El contacto.

Afueras de Brönte

El grupo se reunió en un claro a las afueras del palacio tras hacerse con lo que cada uno consideró necesario para el viaje. Cuando el último de los cinco llegó al lugar, pudieron al fin comprobar qué integrantes conformarían lo que sería un equipo desde entonces hasta su regreso. Era la primera misión para todos, de modo que ninguno de ellos podía apoyarse en los demás para aprovecharse de su experiencia.

Se examinaron unos a otros. Algunos ya se conocían. Otros, sin embargo, jamás se habían visto las caras.Sin embargo, deberían aprender a trabajar juntos.

FdR- En cuanto dejéis el palacio, postead como que llegáis. Durante este turno, exclusivamente, podéis postear con "libertad" (nada de posts inútiles) hasta la actualización para que los personajes se presenten/organicen como quieran.

Al fin nos reunimos en grupo para la misión. Al parecer voy con Alehyss, algo que me alivia bastante ya que sé que es una chica seria y con la cabeza sobre los hombros. También viene Lyam que, a pesar de no conocerle demasiado, parece un chico espabilado. Me parece curioso ver que ha cambiado el color de su pelo. La mujer piscis que había conocido en los jardines, Cassandra, está en el grupo también con lo que espero que su extravagancia al hablar se traduzca como buena desenvoltura en un cometido como aquel. Finalmente hay un chico claritas al que no conozco pero que me suena de vista, con lo que tendré que presentarme.

-Vaya, me alegra saber quiénes vamos. Solo espero que tengamos suerte en esta misión y hagamos als cosas bien, chicos -.Digo, dando ánimos generales al grupo. Luego me dirijo al claritas. -Un placer, soy Heylel, creo que eres al único que no conozco -. Comento con una sonrisa tras ofrecerle la mano para estrechar.

Vuelvo a dirigirme al grupo con ánimos.

-Bueno, ¿alguien tiene alguna pregunta?-Pregunto en general.

Bocanegra vio al grupo. No conocía a nadie excepto a Heylel.

Sonrió apretando los labios al oir al aether.- ¿Dudas de mi condición?- preguntó satírica y divertida pasando delante de el dandole un codazo amistoso. Desde el encuentro con Elektra, no había tenido una conversación agradable con nadie y Heylel parecía buen tipo.- Claro que cumpliremos esta misión a la perfección. - de digo rascándome una nalga.

Vió a mis compañeros. Tenían todos una cara de gilipollas que no se aguantan. Bah! no eran más que aficcionados.

Se sientó en la hierba con fuerza con las piernas flexionadas y abiertas, apoyando los brazos en las rodillas y viendo al grupo desde abajo.- Bocanegra.- le espetó al grupo.

Entonces dió un soberano trago a la botella de whisky que siempre adornaba su figura y continuó.

-¿Y vosotros?

Despues de las presentaciones, no pudo evitar alzar una ceja ante el color de pelo de uno de sus compañeros, pero no dijo nada al respecto.

-¿Donde se supone que está la posada de Däer?en Aqua me las conozco todas, pero de Fulmen no conozco mucho el terreno- dice lanzando una moneda de oro al aire. "que para eso las he saqueado una por una" pensó pero lo dijo.

Volvió a ver a los chicos. Estaba acostumbrada a tratar con sus minúsculos cerebros y su corta inteligencia, toda ella atiborrada de asquerosa testosterona que los hacía parecer mas imbéciles de lo que ya eran de por sí.

Decidió pues entablar conversación con la única mujer del grupo. Era más joven que ella, pero era mejor que hablar con cosas que solo servían para pasar 15 minutos -como mucho- de placer.

-¿Quieres?- dice ofreciéndole el whisky para romper un poco el hielo. Parecía una mujer bastante aplomada. Quizás hiciesen buenas migas... o no, ya que Cassandra estaba acostumbrada a ser la lider de todo lo que le rodea.

Dirijo mis ojos hacia el grupo con parsimonia. Tres hombres y dos mujeres. Solo conozco a dos: Heylel y Lyam. Mentalmente, sonrío con ironía al pensar que son los desapellidados. Tras dedicar un leve gesto de cabeza a estos, me vuelvo hacia los otros dos.

Un chico claritas y una mujer piscis. Él parece algo flojucho, pero no es de mi incumbencia. Ella, por su parte, tiene pinta de agresiva. Se presenta como "Bocanegra" y supongo que es su apodo, pero no es momento para preguntar por nombres de pila. En Bocanegra se quedará y listo.

Lanzo una mirada de soslayo a Heylel.

- Mi pregunta es, de alguna forma, la misma que la de ella -comento, refiriéndome a la posada.

Mi mirada sigue evaluando a los presentes, tratando de captar sus estados de ánimo y la forma en que afrontan esta misión, sin embargo este paseo se ve interrumpido por el ofrecimiento de la piscis de algo que parece ser whisky. Esbozo una sonrisa sesgada y miro a Lyam un segundo antes de centrarme en ella por completo.

- Lo aceptaré cuando regresemos victoriosos, si la oferta sigue en pie. No me gusta beber mientras trabajo-. Al menos a primera vista parece que tenga idea en combate-. Alehyss Lester. Un placer.

Llevaba caminando mucho tiempo. Las horas se había convertido en minutos, y los minutos en meses; estaba ya muy cansado. Encontré entonces un grupo de personajes peculiares. Había entre ellos una persona cuya cara me sonaba, era un aether, ¡pues claro!

- ¡Jasmine! - Saludé con un grito mientras corría hacia el grupo. No recordaba quien era el Aether, sólo lo conocía de vista. Pero sí que conocía su nombre, pues nunca se me escapaba ninguno -. Así que soy el último, vaya por Mithos...

Había también un pirata y otra chica claritas -era muy morena-.

- ¡Encantado! ¡Mi nombre es Cero Rein, el rey de los magos! - Exclamé mientras apuntaba con la espada que había cogido prestada al palacio hacia el cielo -. Además domino a la perfección el arte de la espada, soy capaz de asesinar mil jefes de una tacada.

Ignoré casi todo lo que decían los demás, es que sino no podía escuchar mis pensamientos. Sólo me quedé con el nombre del pirata, se llamaba Bocanegra, y al parecer era un homre muy musculoso, tenía los pectorales muy marcados.

- ¿Y de dónde venís vosotros? - Pregunté dando una vuelta sobre m mismo, trantando de no marearme, y mirando a todos los presentes.

La mujer piscis a la que había conocido en el palacio parece amistosa conmigo lo que en cierto modo agradezco ya que siempre se trabaja mejor cuando un equipo está unido. Sonrío por su comentario.

-No, claro que no dudo de tu condición. De la de ninguno. Por eso espero que lo hagamos sin problemas -.Comento seguro de mis palabras mirando a mis compañeros.

Entonces el claritas se acerca al grupo y me mira con gran efusividad para luego presentarse. Ah, claro ¡Cero! El tipo loco de las cosas invisibles que no dejaba de llamarme como le salía del báculo... Suspiro con cierta resignación al comprender que ese "¡Jasmin!" era por mí.

-Ah, Cero. Perdona, ya me acuerdo de ti. Hacía mucho que no te veía. Pero soy Heylel. He-y-lel. No Jasmin -.Le digo, aunque una parte de mí se resigna a que nunca se sabrá mi nombre.

Vuelvo a prestar atención al grupo ya que, por el momento, nadie sabe dónde está esa posada.

-Yo tampoco sé dónde se encuentra. Apenas conozco los países alejados de Ventus -.Informo con cierta intranquilidad respecto al tema.

Escucho de nuevo a Cero que vuelve a intervenir y lo observo sorprendido.

-¿Cómo que "de dónde venimos"? De Brontë, por supuesto, después de prepararnos para la misión -.Comento mierando al resto de mis compañeros. ¿Solo a mí me parece extraña esa pregunta?

Sonríe ante las palabras de la chrysos. Le gusta su actitud.- Muy bien entonces, -dijo atándo de nuevo su botella a su cadera- te espero- dijo tendiendole una mano (esta vez sin saliva puesto que a Alehyss no hacía falta comprobar su carisma. Bocanegra ya intuía que era valiente y decidida.) La verdad es que le habría gustado contar con Alehyss en su tripulación (si esta no estuviera desaparecida)

Giró la cara para ver al (seguramente picha-corta) cáritas que era como un jodido moscardón.

Pasó por detrás de el.- Ohg, por favor, cállate un poco, niñato.- dijo dándole una colleja y continuando su camino un par de pasos para quedar al lado de Heylel y decirle al oido:-¿Rey de los magos? ja! Rey de los gilipollas.

-Olle, tu, mocosito- dijo la mujer volviendo de nuevo a junto de el y cogiéndole la nariz al cláritas suavemente.- Baja un poquito los humos, ¿de acuerdo? no sabemos como se puede complicar la mision y no es de personas estrategas cantar victoria antes de tiempo- entonces le dio una bofetadita amistosa en la cara- no vallas a enfadar a la piscis equivocada.-le dijo con una sonrisa y recuperando su posición inicial.

La Capitana se rascó por dentro del sujetador y escupió con furia al suelo.


-Bueno que, ¿nos vamos a quedar aquí todo el dia?- dijo viendo al muchacho del pelo extraño que estaba muy calladito.

Había permanecido en silencio mientras sus compañeros hablaban. De los que allí estaban presentes, conocía a dos: el aether Heylel, y la chrysos Alehyss Lester, pero no tardó en saber la identidad de la piscis y del claritas. La primera se hacía llamar Bocanegra, apodo que le resultó bastante estúpido (dudaba que ese fuese el nombre de verdad de la piscis. Nadie llamaba a su hija Bocanegra. O al menos nadie con un mínimo de gusto). El segundo, por su parte, se llamaba Cero Rein, y perjuraba que era el rey de los magos y que dominaba a la perfección el arte de la espada, pues era capaz de asesinar a mil jefes de una tacada (afirmaciones que le parecían, aparte de ambiciosas y, evidentemente, falsas, irrisorias).

Suspiró. No sólo estaba en una misión a la que no se había apuntado, sino que además estaba con un claritas que les regalaba preguntas y autodescripciones absurdas y con una piscis autoritaria al extremo (e irritante. También era irritante. O al menos para él). Ignoró el intercambio de palabras que ambos se dedicaron y se acercó a la chrysos, alejándose de Bocanegra y de Rein. Le susurró un simple hola, y sacó el mapa que le habían otorgado del zurrón. Luego clavó sus ojos en Bocanegra, que lo miraba.

Esbozó una sonrisa sesgada.

— Tranquila, Bocanegra — murmuró, mostrándole el mapa (que todavía estaba doblado) —. Nadie se va a quedar aquí todo el día.

Extendió el mapa y buscó la posada Däer en él. Cuando la encontró, les explicó a los presentes el camino que deberían seguir. Luego los miró y se encogió de hombros.

— Y eso es todo. Como yo tengo el mapa, iré delante. ¿Alguna pregunta o inconveniente?

FdR. Siento la tardanza, pero no sé cómo rolear con ese maldito mapa : D
Y sí, es un borde, pero no se lo tengáis en cuenta.
Y no dice su nombre porque él lo vale XDDDDDDD
ah, y ahora tiene el pelo azul (como el de la letra, más o menos xD)

Cero Rein. Anoto el nombre y justo entonces recuerdo la estúpida voz de Rick Subnormal Dehnel "¡Has matado a Cero!". Pongo los ojos en blanco. Cero está vivito y coleando.

Estrecho la mano de "Bocanegra" con media sonrisa y luego la borro, centrándome ya por completo en la misión. De hecho, antes de que pueda molestarme por la falta de información, Lyam interviene (con su nuevo pelo extrañamente azul) presentando un mapa. Suspiro. Algo útil, menos mal.


Su saludo me enternece un poco y me relajo con respecto a él. Lo cierto es que desde nuestro último encuentro tengo los humos algo subidos.

- Me parece bien que te adelantes, ya que llevas el mapa -comento sin mirarlo. Luego, cuando me he asegurado de que la gente no me presta atención, me acerco a él y, sin mirarlo, susurro al pasar a su lado-. Me gustabas más de verde.

Al fin nos ponemos en marcha. Lo cierto es que estoy ilusionado. Lyam va en cabeza ya que tiene el mapa que nos guiará ahsta el lugar con lo que trato de mantener un buen ritmo de marcha para aportar mi empujón moral al grupo.

Es un trayecto tranquilo, solitario, silencioso... Apenas encontramos gente y ningún animal o bandido nos ha atacado. Por el momento todo parece ir bien aunque que una posada esté tan alejada de cualquier tipo de civilización o al menos casucha me parece bastante intranquilizador ya que las posadas de las afueras solían ser aquellas donde los bandidos se reunían para sacar adelante el comercio sumergido.

Al fin, tras día y poco de caminata, damos con el lugar: Un casería viejo, iluminado y solo en medio de la naturaleza. No tiene pinta de residencia de verano. Me paro junto al grupo y pongo los brazos en jarra.

-¿Es aquí, Lyam? -Pregunto para comprobar si el mapa marcha la zona donde nos encontramos. -Supongo que algunos deberíamos entrar y ostros esperar fuera. Si alguien se cabrea ahí dentro al menos no nos tendrán a todos rodeados... -Comento pensando en lo peor que podíamos encontrarnos ahí. Lo cierto es que esa forma de actuar tenía como pega que el grupo, ya de por sí no muy amplio, quedaba reducido a la mitad y eso podía ser una desventaja según qué momento. Igualmente no me hacía gracia pensar en quedarnos rodeados como ratas dentro de una posada.

La noche la pasó agradable y sin contratiempos y cuando llegaron a la posada, Heylel habló. Ella iba detrás de todo el grupo, arrastrando su gigantesca, pesada y encuerada gabardina por el suelo por una doble razón: primero para tapar las marcas de su abdomen que el líder Aren le había hecho y segundo: para ir borrando las huellas por si acaso. No quería que nadie los siguiese. La Capitana siempre estaba en todo. Por algo era el terror de los mares de Aqua.

La estrategia de Heylel no le pareció del nada equivocada, por lo que le golpeó la espalda dos veces con bastante fuerza.

-Me parece bien... Oye, ¿de verdad que tienes pene? eres bastante inteligente como para tener algo de eso- preguntó con cara de incredulidad cogiéndole el pantalón y separándolo de su cuerpo para ver que escondía en su interior. -Tranquilo, que no te voy a comer un trozo- dijo apartándose y colocándose las tetas.

-Bueno, a ver. Hay que organizarse de alguna manera. dice pasando un dedo por su nariz, sorbiendo los mocos para escupirlos luego. Separó las piernas y sacó su botella de Whisky y con paso firme, levantando un poco de polvo con la cola de la gabardina, se dirigió a la puerta de la taberna.
-No sé vosotros, pero yo voy a entrar.- dijo encaminándose hacia la taberna.

Había pasado por tugurios de mala muerte y había salido con vida para contarlo... no creía que esta vez fuera a ser diferente.

Recorrimos kilómetros y kilómetros de distancia. Estaba muy cansado, y las piernas ya me habían hecho "plof" hace tiempo. Atravesamos un vasto bosque por senderos no muy bien cuidados. Y llegamos a pasar incluso la noche, para descansar. Pero ahora ya habíamos llegado a la tienda, estaba delante de nuestras narices, y podríamos comprar toda la comida que nos habían encargado.

- ¡Bien! ¡La tienda! ¿Quién tiene el dinero? - Miré de una lado a otra esperando que alguien respondiese a mi pregunta.

Entonces... ¿Heylel? Sí, Heylel sugirió que sólo entrasen tres, y que dos se quedasen fuera, porque eramos cinco... ¿no? No estaba seguro de que fuese muy buena idea... ¿por qué nos irían a atacar en una tienda?

- ¡Yo entro! ¡Yo entro! - Exclamé mientras me dirigí corriendo hacia la casa a la que habíamos llegado. Si Heylel no quería entrar, no era mi problema. Yo no iba a permitir que omprasen algo que no me gusta con el dinero que les sobrase.

Tras casi dos días caminando, el grupo llegó a su destino. La posada, lugar donde deberían reunirse con el contacto, estaba situada en medio de la nada, alejada de cualquier otro tipo de construcción. El chrysos frunció ligeramente el ceño y guardó el mapa. La posada, por algún motivo, se alejaba bastante de lo que se había imaginado.

El primero del grupo en hablar fue Heylel (que también había sido el primero en pronunciarse cuando todos se habían reunido), seguido de la piscis Bocanegra y del claritas Rein. Ignorando los comentarios absurdos de los dos últimos, el intercambio de palabras se centró en la estrategia que el aether había propuesto: separar al grupo en dos para evitar verse rodeados dentro de la posada en caso de que surgiese algún problema. Al igual que sus dos compañeros, el chrysos apoyaba la idea del aether. Era mejor que el grupo se redujese (a pesar de que ya fuese pequeño de por sí) a que se encontrasen los cinco rodeados allí dentro.

Sin embargo, pese a apoyar el plan de Heylel, no estaba de acuerdo en que entrasen Bocanegra y Cero. La primera podía resultar muy desagradable (y hembrista al extremo), y el segundo, para empezar, no parecía saber a qué habían ido y, para seguir, parecía demasiado impulsivo (y estúpido). Si querían convencer al contacto (del que no sabían nada) para que fuese con ellos a Brontë, dudaba que aquellos dos fuesen de ayuda. Más bien, todo lo contrario. Si él fuese el contacto, no se iría con alguien que no sabía qué hacía ni con alguien con unos modales tan refinados como los de la señorita Bocanegra.

Cruzó los brazos y esbozó una sonrisa.

— Primero: sí, es aquí, Heylel — murmuró, torciendo la sonrisa y mirando al aether —. Segundo: al igual que esos dos — Con la cabeza, señaló al claritas y a la piscis — estoy de acuerdo con que nos separemos en dos grupos. Mithos sabe qué clase de gente hay ahí dentro.

Tomó aire y permaneció en silencio durante unos segundos. No quería que ni la piscis ni el claritas se ofendiesen con lo que pensaba de ellos, así que lo mejor sería tomárselo con calma. Y maquillar el discurso.

— Ahora bien... Me parece que no tenemos que olvidar el motivo por el que estamos aquí. — Clavó sus ojos en el claritas y esbozó una amplia sonrisa —. En la posada, que no tienda, se supone que está un contacto al que tenemos que convencer que venga con nosotros. — Dio un par de pasos hacia adelante y se acercó al aether —. Por tanto, creo que el grupo que entre debería presentarse con una buena imagen — Miró a Bocanegra y le dedicó una amplia sonrisa —. También creo que los que entren deberían mostrarse lo más agradable y tranquilos posibles. Vamos, no creo que sea apropiado que el contacto deje ver los prejuicios de alguien sobre algún tema en concreto — Ensanchó la sonrisa y desvió sus ojos de Bocanegra, para clavarlos en el claritas —. Y, por supuesto, creo que tenemos que mostrarnos como gente que sabe lo que hace y a lo que vino. ¡Mithos, imaginad que la persona a la que venimos a buscar sabe más que todos nosotros! Seguro que no vendría con nosotros ni aunque le ofreciésemos mil monedas de oro.

Chasqueó la lengua y se pasó una mano por el pelo, echándose, con el gesto, algunos mechones hacia atrás.

— Por eso mismo, creo que yo, por ejemplo, debería quedarme aquí fuera — Se pasó una mano por la nuca —. No soy demasiado agradable, y pierdo la paciencia con facilidad. Además, soy de lo más prejuicioso. — Dejó escapar una suave risa y apoyó su mano derecha en el hombro del aether. Lo miró de reojo y sonrió —. Justo lo contrario que Heylel, ¿no creéis? ¡Miradle! Él ha tenido una idea brillante. Y parece de lo más tranquilo — Ensanchó la sonrisa y miró al claritas y a la piscis —. Yo, si fuese vosotros, apoyaría que él entrase.

Se separó del aether y miró a la chrysos de reojo. Torció una sonrisa.

— Pero, bueno, no deja de ser mi opinión. — Se encogió de hombros —. Si consideráis que debería ir alguien como yo, que soy impulsivo, prejuicioso y poco amable, pues no tengo ningún problema en ir. Pero si preferís que vaya alguien inteligente, tranquilo y aparentemente amable — Miró a la chrysos. Ensanchó la sonrisa. Desvió la vista hacia el aether —, lo mejor sería que fuese alguien como Heylel. — Clavó sus ojos en el claritas. Luego en la piscis —. ¿No creéis?

Esperaba que, con ese discurso, tanto la piscis como el claritas abandonasen su idea de ir a la posada.

FdR. es un... sin comentarios :'D
ese extraño momento en el que describes a alguien sin decir su nombre y...
:'D puto que es.

La mujer escuchó la sutileza de las palabras del "inteligente Lyam" No le gustaban los que iban de resabidillos.

-Mozo- dice dando una vuelta alrededor de él, analizándolo con la mirada.- Creo que nadie te ha otorgado el título de "jefe de misión" como para que vayas diciendo quien debe o no debe entrar. Aquí somos todos mayorcitos y sabemos a qué venimos. Entrar, coger al contacto, echárnoslo al hombro y volver al palacio. No lo veo tan difícil.

Hace una pausa y ve al grupo, abriendo los brazos para luego dejarlos caer de nuevo.

-Creo que me veo en situación de decir que aquí soy yo la mas veterana de todos vosotros, y, seguramente, en la que más tabernas como esta ha estado. No admitiré que un... barriochulo de pelo tintado pretenda ir de listo. Me molestan tus aires de superioridad, chaval- dice refiriéndose a Lyam.- yo hablo desde la experiencia. No es un trabajo difícil y si se vuelve complicado, cortamos cabezas y santo remedio, de hecho, analicemos la posibilidad de entrar todos juntos por un momento... pensándolo bien tampoco es mala idea. Somos guerreros y ellos no son más que borrachos. Si los intimidamos con nuestra presencia, tendremos su respeto desde el principio. Eso sí, al enano ese tapadle la boca con un calcetín- dice refiriéndose a Cero.

Se acerca a Lyam mientras bebe de su botella, arrastrando su pesadísima gabardina marrón para quedarse delante del joven. Muy cerca.

-Cobarde.- le susurra casi al oído.

Se aleja y se sienta en una piedra.

-Bah, a mi me da igual cómo lo hagáis, solo os digo una cosa, en estas tabernas a las buenas palabras, la gentileza y a las sonrisas complacientes las violan salvajemente. O comes o te comen. No hay más que decir.

Se sacó el sombrero y comenzó a darle vueltas con una mano.

-Y no sé vosotros, pero yo tengo mucha hambre.- dijo escupiendo una substancia marrón al suelo, seguramente, restos de whisky.

Tras el viaje, alcanzamos, al fin, el lugar de destino. El que se encuentre en un lugar tan aparentemente alejado de todo implica que seguramente se trate de un lugar de paso: refugio de viajeros y bandidos que seguramente pasarán poco más de un día en su interior.

Mientras el resto del grupo habla (o grita, en el caso de Cero), escudriño el lugar, escuchándolos mientras pienso.

En una posada de paso tan alejada de la civilización probablemente haya muy pocos, sino ninguno, clientes habituales. Como mucho, algún mensajero o persona que acostumbre a viajar por estas tierras. No obstante, sin un contacto tan importante se encuentra en ella lo más seguro es que sea la primera vez que viene, pues de hallarse en un lugar frecuentado sería más fácil de identificar.

Me pregunto de qué clase de contacto se trata: hombre, mujer, mago, guerrero... Quizás es solo una sucia rata asustada.

También tiene importancia la clase de individuos que se alojen aquí esta noche. Si se trata de bandidos, debería entrar al menos un hombre que imponga, pues de ser solo mujeres, por mucho que asustaran, recibirán, seguramente, silbidos y otra clase de soeces gestos que pueden llegar a complicar las cosas.

Regresando al contacto... Observo el cielo. ¿Y si ya está durmiendo? ¿Y si no ha llegado todavía? ¿Y si lo han encontrado?

Frunzo el ceño y, seria, miro de reojo a los que son, por el momento, mis compañeros. Quiero encargarme de este asunto lo más personalmente posible. Quedarme fuera y defender sin más no es una opción. Quiero recoger la mayor información que pueda conseguir, y eso solo puedo lograrlo dentro.

Escucho las palabras del chrysos y la respuesta de la piscis. Como sigan discutiendo acabaremos entrando todos o matándonos.

- Organizaos como queráis, pero yo voy a entrar -sentencio, seria, volviendo mi cuerpo hacia ellos.

Al parecer mi idea resulta aceptada con lo que me complace ver que el grupo en general está de acuerdo. Cassandra se acerca y me agarra preguntándome si tengo pene y me hecho hacia atrás para apartarme de su gesto incómodo.

-Eh, sí, puedes tenerlo por seguro... -Comento con una sonria entre nerviosa y molesta.

Entonces Lyam da su opinión respecto a quien debería entrar y, aunque agradezco sus cumplidos, me siento algo presionado. No se me da bien que me defiendan de esta forma ante un grupo de gente igual que yo.

Miro a Cero que parece con gran entusiasmo y escucho a Cassandra cuando empieza a replicar. En parte le doy la razón en la experiencia si es realmente capitana de un barco, pero no quiero montar in circo.

-Chicos, por favor, no vamos a pelearnos por quien manda o deja de mandar porque quien manda está en el palacio tomandose un té, ¿os parece? -Digo con palabras firmes pero cautas para que no suenen como si ahora fuese yo quien pretende imponerse.

-Estoy con Lyam en eso de que debemos parecer firmes ante el contacto pero también con Cassandra en que no podemos ir con una sonrisa amable en un lugar como este...- Recapacito un poco y pienso en qué podríamos hacer.

-A ver que os parece esto... ¿Qué tal si Cassandra, que sabe cómo son estos lugares y puede librarse de los pícaros, Alehyss que es cauta y está decidida a entrar y...- Miro a Cero durante unos segundos. Sé que tiene entusiasmo pero enviar a dos mujeres y un muchacho delgado a una taberna así no me parece muy prudente. Suspiro, sintiéndome algo mal por él. -...y yo entramos mientras Lyam y Cero nos cubren aquí fuera -.

Antes de que nadie opino me explico para dar a entender qué criterio sigo.

-No estoy diciendo que Cero no tenga capacidad, por supuesto, si por mí fuera os dejaría ir a todos si así lo desearais... Pero en un sitio de tales características, y poniéndonos en lo peor, no es muy aconsejable enviar a dos mujeres y un chico tierno como Cero solos ahí dentro. Por eso creo que quizás así... -Me mantengo en silencio. No me gusta estar en desacuerdo con mis compañeros noi tampoco pretender que escuchen lo que digo como si fuesen órdenes o algo similar. Solo quiero solucionar un problema que se ha generado aun sin empezar.

Lyam simplemente sonrió con chulería mientras Heylel comenzó a hablar.

Sus palabras le dolieron ¿Como que dos damas (y el enano aquel que Bocanegra no tenía en consideración) no podían zafarse solas? Heylel no era más que un machista más.

-Muy bien, Heylel. Creí que tu eras diferente, pero si, realmente tienes cojones- dijo escupiendo al suelo- ¡Maldito machista gilipollas! Eres como el resto de tíos del mundo. Que asco os tengo, de verdad ¡QUE ASCO! - dijo crispando los dedos delante de su cara, con los ojos un poco desorbitados y con unas ganas increíbles de retorcerle el pescuezo.

-¿Pero que demonios os pasa? ¡JODER! ¡no es más que un tío al que recoger! ¡no creo que haya que realizar una jodida estrategia militar!

-¡Iros todos a la mierda! Yo me voy a recoger a ese tío. Tengo frío y quiero volver al Palacio cuanto antes.-dijo la capitana, con cara de perro rabioso, con las membranas extendidas y echadas hacia atrás, mientras se dirigía a la taberna.- ¡ALEHYSS, VEN CONMIGO!- dijo gritando.-EL RESTO HACED LO QUE OS SALGA DE LA MIERDA QUE OS CUELGA ENTRE LAS PIERNAS.

La capitana estaba acostubrada a órdenes rápidas y precisas, necesarias para manejar un barco en condiciones, pero en tierra, su boca parecía perderle en ocasiones.

FdR: A partir de ahora cada usuario solamente podrá psotear una vez por actualización.
Debe informarse de que la misión ha tenido que ser actualizado por un moderador diferente. El encargado de la misión retomará sus deberas inmediatamente en la siguiente actualización. Disculpas por las molestias.

Cassandra malinterpreta mis palabras y la mirdo un poco perturbado.

-Eh, no, Cassandra, no quería decir nada de eso... -Pero no me escucha y se dirije a la puerta junto a Alehyss. En cuento van a abrir, a pesar de que todavía no tengo muy claro que debo hacer verdaderamente, un grito de hombre atronador me despeja las ideas y saco las tonfas de inmediato para ponerme en posición defensiva mirando a todas partes con las alas encrespadas.

-¿Todo bien? -Pregunto de entrada mirando a mis compañeros, por si acaso. Me centro en la taberna ya que de ahí ha salido el grito, pero no descarto los sonidos de los alrededores.

Alehyss siguió a la decidida Capitana y dejó de prestarles atención a sus compañeros. No eran más que un puñado de ratas cobardes.

Puso el puño fuertemente agarrado a la empuñadura de la puerta, pero antes de nada, retiró la mano y se la metió en una bolsita impermeable que llevaba atada a la cadera.

Cuando sacó la mano, esta estaba completamente negra y chorreando un líquido negro y medianamente espeso.

Se apoyó la palma a la altura de la boca varias veces, con los labios cerrados, para dar honor a su mote y que nadie la identificase con claridad. Solo dejó limpia la zona superior de la nariz.

Vio a Alehyss- Tinta de calamar... es por seguridad- le dijo con una sonrisa torcida- No quiero que nadie reconozca mi cara-

Ahora sí. Ahora agarró firmemente el pomo de la puerta, pero justo cuando iba a abrirla de un portazo, la voz ronca de un, como no: hombre, le hizo frenar en seco.

-De verdad, que becerros son.- le dijo a Alehyss - no se como Mithos los ha dejado seguir viviendo en este mundo... por mí se los podría haber llevado al infierno.

Cogió aire y le dio una patada a la puerta, abriéndola y haciendo que esta se golpease contra la pared en la que estaba enganchada.

-MUY BIEN, SEÑORES- dijo con voz grave- ESTAMOS BUSCANDO A UNA PERSONA- su tono era amenazante, alto, pero a la vez claro y firme.- NO QUEREMOS PROBLEMAS, SOLAMENTE QUEREMOS A LA PERSONA QUE HEMOS VENIDO A RECOGER. SI ESTÁ ENTRE LOS PRESENTES, QUE SE MUESTRE. - La mujer enmudeció durante unos segundos. Dio un largo trago de su botella y a continuación, caminó despacio y majestuosa hasta la mesa más cercana, se sentó en la silla, puso los pies encima de la mesa y mas manos en su abdomen, de forma relajada.- ESTOY ESPERANDO.- dijo en alto y con las sílabas claras.

Sigo a Bocanegra, pues nuestro objetivo es el mismo. Camino con pasos silenciosos, levantando muy poco la planta del pie con cada uno de ellos, hasta alcanzar el lugar. Bocanegra se echa una sustancia oscura en la boca y me explica de qué se trata. La observo unos segundos, comprendiendo al fin su mote.

La piscis extiende una mano hacia la puerta de la posada, pero un grito la interrumpe. Mi mano vuela hacia mi arma, pero no la saca, mientras mi cuerpo se pone en tensión unos instantes. Me pongo a un lado de la puerta, para no ser vista desde el interior en cuanto la abra.

Por el momento, parece que estamos a salvo. A ver qué pasa, sin embargo, cuando entremos.

Lanzo una fugaz mirada hacia atrás, al resto de mis compañeros. Miro de nuevo al frente a tiempo de ver a Bocanegra abrir la puerta de una patada y con potente voz reclamar la presencia de la persona a la que buscamos.

Bajo la guardia por completo unos segundos, sorprendida. Desde luego, si el contacto no tiene problema en salir, lo hará, pero al mismo tiempo perdemos el elemento sorpresa y... ¿Y si todas esas personas que hay dentro son enemigos? ¿Ni una estrategia? ¿Ni un plan? Casi me noto palidecer.

Lanzo una nueva mirada a los rezagados, iluminando un poco los ojos, esperando encontrar la mirada de Lyam o Heylel (a Cero casi no lo conozco). Poco a poco, recupero la compostura y, esta vez sí, aferro mi arma, aunque sigo sin sacarla.

- A lo hecho...

Si hay que enfrentarse a una panda de bandidos ya no queda otra. Me preparo para reaccionar ante ellos si nos atacan.

Vaya... Parecía que no había lugar dentro de la tienda para los chicos. pero no me importaba esperar fuera junto a Jasper, la verdad es que era el más agradable de entre toda esa panda de sosos. Además de tener unas plumas supersuaves.

- Está bien... Está bien... Yo me quedo fuera - comenté con aire desilusionado, que era como me sentía en ese momento.

Aunque no iba a entrar junto a ellas, me acerqué un poco hacia la caseta de madera, o del material que fuese. Entonces, un grito rompió el "silencio" justo antes de que pudiesen entrar las mujeronas.

- ¡¿Has sido tú?! - Pregunté señalando a mi amigo plumífero -. ¡Buena improvisación!

Desenvainé mi espada -la que había cogido del castillo- y la apunté en dirección a él, como muestra de admiración.

Y a pesar de que había intentando expresar su opinión de la forma más educada posible, Bocanegra se ofendió. La piscis, tras escuchar sus comentarios, le regaló un maravilloso espectáculo que le demostraba lo que había dicho antes. Era una agresiva, incapaz de controlar sus nervios y, además, era realmente insoportable. Y maleducada. Y tenía los humos demasiado subidos para su gusto. Además, al chrysos le resultaba tremendamente contradictoria. No había un líder en la misión (él no se consideraba el líder; simplemente había aportado su opinión), pero ella iba a entrar en la posada porque sí, porque así lo quería ella, la señorita Bocanegra.

A pesar de que todos esos pensamientos recorrían su mente, no dijo nada. En su lugar, se limitó a torcer una sonrisa (que no borró en ningún momento. Ni cuando la piscis se acercó y le llamó cobarde, ni cuando, haciendo uso de su maravilloso dominio de las figuras retóricas, expresó lo hambrienta que estaba). No quería seguir discutiendo con ella. Por una parte, porque no quería retrasar al grupo con una batalla verbal. Por otra, porque no quería seguir escuchándola.

No volvió a hablar hasta escuchar al aether. Lo que proponía, en cierta manera, le parecía bien. Que entrasen él (el aether), Alehyss y Bocanegra era una propuesta aceptable. Evidentemente, él hubiese dejado a Bocanegra fuera de la posada, pero tampoco iba a quejarse. A fin de cuentas, la piscis haría lo que querría (en ese grupo donde, según ella, él iba de líder).

—Me parece correcto... — murmuró, mirando al aether. Tenía los brazos cruzados y el ceño ligeramente fruncido —.No creo que se necesite más gente para ir a buscar a alguien, y, bueno, visto lo visto...

Alzó ambas cejas y dejó escapar una risa irónica. Iba a añadir algo más, pero la voz la piscis se le adelantó con sus insoportables gritos. El chrysos resopló. ¿Qué demonios le pasaba a la tía esa? ¿Qué le pasaba? ¡Por Mithos, todo eran gritos, quejas, gritos, más quejas, insultos, el poder del feminismo, mujeres arriba, hombres abajo, soy la jodida reina del universo entero, y sí, más gritos! Y todo eso con el mismo insufrible tono autoritario de, ¡eh, hola, soy Bocanegra, bésame las botas! Era casi tan insoportable como Alexander. Casi.

El chrysos reprimió un par de contestaciones fuera de tono y puso los ojos en blanco. ¡Si es que, además, el aether tenía razón! Bueno, al menos en parte. Ningún hombre se acercaría a una mujer como aquella. O al menos ningún hombre con un mínimo de neuronas. Los locos masoquistas amantes de los gritos y del poder supremo de la mujer igual sí, pero era poco probable que hubiese alguien así ahí dentro.

Observó, con el ceño fruncido y los ojos entrecerrados, cómo la piscis y Alehyss se acercaban a la posada. De fondo, podía escuchar las palabras de disculpas de Heylel, que no recibieron ninguna respuesta. Antes de que las chicas pudiesen entrar dentro de la posada, un grito resonó en el lugar. La voz era de hombre y parecía provenir de la posada.

El chrysos frunció el ceño y miró a su alrededor. Pese al grito, parecía que no había ningún peligro. Al oír la voz del aether, volvió su vista a sus compañeros. Heylel, a diferencia de él, había sacado su arma:un par de tonfas. Lyam las observó durante unos escasos segundos, al tiempo que asentía (respondiendo, así, a la pregunta del aether), y luego clavó su vista en la chrysos. Alzó ambas cejas (casi sonriente) y volvió su atención a Bocanegra que, en aquellos momentos, estaba abriendo la puerta de una patada.

Si el grito le había llamado la atención, la actuación de la piscis hizo que se llevase la mano a la frente y que frunciese el ceño. ¿Qué clase de forma de actuar era esa? ¿No había pensado que ahí dentro podría haber enemigos? O, mejor dicho, ¿había pensado algo antes de actuar así? La respuesta al chrysos se le antojó, de pronto, obvia: no. Y si lo había pensado, tenía un serio problema. Uno tan serio como el del claritas, al que fulminó con la mirada.

—¡Por Mithos, no ha sido él! ¡¿Qué demonios te hace pensar que ha sido él y que ha sido una improvisación?! ¡Haz el favor de prestar un poco de atención y déjate de tonterías! — exclamó, sulfurado, y con la vista clavada en el claritas. Resopló y, en un susurro casi inaudible, añadió —. Inútil...

Volvió su vista al frente y miró a Alehyss, que se había iluminado los ojos y que los observaba. El chrysos alzó ambas cejas y torció una sonrisa irónica.

—¡Fantástico! ¡Me encanta trabajar con alguien así! ¿A vosotros no? — inquirió, con el sarcasmo inyectado en su tono de voz. Tras unos segundos en los que permaneció con la ironía reflejada en la sonrisa, suspiró y negó varias veces—. Por eso mismo decía que lo mejor sería que se quedase fuera vigilando. Pero, ¡en fin!, ya da igual — apuntó, ya sin el sarcasmo en la voz, al tiempo que avanzaba hacia la chrysos —. Y, por cierto, ahora ya me parece absurdo que Cero y yo nos quedemos aquí. A saber qué clase de gente hay ahí dentro y a saber cómo reaccionan ante sus gritos. Así que...

Se encogió de hombros y aferró su arma (sin llegar a sacarla de la funda). Había que estar preparados por si había algún enemigo dentro de la posada.

Volvió a resoplar. Él ni tan siquiera se había apuntado a la misión.

FdR. Oficialmente, está de mala hostia xDDDDDDDDD
Cassandra, Cero, yo, como usuaria, os quiero xDU

FdR- Cero y Heylel... Si queréis llegar a la puerta en este turno, no cuenta como acción, por lo que simplemente podéis poner que os acercáis hasta ella y actuar como si hubiérais estado ahí también en este post.