Comedor

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Eché un vistazo al tatuaje. Un recuerdo del pasado intacto tantos años y entonces...
Reí, negando un par de veces con la cabeza.

-Desde luego que no. Aunque sin cabeza poco podrá pensar a partir de ahora, supongo...-. Di otro trago a la cerveza, aunque hice poco más que mojar los labios-. Bueno... Estuve rondando por varios sitios buscando un tipo de amuleto muy raro y al final terminé en Iracunda, el volcán... Tuve que entrar dentro y una especie de gólem enorme de lava salió de unas paredes y en una de las veces que lo cortaba, se me resbaló un trozo al brazo-. Me rasqué la cabeza, riendo un par de veces. Dicho así sonaba algo tonto-. No fue lo peor que me ha pasado -añadí luego, quitándole yeso al asunto.

Me contó lo de su misión muy por encima. La verdad era que Ben, la chica caeruleus, me había contado casi más que él.
Terminé por levantarme para pasarme a su lado, con la cerveza en la mano, y poder así atraerlo por el hombro y darle unas palmadas en la espalda.

-¡Bueno hombre! Si me dijeron que fue un éxito. Que fuiste todo un héroe. Un guerrero como Mithos manda. ¡Deberías brindar por eso!-. Alcé la jarra-. El primero de muchos éxitos, eh-. Y se la tendí, con una sonrisa. Pero lo miré más extrañado cuando comentó aquello de entrenar-. ¿Ah sí?-. Y entonces me pegué un poco a él, insinuante-. ¿Una dama interesante? Ya iba siendo hora... ¿De quién se trata?

En cuanto tuve las costillas delante de mí tomé la primera. De hecho, tenía hambre.

-Oh, fue ella. La conocí el otro día y acabamos hablando de ti -le expliqué, risueño.

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Reí ante el comentario.

-Siempre puedes remarcarlo cuando se cure la herida. Quedará algo distinto, pero será como una cicatriz que tenga el dragón. Así también atraerá a las damas. -Volví a reír.

Lo observo mientras cuenta la historia.

-Bueno, y misión cumplida, ¿no? Eres más duro que eso, un gólem no es nada. -Alzo un puño como remarcando la frase.

De pronto se levanta y me aprieta con un brazo, felicitándome por la misión. No puedo ocultar la sorpresa, la verdad es que no me lo esperaba. Finalmente me relajo y sonrío aunque sigo algo impactado.

-N-no es nada. Estuvo bien. Ni siquiera sabemos si cumplimos o no, hicimos lo correcto. -Me llevé una mano a la cabeza y me la pasé por el pelo. -El hombre que nos contrató quería echar a dos hermanos de los terrenos que acababa de comprar. Resulta que estaban alimentando al pueblo porque los precios que ese mismo hombre ponía a los alimentos eran demasiado. Acabamos separados, Ben juntando a la gente y yo intentando negociar con el hombre con una de los hermanos. Antes de darnos cuenta nos había arrinconado en su despacho con dos matones para convencer a la fuerza a Dallas, el chico con el que fui. Obviamente no quedaba duda de que no podíamos hacer eso así que ahí nos ves enfrentados a dos tipos enormes. Y claro, no llevaba armas. -Obvié que llevaba puñales y no me había acordado. -Conseguí que uno de ellos se atravesara la mano con una pluma estilográfica y Ben llegó al rescate con una turba furiosa que había juntado sólo tocando la flauta. El hombre no tuvo otra que rendirse. Supongo que ganamos, al menos ayudamos a los buenos si bien no cumplimos la misión exactamente...

-Oh, sí. No sé si interesante, era bastante seria. Alehyss...Lester se llama, si no me equivoco. Era bastante buena así que pude practicar, que hacía mucho que no entrenaba. Al principio no me tomaba muy en serio pero creo que la sorprendí. Todo gracias a mi entrenador. -Esta vez le di yo unas palmadas en la espalda, aunque ni de lejos causaba el mismo efecto, era como el doble que yo.

Torcí la cabeza hacia un lado y apreté los labios asintiendo sorprendido.

-Al menos he pasado a ser tema de conversación por algo bueno. Es una buena chica.

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Negué un par de veces, mirándome el brazo de nuevo.

-No estoy seguro de que tatuar una cicatriz sea muy buena idea -comenté, con una sonrisa algo pensativa-. De todas formas, las cicatrices son como recuerdos de la batalla. No debería haber por qué borrarlas, imagino...-. Asentí enseguida, entonces-. ¡Oh, claro! No fue rival para mi espada. Ni lo dudes. Somos unos grandes trabajadores. ¡Los dos!

Lo atraje hacia mí y me terminé la cerveza, todo a la vez. Me sentía muy animado, pese a la carta de mi padre. Quizás Adain fuese una buena persona para pedir consejo...

Escuché su historia, atento aquella vez. No sonaba como un héroe, pero lo que había hecho sí era heroico. Verdaderamente heroico. Al final lo atraje de nuevo, en un abrazo entusiasta. Un abrazo varonil de hombres y amigos.

-¡Entonces habéis sido los salvadores de un pueblo entero! Nada mal para tu primera vez, desde luego que no. ¿No sientes el fuego en las venas? ¿El orgullo en el corazón? Eso, Adain, se llama Nobleza. ¡Pero no de la de títulos! Sino de la buena...

Tras aquel discurso improvesado, volví a mi comida un momento. Y me entró la tos cuando dijo el nombre de Lester, entonces.
No podía ser cierto. Aunque, de hecho...
Al menos no era Gerald.

-Lester... Sí -murmuré, asintiendo-. ¡Me alegra que hayas notado una mejora! Deberíamos enfrentarnos un día. Luchar. Enfrentarnos. Y que me enseñes qué has aprendido.

Y volví a la comida. Desde luego, me había desubicado por un momento. Diantres...

-¿Eh? Ah, por supuesto. ¿Cómo no ibas a serlo? Un buen hombre como tú... Dices unas cosas-. Carraspeé-. Oye, Adain. ¿Puedo consultarte una cosa? Es decir... ¿A qué edad crees que debe casarse uno?

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-La verdad es que no sé yo...Igual depende de lo bien que cure.-Río. -Alguna forma habrá de darle cabeza a ese pobre dragón...Quien sabe...

Lo observaba con media sonrisa, era muy entusiasta, puede que demasiado, pero parecía tan sincero que no molestaba. Otra vez volvió a acercarme a él. Tensé las alas por la sorpresa pero no me sentía molesto. Cuando acabo de contar la historia me veo atrapado una vez más, acabo devolviéndole el abrazo. De alguna forma es como estar en casa. De hecho no, es como estar con mis hermanos cuando empezamos a llevarnos bien en Ignis. Aunque nunca tan bien como para llegar a esto... El pensamiento resulta ser más triste de lo que pensaba y noto una punzada en el pecho. Aparto esa idea y aprieto por última vez antes de que me suelte y pueda respirar otra vez.

-Para haber bebido tan poco estás muy amigable...-Sonrío ligeramente y vuelvo a la cena.

"No de títulos sino de la buena". Miro el plato ante esa frase. Rick es muy exagerado, no hacía falta que me lo dijera nadie. Pero incluso exagerando podría ocultar un pequeño triunfo. Puede que por fin empezara a cumplir la promesa que le hice a Fera en las mazmorras. Puede que después de todo no lo dijera sólo por miedo a seguir encerrado.

-Tampoco es para tanto...Hice lo que debía y entretuve al viejo. A poco me zurran, si no llega a ser por Ben... -Lo digo sin estar muy convencido, aunque lo intento. No por Ben, sino por lo de no haber hecho nada. Nobleza de la buena...

-¿La conoces? Eso, estaba bien. No sabría decirte si mejor que tú o no pero hace mucho que no entrenamos juntos... -Digo la frase con intenciones, mirándolo de reojo mientras como una patata, pero Rick parece adelantárseme. -¡Por supuesto, cuando quieras! No sé si he mejorado mucho pero creo que podré hacer que te canses más que la última vez. Ya verás, algún día me enseñarás demasiado y te superaré. -Río y la patata decide tomar una ruta alternativa. Toso y cojo el vaso de agua para solucionarlo.

-Claro, si tengo que ayudar a alguien el que más se lo merece eres tú... -Contesto sin aire, volviendo al vaso para aclararme del todo la garganta. El tono serio de Rick así de pronto debería haberme dicho algo pero no estaba en situación de darme cuenta. La frase llega como un puñetazo y el agua sube de golpe chocando con la que baja y creando un tsunami en mi garganta. No es de buena educación escupir, resuena en mi cabeza, y alcanzo la servilleta para poder finalmente toser. Lo sabe. ¿Cómo lo va a saber? ¿Y qué importa? Sólo es Rick. Pero lo sabe, va a hacerme volver a casa, seguro que hay algún chanchullo con nobles de Ignis persiguiéndome. Pero Rick no haría... Cuando dejo de toser los pensamientos se ordenan y la frase vuelve a sonar en mi cabeza sin pensamientos paranoides. No está hablando de mí, seré imbécil... Me incorporo para mirarlo a la cara, buscando alguna pista en ella. Si me lo preguntaba no quería un largo discurso sobre lo que es que te obliguen y que es una cadena dorada y bla-bla-bla...De todos modos era un tema raro y la seriedad también. No es el tono que tendría Rick casándose al fin con Lea.

-¿Estás pensando en casarte? -No se debe contestar con una pregunta, pero no podía arriesgarme a contestar algo que fuera un mal consejo, primero tengo que saber la situación.

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Asentí, conforme. Aquello era buena idea. ¡Pero ya veía cómo curaba! De todos modos, aquella cicatriz me daba un aire fiero, estaba seguro. Y ya no tenía aquellas ansias de tatuajes de mi juventud. Con tres era suficiente. Y pensar que había pensado en hacerme alguno más, en su momento.

-¡Diantres, Adain! ¡No estoy amigable! ¡Soy amigable! Hieres a un buen compañero, ¡amigo!, diciendo algo como eso. ¿No puedo tener un buen día?-. Hice una seña a un muchacho del servicio para que rellenase la jarra de cerveza, pero extendí, mientras tanto, la otra mano hacia el vaso de agua de Adain, poniendo la vacía ante él-. Ahora seré yo el saludable, si te parece-propuse.

Cuando habló, quitándose méritos, negué muy serio. Lo decía como si aquello fuese sencillo, pero las cosas no funcionaban así.

-Hiciste lo que debías. Enorgullécete. ¿Sabes? Hacer lo que uno debe es muy difícil. Yo creía, cuando llegué, que podría ser un héroe como los de las historias-. Arranqué carne de una costilla antes de proseguir-. Quería estar a la altura de las historias de mi familia, ¿sabes? Y aquí me di cuenta de que hacer lo correcto es sumamente difícil porque... no todo el mundo verá tu "correcto" igual que el suyo-. Esbocé una sonrisa algo apagada-. La cuestión es que muchas veces cuando hagas el correcto de unos harás el incorrecto de otros. Por eso es tan difícil. Cuando tienes a un hombre frente a ti y ataca a un compañero... ¿Es correcto matarlo? Es decir... -. Lo miré, como buscando alguna palabra en concreto-. Hiciste lo que debías aunque otros no lo deseasen así. Y eso es lo que quiero. Ser así. Integral.

Volvió a preguntar por Lester y lo miré, frunciendo el ceño. Me lo pensé bien antes de responderle.

-Nunca hicimos demasiado buenas migas. Somos demasiado diferentes. Pero creo que es una buena guerrera -me limité a decir, finalmente.

Cuando tosió solté una risotada y le di una palmada en la espalda, buscando aliviarlo un poco. Luego las cosas volvieron a ponerse algo serias.
Cuando hizo su pregunta miré mi plato, pensativo.

-Podría decirse que sí, pero...-. Negué-. No es así-. Suspiré-. Mi cumpleaños fue hace poco. Y recibí las felicitaciones habituales y, además, un recordatorio de mi padre de cómo pasa el tiempo y las responsabilidades que tengo y todo eso. Y no estoy muy seguro de qué hacer... Ni siquiera me atrevo a decírselo a Lea. Tengo la sensación de que siempre le rompo la cabeza con mis problemas y querría arreglármelas solo. Y tampoco es que haya sido una orden, bueno. Solo fue algún que otro comentario insinuando. Pero me asusta lo que te dije antes-. Lo miré-. Si se hiciese cierto... ¿Qué hago? ¿Deshonro a mi familia o abandono a la mujer a la que quiero? No, esa no es una opción. Pero ha de haber una forma de evitarlo, ¿no?

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Río.

-Vale, vale, lo siento...No estoy acostumbrado a tanta alegría y tanto afecto a mi alrededor. No es que me queje de que estés contento, de hecho debería ser así siempre. -Sonrío y le agarro del hombro como había hecho él antes, intentando agitarle para marearlo un poco. Intentando. Puto bismonte, no hay quien lo mueva. Sonrío de nuevo.

Suelto el aire por la nariz en un bufido corto, sin desprecio, como si todo fuera irónicamente divertido. Puede que lo fuera. -A veces es difícil ver lo correcto, o aceptarlo. A veces eres egoísta o sales corriendo...-Miro al plato y cojo un trozo de pollo con el tenedor, mirándolo dándole vueltas. -Aún me queda mucho que aprender para ser así. No sé si podré llegar a ser "integral".

Medito las palabras de Rick sobre la mujer pero el tema que sigue me hace desviarme por completo. Tendré que indagar cuando vuelva a ver a Alehyss... Me acordé de Gerald de paso. ¿Qué lleva a alguien como Rick a llevarse mal con nadie? Si parece que en todo ven nobleza...

-Oh, Rick, fue tu cumpleaños. No me dijiste nada... -Aunque ya supongo que eso no sea un problema. Le veo de nuevo ausente, más pausado. Ya lo he visto así antes. Si ha confiado en mi tengo que hacer lo mejor. Según avanza la conversación veo el tema más serio de lo que imaginaba.
"Ni si quiera me atrevo a decírselo a Lea" No hacía falta ser muy listo para ver que no era una tontería cualquiera.

-Rick...-Me atrevo a lanzarme, sólo puede ser eso y si está evitando decirlo no lo hará por más que divague. -Tu padre...¿quiere obligarte a casarte con otra mujer? -Ya no comía, lo miraba fijamente mientras me preguntaba. Era una forma de mirar, una forma de hablar... Era una situación que conocía.

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Aunque la conversación había comenzado entretenida, poco a poco, con el tema más, serio, se había vuelto algo más profunda. Al menos para mí era de aquella forma.

Coloqué una mano sobre la otra, encima de la mesa, y me quedé mirándolas fijamente. Desde luego, dicho por él, tan claro, sonaba terrible. Pero no era así del todo.
Quizás él pudiese ayudarme bien.

-En primer lugar-. Lo miré de reojo-, todo lo que diga aquí es absoluto secreto. Dicho eso...-. Tomé aire por la nariz, profundamente-. Bueno, ya sabrás que todos los hijos tienen sus pesos encima. Y si perteneces a una familia noble, siempre se exigen ciertas cosas "sociales". Qué te voy a decir... Pero, hasta ahora, no había tenido muchos comentarios sobre eso-. De hecho, podría ser que a mis padres les bastase con que ya no fuese tras viudas, de algún modo-. Al poco de llegar a Brontë conocí a una chica encantadora. Se llama Inger. Quizás la hayas visto... Al empezar a salir, por supuesto, lo comuniqué a mis padres. En principio, no fue una mala noticia para ellos. Estuvimos juntos por más de dos años y el enero pasado, finalmente, la relación terminó. No obstante, como yo estaba interesado en Lea no lo comuniqué a mis padres-. Moví una costilla entre los dedos y terminé por llevármela a la boca-. Era una buena forma de que no tratasen estos temas. Una relación tan larga... Pero claro... Yo ya no estoy con ella. De hecho, llevo tres meses con otra chica. Pero eso... Tres meses. Eso apenas es tiempo, según como lo mires-. Arrugué el ceño-. Cumplí veinticinco años. A estas alturas ya llevaría tres con Inger. No era noble, pero era el tiempo suficiente como para que accediesen a que me casase sin pegas, imagino. Pero creo que se huelen algo, porque llevo mucho sin mencionarla en las cartas. Y entonces mi padre ha empezado a decirme que si la edad, que si jóvenes nobles casaderas...-. Fruncí el ceño-. Tengo esa sensación de que va a pasar algo, y no tengo claro cómo reaccionar. Si les hablo de Lea puede que me comprendan, o también que me digan que por un tiempo tan corto no merece la pena. Y si rechazo lo que me digan y luego...-. Esbocé una sonrisa algo tenso-. Bueno, no nos va mal...-. ¿Pero estaba seguro de que ella no se...?

¡Demonios! ¡No podía dudar de ella. No podía dudar de ella o sería el fin. La idea era luchar por aquello, corriese el peligro que corriese. Y hacerlo de la forma que menos perjudicase a todo el mundo.

-Yo no tengo claro qué debo hacer si resulta que están haciendo algún acuerdo.

Imaginaba la respuesta de Lea. Ella se había tomado en su momento todo aquello de asuntos oficiales como si la importancia que yo le daba no fuese la que tenía en realidad. Y quizás desde su punto era así. Pero no desde el punto de mi padre, claro. Y aquel era el problema.

-Hacer lo correcto, eh -murmuré, con una sonrisa algo tensa.

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Asentí ante el voto de silencio. Faltaría más.

Escucho atento y veo la misma puta historia. Veo a mis hermanos, a los tres. A las jóvenes que acabaron con ellos y que probablemente tampoco quisieran casarse. Veo a mi querida esposa. Me veo a mí.
Miro a Rick, que habla mirándose las manos y sonríe cada poco, como intentando ocultar lo que siente. Pero el tono de su voz es claro. Pienso en todo lo que ha pasado a mi alrededor relacionado por el tema y en mi propia experiencia, en todos los que pasarán por ello. Pero no él. Él no va a pasar por eso si puedo evitarlo.
Frunzo el ceño y le pongo una mano sobre las suyas, fijando la mirada en él.

-Vamos a arreglar esto. Y digo vamos porque voy a ayudarte en todo lo que pueda, lo creas o no tengo una ligera idea de estos asuntos. -Una idea me viene a la cabeza, quería solucionarlo por sí mismo...pero puede que se refiriera sólo a Lea, no sé en cuantos problemas la habrá metido. -Es decir...si quieres.

Medito rápidamente sobre todo lo que ha dicho.

-Vale, necesito saber por qué Lea debe quedar al margen. Y si es noble o algo así. -Si Rick necesitaba hacerlo sin su ayuda podía ser porque necesitaba probarse que era capaz, aun así tenía que saber que no era algo tonto. Después de todo Lea podría ser de utilidad, aunque entendería que quisiera dejarla al margen. Por el momento

Pienso un par de cosas para ganar tiempo, la mitad de las ideas son sabotajes pero ni si quiera sabemos si están preparándole algo. Además es Rick, no puede acatar de esa forma a su familia, no es el mismo caso que el que pasamos nosotros.

-Hay que descubrir qué piensa realmente tu padre. Si todo eran divagaciones en indirectas o si de verdad está pensando hacer algo.

Estaba bastante nervioso, aunque la situación lo requería y eso siempre me ayudaba a pensar. Aun así no lo exteriorizaba, eso no le haría bien a Rick. Lo miro una vez más apartando un momento las ideas que tenía en mente.

-Eh, pero nada de caras larga. Hace un momento estabas contentísimo, ¿no? Me atreví a dudar y decir que era la cerveza pero decías que era "un buen día", ¿me equivoco? Pues lo primero es que sigas así, vale. -Sonrío, forzándola y haciendo gestos como intentando que me imitara.

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Su seguridad me hizo alzar la vista y las cejas. La verdad es que sonaba muy comprometido. No pude sino reír. Por preocupado que estuviese, no me iba la vida en ello. Quizás me había puesto demasiado serio. Siempre me había pasado aquello de hundirme en mis problemas. Pero en aquellos momentos tenía también muchas cosas buenas como para amargarme por completo.
¡Siempre habría espacio para la esperanza!

-Vaya, si ya has obrado antes en estas cosas no rechazaré tu ayuda, claro. Todas las ideas son bienvenidas -le dije, asintiendo.

Cuando preguntó por Lea negué, en primer lugar. Aquello estaba claro.

-No lo es. Es decir, de corazón sí, pero nada más allá de eso... Y si no se lo he dicho todavía es porque siempre la atosigo con problemas. Y, en este caso, no estando claro, me asusta un poco agobiarla-. Bajé la vista, algo incómodo-. Ella me dijo una vez que era asunto mío. Que si quería decirle a mis padres que ella existía, mientras no quisiesen conocerla, no pasaría nada. Lo que me asusta, de hecho, es que piensen que es una excusa o algo semejante y quieran confirmarlo. "Padre, Madre, llevo un año mintiendo y diciendo que mi relación con Inger se mantiene, pero juro que esta chica, Lea, es la definitiva." No suena demasiado creíble. ¡Aunque sea cierto, demonios! -exclamé, golpeando la mesa con el puño-. Como que el motivo no tiene que ser que existe Lea, sino que yo no quiero hacerlo, o algo así. Aunque de hecho el motivo principal sea Lea, supongo. No sé si me explico... -murmuré, rascándome la cabeza pensativo.

Lo que dijo Adain tenía sentido. Lo primero era averiguar la verdad. Solo de aquella forma podría saber si tenía una preocupación real o solo era el gran Reick Dehnel, como siempre, exigiendo a su hijo para que mejorase.

-Buscaré una forma discreta de saber qué es lo que buscan. Luego se podrá trabajar sobre eso.

Discreta, por supuesto, significaba Nadia. Sabía que podía contar con ella para averiguar algunas cosas. ¿Cómo no lo había pensado antes?

Apoyé una mano en el hombro de Adain, risueño. Lo cierto era que daban ganas de abrazarlo con fuerza, pero estábamos sentados y comiendo. Me contendría y lo abrazaría desde mi mente. Seguro que de amigo a amigo, entre hombres, el abrazo mental llegaba.
¿No habría un hechizo para aquello?

-Tienes razón. Hasta que sepa eso no hay solución posible. Hoy era un día de fiesta. Mejor que no se estropee. No merece la pena. Gracias, Adain-. Le sonreí viril-. Eres un buen amigo.

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Si Lea hubiera sido noble habría sido más fácil. Me rasco la nuca pensando, juntando la información que me va dando.

-Habrá que mantenerla al margen entonces. Mientras no sea absolutamente necesario no sabrá nada, y evitaremos llegar a ese extremo. -Que Lea no supiera nada era arriesgado, pero sería un lugar tranquilo para Rick, con ella no tendría que pensar en el problema. De alguna forma sentía que eso me perjudicaba, pero no podía dejarle solo.

Asiento ante el comentario, lo principal es enterarse de lo que está pasando exactamente.

Cuando apoya la mano en mi hombro siento que al menos está más tranquilo. Vuelvo a recordar el abrazo asfixiante de hace un rato como si volviera a hacerlo y cómo se reía. Espero que esto no empeore, podría hacerle mucho daño... En el peor de los casos habría que acabar metiendo a Lea en todo esto, pero parecía sensata. Creo que podremos con ello... Su comentario hace que se me escape una sonrisa. Será posible que cada vez encuentre más motivos para querer quedarme en Brontë... Puede que ya los tuviera y no quisiera verlos.

Recupero el vaso de agua y le doy un trago, tenía la garganta seca.

-Eso es porque te lo has ganado... Anda, coge la jarra de cerveza que has pedido antes. Aún queda como litro y medio de celebración. -Amplío la sonrisa y le pego un puñetazo amigable en el hombro, desistiendo de intentar agarrarlo y agitarlo.

Durante el resto de la noche el ambiente se volvió más alegre y Rick pareció relajarse. Esperarían a saber algo más antes de seguir con el tema.

*to be continued...*

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Johan entra tranquilo, con una sonrisa relajada, más temprano de lo habitual. Se sienta a una de las mesas, cruzando las piernas sobre el asiento como si meditase, de espaldas a la puerta, y espera paciente a que se acerquen a atenderlo. No tarda mucho en pedir cuando lo hacen, ya tenía claro qué sería.

-Querría tomates gratinados, si puede ser. Y un zumo de fresa y naranja.

El chico lo mira algo extrañado y lo único que obtiene del piscis es una sonrisa que indica que no añadirá nada más a lo ya dicho. Aunque sí lo hace, de hecho, cuando el chrysos ya se está acercando.

-Oh, bueno... ¿Y hay arroz con leche? Si lo hay, que solo la mitad tenga canela.

Dicho eso, se limita a esperar con las manos sobre la mesa, haciendo alguna percusión suave de vez en cuando.

La cena tarda poco en llegar, como suele ser. Johan agradece el servicio y da buena cuenta de ella para poder dedicarse, tras la comida, a cosas de más interés antes de irse a descansar.

*cena y se va*

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Tenía mucha hambre aquella noche. Llevaba un largo día de ejercicio bajo la lluvia, y tras un baño caliente me dirigí al comedor a saciarla. No estaba exactamente animado, pero tampoco lo contrario. Me encontraba bien, aunque algo frustrado todavía por los asuntos del ataque reciente. Pero de todos modos no iba a dejar que aquello me hiciese venirme abajo.

-¡Un pollo con patatas y salsa de naranja! -pedí muy seguro, en cuanto un muchacho se me acercó-. Y una jarra de cerveza fría, por favor-. Añadí, tomando asiento en una mesa y acomodándome-. Bueno, que tampoco sea el pollo más grande -añadí luego, recapacitando-. Un pollo para uno.

Me miró de una forma extraña, pero al final, asintiendo, se retiró, y yo me quedé, hambriento, esperando.

*se queda*

Al final tuve que dejar un poco, pero no demasiado. Incluso traté de hacer espacio, pero estaba saciado completamente.
Agradecí la comida, me terminé la tercera cerveza y me dirigí a un último aseo y lavado de dientes antes de ir a descansar.

*se va*

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El chrysos no estaba seguro de cómo quería matar esta vez el tiempo de espera, así que avanzó sin rumbo fijo por los pasillos, dejando que fuesen estos quienes decidiesen de alguna forma donde se detendría, y cuando se topó con la puerta del comedor no dudó demasiado en abrirla y adentrarse.

No tenía hambre, últimamente no tenía mucha, pero aun así se acercó a una de las mesas y tomó asiento, esperando a que alguien fuese a atenderlo. Cuando finalmente un chico del servicio se acercó, el chrysos dudó unos segundos antes de responder y pedir un café.

Pero a él el café nunca le había gustado.
Cuando finalmente tuvo la taza frente a él, el chrysos permaneció un buen rato con el ceño fruncido observando cómo el humo ascendía, sin acercar las manos a la taza. Sabía que lo había pedido porque se suponía que el café ayudaba a mantenerte despierto y él quería mantenerse despierto, pero aun así se arrepentía de haberlo pedido.
Es que era amargo hasta decir basta, tío, y si le echabas azúcar se quedaba dulce hasta decir basta. Y a la gente le gustaba, de verdad, qué le pasaba a la peña.
Pese a todo, al final sí se lo tomó, notando el desagrado en la boca a medida que tragaba. Probablemente el arrepentimiento supiese así.

*se va*

Edad : 28 Mensajes : 477

Entra con los polluelos siguiéndole. Le gusta estar con ellos algunas veces, aunque lo que no le gusta es que Otro Pollo se canse tan rápido porque lo obliga a volver pronto dentro. Aunque lo cierto es que ha crecido un poco desde la vuelta, haciéndose un poco más fuerte.

Cuando entran en el comedor Rina le está arrancando unas plumas del ala a su hermano, que pía lastimero. Johan les dedica una sonrisa y luego mira al frente, buscando algún miembro del servicio con el que hablar, ubicándolo pronto.

-No tenéis ratones, ¿verdad? -le pregunta, y el hombre lo mira extrañado, aunque acaba por negar-. Pues un poco de termonte crudo, y verdura estofada para mí -le dice entonces, con una sonrisa satisfecha-. Vengo ahora mismo de una misión y estoy molido.

El chrysos se apresura a asentir y va tras lo pedido mientras Johan toma asiento en una mesa y observa a los pequeños jugar en el entorno.

*se queda*

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Es cierto que nos dirigíamos al comedor, pero debo reconocer que no sé en qué momento he dejado de ser yo la que marca el camino. De todas formas, hace bastante que Vilo no monta alborotos, así que lo dejo entrar al trote, observando cómo se aleja con un suave movimiento de cola.

No tardo mucho en ver cuál es su objetivo. ¿Pero qué...? ¿De dónde...? Alzo la vista un poco más y me encuentro con el más probable responsable de esto. Mierda. ¿Tenía que ser él? Ya me lo ha fastidiado y yo aún sin empezar.

Le dedico una sonrisa dulce y un saludo, pero me centro en Vilo y en los dos pequeños. Él se dedica a olisquearlos, con las orejas tiesas y evidente curiosidad. Yo no tardo en agacharme, un poco más allá, para observarlos. Mithos, son preciosos.

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Alza la vista cuando la puerta se abre y al ver a la chica, a Io, Johan esboza una sonrisa y la saluda con un gesto ce mano, satisfecho. No es ella, sin embargo, la que llama la atención de los polluelos.
Nada más ver a Vilo detienen sus juegos, y cuando este se acerca sueltan un pequeño chillido. Rina termina por irse aleteando, como para darse más prisa, mientras que Otro Pollo solo se encoge tembloroso ante el animal.

Johan termina por levantarse para acercarse al pequeño tembloroso con pasos tranquilos y las manos en los bolsillos.

-Si tienes miedo escapa -le dice, con el mismo tono que hablaría con una persona. Acaba sin embargo por tomarlo en brazos y volverse hacia la flamma-. ¿Qué tal? -le pregunta, con una sonrisa de lado.

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¿Qué pasa? ¿Es incapaz de dejar a otros un momento de protagonismo? ¿Tiene que venir a hacerse el centro? En fin.

-Vilo, ven -llamo, alejándolo así de los pollos. Él se lo piensa antes de atender a lo que le digo-. Bien, gracias. ¿Y tú?

Reprimo las ganas de preguntar por los animales. Observo al que ha salido corriendo a esconderse, preguntándome si será demasiado tímido para salir. Así que Vilo ya parece todo un depredador, ¿eh? Interesante. Acaricio al pequeño con cariño. Pues yo lo quiero igual, aunque crezca.

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Johan mira al vulpus alejarse un momento, obediente, y no puede evitar asentir satisfecho para sí. Se acerca entonces a Io, ignorando su pregunta un momento, ofreciéndole el polluelo para que se lo sostenga.

-¿Te importa un momento? -le pregunta, con el pollo tembloroso entre las manos-. Voy a por Rina-. Ensancha un poco la sonrisa, tranquilo-. Bien, por cierto. Gracias.

El chico del servicio vuelve en ese momento con un plato con la carne cruda y tras mirar a Johan interrogante la deja en la mesa que estaba, a un gesto de este.
Si la flamma acepta el paquete Johan procederá, entonces, a acercarse a la zona que ocupa Rina, para tratar de calmarla. Pero con calma.
A Johan no le gustan las prisas.

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No me puedo creer que, viendo cómo está el pobre animal, lo primero que se le ocurra sea dejarlo en mis brazos. Está un tanto desplumado y débil, ahora que me fijo. ¿Lo estará cuidando bien? ¿Lo estará cuidando siquiera? Pero no rechazo lo que dice, no sea que decida dejarlo caer, sencillamente. Con la indiferencia que muestra...

-Claro -asiento, tomándolo en brazos.

En seguida lo abrazo con suavidad contra mí para darle calor, y procedo a calmarlo con voz dulce y caricias. No es más que un pobre ovillo de plumas y pelo asustado. Vilo me mira con curiosidad y hace amago de acercarse, siguiendo con fijeza cada movimiento. Sin embargo, no llega a moverse de donde está. Solo espera a mi señal, atento. Pero yo tengo que encargarme del pequeño.

-¿Qué pasa, corazón? No te asustes, que no te hago nada. Y Vilo tampoco. Venga, ya está, tranquilo... -murmuro con voz queda.

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Johan agradece el gesto que Io tiene con una sonrisa y pronto se está encaminando hacia Rina. Se acuclilla junto a la silla debajo de la que se ha metido, ofreciendo un poco de cecina que lleva en la bolsa. Ella duda un momento, pero, guiada por el estómago (o por el olfato, imagina) acaba por salir y no tiene problema para atraparla y tomarla con cuidado.
Vuelve entonces junto a Io y le sonríe, algo más radiante.
Otro Pollo parece más tranquilo ahora, según se fija, aunque tiembla todavía un poco. Por otro lado, siempre tiembla un poco.

-Vaya, parece que le gustas. -le dice, ofreciéndole un hueco en sus brazo izquierdo para tomarlo de nuevo-. Y eso que debe de haber pocas cosas que le gusten a este -añade, echando un nuevo vistazo a Vilo, entonces-. Debe de ser la primera vez que ven un animal tan grande. Son algo pequeños para plantarle cara, todavía. Todo a su debido tiempo, eh... -comenta, acariciando un poco a Rina, a la que ya lleva en el brazo derecho, con el mentón, pero con suavidad, arrancándole un pío animado.

FdR- Pausa

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Poco a poco, el animalito se va tranquilizando. No alzo la vista de él hasta que el piscis vuelve para reclamarme. No me queda otra que devolvérselo. Desde luego, son animales extraños, aunque eso no los hace menos adorables.

-No creo que Vilo tenga intención de plantarles cara -respondo con una sonrisa dulce, volviendo a enfocarme en él. Salvo que lo provoquen-. ¿De dónde han salido?

Siendo tú, me dirás que los encontraste en un nido hecho en una lámpara en el pasillo. O que te los enviaron por correo para gastarte una broma. A ver lo que dices, chaval.

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Dedica una sonrisa al animal, a Vilo, y luego acepta a Otro Pollo sin reparo, asintiendo levemente, encaminándose con ellos en brazos hacia la mesa, finalmente. Aunque se vuelve hacia Io cuando le habla, alzando algo las cejas, curioso.

-De Aqua -le explica, tranquilo-. Me los enviaron unos familiares. Bueno, realmente fui a buscarlos. Ellos me enviaron el aviso. Estaban en peligro y alguien tenía que hacerse cabo. Y como sabían que se me dan bien las aves contaban con que pudiese hacerme cargo de, al menos, la mitad de ellos -añade, con una sonrisa divertida, tomando asiento y dejando a los pollos sobre la mesa.

Enseguida se sacudieron el plumón y miraron a Johan curiosos desde ese punto. Él no tardó en darles un trozo de carne a cada una, uno con cada mano, alejándolas entre sí para que no se peleasen.

-¿Queréis compartir mesa? -le pregunta entonces a Io, con gesto curioso, risueño, calmo.

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Por supuesto, un envío de unos familiares. Otra historia tan creíble como todas. Aunque hay que reconocer que en este caso son los animales los que hacen la historia poco creíble, y los tengo delante.

-¿En peligro? -pregunto, estudiándolos a ambos-. ¿Cuál era el peligro? ¿Qué ha pasado con los otros?

Asiento a su ofrecimiento. Supongo que estaría bastante mal visto rechazarlo. Por suerte, los animales pueden aportarme lo que él no, así que puedo soportar una cena compartida. No tardo en acomodarme, con Vilo junto a mí, y cuando pasa un camarero le pido la cena para ambos.

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Alza las cejas, curioso.

-Cazadores -explica-. En la zona no le gustaba demasiado tener bichos de estos. Un adulto está bien, pero cuando se multiplican ya se hace mucho. ¿El resto? -pregunta entonces, pero al comprender ríe, negando un momento, divertido-. Eran solo dos. Me refería a la mitad anterior de ellos -aclara, con una sosegada sonrisa, entretenido.

Cuando el chico se acerca con su comida caliente Io pide la suya, y Johan ofrece un nuevo trozo de carne a cada híbrido, mirando brevemente a la flamma.

-Si quieres darle a Vilo de esta carne siéntete libre -le dice-. O a ellos-. Le ofrece un trozo de carne cruda-. ¿Quieres darles de comer?

Hay gente que disfruta con esas acciones. Él mismo lo hizo en Aqua en su momento.

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Sigue sin ser muy claro lo que dice. De hecho, no le encuentro el menor sentido. Pero prefiero asentir y dejar el tema que que siga liando la historia y burlándose de mí. En lo que espero por mi cena, los observo, sin dejar de acariciar a Vilo tras las orejas. Él acaba por apoyarme la cabeza en un muslo, dejándose hacer, tranquilo. Empieza a preocuparme verlo siempre tan dócil. No era así antes.

Acepto la tira de carne que me ofrece, tendiéndosela a mi vez al pequeño que tengo más cerca. De todas formas, no estoy muy convencida con esto.

-¿No comen solos? -pregunto.

Vilo comerá otra cosa. De hecho, es probable que se limite a beber, aunque yo le haya pedido un poco de cena. Por lo que he visto, ya ha estado comiendo por ahí. Vengo más por mí que por él.

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