A la busca del bismonte

Temperatura: 17-22 ºC
Terreno: Tierra suelta, prieta y llana.

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Postead en el lugar para organizaros y comenzar la misión.

Estoy de mal humor porque el dichoso viaje ha sido largo y cansado y no puedo lavarme el pelo a gusto. Me acaricio la coleta: pobrecito, resiste un poquito, si?

-Kettleburn, muévete idiota y guarda mi chaqueta: Aquí hace un calor horrible-Le digo al piscis inútil que viene arrastrando las bolsas -vamos, no tengo toda la noche.
Miro el lugar donde se guardan montones de animales como los que vamos a recoger. Joder, ya podían venir los sirvientes de Brontë a por esto. Los inútiles que me acompañan, Massen y mi camarada Inger, se acercan y me digno a hablarles.-Venga vamos a hablar con esos y que nos den de una vez a los bichos.

Caminaba junto a los demás con la mirada pérdida y llevando a Hoju en brazos, ya que el pobre estaba algo cansado... y no era el único, pero sin embargo yo además de cansada estaba algo molesta con cierta compañía. No con Thamerlein, Massen e Inger (a quien conocí en la misión)... sino con Alexander y Silvanus.

Silvanus, tal y como prometió en la carta, actuaba como si no existiese... ni siquiera me había mirado en todo el viaje. Y Alexander... en fin, es Alexander, y su simple presencia me incomoda.

Pero bueno, por fortuna ellos dos caminaban bastante alejados...

Mientras me sumergía en mis pensamientos y maldecía una y otra vez el estar en esta situación Alexander nos habló, sacándome así de aquella especie de trance. Lo miré unos segundos, pero no dije nada.



FdR: joe, ya se que ahora mismo es una sosa... pero entendedla D= XD

Llegamos los seis al punto acordado.

Los bismontes atestaban el aire con su agrio olor a bestia y los más grandes me daban miedo. Caminar por aquellos lugares y pensar que quizás alguno se asustara o se volviera loco o algo asi... podría pisarnos... que miedo.

Yo miraba de un lado a otro... me parecían unos seres tranquilos... pero mira a Aren: el tambien parece muy tranquilo siempre y al final...

yo iba al lado de alexander, medio encorvado por el peso de nuestras maletas. Si el viaje ya había sido duro, hacerlo con carga se convirtió en la peor de las torturas.

Estaba cansado y en un par de ocasiones me caí al suelo del esfuerzo.
Alexander no admitió que me ayudaran y tuve que ir todo el camino pegado a su izquierda.

En algunas ocasiones miré hacia mis compañeras, pero no mas de unos segundos, puesto que Inger no gozaba con mi presencia; a Hewina... que leche le daba; en cuando a Massen, no es que tubiera gran cosa que preguntarle; pero con Tham era distinto... quería reirme con ella, ir a su lado, contar batallitas y picarnos como crios. Pero no pude... Alexander me mantuvo bajo su yugo todo el camino, en sepulcral silencio.

Llegamos y Alexander me dio su chaqueta. Tenía calor. Yo la cogí como pude y la cogué en mi brazo... si el tenía calor, yo creo que ya empezaba oler a pescado frito.

-De de acuerdo...- dije sin poder evitar quitarme la carga de mi espalda una vez que habíamos llegado.

Me senté en el suelo y conjuré un Acuaerum pequeñito para, con cuidado, humedecer al pobre Tristan que yacía en mi otra mano con una temperatura corporal bastante elevada, debido a su condición de sagre fría. Le gustaba el calorcito, pero esto era ya casi insoportable...

Caminaba con paso firme y ritmo constante, pero sin darme mucha prisa. A mi alrededor, mis compañeros parecían, en general, extenuados, lo que daba un ambiente poco festivo. Eso mermó un poco mis ánimos, pero no me permití cambiar mi actitud.

"Son gente poco acostumbrada a caminar, en general" me dije, observando el panorama. Quise entablar conversación con alguno, pero nadie parecía dispuesto: Alexander y Astaldë parecían malhumorados; Silvanus, de alguna forma, me incomodaba por su situación de sumisión absoluta ante Alexander, que no tenía el menor sentido para mí; en cuanto a la aether y la caeruleus, me intimidaban un poco, pues no las conocía de nada.

Finalmente, me autoconvencí de que era mejor dejarlos tranquilos a todos y me limité a avanzar en silencio, al ritmo de cancioncillas aprendidas de mi abuela que cantaba mentalmente. Las canciones se acallaron de golpe cuando Alexander se dirigió al grupo. Le dediqué una sonrisa, asintiendo a sus palabras, aunque interiormente me sentía un poco incómoda por su autoritarismo.

Caminaba delante del grupo, con el mapa entre las manos. Habíamos avanzado con bastante rapidez y ahora nos encontrábamos en el punto donde deberíamos reunirnos con los comerciantes que nos entregarían los bismontes. Detrás mía, mis compañeros parecían tan cansados como yo. Apenas habíamos descansado entre la noche y la mañana, por lo que ahora que ya era mediodía las consecuencias del viaje se hacían tangibles.

Guardé el mapa en el zurrón y me di la vuelta, para poder observarles bien. De los que allí estaban presentes, sólo conocía a dos alumnos: a Alexander Price, que se encontraba cerca mía, y a Kettleburn, que estaba situado cerca de Alexander. Por el camino había entablado conversación con la claritas, y había descubierto que su nombre era Hewina Astaldë. En cuanto a la niña piscis y a la aether, desconocía sus nombres. No me había cruzado con ellas en el Palacio y no me había detenido a hablar con ellas. Tampoco me molestaba demasiado no saber sus nombres; ya los descubriría más tarde. Lo primordial ahora era terminar la misión y llevarle los bismontes al líder caeruleus, no socializar con los demás alumnos.

Cuando Alexander se dirigió al piscis, lo miré de reojo y apreté los labios. No me gustaba el trato que le daba al piscis (que seguía cayéndome igual de mal). En otras circunstancias, le habría respondido, pero, como nos encontrábamos en medio de la misión, decidí que lo mejor era intentar ignorar su actitud déspota.

Sin embargo, sí que hablé (a diferencia del resto de mis compañeros) al escuchar su segundo comentario.

— ¿Quién tiene el dinero? — pregunté, mirando al grupo. Permanecí en silencio unos segundos y luego continúe —. He pensado que uno puede acercarse a... Hablar con el señor (me imagino que es uno el que lleva las cuentas) para pagarles mientras el otro habla con el otro hombre acerca de cómo llevar a los bismontes... Y esas cosas. Es decir... ... Que uno, o dos, paguen mientras los otros... Errr... Hablan con el otro hombre para... Saber cómo transportarlos. O, bueno... — Me pasé una mano por el cuello y sonreí con el nerviosismo pintarrajeado en la cara — ... No sé... Algo así... ¿No?

Llevábamos caminando horas y estaba cansada, aunque el cansancio había sido lo de menos. Nunca había ido más allá de Ventus y Brontë y no sabía que las temperaturas de Ignis eran tan elevadas, mis ropas de cuero eran lo peor en ese momento, y mis alas estaban a punto de derretirse; me daban ganas de quitármelo todo y cargar con ello, pero prefería estar con calor que con una mole de ropa encima.

Había observado a mi grupo en cuanto nos habíamos reunido. Solamente conocía a dos: Hewina, la cual me transmitía tranquilidad; y Silvanus, persona que en cuanto vi, fruncí el ceño al darme cuenta de que tendríamos que cuidar de él. Luego observé a las otras dos chicas, Massen e Inger, la primera parecía tranquila y me parecía encantadora porque debía de tener unos 14 años, y la segunda parecía plenamente volcada en la misión. Por último me fijé en un hombre con coleta, que me transmitió malas vibraciones desde el primer momento, con ese porte altivo que se gastaba.

Durante el camino no sabía muy bien donde meterme, por una parte estaba a lerta por si había algún peligro, por lo que llevaba la mano derecha cerca de mi arco, y por otro lado,no sabía si entablar conversación con alguien os seguir caminando sin más; cosa por la que opté al final. Eso sí, el tal Alexandre cada vez me caía peor, no podía evitar mirarlo con el ceño fruncido por la superioridad que se daba, parecía que el resto fuéramos simples marionetas... Y aún por encima, trataba a Silvanus como si fuera su esclavo. Estuve a punto de intervenir en varias ocasiones, pero al final no hice nada por miedo a que la tomara con el pobre piscis.

Entonces hizo un comentario respecto a los hombres que teníamos delante, que parecían tener a los bismontes, cómo no, fruncí el ceño y crispé las plumas de las alas ante su tono de voz; pero cuando habló Inger decidí integrarme un poco.- yo tengo el dinero.- Les dije parando de caminar y tocando la bolsita escondida en mi pierna. Miré a la caeruleus.- Sí, yo creo que eso está bien, pero.. quién debería ir a hablar con ellos? Por una parte tiene que ser alguien firme y seguro de sí mismo- Cambié el peso de una pierna a otra.- Pero también debería ser carismático para que nonos veamos en muchos problemas...- Miré a cada uno de ellos.- La pregunta es si tenemos a alguien así...- Miré a las personas que teníamos a unos 15 metros de reojo.-Y bueno, en caso de que salga mal...- Llevé una mano al arco.- Tendremos que hacerlo por las malas.- Acabé y esperé a ver que decían.

FdR: DIOS!!! Losiento muchísimo en serio!!! Pero es que ahora no estoy en casa y estos días no me pase!! pero os prometo que me conectaré por la noche, y bueno, a partr del jueves espero que puede más tiempo. Lo siento muchisimo!!!!

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Ante esta situación tendréis la posibilidad de postear más de una vez por usuario para poneros al día y llegar a un acuerdo entre los integrantes del grupo.

los dos tíos que sujetaban a los bismontes se nos acercaron. Miré a mi grupo de reojo y finalmente me decidí- ahora o nunca...- Dí un paso adelante cuando preguntó quien llevaba el dinero. Pareció que se fijaron en nuestras armas, bien, esa risa no me había gustado nada; entonces dijeron el precio de cada bicho, hice las cuentas mentalmente y fruncí el ceño, no nos llegaba.-Mierda...-

Me dirigí al hombre del gorro, que parecía el líder e intenté que mi voz sonara firme.- Disculpa pero, por lo que me consta, el precio de estos seres no es el adecuado.- Lo miré fijamente sin bajar la guardia.- Tal vez, una bajada del precio de... digamos... unos 1500 se adaptaría mejor a nuestras espectativas.- Dije sonriendo amablemente, pero a la vez con firmeza, sabía perfectamente que esto no iba a ser nada fácil.

Miré de reojo al otro tipo, los dos parecían bastante fuertes y a pesar de que los superábamos por mucho en número, no me hacía ninguna gracia enfrentarme a unos enemigos de los cuales no sabía ni su estilo de lucha, y mucho menos sin saber tampoco el estilo de lucha de los miembros de mi party, sin contar a Hewina y medianamente a Silvanus. Me puse totalmente recta y bajé un poco mis alas para mostrarme más segura de mí misma.- De todas formas, no creo que querais enfrentaros a la ira de 7 furiosos jefes por la simple tontería de bajar unas monedas el precio de los bismontes...- Dejé caer como quien no quiere la cosa para que cedieran algo.

Escuché en silencio las palabras de los dos hombres. Por lo que decían, no tenían interés en pelear o discutir; simplemente se limitarían a recibir el dinero e irse. Eso era bueno, pensé. Realmente, yo tampoco quería pelear o discutir y, además, no creía que ninguno de nosotros estuviese en condiciones para enfrentarse a aquellos dos hombres. A fin de cuentas, el viaje había sido largo y cansado.

Esperé en silencio, y con la vista clavada en el suelo, a que la aether les diese el dinero (ella era quién lo tenía). Sin embargo, al escuchar sus palabras alcé la vista y fruncí el ceño. ¿Había alguna clase de problema con el dinero? ¿No teníamos suficiente para pagarles? ¿Nos habían dado una cantidad insuficiente? ¿O habían subido el precio sin previo aviso? No sabía con seguridad cual era la respuesta, pero sí podía afirmar con certeza que a aquellos dos hombres no les gustaría la amenaza de la aether. Además, no se enfrentarían a los jefes, sino a nosotros. Apreté la mandíbula y miré de reojo a Alexander. ¿Sabría él algo acerca del tema o sólo la aether conocía el origen del conflicto?

Tragué saliva y di un paso adelante. No podíamos negociar si sólo uno de nosotros sabía cuánto dinero llevábamos encima. Y yo no quería enfrentarme a aquellos dos hombres.

— Disculpen, pero... Creo que... Tenemos que hablar un momento entre nosotros. Creo que ha habido un malentendido. — dije, con la vista clavada en el hombre más alto —. Si nos diesen unos segundos, tal vez podamos solucionar este... ... El... Problema...

Miré a la aether y luego volví a mirar a Alexander.

Miré la conversación que mantuvieron con los dos hombres y fruncí el ceño... parecía que algo andaba mal.

Me levanté del suelo y puse a Tristán en mi hombro y, muy despacio, por si Alexander me decía algo, me acerqué al grupo.

-¿Que ocurre? -musité bajito. Mi tono vivaz y alegre debía esconderlo cuando Alexander estaba en escena y más, cuando había gente delante: Tenía que ser un buen esclavo o me molería a palos al llegar a Brontë.- ¿hay problemas con el dinero? no se, me ha parecido entender eso... yo... bueno, he traido 25 monedas... -dije metiendo mi mano en mi bolsillo y rebuscando un poco- por si acaso... quizás se solucione así el problema... se que no es mucho... pero es algo.- vi de reojo a Alexander, por si recibía alguna represalia por mi acto: se que no le gusta que hable.

No me importaba dar un poco de mi dinero si a cambio todo salía bien. Este calor de Ignis me estaba matando y como no nos fueramos rapido de allí, acabaría con una insolación de bismonte, nunca mejor dicho.

Dudé si poner mi saquito con monedas en manos de Alexander, Thamerlein o Inger, por lo que como no sabía a quien darselo, simplemente extendí la mano denate de ellos y que lo cogiese quien quisiera. Los bismontes eran para Aren... me daba igual perder 25 monedas o no por él. Me daba igual si aceptaban las monedas o no, pero por lo menos, había dado una idea.

-Yo es todo lo que puedo hacer, si me disculpáis- dije retrocediendo hasta ponerme detrás de Alexander, como me había dicho que actuara cuando hubiese gente.- Me alegro de que estemos todos juntos- musité antes de ocupar mi posición en la retaguardia del grupo, no sin antes echarle un vistazo a Massen y Hewina, que estaban extremadamente calladas.

...

¿Quien soy yo para arruinar su fantástica boda?... no. Volveríamos triunfantes al palacio con los tres bismontes para que el lider nos alabase.

Entonces sonreí al pensar en el y me mordí el dedo gordo mientras lo hacía. Pensar en el era lo único que conseguía sofocar ese tremendo calor que sentía.

Tras una breve discusión, la aether se decidió a tomar la iniciativa. Se acercó a los hombres, que a pesar de intimidarme en parte también me resultaban de lo más interesante (siempre me había gustado tratar con los nómadas que visitaban la zona donde vivía en Aqua, y no podía olvidar, a pesar de mi corta edad entonces, a mis vecinos de Amphrophite, a los que me recordaban en cierto modo).

Sin embargo, la actitud de la aether cuando se dirigió a los hombres no me gustó ni un pelo. No sabía cuánto dinero teníamos encima, pero sí sabía que para negociar con aquellas gentes era necesaria la astucia, y que una simple amenaza no los amilanaría lo más mínimo. De hecho, lo más probable era que se rieran de ella.

Por otra parte, esperaba que nos faltaran menos de 4500... Si lo que quería era simplemente regatear (lo cual me parecía absurdo, pues no se nos había exigido expresamente y sólo complicaría la misión), la cosa tenía fácil arreglo; sin embargo, si de verdad nos faltaba dinero, pedir una rebaja exacta de lo que nos convenía tampoco era buena idea, porque si ellos aceptaban el regateo iban a rebajar menos de 4500, y eso estaba claro.

En cualquier caso, no me gustaba nada lo que estaba pasando. Agradecí que la caeruleus propuso una reunión de grupo. Hablar con los comerciantes sin que todos dispusiéramos de la información necesaria no había sido buena idea.

- ¿Cuánto dinero tenemos exactamente? -pregunté, hablando rápido y un poco nerviosa, ignorando la absurda propuesta de Silvanus de añadir 25 monedas a la cantidad total.

Observé la escena desde mi posición.

Aquellos hombres pidieron una cifra que me pareció bastante cara... y en efecto lo era, ya que la respuesta que Thamerlein les dio lo confirmaba. Estaba claro que pretendían timarnos.

Entonces Inger propuso una reunión de grupo. Miré a Silvanus, quien ofreció 25 monedas para intentar solucionar el problema... pero fue prácticamente ignorado. Y no me extraña... ya que 25 monedas no nos iban a quitar de ningún apuro. No obstante no teníamos por qué dar ni una moneda más de las acordadas.

Les heché un breve vistazo a aquellos dos hombres, ya que no era oportuno bajar la guardia ante gente que no parece de fiar.

Entonces Massen preguntó cuanto dinero teníamos exactamente, y miré a Thamerlein, ya que ella era la encargada del dinero.

Nos acercamos por fin a esos dos malolientes. Que asco: prefiero no acercarme mucho no vaya a ser que me peguen algo.

Nos piden el dinero de los bismontes y la chica aether dice que se necesita una rebaja. ¿por qué tiene ella el dinero? Debería tenerlo yo y no una pueblerina como ella que viste esas cosas. Por algo soy caeruleus y noble.

-Eh, un momento. si algo se de tratos es que cuando son a distancia las cuentas ya están hechas así que no debería haber problemas -Les digo con voz grave a esos dos maleantes. Que pordioseros. Van a ir a reirse a sus pocilgas.

Escucho a Inger cuando propone que nos reunamos y sonrio con complicidad. Si es que es una chica inteligente y sabe que yo también lo soy. Me muevo el pelo.

-Por supuesto Inger. Vamos a hablar con calma -Miro mal a los hombres y me alejó un poco de ellos con mis compañeros para hablar del trato.

-A ver, ¿qué pasa con ese dinero? Tú, aether, eres quién lo tiene, no? ¿Qué diablos pasa? -Pregunto para espabilarlos un poco. Quiero largarme de este sitio que huele a vaca ya.

Asentí cuando propusieron de hablar en grupo y me puse de lado para observar a mi grupo y mirar de reojo a los dos hombres.
empezaron a preguntar la suma de dinero que teníamos. Abrí la boca para contestar, pero Silvanus dijo una tontería de que ofrecía 25 monedas.- Pececillo, si solo necesitáramos 25 monedas no se habría montado este jaleo...- Suspiré y vi cómo se ponía detrás del tipo de la coleta, que se había dirigido a mí con un poco de grosería de más, me giré y lo miré a los ojos.- Para empezar, tengo nombre, así que agradecería que me llamaras Thamerlein o al menos no me tratases como basura, esta situación me gusta tan poco como a ti.- Le dije. Luego me froté la frente, lo menos que nos convenía era enfadarnos entre nosotros y lo sabía, pero su comentario no lo había podido pasar por alto.- Respondiendo a vuestras preguntas, sí yo tengo el dinero y por lo que me informaron, esos bismontes deberían valer 27.000 en total, a pesar que me dieron un margen de 3.000 por si acaso.- Volví a mirar a los tipos de reojo.- Si soy sincera, dudo mucho que bajen el precio, y no me gustaría enfrentarme a esos tipos, no tienen pinta de oponentes fáciles y no sabemos a qué nos enfrentamos. Además podrían soltar a los bismontes y que se pusieran de su parte o algo peor, así que si podemos evitar la lucha creo que sería lo más sensato...- Cerré los ojos un segundo y luego los abrí para observar al grupo.- tengo una idea.- Bajé el tono de voz un poco más, a pesar de que llevaba susurrando todo el rato.- Y puede ser muy descabellada y todo lo que queráis, de hecho, lo más probable es que os neguéis, pero creo que por comentarlo no pasa nada.- Miré a los tipos una vez más y a los bismontes.- Creeis que sería posible que mientras unos los distraen, otros cogen a los bismontes y huir?.- Antes de que pudieran responder seguí.- No parecen muy rápidos y deben de estar cansados al igual que nosotros... pero si contamos con el factor sorpresa, igual tendríamos una mínima posibilidad de irnos. Y claro, el dinero lo repartiríamos.- Les dije, estaba bastante segura de que iban a rechazar mi propuesta, pero al menos era una opción que podíamos barajar.

Vaya, la chica era más lista de lo que yo había pensado. Me reprendí a mí misma mentalmente; no está bien infravalorar a los demás, Dew. Thamerlein, como dijo que se llamaba, había actuado con bastante sensatez, aunque en mi opinión debía haber consultado al grupo primero. Miré molesta a Alexander. No habíamos vuelto a hablar desde el incidente nocturno, y su actitud no me estaba gustando lo más mínimo. Por ese motivo, asentí al reproche de la aether con convencimiento. Su idea, sin embargo, no me gustó ni un pelo.

- Creo que nos estamos precipitando -dije, algo indignada por su plan, especialmente por lo referente a quedarnos el dinero (si no lo necesitábamos, lo correcto era devolverlo)-. Intentemos, al menos en principio, llegar a un acuerdo. Cuanto más parecido salga todo a como era el plan original, más fácil será terminar la misión sin percances. No debemos actuar tan pronto a la desesperada. Negociemos -propuse. No sabíamos qué más podía pasar, y conociendo a los nómadas, no me hubiera extrañado en absoluto que hubiera más ojos vigilándonos. Lo mejor era actuar con cautela.

Robar los bismontes? mi primer pensamiento fue negarme rotundamente. pero, pensémoslo friamente: somos seis, ellos dos. Ademas, ¿quien no necestia dinero? Es un plan perfecto. ¿que podría fallar?

Sonreí y tiré de la manga despacito a Alexander. - Señor... yo lo veo un buen plan... siempre y cuando juremos todos que no diremos nada de esto... no creo que sea algo malo, ya que ellos han intentado timarnos a nosotros primero, así que si quieren jugar sucio, ¿porqué no hacerlo? yo me ofrezco voluntario a distraerlos... supongo que cinco personas tienen que ser suficientes para huir con los bismontes, aunque si alguien quiere ayudarme... no se. Yo lo veo un buen plan.

-Sino, ¿que proponeis? estos tipos no van a ceder por lo que creo que no tenemos otra opción. ¿verdad?

Miro alzando el labio ante el nombre de la aether.- ah... vale.- digo con asco y, despues de que expusiese la situación, planteó un descabellado plan.

-¿que dices loca?- digo viendolos de reojo. ¿estas tonta? no podemos arriesgarnos a hacer esto mal. No permitiré que una panda de borregos estropee esta misión. No permitiré que Aren me tache de muerto de hambre por robar un puñado de monedas que ni si quiera me hancen falta.
Entonces Kettleburn habla. Cierro los ojos y respiro profundamente.- ¿tu me has oido, imbécil?- digo dándole una sonora bofetada. - Cállate.

Sonrió a Massen a continuación por primera vez- ¿como va eso? voy a solucionar esto de una vez y ya nos volvemos, ¿vale peque? digo con una sonrisa. Por cierto- digo acercándome a su oido- tengo algo para ti en Brontë.


...

Entocnes me dirijo hacia los dos hombres.

-No os lo voy a repetir de nuevo. Tenemos el dinero acordado, por lo que cogedlo y dadnos lo que es nuestro. No toleraré ninguna intromisión ni ningun tipo de timo de última hora.
Me acerco mas a ellos.

-Esplicadme porqué han subido de precio ahora los bismontes. Dadme una explicación lógica, pero si no me convence, nos los llevaremos por el precio acordado.

Necesito ganarme su confianza hablando claro y sin usar expreciones complejas, dejando las cositas claras. Quizás haya un motivo por el aunmento de precio. Si esa subida es justificada, no tengo ningun reparo en utilizar a Kettleburn como moneda de cambio, pero antes de ofrecerlo, quiero oir sus explicaciones.

Thamerlein tras informarnos de la cantidad de dinero que teníamos propuso huir con los bismontes y quedarnos con el dinero. Es decir... robar.

Me asombré un poco, y entonces oí las palabras de Massen... con las cuales coincidía plenamente. Puede que sea cierto que esos hombres no se merezcan el dinero más que nosotros, y Aren no tendría por qué darse cuenta... pero está mal, así que antes de nada sería mejor tratar de llegar a un acuerdo.

Entonces Alexander mostró una irrespetuosa desaprobación, y Silvanus le dijo que la propuesta de Tham le parecía bien, pero fue reprimido por él.

"Bueno... tranquilidad, por favor. No hay necesidad de perder la calma ante esta situación, y tampoco tenemos por que molestarnos entre nosotros"., dije fijando mi mirada en Alexander durante mis ultimas palabras, esperando ilusamente reprimirle e influir en él de alguna manera.

"Venga, será mejor que intentemos negociarlo...", dije a seguir, pero entonces Alexander (quien no me hizo caso alguno porque hablaba con Massen) fue directo a hablar con aquellos hombres.

Asentí a lo que dijo la niña piscis, al fin y al cabo tenía razón, lo mejor era hablarlo e intentar que saliera lo mejor posible. Hewina parecía pensar lo mismo y a Silvanus le gustaba mi plan. Alexandre... bueno, Alexandre por supuesto tenía que dar la nota....

El tipo de la coleta pareció pasar de nosotros y se fue a hablar con los otros.- Se suponía que nos reuníamos para tomar una decisión "colectiva"!- Pensé indignada. Lo seguí dando un paso detrás suya para observar qué decían los tipos. No habían respondido a la repentina subida de precio de los bismontes, pero al menos lo habían bajado de forma que pudiéramos pagarlos. Volví a tocar la bolsita de cuero escondida en mis piernas incoscientemente cuando el hombre tendió la mano para que le diéramos el dinero.
Miré la mano con desconfianza, era demasiado fácil y nosotros éramos una presa demasiado débil, eso lo tenía claro. Esos hombres eran fuertes. Tenía que tomar una decisión, le debía dar el dinero, pero igual era una treta para quedárselo sin que nos dieran nuestro pago.

Miré al hombre un momento y entonces tomé una decisión. Aparté la parte superior de mi falda, dejando ver mi muslo izquierdo y cogí la bolsa de cuero que contenía las monedas. Quité los restantes 2.300 y me los guardé en una de mis alforjas. Luego conté en alto la cantidad total de dinero que había en la bolsita (que eran los exactos 27.700), para que no creyeran que los estábamos timando. Por último, la cerré apretándola con la cinta de piel. Una vez estuvo completamente cerrada, extendí el brazo hacia ellos, pero no solté la bolsa.- Primero quiero que los bismontes estén a la misma distancia vuestra que nuestra.- Dije señalando las bestias con la cabeza.- Después cogeremos cada uno lo suyo al mismo tiempo y nos iremos tan rápido como vinimos.- Esperaba que a los demás les pareciera bien, pero toda precaución era poca....- Sólo para asegurarnos de que estamos en igualdad de condiciones.- Le dije con una sonrisa de niña buena.

PLAS!

El bofetón resonó como lo hacían habitualmente los de Alexander, mi cabeza se torció del golpe y gotas de sudor salieron disparadas unos metros.

-Ah...- me llevé una mano a la cara en el lugar conde había recibido el golpe. Agaché la cabeza y no pude evitar sollozar un poco. No por el dolor, (aunque realmente me había dolido) sino por la verguenza de que 4 personas me viesen en este estado de sumisión total.

Vi sin levantar la cabeza como Alexander hablaba con ellos y como Thamerlein entregaba el dinero pactado y ponía condiciones sobre como hacer el intercambio.


Me daba verguenza que me vieran con la cara roja, por lo que me oculté al lado de uno de los bismontes. Eran enormes y, desde mi posición, me quedé viendo el panorama, esperando a que se realizara el intercambio de una vez para volver a casa.

Vi a Inger de reojo. Hacía tiempo que no me fijaba en ella. La veía sin quitarme la cara de la mano y recordé cuando la besé en el bosque. No pude evitar soltar una sonrisa. Y pensar que ahora no me hablaba...

Sólo Silvanus estuvo de acuerdo con el plan de Thamerlein. Tanto Astaldë como Alexander se mostraron más inclinados a mi idea. La caeruleus, por su parte, permaneció en silencio. Tener el apoyo de dos miembros del grupo me hacía sentir algo más segura en mis ideas, y en el buen desarrollo de la misión.

Alexander, sin embargo, continuaba con su desconcertante actitud. Se mostraba grosero con Thamerlein, y por si esto fuera poco, se imponía a Silvanus como si este fuera de su propiedad. Hacia mí, a pesar de que yo no podía quitarme de la cabeza nuestro último encuentro, mostraba una enorme simpatía, que me tenía cada vez más confusa. No pude evitar que una parte de mí se tensara de emoción cuando afirmó que tenía algo que darme. Me regañé a mí misma por mi actitud interesada, y me concentré en volver a la realidad. Supuse que estaba utilizando mi confusión para dominarme, así que no me dejé amilanar.

- Creo que usted y yo deberíamos tratar un asunto de bastante importancia cuando termine esta misión -comenté, entrecerrando los ojos y utilizando un tono frío que, esperaba, le hiciera darse cuenta de cómo me sentía.

Sin embargo, ni siquiera estuve segura de si me había oído, pues casi inmediatamente se dio la vuelta para dirigirse de nuevo a los hombres. El repentino cambio de actitud de estos, rebajando el precio casi tanto como Thamerlein había pedido, me hizo sentirme nerviosa. No era normal que aceptaran algo así tan dócilmente. Lo normal hubiera sido que intentaran disminuir la rebaja en lo máximo posible.

Las medidas de Thamerlein me parecieron lógicas para realizar el intercambio, pero temía que no fueran suficientes. Disimuladamente e intentando pasar inadvertida, y aprovechando mi menudez con respecto al resto del grupo, me escondí tras ellos para preparar disimuladamente a Loksass, en caso de la necesidad de tomar medidas desesperadas si el intercambio no salía bien. Yo sola no podría reducirlos, pero al menos podría causar una confusión favorable para el grupo si intentaban timarnos.

Massen me habla con un tono distinto al que solíamos mantener en palacio, que era dulce y agradable. Tornándolo de un tono aspero y seco.
La veo de reojo. Pche... quizás esté menstruando, pensé.

Despues de haber oido mis objeciones, los hombres rebajaron el precio hasta 27.700, diciendo que los 700 a más son por las molestias y el retraso.

Bufo. ya me estoy empezando a cabrear.
-¿vosotros teneis oidos? El precio eran 27.000. -miro a Thamerlein- guarda eso.- digo con un semblante serio y un poco crispado.- ¿que molestias? -les reprocho volviendo a verles.- ¿a caso os creeis que os estamos haciendo un favor? este es vuestro maldito negocio. Quien pactó el precio fuisteis vosotros, y si 27.000 habéis pedido, 27.000 será lo que vais a recibir. Si lo quereis bien y si no lo aceptáis, es vuestro problema, pero como sigáis así, os vais aquedar pronto sin negocio.

Hago una pausa y me acerco al pequeño de los hombres un paso mas y clavo mis ojos en los suyos y, sin dejar de verle, me dirijo a Kettleburn, y al resto.

-Kettleburn- digo manteniendo la mirada al hombre.- coge las riendas de los bismontes de mano de este "buen hombre"- digo con recochineo- y comienza a caminar. Thamerlein, tu dale el dinero que pidieron en un principio: 27.000. No hay mas que hablar. Quiero irme de este sitio de una jodida vez. digo ya semicabreado por tener que hacerlo yo todo, quedando de malo mientras los demás del grupo miran como pasmarotes.

-Yo no pienso tirar de estos bichos. Me niego. Ya he hecho bastante. - digo girando sobre mis puntas para emprender el camino de vuelta a casa mientras me sacudo la coleta al viento.