Aryde

No había forma de tumbarla. Alcanzarla parecía imposible. Pero ya había podido comprobar que no lo era, de hecho, aunque hubiese sido un accidente.

Yo iba hacia ella, de modo que detemerme sería más complicado que para ella cambiar de rumbo. Y en cuanto la vi venir fui consciente de que no podía seguir retrocediendo sin más como hasta aquel momento.
Tenía que desarmarla. Necesitaba desarmarla como fuese.

Me centré en bloquear su corte interponiendo mi hola entre el cuerpo y el arma. Pero solté la zurda para hacerlo. Ella también usaba una mano, y esperaba poder contrarrestarla de la misma forma para, mientras tanto, enviar un flagrare hacia sus manos con la zurda.
Mi magia podía no ser muy poderosa, pero con ella contaba con la posibilidad de golpearla si Värdjas fallaba.

No la había visto usar ningún hechizo, por otra parte. ¿Acaso estaba siendo innoble...?

Aryde encontró el filo en su camino, bloqueando su avance, y vio cómo Rick le apuntaba a la mano con su fuego. Apretó los dientes y la mano, dispuesta a soportarlo, y el hechizo impactó contra su guantelete, sin causarle mayores daños.

Cambió entonces la dirección de la hoja para liberarla y, aprovechando que Rick había pasado su espada a una única mano, atacó por el flanco desprotegido, de nuevo en busca de la carne, concentrada.

¡Demonios! ¡Parecía no haber forma de hacer aquello!
Fruncí el ceño, concentrado, nada más ver que mi hechizo le hacía... Pues lo esperado. Quizás hubiese imaginado que la soltaba por algo como aquello, pero ella ya había demostrado ser más que capaz de aguantar.

Tenía que ir un paso más allá. Tenía que lograr más de lo que estaba logrando...

Aquella vez cuando atacó no retrocedí, sino que me impulsé hacia ella, embistiendo con mi cuerpo. Era bien sabido que las espadas cortaban más en la punta que en la base de la hoja, de modo que por fuerte que fuese su corte suponía que no le serviría tanto si yo estaba pegado a ella, de modo que impidiese la buena posición del filo. Y era un arma demasiado grande como para apuñalar, desde luego.

Apreté los dientes, de todos modos, preparado para un dolor nada inesperado. Si ella podía abusar de su velocidad y agilidad yo lo haría de mi tamaño, desde luego.

Rick no evitó el filo enemigo, y este cortó la ropa y la carne en su costado, por debajo de las costillas. Su avance, a un tiempo, frenó y afianzó la hoja en la herida. Pero Aryde no tuvo tiempo de continuar con el corte o retirar la espada. Porque, aunque fuera fuerte, Rick era manifiestamente más pesado que ella, y tenía ventaja al embestirla.

Aryde trató de clavar los pies en el suelo, de afianzar su posición, pero era inútil. El golpe la lanzó hacia atrás, haciéndola caer al suelo. La espada, en el costado de Rick, retrocedió un poco con ella, cortando un momento más antes de salir despedida hacia un lado.

En su posición, Aryde se obligó a actuar deprisa. Sacó de su funda el puñal que llevaba y lo lanzó contra el muslo de su enemigo, buscando clavarlo y conseguir con ello una distracción. Prácticamente al momento, se lanzaba a recuperar su espada, que había quedado en el suelo, a su derecha y algo por delante de ella.

Dejé ir un gruñido al sentir mi carne ceder, pero no por aquello me detuve. Mi objetivo estaba claro: tumbarla. Por eso, cuando la alcancé y la vi salir despedida hacia atrás. Eso solo hizo mayor la herida que ella me estaba provocando, y apreté los dientes para que me ayudase a soportar del dolor del filo resbalando sobre mi piel.

Era el momento de actuar. En cuando vi que caía, volví a impulsarme hacia ella. Me lanzó un arma, y me esforcé por dar rigidez a mi piel, contrayendo los músculos, buscando que penetrase lo menos posible en mi cuerpo. No podía permitirme retroceder a aquellas alturas. Tenía que seguir avanzando.
Buscaba interponerme entre ella y la espada, alejando esta incluso de ella con una patada si hacía falta, para obligarla a un enfrentamiento cuerpo a cuerpo en el que yo pudiese ganar ventaja y no me viese obligado a herirla con un filo.

El puñal de Aryde traspasó la ropa de Rick, pero cayó al suelo sin hacerle el menor daño. La chica no pareció reaccionar al respecto. Vista la situación, tenía que cambiar su estrategia, y se echó al lado contrario, alejándose de él y de la espada, buscando escapar.

Era más rápida que el flamma, pero no parecía sentirse muy segura ya, viendo que, a pesar de que la herida de su costado sangraba visiblemente, el flamma estaba más preocupado por imponerse a ella que por su propia salud. Aryde, queriendo escapar, invocó un nairea para cubrirse, desplazándose por la niebla sin ser vista, y cambiando de dirección en el interior de la misma, camino de su hacha, que había dejado al borde del camino. Quizás debería haberla llevado a la espalda, aunque el flamma tuviera menos armas que ella.

Apreté los dientes al verla alejarse. En aquella situación no creía que tuviese posibilidades de alcanzarla, y ella era más rápida que yo. De todos modos sí que envié un flagrare hacia ella, que iba delante, apuntando a sus pies. Quizás pudiese hacerla caer, tropezar o, al menos, entorpeciese su marcha, lo que me facilitaría alcanzarla.

También yo fui tras Aryde. No podía darle tregua a aquellas alturas, tratando de ignorar el dolor. Si me había causado aquellas heridas, si yo las había permitido, debía ser con un buen motivo: demostrar mis capacidades. Tenía que honrar el nombre de Brontë. No en vano era el representante.

En cuanto entrase en la niebla tendría que ir con más cuidado. Ninguno de los dos vería allí dentro, así que los ataques podían venir de cualquier zona.

Rick envió un hechizo tras la chica, pero su puntería le falló, y ella se movía demasiado rápido. Era evidente que la mejor solución no era esperar a que se alejase, así que el flamma echó a correr tras ella, dejando olvidadas la espada y la daga de la chica. Y, en contacto con la niebla, perdió la visión.

No fue más que un instante. Según Rick entraba en el banco de niebla, este ya empezaba a disiparse. Pero su cautela y el cambio de dirección de la chica lo desorientaron un momento, y cuando la localizó de nuevo, ella se acercaba ya al borde del campo, dispuesta a hacerse con su hacha.

Por mucho que la persiguiese, alcanzarla parecía imposible. Pese a todo no me rendí, y en la niebla busqué en todas direcciones, tratando de no perder un segundo en dar con ella. Y lo hice, al final lo hice. Estaba cerca del borde del campo. Quizás aquello pudiese jugar a mi favor.

Le lancé un flagrare a la cara, sin perder tiempo, y tras él fui yo, cargando hacia ella para reducir distancia, preparando ya una estocada que la enviase fuera del área que ella misma había determinado.
Era otra forma de terminar con aquello. Quizás podría echarla fuera y nadie tendría que sufrir más daños de los que ya nos habíamos causado.

Como fuese, había llegado demasiado lejos como para rendirme.

El flagrare de Rick no tenía ninguna oportunidad de llegar a su destino, pues la chica ya se estaba agachando para recoger su arma cuando Rick lo lanzó. De todas formas, sí consiguió tensar el ambiente, poniéndola algo nerviosa.

Aryde lo vio avanzar con la espada por delante, y aunque llegó a coger el hacha, en su expresión se veía el agobio. En lugar de contrarrestar lo que se le venía encima, se encogió, cansada de tantos empellones, poniendo el hacha ante sí pero sin dar ninguna señal de ataque. Y, cuando ya tenía a Rick prácticamente encima, habló.

-¡Me rindo! Me rindo... señor.

Por entre las manos, alzó un ojo para mirarlo. Jadeaba y, observándola en detalle, se notaba que estaba bastante más cansada de lo que había pretendido aparentar. Sus ojos se clavaron en el costado de Rick, allí donde su espada había cortado la carne.

Cuando dijo aquello yo estaba a punto de descargar un nuevo golpe, pero enseguida tensé las manos y los brazos, deteniendo el ataque a tiempo. Bajé a Värdjas, entonces, mirándola, y en cuanto pude esbocé una sonrisa. Terminé por colgarme el arma a la espalda, relajando ya la postura.

-Lo cierto es que no me esperaba lo que encontré -admití, con una viril sonrisa-. Eres una guerrera muy buena. Ha sido un placer tener la oportunidad de comprobarlo-. Hice un gesto hacia su hombro, componiendo un gesto más preocupado-. Creo que me pasé con ese golpe. Lo siento... ¿Puedo hacer algo al respecto?

Fui consciente, también, de cómo me miraba ella a mí, y terminé por llevar una mano al costado, apretando la herida que aún sangraba con una sonrisa de disculpa. De alguna forma era culpa mía, también.

-No te preocupes por esto. Tiendo a lanzarme demasiado. Deberé tener más cuidado a partir de ahora, supongo.

Le dediqué una reverencia. Lo cierto era que parecía una muchacha encantadora, aunque al mismo tiempo hubiese conseguido que olvidase que lo era.

La chica pudo incorporarse cuando Rick dejó de estar echado sobre ella, y correspondió a su sonrisa con una dulce, extraña por el corte que tenía en la cara, que pese a todo no empañaba el brillo azul de sus ojos. Ofreció a Rick una reverencia.

-El placer ha sido mío, mi señor. No siempre se tiene la oportunidad de medirse con Brontë -respondió, manteniendo el mismo buen humor del primer momento, pese al cansancio-. Creo que ambos deberíamos descansar. Si a mi señor le place, guardo algunas vendas y otros materiales en mi morral. Así, ambos podremos adecentarnos un poco.

No parecía guardarle el menor rencor. De hecho, se mostró encantadora, ofreciéndole no solo su material sanitario, sino también algunas provisiones en forma de alimentos, y compartió con él su bota de vino. No era un vino muy bueno, como Rick podría notar, pero ella lo ofreció con toda su buena intención.

-He aprendido mucho de usted, señor -declaró cuando, por último, se separaron-. Tengo objetivos distintos a Brontë, pero soy fácil de encontrar si se me necesita, y especialmente si el número de mithones es alto. Espero volver a verlo, señor.

Tras aquello, cada uno siguió su camino.