Observatorio.

Frunció ligeramente el ceño y asintió.

—Ya lo sé...

Se quitó la camiseta y la lanzó al suelo. Hizo lo mismo con los guantes, y luego volvió a acercarse a la chica. La besó y colocó las manos, de nuevo, en su cadera. Estas no tardaron en colarse bajo la camiseta de la chica y en recorrer la espalda de la joven. Mientras acariciaba la piel de la chica, el chrysos descendió a su cuello, el cual besó (entre otras cosas) con avidez.

Fdr. ogh

Viendo que mi petición es cumplida, pago haciendo lo propio. Me deshago de mi camiseta, puesto que sus manos ya parecen ignorarla, y la lanzo a un lado, cayendo esta inerte al suelo. Vuelvo entonces mi mirada al chrysos, que decide dedicarse a mi cuello. Lo observo un instante y lo beso de nuevo, mordiendo su labio interior e introduciendo mi lengua en su boca. (FdR- Y sin llamar antes)

Mis manos recorren su pecho, sintiendo el calor de su piel, y llegan a su espalda. La acaricio primero, de abajo arriba, y luego la araño con cuidado, sin hacer casi presión.

Esto no dura mucho. Pronto bajo las manos a sus pantalones para desabrocharlos. No estamos aquí para ponernos a acariciarnos como dos vírgenes.

Tras besar a la chica, esbozó una sonrisa jocosa. Le dedicó un rápido vistazo a su pecho (y al hacerlo ensanchó su sonrisa) y buscó el cierre de su sostén, antes de volver a dirigirse a su cuello. Cuando encontró el cierre, lo desabrochó y, después, le quitó la prenda a la chica.

Arrojó el sostén al suelo, pasó las manos a la delantera de la joven y mordió su cuello. Luego ascendió a los labios de la chrysos, y la besó con violencia, introduciendo la lengua en su boca.

Cuando notó que la chica le desabrochaba los pantalones, bajó sus manos a su cadera y entreabrió los ojos. Guió a la chica a la pared que tenían a unos escasos metros, y la pegó a ella, al tiempo que descendía, de nuevo, a su cuello.

Me quita la única vestimenta que me separa de la desnudez superior y no tiene reparo alguno en pasar a pegarme contra una pared con aires muy poco caballerosos. Enarco una ceja y esbozo una sonrisa involuntaria al sentir el contacto de la piedra.

- Qué fría...- murmuro, mirándolo, sin pensar demasiado en mis palabras.

Con la diestra, asciendo por su espalda y su cuello hasta llegar a su cuero cabelludo, mientras él se dedica a mi cuello. Aferro su cabello con fuerza y tiro de su cabeza un poco hacia abajo, instándolo a descender un poco.

- No tengas vergüenza -siseo, hundiendo más las yemas de mis dedos en su extraño pelo cian.

Miró de reojo a la chica, sin separase de su cuello.

—Perdón...

Hizo una ligera presión con sus dientes en el cuello de la chrysos al notar cómo aferraba su cabello. Luego, obedeciendola, abandonó aquella zona de su cuerpo y descendió, sin separar los labios de su piel, hasta su pecho. Alzó la vista y clavó sus ojos en los de la chica, al tiempo que torcía una sonrisa jocosa.

—No tengo... — murmuró, antes de reducir la distancia que lo separaba de la piel de la chica.

Fdr. la tengo yo, cabrones ;O;

Parece entender mi petición y no tener reparos. Por si acaso, de todas formas, manteniendo cierta dominación (nunca me gustó ser completamente dominada, estúpido Jager), dejo mi mano sobre su cabeza, hundiéndose aún en su pelo, evitando que se aleje y, al mismo tiempo, guiando sus pasos de alguna forma.

Bajo ligeramente la cabeza para besarlo en el pelo (que es todo lo que alcanzo de él). Es, quizás, una de las más cariñosas y conscientes muestras de cariño que podrá obtener de mí jamás.

Dejo escapar algo de aire por la nariz. Sonrío de lado.

- Tampoco te entretengas mucho, que...

Dejo la frase sin terminar. No lo considero necesario.

FdR- Si él tuviera tetas podría tocárselas, pero solo llega a su cabeza y espalda SNIF

Recorrió el pecho de la chica con avidez, dejando que sus dientes aplicasen, de vez en cuando, una ligera presión en ellos. Ascendió su mano izquierda al seno izquierdo de la chica, mientras su lengua se dedicaba al otro, y se acercó a la chrysos, pegando aún más su cuerpo al de ella. Mientras masajeaba su pecho izquierdo, sus labios atraparon el pezón derecho de la joven, el cual succionó mientras aplicaba una ligera presión.

Al escuchar la voz de la chrysos, alzó la vista y la miró con una expresión pícara dibujada en el rostro. Ascendió hasta los labios de la chica y la besó, introduciendo su lengua en la boca de esta. Su mano izquierda, que había permanecido en el pecho de la muchacha, inició un descenso hasta los pantalones de la joven, buscando desabrocharlos.

Me estremezco con su contacto, concentrándome en sentir cada uno de los roces. Poco a poco, voy liberando su cabello hasta dejar su cabeza libre, para que la mueva como quiera, mientras me concentro solo en sentir. No es dominación, pero tampoco me desagrada.

Cuando vuelve a besarme, respondo con avidez, respondiendo a su lengua con la mía, sin amedrentarme, pero sin hacer tampoco excesivos aspavientos que resultarían incómodos y de principiante, básicamente. Noto como su mano desciende hacia mis pantalones y lo dejo seguir con su camino, mientras desciendo, esta vez yo, a su cuello.

Nunca he sido muy delicada en esto. Todo lo serena que puedo ser en una conversación lo dejo ir en ocasiones así, más que nada porque perdería lo que tiene de divertido si no supiera cuando bajar la guardia. Y eso que, pese a todo, no confío en Lyam. Sin embargo, ahora mismo ignoro ese hecho. Hinco mis dientes en su cuello y pellizco la piel de este, succionando ligeramente y soltándola al instante. Repito nuevamente la acción, un poco más intensamente, mientras él se encarga de mis pantalones, y una vez termina sonrío de lado. Coloco una mano sobre su pecho y desciendo lentamente, recorriendo su piel. Me fijo en las cicatrices que la surcan, pero no es momento de preguntar por ello. Finalmente, llego hasta sus pantalones, dando con lo que busco, y mi sonrisa crece, volviéndose algo más arrogante.

Dibujo un par de líneas justo antes de su pelvis, sin meter la mano bajo su ropa, como si todavía me estuviera decidiendo. No soy una chica tímida, ni tampoco remilgada, pero para mí el sexo no es algo altruísta. Si estuviera locamente enamorada del chrysos, haría cosas vergonzosas, incluso, pero dada nuestra relación, no voy a meter nada en mi boca si no es absolutamente necesario, y para que lo sea tendré que recibir algo antes que lo compense.

FdR- Arrogancia pura rollo "estoy buena, ju", sí. Y mira qué orgullo tiene, la muy...

Cuando la chica descendió a su cuello, el chrysos torció una sonrisa y entrecerró los ojos. Desabrochó el pantalón de la chica y se acercó más a ella, notando cómo su respiración se agitaba. Aprovechando que la chica abandonó su cuello, volvió a besarla con violencia, explorando su boca con su lengua y atrapando su labio inferior con los dientes.

Su mano derecha ascendió hasta la delantera de la chrysos, mientras notaba cómo una de las manos de la chica descendía por su pecho. Cuando el descenso de la joven se detuvo, el chrysos clavó sus ojos en los de ella.

—¿Qué...? — inquirió, con voz ronca.

Lo miro fijamente. Me hace gracia su voz ronca. Me recuerda, de alguna forma, a una versión suya más animal. ¿Ya ha perdido la cabeza hasta ese punto o simplemente es el tono de voz que le sale?

- Me preguntaba a cuantas vírgenes te habrás comido -miento, burlona.

Mi mano termina finalmente su descenso y se mete bajo su ropa. No es tiempo de andarse con rodeos, así que simplemente voy directa a lo que busco. Entonces lo miro, alzando ambas cejas. Me acerco a su oído.

- Tu vida en mis manos -bromeo, susurrando a escasos milímetros de él.

Rió entre dientes y torció una sonrisa jocosa al escuchar el primer comentario de la chrysos.

—Eso es información confidencial... — respondió, con el mismo tono burlón que había utilizado la chica.

Al notar la mano de la chica bajo su ropa, ensanchó la sonrisa (torciéndola aún más) y bajó las manos a su cadera, para introducirlas bajo su pantalón, por la parte trasera. Miró de reojo a la chica, que se había acercado a su oído, y dejó escapar una risa irónica.

—Muy graciosa...

- Sabes que es verdad -respondo sin más.

Sin más cosas que decir, coloco mis manos en sus caderas, a la altura del pantalón, y bajo este un poco, dándole a entender que ya basta de cháchara. Si quisiera hablar no le habría dejado quitarme ropa innecesariamente.

Sus manos en mi trasero me indican que estamos dilatando la llegada de un suceso que podría estar sucediendo ya mismo, así que ambos nos deshacemos de un poco más de ropa para facilitar el contacto entre ambos cuerpos.

Lo beso en los labios superficialmente, más como un simple gesto que para generar alguna respuesta en él. Luego tomo su mano derecha y me la llevo a los labios, besando el dorso de sus dedos. Muerdo con suavidad la yema de su anular, humedeciéndolo ligeramente con la lengua mientras lo miro fijamente.

Guío su mano hasta mi cuerpo. La llevo a mi pecho y la hago descender por mi vientre, pero al estar a punto de llegar a mi pelvis en ese descenso desvío la trayectoria, y la recoloco en mi cintura.

Ya no sonrío.

Me acerco a él, pegando casi nuestros cuerpos. Como no es mucho más alto que yo, no he de ponerme de puntillas para besar la línea de su mandíbula. Arrastro los labios, humedos, apenas un centímetro por su piel y me aparto de ella.

Como última señal, mostrando una sumisión extraña en mí, me pego de nuevo contra la pared, atrayéndolo detrás de mí, sometiéndome de alguna forma al no tener vía alguna de escape. Generalmente no me gusta adoptar esta posición, pero hoy me siento extrañamente dócil.

Tras separarse unos centímetros de la chica, observó cómo esta tomaba su mano para besarla. Alzó ligeramente las cejas y contempló los movimientos de la chica, con una expresión entre jocosa y pícara dibujada en el rostro. Dejó que la chica la guiase, y clavó sus ojos en la piel que iba atravesando conforme la chica dibujaba el descenso. Tomó aire cuando su mano se acercó a la pelvis de la chrysos y, cuando esta decidió cambiar la trayectoria, frunció ligeramente el ceño.

Miró a la chica y ascendió su izquierda hasta su cintura, donde descansaba su mano derecha. Esbozó una corta sonrisa y besó a la chica, con menos violencia que las veces anteriores, cuando ella se apartó tras besarle la línea de la mandíbula.

Al notar cómo la chica lo atraía hacia ella, se acercó, pegando su cuerpo al de la chrysos, y sonrió. Bajó las manos, recorriendo la piel de la chica, hasta sus caderas, al tiempo que volvía a besarla con avidez, antes de unirse a ella.

*fundido en negro e0e e0e e0e*
*luego se van*

fdr. en serio, no me da para más y aún así pienso que esto es cutre y pulefsahjk D:
(y eso que me fui a buscar los posts de aren lol)

Subo al observatorio a ver un poco las estrellas. A pesar del enorme telescopio que hay en él prefiero verlas simplemente a través de la bóveda acristalada o del pequeño balconcito. La verdad es que necesito un ratito de tranquilidad después de los últimos jaleos: la misión, la dama en el palacio, los entrenamientos cada vez más intensos... Y Gabrielle que pregunta y pregunta, claro. Ojalá pudiese hablar con ella cara a cara en lugar de tener que esperar carta por carta.

Me dedico a pasear estirando las alas y me permito estirar los brazos mientras bostezo. Cojo un libro de las estanterías y observo los mapas que hay en él y que indican los diferentes caminos según las estrellas. Dejo el libro sobre una de las mesas y me acerco al pequeño balconcito para ver el paisaje nocturno.

*se queda*

Rondaba por el palacio buscando qué hacer, ya que todavía no tenía sueño. Hoju sí que lo tenía, puesto que dormía plácidamente en mi cabeza mientras yo caminaba lentamente por los pasillos, con toda la calma y parsimonia del mundo. Según me encontraba con las distintas estancias del palacio descartaba la opción de ir a cada una de ellas, por uno u otro motivo. Finalmente me topé con las escaleras de caracol, por lo que decidí subir hasta el observatorio. Ni siquiera me había fijado en si el cielo estaba despejado o no, pero ya lo comprobaría una vez allí.

No parecía haber nadie más dentro del enorme observatorio, a pesar de ser el momento idóneo para su uso, por lo que susurro con dejadez: "eeeco...".

Mientras me adentro en la estancia y miro hacia el techo, con cuidado de no mover la cabeza demasiado para no tirar a Hoju.

"No está nublado", pienso.


*se queda*

FdR: ta amuermá XD

Tras estar un rato relajándome con la brisilla de la noche escucho unois pasos y unos ruiditos de animal dentro de la sala. Me doy la vuelta y entro en el observatorio descubriendo a Hewina y a su pequeña mascota. Hace mucho que no la veo con lo que sonrío alegre mientras me apresuro a acercarme.

-¡Hewina, cuánto hace que no coincidíamos con tiempo! -Comento, algo entusiasmado, llegando a abrir las manos con sorpresa. Estos últimos meses solo he visto a la gente de pasada por los pasillos ya que siempre tenían algo que hacer si no era yo quien tenía algo pendiente.

-Dime, ¿cómo estás? ¿todo bien? ¿y este pequeñín? -Digo, contento acariciendo a Hoju detrás de la oreja.

Me sobresalto un poco al oir de repente mi nombre, despertando así a Hoju, y entonces detecto a Heylel, quien me saluda efusivamente.

"Uf, que susto. No te había visto", le digo sonriente, y entonces respondo a sus preguntas: "Pues sí, bien, sin mucha novedad, la verdad... y Hoju igual. Come, juega, duerme... y listo, no necesita más"

Hoju responde contento a los mimos de Heylel.

"¿Y tú qué tal? Seguro que tú tienes algo más interesante que contar.", comento con interés.

La escucho contento e incluso me rio cuando se sorprende.

-Te veo un poco dormida, ¿eh? -Pregunto dándole un golpecito en el hombro. Encontrarla parece que me ha renovado las energías o subido mi barra de ocio de golpe. Veo como Hoju roza contra mi mano por las caricias y le froto la cabeza. A la pregunta de Hewina sobre lo que he hecho encojo los hombros.

-Pues no creas. Entrenar, sobrevivir, escribir cartas a mi esposa... aunque el otro día me choqué con un chico del servicio y le tiré al suelo las sábanas que lelvaba. Le ayudé a pesar de que se negó, espero que no le regañasen por eso... -Comento como si se tratase de una aventura más. -Pero nada mucho más relevante -.

Escucho atentamente la anécdota de Heylel con el chico del servicio y las sábanas, y tras reir levemente no puedo evitar acordarme del chico que solía atenderme en el comedor. Estaba algo preocupada... ¿qué le habría pasado?

Decidí preguntarle a Heylel.

"Oye Heyl, ¿tú sabes que fue de aquel chico del servicio que atendía en el comedor? Es bastante alto y de pelo negro y corto... no se si te acordarás de él", le digo.

Tras una breve pausa le comento: "Es que hace tiempo que no le veo por allí, y me resulta bastante extraño... no puedo evitar preocuparme. ¿Te suena de haberle visto?"

El líder irrumpió en el observatorio con algo de ceño en su rostro debido al molesto fogonazo de luz repentino y a la tensión del momento. Su paso era apremiado. al descubrir a los guerreros que se encontraban allí, se acercó lo mínimo para preguntar.

-Claritas, aether, conocéis a Silvanus Kettlebunr, ¿ha estado con vosotros ahora? -Inquirió con mirada severa y fiera alternando uno entre uno y otro. Ambos se suponían amigos del piscis con lo que deberían saber algo. El tiempo se le hacía agua en las manos y parecía que cada reflexión a su pregunta -de apenas unas milésimas de segundo- resultaba eterna.

Tras responder a Hewina, ella pregunta por un chico de servicio en concreto y, tras cavilar un poco, no consigo saber de quín se trata con lo que niego con la cabeza. Acabo por coger a Hoju en el colo para jugar con él un ratito.

-Pues no sé de quién puedes estar habl- ... -Preo mi respuesta se vio interrumpida por la rpesencia fortuita del líder caeruleus en la sala, con cara de pocos amigos. Un escalofío me recorrió la espalda y me puso las plumas de punta de forma que tuve que sostener bien a Hoju para que no se me callese de las manos.

Pregunta por Silvanus y lo observo unos segundos medio confundido. Al final niego con la cabeza y respondo rápido.

-Yo no lo he visto, Señor -.Indico con cierto miedo y preocupación.

El líder caeruleus esperó con impaciencia que ambos inútiles reaccionase y respondiesen a su pregunta e incluso llegó a apretar los dientes. Cuanto más se retrasaba más se alejaba aquél Esthrell y menos sería la pista que poder seguir en caso de que sus sospechas se cumpliesen.

La respuesta fue negativa, como en las mazmorras y, con rabia creciente, se dio la vuelta bruscamente antes de desaparecer delante de ambos muchachos.

*Desaparece*

De repente Aren apareció, y una energía negativa inundó la sala. No pude evitar estremecerme.

Nos preguntó por Silvanus, pero tanto Heylel como yo no sabíamos nada de él últimamente. Entonces Aren dio media vuelta y desapareció en el acto.

Miré a Heylel. Estaba tan asombrado como yo.

"Algo está pasando...", comenté inquieta.



FdR: drama time

A nuestras respuestas, el líder caeruleus desaparece de inmediato cn lo que la tensión en el ambiente vuelve a relajarse bastante. Miro a Hewina, que me mira con preocupación y comenta algo sobre la situación.

-Preguntaba por Silvanus... ¿Crees que se ha metido en lios de nuevo o será otra cosa? -Pregunto realmente preocupado ahora que soy consciente de la situación. -La verdad es que no lo he visto últimamente... -

Escucho las palabras de Heylel. No debería preocuparme tanto, ya que el trato que tenía con Silvanus desde aquello era prácticamente nulo, y sus problemas eran asunto suyo, y no mío... pero... por la forma en la que Aren se comportó parecía ser algo mucho más grave que cualquiera de las desventuras habituales de Silvanus.

"No lo se... pero tengo una sensación muy mala", le respondí, inquieta. No sabía qué hacer.

"¿Qué hacemos?", le pregunté finalmente a Heylel.

Su mirada fue respuesta suficiente. Ambos salimos apresuradamente del observatorio en busca de respuestas.


*se van*