Islote

Cuando se levanta me giro y me aparto un poco. Su tono es algo diferente y su pregunta me hace fruncir el ceño, extrañado.

—Digo que quiero dormir contigo, Massen Dew. Creo que no he oído más significados para dormir en esta lengua —Repito la palabra en piscis y hago un gesto juntando las palmas a un lado de la mejilla. No entiendo cuál es el problema. No es algo que hagan solo en mi tribu.

Me aparto un poco más, negando.

—Vosotros dormís juntos porque confiáis en que no os atacaréis por la noche, puede que no confíes en mí, Massen Dew. Tú puedes elegir esas cosas. Es mejor que vuelva al bosque —Me pongo en pie, algo intranquilo. No quiero que Massen Dew vuelva a ponerse extraña.

Su reacción me pilló un tanto por sorpresa. Asentí, manteniéndome callada, aunque un tanto decepcionada. Cuando se levantó, me incorporé un poco más, aunque sin llegar a levantarme yo.

-Follow -llamé, tranquila, viendo que hacía amagos de huir-. Espera. No se trata de eso. No es una cuestión de confianza. Yo creo que tú no me atacarías por la noche, pero hay mucha gente en la que confío y con la que no dormiría. Duermes con alguien de quien quieres cariño -. Dudé un instante-. ¿Sabes lo que es el cariño?

Al final, las cosas siempre acababan complicándose con él. Pero en aquella ocasión, y después de tanto tiempo, sentía que tenía mucha más libertad y mucha menos responsabilidad, y eso me tranquilizaba.

No sabía si lo entendía. Yo tampoco, la verdad, y tenía la impresión de que no. Pero de nada servía sentarlo a hablar. Explicarle las cosas a Follow era difícil, y no parecía que tuviera muchas ganas de atender en aquel momento.

-Pero... -protesté mientras se alejaba.

Sin embargo, no me quedó más remedio que dejarlo ir. Me quedé mirando cómo se iba en silencio, y luego solté un bufido y lancé unas cuantas piedras al agua. Pues sí que avanzaban bien las cosas así, vaya.

Me eché de nuevo al agua, algo malhumorada. Y yo que había empezado a pensar que las cosas podían haber salido bien. Pero, al final, Follow era como Jun: no tenía ni idea de nada, y aunque eso incluía una exagerada falta de sutileza, ni siquiera era capaz de aceptar las evidencias y dejarse guiar por ellas.

Pues a pedir clases a Frikka, que tan de experta se las daba. Yo ya tenía saturada la cabeza.

*Se va maldiciendo a los chicos torpes*

Cuando pasabas demasiado tiempo en el agua helada era como si se te formase una capa ardiente alrededor del cuerpo, que se mantenía gracias al movimiento. O quizás fuese una cuestión meramente psicológica. En cualquier caso, el contraste con el aire frío al salir me arrancó otra carcajada de pánico.

Jun todavía seguía en el agua cuando yo llegué al islote, y en lo que esperaba no me podía estar quieta, salvo que quisiera acabar con una hipotermia. Bueno, era posible que la hipotermia la fuera a pillar igual. ¿Por qué estábamos haciendo aquello?

Eché a correr de un lado a otro de la cala, obligándome a mantenerme en movimiento en lo que Jun llegaba.

─¡Jon, apura, que me estoy helando! ─le grité a la noche.

Por mucho que nade rápido, al final ella gana, como era de esperar. No puedo decir que haya estado mejorando mis capacidades natatorias en Aqua. Aunque quizás podría sorprenderla con mis habilidades para patinar por el hielo o esquiar. Pero no, estamos nadando.

Llego suficientemente detrás como para que sea un poco triste, teniendo en cuenta la ventaja que le llevaba. Pero por triste que sea, cuando salgo del agua, tiritando, estoy riendo. Aunque a la risa se unen también las pequeñas convulsiones fruto de mi cuerpo tiritando.

-La verdad es que yo también. Y las toallas están en la orilla -le digo, saliendo finalmente del agua-. Por poco te gano, eh.

No por hacerlo hace menos frío. Ahora estoy empapado y rodeado de nieve. Pero no deja de hacerme gracia haberla metido en una locura como esta.

Me puse a dar saltos en el sitio, resoplando, sin saber muy bien si era de frío o de risa.

─Casi casi ─respondí, con los dientes apretados─. He tenido que pegar un buen acelerón al final, porque me dejabas atrás.

Al final decidí que, mojada como estaba, estaba mejor en el agua y me lancé de nuevo. El primer contraste me produjo una sensación de calor, pero seguía sin ser más que un lago helado, y como me quedase quieta me lo iba a demostrar con creces. Pese a todo, notaba un cierto calor por dentro, una sensación de júbilo que me costó un momento identificar. Ah, cierto, el alcohol. Asomé la cabeza del agua.

─¿No te parece que se está mejor en el agua? Yo aquí ya no tengo frío. Casi. Bueno, en realidad tengo bastante.

Pero seguía siendo mejor que en tierra.

Al final todo se resume en que nos reímos los dos, pero entre dientes, porque esta ha sido una idea espantosa. Pero bueno, nos reímos, así que tendrá su gracia.

Tiritando, veo cómo Massen se tira de nuevo al agua, y no puedo evitar alzar las cejas. Enseguida asoma su cabeza y lo cierto es que no sé qué responderle. Así que termino por coger carrerilla y saltar en bomba al agua. Sinceramente, está helada y es horrible. Pero como no sea capaz de meterme luego para ir a la orilla quizás acabe muriendo en el islote.

-Es posible que fuese buena idea ir a por las toallas-. De pronto parecen lejísimos-. ¿Otra carrera?

tengo las extremidades tan aterecidas que no ganaría ni a una tortuga. Aunque bueno, si es acuática quizás no sea tan sorprendente.

Alcé las cejas de pronto. ¡Una idea!

─¡Jun! ─exclamé.

Eché a nadar hacia él y le puse las manos, temblorosas, sobre los hombros.

─Jun ─repetí, alzando las manos para ponérselas a ambos lados de la cara, con expresión muy seria─. Jun ─murmuré una vez más, mirándolo a los ojos. Y entonces se me extendió una sonrisa por la cara─. Vámonos a las termas. Cogemos las toallas y todo y nos vamos corriendo a las termas. Ya verás como allí no hace frío.

Y, sin esperar respuesta, me separé de él y me sumergí para bucear a toda velocidad de vuelta a la orilla del lago.

Se me acerca tan de pronto que me sorprende. Repite mi nombre una, dos y hasta tres veces. ¿Qué se le habrá metido en la cabeza? Las termas, claro. ¡Si es mucho mejor idea! Y más con la nieve alrededor.

Se sumerge, pero por suerte no hablo con mi voz, y puedo transmitir cosas al colgante incluso aunque no pudiese escucharme en condiciones normales.

-¡Que conste que fuiste tú la que propuso venir al lago! -le digo, mientras echo a nadar tras ella, a la mayor velocidad posible-. Yo solo propuse que nos metiésemos en el agua helada. Pero diría que eres la mayor responsable.

Pues nada, a las termas. Peor que esto no puede ser.

*se van*