Cementerio

Edad : 37 Mensajes : 25

Sonreí otra vez al ver las palabras escritas en su pizarra, me alegraba saber que tenía a alguien de su familia, alguien en el que pudiese confiar y con el que contar.

- Entonces... - vacilé antes de formular mi pregunta. Tenía miedo de que el joven pudiese sentirse ofendido en cualquier momento -. ¿Tienes ganas de volver con tu abuelo?

Jun había dicho que iba a volver pronto a su hogar, seguro que se moría de ganas de volver a ver a su abuelo, al fin y al cabo él era su familia.

Edad : 24 Mensajes : 1446

Sonrío mientras la escucho. Incluso sonrío cuando ya ha acabado de hablar, meditando su pregunta. Volver a la torre. Volver con el abuelo a leer libros y aprender muchas cosas. Volver a mi cuarto y a la comida familiar. Volver a las caras conocidas. Volver a la seguridad.

Mis ojos se detienen en una de las lápidas. Aquí enterrada hay gente muerta. Gente muerta por proteger a otros como yo, indefensos como cachorros. En la torre no correré peligro ni pondré en peligro las vidas de otros.
Sin embargo, una pequeña parte de mí se siente rebelde.

"No lo sé", escribo al fin, mostrándoselo mientras bajo la cabeza apesadumbrado.

Tengo que volver. Vienen a buscarme. Debo querer volver. Pero no estoy seguro de si quiero, si realmente quiero, regresar.
Aunque aquí soy un estorbo...

Suspiro.

Edad : 37 Mensajes : 25

Leí la pizarra y me detuve por un momento. Bajé la vista y volví a mirarlo a los ojos. Sonreí. Aún era muy joven, le quedaba mucho por vivir.

- Tienes que volver, un jovencito como tú no puede estar en un lugar tan peligroso como este - dije con mirada penetrante, con la intención de hacerle entender lo importante que era dejar estar lugar, que sólo le traería problemas -. Además, tu abuelo debe estar preocupado por ti.

Lo miré fijamente otra vez. Volví a sonreír.

- Vive una vida segura y en paz con tu abuelo, tu familia - comenté pausada -. No dejes que la guerra y el caos destruyan la únidad más poderosa de todas.

Edad : 24 Mensajes : 1446

Chi Yeon me asegura que debo volver. La miro a los ojos, aunque no tardo en apartar la mirada, algo avergonzado. Por supuesto, tiene razón. Hablan la madurez y la experiencia. ¿Qué hago yo en un sitio como este?
Por mucho que las palabras opuestas de Massen Dew suenen en mi cabeza... Ella también es una niña.

Asiento, algo desganado, pero termino esbozando una sonrisa. Si no lo hago por mí, al menos lo haré por ellos. Sin saber luchar y siendo un estorbo no debo quedarme aquí.
Además, pertenezco al abuelo. Desobedecerle no es una opción. No es correcto.

Ambos nos quedamos en aquel lugar durante un rato. Luego, como por mutuo acuerdo, nos alejamos del cementerio.

*se van*

Edad : 34 Mensajes : 1289

El cementerio siempre había sido como un remanso de paz para Zacharyas. Algunos iban al río, a escuchar el rumor del agua que tanto los calmaban, y no a pensar en ahogados, como él; otros preferían la sala común, donde leían historias, conversaban o simplemente se sentaban, pero Zacharyas disfrutaba de la compañía de los muertos. Y desde aquel enfrentamiento en el que él mismo había dado muerte a un hombre, Zacharyas tenía cada vez en mayor estima al cementerio.

Recorrió los caminos entre lápidas, como tantas otras veces, rozándolas con sus pálidos dedos, sintiendo las historias que debería haber tras cada una de ellas.

La muerte era hermosa, y también aquel cementerio. Un buen lugar en el que cavilar durante la noche.

*se queda*

Tras disfrutar de todas aquellas lápidas y del ambiente tranquilo, Zacharyas creyó que ya era suficiente, de manera que abandonó el cementerio y puso rumbo al palacio.

*se va*

Edad : 32 Mensajes : 2682

El cementerio hubiese asustado al más bravo guerrero, con sus ánimas malvadas surgiendo de las tumbas para comerse la carne de todo aquel que osase entrar en él por la noche. Y más aún un día de frío como aquel, aunque el no haber nieve mejoraba las cosas. Por suerte, el valor que me imbuía era tan poderoso que mis piernas no temblaban ni un ápice al caminar entre lápidas. El miedo no era para los Dehnel, y si quería buscar pistas sobre un fantasma, aquel era el mejor lugar para comenzar.

Mis pasos seguros asustaban a los espíritus, que se apartaban de mí mientras atravesaba los caminos de musgo que había en el suelo, cubriendo las piedras. Menos mal que Telma no había venido, pues se encontraría temblando de miedo como yo lo hacía de frío.

Oh, el frío... ¡Qué tremendo enemigo que quería parecer susto! Por suerte, una vieja canción de mi familia asustaba incluso al frío. La entoné con voz segura, notando enseguida cómo se alejaban los malos espíritus.

"No me comáaais...
Tengo mal sabor...
No quiero morir...
Ni mañana ni hoooy..."

*se queda buscando pistas*

De pronto, un resbalón. Quise detener la caída, pero una lápida me golpeó en la cabeza. Vaya lugar para morir...

*pierde el conocimiento XD*

Edad : 30 Mensajes : 1315

Cuando tienes un farol, puedes permitirte caminar por ahí aunque esté muy muy oscuro. Puedes permitírtelo porque ves, pero también es un rollo, porque te cansas de ver. Pero yo caminaba aunque estaba muy muy oscuro, y veía, y me cansaba poco.

En el bosque de las rocas todo era silencioso, y aunque no solía ir a ese silencio, a veces lo quería. También era todo vacío, salvo las rocas que crecían del suelo, pero aquella noche no era todo vacío porque alguien se había caído. Y era un bulto.

Despacio, caminé hacia el bulto, y el farol me dijo que era el grande de fuego, pero eso era un secreto, así que me lo dijo bajito. Pensé en agacharme, pero no podía agacharme porque tiraba y apretaba, así que le di un toquecito con el pie en la sien y dije "ey". Y luego, esperé.

Edad : 32 Mensajes : 2682

Una brisa fría acariciaba mi cuerpo, tendido en aquella cama de plumas. La comodidad se desvaneció, mientras algo golpeaba mi cabeza, desagradable, impidiendo que siguiera durmiendo. Despacio, sintiendo un dolor repentino en uno de los laterales de mi cráneo, abrí los ojos, y lo que me encontré era muy diferente de una cama de plumas. Estaba tendido junto a una lápida y una sombra se distinguía difícil,emte en la oscuridad. Quizás...

-¿Quién... eres? -inquirí, nervioso, con voz asustada, tratando de enfocar el rostro de aquel pequeño ser que me había arrastrado a aquel lugar para, seguramente, matarme.

Un escalofrío me recorrió. ¿Había acabado tan pronto mi vida? Tantos cabos sueltos... Tan joven...

Edad : 30 Mensajes : 1315

Lo miré un momento en silencio, quieta. Estaba raro, pero era hasta gracioso. Ladeé la cabeza, mordiéndome la mejilla por dentro. Abracé un poco más fuerte el farol.

-Somos dos -repliqué, y puse una mano a la altura de mi cintura con la palma hacia abajo-. Bajitos, así. Pequeños. Conoces a uno, al otro no lo conoce nadie.

Aupé el farol en mis brazos y, con un quejido, me senté.

-¿Por qué duermes aquí?

Edad : 32 Mensajes : 2682

Mi vista, todavía algo nublada, seguía tratando de encontrar sentido a aquel amasijo de persona que, de pronto, habló. Y lo que dijo no aportó mucho sentido a mi situación.

-Dos... Pero uno habla y otro no... -. Miré a mi alrededor, todavía algo asustado, aunque comenzando a sacar conclusiones-. ¿Eres un fantasma? ¿Soy yo un fantasma? ¿Por eso me encuentro aquí? Por hurgar en lugares indebidos...

Los últimos sucesos eran tan confusos. Y la cabeza me dolía. Seguro que el golpe que me había dado hacía que toda aquella niebla me hiciese recordar las cosas a trozos. Y aquel fantasma no ayudaba...

-Está claro que he sido asesinado...

Edad : 30 Mensajes : 1315

Llegué a reír un poco, divertida.

-¿Has oído, otro? -pregunté-. El grandullón de fuego está raro. El rojo no siempre sienta bien. Pero es muy grande y no va a poder volar. Aunque quiera volar. O flotar. Pesa mucho para eso, ¿a que sí, otro?

Me incliné hacia adelante y le di tres toques suaves con el dedo en la frente. Luego le sonreí un poquito. Pero solo un poquito.

-¿Te has perdido, grande de fuego?

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Con esfuerzo, conseguí incorporarme un poco. El fantasma sombra hablaba con otro, "Otro", que resultó ser invisible. O quizás yo estaba ciego, aunque en aquel caso no podía... ¡Nada tenía sentido!
Me llevé las manos a la cabeza, tratando de hacer memoria.

Un fantasma... Había hablado con otro fantasma en lo alto de palacio... Para ayudarlo a cruzar al otro lado... ¿O quizás él me ayudaba a mí? O los dos mutuamente, podría ser...

-Me he perdido un poco -murmuré, entre dientes-. El golpe que me mató ha debido de confundirme y ahora no doy ordenado lo que recuerdo... Quizás... -. Alcé la vista, clavándola de nuevo en el borrón-. Fantasma y otro... ¿Sois vosotros los que me ayudaréis a recomponer el puzzle?

Edad : 30 Mensajes : 1315

Di un par de palmadas y me puse en pie de nuevo. Luego me sacudí las manos y tomé el farol, que había dejado en el suelo.

-El otro y yo no somos fantasmas -repliqué-. Si fuéramos fantasmas, el otro no existiría. Solo yo. Y tú tampoco eres un fantasma. Eres el grande de rojo. Yo no me hablo con los fantasmas. Porque si hablara con fantasmas, no me volveríais a ver porque me iría para siempre y no volvería nunca. Así que no.

Le di un capirotazo en la frente.

-Si quieres, te dejo que toques mi farol mágico para que veas a los vivos. A mí y al otro. Aunque al otro no lo puedes ver porque está escondido.

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Lo único que pude comprender de su discurso fue el golpe en mi cabeza, que agudizó el dolor que ya sentía. Me llevé una mano a la sien, que enseguida noté rugosa. Quizás allí estaba la sangre del golpe que me había dado el asesino.

-¿Farol mágico? -inquirí, llevando de nuevo la vista al revoltijo de oscuridad.

Quizás todo aquello era un sueño, nada más. ¿En qué otro lugar tendría sentido? A no ser que nos observasen para matarnos. Pero por mucho que buscaba, no veía ojos brillantes rojos en los arbustos cercanos, y en aquel momento no tenía muchas más formas de encontrar a los malvados que querían acabar con nosotros.
En un cementerio... ¿Quién podría sospechar de los vivos?

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Asentí con entusiasmo.

-Sí, sí, solo lo veo yo, pero puedo hacer que solo lo veas tú -expliqué, orgullosa-. ¿Quieres verlo? ¿Eh? Te lo dejo, pero me lo devuelves. Que solo un rato, que es mío.

Y, sin esperar respuesta, tomé su mano y la extendí hacia mí. Con la otra le tendí el farolillo, y le hice sujetarlo. En cuanto lo solté, todo quedó oscuro. Parpadeé por la falta de luz. La falta de luz era conocida.

-¿Ves? -pregunté.

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En cuanto el extraño artilugio del fantasma cayó en mi mano el mundo se iluminó. La sensación... ¡Tan extraña! Un cálido cosquilleo brotaba de mi mano. ¡Y aquello solo podía ser vida! ¡Así pues, debía estar vivo! O todavía recién muerto, de modo que la energía abundaba en mi espíritu...

Al enfocar a la sombra esta no se disolvió, como esperaba, sino que cobró un aspecto más normal, haciéndome caer en la cuenta enseguida.

-¡Tú! -exclamé, acercando el farol a su cara para deslumbrarla con la luz, aunque no pareció funcionar demasiado bien. Quizás era inmune-. ¡¿Qué haces en el cementerio?!

Enfoqué un poco más los alrededores, buscando a su acompañante, pero nada. Aunque por lo que conocía de la parvus... Estaba algo loca, de modo que quizás...
En fin.

Edad : 30 Mensajes : 1315

Lanzándome sobre él, le arrebaté el farol de las manos, y de nuevo volvió la luz. Retrocedí un par de pasos, dando un suave gruñido.

-Estamos en el bosque de piedras -repuse, frunciendo el ceño y con voz agresiva-. Porque queremos estar en el bosque de piedras. Listillo.

Retrocedí otro par de pasos, con gesto agresivo.

Edad : 32 Mensajes : 2682

Fruncí el ceño, confuso. ¿Podía ser que hablase con su farol raro como si fuese humano? Y, por si fuera poco, al arrebatármelo se había acabado. Debía de funcionar solo si lo tomaba alguien poderoso de verdad... O atractivo.

-Como quieras. Llámalo como quieras -. Me llevé una mano al cráneo, dejando ir un quejido apagado-. Me duele tanto la cabeza... Alguien me ha golpeado. ¿No has visto a nadie abandonando este lugar, extraña novia loca del larguirucho siniestro?

¿Por qué nadie querría matarme? ¿Para qué...? Tal vez había algún secreto relacionado con la muerte del fantasma que no debía ser resuelto. Quizás... ¿Estaba yo metiendo las narices en algo turbio? Aunque nadie mejor para resolver misterios malignos...

Edad : 30 Mensajes : 1315

Negué enérgicamente con la cabeza. Luego me acerqué y le tomé de la mano. Sonreí, animada.

-No hay nadie en el bosque de piedras, solo tú, y yo, y el otro -repuse-. Pero podemos buscar a otro más diferente de mi otro. Venga, venga.

Y empecé a tirar de él con fuerza, como solía hacer con el chiquillo. Solo que con el grande de fuego era más difícil. Aún así, insistí hasta que me siguió.

*Se van a investigar o algo*

Edad : 34 Mensajes : 1289

Zacharyas alcanzó las primeras lápidas todavía muy temprano. Todavía no había hecho aquella visita de rigor desde el ataque, y para entonces había bastantes menos, de modo que ya había llegado el momento. Le gustaba el cambio, no por la cantidad, sino por la distribución.
El mago recorrió los caminos de tumbas con curiosidad, deteniéndose ante las más nuevas, rozando con las yemas de los dedos los nombres de aquellos que se habían marchado hacía poco, leyendo sus nombres y tratando de hallarles un rostro correspondiente, intentando memorizar todo aquello que iba pasando por su cabeza. Si nadie contemplaba las obras de arte, estas no tenían valor; del mismo modo, tras la muerte hacía falta alguien que apreciase la anterior vida y sufrimiento, o la desaparición no tendría sentido.

¿Cómo sería su tumba cuando muriese?, se preguntó Zacharyas. Quizás una simple de piedra estaría bien, discreta, oscura, con un grabado que dijese poco, austera.

El caeruleus se caló la capucha hasta los ojos, evitando la luz del sol en todo momento.

*se queda*

Tras haber reconocido todas las tumbas nuevas, el mago abandonó el cementerio.

*se va*

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De nuevo nieve, pero la agradezco en lugar de la lluvia. A pesar de que los copos también mojan un poco siempre se hace más agradable la sensación al salir a fuera. Necesitaba un poco de aire.

Aprovecho para entrenar al aire libre, con el abrigo de invierno puesto y la capucha de pelo bien colocada para evitar enfriarme y ayudar a mi cuerpo a sudar a pesar de las bajas temperaturas.

Corro por la nieve desde hace un buen rato. No es tan efectivo como correr por la arena de la playa descalzo, pero también ofrece una buena resistencia. Sobre todo por la zona del bosque de la que vengo, donde los desniveles hacen que haya zonas donde la capa es más gruesa.

Sin darme mucha cuenta acabo llegando al cementerio así que sigo corriendo por el lugar, regulando la respiración para no helarme los pulmones y ponerme enfermo. Inspiro hondo por la nariz y voy soltando poco a poco por la boca, lo más relajado posible.

De vez en cuanto abro y cierro los brazos, adelante y atrás, arriba y abajo. Para mover todo el cuerpo y desentumecer la espalda. Llegado a un punto, me agacho cada tres o cinco pasos, más o menos, y arrastro algo de nieve con las manos. Primero con la izquierda, luego con la derecha y así en un ciclo constante dando vueltas alrededor del cementerio. Al ser un área grande no me importa quedarme un rato por su periferia para aprovechar el circuito.

Paro un momento donde están las tumbas más recientes, aprovechando para descansar, y reduzco el ritmo hasta acabar caminando por el lugar. Hay muchas tumbas con diferentes nombres rezando, bajo ellos, escritos como heroico soldado de Brontë" o "Orgullo al servicio de los Campbell". Siempre me ha parecido curioso eso de escribir ese tipo de cosas en las lápidas, porque siempre me he preguntado si cuando la palmas puedes quedarte un rato a ver qué dice la gente sobre lo que pone. En la mía quiero que ponga "Gerald Browen, heróico líder de Brigada y amante inigualable", por ejemplo.
Tras caminar otro tanto, me encuentro con una placa que recoge los nombres de aquellos que ya se han llevado o se llevarán del cementerio de Brontë al que la familia o parientes prefieran. Leo entre ellos los nombres de Tuli y Felhlo. Supongo que se las llevarán a Ignis si es que todavía siguen por aquí. Eran buenas chicas. Me pregunto qué habrá sido de la serpiente y los escorpiones de Tuli.

Sigo mi camino, ya con el aliento recuperado, y opto por trotar un poco más para salir del lugar. Doy un par de pasos con la cadera girada hacia la derecha, otro par con ella girada hacia la izquierda y así en un continuo trote hasta salir del lugar.

*se va*

Edad : 30 Mensajes : 3185

Aprovecho que no llueve para acercarme al cementerio. Nunca he sido una persona muy espiritual, así que lo hago más por ver los nombres de los caídos. No tengo muy claro lo que siento con respecto al ataque. Supongo que me siento algo irresponsable, aunque estuve fuera por motivos "profesionales".

Hay algunas lápidas nuevas, aunque supongo que la mayor parte de los cuerpos habrán sido llevados a sus casas. Me suena alguno de los nombres, supongo, de haber hablado con alguno de los del servicio. Es triste que esas muertes hayan tenido tan poco significado para mí.

Tras un rato, abandono el lugar, apoyada en las muletas, seria, pensativa.

*se va*

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Corbin no frecuentaba aquella zona, pero sabía que no debía dejar ningún terreno desconocido si quería de verdad estar seguro de que Brontë era su territorio. Así pues, se dirigió aquella noche al cementerio, dispuesto a explorar el lugar.

Corbin sabía lo que era un cementerio, sabía para qué servía y por qué lo construían. Sin embargo, no acababa de entenderlo. No comprendía el culto a los muertos porque no se le había enseñado que tal cosa tuviera el menor sentido. Para él, la función de un cementerio se limitaba a la de lugar de deshecho de cadáveres, que resultaría molesto conservar en otro lugar.

De hecho, cuando él había tenido que encargarse de una muerte, se había limitado a quemar la casa con Falace dentro. Falace le había enseñado que el fuego era la mejor forma de deshacerse de un cadáver y las molestias que pudiera causar, y él así lo había aplicado. Por ello, el cementerio, no le parecía especialmente buena idea. A su parecer, ocupaba demasiado espacio.

Pero Corbin no había ido al cementerio a meditar. Había escogido aquel lugar porque era poco conocido para él, y de esta forma podía ponerse a prueba con más facilidad. Avanzaba por el lugar a ciegas, tratando de guiarse en la oscuridad, evitando el depender de su vista. Tenía que mejorar aquello como fuera. De hecho, para hacerlo más fácil, cerró los ojos, evitando así la menor pista de su entorno.

No era un entrenamiento fácil, y menos en terreno desconocido, pero Corbin había entrenado mucho eso. Paseó primero, reconociendo el lugar y haciendo un mapa mental con el que guiarse sin ayuda de la vista. Al poco tiempo, corría a ciegas por el lugar, practicando movimientos de combate y asegurándose de estar recorriendo el mismo camino en su cabeza que con los pies.

Tras varias horas de intenso entrenamiento, en las que Corbin tuvo tiempo de conocer el lugar, lo abandonó sin más, sin preocuparse de los muertos. Aquello escapaba a su comprensión.

*Se va*

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Las tumbas y el mausoleo fueron iluminados por la luz del sol por primera vez en semanas. El cementerio, por ser un lugar especial para las familias de los que allí descansaban y para los propios propietarios del palacio, tenía una barrera especial, por lo que las lápidas se encontraban en perfecto estado. El mausoleo de la familia Campbell no había sufrido ningún daño.

Edad : 34 Mensajes : 1289

Zacharyas se pasó por el cementerio aquella noche, esperando un resultado similar en él al que se había encontrado en el resto de lugares de los exteriores, algo desagradado por aquella idea. Y, sin embargo, al alcanzarlo pudo comprobar que su estado era excelente, lo que lo llenó de una enorme satisfacción. Los muertos estaban, al fin y al cabo, donde tenían que estar. Así podría ir a contemplarlos cuanto quisiese.

Contento, con una ancha sonrisa en sus pálidos labios, Zacharyas paseó un rato entre tumbas, relajándose de sentir la briza contra el cabello, disfrutando del olor a tierra húmeda, bajo la que imaginaba cadáveres mucho más putrefactos por el tiempo, con los gusanos saliéndoles de las cuencas de los ojos.
Luego, igual de contento, abandonó el lugar.

*se va*

» Cementerio Kälte.