A por el huevo de dragón

Lejos de las hermosas cavenar que guardaban los oscuros tesoros de la garganta azabache, su zona externa era una de las más escarpadas que Mithos compartía con el mundo y era en su cumbre donde los dragones de esta zona gustaban de hacer sus nidos para mantenerlos lejos del alcance de los parvus y las alimañas de tierra.

Los tres jóvenes llegaron a la zona norte de la garganta después de cuatro días de viaje. El río estaba muy bajo, prácticamente seco, pero aun así debían encontrar un lugar por el que poder comenzar a ascender.

Spoiler:

Lo primero era situarse y coordinar su movimientos para luego poder emprender el viaje. Con la inforación que conocían sobre los dragones y sus huevos deberían trazar un plan de acción.

Era medio día y el calor se hacía intenso. Las nubes estaban despejadas y no se escuchaba nada más que algo de viento retumbar entre las paredes de la garganta.


Participantes:

Nagore
Follow
Fier

Cuando me enteré de que la misión era con la parvus gritona me arrepentí enormemente de haberme aistado. Sin embargo, un hombre tiene que hacer lo que un hombre tiene que hacer y si me he comprometido con una misión que puedo cumplir, ninguna parvus molesta va a hacer que me aparte de mi camino.

Intento ignorarla durante el viaje, fijándome en todo lo que hay a mi alrededor y alerta por sentir que piso tierras hostiles. Por suerte los dragones de Hummus son dragones de tierra y no eléctricos.

La otra mujer, la aether, sin duda aparenta una buena mujer para tener hijos, mejor que las demás que he visto en Brontë anteriormente. No he hablado con ella ni conozco su nombre, tampoco sus capacidades con lo que me limito a observarla con cuidado. Sin duda un aether es de utilidad en zonas de altura.

Llegamos a la garganta Azabache y me reconforta sentir el ambiente algo húmedo por el agua. Me gustaría agacharme y mojarme la cara, pero no conozco este río y no sé qué puede haber en él.

Nagore habla e ignoro todo aquello que no puede ser de utilidad. En cuanto menciona sobre escalar, miro la pared rocosa.

—Es escarpada, escalarla no me sería problema, pero es peligroso —Indico a ambas mujeres que no parecen muy habituadas a trabajos de campo. Toco la piedra. —Aquaerum —Lanzo un conjuro para humedecerla y ver qué ocurre, luego me giro a la parvus. —Tú, parvus, ¿conoces algo de la tierra? ¿Sabes qué roca es esta? —No tiene por qué saber nada, de hecho, udo que sepa algo, pero al ser un hijo de la tierra quizás tenga alguna información útil.

No dejo de mirarlo todo, hablando poco, en los días que dura la travesía. De hecho, ellos dos sólo hacen que el ambiente sea aún más frío e incómodo, así que me centro en mis tareas de observación y comprensión, tratando de adaptarme al terreno lo antes posible, también de paso a los acompañantes. No me cuesta mucho trabajo, pero no dejo de pensar una y otra vez en los peligros en los que nos podríamos meter. Tal vez me esté preocupando demasiado, pero mujer precavida vale por dos.

Nagore está de muy mal humor, incluso conmigo tiene malas formas, cosa que no había pasado hasta la fecha. Pero me muerdo la lengua y sigo hacia delante, sin ninguna queja. Supongo que en algún momento de la misión debería presentarme al muchacho, pero creo que no es buen momento. Tal vez más adelante. Por Mithos, de hecho, de momento me siento como si estuviera al cargo de una clase de parvulillos sobrehormonados.


- Dejad de discutir-. Murmuro suavemente, mientras la punta de los dedos de las manos me escuecen de ganas de darles dos collejas como dos templos, una a cada uno-. Follow, lo que sepa o no Nagore, no es de tu interés si vas a preguntarlo con esos modales. Nagore, ni se te ocurra gastar ahora todo tu potencial mágico, ¿qué piensas hacer si no cuando tengamos que coger el huevo? Lo que vamos a hacer es lo siguiente, y no admito discusiones. Vais a escalar. Yo volaré siempre a vuestro nivel, llevando las mochilas de todos, y seré vuestro seguro de vida, no dejaré que caigáis. Si tenéis una idea mejor, decidla, si no, ya estáis tardando en empezar a escalar.

Me cruzo de brazos y los miro medio cabreada, cejas fruncidas y ojos fijos: No porque no tenga paciencia, que la tengo, sino porque veo un gasto estúpido que pretendan usar su magia ahora. Y que se pasen el tiempo discutiendo. Un guerrero de Brönte es eficiente, cumple sus tareas, y no encuentra descanso en el camino.

La primera en pronunciarse respecto a qué hacer en aquella situación fue la parvus Nagore que expuso las opciones que le venían a la cabeza respecto a la forma de solventar el precipicio. Por supuesto, la aether no podría volar tanta distancia cargándolos en peso y el acabar agotada por el exceso de empleo de su magia no era la mejor de las opciones. La parvus se limitó entonces a escuchar a sus compañeros.

Follow intervino después, pues sus habilidades físicas le permitirían escalar la pared con menos peligro, pero no sin él. Tras lanzar un aquaerum a la roca, pudo ver como esta se humedecía y, en su zona inferior, se reblandecía ligeramente con lo que preguntó a Nagore sobre sus conocimientos a cerca de la piedra. Para los conocimientos de la parvus existían tres posibilidades.

La roca podría ser predominantemente caliza, de forma que su escalada fuese algo arriesgada por lo blanda que podría llegar a ser este tipo de roca. El color marrón-rojizo le indicaba que la posibilidad existía.
Por otra parte podría tratarse de una pared en la que predominaba el compuesto de tipo lutita con lo que la escalada resultaría una opción segura, pues la dureza de esta roca les permitiría agarrarse con fuerza sin peligro a que se rompiese.
Sin embargo, el hecho de ver como la piedra se reblandecía bajo el aquaerum le hizo dudar de si podría estar constituida de travertino viejo, una roca altamente frágil y granulosa, pues las zonas porosas de algunos de sus accidentes daban una impresión que poca gracia podía hacerle a la parvus.
Debía tomar una decisión respecto a la perspectiva de la subida, ya que podrían exponerse a un importante problema.

Fier acabó por sentirse incómoda entre ambos caracteres de los chicos y trató de poner orden en el grupo ordenando qué deberían hacer. Su plan parecía firme y asumible, pero quedaba por ver si sus compañeros cederían a tal mando.

Por el momento los muchachos necesitaban ponerse de acuerdo, pues las voces de mando eran demasiadas para un grupo tan escueto.

A pesar de que el grupo parecía algo arisco, todos estuvieron de acuerdo en comenzar la subida. Nagore intentó mantenerse lo más tranquila posible mientras Follow hacía acopio de su agilidad para defenderse por el terreno escarpado. Fier los seguía de cerca procurando que ninguno de los dos cayesen al tiempo que intentaba no complicar su subida con el aleteo de sus alas.

El recorrido, aunque duro y tedioso, poco a poco fue sucediéndose sin interrupciones, pero cuando ya alzaban más de diez metros de altura el viento arreció desde el sur, hacia la izquierda de donde estaban los jóvenes y recorrió el tubo que formaba la garganta con una fuerza inesperada.

Fier, suspendida en medio de las paredes de la garganta fue quien más sintió el azote repentino y se desestabilizó de su posición, siendo arrastrada por el viento con brusquedad hacia uno de los salientes, viendo como en segundos se toparía de bruces con él.

Nagore, debido a su resquemor por la escalada y al polvo de la caliza, no pudo evitar ponerse nerviosa al sentir el azote del aire y la molestia de la graba en sus ojos y nariz con lo que perdió pie quedando una de sus extremidades al merced del viento de forma similar a un grueso velamen que tiraba de ella.

Follow aprovechó sus experiencias con las alturas y supo arrimarse a la pared con fuerza cuando el azote de aire atravesó el pasadizo natural. Su máscara protegió su cara de la tierra que se levantó con el aire, pero sintió como el pequeño saliente bajo su mano derecha empezaba a despedazarse y debía cambiar su posición.

El azote de viento, a causa de su intensidad, pareció durar una eternidad para los muchachos.

Nagore quedó pendiendo de la piedra mientras el viento no cesaba mientras Follow conseguía aferrarse a la pared sin poder evitar que la roca suelta se desprendiese sobre él siendo, si no un problema, algo molesto.

Fier antepuso brazos y piernas hacia el saliente de modo el que impacto que recibió se vio ligeramente amortiguado por sus articulaciones, sin embargo, no pudo evitar algunos golpes y rascazos. Trató de echar una mano a su compañera parvus, agarrándose a la roca e impulsándose con sus alas, consiguiendo servir de apoyo para ella y que esta no cediese ante el vacío.

Cuando el viento al fin se detuvo, los tres guerreros estaban bien aferrados a la pared y, a pesar del sofoco a causa del impedimento aéreo, estaban de una pieza.

Continuaron subiendo alerta para evitar una nueva contradicción y llegaron a la cima algo exhaustos por el trabajo y el susto. Una vez allí tuvieron tiempo para recuperar el aliento y observar como a su alrededor no se veía nada más que densa niebla.

Código:

No se han tomado en cuenta todas las acciones de Fier ya que el límite por usuario en cada turno es de dos acciones completas. Así bien recordar que la forma en que los resultados de las acciones sean tomados por narrador puede variar a la forma en que lo expresa el usuario. Todo ello está reflejado en las normas y copiado en las normas de las misiones.

En cuanto el viento pasa conseguimos recuperar la compostura y continuamos subiendo. Al menos, gracias a la altura la parvus permanece en silencio y eso es un gran alivio.

Llegamos a la cima sin mayores inconvenientes y, con los pies en tierra firme, nuestra vista solo alcanza a ver una niebla densa que corta el paso. Automáticamente abro mis membranas para aspirar bien la humedad y refrescarme para estar más a gusto. Aunque resulte un incordio a la vista para mí es muy reconfortante.

La parvus da señal de avance y se pone a cotorrear una canción inventada que me molesta enormemente. Frunzo el ceño y roto los ojos.

—Los alaridos llaman la atención de las fieras. Sobre todo si parecen provenir de un animal herido —Comento con el tono neutral habitual mirando a la parvus sin moverme. Podría no ser una molestia por una vez.

Me agacho un momento y observo la tierra pasando mi palma sobre ella para ver si hay algún cambio de temperatura extraño. Es un problema. Yo puedo crear niebla momentánea pero no retirarla. Miro a la mujer aether todavía encuclillado en el suelo.

—Quizá el viento pueda jugar a nuestro favor ahora —Indico de forma seca y neutra a ella también.

La tirantez entre los miembros del grupo no tardó en aflorar una vez a situación se tranquilizó.

Nagore comenzó a adentrarse entre la niebla, sin embargo cuanto más caminaba más ciegos quedaban sus ojos ante tal cantidad de niebla y poco le permitiría avanzar si continuaba de esa forma. Sin embargo, su olfato parvus se vio ligeramente alterado y pudo sentir como un ligero aroma a heces y animal iban coronando su nariz.

Follow se acomodó aprovechando la humedad del lugar para hidratarse ligeramente y pronto echó mano del suelo para comprobar su estado. La tierra no parecía batida y tampoco se notaba ningún cambio de temperatura. Sin embargo, sí pudo observar un par de marcas que bien parecían huellas a pocos metros de su posición.

Fier desenvainó su arma a causa de la tensión que el páramo opaco le causaba y acabó por desplegar las alas a petición del joven piscis. No sintió nada en los primeros segundos, pero una vez agitó un poco las alas todos pudieron observar como la niebla parecía mecerse junto con sus plumas.

El lugar estaba sumamente silencioso de forma que el sonido agudo que escucharon de pronto retumbó de forma más exagerada de lo que podría parecer en un principio. Era similar a un grito metálico, como el chirriar de una puerta gigantesca.

Escucho las palabras de la parvus y trato de olfatear algo también. Mi olfato no es tan bueno como el de un parvus pero, si soy capaz de oler algo será que estamos cerca.

Ignorando sus otros comentarios me fijo en la tierra y, aunque parece que no hay nada raro en ella, acabo viendo una huella un poco más adelante que hace que me levante rápidamente.

—No sé si esta tierra se mueve a menudo, pero allí hay una marca en el suelo —Indico bajo la máscara, señalando con el dedo el lugar donde he avistado el evento.

Al tiempo que veo el efecto del aire sobre la niebla miro de nuevo a Fier y, antes de que pueda comentar algo más sobre el hecho, un chirrido agudo se cierne sobre nosotros haciendo que saque el kunai desde mi espalda imitando a un prestidigitador. La parvus hace algo inteligente y levanta dos barreras de tierra que sirven como fuertes, con lo que no dudo en acercarme a una de ellas para pegar la espalda justo al lado del margen de una de ellas, echando la cabeza un poco hacia afuera con una de mis orejas alerta a nuevos ruidos.

Me giro un momento hacia Fier todavía con calma y la observo tras la máscara unos segundos.

—Aparta la niebla —Sentencio con tono más bien bajo.

Ante el escabroso sonido los guerreros se pusieron rápidamente en marcha, a la espera de cualquiera que fuese la bestia que rondaba por allí. Sin embargo, tras los primeros minutos, no se volvió a escuchar ningún otro sonido y el olfato de Nagore no apreció ningún tipo de cambio olfativo.

Fier echó mano de su coraje y se adelantó para despejar la niebla que les cortaba el paso. Ante los fuertes aleteos de sus alas la niebla comenzó a moverse y arremolinarse, generando al principio una imagen difusa y posteriormente desapareciendo de su camino. Pococ a poco el camino fue quedando a la vista de los muchachos, mostrando una zona que, al contrario de lo lisa que parecía con la niebla, se mostraba escarpada y pedregosa.

En cuanto la niebla estuvo lo suficientemente despejada los muchachos pudieron diferenciar entre las diferentes alturas del terreno como en ciertas zonas se formaban montículos de tierra y piedras con restos de hierba seca y algún que otro resto de animal muerto y heces que se compactaban con la tierra formando lo que parecían una especie de enormes nidos.

Spoiler:

En cada nido se podían observar cómulos de grandes piedras, apiñadas hacia el centro. Al acercarse un poco más uno podía distinguir que las piedras grandes del centro eran más redondas y oscuras e incluso alguna parecía agitarse ligeramente de vez en cuando. Eran esta especie de piedras los huevos de dragón que aquellos nidos custodiaban. Ásperos, térreos, rugosos y muy pesados se asemejaban mucho al pedregoso terreno que los rodeaba, confundiendo así a sus depredadores.

El ambiente se mantenía en calma por el momento, sin embargo el ambiente era algo enrarecido a causa del calor y olor que emanaba de los nidos y la zona en la que se encontraban resultaba más solemne que la tierra que los guerreros habían estado pisando.

La niebla se disipa con el movimiento de las alas de la aheter y ahora se puede ver el terreno. No hay más ruidos, no hay rastro de animales ni alimañas, pero sí muchos nidos y eso es bastante más preocupante.

Se soponía que la misión era llegar a esto, pero estar en un lugar así no me gusta, me siento como pez en un banco de nargüinos y mis movimientos sobre la tierra son cautos, como si un paso pudiese causar un terremoto.

Nagore grita y corre hacia uno de los nidos para arrancar un huevo y, aunque pienso en deternerla, no lo hago ni grito nada al respecto, simplemente agarro firmemente el kunai y miro a mi alrededor esperando la llegada de un dragón en cualquier momento.

—Vámonos, rápido —Siseo.

Pronto mis esfuerzos comenzaron a dar sus frutos, y tras la ligera resistencia natural, la niebla deja poco a poco a la vista el paraje. De alguna manera, me parece ciertamente sobrenatural. O sobrecogedor. No sabría decidirme por una o por otra impresión, probablemente serían ambas mezcladas. Los nidos son gigantescas piedras apiladas hacia el centro, creando un ambiente que yo no calificaría como acogedor para una cría. Y eso que peyorativamente a mi raza se le dice medio pájara.

Entrecierro los ojos, apenas sabría decir qué podrían ser huevos o qué no, y es más, no podemos dejar nuestras espaldas al descubierto, hace no mucho oímos una especie de... ¿rugido? ¿quejido? que parecía una puerta mal engrasada. El caso, volviendo a mi mente y a dejar de contemplar tanto, que mi madre me daría tal colleja por estar alelada que se me irían hasta las ideas del cerebro; veo como Nagore echa a correr. Y mi corazón se para. Casi me olvido de aletear, sino fuera porque casi es un acto reflejo.

No puedo esperar siquiera a que mi corazón reaccione. Me muerdo la lengua con fuerza, haciéndome sangre, porque el grito está a punto de salir de mi garganta. Lanzarme en picado es acto antes que pensamiento, y me dirijo a toda prisa contra el suelo y frente a Nagore. Si no había dragones a nuestra espalda, es porque están o a los lados, o en frente.

- Corre, por todos los putos dioses, corramos.- Le susurro casi envenenada del tremendo e inesperado subidón de adrenalina. No dejo de mirar a todos los lados que puedo con los ojos bien abiertos, retrocediendo. Más le vale estar a Nagore retrocediendo también, o acabaré pisándola.

Spoiler:

Nagore rápidamente corrió hacia los huevos y, tras un par de forcejeos, consiguió arrancarlo del nido, no sin notar cierto traqueteo dentro del pétreo huevo.

Tanto Follow como Fier estaban alerta y deseando desaparecer del lugar, sin duda una zona de cría de dragones no era el mejor lugar para pasar el día y la tensión permanente del ambiente junto con el calor pegajoso daban buena cuenta de ello.

Los tres guerreros se retiraron hacia donde había venido pero entonces un fuerte y grave rugido los sorprendió desde la izquierda. En cuanto los guerreros dirigieron la vista se encontraron con que un enorme dragón, orondo y marrón con las alas más bien cortas, se acercaba a ellos corriendo y bastante enfurecido de verles allí.

No tardó demasiado en acercarse pero, a pesar de su visible enfado, no era una bestia cualquiera. Al comprobar que los guerreros iban armados se detuvo a los pocos metros y se alzó sobre sus patas traseras para dar un fuerte rugido. Tras esto, echó la cabeza hacia adelante para escupir con fuerza hacia los guerreros.

De su boca no salió fuego, sino que lo que surgió fue una especie de líquido amarillento que parecía reaccionar al contacto del aire, pues pronto la cara del dragón se rodeó de vapores a causa del chorro. El líquido, impulsado con gran propulsión hacia los guerreros, quemaba las plantas sobre las que goteaba en su recorrido, dando señas de ser un potente ácido.