-No... ha estado nada mal.- Dijo con una sonrisa socarrona. -Sin embargo, pudieron haberlo hecho mejor. Comenzaste bien, aunque supongo que dejando el palacio en esas condiciones... sea como sea, hemos ganado tiempo para nuestro señor... Buen trabajo Sûjh. Buen trabajo.- Dijo cogiéndola de la quijada y dándole un fuerte beso de tornillo. Se lo había ganado.
-Señor... jsu ejsposa.- Mintió pudor.
-Mi esposa la amo con locura, pero está muerta y, a pesar que quiero tenerla de vuelta conmigo, entiende que esto ha sido un éxito y tanto tú como yo debemos celebrarlo.- Dijo jugueteando con el colgante que tenía en su pecho. - Sin embargo, no será ahora.
-¿Has visto? Siete. Ni más ni menos. Siete grandes eminencias guardan ese palacio. Ese maldito y piojoso enano... aunque hubieses ido con todo el arsenal a por él no le habrías tocado un pelo. Es bueno saber que el hijo del rey de los "negritos" está ahí. Es, cuanto menos... interesante. Aunque... ¿Quién era esa bruja tan poderosa caeruleus? No la conozco. - Habló, haciendo un repaso de todo lo que había visto a través de la bola de su nigromante.- ¿Y has visto a la vieja de Ur? Casi me da un ataque al verla. - Rió con rudeza. - Las malas lenguas dicen que es portentosa, pero yo no he visto más que una vieja decrépita.- Dijo desenvolviendo un caramelo de menta.
No hizo ningún comentario sobre el resto. Pudo ver, al chico piscis en el lago y a algunos de los camaradas que le habían venido a buscar a Ignis. Incluso a Aren Darvenwish.
-Mientras les tengamos cogidos de cerca no hay peligro.- Resumió. -Bien hecho. Iré a decirle a Flastio las nuevas y buenas noticias.
Luego, escribió dos cartas con destinatario desconocido.