Claro del bosque

Voy corriendo por el bosque sin un rumbo específico. Mi objetivo no es llegar a ningún sitio, si no el propio hecho de correr. De vez en cuando toca ejercitar la resistencia. Aunque sea lo menos divertido. Al menos, estoy en uno de los mejores lugares de todo el terreno de Brontë.

Después de llevar un buen rato trotando por la espesura, llego a una zona con menos árboles. Sé que el claro está cerca. Aprovechando que hace buen día, decido ir hacia allí. Tampoco hace día de verano, pero en comparación con el tiempo recientemente se está bastante bien.

Nada más llegar veo a la chica aether del vestido de lentejuelas. Curtis. Parece un ángel. Me quedo quieta, mirándola, con la respiración algo agitada de correr. La luz del sol cae sobre ella haciéndola brillar. Se está peinando el pelo y las plumas. A pesar de estar perfecta ya. No puedo negar que veo la escena ensimismada. Pero, tras disfrutar de la visión un minuto, me acerco a saludar.

- Hola, Curtis. ¿Estás disfrutando del buen tiempo? Se ha quedado una tarde preciosa -le digo, mostrando una sonrisa que pretendo que sea dulce.

Te giras cuando te llaman. Es esa chica nueva, Kris, y le dedicas una sonrisa cautivadora. Es evidente que su tarde ha mejorado visiblemente con tu presencia. Se ve en la forma en que te mira, en su respiración entrecortada, que señala que la has dejado sin aliento. Es un efecto común. Sacudes un momento más las alas antes de recogerlas definitivamente.

─Sí, hace un tiempo encantador ─coincides, dejándote acariciar por los tenues rayos de sol, que consiguen hacerse un hueco en el claro─. Estaba volando un poco. Claro que pasear por aquí abajo también tiene su atractivo.

El sol se cuela entre las hojas, destacando puntos concretos de la vegetación. A ti te ilumina entera, resalta toda tu luz, pero si te internases entre los árboles, los rayos seguirían haciendo brillar tu magia.

Verla moverse me saca otra sonrisa. Yo ya soy de sonrisa fácil, pero es que además ella es muy guapa.

Cuando me responde miro al cielo.

- Ojalá poder volar -murmuro. Luego vuelvo mi atención a Curtis de nuevo.- Yo estaba corriendo un poco por el bosque. Hasta que llegué aquí y te vi -enseguida sigo hablando- Realmente ya estaba a punto de parar, que ya llevaba un buen rato -muestro una sonrisa despreocupada. No quiero que parezca que paré solo porque la vi, no vaya a ser que piense mal de mí. Me quedo callada unos segundos, solo mirándola.- Espero no haberte molestado.

Busca el cielo con un anhelo que parece indicar que te busca a ti en él. Quizá querría verte ahí arriba. No, seguro que querría verte ahí arriba. Después de todo, es una imagen majestuosa. Dejas ir una risa suave, un tintineo que apenas dura un momento.

─Yo no sé qué haría si no tuviera la opción ─cavilas, con expresión soñadora─. Sé que limitar la posibilidad de volar en Brontë es una medida de seguridad, pero si no me hubieran dado una alternativa para poder hacerlo probablemente no habría sido capaz de seguir viviendo aquí mucho tiempo.

Ladeas la cabeza, sorprendida por sus palabras. Un rizo juguetón rueda por tu hombro hasta cerca de tu pecho, y luego hacia un lado, rodeándote el brazo. Qué considerada. Entiendes que, al verte, no haya podido evitar acercarse; pasa constantemente. Lo que no es tan habitual es que alguien piense que a ti eso pueda molestarte. Es algo con lo que llevas viviendo toda la vida. También a ti te gusta conceder tu tiempo al mundo, que sabe apreciarlo.

Niegas con suavidad, regalándole tu expresión más dulce.

─Oh, claro que no ─aseguras, restándole importancia─. Podemos caminar un rato, si te apetece.

Lo que me cuenta me llama la atención. No sabía que no estuviese permitido volar aquí. Aunque es posible que me lo hayan dicho y no me acuerde. Yo personalmente no tengo forma de volar, así que es posible que simplemente no haya prestado atención si me lo dijeron. De todas formas creo que entiendo a qué se refiere. Aunque sea algo completamente distinto, yo no podría vivir en un lugar en el que no me permitiesen hacer magia. La magia es algo tan mío como para ella el volar, probablemente. Por otra parte, no me parece muy justo que se les limite por seguridad, cuando hacemos muchas otras cosas que pueden resultar peligrosas. Pero bueno, tampoco es que yo tenga mucha idea sobre seguridad.

Su siguiente respuesta me resulta tranquilizadora. Le devuelvo una expresión sonriente y relajada a modo de agradecimiento.

- Claro, me encantaría -le contesto rápidamente. Hago un gesto con la mano, como invitándola a que nos movamos. Avanzamos y nos internamos en el bosque.

*se van al bosque*