Aryde

Cuando Rick se presentó ante ella, Aryde ya lo esperaba junto al campo de batalla, sentada en una roca al borde del camino. Tenía un enorme espadón ante ella, que afilaba con una piedra de amolar, con calma pero con detalle. Cuando vio llegar al caballero, la chica se levantó, dedicándole una sonrisa.

-Buenos días, señor -lo saludó, alegre-. Es un honor que haya accedido a mi petición. Lo estaba esperando.

La chica se levantó, tomando del suelo también un hacha corta y un puñal, que se colocó firmemente sujeto a la cintura. El hacha, en cambio, la dejó a una cierta distancia, junto con su morral y demás pertenencias. Se dirigió, entonces, al campo de batalla.

-Supongo que me corresponde establecer las reglas del duelo, ¿no es así? -indicó, con cierta seguridad-. El campo en el que nos encontramos es el terreno de combate. Salir de sus lindes se considerará rendición, sin importar si se trata de una acción voluntaria o no. El combate se alargará hasta que uno de los dos se rinda o no pueda seguir luchando.

Empuñó su espada, larga y de doble hoja, con una sola mano, manteniéndola a su derecha.

-¿Algo que añadir?

Había accedido sabiendo que se trataba de una mujer porque esperaba hallar a una guerrera, y tenía que aprender a enfrentarme a aquello. Mi incapacidad para plantar cara a las mujeres en el campo de batalla comenzaba a ser un problema grave, pues no sabía cuándo me tocaría enfrentarme a una que realmente fuese malvada y, si entonces no podía obrar, mis compañeros y yo mismo correríamos peligro. Además de que con aquello solo contaba con una más de tantas debilidades, algo que un guerrero de Brontë, algo que yo no podía permitirme.

Cuando alcancé el lugar, sin embargo, sentí una opresión suave en el vientre. Porque aquella que estaba allí no era una fuerte mujer de dos metros y torso y brazos de varón. Era como una guerrera cualquiera de Brontë: una mujer de aspecto imponente, pero femenina a la vez. Y la primera de sus sonrisas bastó para hacer que sintiese cierto flaqueo y desease maldecirme.

Hice una reverencia, buscando saludar y serenarme a la vez, y al erguirme, muy serio, me presenté.

-Soy Rickiard Dehnel, guerrero de Brontë. Es un honor poder enfrentarme a ti.

Iba más armada que yo, pude observar. Parecía, en efecto, una auténtica y poderosa guerrera. Y entonces, ¿por qué...?
Inspiré profundamente, desenvainando a Värdjas también, manteniéndola en la diestra de momento.

-De acuerdo, lo comprendo -indiqué asintiendo, apretando la mandíbula. ¿Acaso estaba nervioso? Así la empuñadura con ambas manos y la aferré bien para desquitarme un poco-. Estoy listo -añadí, finalmente, poniéndome en posición.

¿O no lo estaba...? ¿Acaso no lo estaba?

La sonrisa que la chica le dedicó mientras se preparaba también era, desde luego, gentil y encantadora. Tras una reverencia, comenzó. Parecía estar evaluándolo, y se la veía tranquila, casi calculadora. Además, en sus ojos había un brillo de curiosidad, como el de unas expectativas que se espera ver cumplir muy en breves.

Su primer movimiento fue suave, una caricia, un tanteo. Con gestos lentos, sin prisa, apoyó suavemente el filo de su espada contra la de Rick, frotando ligeramente un filo contra el otro, dejando escapar el afilado susurro del acero. Fue avanzando el arma por el filo de su oponente, con una lentitud que no indicaba ataque, como buscando al mismo tiempo el punto en que el oponente entraba en su guardia y mantenerlo calmo a él.

Entonces, con un rápido impulso, entró en la guardia del flamma, agachándose ligeramente para atacar por debajo de los brazos, directa al vientre.

Contuve las ganas de tragar saliva cuando me sonrió. Parecía tan dulce y simpática... Ni las armas que llevaba consigo le quitaban aquel delicado aire de dama que la envolvía.
Ni siquiera me sentía capaz de sonreír yo también. Me sentía muy rígido y serio. Esperaba no darle la impresión equivocada de ser un guerrero desagradable. Debía dar buena imagen a Brontë y, por supuesto, a mí mismo y a mi familia, ya que había dado el apellido.

Cuando los aceros se rozaron sentía los brazos bloqueados. El saludo era lo que iba antes del combate. ¿Y estaba yo seguro de que podría combatir en buenas condiciones? Porque ni siquiera cuando había invocado a la copia de Lea, que no era la Lea auténtica...

La miraba a los ojos mientras se acercaba. Sentía algo de presión en el estómago, y tenía la sensación de que todo iba tremendamente despacio. Hasta que, de pronto, no iba tan despacio, porque de pronto comenzaba.

La cabeza no me funcionaba correctamente. Todo lo que pude hacer en el momento, al tiempo que daba un paso atrás, fue buscar su arma con la mía, descendiendo a Värdjas en interponiéndola ante su acero, en medio de su avance para bloquearla. Necesitaba detenerla de cualquier manera, pero sin lanzar un golpe. Y era, de alguna forma como si me hubiesen clavado al suelo.
Soltarme...
Tenía que soltar el cuerpo. Estaba demasiado tenso.

Buscaría, entonces, empujarla desde la espada para obligarla a retroceder. Necesitaba... todo el tiempo que pudiese. Necesitaba concentrarme un poco más.

Rick bloqueó el avance de Aryde con gesto un tanto rígido, aunque sin problema. Se encontró, sin embargo, con que hacer retroceder el arma de la chica no era una tarea tan fácil como podría haberle parecido en un momento, y con que necesitaba fuerza para hacerlo. Consiguió, de todas formas, que ella retrocediera un par de pasos, alejándose de él cuando así su gesto se lo impuso.

Eso no significaba, por supuesto, que Aryde fuera a esperar, como hacía él. No perdió tiempo en volver a cargar, aprovechando su último apoyo hacia atrás para impulsarse hacia adelante, cambiando el filo de lado para cargar por el otro lado, siempre más dispuesta a avanzar que a retroceder.

Cuando logré detenerla sentí cierto alivio, pero entonces, al empujarla, me encontré con que la fuerza que respondía a la mía no era la que esperaba. Apenas pude separarla de mí con esfuerzo y la miré frunciendo el ceño. Desde luego, no podía decir que aquello hubiese sido lo que cualquiera hubiese pensado a primera vista.
No tuve mucho tiempo para darle muchas vueltas, porque ella arremetía de nuevo. Inspiré profundamente y me impulsé hacia atrás para abrir más distancia entre ambos mientras lanzaba un golpe de mi filo contra el suyo, buscando apartarlo con violencia hacia un lado.

Necesitaba concentrarme. Necesitaba avanzar, no retroceder. Necesitaba salir de aquella situación que me ponía tan en desventaja, pero...

Si lograba apartar su arma, soltaría un momento la zurda para apuntar a su rostro e invocar un flagrare. Quizás aquello me permitiese ganar algo de terreno. Pero, sin embargo, si veía que con aquel despeje no podía deshacerme de aquella maldita espada, me impulsaría hacia el lado contrario al de su ataque para alejarme un poco más.

Tenía que avanzar. No podía olvidar que salir fuera también era ser derrotado.

FdR- Au ;O;

Cuando los filos chocaron, un sonido metálico se extendió por el aire. La solidez de Värdjas, más grande que la espada de ella, le permitió a Rick apartar el filo de su camino, aunque desviarlo no fue tarea fácil. De todas formas, Aryde se vio obligada a retirar su espada si no quería perder la empuñadura de las manos.

Rick alargó entonces la mano hacia ella, dispuesto a lanzar un hechizo contra su cara. Los claros ojos de la chica se abrieron con un gesto que podría interpretarse de entre sorpresa y alarma. Desde luego, ella no había establecido que la magia estuviera prohibida, así que no podía oponerse a lo que se le echaba encima.

No por ello iba a aceptarlo, por supuesto. Con un movimiento ágil, flexionó las rodillas hasta ponerse por debajo del filo de Värdjas, lo que le sirvió para evitar el fuego. Desde su posición, dirigió el filo de su arma en horizontal contra las rodillas de Rick, dispuesta a hacerle perder su base.

De momento, parecía que lograba evitarlo. Evitarla. Y, si bien el flagrare no la alcanzó, pude ver cierto miedo en sus ojos. Si supiera que mi magia no era para tanto probablemente no se hubiese puesto así, pero, de todos modos...

No tuve mucho tiempo para darle vueltas a aquello. Se agachó, obligándome a reaccionar enseguida. Como mi filo apuntaba hacia abajo...
Aquello no podía permitírmelo, claro. Pero ella sí atacar a las piernas, ¿no? Era muy innoble por su parte ponerme en una situación tan delicada. Porque yo no quería partirla en dos, pero...

Flexioné las rodillas un instante para saltar con fuerza y ganar la máxima altura posible. Quería saltar por encima de su arma. Y, mientras lo hacía, giraba a Värdjas en las manos para lanzar un golpe descendente a su cabeza. No iba con toda la fuerza, pero aún así era un impulso importante. Y quizás no la cortase a la mitad, pero estaba seguro de que si la alcanzaba le iba a doler.
Y lo sentía tanto...

Rick saltó para esquivar la espada. Aryde la había lanzado en una estocada completamente horizontal, así que el flamma pudo evitarla con su salto. Por supuesto, para cuando quiso caer sobre ella la chica ya se apartaba con un salto en diagonal, recuperando la guardia y mirándolo con una sonrisa encantadora mientras ofrecía su filo de nuevo.

Aryde no tardó en atacar del nuevo. En seguida se lanzaba con una estocada por la derecha, hacia las manos de su enemigo. O eso amagó, porque pronto corrigió la dirección, tomando la espada con ambas manos y corrigió su posición para acercarse más, buscando el hombro de Rick en un ataque rápido. Rápida como una ráfaga, sus manos cambiaban la dirección de la espada al momento, buscando nuevos cortes.

Logré entarla, pero ella hizo lo propio con mi golpe, que no la alcanzó, y para cuando estuve de nuevo preparado volvía, dispuesta a atacarme.
Era más rápida que yo, aquello ya había quedado claro, y su arma más ligera, lo que le daba más soltura. Y al ser una mujer me costaba tremendamente atacar, pero, de hecho...

Como ella atacaba a mis manos las alcé con fuerza, casi con furia, irguiendo el cuerpo para mostrarme más grande y poderoso, tratando de imponerme por encima de ella. Y entonces descargué todo el peso de mi arma con potencia, tensando los músculos para ayudarla a caer sobre ella, buscando maximizar el impacto contra su cuerpo, aunque siempre con el filo hacia el lateral para no llegar a cortar incluso si la alcanzaba.

No fue hasta mitad del movimiento que me di cuenta de que el suyo había sido un amago, pero decidí, de todas formas, llevar el mío hasta el final.

A Aryde no le pasó por alto que su enemigo ignoraba tanto su finta como sus estocadas, lo que supuso para él un buen número de cortes en el brazo y el hombro, e incluso uno en la mejilla. Todos ellos superficiales. Y a la joven no le salió gratis aquella embestida.

Para cuando quiso esquivarlo, el arma ya estaba sobre ella, y algo en la presencia del flamma la hizo quedar paralizada un instante. Cuando reaccionó, su única posibilidad fue agacharse y encajar el golpe como mejor pudo. Pese a ello, no pudo evitar un grito de dolor. Antes de que él tuviera tiempo de seguir con aquello, Aryde se echó al suelo como pudo y rodó sobre sí misma, alejándose de su enemigo. Para cuando se puso en pie, a cierta distancia, jadeaba, y sostenía su espada únicamente con el brazo derecho.

Pese a todo, se mantuvo en guardia, dispuesta a continuar.

Apreté la mandíbula con su grito, tratando de olvidar que se trataba de una mujer, de hecho. Me lo ponía difícil. No obstante, cuando vi que se alejaba y se ponía en pie de nuevo fui consciente de que había aguantado.
Y si podía aguantar...
Claro, era una guerrera, no una dama. ¡Debía concienciarme de aquello!

Por primera vez, ella estaba en guardia sin abalanzarse. Aquel era, entonces, mi momento de atacar. Pero, lo viese como lo viese, era evidente que sus capacidades físicas me habían impresionado. No lo aparentaba a primera vista, pero era realmente fuerte, y yo no podía enfrentarla con tanta ventaja como había pensado.
Tenía que aprovechar el momento en el que conseguía poder avanzar.

Me impulsé a por ella, lanzando un flagrare hacia su torso para obligarla a moverse mientras recortaba distancias. Tras aquello asía de nuevo a Värdjas con las dos manos, aprovechando mi impulso hacia ella para tratar de hacerla encajar una estocada al viestre. Dada la longitud de mi arma, esperaba que mi ataque la alcanzase. Y, aún si no lo hacía, contaba yo mismo con una distancia de seguridad que ella debía atravesar si quería llegar a mi cuerpo.

Aryde lo esperó, y cuando él se lanzó, lo vio venir. Manteniendo la espada en la mano derecha, se agachó para evitar su golpe, encogiéndose ágilmente. Rick quiso aprovechar la oportunidad para lanzar una estocada a su vientre, pero Aryde interpuso la espada, bloqueando su ataque. Había bajado el centro de gravedad de su cuerpo, y aunque parecía evidente que estaba estable, le costó un tanto resistir el envite.

De todas formas, no dudó en contraatacar, impulsándose hacia adelante para lanzarse con envidiable rapidez hacia él para superar la distancia que los separaba y lanzar un tajo diagonal, desde el hombro izquierdo a la cadera derecha.

Me evitaba en todo momento, pero aquella era una señal más de que no debía rendirme. Aunque me parase, el combate no estaría perdido hasta que yo me rindiese y lo diese por perdido. Me quedaba fuerza para seguir luchando, y debía superar aquella barrera fuese como fuese. Era un reto importante. Y si cortar era negativo, parar golpes no lo era, al menos.

Viéndola venir de aquel modo, no había mucho más que hacer que aquello. Utilicé la pierna derecha, ya que venía por la izquierda, para pivotar, interponiendo la espada verticalmente entre mi cuerpo y la suya, pero con el rostro girado hacia la muj... guerrera. Tras aquello, aprovechando mi posición lateral con respecto a la suya, me lanzaría a por ella con el hombro por delante, buscando derribarla con un placaje.
Si mi bloqueo daba resultado, Värdjas estaría entre su espada y mi cuerpo, de modo que con un acercamiento como aquel esperaba evitar un contraataque con el arma por su parte. A menos espacio, más le costaría liberarla.

Rick corrigió su posición para recibir a Aryde, que se lanzaba hacia él con la espada por delante. El chico contaba con algo más de fuerza, y cargó con todo el cuerpo contra ella para hacerla perder terreno. Aryde se vio obligada a retroceder con cierta brusquedad, llegando a perder el equilibrio por un instante.

Aryde no podía permitir que sus pies titubearan, así que trató de afianzar su postura y retirar la espada para una nueva estocada que la impulsara otra vez hacia adelante. Parecía poco dispuesta a flaquear, y menos aún a dejar que Rick lo viera.

Funcionaba. No necesitaba rajarle la cara como un malvado malandrín hubiese hecho para repelerla. Poco a poco me daba cuenta de aquello y me sentía un poco más seguro.

Cuando pareció que perdía el equilibrio traté de reaccionar para aprovecharme de aquello. Debía llevar las riendas del combate. No era por ser quien yo era, Rick Dehnel, o algo así. Era por Brontë. Yo representaba a Brontë y debía demostrar a aquella guerrera lo que Brontë significaba.

Envié un flagrare contra su cabeza para tratar de evitar un avance por su parte y luego interpuse a Värdjas ante mí, ligeramente diagonal para permitirme la visión, con un lado de la hoja vuelta hacia ella y la izquierda apoyada sobre el otro para mantenerlo firme ante cualquier impacto. Quizás no era un escudo, pero dada su anchura podía intentar utilizarla de aquel modo.
En cuanto sintiese que su acero chocaba contra el mío fomentaría el encuentro, buscando empujarla un poco más, despejando su espada con un golpe, de derecha a izquierda. Si salía bien, crearía una oportunidad de ataque, dejándola desprotegida en lo que recuperaba la guardia.

El flagrare obligó a Aryde a desviarse ligeramente de su trayecto, pero no flaqueó al enfrentar a Rick. Värdjas, sin embargo, se interpuso entre ella y su enemigo, con un choque fuerte. En aquella ocasión, compensó el choque con su elasticidad, de tal forma que casi al momento de unir su espada con la de Rick retrocedía para imponer un nuevo ataque.

Aquello no sentó muy bien al flamma, que se preparaba para embestirla y se precipitó hacia adelante sin el peso de ella. Aryde vio su oportunidad para, girando sobre sí misma, acompañar el avance de Rick con su filo, persiguiendo al flamma desde su nueva posición.

No salió tan bien como esperaba. Parecía inalcanzable. Yo no era mucho más fuerte, pero nunca llegaba a ser capaz de dar con su cuerpo por completo. Tenía que pensar algo mejor, pero no en aquel momento.

Viéndola girar, solo pude tratar de aprovechar mi impulso hacia adelante para avanzar a mayor velocidad, buscando salir del alcance de su arma. La trayectoria, sin embargo, no siguió siendo recta, sino que se volvió diagonal: al avance se sumó un desplazamiento lateral que se alejaba de ella. Un ataque a la espalda como aquel podía dejarme mal parado.

En cuando hubiese ganado la distancia suficiente, me volvería hacia ella, violento, pasando entonces al avance. Lanzaría una potente estocada hacia su pelvis, pero a aquellas alturas ya contaba con que me esquivase. Por aquello, tendría los brazos preparados para, en cuanto la punta del arma la rebasase, barrer hacia su cuerpo, hacia sus piernas, con fuerza, buscando desequilibrarla o incluso hacerla caer.

Rick aceleró el embiste que había tomado, buscando cambiar la pérdida de equilibrio por el inicio de una carrera. Eso le permitió alejarse de la espada de Aryde, que solo llegó a rasgarle la ropa, sin tocarlo, y también evitar una caída.

Aryde no quería dar tregua, así que lo siguió, con lo que el choque fue violento cuando ambos se encontraron. La chica interpuso su espada para evitar el golpe, pero solo la sujetaba con una mano, así que no consiguió afianzarla lo suficiente para detener el golpe del todo. Rick continuó el ataqué descendiendo hacia las piernas y Aryde se encontró saltando para evitar la espada.

El embiste de Rick la había desestabilizado un poco, con lo que su salto no fue muy bueno. La espada del flamma pasó junto a sus pies, empujándolos, de tal forma que cuando volvió a tocar suelo, no fue capaz de hacerlo de pie. Aryde trató de rodar a un lado para alejarse del arma de su enemigo.

Al notar cómo el filo me rozaba, que la tela cedía ante él y se desgarraba mientras yo seguía avanzando, sentí también que se me erizaban los pelos de la nuca. Pero era...
¡Era estimulante! ¡Era como burlar la muerte por poco! Era, de alguna forma, estar un poco más vivo, pues me había salvado de una buena herida.

-Eres diestra con la espada -admití entre dientes, con una sonrisa que empezaba a emerger, cuando me detuvo de nuevo.

Y mi ataque siguió el plan inicial. Creí que fallaría al verla saltarlo, pero al final, con éxito, la vi perder el equilibrio. No perdí un instante tras aquello y me abalancé sobre ella con fiereza. Sostenía la espada solo con una mano para tener la otra libre para enfrentarme a la guerrera sin necesidad de armas.

Mi intención era alcanzarla antes de que se irguiese y pasar de espadas a las manos. Si no se levantaba, si conseguía que soltase su arma y aprisionarla bajo mi cuerpo, entonces podría hacer lo propio con Värdjas y poner la situación un poco más a mi favor, esperaba.
De todas formas, no me desarmaría sin más. Lo primero era evaluar la situación.
Ella había mostrado otras armas, al fin y al cabo, al principio de todo aquello.

Aryde no pudo evitar una sonrisa complacida, incluso un leve rubor ante el halago, lo que contrastaba tremendamente con su fiereza en combate. No respondió a las palabras, y tampoco pareció que estas la desconcentraran. O quizás no respondía para evitar romper el ritmo de su respiración y perder el aliento. Rick no podía saberlo.

Aunque era más rápida, arrastrarse por el suelo no era un método de desplazamiento tan eficaz como una carrera. De todas formas, a Aryde no la amilanó la perspectiva de tener a aquel hombre enorme echándose sobre ella. Reaccionó con la misma cabeza fría que había mostrado a lo largo de toda la contienda.

Rick había soltado una mano de su mandoble para lanzarse sobre ella, y eso lo volvía muy vulnerable. Aryde, contando con el suelo como apoyo, solo necesitó volver hacia él la punta de su espada, amenazando con atravesarlo con ella si avanzaba más de lo debido. El flamma se vería obligado a frenar o a ensartarse él mismo con el arma.

De modo que iba a jugar a aquello de las amenazas...
Tuve que clavar los pies en el suelo para intentar frenar antes de sucumbir a la derrota por mis propios medios. Incluso giré un poco el cuerpo para tratar de evitar la punta incluso si ella pinchaba. Pero no me bastó con aquello, por supuesto.

Tirando del arma con un gesto brusco, recuperé el agarre doble, y enseguida lanzaba un golpe hacia su mano derecha. Llevaba tiempo sin usar la otra, por lo que si lograba evitar que usase también aquella se vería sin herramientas para sostener la espada.
A no ser que pasase a hacerlo con los dientes. Y, de verdad, si me encontraba con un caso como aquel pasaría a tenerle un mayor respeto del que podía imaginar.

Por el momento la mano. Luego ya se vería.
Tenía que azotarla...

Aryde estaba esperando que Rick frenara, así que en momento en que el flamma aún lo hacía, retiró su arma para tomar impulso y levantarse, echándose hacia atrás. Con aquello evitó que la espada saliera volando de su mano... pero no que la punta de Värdjas se encontrara con su cara en el proceso en que la espada bajaba y ella se levantaba, pasando peligrosamente cerca de su ojo derecho.

Aquella vez, Aryde no pudo evitar un grito. Cuando se levantó del todo, retrocediendo con aspecto algo torpe, una línea roja le bajaba por la mejilla, como una lágrima sangrante. Se llevó la mano a la misma y la encontró roja en un instante. Pese a ello, se armó de nuevo, obligándose a ignorar la herida que, trataba de convencerse parecería muy probablemente más grave de lo que realmente era.

No atacó, sin embargo, sino que dio un salto hacia atrás, armándose mientras retrocedía, cautelosa.

Al ver lo que sucedía abrí mucho los ojos, sin poder evitarlo. Tardé un momento en saber cómo la había alcanzado, aunque tenía claro que lo había hecho. Y cuando vi la sangre de su mano levanté la vista hacia la cara con urgencia, sintiendo un alivio inmediato al ver el ojo sano.

Tragué saliva con torpeza. De pronto me sentía muy incómodo, algo paralizado.
Afiancé el agarre de las manos, tratando de ponerme en marcha de nuevo. Era como si me hubiese quedado pegado al suelo...
Tenía que lanzarme...
Tenía que...

Me armé, serio. Inspiré profundamente. Estaba lejos, así que no podía lanzarme sin más. Pero me acerqué, de todas formas, enviando un flagrare por delante a su mano, buscando, de nuevo, poder acceder a ella obligándola a mantenerse en movimiento.
Pero ya no me sentía tan seguro...

El momento parecía haber afectado a ambos por igual, reduciendo el ritmo del combate. Los movimientos de ambos parecieron volverse más cuidados, más cautelosos. Pero, poco a poco, el combate volvía a la marcha. Aryde no volvió a retroceder, y Rick avanzaba.

La chica afianzó el agarre de su arma y avanzó en diagonal, esquivando sin dificultad el flagrare que Rick le enviaba. Pronto buscaba de nuevo su carne con el filo, ignorando la sangre que le caía por la cara, concentrada en encontrar un hueco en su guardia para llegar a su torso.