A la busca del bismonte

Todo pasó tan deprisa que no tuve tiempo de reaccionar. Antes de que me diera cuenta, y a pesar de las protestas de Alexander, el intercambio había sido efectuado y los bismontes estaban en nuestro poder, junto a Thamerlein. Supuse que eso era una buena señal, pero el contexto no era bueno.

Tras una sacudida de tierra, perdí de vista a los comerciantes. Casi al momento, otra sacudida trajo a cuatro nuevos compañeros, con los que preferiría no haberme cruzado nunca. Cuatro moles de piedra, malolientes y que volvieron el ambiente más caluroso, surgieron del suelo a nuestro alrededor. Tragué saliva, retrocediendo para alejarme de la criatura más cercana y acercándome a Thamerlein mientras me colgaba a Loksass al cuello con desgana. Tenía la impresión de que, al menos en principio, mi amigo no iba a ser demasiado útil esta vez.

Me coloqué entre los bismontes y el monstruo que tenía en frente, sin atacar por el momento pero alerta por si era necesario combatir. "Si tengo que enfrentarme a ellos, supongo que tendré que probar el efecto de un aquaerum..." me dije, sin demasiada convicción.

Tras el intercambio comenzamos a alejarnos con los bismontes, pero la tierra empezó a temblar durante unos segundos. Tras aquello los hombres desaparecieron de nuestra vista, y justo después con un nuevo temblor aparecieron a nuestro alrededor cuatro enormes criaturas.

Nos dijeron unas palabras. Por lo visto aquellos dos hombres tenían mas ases en la manga...

Tras recuperarme de la impresión que me habían dado en un principio abrí mis brazos levemente con una señal para que Hoju se metiese en mi bolsa, y me preparé para lo que pudiese pasar, a pesar de que no estaba muy convencida de las posibilidades que teníamos si decidíamos enfrentarnos a aquellas criaturas... y además, teníamos que proteger a los bismontes.

Entonces miré al grupo.

No me enteré muy bien, en lo que habían parecido segundos, la bolsa de dinero había desaparecido de mi mano y se habían sustituido por las correas de los bismontes. Empezamos a caminar de vuelta a Brontë, cuando un temblor sacudío la tierra. Di un pequeño salto para no caerme y en cuanto mis pies tocaron el suelo, el temblor paró. Me giré para observar a los hombres, y mi sorpresa fue máxima cuando no los ví por ninguna parte. Tensé las alas y las piernas. - Es imposible que se hayan escondido, aquí no hay nada que se pueda utilizar de trinchera...- Pensé y miré alrededor pero no localicé a los hombres. Entonces, una leve sacudida de la correa en mi mano, hizo que observara a los bismontes, que parecían inquietos.

- ¿Qué pasa aq- Un nuevo temblor hizo que no acabara de formular mi pregunta. Me pilló todavía más de sorpresa e hizo que perdiera un poco el equilibrio, pero cuando estaba a punto de caerme, el temblor cesó y con la ayuda de las alas me incorporé del todo. Miré el suelo al lado de mis pies con el ceño fruncido.

- ¿Es normal que pase es- Levanté la vista y me callé por segunda vez al ver cuatro moles de piedra que nos rodeaban. Ví como la niña piscis se acercaba a mí. Miré al lado contrario, Silvanus estaba cerca de los bismontes. Rápidamente me decidí, por algo estaba en ese ejército, y agarrar algo en el aire no era nada complicado- Silvanus!!- Le grité y le tiré la correa de los bismontes. Ya con las manos libres, pude sacar a Arpa de mi espalda y una flecha del carcaj que puse en la cuerda con una velocidad propia de los aether. Apunté al monstruo que tenía en frente y tensé la cuerda, lista para cualquier situación.

Oí como uno de ellos nos hablaba, me estremecí, mi piel se puso de gallina y las plumas de mis alas se erizaron. - Esto no me gusta nada...- Pensé. Los monstruos no parecían que iban a cooperar con nosotros y, aun por encima, no había entendido lo que quería decirnos. Las palabras de uno de los jefes me hizo mirar de reojo a Silvanus y los bismontes, recé para que él se acordara de eso también.

Rápidamente, volví a mirar al monstruo, y sin dejar de hacerlo ni destensar mi flecha, giré un poco la cabeza en dirección al grupo y murmuré.- Y ahora qué?

Estos hombres no atienden a razones y recogen el dinero, casi sacándoselo de las manos a Thamerlein y sustituyéndolos por las riendas.

Maldigo para mis adentros y vuelvo con el grupo . No hemos conseguido el precio acordado, pero por lo menos tenemos a los tres bismontes sanos y salvos.

Por supuesto no voy a discutir más ni me voy a arrastrar, aunque si me quedo con ganas de partirle la cara a esos dos tipos.

Cuando llevamos ya unos metros andados, tuerzo la vista hacia atrás para verles. Siguen en sus posiciones.

Pero un temblor hace que me quede parado en mi sitio, con los brazos tensos y los dedos separados.

-¿Que ha sido eso?- digo volviendo la vista atrás por alguna razón. Pero entonces los dos hombres ya no están.-han... ¿desaparecido? -pregunto con cara de extrañeza. De repente: otro temblor.

Pero de este en cambio emanan cuatro criaturas enormes, que nos rodean, cortándonos el paso a los nueve.


Condiciones. Dos para ser exactos. Una voz nos puso dos condiciones. ¿Como vamos a pagar el precio justo si los hombres han desaparecido?

-Chicos, habrá que luchar... no nos queda otra opción. Pero proteged a los bismontes ante todo. A Aren supongo que le dará igual que alguno de nosotros muramos con tal de llevar los bismontes sanos y salvos- digo pensando en lo que mi líder nos dijo a todos. Y que yo pensaría igual si hubiese mandado a seis tipos a buscar algo de vital importancia.

-Vamos allá- me pongo en posición defensiva, con las piernas flexionadas y conjuro dos Âchnam, cada uno en mi mano. Esta vez son un poco más débiles de lo normal debido a la luz del día.

Lanzo ambos contra lo que parece ser su cabeza, con el fin de darle al primero.

-Venga, panda de vagos, moveos.- digo al grupo.-Thamerlein, Hewina, intentad proteger a los bismontes. Massen, Inger y yo intentaremos retenerlos. ¿que os parece? sino, haced lo que os plazca. Todos menos tú Kettleburn. Como les pase algo a los bismontes, será tú quien le rinda cuentas a Aren, así que esfuérzate y echa a correr con ellos en cuanto puedas. Y como se te ocurra morir, te mato y luego busco a un nigromante para que te reviva para que pueda volver a matarte, ¡maldito mequetrefe!.- me apetece pegarle una leche. Estoy muy tenso y necesito desahogarme, pero me contengo mordiéndome los nudillos: Dios es que este tipo no sirve para nada.-



Las pétreas criaturas, al ser cuatro, nos acorralan en un cuadrado perfecto, sin dejar que nos moviésemos. Es una situación difícil.

Mi vista está centrada en las criaturas que tengo delante, pero yo intento buscar a los dos hombres con los ojos, aunque no tengo mucho tiempo para buscar: mi vida corre peligro.

-Como me rompa el traje por vuestra culpa os enteráis.- digo azuzando mi coleta y sacando mis agujas metálicas de mis antebrazos por lo que pueda ocurrir, preparado par atacar ante el mínimo movimiento.





FdR: una pregunta... ¿lo rojo el lo que nos dijeron los monstruos o que es?

A pesar de las insistencias de Alexander con las exigencias del trato, los hombres hicieron lo que les dió la gana.

Yo me encogí de hombros.- "¿que se le iba a hacer?"- pensé mientras me cargaba de nuevo las mochilas de Alexander. Ahora lo que me preocupaba era el camino de vuelta... otra vez cargado como un burrito.

Comenzamos a caminar. Thamerlein llevaba a los bismontes que caminaban con paso firme, mirada perdida y ojos somnolientos.

Pero a los pocos pasos, un temblor hizo que casi perdiese el equilibrio, teniendo que apoyar una mano en el suelo por el peso de las maletas.

Casi antes de que puediera acomodarme de nuevo para seguir anadando, otro temblor manó de la tierra haciendo que esta vez me callera de rodillas, levantándome la piel de estas.

-Au... dije sentado en el suelo, viendome las heridas.

Pero poco pude ver, porque en un santiamén, surgieron de la tierra cuatro mostruos muy feos y enormes. Estaban echos de piedra, tierra y barro seco, por lo que se podía ver y rocas afiladas recubrian su espalda y brazos.

Estos nos rodearon y los bismontes se agitaron un poco. Debíamos luchar, por lo que quise cargar las maletas encima de uno de los bismontes, por lo que me las quité y, justo cuando iba a poner la primera, abrí mucho los ojos al acordarme de las graves palabras de Aren, que salian de su perfecta boca, articuladas por su juguetona lengua y... el caso es que dijo que nada podía tocarles el pelo a los ungulados, por lo que me arrepentí y comencé a cargar de nuevo las maletas a mi espalda, pero justo en ese momento, Thamerlein dijo mi nombre y me lanzó las riendas de los tres animales, por lo que tuve que dejar caer las maletas de mis manos para coger las correas.

Me quedé un poco impresionado y pestañee varias veces al ver las correas en mi mano.
De repente, las palabras de Alexander retumbaron el la cabeza, haciendo que retrocediese un par de pasos ante semejantes amenazas del ahora energúmeno Alexander.

-Si... si señor- dije intentando tirar de los bismontes. Pero casi no se movían. Era como tirar de una piedra de 3 toneladas.

Entonces me fijé que si no vencíamos a los entes que nos cortaban el paso, no podría avanzar, por lo que conjuré un Acuaerum y lo lancé hacia el primero que tenía delante. Con suerte, la tierra de su cuerpo de mojaría y se desharía... o eso esperaba. Necesitaba quitarme a este de delante para poder continuar mi camino. No quería tener que ser yo quien le dijera a Aren que habíamos perdido 700 monedas o que alguno de los bismontes había resultado herido, muerto o peor: que su pelo hubiese sido estropeado.

-Hay, por Mithos, que alguien me ayude. dije retrocediendo y casi llorando al ver que las cosas se ponían feas.




Ahora las maletas era lo que menos me importaba.


FdR: QUE SE NOS ECHA EL TIEMPO ENCIMA, GENTE! Y HAY UN TORNEO QUE DISPUTAR! D::*

Después de la pregunta de Thamerlein, Alexander propuso que luchásemos, y tras conjurar el mismo dos achnâms nos encargo distintas cosas a todos. Thamerlein y yo teníamos que proteger a los bismontes. Estaba casi segura de que no les harían daño alguno a los bismontes, y de que todo esto era parte de una artimaña habitual... no obstante no era oportuno correr riesgos, así que me acerqué rápidamente a los bismontes.

Me fije entonces en que estaban bastante tranquilos a pesar de lo que estaba pasando... como si fuese de lo más normal para ellos. Cada vez estaba más segura de mis sospechas.

¿Cómo acabarían los que estuvieron antes en esta situación...?, me pregunté, mientras intentaba no perder la calma. Entonces desenvainé mi báculo de mi espalda, el cual llevaba tiempo rozando con los dedos. No me serviría de mucho ante aquellas criaturas, pero es mi arma, y al fin y al cabo me sentía más segura con ella.

Código:

Esta misión está teniendo más problemas técnicos de lo esperado con lo que quien no posteé rápido probablemente se quede a merced de narrador.

En misión los usuarios postearán una vez por actualización a no ser que Narrador determine lo contrario. Cualquier otro post a mayores no será tomado en cuenta.

Los Guerreros comenzamos a luchar y a responder al ataque. Los ataques de Alexander y el mío dieron de lleno en el individuo al que nos enfrentábamos.

-¡Bien señor! a este ritmo conseguiremos vencerlos pronto.

Conjuré un Acuaerum con mi mano libre mientras con la otra tiraba fuerte de los bismontes, que se movían lentamente.

-Vamos, chicos...- les decía a los animales.

Mantuve el Acuaerum en mi mano, y justo cuando lo iba a lanzar, ví que el monstruo al cual nos enfrentábamos lanzaba unas púas- proyectiles de piedra de unos 20 cm (FdR: dato otorgado por Narrador) contra mi y Alexander

Reaccióné lo más ráìdo que pude: antes que mi seguridad eran la de los bismontes, como bien había dicho Alexander.

Las agujas de roca se dirigieron hacia nosotros y, aunque muchas se desperdigaron por el aire, algunas iban con buena dirección para probar la sangre.

Lancé el Acuaerum contra ellas, y cogí una de las maletas que estaban el el suelo y las lancé contra ellas, con el fin de interceptar algunas y proteger a los bismontes, por supuesto no iba a moverme. Mi deber era proteger a los bismontes aunque me costara la vida.


"No le voy a chafar la boda"- pensaba una y otra vez. "No le voy a chafar la boda" "No le voy a chafar la boda"- pensaba doto el rato, conjurando un Acuaerum más y tirándolo contra los pinchos más rezagados para evitar que irieran a los animales.

El rocoso ser al que me enfrento recibe los golpes de Kettlebur y míos, cosa que parece hacerle daño. Kettleburn canta victoria, pero yo no digo nada: solo pienso en los bismontes.

Una recua de flechas de piedra se acerca peligrosamente a nosotros, lanzadas por el monstruo.

Yo abro mucho los ojos e intento esquivar el ataque apartándome de su trayectoria, conjurando dos Âchnam en el aire: uno para destruir algunos pinchos que vuelan hacia los bisontes y otro para darle al mostruo para debilidarlo.


Me sacudo la coleta y me la echo para atrás. Me molesta el pelo en la cara: quizás tenga qeu recogermelo en un moño cuando luche...


FdR: perdon por hacer un post tan breve, pero me esperan para irme.

La acción comenzaba a mi alrededor, y no me atraía nada la forma en que lo hacía. Aunque mi intención era pasar desapercibida e intentar limitarme a ayudar escondida, pronto me vi como blanco de una de las criaturas.

"¿Por qué? ¿Por qué a mí?" me preguntaba. Yo era pequeña, y ellos grandes. Debía ser una pulguita a sus ojos. Y, sin embargo, la criatura que tenía mas cerca pretendía aplastarme sin más. Una expresión de terror se apoderó de mi rostro sin que pudiera evitarlo, y me agaché y rodé a un lado para salvar la vida.

Una vez fuera de su alcance, conjuraría un Aquaerum contra su extremidad extendida. Quería salir de allí pronto, así que esperaba que tuviera algún efecto.

Horror.

Aquellas criaturas comenzaron a atacar al grupo lanzando rápidas y grandes cantidades de piedras afiladas. Me quedé prácticamente boquiabierta, ya que no me lo esperaba, y en cuestión de segundos, cuando la criatura que tenía en frente comenzó a hacerlo reaccioné tirándome hacia un lado mientras gritaba y conjuraba dos clair ëm yäk, para lanzaras a seguir con rapidez.

Con terror, observé como uno de los mosntruos que tenia delante levantaba una extremidad y la dejó caer sobre la niña piscis, por suerte ella consiguió librarse con una voltereta en el suelo, lo que hizo que se alejara más de mi.

Me centré en el monstruo más cercano a mi y recé para que mis compañeros pudieran librarse de ellos. Había escuchado antes el comentario de Alexandre, con el que mi misión era centrarme en proteger a los bismontes, pero dudaba mucho que ellos 3 pudieran luchar ocntra las cuatro moles que se cernían sobre nosotros.- Lo siento Silvanus, pero vas a tener que apañártelas tú solo...- Pensé mirando fijamente al monstruo de piedra.

Me fijé en sus cuerpo, no parecía tener fisuras, pero... si conseguía saber si tenía ojos, tal vez me ayudara. Pero eso equivalía a separarme de mi grupo y eso era un precio muy caro... Por otro lado, el cuerpo a cuerpo, por muchas garras que tuviera no me iba a valer contra eso, y tal y como estábamos de arrinconados, no podía utilizar mis flechas como querría.

Un nuevo temblor nos sacudió y con temor, observé como el monstruo que estaba delante mía se enterraba en la tierra. Me quedé medio en shock, podría subir en cualquier momento...- Piensa Thamerlein, piensa...- Pero no me salía nada, sólo veía un camino por el que podía escaar y sabía que cuanto más tiempo tardara que hacer algo, más pocas posibilidades tendría de que el bicho no saliera a la superficie de nuevo.- Mierda, Tham...- Me regañé a mi misma. - Puntos débiles, puntos débiles...- Miré al otro mosntruo que estaba más próximo a mi, el que había atacado a Massen... -Son lentos...- Murmuré al ver su brazo extendido que se movía lentamente.- O ahora o nunca...- Me puse la flecha en la boca y puse a Arpa en mi espalda mientras corría; con un salto, el impulso de mis alas y el hecho de que el brazo no estaba muy arriba, me subí a él.

Empecé a correr hasta llegar a lo que parecía la cabeza, lo más estabe de todo.- Tengo que hacerle saber que estoy aquí e intentar que se pegue a si mismo...- Pensé. Guardé la felcha en el carcaj, extendí mis brazos y saqué mis garras. Me senté de rodillas para estar más estable y empecé a arañar la tierra, que estaba dura. Levante la vista y miré a la piscis que estaba delante dle monstruo.- Tira un aquaerum aquí! Necesito que se deshaga!- Le grité.

Antes de que pudiese pensar algún motivo por el cual las bestias nos habían cortado el paso, los colosos de piedra comenzaron a atacar al grupo. Observé, con los ojos ligeramente desorbitados, los movimientos del coloso que teníamos Hewina y yo en frente. La criatura, antes de que ella o yo pudiesemos atacarle, se convirtió en un ovillo y nos lanzó una especie de proyectiles de piedra, que, si bien no eran exageradamente grandes, no podían considerarse pequeños.

No me molesté en desenvainar la espada, y, en su lugar, estiré los brazos, mostandole las palmas de mis manos a las balas pétras que se dirigían hacia nosotras, y conjuré dos Âchnam. Apunté a los proyectiles que más próximos estaban de mí, y los lancé. Mi magia no era demasiado poderosa, pero utilizar la espada no tendría ningún efecto. A fin de cuentas, aquellos seres eran de piedra, por lo que mi arma no podría hacerles ni un sólo rasguño, a diferencia que mi magia que, si bien era débil, probablemente sería más efectiva que el metal.

Por el rabillo del ojo, me pareció ver que la claritas se arrojaba al suelo. Una parte de mí, pensó que aquello sería lo más apropiado si esperaba no hacerme daño, pero otra, una que parecía pensar más en la misión y en las condiciones de esta, hizo que no me arrojase al suelo. Recordaba las palabras del líder caeruleus: los bismontes no debían sufrir ningún daño si queríamos que la misión fuese un éxito.

Me quedé en el sitio, delante de los bismontes que tenía detrás, utilizando mis brazos como escudo.

FdR. Chicos, acordaos cómo tienen que llegar los bismontes si queremos ganar la misión, ¡por Mithos!

Con un nuevo temblor, vi cómo el monstruo surgía de la tierra de nuevo. La piscis parecía haber encontrado algo, al menos eso era lo mínimo.
Giré la cabeza un momento para ver cómo levantaba su brazo contra un bismonte. Sabía que no podía tocarlo y menos aplastarlo, pero para ser sincera, ahora la misión me daba igual. Lo único que quería era salir de ahí con vida; pero... si ése monstruo lograba acertar al bismonte, la culpa sería mía y eso no lo podía permitir.

Con un nuevo salto, desplegué mis alas y llegué al suelo, en frente de los bismontes y Silvanus, antes de que lo hiciera su brazo. Entonces, al mirarlo con la extremidad levantada, me fijé en un pequeño símbolo marrón que tenía en su estómago, a la misma altura sobre la que Massen había estado mirando antes. Sin pensar siquiera, saqué a Arpa de mi espalda y lancé una flecha que voló en el aire con un "zum" y aterrizó en el centro del símbolo marrón; a la vez que le gritaba a Silvanus que tirara de los bismontes.

FdR: Lo siento por lo de correr, pero es que en la imagen el brazo parecía tan largo que... Y otra cosa, lo del símbolo marrón, yo supuse que lo tenían todos los bichos, no se si es así o no...

Evito los pichos con elegancia pero Inger y Silvanus resultan heridos. Quiero ayudarles (sobre todo a Inger) pero no es la situación idónea para hacerlo.

Veo como la mole de piedra pretende aplastar a uno de los bismontes de un mazazo.

No se porqué corro para interponerme entre el animal y el monstruo. Estoy poniendo mi vida en peligro por una vaca gorda con cola de cocodrilo? no me reconozco.

Menos mal que es bastante lento y me da tiempo a situarme en la trayectoria de su brazo y a conjurar dos Âchnam intentando que sean los mas fuertes que mi concentración me lo permite y los lanzo contra la parte mas fina del brazo, con el fin de partirlo o hacer mucho daño.

No quiero ver el resultado y me cubro con los brazos esperando un posible golpe... o no.

Parecía que los hechizos le hacían daño. Desde luego, probablemente fueran más útiles que los dardos. Cuando vi a Thamerlein ir contra el bicho que me había atacado, este centró su atención en ella, y dejó al descubierto un símbolo marrón a la altura del vientre. Conjuré dos Aquaerum, dispuesta a lanzarlos contra aquel punto, pero antes de lanzar el segundo, un temblor de tierra me hizo dirigir mi atención a una segunda mole rocosa, que se dirigía con peligrosa determinación a los bismontes...

Las palabras de Aren resonaron en mi cabeza, y el corazón me dio un vuelco. A la desesperada, lancé el segundo Aquaerum conjurado contra la extremidad que el coloso extendía hacía uno de los animales para hacer con él lo que el otro había intentado hacer conmigo un momento antes. Mi intención era llamar su atención, y, como un intento de asegurar ese hecho, sumado a una posibilidad de ayudar a mis compañeros, inspiré profundamente y grité a todo pulmón:

- ¡¡¡HAY QUE BUSCAR UN PUNTO EN SU VIENTRE!!!

Con un poco de suerte, el ruido del combate no era demasiado como para evitar que mis compañeros y aquel coloso en particular oyeran mi grito.

FdR.: ¡¡Tham, no hagas metarroleo, por favor!! Es Massen la que vio el símbolo, no tú ú.ù Si quieres actuar en función de lo que hace mi personaje, al menos espera a que postee xDDU

Mi magia acertó en la criatura, pero como era de esperar no tuvo efecto alguno. No obstante había conseguido esquivar las piedras afiladas. Inger no tuvo tanta suerte, ya que no se movió de su sitio para proteger mejor a los bismontes.

Me incorporé corriendo y volví a mi anterior posición junto a ella, y le dije: "¡Lo siento! ¡Lo siento mucho! ¿Estás bien?", pero justo después hubo un nuevo temblor de tierra, y una de las criaturas resurgió de nuevo de la tierra, y para mi asombro parecía tener intención de dañar directamente a los bismontes.

Decidí ayudar a mis compañeros lanzando dos clair ëm yäk desde mi posición. Con suerte la combinación de nuestros ataques sería efectiva.

Entonces escuché a Massen gritar que había que buscar un punto en el vientre de las criaturas. Miré a la criatura que teníamos en frente, pero esta permanecía hecha un ovillo, y por lo tanto su punto no estaba visible. Ya nos ocuparíamos de ella mas tarde, así que volví a fijar mi atención en la criatura que había alzado el brazo.


FdR: perdón T.T como dijeron que mi otro post no contaba creí que no tenía ningún bismonte detrás... jope, siempre la cago T.T Espero no cagarla otra vez en este post, q no me entero de una U>.>

Pude desviar bastantes pinchos, pero dos de ellos me hirieron. Uno en mi hombro derecho y otro más peligrosamente clavado en mi pierna izquierda.

Gemí de dolor, pero ví como Alexander no dudaba en salir corriendo a proteger al bismonte y lanzaba dos hechizos contra la parte mas delgada del mazo de piedra que el mostruo tenía por brazo.

o lo imité desde el suelo. lanzando un Acuaerum al mismo lugar al que iban dos dos de Alexander, con el fin de dejar manco al monstruo.

Desde el suelo, conjuré un segundo Acuaerum para lanzar ante el mínimo movimiento del monstruo que tenía delante.

Ví que Inger había recibido una gran cantidad de daño y mi primer impulso fue ir a acudirle... pero no podía retroceder. Tenía que seguir tirando de los bismontes.


FdR: cutrepost lo siento v.v

Parecía que nuestro ataque conjunto había dado resultado y habíamos salvado al bismonte, pero Alexander, por le contrario, resultó gravemente herido.

-¡Señor!- dije intentando correr hacia el. pero entonces el monstruo que tenía delante empezó a girar como si fuera una peonza, girando a toda velocidad. -AHHH! - grité retrocediendo unos cuantos pasaos hasta quedar pegado a la cara de un bismonte- vamos, moveos para atrás. vacas gordas- digo empujando su cabeza hacia atrás para intentar alejarlos del peligro que se acerca en forma de piedra giratoria.

Pero ninguno de los bismontes parecía inmutarse ante mis órdenes, por lo que saqué a Altheda y golpeé con el mango la cabeza del que tenía más cerca para hacerle retroceder- ¡QUE TE MUEVAS!- digo dándole de nuevo en la cabeza.
menos mal que el monstruo era lentito, que sino ya la habríamos palmado.

Continué apretándome contra el bismonte, pero la bestia estaba cerca ya, por lo que conjuré dos Acuaerum y los lancé a la base de su tronco, con el fin de desequilibrarle.

¿Que otra cosa podía hacer?

Massen acierta de lleno en el símbolo de la bestia para dejarla fuera de combate. Perce que habíamos encontrado su talón de Aquiles.

La suma de tanta magia hace que el ser de piedra cese su ataque, pero en uno de los balanceos de sus enormes brazos, me golpea de lleno y me lanza volando un par de metros.

Caigo al suelo e intento reincorporarme, pero un dolor agudo en mi tronco hace que no pueda evitar soltar un gemido de dolor. Parece que el golpe ha hecho su trabajo y mis costillas están resentidas.

Veo a Kettleburn y como el mosntruo de piedra se dirige hacia el balanceando con furia sus brazos.

"Bueno, fue bonito mientras duró... ahora tendré que buscarme otro exclavo"- pienso viendo como la criatura no para de moverse hacia el piscis, que esta acorralado contra uno de los bismontes.

Dibujo una mueca de dolor en cuanto intento moverme de nuevo, pero en una visual general, veo que la criatura que me golpeó tiene en su espalda uno de esos sellos.

Me arrastro un poco por el suelo, sufriendo con cada centímetro que avanzo, no por el dolor de mis huesos, sino porque estoy deshaciendo mi chaqueta contra el suelo. Pero por mucho que me duela estropear mi ropa, tengo que acercarme lo suficiente como para no fallar mi ataque. Tengo una posición privilegiada y no quiero perderla.


-Âchnam- susurro casi sin fuerza, aunque con los ojos entornados, sintiendo como la oscura energía brota de mis dedos para arremolinarse en una esfera negra que sale disparada hacia el sello que le dá vida a la criatura.

Veo de nuevo a Kettleburn y como utiliza sus hechizos para intentar parar a su agresor, por lo que conjuro un Âchnam con las pocas fuerzas que me quedan para intentar ayudar al pobre infeliz.

Por fortuna conseguimos desviar el brazo de la criatura, el cual amenazaba con caer sobre los bismontes... pero entonces la criatura que Inger y yo teníamos en frente comenzó a producir un leve temblor de tierra. No había tiempo que perder.

"Cuando veas el sello intenta lanzar un Âchnam hacia él, si puedes", le dije a Inger, y tras esto desenvainé mi báculo y me acerqué corriendo a la criatura. Cuando estuve lo suficientemente cerca salté anteponiendo mi báculo, para así clavar la punta inferior con todas mis fuerzas cuando cayese, y con el fin de incordiar a la criatura para distraerla y hacer que cambiase de postura.

Entonces tras desclavar mi báculo oí a Silvanus gritar, y vi como otra de las criaturas se acercaba a él y a los bismontes, girando rápidamente.

"¡¡¡Clair ëm yäk!!!", grito mientras corro de vuelta a mi posición, y cuando estoy lo suficientemente cerca lanzo la esfera de luz hacia la zona que los demás atacaban.


FdR: bu, a ver q sale de esto U>> XD

Mi flecha rebotó contra la dura piedra del coloso, y en cuanto cayó al suelo se partió en dos; gruñí levemente, no sólo porque mi ataque había sido como si le hubiera tirado un papel, también porque esa flecha era muy valiosa, y no me gustaba perderla. La miré con aire de soslayo.- Un pequeño sacrificio...- Pensé y me agaché cuando vi que el monstruo se tambaleaba por culpa del ataque múltiple. Vi como su brazo arrastraba a Alexandre y lo tiraba por los suelos, parecía herido.

Por el rabillo del ojo, vi que uno de los monstruos se quedaba parado sin hacer nada, parecía una estatua.

Dirigí mi mirada al lado contrario y vi a Silvanus intentando huir mientras otro de los monstruos se acercaba peligrosamente a él. Corrí lo más rápido que pude hacia él, ya me mis fuerzas menguaban poco a poco por culpa de la batalla y el largo camino hasta ahí. Al final, me interpuse entre el monstruo enorme y Silvanus, que seguía tirando de los bismontes. Al ver que Alexander y Hewina conjuraban sus hechizos hacia el coloso, me acordé de que el ataque en conjunto anterior había hecho trastabillar al anterior monstruo y con la máxima fuerza que fui capaz de concentrar, moví mis alas hacia delante, generando un Aethes para intentar salvar mi vida, la de Silvanus y la de los bismontes.

Aunque mi intención inicial era salir corriendo hacia el coloso al que había lanzado un Aquaerum al brazo, no pude moverme del sitio, y me quedé mirando fijamente al que me había atacado, que ahora permanecía inmóvil. Sentí un cosquilleo ascendiendo por mi estómago, y una sonrisita de orgullo fue extendiéndose por mi cara sin que apenas lo notase. Había tumbado a uno. Apenas podía creerlo.

Finalmente, y maldiciéndome por perder el tiempo allí parada, miré a mi alrededor para ver el panorama. El ataque conjunto contra otro de los colosos parecía haberlo tumbado también, aunque se había llevado consigo a Alexander. No pude evitar que la preocupación se reflejara en mi rostro. Pero el coloso no parecía ir a reaccionar y otros compañeros estaban en peligro, así que no era el momento.

Thamerlein y Silvanus luchaban contra uno de los colosos, y, a menor distancia, la caeruleus y Astaldë enfrentaban al otro. Por motivos de distancia y porque si Alexander era capaz de continuar luchando ayudaría a Thamerlein y Silvanus (o al menos, eso me decía la lógica) decidí unirme a mis otras dos compañeras. El coloso que enfrentaban, a mi parecer, necesitaba un poco de hostigación para decidirse a desenrollarse y dejarnos ver la preciosa marquita que, a partir de aquel momento, yo buscaría con total dedicación.

Corrí hacia allí y conjuré un Aquaerum que, esperaba le ayudase a tomar esa decisión.