Adelina.

Marik parecía el único con la cabeza amueblada en aquel momento, pues aportó, muy sabiamente, la posibilidad de utilizar a Kaguya para trabajar con aquellas setas. Por su parte, la mente de Aloe estaba ocupada manteniendo a su dueña consciente y Gabriel directamente parecía haberse dejado el cerebro en casa, pues ajeno a cualquier indicio de peligro, decidió tomar una de las setas rojas sin pensárselo demasiado.
Parecía que haber caído de un puente a un río furibundo no le había servido de lección al piscos, que tuvo suerte aquella vez; pues en cuanto arrancó la seta roja, esta dejó caer un montón de esporas sobre su mano. Parecía que aquella "lámpara natural" había acumulado muchísima luz durante años y ahora no podía más, pues al mínimo movimiento, la seta dejaba caer un chorretón de partículas luminosas sobre el bosque frondoso. Si se agitaba, la cantidad de luz que desprendía era generosa. Los chicos averiguaron la forma de una herradura en el barro a sus pies.

Gabriel parecía sano, sin síntomas de envenenamiento por contacto, urticaria o muerte instantánea, por lo que el grupo volvía a tener algo de luz portátil para seguir hacia las profundidades del bosque en busca de Adelina.
Por su parte, Aloe se tranquilizó un poco ante el aumento de la luz. Además, aquellos sonidos parecían haberse alejado.
Por ahora.

DADO: 1

Una piña me golpea la cabeza y no viene sola. Las palabras hirientes de Gabriel me hieren más si cabe que el piñazo.
Hundo la cabeza entre los hombros y respiro hondo.
—Tranquilo, Marik... tranquilo... —dejo salir el resto del aire y continúo. No voy a entrar. Aprieto con fuerza los puños.

Cuando el descerebrado arranca una seta al azar, un chorro de adrenalina me recorre el cuerpo. Quiero cogerle la cabeza y abrírsela contra el tronco del árbol. Estoy MUY enfadado.
Observo a Aloe, que a pesar de estar asustada, permanece pegada al "tipo popular". Pegada al alto. Al de buen tipo. Suspiro de nuevo. Ahora paso de estar enfadado a triste.
Aloe comenta que ha escuchado algo, pero sinceramente, si cada uno va a hacer lo que le da la gana, yo también, por lo que ignoro los ruegos de la cláritas. Si tanto miedo tiene, que la proteja Gabriel... sorbo por la nariz. Me siento un poco mustio. ¿Por qué Aloe no vino a refugiarse a mi vera? Creí que éramos amigos. Por culpa de Gabriel se ha mazado entera. Pudo haber muerto incluso en ese río.
La luz de la seta que ha arrancado el degenerado este me devuelve un poco a mis cabales. Marik... céntrate. Tú no eres así. No eres rencoroso ni celoso ni nada de eso. No vale la pena. Venga... ve a ayudar. Aporta.
—Agítala bien, Gabriel. Necesitamos esto bien iluminado. Sopla. Sopla fuerte para extender las esporas. Hazme caso por una vez en tu vida, cabezón —le digo, serio.
Veo a Aloe.
—¿Te encuentras bien? —me acerco a ella y le acaricio el dorso de la mano con la mía, pequeña—. Tranquila. Todo saldrá bien. Don "A la mierda" parece tenerlo todo controlado —aprieto una sonrisa cariñosa.

Gabriel se laza a por la seta y a Aloe le recorre un escalofrío.

—¡No! ¡Espera! —Pero tras unos segundos en los que se queda helada, no pasa nada. Suspira con gran alivio al ver que la seta alumbra a su alrededor al moverla y recupera un poco la compostura—No notas nada, ¿verdad? No parece que las esporas hagan nada tampoco —Abre la boca para que alguna se le pose en la lengua y, aunque no es muy agradable, no parece sentir ningún sabor peligroso.

Se queda un momento quieta al darse cuenta de lo que acaba de suceder. Podía haber probado aquellas setas para comprobar si eran peligrosas, pero en medio de su ataque de ansiedad ni siquiera se le había pasado por la cabeza. "Menudo numerito de guerrera, Aloe..." Se avergüenza.

Da un pequeño respingo al notar la mano de Marik y vuelve desde su mente a la realidad, escuchando a Marik. Todavía está bastante intranquila en esa oscuridad, pero ha recuperado el control. Sonríe con amabilidad ante la amabilidad de Marik y le agarra de la mano. Con su mano libre se coloca un mechón detrás de la oreja.

—Gracias, ya estoy un poco mejor. ¿Te importa que me agarre? —Pregunta, aferrando la mano del parvus. Sentir el contacto con alguien le da cierta seguridad—Parece que hay unas marcas de caballo, tenemos que seguirlas —Añade mirando a Gabriel por ser el que ilumina la zona.

El trío siguió el rastro de herraduras bosque a través. La luz que iba dejando Gabriel, a la cabeza mientras agitaba la seta, creaba un sendero brillante que Aloe y Marik pisaban. Así los tres, de la mano, avanzaron en silencio durante diez minutos enteros, siguiendo la tierra revuelta y las mrcas de herraduras que cada vez seguían un patrón más violento.
Gabriel no fue consciente al principio, pues él iba delante y no iba pendiente de sus pies, pero tanto Aloe como Marik pronto fueron conscientes de las huellas que iban dejando sobre la alfombra de luz eran pastosas, densas y granate oscuro.

Por su parte, Gabriel fue el primero en advertir que no estaban solos. Unos gruñidos comenzaron a elevarse por encima del silencio justo a su espalda. Cuando los chicos se giraron, advirtieron que las figuras de un grupo de cuatro lobos eran visibles sobre el suelo iluminado.



Marik era el más expuesto a los animales, pues era quien cerraba el grupo.
Los lobos por ahora se acercaban lentamente. Sin embargo, a cada paso que daban, sus gruñidos se volvían más peligrosos. Parecían haber invadido una zona privada y no estaban contentos. El ataque fue inminente.
Uno de ellos saltó sobre Marik y en cuanto lo hizo, el resto les siguió y los cuatro se volcaron sobre el parvus para repartir dentelladas a diestro y siniestro.

Estado físico de Gabriel: 6/10
Estado físico de Aloe: 8/10
Estado físico de Marik: 6/10

Al fin avanzan en su búsqueda de la chica y Aloe se siente más segura ahora que la luz va bañando un poco el sendero. Acepta la mano del piscis porque el bosque sigue siendo un lugar demasiado oscuro y es mejor permanecer juntos.

Pero esa leve tranquilidad no dura mucho ya que las pisadas del caballo empiezan a ser cada vez más siniestras.

—Si Adelina está por aquí, no sé si la encontraremos con vida... —Comenta a sus compañeros. Entonces se da cuenta de los gruñidos que los van rodeando y se gira para descubrir, con sus compañeros, el grupo de lobos que los acechan. En un primer momento le recorre un nuevo escalofrío al encontrar esos ojos brillantes ocultos en la oscuridad, pero su primer ataque la hace reaccionar.

—¡Clair ëm yäk! ¡Clair ëm yäk! —Invoca con cada uno de sus manos para atacar a los dos primeros que se lanzan hacia el parvus.

¡Ah! No sé cuántas veces puede saltarte un lobo a la cabeza a lo largo de una vida, pero desde luego, yo ya he tenido mi ración de lobo para una temporadita.
Intento esquivarlo. No sé si seré capaz, pero por lo menos lo intento retrocediendo instintivamente un par de pasos.
Invoco un Aquaerum para llenarle la boca hasta el fondo en cuanto la abra. Así se le quitarán las ganas de comerme. Ya verás, saco de huesos.

Observo a Marik. Está contra dos pero él por lo menos está protegido.
—¡Marik acaba con ellos de una vez y ayúdanos! —ordeno.
Luego está Aloe. Ojalá pudiese ayudarla, pero me da en la nariz que va a tener que tentar a la suerte ella sola.
Trago saliva. Es probable que muera comida por un lobo. Quiero decir... existe esa posibilidad. Igual que yo. Yo también puedo morir aquí.
Aprieto los puños con fuerza, sujetando el Aquaerum.
Ven aquí pedazo de escoria. Voy a destrozarte la cabeza.

Uno de los lobos cae frente a los ataques, algo que da un poco de ánimo a la claritas para continuar. Pero la batalla no ha hecho más que empezar. Viendo que Marik está por fin a salvo, Aloe se centra en su integridad y pone sus palmas frente a sí para soltar otros dos Clair ëm yäk contra el lobo que corre hacia ella. Apartarse no es una opción porque no sabe dónde pisa en medio de esa oscuridad y es poco probable que el animal siga corriendo después de recibir dos conjutos en la cara.

—¡Clair ëm yäk! ¡Clair ëm yäk! —Repite procurando apuntar directamente al animal. Si lo hace frenar al menos un poco tendrá la oportunidad de sacar el cuchillo para lanzárselo.

Dado: 3. Arriba. Puta. España.

Estoy MUY enfadado. Estos malditos lobos me las van a pagar. Me duele todo el cuerpo y noto el palpitar de mi corazón en cada una de las heridas que me han hecho. Sin embargo, esta vez no les daré ni... ni una oportunidad.
Abro y cierro los ojos con fuerza y me los froto. Espabila, Marik. No es el momento.
Bien.
Tiro de una palanca y una mirilla cae delante mía. Apunto a la cabeza del que tengo más cerca. ¡Le está levantando la pintura a Kaguya! ¡Maldito sea!
Apunto hacia abajo. El arpón le enfoca directamente al entrecejo. ¡MUERE!
La boca de Kaguya se abre. El acero está listo para ser descargado.
Bajo el dedo para apretar el gatillo con fuerza y entonces...


*se duerme* ))))))))))))))))))))))))))))))))))))))))))))))))))))))))))))) *se pega un tiro en la polla*

Aloe tiene una magia potente. Suficientemente potente como para golpearle en la cabeza al lobo y arrancarle de cuajo las ganas de comer. Se puede escuchar cómo el lobo gimotea y, tras rodar un par de metros empujado por la magia de Aloe de forma certera, el animal se levanta dolorido y huye al bosque sin ganas de volver por aquel lugar. Ha entendido que aquellas presas no están a su nivel y decide regresar a casa con un dolor de cabeza terrible e. Su cabeza incluso humea debido a la cantidad de magia recibida. Al fin y al cabo, no deja de ser un simple animal salvaje.

Por su parte, la magia del piscis no es tan fuerte como la de su compañera. Eso sumado a que por alguna razón sólo ha conjurado un Aquaerum en vez de dos, el hechizo que recibió el lobo no fue suficiente como para detener su avance o hacerle cambiar de posición, por lo que el lobo le cayó encima como una losa y le mordió el hombro, cerca del cuello.

El pobre Marik tenía a tiro a uno de los lobos y sin duda el potente disparo de Kaguya al cráneo del animal lo habría pulverizado al instante. No obstante, el animal tuvo suerte, pues la enfermedada de Marik decidió pasarse a saludar e hizo que el parvus cayese dormido al instante, golpeando la palanca de disparo con la frente y provocando que el arpón se clavase en el suelo, cerca del lobo. En cuanto Marik cayó dormido, el amuleto protector de Nagorr comenzó a brillar y embebió a Marik y a Kaguya en una esfera protectora impenetrable para los lobos. Esa barrera estaría activa hasta que Marik despertase.
Los lobos, confundidos, decidieron ir a por la chica. Ambos echaron a correr hacia ella. Eran dos. Esa vez no fallarían.
El nairea de Gabriel aún cubría toda la zona, impidiendo ver nada a su alrededor más allá que niebla y negro, únicamente iluminados por las dichosas setas.

El lobo sale despedido y parece que no le quedan ganas de volver. Aloe respira aliviada y se enorgullece de su magia. Pero no es momento para pararse en ese tipo de cosas, todavía quedan lobos y no sabe cómo están sus compañeros. Se lleva la mano a la pierna y saca el cuchillo, dispuesta para defenderse.

Veo como Gabriel es abatido por uno de los lobos y se dispone a ayudarle, pero entonces nota el brillo de la piedra protectora de Marik. "Tenía que ser justo ahora..." Los lobos se dirgen hacia ella, así que la idea de ayudar a Gabriel debe quedar para otro momento. Aloe dirige una mano hacia el primer lobo, tratando de acertar. Más le vale que lo haga porque su integridad depende de ello.

—¡Clair ëm yäk! —Repite de nuevo. Y unos segundos depsués hacia el segundo —¡Clair ëm yäk! —. Con la mano ocupada solo puede disparar de uno en uno, pero así centra su puntería. Con la otra mano sostiene el cuchillo en punta contra para defenderse si un conjuro a cada uno no es suficiente para hacerlos retroceder y necesita defenderse de cerca.

Recibo el mordisco, que se lleva consigo un pedazo de mi carne y un grito importante. Maldito bicho. A saber la de enfermedades que vas a pegarme.
—¡Aquaerum! ¡Aquaerum! —esta vez no me dejo nada dentro. Invoco ambos hechizos. Uno en su cabeza y el otro en su pecho. Con suerte, será suficiente como para mandarlo a volar por los aires.

Una luz brillante indica que Marik se ha dormido. ¿EN SERIO? Juro por Mithos que si salgo de esta voy a arrancarle la cabeza al cacahuete ese. ¿Para qué viene? Lo odio.

Tsk...

La dosis de realidad inyectada en forma de marfil hacen reaccionar a Gabriel de una vez por todas y parece que al fin se lo toma enserio, mandando por los aires al lobo, que cayó a plomo varios metros más allá y que siguió el mismo camino que su primer compañero, perdiéndose en el bosque entre gimoteos. Sin duda y pese a su aspecto atemorizante, los lobos de aquel bosque no eran el cénit de la valentía, pues acostumbrados a no tener rival entre los árboles, en el momento en que los guerreros muestran un mínimo de poder, no tardan en irse a por conejos y perdices, mucho más sencillos de cazar y que no suponen riesgo alguno.

Por su parte, Aloe tuvo que dividir el poder de sus hechizos y dirigir uno a cada lobo. El primero acertó de lleno y frenó al lobo en seco, pues la luz de la magia cláritas le golpeó justo entre los ojos y lo dejó conmocionado un par de segundos. No obstante, el segundo lobo fue más agudo y evitó el conjuro de lleno, placó a la chiquilla y la tiró al suelo, quedándosele justo encima y listo para asestar la dentellada final. Sin embargo, en ese preciso instante, el Nairea que había conjurado Gabriel se esfumó y una flecha rauda atravesó el cráneo del lobo que cayó a plomo sobre el cuerpecillo de Aloe, aplastándola e impregnándola con un olor bastante desagradable a perro mojado.

—Creí que no iba a irse nunca... —una voz femenina sonó de entre los árboles. Adelina saltó al suelo y bufó, dándole una colleja generosa a Gabriel—. Conjurar un Nairea en un bosque a oscuras... menudo genio —le regaña. Le dedica una mirada de soslayo a su caballo muerto y no dice nada. Se quita el carcaj vacío de su espalda y observa la última flecha que le quedaba incrustada en el lobo—... Gracias por venir. Solo me quedaba una flecha. Esos lobos llevan varios días alrededor de este árbol, esperando a que cayese muerta de hambre o sed. Sólo con una flecha no podía sobrevivir, así que agradezco mucho vuestra ayuda —resuelve—. Porque... venís a ayudarme, ¿cierto? —se tensa. ¿Y si eran cacos o algo peor que lobos? Toda la confianza que emanaba Adelina parece esfumarse al ser consciente de que aquella podría ser una posibilidad.

Estado físico de Gabriel: 4/10
Estado físico de Aloe: 7/10
Estado físico de Marik: 6/10


¡Marik ya puede postear!

Me despierto arrebujado entre mi chaqueta y paladeo el aire con modorra. Me froto el ojo derecho con calma y luego el izquierdo, mientras escucho el etéreo sonido del escudo de Nagorr esfumarse. Me doy cuenta de que estoy en Kaguya y de pronto, lo recuerdo todo. Salto en el sillín con tanta rapidez que me doy un golpe contra la parte de arriba del habitáculo.
—Auch...—no hay tiempo para quejas y sales disparado de Kaguya para apreciar con alivio que no hay peligro. Al menos aparente, pues los lobos han escapado -al menos todos menos uno- y una chica con un arco y un carcaj vacío se presenta. Por lo que dice, sin duda tiene que ser Adelina.
Respiro aliviado. No quiero intervenir. Me da vergüenza. Los he dejado tirados en el peor momento. Seguro que se echan a mí como perros. Quiero preguntar qué ha pasado, pero prefiero hacerme más pequeño si cabe y pasar desapercibido.
—Me... alegro que... estés bien... —es todo lo que consigo decir. Todo lo demás que quiero decir o hacer se me queda atascado en la garganta por culpa de la vergüenza de haberles fallado.

*se queda chiquito*

¡Ay! ¡Aloe, pastelito! ¡Se me la van a comer! Saco fuerzas de donde no las tengo para echar a correr contra el lobo maldito ese. No obstante, justo antes de abalanzarme sobre él y convertirme en un héroe, una flecha lo mata al instante. Luego, una chicarrona se tira de un árbol abajo. ¡Ah, condenada Adelina!
—¡¿Estuviste ahí todo el tiempo y no dijiste nada?! —le regaño.
Entonces me doy cuenta de una cosa.
—Ah, espera un momento, guapa —indico alzando el índice y acercándome rápidamente a Marik.
—¡TÚ ERES TONTO O QUÉ! ¡Casi se comen a Aloe por tu culpa! —hago el amago de darle un puñetazo pero me lo ahorro. Ahora que estoy en presencia no de una, sino de DOS damas, debo comportarme como un caballero y no como un matón a sueldo.
Y hablando de mi pastelito... ¿Dónde está?
Doy un brinco y me doy cuenta que aún sigue debajo del lobo.
—¡Ay! ¡Aloe! —gimoteo. Me da un poco de asco tocar a esa bestia peluda y además estoy débil. Me duele mucho el brazo del mordisco.
—Oye, tú, Adelina, ¿puedes ayudarnos? yo tengo el brazo mal y el cacahuete del fondo no es más que un pozo sin fondo de problemas.

MISIÓN PAUSADA HASTA QUE ALOE ACABE EL MIR.

Adelina observa el espectáculo con una media sonrisa y los brazos cruzados.
—Creí que mi padre me quería más... —hace referencia al nivel de aquellos "guerreros", viéndolos actuar como críos. Un lloroncín, un cabeza hueca y una miedosa. Menudo cuadro. Sea como sea, le han salvado la vida, así que al fin y al cabo su padre ha hecho un buen contrato.
Suspira, aliviada y recoge a la chica por los hombros.
—Sí. Enseguida nos iremos. Conozco bastante bien este bosque. No estamos lejos de la salida. Solía venir a menudo con Galopín en busca de setas luminosas. Se venden bien—. Observa a su caballo muerto—. Pobre Galopín —gimotea—. Lo vi morir delante de mis ojos y no pude hacer nada —Adelina parece afectada, pero enseguida se recupera para ponerse en marcha. Ya habrá tiempo más adelante para el duelo de Galopín.

—Déjame a mi —Adelina se acercó al lobo y a Gabriel, que intentaba levantarlo sin éxito alguno. Sin duda, una vergonzosa actuación por parte del piscis—. Alehop —Adelina cargó al lobo a su espalda y sin mediar palabra, marcó el camino para salir del bosque. Sin duda Adelina tenía muchas más aptitudes para ser una guerrera de Brontë que cualquiera de los tres que estaban allí y más de uno se preguntó como aquella chica no estaba entre las filas del ejército de los siete colores y ellos sí.


FIN DE LA MISIÓN.

Recompensa:
Gabriel: +1 punto de experiencia
Aloe: +1 punto de experiencia
Marik: +1 punto de expriencia.

¡EXTRA!: Capa de piel de lobo.
Efecto: Si la llevan puesta y se enfrentan a un rival de un nivel inferior (no igual), el rival tendrá que tirar un dado de diez caras en el primer turno de combate. Si sale un 5 ( el 5 incluido) o inferior, el siguiente ataque de ese rival fallará contra el portador de la piel de lobo. Sólo funciona en el primer turno, una vez por combate y una vez por enemigo.