Campo abierto

Edad : 30 Mensajes : 3185

El tiempo ha pasado más rápido de lo esperado. Al final es inevitable que sea así, y no me puedo quedar mucho más. Este no es mi sitio, de todas formas. He podido comprobarlo. Me alegra estar de vuelta, me siento satisfecha de encontrarme aquí, pero no es lo que recordaba. Soy perfectamente consciente de que soy una visitante en todo momento. No tengo más vida aquí que el pasado.
Supongo que si regresase acabaría volviendo a ser lo que fue, o empezaría a ser algo nuevo para mí. Pero no es esa mi intención. De momento he de encargarme de Jager y el resto. Luego será cosa de Madame decidir. Y luego, si en algún momento llego a recuperar la libertad sobre mí misma, entonces...
Entonces ya veré.

Las cosas han ido bien, en general. Ha sido entretenido. Eve ha prometido que me escribirá de nuevo, y me ha dicho que venga a verla pronto. Mis padres estarán bien, como han estado este tiempo. No pasará nada al respecto. Trataré de escribir más, de venir alguna vez, y eso bastará para mantenerlos más tranquilos. Ya están acostumbrados a que no esté, de todas formas. Teniendo en cuenta el tipo de cosas que hago desde que dejé la casa, creo que los preocupo más cuando tienen noticias mías que cuando no saben nada.

-¿Quieres un poco más, Ale? -pregunta mi madre, mirándome con la cuchara en la mano y la fuente lista.

Asiento con suavidad, con una leve sonrisa, acercándole un poco el plato. Esta escena resulta agradable, pero demasiado extraña como para que me acostumbre.

-¿Qué tal hoy en el trabajo, cariño?

Papá se dedica a explicar, con su sequedad habitual, la gran cantidad de afectados de resfriado común que hay en esta época. Es lo habitual. Por eso es extraño. Me siguen resultando conversaciones habituales, normales. Es como si aquí se hubiese detenido el tiempo, como si nada hubiese cambiado.
Pero yo no encajo aquí. Soy demasiado diferente a como era. Tanto que todos lo han notado. Tanto que yo misma me he dado cuenta.

Tras la cena saldré un rato. Eve quiere aprovechar la última noche.
No me apetece volver a ver a Anthom tras la discusión, pero estoy segura de que ambos sabremos comportarnos. De todos modos, me voy mañana. No será un esfuerzo demasiado grande.
No para mí, por lo menos. Y estoy segura de que él sabrá comportarse, pese a lo que dijo.

*fin de escena*

PNJ Mensajes : 204

PRISIÓN

Estaban en una planta donde había muchas celdas con mucha gente, pero aun así solían hablar por las noches, en una especie de clave secreta, mirando hacia las paredes para que los otros posibles prisioneros no pensasen que les hablaban a ellos. Ahora hablaban de una misión muy vieja, de cuando habían empezado en la banda y apenas les mandaban encargos. Aquella debía de haber sido su tercera o cuarta misión, no se habían puesto de acuerdo al decidirlo, pero recordaban casi con total exactitud lo que había pasado. El joven chrysos, que en prisión parecía un chiquillo extraviado en un mundo que se le quedaba grande, los escuchaba con interés como siempre hacía, sin interrumpir y con los ojos cerrados, tratando de recrear lo que sus compañeros contaban. Siempre le habían gustado las anécdotas que ellos le contaban: ya antes de que estuviesen en prisión se sentaba con ellos cuando en las bases no tenían nada que hacer y los escuchaba, sonriente, como si estuviese de nuevo en las calles y se acercase a atender con el resto de los muchachos a dos trovadores que habían parado en el pueblo.

Lysa daba vueltas mientras hablaba. Solía andar mucho y hacer muchos aspavientos cuando contaba esa clase de cosas. Decía que le salía solo al recordar. Guillem estaba sentado con la espalda apoyada en la pared y la observaba caminar, con los labios ligeramente curvados. Hablaba con esa voz sosegada suya que hacía que uno quisiese cerrar los ojos aunque lo que contase fuese interesante. Resultaba una mezcla agradable.

—Entonces salimos corriendo y no paramos de correr hasta que casi salimos del pueblo.
—Creo que nunca en mi vida había corrido durante tanto tiempo. —Lysa se rió y alzó los brazos al techo. Los dejó caer con un suspiro—. Acabamos los tres sin aliento y creo que por primera vez no nos importó dormir a la intemperie.

El joven chrysos, Lee, sabía a quien incluía aquel los tres y desde hacía algo más de un mes también era capaz de ponerle cara. El chrysos no había resultado ser como Lee esperaba, pero no había duda de que el hombre que los visitó en las mazmorras era el mismo del que sus dos compañeros hablaban cuando rememoraban sus misiones. A veces Lee pensaba que el hombre le recordaba a una especie de fantasma, siempre citado de alguna forma pero nunca realmente presente. Le resultaba extraño, de alguna forma, que tanto la claritas como el aether siguiesen hablando de él, aunque ahora ya no mencionasen ningún nombre al hacerlo, pero últimamente todo se lo parecía.

El muchacho se durmió antes que sus compañeros, con la cabeza apoyada en el hombro derecho del aether, que no pareció darle importancia. Ellos permanecieron hablando un rato más. Todavía no sabían cuál sería su sentencia, pero esperaban que no tardase en llegar.

*fin de escena*

PNJ Mensajes : 204

CAMINO A PRISIÓN

El extraño carromato perfectamente blindado en el que se encontraban avanzaba con relativa lentitud, moviéndose con suavidad por los terrenos escarpados por los que debían desplazarse. Dena, con los ojos cerrados y la cabeza apoyada en una de las paredes, disfrutaba del sutil bamboleo del carro, sintiéndose de alguna forma extraña como en una cuna que se balanceaba. A pesar de las cadenas que amarraban sus manos y pies, había logrado dormirse con quizá excesiva facilidad y ahora se encontraba en un estado de duermevela previo a un nuevo sueño. Malia, a su derecha, la observaba, y Dena sentía los ojos preocupados de la caeruleus sobre su cuerpo, pero no le daba importancia a pesar de que normalmente aquel tipo de cosas solía ponerla alerta, nerviosa. Pero Malia no iba a hacer nada, y aunque hubiese querido, resultaría imposible que lo hiciese por las esposas.

Al final acabaría yendo a prisión, pensó la flamma, acomodándose en el pequeño espacio que podía ocupar. Aquello le resultaba desagradable, pero no había podido hacer mucho para evitarlo. No sin traicionar todas sus ideas, claro, pero sus ideas eran la única cosa que le quedaba y no iba a despreciarlas como había hecho con todo lo demás. De camino a prisión, le resultaba inevitable pensar en Lysa y Guillem y el joven chrysos que habían sido apresados en Aqua; se preguntaba si acabarían en el mismo lugar, aunque probablemente así fuese. A todos, a fin de cuentas, los juzgarían por lo mismo,en mayor o menos escala. Aunque ella no tenía pensado llegar a escuchar el juicio. Se iría antes, cuando llegasen finalmente a prisión, quizá cuando hubiesen pasados unos días. Era una suerte que Lloyd no fuese a estar, y también había sido una suerte no haberse despedido de él, por muy desagradable que le pareciese en un primer momento, a pesar de la presión extraña en aquel primer segundo. Aquello era lo mejor para los dos, a fin de cuentas. Lo entendería algún día, o quizá no, quizá nunca lo hiciese y siempre pensase en ello y la recordase como ella recordaba aquel lejano abril. A una parte de ella aquella idea le parecía extrañamente agradable, aunque sabía que para él sería todo lo contrario. Tampoco importaba. No importaba, no importaba. Pronto llegarían.

*fin de escena*

Edad : 33 Mensajes : 2032

Algún lugar

Había estado viajando durante toda la semana a pesar de las lluvias y el relativo frío, solo, siguiendo los caminos indicados por el mapa, que protegía del mal tiempo como buenamente podía, sin desviarse hasta hoy. La lluvia caía con fuerza y le calaba en los huesos, que pensaba que ya llevaban calados desde hacía tiempo, y el frío le picaba las mejillas como si de cientos de pequeños insectos se tratase. Recordaba el lugar por el que ahora avanzaba y por eso había tomado el desvío al indentificarlo en el mapa. Las pequeñas y viejas construcciones que bordeaban el camino parecían no haber cambiado en los últimos años, pero de hecho, si se detenía y fijaba con suma atención, sí podía ver marcas que antes no estaban ahí, una ínfima prueba del paso de los años. Las calles, vacías, y la lluvia sí chocaban, sin embargo, con el recuerdo que tenía: una semana hacía mucho tiempo, el sol brillando con fuerza y el bullicio inundando los caminos, Dena en cabeza con el mapa entre las manos y él detrás, atento a su alrededor, sonriendo como sonreía cada vez que dejaban la base subterránea y veían el sol. Entonces su mayor preocupación era no perderse y cumplir con el encargo; ahora vagaba con el cuerpo cansado y se preguntaba si podría detenerse en algún lugar: recordaba la posada en la que él y Dena habían permanecido durante aquella semana y ahí se dirigía, aún mirando con curiosidad hacia los lados porque, suponía, había ciertas cosas que no cambiaban.
Había vendido alguna de sus cosas, y aunque no había conseguido mucho, esperaba que fuese suficiente. La mochila pesaba menos, pero parecía costarle cada día un poco más cargar con ella, suponía que por dormir a la intemperie.
Un cambio estaría bien. Todavía quedaban kilómetros para su primer destino.

*fin de escena*

Edad : 28 Mensajes : 711

CAMINO A LA CIUDAD

El carro en el que viajo está semivacío, por lo que he podido dejar las maletas en el suelo y dejar que Lino venga en mi regazo, acurrucado, mirando a los lados a cada poco. Unos niños viajan también, y no han dejado de mirarlo desde que lo han descubierto. Todavía no han venido a pedirme que los deje tocarlo, por suerte. No parece muy seguro, pero no podía no llevármelo.

En un par de días estaré en la ciudad. Tendré que pasar las noches fuera, pero tengo ahorros suficientes para hacerlo. Llevo, además de la maleta que preparé ayer, otra con los vestidos que he confeccionado estos últimos meses. Podré ponerlos a la venta. A Charlie le gustará tener nuevas existencias.

De momento, va quedando menos. Aún no ha empezado a anochecer, pero empieza a hacerse tarde. Espero que lleguemos pronto al lugar en el que pararemos por hoy.

*fin de escena*

Edad : 28 Mensajes : 711

Hoy el viaje ha comenzado por la mañana, temprano, como cada día. Pero ha sido más corto. Aún no había llegado el mediodía y ya estaba en la ciudad. Aunque desde que bajé del carro cargada con las dos maletas hasta que me planto frente a la tienda pasa sobre media hora. No ha cambiado demasiado.
Me planto en la puerta, fuera, sin decidirme a entrar. Tengo una sonrisa algo tensa en la cara. De hecho, la que me hace reaccionar es una mujer, que me habla, haciéndome darme cuenta de que estoy en medio.

-Disculpa, ¿me dejarías...? Oh-. Alza las cejas al verme, y yo imito su gesto, curiosa-. ¿No eres tú la chica que trabajaba aquí?-. Mira mis maletas entonces, un momento-. ¿Has estado de viaje?

-Bueno... Algo así -me limito a responder, encogiéndome de hombros.

Entonces ella comenta algo más y entra, y yo me quedo en la puerta. Termino por entrar también, poco después.

-¡Buenos d...!

Se atraganta con las palabras al saludar. Le dedico una sonrisa, algo cortada, y alzo la mano, a modo de saludo mudo. La mujer me mira un momento, y luego le sonríe.

-Es la chica esta, ¿cómo se llamaba? Iba a decirte que...

-Anna...

-Sí, eso. Pues la he visto en la entrada y me preguntaba si va a...

Me adelanto un poco en lo que la mujer habla, poniéndole suavemente una mano en el hombro para llamar su atención. Le dedico una sonrisa suave, educada, pero firme.

-Verá, la tienda está cerrada hoy -le explico, con tono dulce.

-La puerta estaba abierta -replica ella, algo desorientada.

-Sí, pero Charlotte no se encuentra muy dispuesta hoy. El médico le ha recomendado que se quede en cama.

Miro a la chica entonces, que todavía no ha dicho más y me mira sin saber bien qué cara poner. La mujer acaba yéndose, todavía desorientada, tras desearle que se mejore, y yo la guío hasta la puerta para despedirla, pidiéndole disculpas y prometiéndole un descuento en su próxima compra. Cierro cuando ha salido y me vuelvo.
La situación es ligeramente incómoda. La verdad es que tiene mala cara.

-Ni has avisado. No he podido prepararme. Además, tengo algo de fiebre y estoy segura de que esto es contagioso -arranca a decir, de pronto-. Resfriarse en estas fechas es ridículo, pero...

-A mí no me importa -le aseguro, acercándome para tocarle la frente. Desciendo en una caricia hasta la mejilla, entonces. Sí que está algo caliente.

-Solo era una advertencia-. Tuerce una sonrisa, alzando las cejas. Esa expresión es más habitual-. Que ahora que se te ha ocurrido venir no te vas a librar, así te importe. Tengo unas infusiones para el dolor de cabeza que van muy bien.

Incluso puede que haya un cierto deje vengativo en sus palabras. No creo que ahora mismo a nadie le importe demasiado, de todas formas, lo que se diga o deje de decir.

*fin de escena*

Edad : 28 Mensajes : 711

Lino araña entretenido un juguete de trapo, jugando a cazar. Yo, por mi parte, me acurruco en el sofá, descalza, con una manta envolviéndome y una taza de chocolate caliente entre las manos, como si fuese el más cruel invierno. Veo borroso porque no llevo las gafas puestas, pero no me preocupo demasiado por el detalle.

Charlie llega desde la cocina con una sonrisa apurada, culpable, y un paño húmedo que me pasa por la frente. Le dedico una sonrisa dulce, de todas formas. Se acerca a darme un beso en el pelo cuando aparta la tela.

-Lo siento -repite una vez más, arrancándome un resoplido divertido-. Aunque te avisé.

-Y no te he culpado de nada -la excuso yo, acomodándome un poco más en el sofá, entrecerrando los ojos. Estoy algo mejor ahora. Lo fuerte pasó por la mañana. Por la noche, más bien.

Ella está mejor, sin embargo. Ya no queda rastro de la fiebre, como si hubiese desaparecido al pasar a mí. Al final, más que venir a cuidarla, parece que haya venido a ser una carga para ella. Pero parece satisfecha, así que no me he disculpado por esto, tampoco.

Se acerca a Lino un rato, y el polluelo la mira con desconfianza. Ya ha sufrido bastantes abusos por su parte, aunque esa pajarita no le quedaba mal del todo. Le daba un aspecto gracioso. Esta vez, sin embargo, solo lo acaricia.
Charlie me mira de reojo a ratos, acuclillada frente al animal. Y aunque quiere parecer arrepentida, seria, o atenta, preocupada porque estoy enferma, siguen escapándosele esas sonrisas que trata de esconder apartando la cara.
Bebo algo de chocolate, que resulta reconfortante.

-Como estás enferma tendrás que quedarte algunos días más... -murmura, dándome la espalda, con un tono que intenta indicar que se siente mal por ello.

-Y tú tendrás que cerrar la tienda para cuidarme -aventuro, divertida.

Y me mira de nuevo, como evaluándome. Pero sonríe, a fin de cuentas. Termina por acercarse otra vez al sofá, a rozarme la frente con la mano, tocando la suya con la otra. Frunce un poco el ceño, más fastidiada, contrariada, que molesta.

-Venga, deberías estar en cama, durmiendo.

La verdad es que he pasado una noche horrible. Y ella no ha dormido mucho tampoco, al final. No sé cuál de las dos tiene peor cara, porque no puedo ver la mía.

-Siéntate un poco conmigo... -le pido, echándome un poco a un lado, dejándole espacio.

Termina por hacerlo, claro. Sigue sin estar claro si está preocupada o contenta. Parece que las dos a un tiempo.
Me apoyo contra ella y cierro los ojos, dejando ir un suspiro cansado. Me arden los párpados y me duele un poco la cabeza, pero podría ser peor.

*fin de escena*

Edad : 28 Mensajes : 711

Lino me mira con los grandes ojos muy abiertos, y parece suplicar, de alguna forma, y yo solo puedo dedicarle una sonrisa arrepentida, pero lo dejo en manos de Charlie, que sigue probándole diferentes lazos, afanada. Al final me lo muestra con una sonrisa satisfecha, exultante. Lo cierto es que no le queda mal el lazo rojo y blanco.

-Estás adorable, Lino -le digo, ríendo con suavidad.

Ella lo suelta para que venga, y el animal, lejos de hacerlo, se va a una esquina sacudiendo la cabeza. Una vez allí trata de quitarse el lazo con las patas, y no tarda en conseguirlo.

-Habrá que acostumbrarlo -termina zanjando Charlie, tras poner los ojos en blanco-. No puede ser que un hijo tuyo salga así, An.

-No les voy a poner barreras a mis hijos -recito, alzando las cejas, seria primero, grave. Termino por sonreír-. Lo agobias demasiado. Dejemos que se relaje un rato.

-Es que tengo que aprovechar que estáis por aquí-. Su tono parece inofensivo. Mantengo la sonrisa, que se tensa ínfimamente-. Si os quedaseis un poco más podría tomarme con más calma las atenciones.

Asiento con suavidad, bajando un poco la vista, con aire algo apagado, aunque sin perder esa suave curva de los labios.

-Ya sabes que no me puedo quedar más. Tengo que...

-¡¿Tienes qué?!-. Me corta, y ni su tono ni su expresión, crispada, son para nada los mismos-. No me jodas, Anna. ¡Mírate de una vez! ¡No eres una guerrera! No sé por qué te largaste, para empezar-. Su tono ha pasado de pedir a atacar en cuestión de un segundo. Ahora me mira agresiva, y yo le sostengo la mirada, seria, tranquila-. Al principio creí que se te pasaría deprisa. Pero no me puedo creer que sigas empeñada en esto. ¿No era tu sueño diseñar? ¿Qué haces metida en una guerra?

-Ya te lo dije cuando me fui.

-¿Que te llamaron? ¿En serio? No tienes que irte al frente para ser útil. ¡Creí que estabas harta de que dependiesen de ti! Pero al final acudirás al primero que te pida ayuda, como siempre. Y a mí que me jodan.

-Sabes que no es eso -respondo, con un tono más tranquilo, aunque seco, tajante-. He aprendido muchas cosas desde que estoy ahí. He podido hacer diseños también. Quizás no de vestidos, pero es otro tipo de mercado. He conocido a gente importante. He...

-No lo entiendo, Anna. Intento entenderlo, pero no lo entiendo. Escapaste a la ciudad porque tu casa era una mierda. No sé cómo tomarme que escapes de mi a un maldito ejército.

-Yo no escapo de ti. No tiene nada que ver contigo-. Trato de mantener un tono calmado en todo momento. Ella también lo ha bajado un poco.

-¿Sabes? -. Parece más relajada, abatida-. Yo no hubiese sido capaz de dejarte atrás de esa forma. Cuando vas a ayudarlos a ellos me estás abandonando a mí.

Siento que me debilito un poco cuando dice eso. Llego a acercarme un poco, casi de forma inconsciente.

-Char...

-No me toques ahora -murmura, levantándose y alejándose un poco; lo que yo me he acercado-. Voy a hacer algo de comer. ¿Qué te apetece?

Veo su espalda. Resulta tremendamente incómodo. Me veo incapaz de dar un paso más para tratar de alcanzarla de nuevo.

*fin de escena*

Edad : 30 Mensajes : 3185

El tiempo no es nada bueno. Tuvimos un día tranquilo, pero después llegaron las lluvias. De momento hemos ido solo hacia el oeste, y mañana, si todo sale bien, pasaremos cerca del Templo de Fulmen. Dada la posición de Ciudad Nevada he decidido seguir una ruta que nos lleve siempre por tierra. El istmo que hay al suroeste nos llevará prácticamente a la capital de Aqua, y prefiero eso a aventurarme a un viaje en barco, que dependerá más del tiempo. Si vamos andando, por otra parte, podremos recorrer las poblaciones, y quizás nos encontremos con alguna noticia interesante.

Por hoy hemos parado ya, en un pequeño pueblo. El viento y la lluvia no nos alentaron a seguir, y la idea de una cama mullida fue suficiente para convencerme. Al final la habitación tiene dos camastros mediocres, pero son suficientes.
Ambos estamos empapados. Le hago a Jun un gesto para que se asee primero; tiene expresión abatida, aunque hoy no se ha quejado. Lo hace sin rechistar.

Cenaremos pronto y nos acostaremos temprano. No creo que ponga pegas.

*fin de escena*

Edad : 24 Mensajes : 1446

Hoy hace especial frío. No sé si aumenta a medida que bajamos o es que el otoño se hace más presente o pura casualidad... La cosa es que cuando veo aparecer la primera de las casas miro a Alehyss suplicante.

-¿Nos quedamos en este? -le pregunto.

Sé que mi voz no dice nada. No suelo jugar mucho con los tonos; no me sale natural.
Me mira muy seria. Espero que mi expresión complete la información y que se compadezca. Los días serán cada vez más cortos, y ya ha hecho algún comentario sobre eso: no quiere perder horas de viaje. Pero, con todo, asiente. Me gusta pensar que también se cansa y siente frío, pero hace pocos comentarios al respecto...

Sonrío con alivio. Lo que más me apetece ahora es cenar algo caliente.

*fin de escena*

Edad : 30 Mensajes : 3185

Evito estremecerme, aunque a estas horas el clima no me lo facilita; lleva todo el día lloviendo, aunque de forma suave, y ni las capaz logran protegeros por completo del agua y el viento. Ahora las nubes que se aglomeran sobre nosotros son todavía más negras. No hemos podido dar con un carro que viajase hacia el sur, así que hemos tenido que seguir a pie.
Miro a Jun, que va detrás, de reojo. Lleva un buen rato callado. Aún tardaremos en llegar a la siguiente población, y con este tiempo es posible que no lleguemos hoy.
Miro hacia adelante de nuevo, torciendo el gesto tras la capucha.

-Hay que buscar un lugar para parar antes de llegar a esas nubes -le digo-. Si no estamos a cubierto lo lamentaremos.

Edad : 24 Mensajes : 1446

No sé cómo será Aqua, pero no quiero averiguarlo. Cada vez hay más viento, y es más frío. Por suerte llevo el gorro que Massen me dio, que me protege los oídos, pero no sé qué haré cuando el viento y la lluvia den paso a la nieve. No es que sea la primera nevada que veo, claro, pero cada vez tengo más ganas de que lleguemos y nos vayamos rápido. Con un poco de suerte el invierno de Aqua lo conozco solo de los libros.
Bueno, que no es que sea para tanto. Todavía noto los dedos de las manos.

Alehyss me habla y me hace levantar la cabeza. La miro, curioso, y luego un momento alrededor: el camino vacío y embarrado no da muchas esperanzas.

-¿Dónde podremos parar? Quizás haya una posada en el camino -aventuro, apurando un poco el paso, como si por ello fuese a brotar una.

Edad : 30 Mensajes : 3185

¿Una posada? No puedo evitar sonreír, para mi. Por suerte, una vez más me ampara la capucha, e impide que él, que va un par de pasos por detrás, vea nada. Niego un par de veces.

-Con suerte tenemos media hora antes de la lluvia. Quizás si nos salimos un poco del camino demos con alguna cueva, o algo semejante-. Es posible que haya una posada, también, pero suelen estar anunciadas, y hace tiempo que no vemos nada-. La verdad es que creo que nos vamos a mojar de todos modos -murmuro con desagrado, más para mí que para ambos-. El tiempo no hará más que retrasarnos. En el próximo pueblo cogeremos monturas -le indico.

En unos días, no más de cinco, deberíamos llegar a la frontera. Espero que el tiempo no nos lo ponga más difícil.

*fin de escena*

Mensajes : 1439

BOSQUES A LAS AFUERAS DEL PUEBLO DE PASO

Campo abierto - Página 3 7163b7e5f6b57b41c6e06749e0d1e715

Las noches en el continente chrysos eran tranquilas y calmadas en torno a las zonas pobladas, aunque algo más peligrosas en cuanto la civilización iba dejando paso a la oscuridad y las bestias. No obstante, aquella todavía podía tomarse como una zona bastante segura, al menos para alguien que supiera defenderse, y al mismo tiempo estaba lo suficientemente lejos del pueblo como para evitar influjos del palacio o miradas indiscretas.

Entre los árboles, en silencio, una figura cubierta esperaba pacientemente a que llegase la hora acordada. Pese a su aparente pasividad estaba al tanto de cualquier movimiento y ultimaba cualquier detalle para mantener la intimidad. Tanto era así que había invocado un círculo mágico en la zona donde es encontraba para bloquear cualquier espionaje a través de los diferentes elementos.

Con las mismas pretensiones había matado a cualquier criatura que se acercaba a menos de dos metros de distancia, procurando que a su alrededor no hubiese nada vivo o inerte que pudiese suponer una fisura en su privacidad.

Edad : 32 Mensajes : 524

Era hoy. Fecha y hora indicadas. La carta que había aparecido en el buzón no dejaba lugar a dudas. Como caeruleus del servicio, debía recoger un paquete para las despensas que llegaba esta noche de madrugada. Marisco. Eso no puede esperar mucho sin que se eche a perder, por lo que me ha tocado a mi pagar el pato y recorrerme medio mundo hasta este puñetero lugar. Marisco... Marisco de madrugada. A quién se le cuente... pché.

No quería problemas. Ya había tenido problemas en el pasado y desde luego no quería más. Por otra parte, la carta era clara, por lo que me personé en el lugar indicado.

Cargo una capa, un saco de oro y miedo a partes iguales.
—¿Hola? —sé que no es lo más ortodoxo que se debe decir en una situación como esta, pero a pesar de mi expediente, no es que sea un experto en todo esto—. He recibido... esto —agito la carta un par de veces a la altura de mi cabeza para indicar que no soy un campesino extraviado que casualmente pasaba por allí. No quiero que me liquiden tan pronto—. ¿Quién va? —susurro.

Mensajes : 1439

El caeruleus apareció a la hora indicada y la figura oscura y silenciosa no se movió hasta que el tipo empezó a hablar, enseñando la carta con la que le habían citado.

La carta empezó vibrar y entonces estalló convirtiéndose en polvo delante del tipo del servicio, pero sin hacerle ningún daño.

—Un saludo poco profesional para pertenecer al servicio de Brontë —Indicó una voz profunda y rasposa. La figura se acercó al caeruleus con calma, sacando de entre su capa una nueva carta con su mano enguantada. Esta vez una con un sello reconocible para el caeruleus— Leed esto —. Una vez el rubio hubo cogido la carta, la figura, todavía cubierta por su túnica, volvió a hablar.

—Estamos en un círculo confidencial, pero aún así es mejor ser cautelosos. Entendéis lo que significa ese sello. No estáis en peligro esta noche —.

Edad : 32 Mensajes : 524

Alzo las cejas al escuchar lo primero.
—Ningún transportista de marisco apestoso no merece mucho más que eso. Además, no soy solo servicio. También soy un guerrer... —la carta se desvanece en mis manos y comienzo a preocuparme. Miro un par de veces a los lados—. No... no hay marisco, ¿verdad? —me llevo una mano a frente y la froto. ¿En qué lío me habré metido ahora? He venido desarmado. Mi magia es poderosa, pero...
Mi tono cambia a uno más serio en cuanto me entrega otra carta.
Le dedico una mirada sospechosa mientras rompo el sobre para sacar la carta con cuidado. No digo nada. No por ahora.
Inspiro con fuerza antes de empezar a leer.
Espero que no sean malas noticias. Ese sello... ese sello no me trae muy buenos recuerdos que digamos.

...

Tras leerlo, lo vuelvo a leer, pasándome una mano por el cráneo y hundiendo los dedos hasta el cuero cabelludo.
—Es una broma, ¿verdad? Quiero decir... hacer esto no es tan sencillo. Igual te crees que es tan fácil —sé que el mensajero no tiene la culpa ni merece esta regañina. Dudo que sepa incluso el contenido de la carta. Quizá tenga una idea, no sé. Pero necesito decir lo que pienso—. Es imposible acceder ahí sin que se enteren. —la recompensa es tremendamente jugosa pero en mis condiciones, no creo que pueda hacerlo. Bueno... quizá sí. He aprendido un nuevo hechizo de camuflaje. El Alfresnoiret podría serme de mucha utilidad...

Mensajes : 1439

La figura no reaccionó a las palabras del caeruleus hasta que éste acabó de leer y entender la carta.

—No estáis solo —Indicó con calma. Luego rebuscó de nuevo dentro de su túnica y sacó un aro algo más pequeño que el tamaño de una palma— Este aro cubrirá vuestra presencia. Con él puesto no podrán detectaros —Se lo ofreció al caeruleus. Era demasiado grande para ser un anillo y demasiado pequeño para usarlo como pulsera.

—Se coloca en el lugar que no van a veros nunca —Añadió adelantándose a posibles preguntas.

Edad : 32 Mensajes : 524

—Estás de coña —alzo las cejas. Inconscientemente veo a ambos lados del bosque, como esperando a que un grupo de personas saliesen de entre los arbustos riéndose de mí, porque esto es sin duda una broma—. ¿Y qué le hago luego? ¿Te lo devuelvo y se lo das a otro? Qué higiénico... —satirizo—. En fin. Espero que esta mierda sea lo suficientemente potente. Como me pillen, lo cuento todo. Yo no me meto en más problemas —lo dejo todo bien
claro.

En fin. Lo que tiene que hacer uno, Summer... lo que tiene que hacer uno.
Me llevo una mano al hombro izquierdo y me lo froto, incómodo. Aún no he empezado y ya estoy nervioso.
—¿Algo más? ¿Cuánto tiempo tengo? ¿Qué hago una vez termine la misión? ¿Me busco la vida? ¿Quedamos?

Mensajes : 1439

Dejó hablar al caeruleus hasta que aceptó con sus propias palabras y entonces retomó sus indicaciones.

—Debéis anotaros a una petición procedente de Hummus: Absque Stellis, Numquam Astralis. Debe estar todo preparado antes de esa partida, elegid bien el momento. No habrá más oportunidades. Una vez en Hummus tendréis noticias para saber lo que hacer —. Indicó con el mismo tono neutro, profundo y áspero. Luego agarró la mano del caeruleus y conjuró unas palabras. En el nacimiento de la uña del caeruleus apareció un pequeño punto oscuro, justo bajo la uña. Parecía que se hubiese pillado el dedo con una puerta, con la pequeña gota de sangre retenida por la dureza de la queratina.

—Ahora estáis atado por un magê firmetteo. No hablaréis. No huiréis. Hasta completar la misión. La herida irá creciendo si os retrasáis demasiado. Forma parte de la seguridad —La figura soltó al tipo y la carta se desintegró como la anterior.

—No llaméis la atención hasta entonces. Usad el anillo sólo en el momento preciso para evitar levantar sospechas —Luego le dio la espalda al caeruleus para dirigirse tras un árbol. De allí sacó una arcón de madera mediano que dejó caer frente a Alexander. Por el olor y la apariencia pudo deducir que se trataba del marisco—. Este es el cargamento que veníais a buscar. No os retraséis en el regreso —. Ordenó. Luego se separó de Alexander y se perddió entre los árboles. El círculo mágico desapareció y el caeruleus se quedó sólo.

*la figura misteriosa ha desaparecido*

Edad : 32 Mensajes : 524

No me gusta todo esto. No me gusta nada. Me veo la mano de hierro y trago saliva. No voy a perder más por meterme en problemas. Yo esto no lo veo. ¿Ir de misión aún por encima? No, no, no. Yo me bajo del barco. No. De hecho, no solo me voy a bajar. Voy a actuar de forma legal y digna por una vez en mi vida y voy a contarles todo esto. Soy un guerrero, ¿no? Quizá esta sea la oportunidad que necesito para limpiar mi imagen de una vez por todas.
Sin embargo, pareciese que aquel que escribió la carta podría considerar esta línea de pensamiento, por lo que el mensajero hace lo propio y me maldice. ¿Qué broma es esta?
Escucho la explicación, cariacontecido. Lo que me faltaba era perder la otra mano. Trago saliva. No podré ser un chico bueno esta vez, por lo visto.

Mierda... No tengo escapatoria. Me empieza a temblar un poco el labio inferior. ¿Cómo me puede gustar tanto mangoneando a los demás y tan mal cuando me mangonean? Joder...
—Está bien —mi tono monocorde y arrinconado no deja mucho espacio a la duda. No me queda más remedio. Observo el dedo con preocupación. Qué asco...
Ah, que lo del marisco era verdad. Impresionante. Aún por encima voy a tener que cargar con esa mierda de camino a Brontë.
Menuda nochecita...

*se va*

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