sea yo, porque no recuerdo haberle hecho nada... A no ser que hablara con Rais y le dijera algo que no debía, en cuyo caso tampoco debería estar enfadado sin más.

Lo miro de reojo.

- Estaba tomando el aire -murmuro, lo cual no es creíble, pero es tan poco creíble como que él no está raro-. Lo mismo podría decir yo de ti. Como sonrías un poco más de desgarras los labios.

Suspiro. No es momento de sarcasmos. La verdad es que el encuentro con Jager me ha dado ganas de tener más cosas molestas que contarle la próxima vez.

Sonrío de lado, acercándome a él con seguridad y cierta arrogancia.

- Supongo que no tienes ánimos para irte a dormir tarde hoy, ¿cierto? -inquiero divertida.

Asintió al escuchar las palabras de la chrysos y dejó escapar una suave risa. Se pasó una mano por el pelo, echándose unos mechones, que no tardaron en volver a su posición original, hacia atrás y desvió la mirada al suelo.

—Qué sarcástica... — murmuró. Chasqueó la lengua de nuevo —. Y, por si te lo preguntas, estaba dando una vuelta... Como tú.

Suspiró. En cuanto los zapatos de la chrysos entraron en su campo de visión, alzó la vista y clavó sus ojos en su rostro. Enarcó ambas cejas y forzó una sonrisa, antes de posar la mirada en el hombro derecho de la chica.

—Lo cierto es que no tengo muchos... — susurró. Luego añadió —: Aunque, bueno, es bastante tarde, así que supongo que ya me he ido tarde a dormir de una forma no intencionada... — Observó su otro hombro —. ¿Y tú...?

Lo cierto es que podía aprovechar para preguntarle por qué demonios le hablaba a Rais de él, pero dudaba que la chica le respondiese por las buenas.

Frunzo el ceño. ¡Por el amor de Mithos! ¡Este es el primer caso de menstruación masculina que he visto en mi vida! Algo muy malo he debido de hacerle.

Desvío la mirada bruscamente, dando a entender mi molestia.

- ¡No os entiendo a los hombres! Sois insoportables, todo el día gruñendo. Luego diréis que las mujeres nunca queremos sexo... Pero os hace falta que se os ofrezca una desnuda y bailando mientras menea los pechos.

Primero Jager enfadándose porque me acuesto con Lyam, luego Lyam enfadado sabe Mithos por qué y sin intenciones de contarlo. Ni siquiera lo estoy interrogando a fondo. Simplemente le hice las típicas preguntas que haría cualquier persona. "¿Estás bien?" ¡No hace falta andarse con juegos de miraditas al suelo, como los niños pequeños.

- Voy a hacerme lesbiana, joder -gruño para mí.

Una no puede tener un buen día. Desde luego, parece que por una vez que estoy de buen humor el mundo hace una alianza para joderme, y ni siquiera en el sentido deseado.

- Cuando estés de humor dímelo -mascullo antes de ir hacia el palacio.

No puedo evitar pensar, de alguna forma, que también yo estoy exagerando. De todas formas, será porque ellos no se aclaran.

*se va*

FdR- Alehyss enfadada nivel síndrome premenstrual

Alzó la mirada al escuchar el grito de la chrysos. Clavó sus ojos en el rostro de la chrysos, con las cejas enarcadas y la boca entreabierta, y negó con la cabeza un par de veces. Pese a que él quería responderle, no pudo hacer otra cosa que boquear porque no era capaz de encontrar espacio entre las palabras de enfado de la chica. Entendía que, tal vez, había estado demasiado seco con ella, pero no esperaba que se fuese a enfadar. Por Mithos, él no quería que ella se enfadase. Y tampoco estaba enfadado con ella. De hecho, lo cierto era que sus malos humos habían disminuido tras su discusión con el flamma. Si no quería verla, era por otro motivo, no porque precisamente estuviese molesto con ella porque no lo estaba (o al menos no directamente. Estaba enfadado con una situación que él se había buscado). Y tal vez podía haberse comportado de otra forma, pero... ¡¿Por qué nadie lo entendía?!

—A... Alehyss, no te enfades... — pidió, en cuanto encontró un hueco para hablar —. Mira, puede que me haya comportado de una forma bastante... Eh. Seca, pero... Joder, no es...

La despedida de la chrysos lo interrumpió. El chico observó cómo la chica se iba a Palacio y, aunque intentó seguirla para poder explicarse, ella se fue antes de que pudiese decirle algo más que "peropero" y "espera un segundo".

—¡¡WARGH!! — gritó, elevando los brazos hacia el cielo —. ¡¡¿Por qué siempre se va antes de que pueda explicarme?!! ¡Joder!

Suspiró y bajó la cabeza. Chasqueó la lengua.

—Ni tan siquiera estoy enfadado con ella, joder...

Permaneció unos minutos más en el río, pensando en qué momento de su existencia se había olvidado de cómo tratar a las chicas, y luego abandonó el lugar, dirigiéndose a Palacio. Ahora tendría que volver a encontrarse con la chrysos para disculparse. La sensación de deja vu que sintió hizo que volviese a suspirar.

FdR. NO. POR QUÉ. OTRA VEZ. POR QUÉ TT

El Palacio de Brontë empezaba a aburrirme, por lo que aquel día decidí salir a dar un paseo. Sin proponérmelo, había acabado en la orilla de un río, y aunque meterme en el agua no me parecía demasiado seguro, sí podía disfrutar chapoteando en la orilla.

Metí los pies en el agua con cautela, mirando al río con expresión severa, como advirtiéndole que no me jugara una mala pasada. A poco tiempo me había acostumbrado al agua, y fui remangándome los pantalones a medida que crecía mi confianza.

*Chapotea*

Corría sin camiseta, atacado por el magnífico sol y con la bruñida piel brillante por el sudor. Cualquiera que me viera diría que estaba entrenando, y, aunque eso era cierto, al mismo tiempo no podía evitar pensar que también corría para olvidarme de lo que había sucedido en las escaleras de caracol.

No llevaba mi arma, pues yo mismo era un arma si me lo proponía, y corría en contra de la dirección del río, ejercitándome paralelamente a él como si fuera una especie de camino que debía seguir sin pisar.

Vi a lo lejos, de pronto, una figura. MI vista no era demasiado buena, así que me detuve, no fuera a ser el asesino de Adela, y grité.

- ¡¿QUIÉN VA?!

Mis juegos se vieron momentáneamente interrumpidos por un grito que me hizo quedarme quieta. Miré alrededor, buscando su origen, y vi una figura grandota. ¡Un gigante venía a jugar! Salí deL río y me acerqué corriendo a el, con una enorme sonrisa. Me agaché junto a la orilla e hice de mi mano un cuenco que llené de agua para salpicarlo.

- ¡EL AGUA ESTÁ MUY BUENA! -exclamé.

¿Acaso creía que podía gritar más que yo? ¿Y quién era ella -porque su voz era femenina- para saber qué tipo de sabor me gustaba que tuviera el agua? Indignante por lo menos. Me ofusqué y grité por encima de su voz, sin acercarme ni un poco.

- ¡¡¡¡HE PREGUNTADO QUIÉN VA!!!! ¡¡NO OSES EVITAR LAS GRANDES PREGUNTAS DEL NOBLE RICK DEHNEL!!

Con eso seguro que la amedrantaba, y así no sería capaz de mentir. La gente que mentía a Rick Dehnel tenía que ser mucho más valiente de lo que eran los Dehnel y, creedme, eso no existía.

El gigante quería jugar, pero no con el agua. Sonreí. Me gustaba el reto. Con total calma, desdoble los pantalones, tomé a Amatista, que estaba en el suelo, y corrí hacia él, quedando aún a cierta distancia.

- Me encanta el queso -susurré muy bajito, clavando la empuñadura de la guadaña en el suelo con firmeza.

Estreché los ojos para darme cuenta de que había tomado su arma y corría hacia mí. Así que era cierto... Ella era una individua peligrosa. Bueno... Peligrosa para otros, pero no para el gra Rick Dehnel. No existía el peligro si se trataba de mí. Lo malo es que ella tenía un arma de filo y yo solo mis puños. Quizás no era buena idea enfrentarme a ella sin más.

Sin embargo, vi que decía algo. No pude oírlo, pero mi gran facultad para leer los labios me dio el mensaje de todoas formas. Ella había dicho "Acabaré contigo qeso". No estaba seguro de por qué había dicho queso, seguramente porque estaba loca, pero el resto del mensaje sí que estaba claro para mí, así que me puse en posición de ataque, con los puños en alto, y le planté cara.

- ¡DAME LO MEJOR QUE TENGAS, ENANA CONTRABANDISTA!

Me eché a reír de tal forma que acabé rodando por el suelo, agarrándome la barriga de dolor por las carcajadas. Cuando por fin pude calmarme un poco, me senté con las piernas cruzadas, saqué la pluma,el pelo, la escama y un par de piedras de mi bolsillo y las miré, ¿Esto quería? Pero no podía dárselo. Llené de aire mis pulmones y exclamé:

- ¡LO SIENTO, PERO SON REGALOS!

¿Regalos? ¿Para quién? ¿Para su despiadado líder del mal? Pues un noble como yo no podía permitir tamañay horripilante cosa.

Fruncí el ceño. Se debía de creer muy graciosa, pero yo pronto le iba a hacer cerrar esa enana boca de niña pequeña o parvus.

- ¡¿REGALOS?! -. Grité-. ¡¡NO SON MÁS QUE COSAS HURTADAS QUE HAS DE DARME SI QUIERES QUE NO TE AJUSTICIE!!

Ya vería lo poco gracioso que iba a ser todo. Y entonces el que reiría sería yo. ¡Yo y todos mis ancestros!

Volví a guardar las cosas en mi bolsillo y me levanté, con expresión angustiada. Pero pronto me relajé y sonreí. Me acerqué a él despacito y me paré a muy poca distancia para mirarlo desde abajo.

- Anda, ¡pareces muy fuerte!

Y reí otra vez. Era paradito, pero muy gracioso. Me senté en el suelo.

- Soy la amiga del chiquillo -comenté, asintiendo con firmeza.

¿Qué decía? ¡Sin duda esta parvus estaba loca! Pues solo los locos y los valientes osaban enfrentarse a un Dehnel enfurecido, y no había valiente tan valiente como para hacer eso conmigo, Rick Dehnel, último heredero Dehnel, que llevaba en mis venas toda la nobleza de todas las generaciones de Dehnel pasadas.

Sin embargo, puesto que me dijo que parecía fuerte, no debía de ser tan tonta.

- Claro que soy fuerte - sentencié-. Y no sé de qué chiquillo me hablas, pero espero que no sea un ladrón malandrín como tú.

La miré con cierta desconfianza. No parecía demasiado peligrosa.

- Es un chiquillo muy alto que vive en un sitio oscuro. Y es más divertido que tú. ¿No te gusta el agua?

Mientras hablaba, me levanté y mojé los pies en la orilla del río. Tanteé el fondo en busca de piedras, pero era un suelo fangoso que me chupaba los pies. Solté un grito sorprendido y una risita.

- Es una pena, porque las piedras son bonitas...

¿Un chiquillo alto? Esa explicación no bastaba para mi inteligente cerebro. Necesitaba algo más...

- ¿Me das su nombre al menos? -gruñí, algo malhumorado-. Y de paso el tuyo, o me veré obligado a tomar represalias.

La gente se divertía a mi costa como si fuera un estúpido, pero mi ágil mente podría con todos ellos en un abrir y cerrar de ojos. Por mucho que buscara piedras en el río para parecer inofensiva, yo no iba a caer tan fácilmente en sus artimañas.

Mientras chapoteaba en el agua, comencé a arrancar hierbajos de la orilla del río y a trenzarlos mientras tarareaba. Cuando terminé mi corona de hierbas, arranqué una flor con la que adornarla y me la puse. Luego cogí fango y me froté las manos con él, para dibujar luego marcas en mis brazos, que no tardarían en secarse al sol de la tarde. Ante la pregunta del chico rojo, respondí con dos palabras:

-Ayne. Stalon -puntualicé.

- Así que Ayne Stalon -. La miré de reojo-. Yo soy Rick Dehnel, hijo de Reick Dehnel, hijo de... ¡¡¡MÁS TE VALE RECORDARLO!!! Y deja de arrancar hierbas como si tuvieras tres años, que estamos aquí en una importante misión, no en una guardería. ¿Acaso crees que podrás solucionar el misterio que nos envuelve con simplemente cortar hojitas del suelo? ¡NO SEÑORA, NO!

Me crucé de brazos mientras hablaba. A esa niña había que enseñarle a ser educada, no como a la buena de Dew. Había que ver lo mal que hacían las clases bajas enseñando a sus hijos... Si yo fuera el padre de la humanidad, sin duda nos encontraríamos con una humanidad mucho más sana.

FdR- Te los llevas? He de irme ó.o

Me desperecé, suspirando. Mis pies se arrugaban en el agua, y yo ya estaba cansada de estar tan quieta. El chico Reick seguía hablando, y yo asentía.

- ¡ME VOY!-grité, poniéndome en pie de un salto, tomando la guadaña y echando a correr.

*Se va y Rick, desconfiado de lo que una asesina contrabandista como ella pudiera estar planeando, la sigue*

Ya llevaba mucho tiempo con la cabeza en otras cosas, liado, embotado... Así que decidí que ya era momento de volver a tonificar mi cuerpo, pues como no haga ejercicio voy a perder toda la hermosa materia muscular que luzco. Decido, pues, comenzar con algo de calentamiento, trotando desde palacio hasta el río que pasa cerca. Una vez allí, me desvisto y salto de cabeza, comenzando a remontarlo mucho mejor de lo que hubiera hecho un salmón, luchando contra la corriente que pretende arrastrarme en dirección contraria.

- ¡¡UNO!! -. Chof-. ¡¡DOS!! -. Chof-. ¡¡TRES!!

Y así...

*se queda nadando*

En uno de los paseos que doy para despejarme veo algo chapoteando en el río. Cuando me acerco un poco soy consciente de que es Dehnel, por lo que me acerco algo a la orilla y me quedo quieta, mirándolo, esperando que se detenga, si le apetece, para intercambiar un par de monosílabos e irme.

La verdad es que últimamente están pasando bastantes cosas, pero parece que los líderes han empezado a moverse un poco. Creo que ahora mismo sería un gran golpe de suerte toparse con alguno. Al menos para mí. De encontrarme con alguno, a excepción del caeruleus, tal vez pudiera conseguir alguna información mucho más útil que la sacada a los guerreros.

Mi entrenamiento se vio interrumpido por una amenazadora sombra que me cubrió con una espesa niebla de maldad, apestosa como el más desagradable gas del inframundo. Alcé mis ojos hacia el enemigo, entrecerrados como si su ponzoña los hiriese, y apreté los dientes mientras clavaba mis pies en el fondo del río para dejar de nadar.

- ¡¿QUÉ HACES AQUÍ, LESTER?! -le pregunté con educación-. ¡¡ESTOY ENTRENANDO!! ¡¡DÉJAME EN PAZ!!

¿Qué hacía ella allí? ¿Acaso quería envenenar el agua para matar a todos los seres vivos que allí habitaban? Ya me tenía muy harto esa maldita sidosa...