Balcones

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No llegué a salir a los balcones. Había visto que Anna se dirigía hacia allí, pero no que había más gente ya fuera que había tenido la misma idea. Lea y Dehnel la acompañaban. Por suerte, pude verlos antes de llegar a abrir los ventanales, por lo que conseguí pasar desapercibido.

Me di media vuelta y contemplé mis posibilidades. Había otros balcones a los que podía acceder desde allí, pero estaban todos en la misma línea, así que no sería muy discreto. En lugar de ello me dirigía otra de las posibles salidas, la que comunicaba con los jardines. No era un espacio que quedase aislado de la fiesta, y parecía que todavía no había sido colonizado, así que era lo más tranquilo que iba a encontrar.

*Se va*

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De modo que Curtis había ido a bailar. Por un momento trato de imaginar su movimiento con el vestido de lentejuelas, brillante, con las alas extendidas como si se tratase de un ave majestuosa. Sin duda, he de hacerle un vestido.

-No hace falta, gracias. Estoy perfecta -respondo a Lea. Y, aunque no debería, doy otro sorbo a mi combinado. Entonces dejo ir un resoplido, casi como una risa-. No... Realmente... -. Cállate, Anna-. ¿Diríais que somos amigos?-. Los miro. Con Lea ha hablado, con Rick no tanto, pero es un hombre amable-. Yo... -. Bajo la vista, avergonzada-. Me gustan los vestidos, pero... No sé qué me pasa hoy que...

Cállate, Anna.

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¿Estaba Anna teniendo una de aquellas borracheras tristes? ¿O estaba más bien confusa o pensativa o frustrada? Sonreí, afable, respetando la distancia entre nosotros.

-¡Claro que somos amigos! Si eres encantadora-. Quizás no los mejores, pero era una chica agradable, educada y amable con todos. Desde luego, confiaba en ella y en su integridad. Pero luego la conversación pasó a los vestidos y miré a Lea, confuso, un instante-. ¿Hoy no te gustan los vestidos? Quiero decir... Veo que te has puesto pantalones, pero eso no tiene que definirte. Y bueno, tampoco pasa nada si no te gustan los vestidos.

Quizás no era tan simple. A fin de cuentas, era costurera.

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Definitivamente, Anna no estaba bien, y empezaba a dudar que fuese solo cuestión de bebida. Más bien parecía que eso intentaba tapar algo más. Intercambié una mirada con Rick y me acerqué a ella, apoyándole con suavidad una mano en el brazo, haciendo amago de rodearla, pero dejándole espacio por si le agobiaba la cercanía o quería rechazar el contacto.

─Anna ─le dije, con voz suave pero firme─. Yo te considero mi amiga ─. Qué raro se me hacía decir aquello. Tenía la sensación de que últimamente estaba verbalizando demasiado la amistad. No me gustaba nada─. Y si hay algo de lo que necesites hablar, quiero que sepas que puedes contar conmigo.

Tampoco me gustaba hacerle terapia a nadie, ni los dramas ajenos, y menos en una noche de fiesta. Y menos todavía, dentro de una noche de fiesta, en el momento en que había salido a buscar algo de tranquilidad. Pero era evidente que Anna necesitaba algo en aquel momento, aunque no acababa de tener claro que ella misma supiera qué.

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Siento cierta calidez cuando me llaman amiga, aunque siento mucha más cercanía a Lea que a Rick, en ese aspecto. Pero es un buen hombre, me cae bien, y siento que es el tipo de persona que siempre ayudaría a otros si lo necesitasen. Cuando siento la mano de Lea sobre mi brazo la cubro con la mía, dando un ligero apretón de gratitud. Y entonces Rick habla y no puedo evitarlo. Y me echo a reír. Sin cubrirme la boca, sin contención. Solo me río sin poder evitarlo.

-¡No! No...-. Niego varias veces, con la sonrisa aún en los labios-. Me encantana los vestidos. Son mi pasión. La ropa en general. No discrimino. Pero jamás odiaría los vestidos-. Inspiro hondo, aún recuperándome de la risa. Lea da un punto de seriedad y quizás me hace sentir más segura. En eso ayuda el alcohol y que parezca que lo que diga hoy no importará mañana-. Es solo que hoy todas las chicas están preciosas, y normalmente puedo soportarlo, pero hoy no soy capaz. No sé por qué hoy... El alcohol no ayuda, pero supongo que es algo en lo que no he pensado mucho últimamente y ahora viene de golpe.

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La risa de Anna me sorprendió, aunque me dio la sensación de que cuando habló después estaba un poco más aliviada. Lea se mostró realmente cercana y me sentí un poco sobrante, como si no pudiese aportar tanto como ella. Pero me caía bien Anna, y si podía ayudar quería hacerlo, aunque quizás acabase de hacer el ridículo. Y ni entendía por qué.

Sí que era cierto que las chicas estaban preciosas. Y los chicos. Todo el mundo se había puesto de sus mejores galas. Pero Anna era algo insegura. Quizás...

-Pero no tienes que sentir... envidia o lo que sea, Anna. O sea, estás muy guapa también... Desde el respeto, lo digo. Y eres increíble cosiendo. Y muy amable. Y eres muy válida. Sé que no funciona así, que por decir esto no vas a creer de repente que todo es mejor, pero...

Me frustraba que tuviese que sentirse insegura. Era una buena chica y no tenía que dudar de sí misma de aquella forma.

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Hm. Las chicas. Ya. No esperaba que lo expresase de una forma tan simple. Es decir, no era que me hubiese pasado desapercibido, pero esperaba que hubiese algo más de fondo. Quizá lo hubiese. Y entonces Rick comenzó a hablar e hice mi mejor esfuerzo por no interrumpirle, pero lo miré y negué con suavidad con la cabeza, sin poder evitar una pequeña sonrisa.

Correspondí al apretón de Anna con uno propio y me volví hacia ella.

─Sí que están hoy preciosas ─coincidí─. Pero es que son chicas muy guapas. No es el fin del mundo, ¿no? Respira hondo, descansa un rato, pero no te obligues a mantenerte al margen. Quién sabe, a lo mejor alguna está deseando que vayas a mostrarle tu aprecio y te llevas una sorpresa. Y, en cualquier caso, no creo que ninguna se lo fuese a tomar a mal. Con lo subidos que están hoy los ánimos, además. Y con lo empática que tú eres. No deberías censurarte. Y, la verdad, tú también estás preciosa, que eso parece que se te olvida.

Mucho decirle que no a Rick, pero tampoco era que yo fuera la mejor para mantener aquel tipo de conversación.

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El intento de Rick se me hace tierno y esta vez no río, aunque lo miro con cierta gratitud. Que no sea ese el centro de la conversación no significa que no aprecie esas palabras. Aunque tampoco puedo negar que haya algo de eso en el problema. La inseguridad es una gran parte de mí, a fin de cuentas. Pero Lea sí parece entender a la perfección de lo que hablo, y aunque pensé que sentiría vergüenza, realmente lo que noto es cierto alivio. Al menos al principio.

Cuando habla de lo de que alguien puede estar esperando a que le muestre mi aprecio, ahí sí me ruborizo. Y cuando me dice que estoy preciosa. Me acomodo las gafas algo torpe y compongo una sonrisa.

-No... es mi especialidad lanzarme, siendo sincera. Aunque creo que se nota-. Desvelarme y abrirme a la gente en ese aspecto es algo que me cuesta-. Pero bueno, tenía intención de divertirme y punto. Supongo que hace tiempo que no... Quiero decir... No necesito que pase nada. No es eso. Creo que... -. Miro mi copa vacía-. Creo que he bebido más que en mucho tiempo y que le estoy dando vueltas a cosas que trataba de evitar.

Desde que llegué he intentado no pensar en ese tema. En ver Brontë como un lugar de trabajo y nada más. El resto de mi vida estaba fuera: mi familia, amigos, Charlie... Pero con el tiempo he hecho amigos aquí. Charlie ha resultado... no ser la mejor compañía. Y si este es mi hogar, debería aceptar la posibilidad, aunque sea, de abrirme a ver a la gente más que como a guerreros distantes. Yo soy una más.

-Creo que volveré dentro -les digo, con algo más de resolución-. Gracias por escucharme, de verdad. Lo necesitaba, y que me diese un poco el aire. Pero creo que lo más importante del día de hoy es divertirse. Y yo quiero divertirme. No quiero estar aquí hablando de problemas que ni siquiera son problemas.

No quiero pasarme la noche quejándome de que las chicas son demasiado guapas mientras me pierdo el los detellos del vestido de Curtis mientras baila, ni quiero irme a dormir sin haber saludado a Kyoti en condiciones, o sin probar el bizcocho de Johan.

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Estaba hablando muy seguro hasta que vi el gesto de Lea. Y luego habló ella y sentí que me moría de vergüenza de pronto. Lo había entendido todo mal. Pero Anna... Ella no parecía... O sea... Claro. Es que no había un perfil. Una vez más había supuesto cosas sin motivo. Tenía que quitarme aquellas ideas preconcedidas de la cabeza.

-¡Anna!-. La miré muy serio, cuando las dos hubieron terminado de hablar. ¡¿Pero cómo no lo había entendido, Mithos?!-. ¡No hay nada que debas agradecer! ¡Me alegro mucho de que te hayas abierto de esta forma!-. Me esforcé en dejar de exclamarlo todo, aunque sentía mucha intensidad-. Y habla de ello todo lo que quieras, lo que necesites, ¡porque es mejor echar fuera los pensamientos desagradables que tragárselos y no sacarlos nunca!-. Nada, no había forma. Sería la cerveza, que al final me había subido también un poco-.¡Eres una chica increíble y cualquier otra chica que esté contigo será muy afortunada cuando llegue el momento, que llegará! Así que entra ahí dentro, baila, tómate otra copa, haz lo que más te apetezca ¡y deja que todas vean ese enorme brillo interior, por Mithos!

Apreté el puño con intensidad. Tenía disfrutar de aquella fiesta en la que había puesto tanto empeño. ¡Demonios! ¡Aquello sí era justicia! ¡Eran las cosas que importaban en el mundo! ¡La felicidad de las personas!

Igual de serio, miré a Lea, a mi lado.

-Y quiero otra cerveza.

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Asentí con una pequeña sonrisa. Su carácter era el que era y no tenía sentido negarlo. No era algo malo, necesariamente, tampoco. Al final decidió que quería entrar otra vez. Esperaba que no fuera huyendo de nosotros. Aunque no lo parecía. Sí creía que estaba un poco más tranquila. Me separé ligeramente de ella, dejándole espacio.

Dejé hablar a Rick antes de decir nada.

─Y si necesitas algo, no dudes en pedir ayuda. Nosotros estaremos por aquí ─añadí cuando hubo terminado.

No era que tuviera muchas ganas de estar pendiente de ella toda la noche, precisamente. Con suerte, quizás no hiciera falta. Pero si de verdad le iba a sentar mal la fiesta, me sabía mal dejarla tirada.

No pude evitar reír cuando Rick me miró con tanta solemnidad. Sí, quizás yo también tomase otra copa.

─Pues venga, vamos ─los animé─. A divertirse.

Me aseguré de que Anna tenía la suficiente autonomía para moverse por su cuenta y, tras recoger las copas que habíamos sacado, entramos de nuevo a la sala de baile.

*Vuelven dentro*

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