Mercado.

Por las grandes calles del pueblo se extienden numerosos puestos que conforman el mercado. En los tenderetes, que tienen lonas de infinidad de colores, se pueden encontrar multitud de objetos: alimentos, ropa, ingredientes para hacer pociones, pociones ya preparadas, objetos de bisutería, flores, bestias, instrumentos que, según cuentan las leyendas, tienen poderes mágicos, libros.. Pero, ¡atención!, el mercado no siempre estará; para poder disfrutar de los diferentes puestos que lo conforman, los guerreros tendrán que ir los miércoles o sábados.

*entra*

Cerca del río Gadolph se encontraba uno de los pueblos del centro de Fulmen, destacado por su comercio y la diversidad de las gentes que allí se reunían para llevar a cabo todo tipo de negocios.

La tarde permitía a diversos comerciantes abrir sus telderetes y bares para recibir a la gran cantidad de personas que allí se daban cita.
En un callejón poco transitado y mal mantenido se encontraba una posada de mala muerte donde no muchos se adentraban a pasar el rato. Un par de clientes habituales cuyas fachas habituales eran garfios o parches pasaban las horas sin dar señal de vida ni hacer mayor ruido que el de las jarras contra las mugrientas mesas o los cuchicheos de los negociantes.

Entró entonces  un hombre más bien bajo, despeinado y ojeroso, un claritas que parecía tener prisa por hablar con el mesonero. Se aproximó a la barra y se inclinó para llamar su atención. Entonces el hombre miró a los lados y asintió indicando el piso de arriba para que el claritas subiese con apremio.

Llegado arriba, ignoró las primeras puertas, llamó a una tercera a la izquierda y finalmente se introdujo en una quinta a la derecha.

—Creía que tendría el honor de ver al hombre que me ha citado —. Pronunció un hombre de edad avanzada y barba mullida que estaba sentado tras una mesa de la habitación cubierto por una capucha.

—Lo haría si pudiese fiarse de quien se cita —. Pronunció el claritas, en un susurro pero con severidad, al hombre encapuchado. Este sonrió y se apartó la capucha para dejarse ver por el claritas.

—Entiendo sus chiquilladas, pero podría permitirme un voto de confianza después de tanto tiempo —. Comentó el hombre.

El claritas simplemente se quedó mirándolo con severidad, como si estuviese esperando algún tipo de acontecimiento.

Tras el joven claritas no tardó en aparecer un hombre alto y delgado, de cabello largo y sonrisa suficiente. Se acercó con calma al hombre de barba y se sentó frente a él.

—No creas que desperdiciaría mi poca confianza con un canalla como tú —. Indicó el líder caeruleus ante el hombre que tenía en frente.

—No eres un nombre estúpido, sabres que un líder no puede dejarse ver por un lugar tan... recóndito. Quiero que seas conciso, tengo el tiempo contado y no quiero pasar más de tres días fuera y tampoco pasarme aquí más del tiempo necesario —. Aclaró el caeruleus cruzando las piernas. —Ya sabes lo que me interesa. No rellenes tus explicaciones —. Luego esperó en silencio a que el hombre, ahora serio, respondiese a sus peticiones.

Al líder caeruleus no le agradaba dejar en manos de un solo informador todo aquello que necesitaba, pero el tiempo le impedía en ese caso ponerse en contacto con dos hombres para tratar ambos temas y no quería levantar más sospechas de las estrictamente necesarias.

Informador:


El hombre de la capucha, un caeruleus mayor y con ojos serenos, asintió al líder de raza y dio aquello que venía entregar con toda la seriedad que la edad le había otorgado.

—No tenemos novedades en Caligo que resulten relevantes. Los cinco al mando llevan a cabo las órdenes como han sido encomendadas: Las fiestas por el aniversario de la reconquista del continente mantienen el país tranquilo a pesar de alguna que otra revuelta de los jóvenes debido al alcohol y los juegos de caza entre los equipos nacionales pronto darán comienzo. En referente a la economía se ha subido el precio del impuesto sobre el alquiler de locales de trabajo así como la entrada de productos brutos para la elaboración de armas pesadas para compensar los gastos y las demandas. A nivel de oposición al estado parece que los pequeños grupos se han tomado un descanso durante el comienzo de las fiestas, pero con vuestra partida esperamos que se hagan visibles en los últimos días o poco antes del comienzo del deporte. La situación está controlada, los grupos terroristas más destacados están vigilados con la ayuda de los topos y sus próximos movimientos son demasiado predecibles. Ya sabéis la emoción que corre por la sangre de los rebeldes en cuanto piensan que la soga baja la presión. Igualmente, con las últimas encuestas parece que la mayoría de la población apuesta por la tranquilidad actual y contradicen a esas etnias bélicas. Para mayor seguridad se ha permitido la entrada de las nuevas publicaciones culturales en los distintos países para mantenernos actualizados en lo referente a los demás continentes —.

El hombre hizo una pausa después de las noticias para que el líder opinase al respecto, pero este todavía no daba ningún tipo de seña.

—La conmoción por la partida ha sido bastante menor de lo esperado, es por eso que estaremos atentos a cualquier movimiento indebido o extraño. Por el resto no hay más que comentar —. Indicó para nuevamente volver a esperar la respuesta de aquel al que rendía pleitesía.

Hecho el repaso nacional aportó los datos que le habían sido encargados en la segunda parte de su misión y que tenían relación con el problema que se trataba a aquellas alturas en Fulmen. El hombre caeruleus no tenía idea de la naturaleza del problema y únicamente se había limitado a recopilar los datos que se le indicaban.

—Respecto al encargo sobre Fulmen, lo que he conseguido saber con los datos que se me aportaron es que se han encontrado pequeños cúmulos poco usuales de energía en la mayor parte del continente. Algunos llegan incluso aquí, pero son resquicios, supongo que vestigios que se pierden y se extienden sin relevancia real. Las corrientes o cúmulos más cercanos con algún tipo de importancia se han notado en algunas zonas de la chimenea de Zeus y alrededor de la Sierra de Catelor. Las espediciones rudimentarias no se han querido acercar demasiado a la zona por la falta de información y las habladurías con lo que queda en sus manos —. Añadió el hombre haciendo una reverencia a su señor. —Llegada a una zona donde la energía parece acrecentarse hemos topado con diferentes problemas de investigación y acceso por parte de nuestros contactos. Esperamos que las precarias informaciones que se nos han permitido conseguir sean un punto de inicio para aquello que buscáis junto a las demás razas en el palacio —. El hombre, a sabiendas de que su imprudencia en sus últimas palabras había sido demasiada, hizo una nueva reverencia y agachó la cabeza frente a su líder.

La habitación, apartada, silenciosa y mugrienta, a pesar de su apariencia de poco solida, había sido cubierta por diferentes conjuros cobertores por los hombres que llevaban a cabo su conversación para impedir espionajes o cotilleos. Por su parte, Barthemius, que había abandonado la habitación prácticamente al principio de la audiencia, se dedicaba a impedir que ninguna otra persona se presentase en la planta mientras duraba la citación.

El líder caeruleus escuchó con calma las noticias sobre su país, siendo cnsciente de que tdo parecía ir según los recados que había dejado antes de irse. Le molestaba bastante no poder estar al tanto cada día ya que no se fiaba de la capacidad de "los cinco" para llevar a cabo el día a día de sus oficios, pero tampoco se había fiado nunca del correo y mucho menos a distancia.

—Bien, que se anden con pies de plomo en los días de celebración y eviten las masificaciones exageradas. Si es necesario se doblará la vigilancia de las plazas tirando de los reclutas en prácticas, pero que no se relagen ante este panorama. No me gusta que mis ponentes se mantengan en silencio en estas circunstancias y no quiero víctimas en cáligo. Que mantengan el precio de la materia prima y rebajen el coste de alquiler de plaza para las ferias, así los feriantes podrán dispersarse algo más y reduciremos el negro que entra por acuerdos entre ellos. Informa de que deben poner en marcha en estos meses el cierre de las fronteras salvo a los guerreros que se dirijan a Brontë, no quiero caeruleus dispersos en ests días. Y que propongan una nueva oferta de becas para aquellos jóvenes que pretendan relaizar su carrera por el ejército —. Una vez dadas las nuevas órdenes para aquellos meses, el líder se centró en las informaciones sobre la energía.

Asintió sin algún tipo de comentario y cnclúyó:

—Bien, puedes y debes olvidar este asunto. Lo que se lleve a cabo en Brontë únicamente incumbe a los que permanecemos allí —Comentó con cierto reproche.

—Ahora debo hablarte de algo muy distinto. En cuanto acaben las fiestas, se adelantará la liga de caza y se acortarán las categorías más bajas, pues deben empezar los preparativos para la unión de Caligo e Ignis. En los próximos meses quiero que se comience una propaganda de mi boda con la líder Flamma y se hagan los preparativos necesarios. Avisa a mi partido y mis padrinos y tratad el tema con cuidado, a poder ser esperad a los primeros rebuelos de los rebeldes para quitar hierro a esos turbios asuntos. —Después de continuar una conversación sobre más cuestiones políticas en las que las informaciones y órdenes fueron intercambiadas, los hombres zanjaron con un reverencia del hombre de barba ante su líder y la despedida de este.

Darvenwish hizo llamar a su vasayo tras despedirse del informador y se fueron del lugar desvaneciéndose para no ser vistos.

*se va*

La despedida de ambos hombres se zanjó y el mayor de barba se cubrió para volver lo más pronto a cumplir con sus encomendaciones, por su parte al líder caeruleus aun le quedaba un tiempo en el lugar para llevar a cabo tareas varias.

En los días posteriores se dedicó a encargar vestimentas, platos, adornos, decoración, diferente posibles lugares de celebración, sacerdotes, jueces, floristas, cocineros, publicistas, joyeros... Y todo aquellos en relación con el enlace que se debía poner en marcha en los meses venideros. Se citó con diversos mensajeros de su país y del país de Ignis y encargó una audiencia con la asamblea del país de fuego.

Cada minuto de aquellos días era oro en manos del líder que pretendía cumplir con su tasa de volver a Brontë en tres días como máximo. No podía permitirse ausentarse demasiado ni pasearse alegremente por las calles con su posición. En el incómodo secretismo de la apurada situación, el líder Darvenwish no descansaba un minuto prestando atención también a los lugares que le habían sido indicados. Su cartografía y estudio del lugar ocupaban sus noches mientras que los encargos lo hacían en sus días. A pesar de la extenuación, el líder sabía que debía darse prisa en sus ocupaciones si no quería que cualquiera de aquellos pequeños castillos que aun eran de naipes en su nueva forma de vida se desmoronase con la mínima brisa de su despiste.

*Se va*

Después de caminar bastante al primer sitio que llego es a las calles del mercado. Me gusta mucho el ambiente. Por fin gente caminando de un lado a otro, humanidad, vida. Estoy harto de ver a cuatro gatos vagando por un terreno inmenso, como si Brontë fuese una ciudad abandonada. No me había dado cuenta de lo desesperante que puede volverse ese sitio hasta que no he llegado al pueblo y he visto lo vivo que está.

Dedico gran parte de mi tiempo a caminar por las calles. Veo los tenderetes, hablo con los tenderos e incluso llego a tener una larga conversación con un vendedor de alfombras caeruleus. Participo en algunos juegos de calle, como el de elegir el cubo que tiene la bola dentro o apostando en juegos de cartas. La verdad es que me lo paso muy bien conociendo a toda esta gente, la mayoría chrysos o vendedores de otras tierras.

Como a base de tapas y pinchos de los diferentes tenderetes y hablo con alguna que otra chica para que me convenza de comprarme alguna chorrada. Al final acabo llevándome un collar de esos de cuero que al parecer trae suerte. Al menos es bonito.

Gasto gran parte de mi tarde recorriendo estas calles y relacionándome con gente. Ésto sí es vida. Jugar al ajedrez con un desconocido, discutir sobre política con un grupo de vecinos, explicar de qué se trata el ejército de Brontë... En general, conviviendo como un vecino más de la comunidad. Me gusta este ambiente, este tipo de trato. Nadie se conoce, pero no importa, no hace falta tener un trato íntimo para poder compartir cosas. Y luego cada uno continúa su día a día y puedo moverme hasta el siguiente chiringuito. Siempre en movimiento.

Cuando Inger da tantas vueltas al tema del aislamiento en Brontë empiezo a pensar que le ha dado bastante importancia a ese hecho o que llega a preocuparle. Frunzo un poco el ceño, algo extrañado.

—Bueno, obviamente estamos reclutados y eso quiere decir que debemos estar al servicio de Brontë y no tener una vida tan "libre" como las de las demás personas, pero me refería a lo bien que sienta salir y encontrarse con que las caras de la gente fluyen sin repetirse, que hay ovmiento y vida. Esa sensación de que el mundo gira —Comento con tono conciliador, tratando de darle un lado romántico al comentario, pues parece bastante turbada por el hecho del "aislamiento".

Luego presto atención, llevándome las manos a la espalda y caminando a su ritmo mientras se explica al respecto de su relación.

—Vaya, pues lo siento entonces. Eso de que todo acabe de la noche a la mañana suena muy tajante —Comento algo más serio, con actitud de apoyo. Entonces sonrío ligeramente —Mi hermana siempre decía que no había que entristecerse con amores, porque las desiusiones no son más que situaciones que te ayudan a salir del lugar incorrecto —Explico, alentador.

Sonrío a su respuesta del movimiento y miro un momento a nuestro alrededor. Me gusta el ambiente del mercado lleno de gente, pero para pasear y hablar es mucho mejor éste, tranquilo y silencioso, pero sin perder la vida de un pueblo donde las noches se pasan aderezadas en las tabernas gracias a los viajeros.

Vuelvo a prestarle atención cuando tiene el nuevo turno de respuestas. Así que la cosa no iba muy allá para la pareja feliz. Eso hace más comprensible el interés del flamma por la porquera.

—Lo cierto es que no sabría decirte qué sensación es menos mala —Comento, comedido, con una sonrisa suave y algo comprometida. —Aunque siempre es bueno salir de situaciones así, que solo parecen llevarte al malestar —Comento. Luego retiro una mano de mi espalda para moverla delante de mi cara, como apartando algo. —Ah, lo siento, parece que solo pueda amargarte. No es para nada mi estilo. Eres un chica guapa y adorable, Rick no sabe lo que se pierde si te ha dejado escapar —Acabo por decir, desenfado y risueño. Se supone que este paseo es para que se sienta bien en lugar de "tirando", no para amargarla más. A su última respuesta, amplío la sonrisa.

—No esperaba menos, eres una guerrera —Le digo, dándole un pequeño toque con el puño en el hombro, apenas un roce.

Pasamos entonces frente al cruce donde empiezan las primeras tabernas y posadas y donde el ruido se escucha como un murmullo llamativo y vívido.

—Oh, te pediré que me permitas invitarte a beber algo. Quizá podamos hacer un brindis. Por "estar en el mercado" o algo así —Comento, divertido. Si es que si se viene aquí hay que divertise.

Sonrío a ver que está más animada de lo que puede parecer y me paso una mano por la frente, de forma cómica, como si me retirara el sudor.

—Menos mal, creí que le estaba poniendo la cara larga a una señorita. Me merecería un golpe —Bromeo, pasándome una mano por el pelo y dejándola unos segundos en la nuca, como apurado.

A su forma de aceptar la invitación, me llevo la mano plana a la sien y me pongo firme con una media sonrisa, realizando el saludo militar. Luego le cedo el brazo flexionado para que se agarre.

—Si me permite, mayor —Continúo la divertida imitación para dirigirnos dentro de una de las tabernas.

Entramos en una de las que parecen menos ruidosas, una que tiene una pinta bastante más aceptable que cualquier otra llena de borrachos. De hecho, la música es amena y hay bastantes jóvenes bailando, riendo o apostando. Nos movemos entre la gente hasta llegar a la barra, pues es bastante complicado encontrar una mesa libre.

—Parece que se divierten —Comento con tono alto y ameno, pretendiendo que me escuche en medio del jolgorio y dirijo mi mirada a un grupo de gente bailando en corro cerca de los músicos. —¿Qué te apetece tomar? —pregunto.

Asiento a las palabras de la caeruleus, con un gesto como si aceptase algún tipo de reto. Luego me dirijo al camarero y le pido un par de copas. No importa gastar dinero en un día como hoy, ya que en Brontë no lo necesito y el dinero está para usarse.

—A ver qué te parece —Le comento con una media sonrisa mientras esperamos a que nos sirvan. Miro a nuestro alrededor, moviendo el cuerpo un poco al ritmo de la música, dejándome contagiar por el ambiente.

—Me dijiste que te gustaba bailar —Acabo por decirle, con un brazo apoyado sobre la barra, esperando todavía la cosumición. En la sala de baila habíamos bailado sin música y ahora quería recordárselo. Había sido un gran momento y seguro que nos divertíamos más ahora con música. En esto, el tabernero pone a mis disposición los grandes vasos de cristal con vino dulce. Apuesto un pie a que a Inger le disgustaría cualquier bebida amarga. Es ése tipo de chica.

—Para ti. Dime si he acertado —Comento, pícaro, pasándole su vaso y sosteniendo el mío, esperando a que ella lo pruebe para darle un trago.

Inger reafirma su gusto por el baile con lo que le dedico una sonrisa y un asentimiento mientras presto atención a los vasos. Ahora quiero acabarme la bebida para poder salir a bailar pronto.

Cuando le acerco la copa no parece muy convencida, pero al probarla su cara cambia completamente, como esperaba. Sonrío y asiento, haciendo un gesto con mi copa.

—Bueno, es algo que ya tengo muy asumido, señorita. Pero usted no se queda atrás —Respondo con una media sonrisa jocosa, tomando sus palabras por un halago a mí en lugar de al vino para bromear con ella antes de beber de mi copa. Los juegos de palabras son la guinda de las conversaciones festivas. Y de las demás también.

Pego mi copa a la suya un momento.

—Te prometí un brindis. Por... —No acabo la frase, dando a entender que dejo el brindis a su gusto.

Me llevo la mano al pecho, como si su aclaración fuese una flecha directa a mi pecho, y hago un gesto dramático.

—Vencido por zumo de uva —Bromeo. Luego hago un gesto de agradecimiento con la copa. —Creo que te regalaré una botella de esto cada semana —Continúo, entretenido, riendo ligeramente. Evito beber de nuevo de la copa. Acostumbrado a la jarra de cerveza, el vaso se me hace algo pequeño.

Río y asiento con alegría al remate de su brindis y choco mi copa con la suya.

—De un golpe —Digo antes de beberme lo que me queda en la copa y dejarla sobre la barra. —Ahora, ¿me concede la señorita un baile? —Pregunto, animado, tendiéndole la mano para sacarla a bailar.

Muevo la cabeza como valorando las posibilidades.

—Hum... Depende de lo graciosa que estés ebria. Seguro que se te pone la cara roja. No estaría mal verlo —Bromeo, pensando en que no me resulta difícil imaginármela. Aunque hay veces en que el alcohol cambia totalmente a las personas y te dan una sorpresa. Sin embargo, Inger es bastante sencilla de visualizar, casi como un libro abierto. Cuando me dice que le gustaría volver, asiento.

—Será un placer —Respondo con tono galán y algo más recatado.

En cuanto acepta mi oferta de baile, la agarro de la mano y tiro un poco de ella para ir hasta la zona de baile entre la gente. No sin antes avisar al camarero de que ponga otra ronda para cuando volvamos.

La música anima a un baile bastante animado y mi falta de vergüenza hace el resto. Con pasos sencillos de pies me divierto guiando a Inger a un lado u otro, enrollándola y desenrollándola en mis brazos, uniendo y alternando nuestros brazos para saltar en una u otra dirección, luciéndome de vez en cuando para conseguir que se ría y se divierta más e incluso intengrándonos en el baile en círculo que coreografían todos los presentes.

Un buen rato después de estar allí saltando y riéndo, nos retiramos de nuevo a la barra a tomar un poco de aire y refrescarnos, teniendo ya a mano las copas que pedí al camarero.

—Uff, vas a acabar conmigo —Exagero, tomando aire y todavían riendo. Luego bebo de mi vaso para recuperar algo de líquido después de sudar un poco.