¡Novio a la fuga!

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A las diez de la mañana de aquel caluroso y soleado día, un mensajero llegó rojo de angustia y calor, portando una carta en la que se pedía la urgentísima presencia de algunos guerreros de Brontë en el Templo de Fulmen.

Debían presentarse en el lugar lo antes posible. No había tiempo para explicaciones.

De este modo, unos cuantos chicos del servicio se disiparon por el palacio, dando con algunos guerreros que, una vez informados de semejante noticia, no dudaron en reunirse con el mensajero que esperaba en la puerta y que les guiaría hasta el templo.

Una carroza les esperaba, de este modo irían mucho más rápido y llegarían en una hora, aproximadamente, pues al ser el Palacio y el Templo lugares de importancia, estaban bien conectados entre sí.

Una vez Rick, Inger, Corbin y Heylel llegaron a las puertas del templo, se encontraron a una bonita novia Sara Elander y a sus padres, los dos completamente histéricos y desquiciados, mientras ella presentaba un semblante serio y triste.

-¡Al fin aparecéis!- bramó su madre, muy emperifollada. - ¡Ese hombre! ¡Su futuro marido la ha dejado plantada a las puertas del altar! ¡Qué vergüenza! ¡Debéis traerlo hasta aquí para que Mithos pueda consagrar su unión!

-Ese chico... siempre tan imprudente... Sabíamos era inseguro, pero esto... ¡No presentarse el día de su boda es un infamia!- dijo su padre.

-Callaos...- habló la novia, acercándose al cuarteto.- Por favor, valientes guerreros de Brontë, traed a mi amado ante mí para que nos podamos casar felizmente- dijo entre lágrimas-. El honor y la vergüenza me dan igual, yo estoy enamorada de él y... no sé qué le pudo haber ocurrido. Es un joven muy indeciso, pero nunca creí que haría esto...- sollozó. - Por favor... - les suplicó.

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-No sé dónde puede estar...- añadió-. Nunca me cuenta a donde va cuando no está conmigo... Es muy reservado. Él vive en el pueblito de las colinas- dijo señalando hacia la derecha-. No está lejos... Quizás esté por allí- dijo rota de dolor.

-¡Por favor!- dijeron al unísono sus padres-. ¡Hagan feliz a nuestra hija! ¡Convenzan a Duncan Catler de que debe cumplir su promesa como un buen hombre!

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En cuanto tuve noticia de aquella misión no pude evitar lanzarme a la aventura. Y no porque me pareciese que solo alguien como yo sería capaz de enfrentar aquellos monstruos, sino porque el amor debía ser preservado por aquellos que lo respetasen y comprendiesen. ¡No en vano eran todos los demás personas crueles y sin escrúpulos!
Por esos pensamientos míos, cuando vi allí a Inger se me iluminó el rostro. Heylel debía estar allí, pues su matrimonio era ideal, y quizás Corbin buscase más historias que escribir, pero Inger... ¡¡Ella sí estaba en el lugar indicado!!

Cuando llegamos al templo nos encontramos una situación de lo más dramática. La hermosa novia, sola, me provocaba una tristeza solo leída en antiguos poemas. Yo jamás abandonaría a una mujer en el altar. Así era Rick.

-¡¡No se preocupen!! -exclamé, mirando a todos los presentes-. ¡¡Han elegido al grupo adecuado!! ¿Qué mejor que un hombre enamorado para convencer a otro de que está cometiendo un error? ¡¡El miedo no podrá contra el amor verdadero!!

Estaba seguro de que mis palabras serían apoyadas. También tenía claro que el amor de mi corazón conmovería al tal Duncan. No habría que usar la fuerza ni nada similar. Solo el calor de nuestros corazones.

-¡¡Vayamos al pueblo y hagamos entrar en razón a este amor confundido!! -bramé, mirando a mis compañeros.

Quizás yo había cometido muchos errores a lo largo de mi vida, pero este era el verdadero momento para expresar a Inger lo que significaba el amor para mí. Cuando a un hombre enamorado se le daban estas oportunidades... ¡Por Mithos que tenía que aprovecharlas! De no hacerlo sería un maldito y banal estúpido...

Quizás había sido él, el gran Mithos, el que había hecho dudar a Duncan solo para permitirme demostrar de una vez por todas lo que había dentro de mi gran corazón de fuego.

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Cuando los chicos del servicio vinieron corriendo a avisarnos de una misión que no podía esperar y nos llevaron en carroza hasta el templo de Fulmen había pensado en que, aunque todavía estaba algo herido, si era tan importante debía estar preparado y dispuesto a darlo todo. Ahora, frente al altar y viendo a esa pobre chica destrozada por su amor, me doy cuenta de que no puedo faltar a mi deber como guerrero.

¡Pobre muchacha! ¡En el día más feliz de su vida y que le ocurra esto! Seguramente el chico no ha tenido la culpa sino que ha tenido un accidente. Si de verdad estaban tan enamorados como para casarse, entonces el pobre debía estar en graves apuros para no haber asistido. ¡Por Mithos que ayudaría a aquella parece en apuros! ¡Por mi amor por Gabrielle y nuestro hermoso matrimonio que ayudaría a estas personas a ser tan felices como yo lo fui en mi día especial y como lo soy ahora! Me acerco a la chica con las manos unidas.

—Sara, no te preocupes, traeremos a Duncan. Confía en mí, este día y esta decisión es lo más bonito y feliz que ambos podéis experimentar. Como hombre casado te diré que si Duncan no está aquí será debido a que ha tenido algún accidente o problema, pues seguro que te ama y ahora mismo está sufriendo tanto como tú por no poder estar en el altar con la mujer que más ama en el mundo —Me sincero, con los ojos llenos de determinación y cariño —Nosotros lo ayudaremos y lo traeremos de vuelta para que podáis consumar vuestro amor y ser felices. Descuida —Le digo. Luego vuelvo a alejarme.

Miro a mis otros compañeros. ¡Que extraña coincidencia! ¿No será esto a lo que llaman destino? Rick, Inger, Corbin y yo, el que ha hecho florecer el amor entre dos de ellos y ha observado atentamente si esa flor se marchitaba por la creciente presencia de un tercero.
Un novio desaparecido, un trío en discordia y yo, el defensor del verdadero amor. Las palabras de Rick me habían hecho creer en su ferviente sentimiento. ¡Demostraré que el amor entre dos personas es inquebrantable!

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Corbin, en cuanto oyó hablar de una misión urgente, se encaminó con decisión al templo, tal y como el mensajero les había pedido que hicieran. Al llegar allí, no pudo evitar que lo embargara una enorme desilusión. ¿Un novio perdido? ¿En serio era eso?

Miró alrededor, serio y en silencio. ¿A qué venía tanto alboroto por parte de sus compañeros? ¿En qué les incumbía a ellos aquel asunto? Es más, ¿por qué había acabado enrolado en aquello? ¿Qué le importaba a él aquel estúpido hombre y su estúpida fuga? ¿Qué le importaba a los guerreros todo aquel asunto?

Pese a sus opiniones, decidió permanecer en silencio. No quería sembrar discordia. Se limitaría a su trabajo y punto. Un trabajo que, esperaba, tuviera algo de interesante, aunque no tenía pinta de ir a serlo.

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Al escuchar hablar de una misión, no dudé en apuntarme. Salvando la misión de los bismontes, no había ido a ninguna otra y creía que ya era hora de que hiciese algo productivo. Sin embargo, al llegar al templo al que debíamos ir, no pude evitar sentirme ligeramente decepcionada. Entendía lo grave que podía ser para la familia Elander aquel plantón, pero ¿era realmente necesario pedirle ayuda a un supuesto ejército? ¿No podían solucionar el tema por sí solos? Aquella clase de temas me parecían demasiado íntimos; si ellos como pareja tenían algún problema, debían ser ellos mismos quienes lo solucionasen, no un grupo de guerreros. Además, obligar a alguien a casarse no era ético, por mucho que ya se hubiese comprometido. Huir tampoco era la solución, evidentemente, pero tal vez se hubiese asustado. Y si se había asustado, nosotros, apareciendo como celestinos, sólo aumentaríamos sus miedos y dudas.

Suspiré y, de reojo, observé a Rick, que vociferaba que nosotros haríamos entrar en razón a Duncan.

—A lo mejor ya no quiere casarse... —susurré—. A lo mejor cambió de idea o... Eh... Se asustó... O le entraron dudas... Esas cosas pasan. Y si se asustó... No sé, tal vez deberíamos dejar que hable con Sara, sin más... —Observé a los presentes. Luego, me encogí sobre mí misma y añadí—. Aunque sólo es una opinión. No tenéis que escucharme si no queréis...

Me llevé una mano a la nuca. Heylel, al igual que Rick, también parecía dispuesto a entregar a Duncan a la familia, así que dudaba que mi propuesta fuese escuchada. De soslayo, miré a Corbin, preguntándome qué pensaría. No había dicho nada.

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Después de obtener sus primeras impresiones de la misión y de conocer el posible paradero del novio fugado, los cuatro decidieron que sería buena idea apresurarse y acercarse al cercano pueblecillo que se veía al fondo. Sin duda, era el lugar más probable de encontrar al Duncan.

Sin embargo... ¿por dónde empezar? En el pueblo había establos, una tienda de ultramarinos, una taberna, un hostal y casas con sus correspondientes campesinos.
Era hora de remangarse y comenzar a buscar por todo el pueblo a Duncan.

FDR: Tenéis un turno de libertad. Buscad y poneos de acuerdo para encontrar a Duncan. Vosotros decidís.

Edad : 36 Mensajes : 1009

Corbin parece no tener nada que decir al respecto e Inger parece querer ponerse del lado del novio. Lo veo lógico, es una chica bastante empática según mi parecer.

—Lo encontraremos y hablaremos con él, a ver qué le ha pasado —Comento a Inger mientras nos encaminamos al pueblo, para dejarla más tranquila. Tampoco es cuestión de traer al muchacho por las piernas, pero también hay que tranquilizar a la pobre chiquilla, que seguro que estará destrozada.

Cuando llegamos al pueblo, miro a mi alrededor.

—Creo que, si hablamos de un chico perdido podría apostar por el establo, por si ha tenido problemas con su carroza o caballo o por la taberna si necesitaba consejo... —Miro a mis compañeros —¿Qué opináis?

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Me crucé de brazos y asentí a las palabras de Heylel. No quería quitarle sentido a las palabras de Inger. De hecho, podía ser que ella tuviera razón, pero no me apetecía desanimar a la joven novia. ¡Mi misión era dar esperanza!

-Lo solucionaremos -añadí tras las palabras del aether, sonriendo.

Sentía mucho optimismo. Creía que sería ir al pueblo, coger al tipo y llevarlo a su boda, pero nada más llegar al pueblo me di cuenta de que no era tan simple. Allí había tantos lugares para esconderse que...
Las palabras de Heylel me hicieron volverme hacia él, algo escueptípico.

-Yo creo, sin duda, que ha de estar en la taberna, ahogando sus penas. Si se ha venido abajo, es lo más normal. Y esperemos que el alcohol no lo haya llevado al hostal...

Agité la cabeza varias veces, quitándome aquello de la cabeza. Aquello no podía ser. El amor vencería.

-Yo apuesto por la taberna -sentencié al fin, esperando las opiniones del resto, pero bastante seguro.

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Corbin soltó un suspiro exasperado, descontento con su tarea. Inspiró hondo y trató de contenerse. No era tiempo de mostrar su buen o mal humor. Era tiempo de ponerse a trabajar. Incluso algo como aquello podría llegar a ser un buen entrenamiento.

Escuchó sin intervenir las discrepancias entre sus compañeros. Finalmente, avanzó un paso hacia ellos y habló. Qué más daban las hipótesis si no hacían nada al respecto.

-Deberíamos separarnos -propuso con voz monocorde-. Encontrarlo será más rápido si cada uno busca en un lugar. También sería conveniente interrogar a los vecinos. Ellos lo conocerán y podrán darnos una buena descripción física que nos ayude en nuestra búsqueda, quizá una pista de su paradero. Incluso opiniones acerca de su carácter que nos ayuden a entender por qué no se presentó ante Sara -. Los miró a los tres, uno por uno-. Podemos tomar un tiempo para buscarlo por separado y poner un punto de encuentro a una hora determinada. Una vez reunidos, con o sin el novio, podremos poner en conjunto nuestras averiguaciones. Así, Rick, podrás buscarlo en la taberna y sus alrededores; tú, Heylel, puedes buscarlo en los establos; Inger puede escoger si interrogar a los vecinos o buscarlo en la zona de la tienda y yo me ocuparé de otro sector. Podemos volver a reunirnos aquí en... ¿tres horas? Es un pueblo pequeño, espero que sea tiempo más que suficiente.

De nuevo, repasó a sus compañeros con la mirada, sin variar la seriedad de su gesto, esperando una respuesta.

Edad : 31 Mensajes : 1308

Tras hablar con la novia (y después de que mis palabras fuesen ignoradas), llegamos al pueblo, dispuestos a encontrar a Duncan. Mientras observaba el lugar, no podía evitar sentirme más descontenta. ¿Por qué debíamos meternos en aquello? Se suponía que esta clase de sucesos lo solucionaban la novia y el novio, no terceras personas. Ni tan siquiera los padres deberían tener mucho que decir. No entendía qué pintábamos ahí, ni el gran entusiasmo de Heylel y Rick. Tampoco entendía por qué Corbin no hablaba, pero suponía que la misión no sería de su agrado. A fin de cuentas, tampoco era del mío.

De brazos cruzados y en silencio, escuché las palabras de mis compañeros. Cuando los tres terminaron de hablar, miré a Corbin y asentí. Separarse era una gran idea; acabaríamos antes así.

—A mí me parece bien lo que has dicho —dije. Luego, en voz más baja, añadí—. Aunque, si no te importa, preferiría no tener que interrogar yo a los vecinos... —Esbocé una mueca—. Dudo que se me diese bien. Pero, eh, bueno... Si hay que hacerlo, lo hago...

Bajé la vista y me llevé una mano a la nuca. Luego observé a Rick y Heylel, preguntándome qué dirían.

Mensajes : 1439

Al final decidieron acudir todos a lugares diferentes, con el fin de cubrir la mayor cantidad de terreno posible, por lo que Heylel, raudo, se dirigió a los establos.
Una vez en el lugar, aparentemente desierto, se dedicó a buscar por todo el interior y, cuando se dio cuenta, vio como la sombra de un hombre sospechoso de largo pelo (que fue lo único que pudo observar a tiempo) saltó de una de las cuadras vacías por una ventana cercana.
Heylel, asomado en ella (pues no pudo perseguirlo ya que la ventana no era muy grande) pudo ver cómo se perdía en la parte de atrás del hostal.

Mientras tanto, a varias decenas de metros, Rick había apostado por la taberna. Después de preguntar al gerente y a un par de mozas, los tres le dijeron que Duncan había pasado aquella mañana, sobre las diez, por delante de la taberna, mientras tiraba del brazo de una chica aether vestida de verde, pero como pasó tan rápido, no le pudieron ni siquiera preguntar quién era ella.

Corbin, por su parte, decidió ir a hablar con el tendero de los ultramarinos. Sin embargo, Inger presentó su molestia ante tener que hablar con los vecinos, por lo que el claritas decidió cambiarle el puesto.

Inger, muy amable, le preguntó a la tendera sobre el chico al que buscaban y la señora, algo corta de vista (según denotaban sus enormes gafas), dijo que lo había visto pasar muy de mañana con un ramo de flores hacia los establos sobre las diez, diez y cinco.

Corbin preguntó a unos cuantos vecinos que se encontró por las calles y, en claro sacó que Duncan había subido y bajado del pueblo demasiadas veces como para que algo cuadrase, pues cada persona del pueblo a la que le preguntaba, decía algo distinta a la anterior o que chocaba con lo que otro le decía a continuación.

[...]

Al cabo de un tiempo, los cuatro se reunieron y expusieron toda la información. Excepto Heylel, que tenia una prueba visual, el resto habían obtenido un montón de información que, puesta toda junta, carecía de mucho sentido...

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Expuse lo que había descubierto al grupo con intención de que se sintiesen orgullosos de mí, pero no tardé en notar que no era el único que había descubierto algo. De hecho... ¡Parecía que todo el mundo había visto al tal Duncan aquella mañana! Quizás tenía varios gemelos idénticos, pues dudaba que alguien pudiese hacer tantas cosas en el día de su boda, pero no ir a casarse.

-A ver... Ordenemos todo esto cronométricamente. Entonces... -comencé, recopilando-. Duncan fue a la taberna sobre las diez con una mujer aether del brazo... Luego -. Miré a Inger-, poco más tarde, lo vieron con un ramo de flores yendo al establo -. Mi vista se detuvo en Heylel-. Y tú viste a alguien allí escapando por la ventana hacia el hostal.

Me acaricié la barbilla, pensativo. ¿Sería el de los establos Duncan? Porque, si ese era el caso, sonaba más a un hombre no prometido en matrimonio... Quizás...

-Esto huele mal, pero puede que todo tenga una explicación. Muchas veces las cosas no son lo que parecen...

Triunfaría el amor. Sin duda. Porque me encargaría de ello personalmente, aunque tuviese que mirar al amor a los ojos, atarlo y enseñarle lo que era correcto. Pero el amor, fuerza todopoderosa, no podía perder.

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Tras haber visto a aquel hombre correr hacia los establos y puesto que no quedaba demasiado tiempo hasta la hora acordada para reunirnos de nuevo, me dirigí junto a mi grupo para contarles la noticia. ¿Sería aquel Duncan o un ladronzuelo?

En cuanto compartimos informaciones se me hace un nudo en el estómago. ¿En serio ese era Duncan? Un ramo de flores es bastante lógico si va a casarse pero, ¿una mujer aether? Escucho a Rick con atención, mirando consecutivamente la cara de mis compañeros.

—No vi a ninguna mujer en el establo... De todas formas, el hombre se dirigía hacia el hostal así que diría que fuéramos hacia allí lo antes posible —Les advierto con apremio. —Primero encontrarlo y luego ya aclararemos el asunto —No me gusta hacerme ideas preconcebidas sin tener datos fiables, pero aquello no pintaba del todo bien. Dunca, Duncan... ¿Qué estarías haciendo?

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Tras hablar con los vecinos del pueblo, Corbin había acabado por exasperarse aún más. Se suponía que, si buscaba información, sería más secillo avanzar, pero se había encontrado con que aquellas personas no se aclaraban. Estaba claro que, o no prestaban demasiada atención, o alguien estaba dando información falsa. El problema era discernir cuáles eran los datos que valía la pena mantener.

Su humor no mejoró al encontrarse con que sus compañeros habían conseguido información que difícilmente cuadraba con la suya. Eso, si mantenía la esperanza de que algo de su información pudiera cuadrar en todo aquello. Así pues, todas sus esperanzas se centraban en lo que Heylel había visto.

-Estoy de acuerdo -afirmó cuando este propuso ir al hostal-. Como mínimo, si no lo encontramos, encontraremos a alguien que lo haya visto. Si es que en este pueblo hay alguien que diga algo con sentido. Pero trataremos de encontrarlo.

No esperó a oír las respuestas de sus compañeros. Tenían prisa y no había más que hablar.

Edad : 31 Mensajes : 1308

Pese a que hablar con una única persona era más sencillo que hablar con cientos, poco pude sacar de mi conversación con la tendera. Entre mi nerviosismo al hablar y lo poco que parecía saber ella, sólo averigüé que había visto pasar a un hipótetico Duncan con un ramo de flores alrededor de las diez, en dirección a los establos. Esperaba que mis compañeros tuviesen algo más de suerte, porque con aquello poco íbamos a conseguir.

Por desgracia, aquello no resultó ser así. Los datos de mis compañeros no eran ni muy exactos ni abundantes. Rick había averiguado que lo habían visto en la posada con una mujer, Heylel había visto a un hombre huyendo en los establos, y no tenía muy claro qué había descubierto Corbin. Aquello era extraño (¿por qué tantas vueltas?), aunque, de alguna forma, parecía confirmar que Duncan no quería casarse. Tal vez se había enamorado de otra mujer y Sara no le dejaba en paz. A lo mejor Duncan eran la víctima de aquella historia. O a lo mejor aquel no era Duncan y estábamos siguiendo a un hombre que nada tenía que ver con aquello. Quién sabía.

Asentí cuando Heylel propuso que fuésemos al hostal, pero no me puse en marcha hasta que Corbin comenzó a caminar. Detrás de él, fruncí levemente el ceño.

—Cuánta prisa, Corbin. —Sonreí—. ¿Has pensado que a lo mejor deberíamos dejar tranquilo al novio? Qui... quiero decir, sé que es nuestra misión, pero... —Miré su nuca— ¿no crees que realmente este asunto lo deberían tratar entre ellos...?

No quería generar discordia, pero aquello llevaba escamándome desde el inicio. ¿Qué clase de familia le pedía ayuda a un ejército para que llevasen a alguien a un altar? Por muy prometidos que estuviesen, aquello era muy raro.

Mensajes : 1439

A toda prisa, los cuatro se dirigieron al hostal y, una vez se hubieron identificado, el posadero les dijo que Duncan estaba arriba con una señorita, pero que creía haberle visto bajar antes, pero no estaba del todo seguro si era él o no.

Pese a todo, los cuatro subieron y entraron en la habitación en la que se le había dicho que se alojaban ambos y cuando entraron, se encontraron a un hombre de pelo largo con una aether. Sin duda, era Duncan.

¿Qué hacía con aquella mujer? ¿Por qué estaba el día de su boda en un hostal? Y sobre todo, por qué tenía aquel semblante tan apocado? Parecía querer decir algo, pero no ser capaz.

Todas aquellas preguntas y primeras impresiones rondaron la mente de los guerreros.

FDR: Esta vez actualizaré después de que se hayan producido los dos primeros post.

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Al abrir la puerta de la habitación, Corbin se adelantó a sus compañeros, entrando el primero y con cierta brusquedad. Ignorando deliberadamente a la aether, fijó su vista en el hombre, serio.

-Duncan -llamó con sequedad-. Te están buscando.

No añadió nada más, sino que permaneció donde estaba, junto a la puerta, mirándolo fijamente. Parecía estar esperando algo. O, tal vez, no sabía muy bien qué debían hacer ahora que habían encontrado al desaparecido.

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Apurados, nos dirigimos rápidamente al hostal en busca de aquel hombre que había visto correr hacia el lugar. El posadero nos informa de que, al parecer, Duncan se encuentra arriba con una mujer y me asombro de la situación. ¿De verdad que es él?

No tardamos en subir y encontrarlo con una aether en la habitación, con gesto extraño. ¿Es Duncan? Al fijarme parece que sí, que se trata de Duncan.

Miro a Corbin cuando le dice que lo estamos buscando y luego sigo mirando la escena. Se supone que se casa, ¿le habrá pasado algo? Espero que esa aether sea su hermana o su cuñada. Me niego a pensar que está pasando algo tan terrible antes de una boda... Trago saliva y me atrevo a hablar.

—Creo que debes un par de explicaciones —Me atrevo a decir, algo alicaído.

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La mujer se sobresaltó y se refugió detrás del sorprendido hombre. Este, por su parte, se puso de pie y comenzó a tartamudear. -¿Qu-iénes s-sois? - preguntó, aunque en el fondo, intuía quiénes eran o, por lo menos, quiénes los podría enviar.
-E-e-esto... no es lo que parece- dijo negando con la cabeza y con las manos. -Yo...

Entonces, detrás de los cuatros guerreros apareció otro "Duncan".
-¿Qué pasa aquí?- preguntó, serio. - ¿Por qué los estáis molestando?

Edad : 32 Mensajes : 2682

Cuando subimos y Corbin abrió aquella puerta no pude evitar enrojecer de pura y absoluta indignación. Aparté al claritas para entrar en la habitación y alcé agresivamente el puño, agitándola al ritmo de mis palabras.

-¡¡MALDITO MALANDRÍN!! ¡¡ESTO QUE ESTÁS HACIENDO NO MERECE EL PERDÓN DE NINGUNA DAMA NI NINGÚN MITHOS EN TODO MITHOS!!

Una voz me hizo volverme. ¡Otro Duncan en la habitación! ¡¿PERO QUÉ DEMONIOS SUCEDÍA?!

-¡¿Dos?! ¡¿Qué clase de trampa es esta?! No podéis engañarnos...

Di un paso atrás, buscando a mis compañeros con la vista. Tal vez uno de ellos tuviese un contrahechizo para resolver qué Duncan era real.

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Ante los gritos de Rick el chico trata de disculparse y, aunque me gustaría detener al flamma para que el muchacho no se ponga más nervioso de lo que está, en parte puedo entender su indignación.

—Rick, venga, seguro que tiene una buena explica... —Pero antes de que pueda terminar de hablar con mi compañero, poniéndole una mano en el hombro, escucho una voz a nuestras espaldas y, al darnos la vuelta, pluf, otro Duncan.

Lo observo con gran sorpresa un momento. Este parece bastante más seguro y calmado. Parpadeo un par de veces.

—¿Sois hermanos? —Acabo por preguntar: Miro alternativamente a uno y otro y finalmente acabo hablando con el que acaba de llegar. —Estamos buscando al Duncan que tendría que estar casándose con Sara Elander —Explico humildemente.

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Finalmente llegamos al hostal y encontramos a Duncan, que estaba con una aether en una de las habitaciones. Corbin fue el primero en hablar y Heylel el segundo; Rick, por su parte, fue el primero en gritar, afirmando que lo que el muchacho hacía no tenía perdón. Yo, mientras tanto, me preguntaba si realmente él y Sara estarían prometidos. Por la escena, el chico no parecía muy interesado. Aunque sí hablaba con bastante nerviosismo. No obstante, tartamudear no era sinónimo de ocultar algo. Yo titubeaba mucho y no tenía grandes secretos ocultos. O al menos no muchos.

Di un paso hacia delante, adentrándome en el lugar, acercándome a Rick. Quería decile que se calmase, que dejase que la gente se explicase antes de comenzar a chillar. Sin embargo, antes de que pudiese decir nada, otro hombre apareció en escena. Otro Duncan, mejor descrito.

Al ver al segundo Duncan, alcé mucho las cejas, sorprendida, pero no tardé mucho en bajarlas para dibujar una expresión de absoluta confusión en mi rostro. Volví entonces la mirada al primer Duncan, y luego miré a mis compañeros, preguntándome qué estarían pensando. ¿Eran gemelos? ¿Hermanos muy parecidos? ¿Uno de ellos eran una ilusión hecha por un conjuro? ¿O uno era una marioneta? Recordaba haber leído un cuento donde un mago se hacía una marioneta idéntica a él mismo para poder burlar a un vil bellaco. A lo mejor aquí ocurría lo mismo. A lo mejor uno era una marioneta con la que el auténtico Duncan pensaba fingir su muerte para huír de los Elander. Y tal vez la aether iba a ayudarle porque él no sabía magia. Y tal vez entonces, cuando se librasen de aquella familia, ambos se irían a vivir felizmente a un pequeño pueblo, lejos de este sitio.

—¿Quién es el auténtico Duncan? —Miré a ambos hombres—. ¿Quién huye de Sara Elander...? O, bueno... A lo mejor no huye y, eh... —Me pasé una mano por la nuca. Afirmar que huía de la chica tal vez no fuese buena idea. A lo peor mis compañeros no aceptaban que quisiese irse—. ¿Qué está pasando aquí...?

Miré a mis compañeros, sonrojada. Luego tragué saliva y bajé la cabeza.

Edad : 33 Mensajes : 1068

Rick entró en la habitación con gran energía, haciendo que las voces de sus demás compañeros quedasen algo apocadas frente a sus gritos de indignación. Corbin retrocedió un par de pasos, pegándose a la pared junto a la puerta, y cruzó los brazos.

Frunció el ceño, volviéndose a la puerta, al ver entrar al otro hombre, exactamente igual al que habían encontrado en la habitación. Corbin se llevó una mano a la cara, aburrido de toda aquella pantomima. ¿Qué pasaba con aquel Duncan?

Se mantuvo en silencio, alternando la mirada entre ambos hombres, expectante.

Mensajes : 1439

-Flick y yo sómos hermanos. -Cortó el "Duncan" que había aparecido por la puerta. El verdadero.
Cuando escuchó el nombre de Sara Elander se le crisparon los nervios, dando un puñetazo a la pared. - Esa zorra... mira que le dije que...

Entró en la habitación y se sentó al lado de su gemelo y de la chica aether.
Flick ante los berridos recibidos por Rick y la situación en general, estaba bastante asustado, por lo que no dijo nada.
-Está bien- dijo cruzándose de piernas.- Os lo contaré.- carraspeó.

-Veamos... Sara y yo fuimos novios durante más de siete años. Sin embargo, es una mujer horrible. Yo me enamoré de su belleza, pero os aseguro que es una zorra desconsiderada a la que sólo le importa la imagen, los vestidos, vivir cómodamente y tomar el té a su hora. Hace tres años que quiero dejarla, pero se ha vuelto una paranoica. Una loca. Me persigue por las noches. Una vez me la encontré subida a una escalera a las tres de la mañana para ver si estaba en mi cama durmiendo solo o con otra. - Se dejó caer sobre la cama, con las piernas colgando y las manos en la nuca. -Que se joda- dijo de medio lado, con una sonrisa traviesa.- Esa de ahí es mi nueva novia, Olidia. Me pienso largar hoy mismo a Ventus con ella -se irguió.- Y no dejaré que me lo impidáis - dijo enseñando los dientes.- Mirad. Hagamos un trato. Si me dejáis marchar... doblaré cualquier recompensa que os haya ofrecido esa jodida loca. ¿Qué os parece?- rió. -Flick lleva haciéndose pasar por mí durante casi dos años. Nos intercambiábamos. Yo es que no soporto a esa guarra - rió, resuelto y chulo.- Si quieres casarte con ella...- le dijo dándole un codazo a su hermano.

Este reaccionó azorado.-Bueno yo...- dijo rascándose la nuca.
-Bah, no disimules. Si te gusta- rió Duncan.- Además "la Sara" tiene pasta. Aprovecha, chaval- dijo dándole un golpe en la espalda.

-A mí... - Flick miró a los guerreros- A mí me da igual.- Tragó saliva.

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Al parecer el hombre que acaba de aparecer a nuestra espalda es Duncan y el otro que es igual a él se llama Flick. Se me hiela la sangre cuando llama algo horrible a su prometida y lo observo con los ojos muy abiertos a causa de la sorpresa y el shock.

Cuando empieza a contarnos su historia no doy crédito. Una mujer obsesa un hombre -al parecer- muy... independiente, una nueva novia y un hermano enamorado... Creo que la cabeza me da vueltas. ¿No falla algo en todo esto? ¿Por qué Sara continúa amando a Duncan si es Flick quien la ama a ella? ¿¿Y por qué no se lo han dicho antes?? Me tomo unos segundos para recapacitar, creo que no me entero... En serio, no doy crédito...

—Pero... —Digo, primeramente. Aunque la verdad no sé qué decir. Me callo y luego pongo mis ideas en orden —Independientemente de cómo sea ella, si no la quieres está bien que no os caséis pero... Flick —Tomo aire. ¿Por qué han liado todo esto? —Yo personalmente no voy a obligarte a casarte si no quieres, Duncan. Y mucho menos si amas a otra mujer. Pero si tu hermano quiere a Sara y Sara lo quiere a él -aunque lo haya estado llamando Duncan- creo que deberíamos ir allí y explicárselo. Al menos decirle a quién ha estado queriendo esos dos años... —Comento, bastante perturbado. Pensaba que simplemente era una cosa de dudas o miedo y al final parece un verdadero circo.

—No quiero perturbarte a ti ni perturbar a Sara, pero creo que la respuesta es muy simple. Nos acompañáis todos, se lo explicamos y punto. A fin de cuentas, es solo un nombre —Claro que sí. Sara ha estado amando a Flick todo este tiempo, y Flick a Sara. Aunque se hiciera llamar Duncan es él mismo. ¿Qué más importa? —A no ser que Flick no quiera casarse con Sara, claro...—Añado. Es una ~~horrible~~ posibilidad, pero...

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