Bosque

Lo miro fijamente. Me permito emanar una ténue luz, lo justo para que podamos mirarnos mútuamente, y lo miro. Solo veo su capucha caída y su sonrisa arrogante, que no hace más que empeorar sus palabras, volviéndolas más desagradables a mis oídos de lo que ya de por sí son. Se me pasa por la mente la idea de cruzarle la cara, pero, por impactante que pudiera ser, es muy de joven dama desairada, y no quiero que crea que me afectan sus palabras o sus actos. No le daré esa satisfacción.

Su caricia me deja algo fría. No obstante, me acerco un paso hacia él, extiendo mis manos hacia su cabeza y -esta vez sí titubeo un poco- tomo la gruesa tela de su capucha.

Frunzo el ceño.

- Me da igual lo cómodas que sean -. Comienzo a apartarla, esperando a que me detenga en cualquier momento-. ¿Qué te han hecho, Jager?

Me sorprendo. No puedo evitar mostrarlo, aunque solo sea un segundo. Y, durante ese segundo, olvido lo mucho que lo desprecio.

Rozo su mejilla derecha con las yemas de los dedos.

- ¿Quién ha sido? -inquiero, no preocupada, sino curiosa, sin dejar de mirar el lugar en el que una vez hubo un ojo color azul intenso.

No puedo evitarlo. Me sale solo.

Retiro mi mano de su rostro y, entonces, sin poder controlarlo, me echo a reír. No es una risa contenta, tal vez parezca algo forzada, pero realmente una parte de mí se divierte de verdad. Solo tras dejar bien patente la gracia que me ha hecho su comentario, esbozo una sonrisa torcida y lo miro, percatándome de que, de pronto, he conseguido la posición dominante.

- No necesitabas preocuparte tanto por mí, Jager. Siento lo de tu ojo, pero tu rostro sigue siendo hermoso, ¿no es así?-. Lo fulmino con la mirada. ¿En serio espera usar esa artimaña? ¿Ganarse así un poco de mi compasión? No me esperaba algo así de él... Río una última vez, en esta ocasión más suavemente-. Tranquilo. Sigo odiándote. Y ahora, si no te molesta...-. Le doy la espalda-. Me marcho ya. Debo descansar bien, Jager.

Comienzo a alejarme.

- Adiós.

Una parte de mí desea volverse y observar su expresión dolida, pero sé que está sonriendo. Como siempre.

No importa cuánto daño haya causado. Jager siempre sonríe de esa forma arrogante que tanto odio. Como si nada importase. Como si todo pudiera olvidarse con ese gesto.

*se va*

Llegué al bosque animado. Hacía un día espléndido y a pesar de que el otoño ya estaba bien entrado en fechas, hacía sol.

El bosque estaba tranquilo y silencioso: Perfecto para dar un buen paseo. Tristán volaba a mi lado, juguetón, llegando hasta las copas de los árboles y cayendo en picado. Era entretenido ver sus piruetas mientras caminaba.

El suelo estaba repleto de hongos, setas, champiñones... parecía que caminaba sobre quitina, en vez de sobre tierra. Era increíble: con las últimas lluvias, los hongos habían salido como setas (y nunca mejor dicho)

Los árboles estaban repletos de frutas maduras, y sobre todo castañas, que se perdían en la inmensidad amarilla y roja de las altas ramas.

Era divertido ir viendo para el suelo, porque se podía respirar la húmeda vida que emanaba. Entonces vi un palo con una forma peculiar. Era genial.
Lo recogí y lo limpié un poco... entonces se me encendió la luz. Eureka! con esto podría hacerme una nueva arma para atacar de lejos! UN TIRACHINAS!

Me dirigí rápidamente a una piedra grande y me senté en ella para examinar el trozo de madera. Tenía las medidas perfectas y la forma perfecta, además, el palo debería haberse caído hace poco, ya que la madera no estaba para nada podrida.

Me puse a limpiarlo, saqué a Altheda de su carísima funda nueva y comencé a retocar mi nueva arma en potencia, recortando los nudos sobrantes y dejando perfectas las esquinas... estaba quedando genial.

Me puse a rebuscar en mi mochila... necesitaba algo elástico... ¿pero que? Vacié el contenido de mi bolsa en el suelo... estaba llena de basura, y cosas insevibles, pero había cosas que se podían aprovechar...

-Veaaaaamos... un trozo de pergamino... vendas... tinteros... fruta...- entonces lo vi: justo lo que necesitaba: era un cordel de esos de látex o caucho que utilizaba Errst en su consulta para ponerte alrededor del brazo para sacarte sangre... se lo había visto usar hace tiempo, cuando yo estaba ingresado en la enfermería y había cogido un par de ellos, junto con las vendas y un par de cosas más... total ¿quien lo notaría? la enfermería estaba llena de esas cosas que nadie más usa... como ese chisme extraño que se mete en las orejas y que hace que oigas todo superampliado... quería robar uno también, más que nada para escuchar detrás de las puertas... pero solo había uno y ese lo tenía Errst colgando alrededor de su cuello, así que me había quedado con las ganas.

El caso: enrollé la goma de caucho alrededor de los extremos del palo fuertemente, y corté un poco de corteza tierna de un árbol, para hacer el sitio donde iría el proyectil.

Me había quedado estupendo, mi tirachinas nuevo.
Ahora solo necesitaba encontrar un montón de piedras afiladas, pero eso no era problema, porque el bosque estaba lleno de piedrecitas del tamaño perfecto para impactar en una cabeza despistada, por ejemplo.



Decidí probar mi nueva arma contra un objetivo vivo.
Un pájaro.

Tensé la goma y apunté a su cabeza. El pájaro cantaba desprevenido, sin saber que esos serían los últimos trinos que su pico emitiría.
Lancé.

PLOC!

El cadáver emplumado cayó al suelo con un sonido seco.
-Genial! FUNCIONA! Jajaja ya verás que bien me lo voy a pasar con esto, Tristán!.

Fui a revisar el cadáver: en todo el pecho. Si es que soy un hacha.
Entonces alcé la vista hacia la rama de donde había caído... había un nido... seguramente esta sería la madre... los huevos morirán de frío, por lo que: ¿porqué no seguir practicando si van a morir de todas todas?

Sonreí con una sonrisa un poco macabra y volví a apuntar hacia arriba. Tenso y lanzo el proyectil... De lleno.
El nido cae echo trizas al suelo, con un huevo y un pollito de unos tres centímetros aún vivo.
-Dios! SOY EL REY DE LA PUNTERÍA!
Veo al polluelo de reojo, con cara de asco... no tiene plumas y está piando.

-Será mejor que no ta haga sufrir más, amigo...- de dije sin muchas ganas, en un tono cansado.

...

Entonces Altheda volvió a probar la sangre.



*se va*



FdR: No lo usaré en combate, sé que solo puedo usar un arma n.n

Llego al bosque por ir a dar un paseo. La verdad es que está siendo una tarde bastante aburrida. Al fin y al cabo Kettleburn tenía boca y podía hablar con el. Pero bueno, creo que estas vacaciones nos sentarán bien a ambos. El se recuperará y yo meditaré en como tratarlo. Quizás esa forma era la equivocada.

Aunque sé que Aren no se refiere solo a que cambie mi actitud con Kettleburn, sino con todo el mundo ¿no? quien sabe. Joder, yo solo quiero ser como el.
Entonces le doy una patada a una manzana que había en el suelo.

Me cabrea mucho. Yo debería... no DEBO de ser su favorito y no lo estoy consiguiendo ¿que debería hacer para llamar su atención?

*se queda*

Salía al bosque para dar un paseo lejos del palacio, había cogido mi alabarda por si acaso y la llevaba atada a la espalda. No fuera a pasarme como la noche del lago. Era un lugar con mucha espiritualidad y bastante alejado de la corrupción civilizada. Era un lugar hermoso para dar un paseo tranquilo y agradable. Caminé respirando el aire con una sonrisa de satisfacción pincelada en los labios. Me fijé en los últimos pajarillos que iban ya recogiendo el vuelo a aquellas horas de la tarde. El sol se estaba poniendo. Pero aquel lugar me estaba gustando y decidí quedarme un poco más.
Tras un buen rato caminando vi a lo lejos, entre los árboles, como un chico que parecía caeruleus debido a sus rasgos también había decidido pasear por allí. En el momento no tuve muy claro qué hacer. Por una parte era un tipo que también parecía querer huir un rato hacia la tranquilidad de la naturaleza pero, por otra parte, el trato con hombres siempre resultaba un tanto hostil.
Me quedé mirándolo con mis grandes ojos azules puestos en sus pasos y al final decidí caminar hacia él.
Me frené a pocos metros y lo miré sin demasiada expresión. ¿lo habría visto alguna vez? ¿Me habría visto él a mí? El bosque y los árboles eran tan grandes que nosotros, al igual que la distancia que nos separaba, parecíamos diminutos.

Camino de un lado para otro, sin saber muy bien porqué, entonces oigo unos pasitos. Dirijo la mirada hacia la espesura... menos mal que es de noche y puedo ver bien.
-¿Quien anda ahí? pregunto con un tono firme. Si era una bestia, estaba preparado. De hecho prefería que fuese una bestia de cuatro patas a una de dos. Trago saliva, esperando la respuesta.

El caeruelus pareció algo sorprendido al escuchar que me acercaba y, tras su pregunta, decidí que era mejor responder. "Nadie, para ti" Respondí de entrada para luego acercarme unos pasos. "Summer, ahora. Y también antes, por supuesto. Pero antes no lo sabías" Le dije, segura de mis palabras, sin cambiar de expresión. Luego entorné un poco los ojos, mirándolo con curiosidad. "¿Y tú quién eres?"

Una chica sale de entre los árboles y contesta con firmeza. Bueno... no es una chica: es... ¿que coño? menudas pintas en fin... veo sus ropajes: mi madre siempre me dijo que las sacerdotisas solían vestir con túnicas, así que supongo que ella será sacerdotisa. Sino es así, tiene muy mal gusto para vestir.

Recuerda Alexander: primera impresión... tengo que causar una primera impresión agradable.

-Yo...- digo tendiendo una mano enguantada- soy Alexander Price. Un placer. digo sonriendo. Aún no puedo emitir un juicio de valor sobre como es. Pero así de buenas a primeras: parece maja.


SI es sacerdtisa sería una pena: menudo desperdicio, solo debían serlo las feas.

Al parecer el caeruleus se llamaba Alexander. Me tendió una mano para saludar pero negué con la cabeza y me incliné levemente. "Un placer" El sol se había puesto rápido y cada vez se veía peor. Encendí un flagrare a la altura de mi vientre para alumbrarme un poco. "Perdona. Pero yo no puedo ver bien" Le dije por si le había molestado el gesto. Me quedé un momento en silencio, escuchando como los animales ya se recogían y los árboles comenzaban a crujir. "Es un buen sitio para dar una vuelta, ¿cierto, Alexander?" Comenté sin saber muy bien como tratar con él.

FdR: Summer lleva ropa normal y ni siquiera es monja, eso es una broma del off topic jajaja es sacerdotisa y, como mucho, lleva túnicas.

Doy un paso hacia atrás al ver que enciende un flagrare. - No no te preocupes, no pasa nada.- Bueno, Summer nunca te había visto antes, ¿eres nueva? ¿ya conoces a mas gente? yo llevo poco tiempo... no se ¿un mes? ¿dos? ya no me acuerdo. Río.

Entonces me fijo en su arma y frunzo el ceño- Guau... debe de pesar un quintal, a mi no me gustan las armas pesadas digo levantando el codo, rascándome la nuca y echando la lengua. Perfiero las cosas más ligeras. Entonces extendí la otra mano y saqué una de mis agujas metálicas.

-¿te gustan? digo con una sonrisa.

Espero haberle caído bien: ya tengo bastantes enemigos en este maldito palacio.



FdR: perdon. Ya lo edite

Alexander parecía hablador ya que, tras mi comentario, comienza a preguntar. "Sí, hace poco que he llegado. Creo que poco más de un mes" Respondí tratando de recordar cuanto tiempo hacía que había llegado. Desde entonces no había tenido noticias del santuario, pero no importaba, era mejor así. Luego me paré a pensar en su segunda pregunta."Pues realmente no conozco a nadie aunque me he cruzado con un par de personas. Un chico rubio y una claritas y, ah, caro, y Grell. Bueno, Lyam. Dijo que se llamaba así a pesar de todo" Dije haciendo algo de memoria. "Y ese hombre que lo besó, pero ni siquiera dijo como se llamaba y Blues Splash. Sí, en el lago" No recordaba muy bien las caras de algunos. Por supuesto sí la de Grell porque efectivamente tenía cara de Grell pero no demasiado la de los chicos del comedor y ni siquiera había visto a la luz la cara del hombre ni la de la líder piscis. Conocía la cara de algunos políticos pero la de ella no había podido ni siquiera corroborarla. "¿Y tú conoces a muchos?" Pregunté con curiosidad.
Alexander se fijó en mi arma y yo dediqué una mirada a mi espalda para luego agarrar la alabarda con la mano izquierda un momento, como si no fuese a estar allí. "Es útil para muchas cosas y te mantiene en forma" Sonreí con algo de gracia y apagué el flagrare porque me estaba cansando de mantenerlo.
Alexander me enseñó sus agujas así que volvía encender un flagrare para poder verlas. "Son bonitas, pero resultan un poco traicioneras" Le dije. Era mi primera impresión sobre el objeto.

Mientras la escucho, no puedo evitar llevarme una mano a la boca y morderme los dedos. Las lágrimas están a punto de saltarme de los ojos. Ai, por Mithos. Que risa.

Intento recuperar la compostura. Pero no puedo.
-Summer, perdoname, pero me ha dado un ataque de esos que cuando empiezas a reir, ya no puedes parar, ¿C-como que Grell? ¿es su mote? entonces comienzo a reía aún mas fuerte. ¿lo besó un hombre? que fuerte, por dios. en serio: no cojo en mí de gozo. ¿Y no sabías quien era ese hombre?

-Bueno, si te interesa, el chico rubio se llama Kettleburn y es ¿como decirlo? una especie de ayudante - no voy a decirle que es mi esclavo: igual le parece mal, como a Inger. Y bueno la cláritas... no tengo nada que decir, simplemente nos mantenemos distantes. digo con una sonrisa mientras me seco una lágrima. Ai... Grell


-Bueno, son traicioneras para quien les dejan serlo, comento en última instancia.

Al ver como Alexander empezaba a reírse sin parar no pude evitar reírme también. No tenía muy claro por qué le hacía tanta gracia, pero su carcajada era contagiosa. Me llevé una mano a la cara para tratar de calmarme un poco y luego me encogí de hombros. "No sé si puede considerarse un mote. Le llamé así cuando preguntó cómo creía yo que se llamaba y me pareció que le pegaba mucho" Le expliqué mientras ya dejaba de reírme sin perder la gracia del momento. "Y, sí. No sabía si eso era una práctica habitual por aquí" Reí."Estábamos en los tejados. El hombre llegó y dijo que había olvidado darle algo y entonces le besó. Supuse que tendrían un romance de esos escondidos de los libros porque después Lyam se puso muy nervioso" Me reí un poco más, no mucho, porque recordé la cara de Grell cuando aquel hombre se fue. "No dijo cómo se llamaba ni tampoco le pude ver bien la cara porque era de noche. Tenía el pelo muy largo, eso sí. Y así como vino se fue. Fue bastante inesperado" Le comenté recordando el momento. era bastante peculiar e incluso cómico ahora que recordaba.
Alexander me aclaró quien era el chico rubio. "Ah, ah, ah... Algo así como Ilanus, ¿no? ... Silvanus, creo" Recordé. Luego mencionó a la chica claritas pero solo dijo que estaban distanciados. Aclaró algo acerca de sus armas y simplemente miré sus brazos durante unos segundos. "Lo tendré en cuenta" Le dije con una sonrisa resuelta.

FdR: Que suerte has tenido, Alexander jajajaja
FdR2: lo siento Ro, sabes que está loca jajaja sé que me matarás cuando lo leas

Bueno bueno bueno... BUENOOOOO bueno.

Disculpame digo apoyando la cabeza en una árbol y comenzando a aporrearlo de la risa.
-Jajajajaja -cojo aire- JAAAAAAAAjajajaja me voy deslizando hasta el suelo, hasta quedar sentado al pié del árbol.

-Ai, ahora aparece que ya estoy mejor. No: espera un momento: JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA ai, perdon: ahora si. ya esta. Ufff. De verdad: esto me va a alargar la vida por lo menos veinte años.


-Si, Silvanus, aunque a mi me gusta llamarle más Kettleburn. No se porqué - es porque es mi criado y porque tiene un nombre horroroso-.

Me encojo de hombros y me levanto. Bueno, Summer en serio me has caído muy bien y de echo nos hemos reído un buen rato, espero que lo volvamos a repetir.

Lo siento pero ahora tengo que marcharme: estoy esperando por un paquete... tendría que haber llegado hoy, y no lo ha hecho. A ver si ha llegado el mensajero del último turno del día al palacio o no.

Entonces me despido con una amable sonrisa y me voy. Pelo largo... hombre... apareciendo y desapareciendo continuamente... no estoy seguro, pero Aren Darvenwish podría ser un candidato perfecto. A ver... tengo que indagar un poco mas... quizás Kettleburn sepa algo y si no... ¿que más da? pienso con una torcida sonrisa.


*se va*

FdR: yo se de una que se va a tirar de los pelos.

Alexander empezó a reírse de nuevo como un descosido con lo que volvió a darme la risa pero ahora algo menos que antes. Después se disculpó porque tenía que irse a recoger un paquete. "Sí, ha estado bien. Espero que te llegue pronto ese envío. Hasta pronto" Me despido aun con la sonrisa en la cara. Parece un tipo agradable, quizás algo pesado y, sobre todo, de risa fácil. Era extraño. al parecer, por la risotada del caeruleus, los amoríos entre hombres eran también en el palacio algo curioso e incluso gracioso. Fuera como fuese prefería mantener algo más de distancia con los varones fuese habitual que se besasen entre ellos o no.
como se había hecho ya de noche encendí un nuevo flagrare ya que el anterior se me había apagado al reírme y me fui de vuelta al palacio.

- Un, dos, un dos...

Corría por el bosque por dos cosas.

Uno: Quería quitarme de la cabeza las cosas tan asquerosas que me había evocado tanto el encuentro con Alehyss Lester, como el propio recuerdo del beso que me robó hace ya mucho, a mí, un inocente ser que nada sabe de inmoralidades.

Dos: Cuando uno estaba tan fuerte como yo, tenía que cumplir un estricto mantenimiento de su cuerpo si no quería ser el hazmerreír de todos.

Me debía a mi cuerpo y a las damas, y no a esa puta de Lester.

Por eso corría.

- Un, dos, un dos...

*corre*

Llegué al bosque. Se estaba bien fuera (no hacía ni frío ni calor) , por lo que había decidido ir a dar una vuelta por los exteriores. Y, como nunca había paseado por el bosque, había decido ir hasta allí.

Al llegar, me encontré con Rick, que estaba corriendo. Esbocé una tímida sonrisa, y le saludé.

- ¡Ey! ¡Hola, Rick! - exclamé, sonriente.

Me detuve en mitad de mi carrera y me sequé el sano sudor de mi atractiva frente. Me volví buscando a Inger, la propietaria de aquella voz.

- ¡Hey! -exclamé sonriendo-. ¡¿También tú has venido a tonificar tus gemelos, In?!

Sonreí y troté velozmente hacia ella hasta plantarme a un par de pasos de la caeruleus.

Ensanché la sonrisa cuando se acercó y negué con la cabeza.

- No. No vengo a tonificar mis gemelos, la verdad - Me pasé una mano por el cuello y lo miré -. Venía a dar un paseo por el bosque porque... Porque hace buen día y... Bueno, al llegar te vi y me dije que podía saludarte y dejar el paseo para más tarde.

Me llevé la mano a la nuca. Lo miré.

- Pero tú sí que viniste a hacer ejercicio por lo que veo...

Me encogí de hombros con simpleza. Me conocía tan bien...

- Ya sabes cómo soy. Siempre ejercitándome para estar perfecto. Aunque... ¿Sabes? Hoy no he venido solo por eso... Resulta que...

Guardé silencio unos segundos, mirando a mi alrededor, asegurándome de que no hubiera nadie. Luego me agaché un poco y me aproximé a ella, como si fuera a contarle una gran confidencia.

- La verdad es que me encontré con Alehyss Lester este mediodía y me dijo unas cosas muy feas que no quiero recordar... Y estaba relajándome. Es una asesina, ¿sabes?

Ladeé la cabeza al escuchar su primer comentario. ¿Por qué había venido si no iba a hacer ejercicio? Cuando se acercó, lo miré. Fruncí ligeramente el ceño al escuchar sus palabras. Por lo que decía, venía relajarse porque se había encontrado con Alehyss Lester.

Me pasé una mano por el cuello y lo miré.

- Vaya... Lamento que hayas tenido un encuentro desagradable con Alehyss... Yo no la conozco mucho, pero... No sé - Me encogí de hombros -. Si quieres contarle algo... Ya sabes... Lo que quieras, puedes decirmelo. ¡Yo te escucho!