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 Ciudad Capital

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Aren Darvenwish
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Aren Darvenwish


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MensajeTema: Ciudad Capital   Ciudad Capital EmptySáb Ago 03, 2013 9:02 pm

Capital de Caligo.
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Alexander Price

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MensajeTema: Re: Ciudad Capital   Ciudad Capital EmptySáb Ago 03, 2013 9:03 pm

El ave acabó exhausta después de semejante viaje por los cielos del Continente del Rayo y al final, al alba, a la parejita de jóvenes fugados no les quedó más remedio que descender. El viento de la madrugada junto con la poca resistencia que aquel viejo Strell le ofrecía al viento, les había arrastrado a muy pocos kilómetros del Templo de Fulmen.
-Alex, vayamos a visitarlo, por favor- dijo Summer completamente extasiada después de aquella inesperada fuga. Parecía feliz, sin embargo, Alexander pudo ver cierta preocupación o miedo en sus ojos ya que, a pesar que había sido ella la que había propuesto moverse, esperó a que él diese el primer paso, para luego comenzar a caminar ella. 
-Está bien, pero llévalo tú- dijo con amargor en su tono, viendo el templo a lo lejos, entornando los ojos debido al amanecer. -Garves...- masculló con cierto asco, envolviéndose a sí mismo en penumbra, pues el sol de frente era el más terrible de los horrores. 
-Alex... ¿Qué te pasa?- preguntó ella- ¿No estás contento?- dijo parándose y extendiendo una mano hacia él, sin llegar, por otra parte, a tocarlo. No porque tuviese aquel recelo a tocar a hombres (pues no hacía más de unas horas se había abalanzado sobre el para abrazarle) sino por que no se atrevía. Sabía que cuando en momentos delicados, el contacto físico podría no ser agradable.
Un escalofrío le recorrió la espalda al acordarse de aquel violador que la había acosado en el lago y sintió irrefrenables ganas de tener una buena bañera de agua para purificarse. Realmente estaba cansada del viaje, pero no por ello, falta de ánimos. - ¿Acaso no quieres ir al templo? No tenemos que ir tampoco si no quieres... sólo lo dije porque quizás allí nos den algo de comer...- dijo en un susurro, viendo su zurrón y comprobando que se había gastado sus ahorros en aquel Strell viejo y flojucho que ahora que se habían parado, picoteaba entretenido en el suelo. 
-No es eso- sonrió forzadamente- Vayamos. Al fin y al cabo no tenemos nada mejor que hacer- dijo extendiendo su trémula y enguantada mano hacia la suya, aún sin atreverse si podía cogerle la mano. Suponía que sí: al fin y al cabo se acababa de fugar con él. Sin embargo, no tuvo que esperar mucho a saber la respuesta, pues la Flamma, sonriente, le cogió la mano y sonrió cálidamente para luego hacer un gesto con la cabeza en dirección al Templo. - Venga, vamos. No estés triste, Alex. Ya verás, seguro que en el Templo de Fulmen son todos muy amables.
-Eso no lo dudo- habló el rubio mientras caminaban a paso ligero. - No me preocupa lo que tengo delante. Me preocupa lo que estoy dejando atrás.- Dijo con tono autoritario.
Recordó a Volto, a Clara y a Kettleburn. Todos ellos perdidos por culpa de aquel hombre... 
Tragó saliva y se llevó una mano al cuello. No: por su culpa. 
-Deja de pensar en ellos- acertó a decir la dulce voz de Summer- Están muertos, ¿verdad?- acertó, como si le hubiese leído la mente. Pues sabía o por lo menos intuía en que estaba pensando en ellos- Pues sólo nos queda rezar por ellos para que Nona los tenga en su seno. - suspiró, sin soltarle la mano.- Si seguimos a este ritmo pronto llegaremos- dijo sonriente- me duelen las tripas del hambre- rió, con el fin de amenizar un poco el viaje.
Por su parte Alexander asintió ante las palabras de la mujer para, sonriendo tímidamente, susurrar- Yo también tengo hambre. 
Ahora tenía hambre, pero no hace mucho lo tenía todo y el hambre era lo único que escaseaba en su mundo. -Cuantas vueltas da la vida...- susurró para sí, aún envuelto en su aura oscura que, a pesar de sus grandes dotes mágicas, empezaba a desaparecer debido al cansancio. 

...

Ya los últimos metros, Summer no pudo resistirse y echó a correr hacia la sombra de las inmensas columnas del Templo del Rayo, mientras Alexander no pudo reprimir una enorme sonrisa. Al fin y al cabo, verla tan contenta le animaba a él también. Se acordó de Inger por alguna razón desconocida, sin embargo, sonrió de nuevo y giró la cabeza. Summer era ahora todo lo que tenía. Debía olvidar Brontë y todo lo que entre sus muros contenía. Ciertamente Inger habría sido la dama perfecta. Guapa, dulcemente tímida y sobre todo: caeruleus...
A Alexander no le desagradaba que Summer fuese Flamma en absoluto, sin embargo... sus planes de futuro consistían en pesentarla en cierto... lugar en el que no sabía si sería aceptada debido a su raza. 
Tragó saliva y, entre pensamiento y pensamiento y entre preocupación y preocupación, entró en el Templo, donde después de que Summer utilizase su "enchufe religioso" pidiendo asilo, los sacerdotes y sacerdotisas del lugar los atendieron a las mil maravillas.

Pasaron entonces una semana en él. Lo justo para poder retomar de nuevo su viaje. El Strell, por su parte, al que decidieron bautizar como Selther (Alexander había optado por Viridion, pero al final, cedió ante Summer que, haciendo un par de pucheros a la hora de la cena, decidió ponerle el nombre del antiguo dios) estaba completamente recuperado y lleno de energía. 

-Bueno, jóvenes ¿a donde os dirigís?- preguntó una de las sacerdotisas con la que más relación habían establecido. 
-Pues... en principio no tenem...
-A Caligo- interrumpió Alexander a Summer, cortante, colocando una de sus manos delante de su vientre sin llegar a tocarla, simplemente para marcarle que debía callar. 
-Pero...
-A Calligo- repitió él. Esta vez, con un tono más permisivo y relajado, incluso con una ligera sonrisa.
-Muy bien, dicen que el clima en verano es fantástico. Seguro que se pasan unas noches muy agradables, además siempre está la familia- dijo la sacerdotisa a Alexander, al din y al cabo su raza estaba más que definida. 
Él no dijo nada. Ese era un tema escabroso y no iba a hablar de él con semejante pazguata. 
Suspiró e hizo una reverencia, obviando esa última referencia- Muchas gracias por su hospitalidad. Han sido todos realmente amables- remató con su elegante cortesía.
-Summer, vamos- dijo rotando sobre sus puntas y agarrando las riendas de Selther a la salida. -Sube Summer- dijo ya más relajado. -Hablaremos luego, ¿vale?
-Vale...-dijo ella, un poco cohibida.- Hasta pronto- dijo entonces despidiéndose de la sacerdotisa. 


Aquella tarde, Selther voló con fuerza y ansias lo más fuerte y rápido que pudo, atravesando el Océano del norte y llegando a Lumen, donde hicieron un pequeño descanso para merendar. 
-Llegaremos a Caligo con la puesta de sol- dijo Alexander.
-Eso está bien- dijo ella.
Alexander agachó la cabeza y se rascó la nuca.
-¿Me perdonas por haberte cortado en el Templo mientras hablabas? Siento ser a veces un poco... firme- dijo cogiéndole una de sus manos con las dos suyas. 
-Claro que te perdono, tonto.- dijo sonriente, acostándose encima del mantel de cuadros sobre el que ambos descansaban y tomaban un descanso tras tantas horas de vuelo, pese a todo, él no le soltó la mano y sus ojos, pese a la claridad, se esforzaban de veras por verla, tan relajada y sonriente. 
Realmente parecía que aquel viaje le estaba haciendo respirar.
Al cabo de un rato, Summer recuperó su posición sentada y se produjo un silencio entre ellos- ¿Y porqué quieres ir a Caligo? ¿Es por tus padres? ¿O tienes pensado establecerte allí?- dijo con voz trémula. 
-Bueno... - dijo sonriente- He cazado una buena pieza- dijo azuzándose el pelo con brío- Tendré que colgar tu cabeza en mi salón, al lado de todas las piezas conseguidas por mi familia en los Juegos de Caza de Caligo- dijo divertido, para luego ponerse a reir como un loco.
-¡Idiota!- le dijo ella divertida, siguiéndole la broma y dándole un empujón, de modo que él cayó a una posición acostada.- Ya verás, estarás preciosa al lado de la cabeza de un ciervo- dijo sin poder parar de reir.
-¡Idiota idiota idiota!- dijo ella riendo, si cabe, mucho más alto, dándole puñetacitos suaves en el hombro, ciertamente sonrojada. 


La tarde pasó amena y divertida, hasta que ambos, con energías renovadas, decidieron ponerse en marcha de nuevo. Pronto llegarían a Caligo.
Al cabo de un par de horas de vuelo, avistaron la oscura isla y a Summer se le encogió el corazón al ver aquella tierra de oscuros bosques. Tragó saliva y apretó la cintura de Alexander temerosa, sin embargo, no dijo nada.

...




Una mujer rubia, de pelo laguísimo, con su cabeza tapada por un elaboradísimo sombrero de importación tomaba té en un enorme salón. Sus ojos eran de un azul brillante y muy muy claro, como si se tratasen de un par de cubitos de hielo puestos hacia el cielo y para terminar, un collar de perlas blancas delimitaban el fin de su cabeza para dar lugar a un gran escote, donde descansaban un par de senos cubiertos por una piel de algún tipo de animal caro, pues su pelo parecía extremadamente cuidado y suave. 
Su cuerpo estaba enfundado en un gran vestido negro y violeta, acorde con el color de su sombrero y muy elegantemente, sus finas manos, enguantadas en un par de guantes de terciopelo negro que cambiaba su tonalidad al violeta en el extremo de los codos hasta donde los mismos llegaban y como colofón, un enorme anillo decoraba uno de sus dedos, seguramente una muestra de su matrimonio. 
Al cabo de un rato, entraron, de un modo muy elegante dos hombres enfundados en negro riguroso, ambos con capa y con cara de preocupación. El más mayor de ambos, seguramente el Señor Price, Caballero de Honor y Duque de Cáligo, destacaba seguramente por un rasgo muy característico como era la falta de un ojo, o por lo menos, la apariencia de falta, pues un elegante parche negro adorna uno de sus ojos. 
El otro un joven desgarbado, muy alto, fuerte, buen mozo, con una barba rubísima de una semana, aproximadamente, mientras que su claro pelo, característico de su gen familiar, es corto, bien cuidado, pero corto, realmente corto, casi al cero. Su gesto es rudo y ya supera la treintena. En su poder, una bonita espada con una "P" grabada en su empuñadura, atada a su cinturón, descansa con innumerables muertos a sus espaldas. 

La mujer abraza a su hijo y a su marido respectivamente y se disponen a pasar una ociosa tarde, pues en cuanto estén listos, saldrán hacia los baños públicos de la ciudad y luego visitarán a unos conocidos. 
Sin embargo, el sonido del timbre les alerta.
-Curtis, abre- bramó el de cabeza rapada y poblada barba al mayordomo que, durante la escena, había estado en un segundo plano todo el rato. - Madre, Padre, iré a cambiarme y a dejar el arma y enseguida partiremos hacia los baños. No tengáis cuidado- dijo besando la frente de ella y haciendo un gesto de respeto a su padre.
-De acuerdo cariño- dijo la mujer, ya bien metida en los cuarenta.
-Bien- dijo el Duque, por su parte, sentándose tranquilamente en una butaca, cerrando sus párpados, disfrutando del silencio.- Tráeme vino- ordenó a su esposa, la cual no dudó ni un minuto y, como una autómata, sirvió a la orden, ara luego, apoyarse en el marco de la ventana, admirando la noche, con la mano en la quijada y el codo apoyado en el marco, en una postura descansada. - Qué buena noche hace...-suspiró.

De repente, los pasos acelerados del mayordomo comenzaron a subir casi a trompicones las escaleras para acceder a aquel segundo piso. - SEÑORA, SEÑOR- bramaba.
Ambos se pusieron en tensión. Ella recuperó su formalidad y por su parte, el Gran Duque se levantó hecho una furia. - CURTIS, ¿POR QUÉ BERREA? - sentenció con una voz grave, perdiendo los papeles y alzando él la voz también, pues era la primera vez que su ya viejo y medio cojo mayordomo hacía tal cosa. 

El viejo, casi sin aliento, se apoyó en el marco de la puerta, cogiendo aire, mientras otros pasos, más ligeros se escuchaban subir las escaleras.
-¿QUIÉN SUBE?, ¡CURTIS!- bramó el Duque- ¡HABLA MALDITA SEA!- pero el pobre mayordomo estaba hundido en lágrimas que rodaban por su arrugada cara y no podía articular articular una sola palabra. - A...A... el señorit... A...- balbuceaba.

Entonces, una mano enguantada le dio al viejo Curtis un par de palmadas en la espalda y el más joven de los Price apareció por el dintel de la puerta, con aires de grandeza y con un gesto muy muy serio en el rostro.- Buenas noches, Padre. Madre. Es un placer volver a veros.- dijo simplemente. 

-¡ALEXANDER!- chillaron los dos al mismo tiempo.

Summer, por su parte, yacía detrás de su acompañante, completamente cohibida, con las manos y pies juntos y la cabeza hundida entre los hombros.
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MensajeTema: Re: Ciudad Capital   Ciudad Capital EmptySáb Ago 03, 2013 9:05 pm

El silencio era tal, que en la sala únicamente se escuchaban los sonoros bamboleos del péndulo del enorme reloj que coronaba el centro de la pared del fondo.
Alexander sonrió apretando los labios y se encogió de hombros.-  Cuánto tiempo…- dijo entonces, abriendo las palmas delante de ambos, para corresponder, en este caso  a su padre que se había levantado como una flecha olvidando su bastón azabache y en aquel instante ya lo abrazaba.- Mi hijo… mi pequeño… mi dulce Alexander…- dijo mordiéndose el labio inferior, aguantándose las ansias de romper a llorar. - ¿Has mejorado de la pierna?- masculló Alexander, prácticamente ahogado en el pecho de su padre.
-No… es eso- rió su padre, henchido de felicidad.- Me lo he olvidado… con la emoción de volver a verte- dijo secándose una lagrima fugaz y sorbiendo. – Creímos… tu madre y yo creímos que aquella noche en la que no volviste a casa… Los periódicos anunciaron tu desaparición y, a los pocos meses, se te dio por muerto. – Hizo una pausa- Entonces… si tú estás vivo… dime que la pequeña Clara y el simpático Volto también, por el amor de una madre…- dijo separándose de él y agarrándolo de los hombros, con su mirada tuerta llena de esperanza.
- Para- dijo el joven. Zafándose de su atadura. Serio.- Deja de comportarte así.- dijo frío. – Tengo que contaros muchas cosas.- Aclaró- Pero antes tengo que presentaros a alguien- dijo dirigiéndose a la puerta y cogiendo a Summer por la muñeca. –Venga, Sum…- dijo tirando de ella. – No te vas a quedar detrás de esta puerta de por vida…- le regañó.
Al final la Flamma se dio por vencida y apareció por primera vez ante aquella rubia familia. – B-buenas noches…- dijo respirando muy entrecortadamente- Soy… Summer Bullet. – dijo nerviosa, viendo al suelo.
El hermano mayor de Alexander apareció por el flanco derecho del pasillo y se quedó de piedra.- Pero qué…- dijo estupefacto, dejando caer al suelo su pesada arma para correr a abrazar a su enano. – Cabrón, ¿dónde te habías metido?- dijo completamente feliz, pero sin perder la serenidad que le caracterizaba.
Su madre, por su parte, permaneció estática, henchida de felicidad pero sin ser capaz de expresarlo con ningún movimiento o acción.- Alexander…- dejó salir.
 
[…]
 
Todos tomaron asiento  a la hora de cenar. La cabecera, coronada por el Señor de la casa y, a su derecha, su mujer. En frente de esta y a la izquierda de su padre, Efesto; seguidamente, Alexander, al lado de su hermano mayor y, en frente de él y al lado de su madre, Summer.
Durante la cena, Alexander les amenizó con sus aventuras, sin reparar en decir toda la verdad: desde las deudas que le habían obligado a huir con sus dos amigos, la muerte de ambos, su estancia en el palacio de Brontë…
Silvanus también tuvo cabida en la conversación. Cómo lo había convertido en su esclavo y cómo lo había utilizado como moneda de cambio por sus deudas. Su huída con Summer y su llegada hasta su casa de nuevo. Todo con un nivel de detalle increíble.
Cuando hubo acabado, vio a su hermano que, con una sonrisa en los labios, lo abrazó con fuerza, frotándole la cabeza- ¡Jajajaja qué cabrón eres, enano! – dijo elogiándolo.
-Efesto- habló su padre, haciendo un gesto con la cabeza hacia la invitada flamma.
Summer estaba realmente afectada. Miraba a Alexander como si estuviera viendo un auténtico desconocido y tuvo repentinas ganas de desaparecer de aquél lugar.
Agachó la cabeza, sombría. – Si… me disculpan…- dijo levantándose para luego abandonar la sala, realmente afectada.
-¡Summer! - Dijo Alexander, extendiendo una mano hacia ella, para luego arrastrar la silla hacia atrás para ir detrás de su amada. Sin embargo, la fuerte voz de su madre le detuvo.- Alexander, siéntate. – dijo firme, bebiendo té. – Déjala. Luego irás a junto de ella. Ahora debemos aclarar todo esto. –Vio a su marido.  – Volto y Clara… muertos. Habrá que informar a sus padres. Es lo más justo. Sin embargo, no diremos el por qué. Simplemente que fuisteis cautivos de unos secuestradores y que tú has logrado escapar. Creo que es lo más justo y menos peligroso. No pienso poner nuestro apellido en peligro por un par de niñatos que te arrastraron a la mala vida del juego.- Aclaró.
-En cuanto a ese chico… Sil…
-Silvanus. – completó Alexander. – Silvanus Kettleburn. –Añadió.
-¿Estás seguro de que no podrá delatarte, verdad? Si tú has sido capaz de escapar de ese hombre… ¿No podría hacerlo él también?- Inquirió ella.
-Ese chico no es más que un prostituto de Aren Darvenwish.- Hizo una pausa.- O algo así.
Sus padres abrieron bastante los ojos. –Es cierto. El Señor Davenwish ha dejado el país para atender sus funciones representando a nuestra raza en el Ejército de los Siete Colores- recordó su padre. – Alexander… No me he ganado esta posición en una tómbola- aclaró su padre.- Y por muy hijo mío que seas, no voy a cargar con tus pecados. – dijo poniéndose de pie y recogiendo su bastón.
-Claude…- dijo su mujer, reprochando sus palabras. Entonces vio con fiereza a Alexander- Reza a Mithos para que esté muerto y no te descubra.- dijo levantándose para acompañar a su marido, para retirarse con él.
En cuanto a Efesto, este le pasó una mano por la espalda y se frotó la nariz con ganas con la otra.- Pues yo creo que hiciste lo correcto, piojo.- Le aclaró. - ¿Qué ibas a hacer? ¿Cargar con las culpas? ¿Para qué están los criados y esclavos? – rió con ganas- ¿Verdad Curtis?- dijo echándole la lengua a su mayordomo.
-P-p-por… por supuesto- respondió él, no muy convencido de su respuesta.
-Nah, tú tranquilo… Aunque he de serte sincero… si era un subordinado de Aren o algo así… Hay que contar con la posibilidad de que se haya salvado debido a la intervención de su dueño.- dijo meditando. –Aunque bueno- dijo dándole una fuerte palmada en la espalda con una sonrisa- ¿Para qué se iba a molestar el Señor Darvenwish por un esclavo? Tiene miles. Bah, tranquilo, enano. Estarás bien. – le sonrió, juntanto su frente con la de su hermano menor. – Venga, ahora ve a junto esa chica y habla con ella. – dijo poniéndose en pie, para cargar su arma a la cintura y salir del comedor- Voy a ir a dar  una vuelta. – Dijo sin más.
 
Alexander asintió, sin decir nada, pues estaba pensando en todo lo que le acababan de decir y, sin perder un instante, echó a correr por los pasillos hasta encontrar a Summer llorosa en una esquina.
-Sum…- dijo él, acercándose con preocupación y recelo.
-Eres un… ¡Eres un mentiroso! ¡Y un… mercenario! ¡Y… todo!- dijo rabiosa.
-Sum… - chasqueó la lengua, pasándose una mano por la nuca.- Tsk… no lo hice por gusto…- dijo sereno, aunque preocupado por la reacción de la chica.
-¡Ya, claro!- se defendió ella.- ¡Alexander, debes confesar todo esto! ¡Es lo correcto!- dijo ansiosa, acercándose a él y poniendo sus manos en los hombros de él. – Por favor… Sino nunca podrás vivir en paz contigo mismo.- Argumentó.
-Ya claro…- dijo acariciando una de sus mejillas. – En la cárcel tendré mucha paz- rió, con el fin de traquilizar a la chiquilla.
Se produjo un silencio incómodo.
-Sum… ¿me perdonas?- dijo acercando su boca a su frente, para darle un beso. – Por favor. Yo ya no soy aquel chico descerebrado. ¿Sabes por qué?- dijo el rubio, acariciando su cuello- Porque ahora te tengo a ti. Tengo a alguien de quien ocuparme y a quien quiero.- Aclaró.
Entonces la vio firmemente a los ojos. – Nunca permitiré que te pase nada.- le dijo agarrando su cabeza con ambas manos.- Summer…- entonces la abrazó y hundió la cabeza en su cuello.- ¿Serás capaz de perdonarme?
-¡Alex!- Summer correspondió al abrazo.
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MensajeTema: Re: Ciudad Capital   Ciudad Capital EmptySáb Ago 10, 2013 12:24 am

-[...] Mithos os acoge en su seno y, de este modo quedáis unidos por un lazo inquebrantable bajo sus ojos y sobre sus faldas.- El sacerdote acercó una bola de cristal a las manos del caeruleus para que la besara. 
Era una esfera transparente y con un  brillo especial. Tenía un relieve muy trabajado en el que se diferenciaba la geografía física del Mundo de Mithos, como si de un pequeño planeta a escala se tratase. 
Cuando los labios de Alexander tocaron la esfera, su interior se tiño de un violeta suave.

Es sacerdote hizo un gesto con la mano para que dicha esfera fuese cedida a su compañera.

Summer, con sumo cuidado, besó también la esfera que representaba a su Dios y el vaho que contenía en su interior, mágicamente comenzó a tornarse rojo. De este modo, el vapor violáceo y el vapor bermejo confluían y se entremezclaban una y otra vez, como si estuvieran bailando y besándose en el interior del cristal. 

El sacerdote abrió los brazos de par en par. - La unión se ha concluido. Vuestro amor ha sido sellado y Mithos os ha otorgado la bendición de permanecer juntos para el resto de vuestras vidas. El Mundo-dijo cogiendo entre sus manos la esfera.- Guarda en sus entrañas vuestro amor ahora. Cuidadlo, queredlo, alimentadlo con felicidad, con el fin de que la providencia divina de Mithos os guíe y os guarde para siempre. [...]- El sacerdote concluyó el momento más importante de la ceremonia para luego, continuar con el casamiento, no sin antes, colocar la esfera del matrimonio en un cojín aterciopelado para ofrecérsela a los novios que, en aquel mismo instante, dejaban de serlo para convertirse en marido y mujer. 


[...]


Habían pasado tres semanas desde que Alexander había llegado a casa y Summer ya estaba mucho más integrada. Se la veía algo más relajada y la pareja pasaban mucho tiempo juntos. 
Alexander acompañaba todas las noches a Summer para dar paseos por la cuidad, sin embargo, el joven también tuvo  que hacer sacrificios y salir de día, para enseñarle a Summer la ciudad y los alrededores.
Incluso realizaron varias excursiones en familia al extrarradio, para enseñarle e país a la flamma. 

Fue en una de esas excursiones donde Alexander presentó a Summer la posibilidad de casarse, con el fin de formar una familia. Eran jóvenes y aquella sería una aventura estupenda. Aventura que él quería vivir con ella. 
Summer, bastante impresionada, se tomó algo de tiempo para reflexionar. Sin embargo, al final aceptó, dándole un fuerte abrazo. Él la correspondió con un beso inocente en la mejilla, para luego juntar sus frentes, con sus caras llenas de felicidad. 

De este modo y, un par de meses después, la boda se realizó, de modo que la pareja pudo consumar su amor hasta el final la noche en la que se casaron. 





FDR: lo escribo en plan por encima porque sino no acabo.
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MensajeTema: Re: Ciudad Capital   Ciudad Capital EmptyDom Mar 02, 2014 5:53 pm

LA AGONÍA DE MITHOS


Algo turbaba la noche. Hacía ya algunos días que los caeruleus sentían una extraña sensación de nerviosismo y desamparo. El ambiente era extraño, los animales parecían revueltos, las mareas no guardaban la calma y los vientos del sur eran cada vez más abundantes y helados.

Los primeros días se presentaron como los comienzos de un duro invierno. Los mares estaban picados, dificultando la pesca y el comercio; el tiempo no dejaba de ser lluvioso y con fuertes ráfagas de viento helado. Más de una vez el interior fue cubierto por nevadas y granizos y las montañas no parecían querer mostrar más que el blanco de sus cumbres. La niebla era constante, dificultando la visibilidad incluso durante la noche y la tierra se escurría constantemente a causa de la continua humedad.

Poco a poco las cosas empeoraron. El revuelto del mar se convirtió en oleajes que demacraban los diques, la niebla pasó a ser un mal que impedía recorrer ciertos caminos, las lluvias y corrimientos de tierra acababan con casa y cobertizos, el viento níveo volvía las calles desérticas y se habían empezado a sentir algunos terremotos que preocupaban a aquellos que vivían en las galerías subterráneas.

Los continuos desastres intranquilizaban a la población, que pedía una y otra vez respuestas a la falta de su líder primordial. Pero la verdadera preocupación no llegó hasta el día en el que el sol parecía no ponerse.

Las noches eran cortas, los días demasiado largos y la penumbra no se alejaba nunca de las costas. Los más ancianos lo reconocían como un terrible augurio y clamaban a los viejos dioses en busca de clemencia o perdón.

En la semana en la que el mundo se vio revuelto, Caligo sintió el calor del sol y un brillo que no cesó hasta los últimos días. Algunas de las zonas subterráneas se desmoronaron causando varias víctimas, las cosas se vieron azotadas por inundaciones y la tierra vibró de tal forma que los márgenes con Lumen parecieron acercarse.

Cuando las eventualidades cesaron, la población guardaba ya una preocupación inminente. ¿Qué sucedía en Mithos para que las cosas llegasen a aquellos puntos?
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MensajeTema: Re: Ciudad Capital   Ciudad Capital EmptyDom Mar 09, 2014 10:35 pm

Eran tiempos extraños.
Alexander y Summer se habían trasladado a un piso en la calle justo en frente de la de sus padres. De este modo tendrían intimidad familiar pero teniendo a los abuelos cerca y, por otra parte, estos últimos, podían descansar bien por las noches de los lloros de la creciente familia, que ya gozaba con dos miembros y un tercero en camino.

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Podían permitirse el lujo de no salir de casa en aquellos tiempos complicados. La gente estaba agitada y el líder Darvenwish, fuera. ¿Qué podía haber más urgente que esto?
Aún podía sentir en sus huesos el miedo de los días pasados. Era una situación horrible.

Ya fuera noche o día, las ventanas y puertas de su nuevo hogar permanecían completamente cerradas. No saldrían si no era estrictamente necesario. Además: Summer no debía ver las miserias e inclemencias del exterior. No sería bueno para su frágil forma de ser.


Comprobó la trampilla. Todo estaba correcto.
-Sobreviviremos aquí dentro con la comida de la despensa.- Le explicó a su mujer.- Efesto vendrá en un par de horas a visitarnos y a saber qué tal estamos.- Aclaró, mientras la abrazaba, escuchando el mal tiempo del exterior en silencio.


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MensajeTema: Re: Ciudad Capital   Ciudad Capital EmptyMar Abr 08, 2014 4:17 pm

Las noticias no han tardado en llegar a mis oídos. Al fin, el líder ha vuelto a su madre patria para hacerse cargo del país como Mithos manda.
Cierro con sutileza un gran libro de leyes y me froto la vista con suavidad. -Summer, saldré un momento.- Digo sin más miramientos y dirigiéndome al recibidor de mi apartamento para luego bajar a la calle.

Me veo en el reflejo de un escaparate y sonrío. Estos años me han sentado francamente bien. Está mal que yo lo diga, pero... es así. He dejado de ser un crío asustado para convertirme en todo un hombre y cabeza de familia. He crecido un poco, incluso. Mi rostro ha dejado atrás los últimos vestigios aniñados y mi coleta luce realmente hermosa, larga y brillante. El único deterioro que he sufrido ha sido mi vista, pues el estudio me la ha cansado y en contadas ocasiones, me es necesario vestir unas pequeñas y casi invisibles lentes.

Al fin parece que mis fechorías de niño inmaduro han quedado en el pasado. Las recuerdo todas y cada una de ellas y ahora, me río de ellas.
Pronto nacerá mi tercer hijo y pronto acabaré de estudiar. Lo único que me falta es un trabajo en la corte o en cualquier lugar de postín y mi vida estará completa con mi temprana edad.
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MensajeTema: Re: Ciudad Capital   Ciudad Capital EmptyJue Mayo 01, 2014 10:31 pm

¿Existe algo más maravilloso en este infame mundo que salir a pasear con la familia? No lo creo.
Camino con Summer de la mano mientras ella empuja una cesta de mimbre y pana con nuestros dos hijos dentro. Su abultado vientre pronto nos hará cambiar de silla por una algo más grande.
A mi lado, mi hermano. Hoy se pasará el día en unas termas con unos amigos y como quedan de camino, ha decidido acompañarnos. No es que rompa el idílico momento pero... sus bromas y groserías sobre mi puntería a la hora de buscar hijos son molestas. No para mi, pero Summer se ruboriza cuando su cuñado se mete con ella. Es algo natural para él. Siempre ha sido así. Sin embargo a la flamma le cuesta entenderle a veces.
Por otra parte, mis padres también nos acompañan. Es raro verles por la calle sin un motivo aparente. El odio no está entre sus prioridades y, pese a que sé de buena mano que están relajados, no han dejado de tener la boca tensa en ninguno de los momentos. Siempre están alerta a cualquier cosa.

La familia Price está al completo y más unida que nunca. Cuando nos enteramos que el líder Darvenwish había regresado, en casa se respiró una gran alegría. Como cualquier familia de Caligo, nos gusta que nuestro líder ronde por aquí y por allá, que inaugure plazas y fiestas, etc. Es bonito ver y estar invitado a esos actos.
Sin embargo, una segunda reacción más amarga nos embargó a todos al recordar cierto pasado turbio que nos ha empujado a mantener nuestro gran secreto.
Toda la familia teme que en Brontë sepan algo. Es poco probable. Silvanus Kettleburn está como mínimo muerto y no hubo testigos aquella noche.

Respira Alexander. Todo está bien.


*Van al parque y mememé*
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MensajeTema: Re: Ciudad Capital   Ciudad Capital EmptySáb Jun 14, 2014 8:29 pm

Mi tercer hijo llegó al mundo aún con aquella horrible tormenta dando sus últimos coletazos. Sin embargo ahora el tiempo es agradable y mi vida sigue su curso normal. Con algo de cansancio, pues el pequeño parece gozar con los lloros dirunos aunque no es nada que no sea soportable. Cuando has tenido gemelas anteriormente, uno es... un juego de niños.

He acabado mis estudios y ahora tengo un trabajo estable en el banco de la ciudad. No es un trabajo realmente entretenido, aunque gano un buen sueldo, por lo que no es que tenga queja.


Un día vino mi hermano a casa. - ¿Qué quieres?- Dije invitándole a una taza de té cargado.
- Ha llegado esta carta de palacio a casa de padre.- Dijo con un tono realmente apagado.- Parece que algo serio ha pasado y estás hundido hasta el cuello. ¿Qué nos has ocultado?- Dijo extendiendo el sobre abierto.
- ¿Qué?- Cogí la carta con rapidez- ¿La habéis abierto?- Pregunté nervioso.
-Bueno... venía para la familia, no para ti.- Aclaró.


Mi cara se descoloca. ¿Delito? ¿Qué delito?- Esto debe ser un error.- Dije levantándome. -Esto... no está bien.- Me pasé una mano por el pelo y bufé. -No le digas nada a Summer. - Dije sin más.




Ahora espero a que el día de la citación llegue. Estoy nervioso. La falta de datos me ha despertado una incomodidad enorme. ¿Cómo voy a preparar una defensa para una acusación si ni si quiera sé de qué se me acusa? Por lo que ahora estoy en vilo. Intento disimularlo delante de Summ, aunque creo que está empezando a sospechar.


Los días pasan lentamente.

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Madame

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MensajeTema: Re: Ciudad Capital   Ciudad Capital EmptyJue Sep 17, 2015 12:02 pm

Frunzo el ceño, disconforme, en cuanto me da la noticia, y me acomodo un poco la boa de pelo sobre los hombros, manteniendo un semblante gélido, severo. No hay ninguna muestra de enfado evidente, por supuesto, aunque la tensión del aire ha crecido en cuanto me lo ha dicho.
Estrecho un poco los ojos, mirando al hombre, sin decir nada. No es muy alto ni muy agraciado y, por lo que veo, tampoco muy listo. La mano derecha comienza a moverse, a tamborilear en la mesa con las largas uñas lacadas, a ritmo lento, pero no deja de parecer impaciente. Se siente juzgado, es evidente. Y no es incorrecto, aunque no es él el que me incordia, sino sus noticias.

-¿No habéis podido rastrearla? –inquiero, con tono neutro, y el niega.

-No había huellas, Madame.

Es imposible. Simplemente han pasado por alto las evidencias. Estoy rodeada de incompetentes.
Dejo caer la vista al suelo de la estancia, lujosa, con las cortinas pasadas para evitar que entre la luz de la mañana. Flota un perfume penetrante en el aire, que tiende a relajarme, pero ahora no lo hace.

-¿Y Sanders?

Tiembla. Lo miro con los ojos entornados, con el rostro bajo, con gesto anodino, aunque quizás algo de desprecio esta vez. El aumento del ritmo cardíaco, ese apestoso olor a sudor que emana de él, esos movimientos inquietos.
Aparto la vista, girando la cabeza hacia la derecha para centrar la vista en los rayos de luz abandonados que se cuelan entre las cortinas.

-Madame, yo…

Ni siquiera lo miro.

-Me da igual lo que tengas que decir –respondo, aunque manteniendo las formas-. Fuera de mi vista-. Se queda quieto, con la boca entreabierta, pero basta una mirada más para que se apresure a tomar la puerta entre reverencias. Dejo que pasen algunos segundos-. Shri –llamo entonces.

La chica aparece al instante, fluyendo de las sombras como si fuese líquida. Hinca una rodilla en tierra y baja la vista. La miro sin volverme, girando solo la cabeza, manteniendo aún ese gesto de desprecio que tenía hace un instante.

-Reúnelos –le digo sin más, sombría.

-¿A los Tres? –pregunta, sin más.

Me vuelvo por completo hacia la chica, que ahora me devuelve la mirada, de ojos negros. Termino por relajar mínimamente el rostro altivo, perdiendo el desprecio, pero tampoco sonrío.
Tiene razón. Es demasiado.

-Irás tú –le digo entonces.

Agacha de nuevo la cabeza, inclinándose.

-A sus órdenes.

Así es como debe ser.

*fin de escena*
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