Taberna.

No pude evitar una expresión interrogante, pero me abstuve de preguntas. Tampoco tenía que indagar tanto en su vida privada, después de todo. No era más que una conversación ligera, pero no me apetecía mucho que se volviera demasiado íntima. Pese a que me sentía extrañamente envalentonada, seguía dándome algo de vergüenza.

Me encogí de hombros cuando preguntó, aún sonriendo. ¿Qué era hacer de todo? ¿Qué podía hacer? En realidad, más allá de lo básico, que ya había llevado a cabo, no tenía mucha idea de qué había.

-Supongo que no -respondí-. No sé muy bien qué es todo. Tampoco veo mucho a Follow. Vamos muy despacio.

A petición mía, hasta el momento. Aunque en los últimos tiempos empezaba a volvérseme frustrante aquella falta de ritmo.

Di un nuevo sorbo a la bebida, saboreándola. Sí que estaba más buena. Era más suave y dulce. La señalé.

-¿Qué es? -pregunté.

Sonrío, llevándome la copa a los labios, apoyándolos sobre el vidrio, pero sin llegar a beber, apartándola tras un par de segundos y dejándola en la mesa. Me paso las yemas de los dedos por las puntas del flequillo, acomodando un par de mechones descolocados, ladeando suavemente la cabeza antes de dirigirme a ella.

-Bueno... "De todo" es muy extenso como para ponernos ahora a explicarlo "todo", pero en resumen me refiero a sexo oral, o a masturbación... -. Giro la mano en el aire, marcando la lista como indeterminada. Desde luego, no creo que si me pongo a hablar de tríos ella halla experimentado nada al respecto, y se me ocurren otros orificios que tampoco le pegan demasiado. Esta vez sí bebo-. El mundo del sexo es rico en variantes -aseguro, con tono casi solemne.

Pronto prueba su nueva bebida, y parece más conforme con ella, lo que me hace esbozar una sonrisa. No es extraño que los gustos de la gente difieran del mío.

-Es una mezcla de zumos con un licor de frutas. A una amiga le encantaba.

Es para niños, como solíamos decir, pero puedo comprender que lo prefiera si el amargo le desagrada y no está acostumbrada.

Me hacía una idea de a qué se refería, aunque no demasiado concreta. De todas formas, asentí, paladeando la bebida, que, tenía la impresión, iba a durarme menos que la anterior. Mientras tanto, reflexionaba. Había... No, realmente no podía decirse que hubiera hecho gran cosa. Sacudí la cabeza, pero pronto me detuve, sintiendo que me mareaba un poco al hacerlo.

-Supongo que más bien he hecho poco -resolví, finalmente-. Y solo un par de veces. Tampoco tengo prisa...

O sí, una poca. Me hubiera gustado experimentar un poco más. Aunque tampoco acababa de convencerme lo que había. Era más una cuestión de... ¿Pero qué estaba pensando?

Ensanché la sonrisa. Una amiga. Alehyss no solía hablar de amigos. Alehyss no solía hablar de nada remotamente personal. Salvo hoy, que sí.

-¿Una amiga? -pregunté.

Dejo ir un resoplido, una risa. No me he esforzado demasiado por esconderla, pero es que es lo que pienso.

-Somos tan distintas... -comento, girando la bebida en la mano, con distracción, respondiendo con ello a su comentario-. Supongo que es necesario que haya gente diferente en el mundo. Aunque, por experiencia, diría que la inusual soy yo.

Bebo un largo trago, dejando nada más que un poco en el fondo, y apoyo el vaso en la mesa. Me reacomodo y echo un vistazo a la sala. El chrysos de pelo castaño ha salido hace rato. Una pena, la verdad.

Asiento cuando Massen pregunta.

-Una amiga. Eso es -repito, divertida, con una sonrisa que casi roza la burla-. Puede que te sorprenda, pero tengo amigos. Me escribieron una carta hace poco, y fui a verlos cuando volví por casa, hace ya tiempo... No diría que tengo muchos, pero los tengo. Aunque nunca he sido muy apegada...

Meneo la cabeza de un lado a otro, como con cierta decepción, desaprobándome a mí misma.

Ladeé la cabeza, mirando a Alehyss sin perder la sonrisa. Ni siquiera me ofendía su actitud. La entendía. Comencé a hacer con el dedo circulitos sobre la mesa y negué a su afirmación.

-Tampoco creo que lo mío sea muy normal -remarqué, y alcé un dedo-. Pero, ¡piénsalo! Vengo del glaciar Nevus. ¡Imáginate! ¿Y allí que hay? Señores muy mayores que se han quedado a cuidar tierras que no tienen nada. ¿Chicos? Mis hermanos, si te sirve. Leen es hasta guapo. Espalda bien ancha, como a ti te gusta. A Sock no hay por dónde cogerlo. Los otros son pequeños. ¡Y eso poniéndonos en situación de que son mis hermanos! -Hice una pequeña pausa-. ¿Y adónde he ido? A Brontë. ¿Y qué hay en Brontë? Chicos, claro, hay chicos -. Asentí-. Mayores todos. Yo soy la criaja esa. También hay chicas guapas, como tú, que hacen que pudiera esfumarse cualquier posibilidad. ¿Y qué hay para mí? ¿Qué hay de mi gusto? Está Follow, claro. ¡Pero imagínate que no estuviera! ¿Qué me queda? ¿Seth? ¿Aún está Seth por aquí? Ni me acuerdo de la última vez que lo vi. ¿Y qué más? ¿Jun? -Llegados a aquel punto, no pude evitar una carcajada ante lo ridículo del asunto. Cuando me calmé un poco, continué-. Seguro que si las cosas hubieran sido distintas... Y bueno, si yo fuera guapa. Y un poco más alta -. Asentí, convencida.

Di un nuevo sorbo. Fruncí el ceño ante su declaración, algo extrañada. Cuando la entendí, negué con la cabeza, sonriendo.

-¡No, no! -exclamé, divertida-. Pues claro que tienes amigas. Otra cosa es que hables de ellas. Ni siquiera sabía que aún mantuvieras contacto. Siempre estás muy callada. Estoy segura de que si me fuera de Brontë no volvería a saber de ti nunca más.

Pronto empieza a hablar ella misma. Lo cierto es que resulta hasta divertida.

-Nunca he estado en el Glaciar Nevus -comento-, pero sé más o menos lo que me puedo encontrar por allí y... -. Me encojo de hombros, con una sonrisa. Lo que ella dice, más o menos-. ¿Y cuántos años tiene el tal Leen? -inquiero, divertida, pero no tardo en negar, terminando la copa.

La verdad es que su situación tampoco es muy propicia, como ella misma dice.

-Bueno, los chicos jóvenes no abundan, es cierto... Seth... -. Me encojo de hombros-. Lo vi hace mucho ya, la última vez-. La miro, ladeando suavemente la cabeza, con una leve sonrisa-. Otra diría que deberías sentirte afortunada por haber encontrado a Follow, pero, para serte sincera... -. Niego varias veces, poco convencida-. Es solo mi opinión al respecto. Personalmente, no tengo interés alguno en una relación. Pero tratar de ampliar eso a ti sería una tontería.

hago un gesto de nuevo, para que me traigan una nueva copa. Me recodo, mientras espero, apoyando la cabeza sobre los dorsos de las manos entrelazadas.

-Bueno... Serías de las pocas a las que escribiría. Lo prometo -comento, con una sonrisa divertida-. Aunque no esperes cartas muy a menudo. No obstante, una de vez en cuando...

Cuando llega mi vaso, doy un sorbo. Hace tanto que no bebo que me está afectando más de lo que esperaba. Empiezo a notar la cabeza como algo ligera.

Fruncí el ceño, pensativa. Si yo tenía... Entonces él...

-¿Veinti...séis? -calculé, no muy convencida. Acabé por negar-. Es guapo, pero te queda un poco lejos. Conociéndote, dudo que lo tuyo sean las relaciones a distancia.

De nuevo me recodé en la mesa, mirándola con curiosidad. No me sentía muy ofendida respecto a su apreciación, pero sí algo intrigada.

-¿Qué le pasa a Follow? -pregunté, entretenida.

Al ver su gesto, hice uno yo también, viendo que poco quedaba ya de mi zumo de frutas. Mi sonrisa se ensanchó cuando afirmó aquello. Me eché un poco hacia adelante en la mesa, ilusionada.

-¿De verdad? -pregunté, entusiasta-. Me gustaría mucho. No te preocupes, que no soy pesada con el correo. De hecho, se me da bastante mal el correo. Pero te echaría de menos.

Río suavemente, negando. En eso he de darle la razón.

-Si ya no me gustan cerca, menos aún si hay que recorrer medio mundo -. Extiendo una mano hacia su vaso, un momento-. ¿Me dejas probar? Hace tanto que no... -. Me lo llevo a la boca, y en cuanto doy el primer sorbo se me contrae un instante la expresión-. ¿Ves? Demasiado dulce para mi gusto -declaro, devolviéndoselo.

Qué le pasa a Follow... Eso es, desde luego, una buena pregunta. Espeor no herirla demasiado...

-Bueno, has de admitir que no es muy convencional... Siempre he creído, de hecho, que de haber un candidato más adecuado quizás no estuvieses con él, pero... -. Bebo un nuevo sorbo- los caminos del corazón son inexorables, y todo eso. ¿Qué te gusta de él? Sinceramente...

La miro, curiosa, expectante. No es que quiera manipularla, pero tengo auténtica curiosidad. No tardo en asentir, recobrando la sonrisa, cuando insiste en lo de la carta.

-Tranquila, que no te desharás de mí tan fácilmente. Incluso me carteo con Heylel, y eso que... -. Hago una mueca sutil, llevándome el vidrio a los labios.

Le ofrecí el vaso cuando me lo pidió, riendo ante su expresión de desagrado. No entendía cómo podía no gustarle, y más al lado de lo que estaba tomando ella. Pero bueno, para gustos... Y era evidente que los nuestros no coincidían mucho en ningún aspecto. No entendía cómo me toleraba cerca con lo distintas que éramos. Aunque estaba a gusto con ella.

Recuperé el vaso y di un trago.

-Pues a mí me gusta, y eso que estas cosas no es que suelan tener un sabor muy... -comenté.

Suspiré ante su pregunta. Qué me gustaba... Follow era complicado, eso desde luego. No estaba segura de qué me gustaba de él exactamente.

-Creo que es guapo -afirmé, bastante segura-. Supongo que tengo que admitir que es lo primero en que me fijé. Pero no es solo eso, creo... Es decir, sí que es particular. Más para ti, que no sabrás tanto de Aqua. Las tribus son muy particulares, y en concreto la suya... Pero es... Bueno, no sé. A veces es cariñoso. Y me hace bastante caso, la verdad. Cualquier cosa que le diga la cumple. Creo que me respeta mucho.

Asentí. Yo también había escrito a Heylel, aunque la verdad era que hacía bastante de eso y no había vuelto a saber de él. Quizá debería escribirle otra vez, aunque no me hubiera respondido...

Asiento un par de veces, bebiendo de lo mío para sacarme el excesivo sabor a dulce de la lengua.

-Es más normal que guste lo dulce, pero yo incluso tomo el café y el té sin azúcar -. Me encojo de hombros, apartándome un mechón de pelo tras la oreja, rozando la suave punta al hacerlo-. Supongo que me pega, incluso. Llega a resultar irónico, ¿no?

Bueno, he de decir que Follow no me cae demasiado bien, pero que los motivos que Massen me da me resultan comprensibles y aceptables. Siempre que sea cierto, si la respeta y no le hace daño no tengo nada que objetar. No es asunto mío, al final, por lo que termino por asentir.
No está mal para un primer novio. Cumple con las expectativas.

-Eso está bien -me limito a decir-. El respeto es lo principal -. Eh, Jager-. A mí nunca me duró demasiado ningún novio, y eso cuando aún me permitía tenerlos -comento, entretenida-. Al final supongo que soy yo la del problema, ¿no? Pero soy demasiado independiente... Sin embargo, si es lo que quieres y él cumple con ello, todo bien. Si tienes cualquier problema con él, sin embargo, cuenta conmigo.

Lo típico que se dice, ¿no? Es cierto. La ayudaré. Pero comentárselo no está de más, no vaya a guardarse las cosas porque me tiene miedo, o así.

FdR- Pauce

Arrugué la nariz ante la declaración de Alehyss, bastante desagradada con la idea en sí misma, aunque también divertida. Se me hacía un poco raro verla referirse a sí misma en aquellos términos, aunque también era muy gracioso. En conjunto, casi me parecía tierna, la verdad.

Solté una carcajada sarcástica ante su comentario, negando suavemente. Tomé el vaso, dando un trago antes de hablar.

-Si es por independencia, a lo mejor hasta tenía que dejarte a Follow -comenté, irónica-. A mí hasta se me hace algo distante. Pero bueno, siendo él tiene sentido, creo. Si lo dudas, existen hombres así, no pierdas la esperanza.

Paladeaba con gusto, sintiendo el calor y la dulzura de la bebida en la boca. Sí, definitivamente tenía que acordarme de aquello.

Niego varias veces, con la copa en la mano, consiguiendo no salpicar ni una de las gotas de la bebida sobre la mesa. Noto cómo la cabeza se me va un poco al moverla tanto, y termino por parar.
Sí que hacía tiempo, sí...

-No, gracias... Creo que no le caigo bien. -murmuro, entre dientes, esbozando una sonrisa-. A mis amigas les gusta cuando no les caigo bien a sus novios, por lo general -. Me acomodo con los codos sobre la mesa, dejando el vaso de nuevo-. No quiero un hombre distante... Yo quiero... -. Abro los brazos, abarcando el lugar-. Quiero muchos hombres. El que me apetezca cuando me apetezca. Pero si eso no es lo tuyo, búscate uno más apegado. Será por lapas...

Así son las cosas. Relajarse no está mal, de vez en cuando.

Negué con la cabeza, condescendiente. ¿Que no le caía bien? ¿Que no le caía bien Alehyss? Por favor, cuánta tontería.

-Pues no sabe lo que se pierde -remarqué, alzando el vaso hacia ella, como para brindar, antes de dar un nuevo trago. Negué con un suspiro-. No, no creo que tenga mucho que temer contigo cerca de Follow. Ni con Follow cerca de ti. Aunque eso último no acabo de entenderlo. De todas formas, piensa que las lapas se pegan a las piedras que les gustan. No hay las mismas para ti que para mí. Pero si no las quieres, probablemente haya también distantes por ahí. No puede ser tan difícil. Los chicos tienen fama de no querer ningún compromiso.

Terminé la bebida de nuevo, y miré un momento el vaso, pensativa. Acabé por dejarlo en la mesa e hice un nuevo gesto. ¿Otro, no?

Ladeo la cabeza, curiosa, sonriendo, dando un pequeño sorbo a mi bebida. Dejo ir una suave risa en forma de leve resoplido.

-Yo no sé qué me ves tú para que te guste tanto -comento, entretenida. Roto un hombro hacia atrás una única vez-. Bueno... Yo también me lo veo, supongo -añado, divertida, alzando el mentón con arrogancia, aunque no tardo en relajar el gesto-. Oh, venga... Hay lapas en el mundo para todas las piedras. Será por hombres... Es todo una cuestión de seguridad, realmente. Si tú te lo crees, todos se lo creerán.

Resoplo, frunciendo un poco el ceño, terminándome la copa de un trago, cuando hace su último comentario. Dejo la copa sobre la mesa, con gesto de fastidio.

-¿Que no buscan compromiso? La mayoría solo buscan algo bueno a lo que pegarse. ¿Sabes cuáles no buscan compromiso? Los que desearías que lo hicieran. Como Jager... -. Resoplo de nuevo, haciendo un mohín-. Pero esos hombres no merecen la pena. Ningún hombre merece la pena -. Alzo la mano para pedir una nueva copa, dejando ir un gruñido-. Solo lo que tienen entre las piernas -zanjo, hundiéndome en la silla. Tras un par de segundos, niego varias veces-. No, no me hagas caso. Eso ya está superado. El problema, Massen, es que el amor está sobrevalorado.

Enseguida llega mi bebida y puedo darle un buen sorbo. Quizás debería ir parando...


FdR- Alehyss amargada XD

Me encogí de hombros, divertida. Estaba a punto de explicarle el por qué, pero decidí dejarlo estar. Ella misma se bastaba. Me limité a negar.

-Es más fácil creerlo cuando es cierto -apunté, sin más.

Fruncí el ceño, seria, al oírla hablar. Asentía de vez en cuando, o negaba, según lo que dijera. Para cuando estaba terminando llegó la nueva ronda. Tomé mi vaso, pero no llegué a beber. Me la quedé mirando un momento, un tanto ensimismada, pensativa.

-Yo creo que depende -repliqué-. El problema es saber qué es el amor. Cuando existe está bien. Por ejemplo -. Me llevé la mano al pecho-. Yo sé que a ti te quiero de verdad. Y eso está bien. Para mí está bien. Para ti no lo sé -. Puse la palma de la mano hacia arriba, con mohín pensativo-. A Follow... No lo sé. Creo que no entiendo qué es querer a Follow. Y que él tampoco lo entiende. Pero bueno, está bien. Puede llegar otra mejor preparada para tener a sus hijos. Me enfadaría mucho, pero no me hago ilusiones. O a Sock. ¡Yo qué sé si quiero a Sock! Y es una pena, que antes lo quería mucho. Creo que lo echo de menos. Aunque con lo pesado que era... ¡Buf! A lo mejor no lo echo tanto de menos, ¿eh?

Aún pensativa, me llevé el vaso a los labios. Más de aquel líquido dulce y fresco. Lo saboreé de nuevo.

-A Nagore sí la echo de menos. Mucho.

Niego de nuevo, con intención de rebatir sus argumentos.

-Puedes ser más o menos atractiva... Obviamente, nunca medirás lo que yo, ni te crecerán hasta esta talla -digo, llevándome las manos al pecho, con claro tono de burla-, pero los hombres, al final, se mueren por alguien que les diga que sabe qué quiere y qué no. Desgraciadamente, la gente es más sencilla de lo que parece en un principio. No hay sorpresas casi nunca.

Vaya desencanto. Es decepcionante. Aunque, por suerte, sí que hay algunas, de vez en cuando. He ahí el interés de la vida.

Me estoy llevando la copa a los labios cuando ella habla, haciéndome elevar las cejas y señalarla, con un asentimiento, depositando enseguida el vaso en la mesa.

-He ahí la clave, Massen. Eso es, precisamente. La gente considera eso que llaman "amor romántico" como el culmen de la realización emocional de un ser humano, pero, ¿qué es realmente? Es puro egoísmo. La gente llama amor al egoísmo -. me peino el flequillo con los dedos, muy seria-. Mis padres me quieren, y quieren lo mejor para mí. Pero cuando una pareja se quiere... ¿Qué es? Posesión, control... Abstinencia sexual hacia terceros, pero no por deseo propio, sino por compromiso. ¿En serio algo tan apreciado por la mayor parte de la población tiene tanto que ver con la traición y el engaño? ¿Podrías acaso engañarme a mí? ¿Teniendo otra amiga? Claro que no -. Suelto un resoplido, como si contuviese una enorme frustración-. Ese tipo de amor lo inventaron los hombres para poder pegar a sus mujeres si el hijo resultaba no ser suyo -gruño, con desgana-. ¿Qué respeto hay en hacer sentir mal a la persona a la que quieres porque se deje llevar por sus instintos? El amor de verdad no es el romántico.

Y, sin embargo, sé que soy celosa. Qué irónico resulta todo, al final, Ale...

-Si quieres a alguien, tienes que quererlo como persona. Apreciar, respetar... El sexo puede ser un complemento o no serlo, pero en el mundo hay ya demasiados "enamorados" que al final solo lo están de la idea que tienen de ti, y no de ti como persona. Es tan frustrante ver que la gente idealiza y aún se siente con derecho a reprochar si no cumples con sus expectativas imaginarias... Cuando no son los que simplemente necesitan llenar un vacío porque no se bastan ellos mismos para sentir que su vida está bien.

Niego, sorbiendo de nuevo.
¿Qué estoy diciendo? Definitivamente, me he excedido. Mithos...

Me mantuve en silencio durante todo su discurso, recodada en la mesa, dando algún que otro sorbito a mi bebida. De vez en cuando asentía o negaba, según me pareciera, pero no la interrumpí en ningún momento. De hecho, cuando terminó de hablar clavé la vista en una veta de la mesa, con expresión muy seria, pensativa.

-Supongo -aporté, finalmente, aún con la vista clavada en la madera-. Que al final es todo miedo -. La miré-. Nos gusta tener a alguien. Y tenemos miedo de que nos dejen solos. Nos disgusta que la gente nos rechace. Nos encanta ser importantes. A todos. Unos lo llevan mejor que otros, pero... -Me encogí de hombros-. Es lo que tú decías. Que hay que creérselo. Para ti es fácil porque es visible -. Fruncí el ceño-. A mí me cuesta creérmelo si no me llaman. ¿Será eso?

De nuevo se me perdió la vista en la mesa, y volví a la bebida.

Asiento. Ahora estoy algo de mala gana, pero no es con ella. De hecho, siento que estoy hablando de mías, y es una sensación bastante desagradable.

-Todo el mundo tiene miedo a algo. El rechazo suele asustar mucho. La gente teme incluso al rechazo de aquellos que no le importan, a veces... Me resulta absurdo-. La miro de soslayo, pasando antes la vista por la sala-. Lo más importante para uno debería ser siempre uno mismo. De ahí nace la seguridad. Porque si no eres capaz de satisfacerte tú sola..., ¿cómo va a ser satisfactoria una relación contigo? ¿Qué vas a aportar a los demás si no te aportas nada a ti? -. Esbozo una sonrisa, algo más relajada-. Tampoco tienes que ser tan arrogante como yo, pero ponte siempre entre tus prioridades. Que tu satisfacción personal seas tú. El resto de personas son complementos. Independencia.

Me levanto para ponerme a su lado y atraerla hacia mí con un brazo, abrazándola por los hombros un momento. Sé de siempre que lo mío tampoco es lo común. Pero, al final, es lo que más me ha funcionado. Supongo que va en cómo soy, también.

-Eso no quiere decir, por supuesto, que te desvincules de los demás. No sé si me entiendes... Nos necesitamos unos a otros, pero eso no es excusa para cargar la responsabilidad de sentirte bien contigo mismo en otros.

Estoy divagando. la mitad de las cosas me las hubiese callado.

Sus palabras me pillaron un poco por sorpresa. Incluso me sentí algo avergonzada. Bien pensado... Había que admitir que lo que decía tenía perfecto sentido, pero no podía evitar planteármelo como algo extraño para mí. Pensé en Jun por un momento, en cómo parecía siempre tener tanto miedo de acercarse. ¿Sería eso? ¿Sentiría que con aquel mal humor mío no le estaba aportando nada? Tendría sentido.

Correspondí a su sonrisa.

-Me gustan mucho esos complementos -apunté, de todas formas. Aunque yo pudiera estar por delante, si era cierto que lo estaba. Aún así, apreciaba mucho lo que había a mi alrededor.

Como cuando se acercó a abrazarme. Me apoyé ligeramente contra ella, satisfecha. Quizá a ella le pareciera una debilidad, pero aunque yo no era muy dada al contacto sí me sentía un poco falta del mismo en los últimos tiempos. Me faltaban abrazos, besos y caricias. Por eso apreciaba tanto que estuviera dedicándome tanto tiempo. Al fin y al cabo, de alguna forma, era utilizar los complementos en mi propio beneficio. Eso era lo que decía ella, ¿no? Al final hablábamos de lo mismo.

-Es que es más fácil que otros te hagan sentir bien que sentirte bien por ti misma -señalé, casi como una queja-. A veces me siento un poco sola. Cuando estoy contigo no, pero otras veces. Como que me falta gente. Y eso que tampoco soy muy amiga de los mogollones. ¿Crees que se puede echar de menos a gente que aún no has conocido? ¿O echar de menos sin saber a quién? No sé, yo creo que me pasa algo así. A lo mejor solo estoy triste y se me pasa al cabo de un tiempo.

Al sentirla apoyarse, aprieto un poco más el abrazo, durante un momento, apoyando el mentón en su cabeza un instante. No tardo, sin embargo, en liberarla.
La verdad es que hacía mucho que no soltaba este tipo de cosas. Tiendo a considerar una debilidad el revelarme hasta tal extremo. Y eso que tampoco he dicho nada especialmente grave, a mi parecer.

-Los demás te aportan compañía, contacto y estímulos. Es cierto que eso tiende a satisfacer más que la soledad. Pero eso no te libra de conocerte y apreciar cómo eres. Y si no te gusta, siempre puedes cambiar. Dicen que es difícil, pero no imposible -apunto, con una sonrisa-. Si yo puedo quererte, deberías ser capaz de quererte tú, ¿no?

Echar de menos a alguien que no conoces, o a alguien que no recuerdas, o al que no identificas...
La sonrisa se me borra. Relajo la expresión, seria, pero relajada, y la contemplo varios segundos.

-Te sientes sola -resumo, finalmente, mirándola con curiosidad, como pidiendo su confirmación y sin hacerlo a la vez-. ¿No has vuelto a saber nada de Nagore? O el niño ese... Jun, ¿no? O la caeruleus, Frikka... ¿No están ellos contigo a menudo? -. Bebo un nuevo sorbo de mi copa, esta vez más despacio-. Quizás deberías relajarte un poco y exigir un poco de atención. Te vendrá bien. Es reconfortante.

Cuando aflojó un poco el abrazo volví a beber. Después, dejé el vaso sobre la mesa y la abracé yo, aunque no fue más que un momento.

-Yo me gusto -reí-. Bueno, más o menos. Tampoco me entusiasmo, pero me acepto. Lo que no me gusta tanto es lo que tengo alrededor. No todo es horrible, ni mucho menos, pero no es que esté en la mejor de las rachas. Pero pasará, como todo. ¿Tú crees que parece que no me gusto? No parece buena idea.

Me encogí de hombros. No estaba segura. No estaba sola. Siempre me había sentido a gusto en Brontë, aunque las cosas no fueran exactamente bien en los últimos tiempos. Quizá llevaba demasiado tiempo sin hablar con la gente, o algo así...

Acabé por negar.

-Últimamente voy bastante por libre. Con Nagore ni siquiera puedo contactar. Se fue, sin más. Ni siquiera me avisó. No sé absolutamente nada desde entonces -. Y aunque me había acostumbrado, seguía algo dolida al respecto-. Jun... Mejor no exigirle -. Sonreí, tristona-. Ya me tiene por una completa mandona. Prefiero dejarlo estar o acabará por odiarme. Y de Frikka sé poco últimamente. Y me tiene algo preocupada, porque la última vez no estaba muy allá. Estoy un poco aislada, supongo. Pero ya digo, pasará. Al menos puedo venir a molestarte a ti -bromeé.

Viendo la situación que ha tenido que afrontar recientemente, tampoco es raro que se sienta algo triste o desanimada. Y poco tendrá que ver con gustarse o no. Los palos hay que superarlos, seas fuerte o no. De tu moral depende lo rápido que lo consigas, pero cosas como la muerte de una hermana no se pasan solas. Y cualquier problema paralelo no ayuda demasiado, por supuesto.

-Más te vale gustarte -le reprendo, con una sonrisa-. Debes de ser la más joven de Brontë, y aún así tienes más fuerza y determinación que muchos. Eres una persona íntegra, una profesional decente... Creo que tienes muchos motivos para gustarte. Creo que mucha gente debería aprender de ti.

Y en cuanto a su situación personal... Con respecto a la tal Nagore, parece que está difícil la cosa. Con los demás supongo que es lo normal. Tampoco voy a meterme ahora a indagar en la vida de terceros. Ya lo hice demasiado en su momento, y ahora mismo no me apetece. Es puro cotilleo, pero no del divertido.

-Bueno, aprovéchate de mí mientras puedas, entonces, que pronto volveré a ser tan huraña como siempre -recomiendo, con tono severo, pero terminando con una sonrisa hasta agradable. Me termino el vaso de un trago, y eso que me quedaba bastante, y el calor de mi estómago crece-. Mira, vamos a dejar de minarnos la moral. Te voy a contar lo que me pasó una vez, con más o menos tu edad, con un chico al que conocí en un viaje. Era piscis, y se llamaba...

Puedo escuchar un sonido de copas chocar no muy lejos.
Lo sigo.
Llego no muy tarde de aquel momento a una especie de taberna, donde algunos hombres brindan en una pequeña terraza aprovechando el buen tiempo veraniego. - Hombres, ¿dónde puedo encontrar la zona donde se deben dejar los paquetes que quieren ser enviados a algún lugar?- Intento explicarme.

- ¿Quién será la tipa esta con estas pintas, Marco?- Comenta uno, con algunas cervezas ya encima.
-No lo sé Gunter, aunque a juzgar por su aspecto y por eso que lleva colgado en la cintura debe ser una vecina de Brontë. Que, ¿de misión?- Dijo el más cuerdo o, al menos; menos borracho.

-Sí.- Asiento.
- El posteaje de mensajería debes hacerlo tres calles más abajo, derecha, derecha, izquierda, subes la cuestita y ya.- Dijo uno.
-Noooo nonono.- Comentó el borracho.- Es dos abajo, derecha, izquierda, izquierda, derecha y bajas a la plaza.
-¿Pero qué dices, borrachuzo?- Rió su compañero.- No le hagas caso.- Dijo golpeando la espalda de su compañero con una risotada.

Para cuando quisieron darse cuenta, yo ya me había ido.

*se va*

Pese a que el aspecto de Kane seguía siendo zarrapastroso y demacrado, parecía evidente que el viaje en barco le había sentado bien. Pese a que había seguido tan atado a la botella como había tenido oportunidad, parecía haber disminuido ligeramente las raciones. Además, debía de haber dormido algo más de lo que solía, porque ni su palidez ni sus ojeras eran tan marcadas. Desde luego, salir del desierto lo había ayudado un poco.

Llegó con Cassandra a la posada por petición de la piscis. Por él, se habría quedado en el barco, con todos los demás, donde la gruñona Bocanegra no se habría dedicado a vigilar cuánto ron era capaz de consumir. Además, aquellos asuntos del palacio le eran totalmente ajenos, por más que la mujer insistiera con el cuento del crío.

De todas formas, la piscis le había ofrecido una nueva forma de negocio, y no estaba su situación como para rechazarla. Por ese motivo, aceptó acompañarla hasta el pueblo de paso, alojarse en la posada y esperar a que ella hubiera terminado con todo lo que tenía que hacer. Una vez en la posada, esperó a que la mujer tomara las riendas. Él, por su parte, no tenía un efestión.

El viaje había sido más agradable que el de ida. Por lo menos sabían con ciencia cierta a qué puerto se dirigían y qué (ella al menos) iban a encontrarse al llegar.
Cassandra se despidió de su tripulación de nuevo, siendo consciente de que podría contar con ellos en cualquier momento. El alquiler de su barco a los marinos le reportaba beneficios a ambas partes así que aquel contrato se había convertido en una relación de amistad con ellos incluso.


Una vez en la Posada, pagó la residencia de los marinos y suspiró al ver su monedero prácticamente libre.
-Bueno.- Les habló dirigiéndose a ellos.- Les he dicho al posadero que a pesar de vuestras pintas sois buena gente y que no les vais a dar ningún problema. Así que espero que no me dejéis quedar mal. Si queréis comer sólo pedídselo, aunque tampoco os paséis pidiendo... no le he pagado tanto.- Comentó mirándolos a todos con severidad.- Volveré en cuanto pueda con más noticias. Mientras podéis conocer el Pueblo, si queréis. - Se levantó.- Pero nada de montar escándalo.- Asintió con fuerza para salir por la puerta sin decir mucho más.

Se despidió del posadero y emprendió el camino a Palacio.


*Se va y ellos se quedan*