A la busca del bismonte

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Vi por el rabillo del ojo como mis compañeros conseguían tumbar al otro coloso que aún seguía en pie, y eso me dio confianzas para continuar mi propia batalla. Me sentía satisfecha de la decisión de enfrentarme a la criatura elegida que, tras mi Aquaerum, había dejado de enterrarse y permanecía ahora inmóvil.

Lanzarle ataques al azar no me parecía adecuado, así que, tras fijar mi vista en un punto concreto (el punto en el que estaba encajado el báculo de Astaldë), afiné mi puntería lo máximo posible y envié dos Aquaerum a la base del báculo, con la intención de golpear donde este había dado en su momento sin dañar el arma de la claritas.

Mis ojos se iluminaron con una pequeña felicidad al ver que el segundo monstruo permanecía inmóvil. Por el momento, me permití darme la esperanza de pensar que ambos colosos estaban muertos.

Me caí al suelo del agotamiento y por culpa de un leve temblor que provocó el monstruo al que habíamos atacado al caerse.
Entonces el polvo del suelo ascendió hasta que se fusionó con el aire, impidiendo que mis ojos vieran bien. A pesar de que estaba muy cansada, conseguí mover un poco las alas y el aire limpio empezó a dejarme ver mejor. En cuanto casi todo el polvo desapareció, pude observar una pequeña marquita marrón que tenía el monstruo en su cuello.

Apoyé mi mano derecha en mi rodilla y me levanté lentamente, hasta quedar completamente de pie. Saqué una flecha del carcaj y a Arpa de mi espalda. Tensé la cuerda con la flecha y apunté, pero el cansancio y la tensión hacía que mis miembros temblaran y no era capaz de encontrar mi objetivo.-Mierda...- Caí de rodillas al suelo y con eso, mis piernas dejaron que moverme. Cerré los ojos un momento.- Vamos, un solo tiro, un solo tiro y se acabó...- Intenté relajarme...
Levanté el arco nuevamente, tenía que hacerlo antes de que el coloso se levantara. Estaba decidida a acabar este combate, y esa decisión fue la que hizo que durante un segundo, pudiera controlar mis brazos y como la cuerda ya estaba lo suficientemente tensa, solté la flecha que voló por el aire rápidamente.

Nuestros ataques consiguieron que aquella criatura frenase, retrocediendo levemente... pero entonces la criatura a la que le había clavado mi báculo continuó con la intención de meterse bajo tierra.

"¡¡¡NO!!!", grité, y me dirigí corriendo nuevamente hacia la criatura. Entonces vi como un un aquaerum colisionaba contra la criatura, y esta se detuvo y se removió, sin llegar a cambiar de postura. En ese momento dos nuevos aquaerums colisionaban en la zona en la que estaba clavada el báculo.

Quise ver de quien procedían esos aquaerums, y entonces vi a Massen. Le sonreí unos segundos a modo de agradecimiento, pero no había tiempo que perder, así que justo después yo misma lancé dos Clair ëm yäk con el fin de abrir más la grieta, y rápidamente procedí a intentar desclavarlo haciendo uso de todas mis fuerzas.



FdR: jo, había puesto que lo desclavaba T.T y eso no es un ataque ni na... ;_; Mr. de Crónicas nos odia >.>

El coloso se acercaba a mí, y mis intentos para hacer retroceder a los bismontes habñian dado unos pequeños frutos, pues estos retrocedieron unos pasos dandome una distancia un poquito mayor para huir del coloso.


Mis hechizos no lo debilitaron, pero si hicieron que parase de girar, por lo que respiré alivido. Entonces todo ese alivio se vió transformado en pánico al ver como mi cuerpo era tapado por la sombra de un enorme brazo que tenía por objeto despachurrarme contra el ardiente suelo de Ignis.

El débil hechizo de Alexander golpeo el brazo, que se movía lento pero seguro hacia mi cabeza, pero no detuvo su ataque.

Casi al instante, cuando yo estaba con los brazos tapándome la cabeza esperando el fatal golpe que terminaría con mi vida, una explosión hizo que el monstruo retrocediese un paso, deteniendo un poco su avance.

Sin duda había sido un hechizo de Hewina, ya que fue muy potente debido a la luz del sol.

Eso me dio tiempo a reaccionar un poco y justo cuando iba a conjurar un Aquaerum, Thamerlein llegó a mi lado, conjurando un Aethes haciendo que nuestro duro enemigo (visto desde todos los sentidos posibles) perdiese por completo el equilibrio, haciéndole caer de culo.

Thamerlein parecía realmente agotada y le costaba hasta empuñar su preciado arco.

Teníamos delante de nosotros la marca que debilitaba a las criaturas, por lo que no dudé en coger a Altheda por la hoja, preparado para lanzarla con todas mis fuerzas.

-¿Estás lista, amiga? - digo con aire tembloroso.- No podemos fallar- digo entornando los ojos para apuntar bien con mi daga- si lo haces, te lo echaré en cara hasta el fin de los días- digo con una sonrisa.

Entonces Thamerlein lanzó la flecha y yo la seguí lanzando a Altheda a la runa del cuerpo del monstruo. Sólo esperaba que nuestras armas fueran con suficiente fuerza como para destruir la runa.


Giré la vista y ví lo que estaba pasando a mi alrededor: Alexander estaba tumbado en el suelo, los bismontes llenos de cascotes y polvo (por lo que me llevé una mano a la frete mientras cerraba fuertemente los ojos (facepalm*). Y por último ví como la bestia se estaba hundiendo con el báculo de Hewi enganchado en su cuerpo, por lo que ví a Thamerlein, asentí y, sin decir nada, heché a correr hacia el coloso, saltando sobre su cuerpo para tirar del báculo hacia arriba e intentar arrancarlo.

-Vamos, chicos, atacadle ahora.- quería entretenerle y que se fijara en mí para que se moviera y dejase ver su preciada runa para que ellos la destruyesen. Intentaba seguir la misma táctica que habia seguido Thamerlein con uno de los colosos caídos.

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Thamerlein y Silvanus unieron fuerzas con sus armas y dedicaron un golpe directo al coloso. La flecha se clavó en el centro aproximado de la runa haciendo saltar algunas piedrecillas y, con la llegada de Altheda, el coloso soltó un grito al tiempo que un sonido de resquebrajo y un momentáneo flash salían de la zona en cuestión. El coloso re revolvió tratando de apartar las armas que lo habían atacado, pero sus movimientos eran cada vez más lentos a pesar de que no se hubiese detenido del todo.

Solo quedaba un guardián que pudiera hacer verdadera frente a los muchachos pero parecía decidido a mantenerse estático. Mientras Hewina trataba de retirar su báculo, dos Acuaerum de Massen llegaron a la zona donde este ensamblaba tras comprobar que el anterior había detenido al coloso.

En cuanto los conjuros estallaron sobre la roca, algunas de las piedras que las componían saliron disparadas haciendo emanar un prominente grito de la criatura y otro contoneo. Hewina dedicó dos Clair ëm yäk con el fin de apoyar los conjuros de la piscis y, en cuanto estos impactaron contra el coloso haciendo que se abriese, desplegando los brazos de golpe de modo que soltó el báculo y lanzó a Hewina a unos tres metros de distancia debido al duro golpe. La claritas calló sobre su brazo izquierdo notando como este flaqueaba una vez trataba de levantarse. Probablemente por haberse roto.

Una vez dedicada su daga al coloso que lo atacaba, Silvanus había decidido correr y saltar sobre el guardián que quedaba, pero su carrera se vio interrumpida por el fuerte levantamiento de este, obligándolo a retroceder para no llevarse un buen topetazo.

Los chicos pudieron ver como en el pecho del coloso, así como en su cabeza, había tres marcas rúnicas similares a las de los otros.

El guardián extendió los brazos, y se preparó para lanzar una nueva oleada de aguijonadas rocas.

Alexander trataba de recomponerse hasta acabar la batalla, esperando unos segundos a mayores en la retaguardia. Podía ver como el gurdián que había atacado a Silvanus todavía se movía de forma seca y autómata.

Inger se retiró las piedras del cuerpo y trató de evitar que sus heridas sangrasen demasiado o se ensuciasen mientras se preparaba para continuar.

Me pongo a cuatro patas intentando ponerme de pie de una vez, pero el dolor era tremendamente agudo y me cuesta levantarme. Pero veo que todos mis compañeros están dando lo mejor de sí y yo no voy a ser menos.

Con un esfuerzo sobre humano, me pongo de pie sin poder soltar un grito de dolor al erguirme por completo y sentir un CRAC de mis costillas.

Agacho la cabeza. Tengo el pelo sucio y lleno de tierra, pero por extraño que me parezca, no me importa.

Ma apoyo en uno de los colosos muertos para tener algún punto de apoyo y veo como los 5 compañeros restantes se centran en el último monstruo, pero uno de ellos aún se mueve, Lentamente y de forma interrumpida, pero se mueve al fin y al cabo.

Me acerco a el apretándome la zona dolorida y lo veo fijamente. Parece que Thamerlein y Kettleburn lo han herido de gravedad, pero no lo han rematado.

Sin inmutarme lo más mínimo, conjuro un Âchnam para destruir la marca por completo y terminar con su vida.

Veo que Altheda, la daga del inútil este, está tirada en el suelo, al lado del monstruo, por lo que me acerco lentamente y la recojo. No vaya a ser que se la olvide y tengamos que volver a este lugar.

Fijo entonces mi atención en el último. Parece el más poderoso, pues tiene tres runas de esas en vez de una sola.

-Joder.

No puedo (ni quiero) desplazarme hasta su radio de acción, por lo que desde mi posición, lanzo otro Âchnam a su cabeza con el fin de darle en una de las tres runas que adornan su cuerpo.

Una vez hecho, me siento desfallecer. EL calor y el dolor de mis huesos mazados son superiores a mí, por lo que caigo de rodillas, sin fuerzas.

No puedo mas.

El monstruo se decidió a incorporarse, finalmente. En el momento en que lo hizo, un escalofrío me recorrió la espalda. Esta vez nos enfrentábamos a un rocoso con tres marcas. La situación no tenía buena pinta, y Silvanus, que había venido en nuestra ayuda, había sido golpeado por nuestro enemigo.

Este extendió los brazos, con intención de atacar. Sabiéndome expuesta, decidí actuar con rapidez. Lancé dos Aquaerum seguidos a uno de sus símbolos del pecho, y, casi al momento, eché a correr directamente hacia él. Si algo tenía claro, era que no se iba a atacar a sí mismo, así que acercarme a él, aunque pareciera absurdo, era una forma de protegerme. Cuanto más cerca del peligro, más lejos del daño.

FdR.: Sí, acabo de hacer una referencia a "Las dos torres" lol

La frase de Silvanus hizo que mis labios se curvaran en una pequeña sonrisa. Tiré mi flecha y él su daga, ambas aterrizaron en el símbolo; pero, a pesar de que el monstruo hacía movimientos muy lentos, aún estaba en pie. Miré a Silvanus, y con un asentimiento, se alejó a por el otro coloso.

Cogí mi arco y puse otra flecha en la cuerda. El coloso se movía, pero no debía de ser un problema para mis habilidades, fijé la mirada en la marca, y ví como un Âchnam sale disparado hacia la runa. Sin pensármelo dos veces, tiro mi flecha para que el efecto del disparo aumente.

Miré a Alexandre, que estaba apoyado contra uno de los colosos inmóviles. Parecía que sus fuerzas no aguantaban y cayó al suelo de rodillas después de ayudar al resto. A pesar de que su actitud no me gustaba nada, siento una pequeña empatía por él, al saber su estado y todo lo que estaba haciendo. Yo no podía ser menos. Sin dirigirle la mirada al coloso que tenía delante mía (ya que aunque existiera la pequeña posibilidad de que siguiera vivo, no era una amenaza) , me levanté apoyándome en una rodilla y empecé a caminar hacia el grupo.

Parecía que estaban teniendo problemas, y mi temor aumentó cuando vi lastres runas que tenía el monstruo en su cabeza y en su pecho. Puse el arco en alto, los brazos me dolían de sostenerlo tanto tiempo, pero ahora eso no importaba. No podíamos dejar que nos matara ahora que habíamos conseguido llegar hasta ahí.

Saqué otra flecha de mi carcaj, apunté con la mano medio temblorosa y solté la flecha en dirección a una de las runas de su cabeza. Después tiré otra que se desvió un poco por culpa del cansancio, y se rompió cayendo al suelo. Fruncí el ceño, esos bichos ya habían destrozado dos de mis preciadas flechas. Saqué una nueva, apunté al símbolo con ira y la solté; para justo después lanzar dos más en la misma dirección. Mis piernas comenzaron a temblar al tirar la quinta flecha y me tuve que apoyar en una rodilla para no perder el equilibrio. Utilizando las pocas fuerzas que me quedaban, utilicé el único arma que me quedaba y que no necesitaba de mis manos. Con mis alas, lancé un Aethes en dirección a la runa que estaba al lado de la anterior, rezando para que el ataque fuera lo suficientemente fuerte como para dar también en la runa dónde había tirado mis flechas y así deshacerla por completo.

Cuando acabé de lanzar el Aethes, no pude ver el efecto que tuvo sobre el monstruo, ya que mis piernas flaquearon y caí al suelo bocarriba respirando agitadamente.

La criatura abrió los brazos bruscamente, lanzándonos así a mi y a mi báculo por los aires. Como llevaba a Hoju en mi bolsa decidí abrazarla firmemente contra mi pecho durante la caida, para evitar que sufriese daños.

Por fortuna Hoju sacó la cabeza de mi bolsa y me lamió la barbilla, por lo que supe que estaba bien.

"Bichín... esto se pone feo", le dije. Con la caída mi brazo izquierdo había sido gravemente dañado, y cuando traté de incorporarme noté un dolor inmenso que me hacia imposible moverlo...

"Ahhh... maldición...", murmuré mientras me lo agarraba con el brazo sano.

Entonces miré mi báculo. Por suerte era muy resistente y estaba prácticamente intacto. Lo cogí y lo envainé en mi espalda, ya que con mi brazo izquierdo indispuesto no podría hacer gran cosa, y visto lo visto contra aquella criatura tampoco es que me sirviese de mucho. Después metí a Hoju en mi bolsa de nuevo, y la volví a amarrar de una forma que estuviese segura y que, a la vez, me permitiese luchar.

Volví a ver a la criatura, mientras me acercaba poco a poco. Ya estaba completamente erguida y abierta, por lo que pude distinguir tres marcas distintas.

Una vez estuve lo bastante cerca (aunque a una distancia mas prudencial) lancé dos clair ëm yäk hacia las marcas de su pecho, usando mi mano derecha.

Tres de los cuatro colosos habían sido derrotados por mis compañeros. Según lo que había logrado entender, para derrotarlos había que atacar a unas marcas que tenían en su cuerpo. Observé al coloso que tenía enfrente, con el ceño fruncido. Evidentemente, todavía me dolían las heridas que tenía, especialmente las de la pierna y las del codo, pero decidí no prestarles atención. En su lugar, decidí concentrarme en el coloso, que ya había abandonado su posición anterior, y que se había alzado frente a nosotros.

El monstruo tenía, en total, tres marcas. Dos de ellas estaban en su pecho; la otra estaba en su cabeza. El coloso tenía los brazos extendidos, por lo que deduje que se estaba preparando para atacar.

Fruncí el ceño, y miré hacia atrás, para dedicarle un rápido vistazo a los bismontes que todavía estaban detrás nuestra. Chasqueé la lengua y volví mi vista hacia el coloso. Aprovechando que todavía no había atacado, extendí los brazos y conjuré dos Âchnam. Apunté uno, el del brazo sano, a su cabeza, mientras que el otro lo dirigí a uno de los símbolos de su pecho. Por el rabillo del ojo, me pareció ver que la piscis lanzaba dos aquaerum al monstruos (al tiempo que avanzaba, corriendo, hacia él), y que Hewina también dirigía dos clair ëm yäk al coloso (después de haberse acercado). Me planteé avanzar, como la piscis, hacia adelante, pero las heridas de mi pierna me recordaron que no podía moverme con agilidad, y que no podría avanzar con demasiada velocidad. Fruncí el ceño y, en lugar de avanzar a trote hacia el coloso, retrocedí un par de pasos, todavía con los brazos estirados. En caso de que el coloso atacase de la misma forma con la que había hecho antes, volvería a conjurar dos Âchnam para defenderme.

FdR. Perdón por no postear en las últimas actualizaciones.
(creo, de todas formas, que todos sabéis por qué no posteé).

Iba a saltar encima de el para quitar el báculo de Hewina y entretenerlo, pero una violente sacudida me hizo cambiar de opinión, por lo que tuve que cesar mi carrera si no quería quedarme sin cabeza.

Ví como todos comenzaban a lanzar hechizos a las marcas. Sonreí. Estábamos en superioridad numérica, por lo que ví a donde se dirigían los hechizos de mis compañeros para lanzar yo también dos Aquaerum a la runa que menos hechizos había recibido para terminar de una vez por todas esta inesperada batalla para poder irnos al palacio de una vez... los bismontes no se entregaban solos.

Tenía la cara llena de tierra y polvo y el pelo con cascotillos, además las heridas de mi cuerpo estaban sucias y llenas de barro y me escocían...

Poco más podría hacer si esto continuaba a este ritmo.

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Todo parecía haber acabado. Los monstruos habían sido vencidos, y el pesado silencio se había apoderado del pesado aire, cuya densidad me hacía jadear. El subidón de adrenalina anterior al fin de la batalla, la última tensión de verme acosada por un ataque que no llegó a realizarse, me hacían sentir completamente débil de pronto.

Incapaz de soportar la tranquilidad reinante, y necesitando liberar toda aquella energía que se me había quedado atascada, eché a correr hacia Alexander, que yacía tendido boca abajo sobre el terreno. Cuando llegué a él, le di la vuelta con cuidado, pues probablemente estuviera herido, a pesar de que no veía restos de sangre por ningún lado. Estaba inconsciente, y supuse que había sufrido algún daño interno. Decidí quedarme allí con él, esperando alguna reacción por su parte, o a que algún miembro del grupo dijera qué podíamos hacer con él si no volvía en sí.

Silencio.




Siento unas manos pequeñas y nerviosas tocandome.
Entreabro los ojos y veo a la dulce Massen a mi lado. Tiene la cara llena de polvo. Sonrío al verla y no puedo evitar bajar la vista: Mirame, yo vencido y ella, una pequeña mujercita, entera.

-Has luchado bien- digo en un susurro con una sonrisa mientras me llevo una mano al labio, que me sangra.

Quiero reincorporarme pero al doblar el torso hacia delante, para herguirme, noto que no puedo hacerlo ya que la zona donde el brazo pétreo que me golpeó está machacada por completo.

Suspiro. No quiero ser una carga para el grupo.

Le paso una mano por el pelo.- Llama al cateto de Kettleburn- hago una pausa.- Iros y llevad los bismontes.

Me apoyé en mi codo y me incorporé lo suficiente como para ver al monstruo deshacerse en piedrecitas y desaparecer. Luego miré al caeruleus que yacía en el suelo, pero Massen fue a ayudarlo, por lo que supuse que no me necesitarían allí.

Dejé caer mi cuerpo nuevamente. A mi piel se adhirieron el polvo y la arena por culpa del sudor; pero me daba igual, lo habíamos conseguido. Había hecho mi primera lucha real. Había perdido unas cuantas flechas, estaba terriblemente cansada y ahora nos esperaba otra caminata enorme; pero no me importaba, porque habíamos sobrevivido, habíamos ganado. Miré al cielo y repentinamente, un pensamiento cruzó mi mente.- Odio este calor.- Pensé mientras tranquilizaba mi respiración.

Esta tranquilizándome, y lo había conseguido, pero teníamos que partir. Me levanté apoyándome en el suelo y una vez de pie ni me moleste en sacudirme el polvo, ya lo haría al llegar al castillo.

Entonces escuché la conversación de Massen y Alexander, que no estaban muy lejos de mi posición. Me sorprendí al oír lo que dijo y lo miré incrédula. Me daban ganas de pegarle un puñetazo en la cara. Me acerqué a ellos y cerré mi mano derecha en un puño. Una vez llegué a su lado me dirigí a él.- ¿Te crees que después de todo lo que ha pasado vamos a dejar que alguien se quede aquí?- Le pregunté directamente, incluí al resto del grupo porque supuse que pensarían lo mismo que yo.- ¿Por favor, por quién nos tomas?- Dije mirándolo entrecerrando los ojos. - Hemos venido 6 personas a esta maldita montaña, y vamos a volver 6 personas; lo quieras o no. Aunque tengamos que cargar contigo y los bismontes a cuestas y tengamos que parar 10 veces de camino. Me da igual, pero aquí no se queda nadie.- Dije firmemente y me agaché, le cogí el brazo que estaba de mi lado sin preguntarle y me lo puse en los hombros. -Vamos.- Después de haber derrocado a esos monstruos, lo único que se le ocurría a ese pedante era quedarse ahí para que vinieran más y lo hicieran papilla.

Al ver como se desintegraba, corrí a ver si todo el mundo estaba bien.

Iba a ir a junto Inger, ya que era la que tenía mas cerca... pero me daba miedo como podía reaccionar... aún me acordaba como no me permitió hablar con Rick aquel día en los jardines. Mi presencia le incomoda.
De todos modos, me dirigí a ella.
-¿Estas bien? ¿Necesitas algo?- dije un poco tímido.

Entonces ví como MAssen corre hacia Alexander, que estaba tirado en el suelo - disculpame un momento, Inger- dije con un tono nervioso al ver el estado de Alexander. Sinceramente, no pensé que se hubiera hecho tanto daño.

Cargué las maletas a mi espalda rápido y me acerco un poco tembloroso a junto de Massen y Alexander.

Massen iba a llamarme, pero yo ya estaba ahí (FdR: ¿puedo poner eso? es que sino queda mal xD)

-Señor... ¿está usted bien?.

Entonces Thamerlein le echó la bronca porque quería quedarse allí conmigo, por lo que se vé.

-Thamerlein, yo soy su exclavo. Yo haré lo que me ordene. No te metas.- le espeto. No me quería enfadar con ella ni mucho menos, pero quería actuar como un buen exclavo por una vez en la vida.- Massen, ayúdame a levantarle. Procuraremos volver todos juntos, ¿vale señor? Si nos quedamos los dos aquí y ellos se van, no tardaremos en perecer ambos. ¿De acuerdo?- le dije con una sonrisa amable.

El sudor recorría todo mi cuerpo. Era insoportable.

-Por vuestros padres, ¿podemos irnos de una vez? Yo y Massen cargaremos con Alexander si ella quiere, claro, sino lo haré yo solo. No voy a fallar esta vez.- cojeaba, pero me daba igual. Alexander ya me había salvado la vida en dos ocasiones, y esta era una buena ocasión para devolverle uno de esos favores.

Finalmente logramos derrotar a todas las criaturas...

Tras una respiración agetreada causada por el agotamiento y el calor suspiré aliviada, y entonces saqué a Hoju de mi bolsa.

"Ya ha pasado todo peque...", le dije sosteniéndolo con mi mano derecha. El comenzó a hacer ruiditos contento, y entonces comenzó a revolotear a mi alrededor. Yo me reí levemente, pero en seguida paré.

Miré a los alrededores por si lograba detectar a aquellos hombres, pero nada...

Entonces volví a agarrar mi dolorido brazo izquierdo tras un quejido de dolor, y me acerqué al grupo, el cual parecía estar enfrascado en una nueva y pequeña discusión.

"Por el amor de Mithos... ¿es que no habéis tenido suficiente guerra por hoy?", comenté a modo de reprimenda.

"Somos compañeros... deberíamos tratarnos bien entre nosotros. No hay por que perder la calma... ni el respeto. Es más. Deberíais estar agradecidos los unos con los otros, ya que quien sabe que habría pasado si no hubiésemos permanecido juntos.", les dije, apenada. Entonces Hoju (el cual permanecía volando a mi alrededor) decidió apoyarse en silencio en mi hombro derecho.

Entonces miré fugazmente a Alexander, el cual permanecía en el suelo.

"Ya está bien. Volvamos todos juntos... y sin discutir.", les dije mientras me alejaba lentamente y me dirigía hacia los bismontes. Entonces comencé a acariciarles la cabeza, mientras los calmaba con una voz tranquilizadora. Al fin y al cabo era mejor que nos cogiesen confianza, después de lo que había pasado...



FdR: paz y amor uou
XDDD

MISIÓN CUMPLIDA

Citación :

Los bismontes se revolvieron llenos de polvo, guijarros y restos de batalla y bramaron pidiendo guía para encontrar respuesta a aquella repentina tranquilidad. Lo peor había pasado

Citación :

- Tal vez, una bajada del precio de... digamos... unos 1500 se adaptaría mejor a nuestras espectativas.-

Citación :

-Bien, bien. Lo dejaremos en 27.700

Inger +1 exp. Guantes de malla barata
Hewina +1 exp. Guantes de malla barata
Silvanus +1 exp. Guantes de malla barata
Alexander +1 exp. Guantes de malla barata
Thamerlein +1 exp. Guantes de malla barata
Massen Dew +1 exp. Guantes de malla barata