¡Son mis tierras!

Adain optó por refugiarse, precavido, para proteger su integridad, pero Ben, ni corta ni perezosa, se lanzó hacia un árbol acortando distancias con la mujer, trepando sin miedo, seguida por la atenta mirada y de la flamma y su flecha, que apuntaba a su cuerpo en todo momento.



-¡¿Qué te crees que haces?! -exclamó la chica, apretando algo más fuerte el arco, tensando un poco más la cuerda. Soltó abruptamente la flecha, que silbó en el aire, y antes de que Ben pudiese darse cuenta su gorra había quedado clavada al tronco que la respaldaba. La mujer tragó saliva, muy seria-. La próxima no irá tan arriba... -amenazó, frunciendo el ceño, cargando una nueva flecha en el arco.

Una nueva figura irrumpió entonces, por tierra, atravesando unos arbustos cercanos, delatándose con el sonido de las hojas que se entrechocaban. Era otro flamma, un hombre robusto y semblante serio con largas rastas cayéndole sobre el torso, embarrado. Portaba además una azada manchada de tierra.
Miró primero a Ben, pero finalmente se centró en Adain, al que tenía más cerca, por estar aquel en tierra.



-¿Qué queréis? -preguntó, sin rodeos-. Estas tierras son nuestras, así que abandonadlas.

-Ya se iban ahora -dijo la mujer, alzando la voz desde el árbol, sin apartar la ista de Ben.

Cuando la siguiente flecha salió disparada creí que daría a Ben.

-¡Ben! -¡Para, tía loca!

Solté un sonoro suspiro cuando vi que sólo había dado al gorro. Pero el comentario de la mujer, que indicaba que lo había hecho a posta, no me dejaba más tranquilo.

Volví a ocultarme detrás del árbol, no necesitaba ver nada más y había cargado otra flecha así que sería lo mejor. ¿Por qué se acerca tanto a ella? Debería esconderse más hasta que se calme todo...si se calma... Un ruido de hojas interrumpió mi pensamiento y un tío descamisetado y lleno de barro cruzó su mirada con la mía. Mierda...cada vez son más...¿Eso es una azada?

-A ver, a a ver. Tranquilidad. No queremos hacer daño a nadie ni causar problemas. Hemos venido a ver qué pasa con estas tierras. Según nos han dicho estáis de ocupas y sois violentos. Si los que nos han informado nos han engañado el lanzarnos flechas no es una forma muy apropiada de desmentirlo.

Miraba de reojo al hombre. Si me apartaba de su campo de visión entraba en el de ella y una flecha tiene más alcance que una azada pero tampoco podría enfrentarme a él desarmado. también me fijaba en Ben. ¿Pero qué hace poniéndose ahí enmedio? Arg, nos podían haber dejado traer espadas o así...al menos podríamos defendernos. Aunque... Noté el acero contra mi brazo. Llevo los puñales, no sé si Ben tendrá algo pero al menos creerán que yo voy desarmado... Nunca venía mal tener un as en la manga, literalmente, pero sería mejor no mostrar cosas que les hicieran sentirse amenazados.

Ante el gesto de Ben, ante sus palabras, la mujer llegó a bajar el arco, mostrándose de pronto algo insegura, aunque no aflojó la flecha, preparada para apuntar de nuevo si hiciese falta.



-Bueno... -. Llegó a apartar la mirada un momento, algo incómoda, aunque no tardó en volver a centrar sus ojos en la mestiza-. En primer lugar, tú los has provocado acercándote demasiado -la acusó, finalmente.



-Tranquila Iria -dijo el hombre, cortándola con suavidad, tras las palabras de Adain-. Baja. Hablemos primero.

La chica contempló a su compañero un instante, suavizando al fin la tensión del arco. Descendió entonces la mirada, y ante la visión de Ben al pie del árbol, tras pensárselo un momento, terminó por bajar de un ágil salto, tomando la flecha y guardándola, mirándola con cierta desconfianza.

-Gracias -murmuró, sin mucho convencimiento. Volvió entonces el gesto hacia Adain, dando varias zancadas para alcanzarlo, plantándose frente a él-. ¡¿Has dicho ocupas?! ¡¿Llevamos trabajando aquí mucho tiempo y nosotros somos los ocupas?! ¡Todo esto... -señaló los cultivos con un gesto, alterada- lo hemos hecho nosotros, y ahora nos quieren quitar las tierras presentando un ridículo papelucho! -ladró, molesta.

-Estas son tierras muy ricas. Crecen justo sobre unas aguas subterráneas, pero ese hombre planea convertirlas en una de sus junglas privadas, para su disfrute. Con lo que se cultiva aquí se puede alimentar a mucha gente, y no hay muchas formas de conseguir vegetales frescos a un buen precio por aquí. Con el buen clima tenemos cosechas todo el año, pero de dejar de tener esto...-. El hombre frunció el ceño-. Mucha gente come de lo que aquí sembramos. Así que marchaos o tendremos que echaros. No nos moveremos de aquí. Se lo hemos dicho varias veces y lo repetiremos si hace falta otras tantas, ya sea con palabras o a golpes.

Me revolví el pelo de la nuca algo nervioso. Al menos había destensado el arco y bajado del árbol, es un paso.

Cuando la tía se acerca a mí gritando me pongo firme y le sostengo la mirada. Mucho me están gritando a mí hoy... A pesar del tono fruncí el ceño ante sus palabras, extrañado.

-¿Papelucho? ¿Qué papelucho? Por lo que nos han dicho estas tierras eran de unos mercaderes y tras venderlas el dueño actual no puede acceder a ellas porque estáis aquí instalados. Al menos esa es la historia que nos han contado.

El comentario del hombre no me deja menos extrañado.

-¿La comida del pueblo sale de aquí?

Nada tenía sentido. O estos nos estaban engañando también o habían engañado al viejo vendiéndole algo que no les pertenecía...
En cualquier caso lo de un terreno para alimentar al pueblo siempre será mejor que un jardín privado... No entendía nada.

-Bueno, no he dicho que... -. Iria apartó la mirada de Ben, claramente incómoda-. Disculpa, ¿vale? Creí que solo era una gorra. No era más que un aviso-. Continuó hablando poco después, tras la pregunta de Adain, con gesto exasperado-. Pues hombre, que lleguen y te enseñen un papel que pone que la propiedad le pertenece, que la ha comprado, y pretenda que eso baste para que se la entregues es un poco... -. Frunció los labios, de mal talante-. ¡Para empezar porque...!

No dijo mucho más, interrumpida primero por el hombre y luego por Ben, que tomó la palabra con indignación. Al comentario de la gorra Iria simplemente bajó la vista, hundiendo un poco la cabeza entre los hombros, notablemente más mansa que minutos atrás.
Fue de nuevo el flamma el que tomó la palabra cuando Ben terminó, apoyando la azada en el suelo.



-Mi hermana y yo llevamos varios años usando estas tierras para el cultivo. Ya lo hacía nuestro padre antes de morir -explicó-. Hace cosa de cinco años apenas eran un páramo en medio más del desierto, pero él descubrió su potencial. Era un terreno reseco y abandonado que nadie quería, pero al tratarlo correctamente resultó ser ideal para el cultivo. Vendemos los productos en los pueblos más cercanos a muy buen precio. Pero claro-. Su rostro se ensombreció-. A raíz de descubrir que era una tierra tan fértil su anterior dueño, que hasta entonces jamás había dado la cara, apareció de pronto para venderlo a ese Skalor a un precio mucho mayor del que hubiese soñado jamás.

-Ahora ese tipo quiere sacarnos de aquí, echar por tierra todo nuestro trabajo y montar otro de sus jardincitos de plantas exóticas. Eso no solo nos haría perder nuestro modo de vida, sino que también dejaría a muchas personas sin acceso barato a una comida tan difícil de obtener en estas zonas. Pero Skalor es un gran mercader y trae otros productos al pueblo, y tienen miedo de que si se le oponen corte por otro lado.

-Ese hombre no atiende a razones, de modo que nos hemos instalado aquí a resistir hasta que se rinda -determinó el hombre, serio.

La flamma llegó a abrir los labios cuando Ben preguntó, pero los cerró de nuevo, callando, y pronto la caeruleus pudo hablar. Los dos la escucharon en silencio, serios, sin añadir nada entre puntos, sin siquiera hacer amago de ir a hacerlo.
Y después de ella fue Adain el que expuso su opinión. Una vez más, callaron. Iria hizo algún amago de ir a decir algo en algún momento, pero su hermano la retuvo con un gesto hasta que los guerreros hubieron cumplido.

-Supongo que valdría la pena intentarlo -admitió el hombre-. He sabido de muchos que nos apoyaban, por supuesto, pero no quería meterlos en la disputa. Sin embargo, teniendo en cuenta que ellos son los principales afectados quizás vaya siendo hora de hacer algo como eso.

-¡Dallas! -. Iria dio un paso adelante, finalmente, mostrando cierta oposición ya solo con el gesto-. Si llegase a funcionar, si ese Skalor abriese las orejas por una vez, lo que pararía sería obvio: para poder lucrarse él subiría los precios. Ya puedo ver el brillo de sus ojos solo de pensar en lo que podría ganar con esto. No lo haría por la gente, lo haría por sí mismo-. Los miró a los tres, seria-. Y una vez entrase aquí no habría forma de sacarlo.

-No perdemos nada por intentarlo. Yo iré con ellos. Tu vigila, ¿de acuerdo?

Iria lo miró con expresión algo compungida, pero acabó por asentir, bajando la vista con un gruñido.

-Prueba lo que quieras. Ya he dicho lo que pienso.

Tras unos breves preparativos, pues, los tres abandonaron el recinto, aquella vez por un hueco en la verja disimulado entre unos arbustos. El flamma había dejado la azada y se había adecentado un poco antes de dirigirse con ellos al pueblo.

El camino se hizo algo más corto a la vuelta, quizás porque el ánimo estaba más arriba debido a la decisión de los tres mientras marchaban. Se separaron nada más entrar en el pueblo: Adain iría con Dallas a la casa de Marvin Skalor y Ben, por su parte, se encargaría de hablar con parte de los  habitantes.


ADAIN

La casa no tardó en aparecer ante ellos una vez hubieron alcanzado el pueblo. Dallas miraba con cierto desdén las increíbles plantas que poblaban los terrenos que rodeaban la edificación. Nadie los esperaba y nadie parecía imaginar que se acercaban.
Cuando el aether llamó a la puerta hubo un breve silencio. Tras aquel, la misma voz de la otra vez, malhumorada.

-¡¡ESPERO QUE SEAN BUENAS NOTICIAS PORQUE MI TIEMPO VALE ORO!! -gruñó Marvin Skalor al otro lado, incluso antes de haber abierto.



Dallas estaba un paso por detrás de Adain, muy serio y con gesto grave, cuando la puerta se abrió. El hombrecillo los miró entonces, primero a uno y luego al otro, extrañándose notablemente al identificar al flamma.

-¿Qué hace aquí este andrajoso? -gruñó, volviéndose hacia Adain. Entonces su rostro se iluminó levemente-. ¿Acaso habáis conseguido sacarlo de allí al fin?-. Pero no tardó en ensombrecerse de nuevo-. ¿Y tu compañera? ¿Qué ha pasado? No pienso hacerme cargo de vuestras heridas, digo de antemano. ¡Venga, habla! -ladró, salpicando al aether con perdigones de saliva.


BEN

Ben, por su parte, se detuvo en otro lugar. Se encontraba en una especie de plaza cuadrada bastante concurrida a aquella hora, con un par de treintenas de personas además de los mercaderes. Había varios puestos de telas y alimentos en los bordes y la gente se arremolinaba a su alrededor, haciendo algunas compras o simplemente mirando las mercancías o regateando.

Su presencia no pasaba desapercibida, y aunque las miradas trataban de disimularse era evidente que estaba bajo la atención de algunos.

Si lo prefería, por otro lado, tenía las calles que se cruzaban con la plaza, menos concurridas, pero por las que había un pequeño flujo de personas constante.

Ignoraré todo lo que ha dicho. Y escupido. Y dicho escupiendo. Esbocé una amplia sonrisa sintiendo cada gotita de saliva como ácido en la piel.

-Señor Skalor, he traído hasta aquí al señor Dallas...e...el cultivador... para parlamentar. -Parlamentar era una de esas palabras largas que tan bien quedaban.

-Buenísimas noticias, y todos estamos bien, gracias por preocuparse tanto... Tenemos una idea extraordinaria para que ambas partes salgan beneficiadas sin que haya más peleas.-Movía mucho las manos, como bailando. La aristocracia siempre gesticula cuando hace la pelota y aunque todos saben que es mentira les suele encantar.-Me atrevería a decir que usted ganaría incluso más...Si le interesa solucionar el problema, claro...Si no tendremos que seguir perdiendo el tiempo con peleas... -Suspiré. -Pero es que en este mundo hay gente que no sabe ver una oportunidad de ganar dinero y reconocimiento...

Simplemente juntaba palabras. En el fondo esperaba volverle suficientemente loco como para convencerle para cuando llegase Ben con la gente. Traerá a muchos, estoy seguro... La idea era tirar de toda la charla insustancial que me habían enseñado. No hay cosa que más le guste a la gente que ser alagados. Y más aún si no les queda claro que lo sea, entonces ellos intentan convencerse y se autoengañan. Es como hablar con snobs después de haber dicho algo inoportuno...Me doy asco.

-Por su puesto, usted no es una de esas personas. Es lo que le decía al señor...al señor Dallas. Le decía "El señor Skalor no dejará pasar esta oportunidad, ni lo sueñes...". -Sonreí de medio lado, mirando al joven flamma y asintiendo ligeramente.

BEN - PLAZA

Ben no tardó en aprovechar la atención que llamaba para ponerse a hacer preguntas. Si bien al principio las personas la miraban con cierta desconfianza, a medida que se explicaba aquella desaparecía siendo sustituida por cierta curiosidad. Encontró comentarios muy diversos entre aquellos que le respondieron.

-Uh, no me menciones a ese Marvin Skalor -comentó una mujer-. Vende las telas demasiado caras. ¡Y no son tan buenas! Siempre se rompen y hay que comprarle más a él. Cualquiera diría que trabajo solo para que se aproveche.

-Oh, esos chicos -confirmó un hombre de mediana edad-. Trabajan muy duro, y más desde que se murió su padre. Gracias a ellos tenemos alimentos frescos. Y comprenderás que tan cerca del desierto eso no es algo fácil de obtener. Pero ahora ese agarrado quiere hacer otro de sus jardines. Me resulta indignante que piense tan poco en el pueblo.

-Los ayudaría si pudiese, pero Skalor controla casi toda la mercancía que entra y sale del pueblo y es un hombre caprichoso. Si algo se le mete en la cabeza no sé yo cómo se le va a sacar de ahí.

-Bueno, creo que todos por aquí conocemos a ese hombre. Es un gran mercader. Se dice que su familia fue la que consiguió fundar este lugar hace varias generaciones. ¿Y quién lo dice? Él, por supuesto. No lo desmiento, claro, pero es de ese tipo de personas que se echan las flores ellos solos. Ya ha mandado varios matones a esos pobres chicos, que no sé cómo han aguantado hasta ahora.

-Sin Marvin Skalor por aquí no tendríamos apenas comercio, en mi opinión. No somos una zona que produzca demasiado. Él trae casi todo el comercio, y aunque los precios sean elevados no tengo claro que sin su ayuda pudiésemos subsistir con tanta eficiencia. Lo de los chicos es una pena, pero lo de las tierras se trata simplemente de un asunto legal. No hay que olvidarlo dejándose empañar por los sentimentalismos -le comentó un hombre, más elegante que el resto.

-¡Yo sin duda! -le dijo un joven-. Dallas era buen amigo mío hace cinco o seis años. Siempre fue un visionario que quería ayudar al pueblo, ¡y cuando lo consigue por fin...! Ese maldito cacique es lo peor que nos ha podido pasar. Daría lo que fuese porque se marchase.


-Ese hombre es un egoísta. Los que tienen dinero siempre quieren hacerte pensar que lo usan para ayudarte, pero realmente solo se sirven de ti para ayudarse a sí mismos. Yo creo que deberíamos bajarle los humos un poco, pero la gente tiene miedo de perder algunos beneficios si Skalor se enfada. Realmente creo que fuera de aquí no sería la mitad de importante, así que le compensa mantenernos. Supongo que por eso sigue intentando echar a los chicos sin demasiada violencia, porque sabe que tienen muchos partidarios.

Aquellas y otras opiniones y comentarios era lo que Ben podía encontrarse entre los diversos habitantes del pueblo. Muchos de ellos aceptaron su propuesta de la flauta, y otros se mostraron reacios o poco interesados.
Lo que Ben podía tener claro era que el descontento era general.


ADAIN - CASA DE SKALOR



Adain, por su parte, había acudido con Dallas a casa del mercader. No tardó en dar respuesta al hombre, tratando de mostrarle sus mejores capacidades de venta, tratando de convencerlo de la gran oferta que le proponía. El hombre se mantenía silencioso, por una vez, aunque su rostro no resultaba más afable.



El flamma terminó por sonreír, sin embargo. Dedicó una breve mirada a Dallas, que mantenía la pose erguida y el rostro serio, silencioso, y volvió a mirar a Adain, tranquilo.

-¿Oportunidad de ganar dinero? Bueno, joven. Aunque sea solo por curiosidad, cuéntame esa oferta de la que me hablas -le pidió, con un brillo extraño de interés en los ojos.

Relajé el gesto, pero evité sonreír. Agité ligeramente las alas, como preparándome para echar una carrera.

-Como le decía, hemos tenido una idea excepcional que le evitaría tener que contratar gente para solucionar su problema además de perder su valioso tiempo, y por tanto dinero, discutiendo niniedades con este hombre. -Hice una pausa para que le llegaran las palabras. Además aunque con frases largas la información saturaba más, me iba quedando poco a poco sin aire. -Le ofrezco un pacto por el cual usted, con gran generosidad, permite que estos hombres trabajan sus tierras completamente gratis, sin tener usted que pagarles. A cambio, recibirá no sólo la gratitud de los ciudadanos de este hermoso paraje de la tierra de Ignis, sino también una degustación mensual de los productos que darán sus tierras con el cuidado de Dallas y su hermana. -Gesticulaba mucho, atrayendo su mirada hacia mí. No quería que un gesto de Dallas pudiera malinterpretarse así que lo mantenía al margen. No obstante al mencionarle lo empujé sutilmente con un ala hacia delante. Después de todo tiene que verle como un inocente del que va a aprovecharse...

-Así podrá comprobar cada poco tiempo que sus propiedades están bien cuidadas ¡y todo ello sin soltar una sola moneda para su mantenimiento! -Esta última parte la dije casi riéndome, como si me pareciera algo imposible de creer. -Podrá disfrutar de la exub...riqueza y belleza de la zona sabiendo que está en buenas manos, que hace una buena labor y que no le cuesta nada.

Cogí aire como si llevara aguantando la respiración un rato, pero para evitar abrir la boca inhalé por la nariz, sintiéndome ahogado ya que la cantidad de aire que entraba era obviamente menor. Eso sí, sin dejar de sonreír.
¿Habré hablado demasiado? ¿habrá servido de algo?

BEN - PLAZA

Una vez Ben se hubo sentido satisfecha con toda la información que había obtenido se encargó de localizar un lugar desde el que hablar con todos, llamarlos, reunirlos, y exponer globalmente el plan que pretendía llevar a cabo. Y una vez los hubo reunido -no le costó llamar la atención de las personas, tanto por el aviso previo como por su aspecto diferente o su evidente desparpajo- pudo comprobar cómo las respuestas a su mensaje eran muy diversas, pero a medida que iba exponiendo los puntos otras voces se sumaban a la suya, dándole la razón, apoyando lo que decía, animando al resto de personas que compartían aquella opinión a expresarla.

-¡Vamos! -gritó alguien finalmente, y a su voz se unieron otras.

-¡Esa tierra es de todos nosotros!

-¡Que trabaje para el pueblo por una vez! ¡Ya ha chupado bastante la sangre!

No era un grupo de doscientas personas, aquello desde luego, pero sí parecían formar el bulto suficiente para imponer su presencia, y poco a poco se iban sumando algunos curiosos más, que llegaban a la plaza después del discurso.
Desde luego, podía afirmarse que bastaban para causar una notable impresión. Y en aquel momento contaba con la atención de los interesados, a los que le tocaba conducir, entonces, de la manera apropiada.



ADAIN - CASA DE SKALOR



Mientras su compañera reunía a la gente, Adain trataba de vender al mercader aquello que les beneficiaba. El flamma miraba a Dallas de reojo algunas veces, que se mantenía firme y muy serio, sin quitarle el ojo de encima, desconfiado, pero la mayor parte del tiempo su atención estaba puesta en Adain, que trataba de expresarle las grandes virtudes de su idea con esfuerzo y una sonrisa.

El gesto enfadado de Skalor había desaparecido. Mostraba, en su lugar, una sonrisa relajada, sin apartar los ojos del guerrero, asintiendo a lo que decía, como si concordase con él en todas sus palabras.
De hecho, parecía tan satisfecho que aquello incluso podía llegar a resultar extraño o sospechoso.

-Creo que es una maravillosa idea -dijo el flamma, volviendo a mirar a Dallas brevemente, pero regresando enseguida a Adain-. He estado ciego todo este tiempo. Pasad un momento conmigo -les dijo, apartándose de la puerta, ofreciendo el acceso a su espléndida casa por primera vez-. Un trato no debe firmarse en la puerta. Haremos un contrato nuevo, ¿os parece bien? -les preguntó-. Uno que contenga estas nuevas condiciones que me has expuesto..

Dallas, algo tenso, miró a Adain, que había llevado las riendas hasta entonces. La decisión era suya, de alguna forma.

Duró sólo un segundo pero mantuve el tipo cuando un escalofrío me subió por toda la espalda, corriendo también por las alas, hasta llegarme a la nuca. Amplié la sonrisa. "Maravillosa" es una palabra que no creí que supiera decir. Y menos con un tono calmado y sin escupitajos. Sacudí ligeramente las alas para quitarme esa sensación y sonreí, con sinceridad esta vez, a Dallas que me miraba con un gesto de duda.

-Vamos, entremos y sellemos esta nueva alianza. -Sonreía todo lo que podía pero sin ser exagerado. No podía parecer falso. Bueno, pues ya está. ¿Qué puede salir mal? Para cuando hayamos acabado Ben estará aquí con un grupo de gente que verá cómo se ha resuelto todo. Puede que incluso empiecen a valorar a este viejo... Encima es que sale ganando. Al menos podrán tener alimentos baratos aunque el precio sea hacer la pelota al cascarrabias este...

Me pregunto cómo será la casa por dentro...Olerá a viejo, ¿verdad? Odio el olor a viejo... Dejé pasar primero a Dallas, apartándome y señalando la puerta con un gesto. La verdad es que no ha sido tan difícil convencerle... Puede que las cosas se hubieran colocado ya en su sitio. Una firma de nada y la misión habría acabado con éxito.
Espero que a Ben también le vaya bien.

BEN - PLAZA

Ben emprendió su marcha, seguida por todas aquellas personas, avanzando en dirección a la casa de Skalor. No obstante, guiar a un grupo tan numeroso y dispar impedía que el avance fuese tan veloz como podría serlo de haber decidido ir ella sola, por lo que, vista la distancia que los separaba, la guerrera podía tener bien claro que todavía tardarían algunos minutos en alcanzar la colina por la que debían ascender antes de encontrarse con la inusual propiedad.

A medida que avanzaban, Ben podía ver cómo algunas personas que se cruzaban recibían rápidas explicaciones de sus vecinos, llegando a, en algunos casos, unirse a la multitud, que poco a poco parecía ir creciendo en volumen, aunque no de forma exagerada.

Aunque necesitaban llegar lo antes posible para asegurar su éxito, el grupo avanzaba a su ritmo. Quizás hubiese alguna forma de incrementar la marcha, pero de todas formas les llevaría minutos alcanzar el sitio.

FdR- Ben puede abstenerse de postear este turno si no lo ve necesario.


ADAIN - CASA DE SKALOR



Cuando Skalor ofreció a Dallas y Adain que pasasen, el aether cedió el paso al primero. Dallas lo miró de reojo un momento, desconfiado, pero acabó por entrar delante, y Adain fue el segundo en entrar en la casa del comerciante.
El lugar estaba decorado de forma recargada, como queriendo remarcar la posición económica con los excesos de figuras o cuadros, aunque ninguno pertenecía realmente a nadie que resultase conocido. Además, varias plantas exóticas colgaban del techo o adornaban las esquinas, dando a todo un aroma fresco y floral, nada relacionado con aquella parte de Ignis, muy parecido al del exterior.

-Venid a mi despacho -les decía, guiándolos por un pasillo amplio hacia una puerta que se encontraba al fondo, dejando otras muchas, cerradas, a los lados, sin prestarles atención-. Allí firmaremos todo lo pertinente.

De nuevo, se adelantó para abrir la puerta, y Dallas, tras mirarlo de reojo de nuevo, y dedicar una mirada seria a Adain, pasó delante una vez más.

-Acabemos pronto con esto -dijo, casi en un gruñido.

Skalor esperó a que Adain entrase para hacer lo propio. Una vez dentro, los dejó de pie en el centro de la sala, frente al gran escritorio de madera oscura, acercándose a uno de los estantes que había en uno de los laterales. Buscó allí hasta dar con unos papeles, y con ellos regresó junto a los hombres, colocándolos sobre la mesa, junto a una pluma y un tintero. Pero si el aether leía el documento atentamente podría darse cuenta de que no mencionaba el acuerdo que habían tratado, sino que, simplemente, aseguraba que Dallas y su hermana abandonarían definitivamente las tierras que no les pertenecían.

-Has hecho un buen trabajo trayéndolo hasta aquí -le dijo a Adain, esbozando una sonrisa algo oscura-. Ahora haz que lo firme.

Dallas se volvió a Adain, tenso de pronto.

-¡¿Me has mentido para traerme hasta aquí?! ¡¿Nos has engañado?! -gruñó Dallas, alejándose un paso de él, en guardia.

-Venga, eres un guerrero de Brontë. Que lo firme como sea -dijo Skalor, sin embargo-. Para eso os contraté, al fin y al cabo. Cumple con tu trabajo aunque tengas que obligarlo a golpes.

El interior tenía un aspecto tan pomposo como el dueño, aunque al menos hacía fresco. Dallas estaba tenso, aunque era de esperar, esto tenía que arreglarse pronto, era un situación muy incómoda.
Pensando en que me esperaría un largo papeleo redactando el contrato Skalor me plantó delante uno ya redactado. En un vistazo lo leí y, obviamente, no ponía nada de lo que acabábamos de hablar.

-Pero...-El hombre me interrumpió. Era cierto que nos había llamado para esto pero no era lo justo, por eso nos estábamos tomando tantas molestias. Puto viejo de los cojones, menos mal que aquí no hace el calor que en la calle porque esto sería insoportable.

-El único que te ha mentido es este v-hombre. Todo lo que hemos hecho Ben y yo era para intentar llegar a un acuerdo entre las dos partes, no me vengas con frases indignadas. -Me estaba cabreando. Y yo que creía que era un buen negociador...No se puede fiar uno de nadie. Me giré hacia Skalor enseñándole el papel que me había dado.

-¿De verdad cree que esto es justo? Una gran parte del pueblo al que usted vende productos desaparecerá si no tiene acceso a comida barata y usted perderá ingresos. ¡Creí que habíamos llegado a un acuerdo! -Fui bajando el tono a medida que avanzaba la frase. Conteniéndome, moderándome. Al acabar cogí aire y me mantuve firme. Estaba ignorando que tenía razón, nos había llamado con una misión, pero esa misión era injusta. Debía de haber otro modo.

ADAIN - CASA DE SKALOR




El guerrero de Brontë no tardó demasiado en darse cuenta del engaño, peor para entonces ya estaban dentro de aquella habitación, del despacho de Skalor, con los papeles frente a sí. Sin embargo, cuando Dallas lo acusó del engaño se mantuvo de su parte, enseguida, y pese a aquel aparente contratiempo el señor Skalor no dejó de sonreír. Mostraba de pronto un aspecto incluso taimado, tranquilo.
Se acercaba, mientras tanto, a la puerta, aunque sin intención de tomarla, dando vueltas aparentemente tranquilo por el despacho.

-¿Justo?-. El hombrecillo se llevó los dedos al bigote, peinándolo un momento, sonriente-. ¿En qué basas esa justicia tuya? Yo solo sé que lo que he comprado me pertenece. ¡Y ahora tú quieres arrebatármelo, guerrero!-. Ensanchó la sonrisa, pérfido-. Esto es, sin duda, abuso de poder.

Antes de que Dallas y Adain pudiesen reaccionar, la puerta situada a la espalda del hombre se abría, y por ella entraban dos matones de proporciones generosas y cara de malas pulgas. Ambos se cruzaron de brazos tras el comerciante.

-Ahora que esos papeles se firmen, o mis amigos os harán firmar de una forma menos agradable. Hagámoslo diplomático, por favor.

Dallas, por su parte, dirigió una mirada a Adain, fiero. Parecía más que dispuesto a luchar, pero, desde luego, los dos tipos los superaban en dimensiones, y parecían dispuestos a convencerlos de que firmasen si no lo decidían por sí mismos.

Bueno, creo que es la primera vez que me llaman guerrero... De alguna forma eso me hacía sentir mejor a pesar del tono que estaba tomando todo.

-De hecho este trato consiste precisamente en que usted mantenga las tierras en propiedad pero permita que sean explotadas también en beneficio del pueblo. -Permanecía tranquilo aunque no tanto como Skalor y eso me ponía nervioso, sobre todo por la forma de hablar que estaba adoptando. A lo mejor no estaba tan tranquilo...

El siguiente giro de los acontecimientos sirvió para confirmar que al parecer resultaba que yo tenía razón. Al menos en parte. No sólo había otro modo de resolver las cosas sino que había otro otro modo y tenía el tamaño de un armario empotrado y venía en parejas.

¿"Os harán firmar"? ¿Qué sentido tendría que yo firmase? Tampoco tenía mucho sentido pensar en eso ahora pero definitivamente estaba nervioso y en un espacio cerrado así que me estaba saturando.

Una parte de mi pensaba posibles formas de evitar a las dos moles y salir pitando mientras otra intentaba tranquilizar la situación y a mi mismo.

-A ver. Tranquilidad. No hay razón para llegar a estas medidas drásticas, seguro que podemos llegar a un acuerdo que ambos lados quieran firmar. -Según decía esto una tercera rompió contrato que aún sostenía ante la mirada horrorizada de las otras dos. Aun sorprendido por mis actos evité abrir la boca. Bueno, o esto evita que nos apaleen para firmar porque obviamente ya no hay contrato o enfurece más al viejo... Ni si quiera me planteé que se tomara en serio lo de llegar a un acuerdo. Un pensamiento cruzó por mi mente. Ben está juntando gente. Llegados a este punto no podía dejar de hablar.

-M-me pone usted en una situación delicada. No sólo me insulta a mí, un Guerrero de Brontë... -Reconozco que me erguí un poco al decirlo. -Si no a todos a los que represento en mi misión aquí al decir que abuso de mi poder. -Que por otro lado no sabía que tenía. -Así que eche a esos...hombres y venga a negociar pacíficamente o... -Notaba el peso del par de dagas que llevaba siempre conmigo, pero obviamente no podía usarlas, podría matarle. O peor, podría fallar y enfadarle más.

Agarré a Dallas por el hombro.

-O Dallas se enfadará y prenderá fuego a la casa con todos nosotros dentro. -No tenía nada claro lo que estaba haciendo. Bueno, ¿es un flamma, no? Aun así, ¿qué clase de plan es este? Suicida... -Está muy decepcionado por cómo se están torciendo las cosas, probablemente no pueda controlarse. -Con cada comentario que hacía del hombre le daba un ligero apretón en el hombro. Solo esperaba que no me malinterpretase.

ADAIN - CASA DE SKALOR





En el momento en el que Adain rasgó el papel pudo ver, casi a cámara lenta, cómo la tranquila expresión de Skalor iba cambiando nuevamente. Llegó a parecer que alguna de las venas de su cuello se le hinchaba un poco, y que su rostro, curtido del desierto, enrojecía por la rabia. Mostró los dientes, apretados, en un gesto de furia, y apretó los puños que quedaron ocultos bajo las holgadas mangas de sus ropas de seda. Sus ojos expulsaban ira mientras Adain hablaba.

Dallas volvió el gesto hacia el guerrero cuando este empezó a revelarse, y pudo apreciarse una escueta sonrisa en su rostro. No pareció ofenderse ante las palabras que el aether le dedicaba, e incluso se plantó también frente a las dos moles, desafiante, mostrando su acuerdo con él.

-¡¿FUEGO?! -escupió, habiendo llegado a un límite ya, cuando Adain le dijo que Dallas quemaría la casa-. ¡¡FUEGO PRENDERÉ YO A ESE MALNACIDO Y A SU HERMANA!! ¡DEJAD DE ENTROMETEROS!

Aquella vez el gesto de Dallas sí que cambió, volviéndose grave, arisco.

-¡YO NO TENGO NADA QUE HABLAR CON VOSOTROS! ¡ACABAD CON ELLOS! ¡YA VERÁN COMO DESPUÉS RAZONAN DE FORMA DIFERENTE!

Cada uno de los dos enormes hombres eligió a uno de los dos chicos como objetivo. Adain pronto se vio acorralado entre la mesa y un hombre que se abalanzaba con los puños por delante, lanzando un primer derechazo a su cabeza.

Un par de metros por detrás de los dos armarios, Skalor contemplaba, aún enrojecido por la ira, pero más satisfecho, el enfrentamiento.


BEN - JARDINES DE SKALOR


Mientras todo aquello sucedía, Ben seguía en camino con todo el grupo que había reclutado yendo tras ella, alborotados, hablando los unos con los otros, avanzando quizás algo más rápido por ver tan cerca ya la meta. Pudo vislumbrar pronto, pues iba en primer lugar, al fin, la casa del mercader, y, antes de ella, los jardines que guiaban a la misma. La verja no estaba cerrada, entrar era perfectamente plausible, por lo que pronto podrían plantarse frente a la puerta de la construcción.

Una vez llegasen allí sería ella, en principio, la que tuviese que canalizar a todas aquellas personas para que actuasen según su criterio. Algunos, por ejemplo, ya se habían detenido en los jardines, y destrozaban algunas plantas y partes de la propiedad que tenían a mano.

-Si no quería que me entrometiera no debió llamar en primer lugar. -Evité recordarle la existencia de Ben, era un as bajo la manga que probablemente no se esperara. -Si estoy aquí es porque usted quería resolver este problema sin causar más así que tranquilícese porque es lo que voy a hacer.

Obviamente no iba a hacerme caso pero tenía que intentarlo. Antes de que me diese cuenta tenía a uno de sus matones encima y el otro iba a por Dallas. Puto viejo, no deja de complicarlo todo.

Si el espacio ya era reducido el avance del hombre no hizo mucho por mejorar eso así que plegué las alas con fuerza para ser una diana más pequeña. Esquivé el golpe que venía justo hacia mí. Me consideraba bastante rápido y ágil, pero en tierra era diferente. Al retroceder tropecé con la mesa y acabé sentado sobre ella, tirando un montón de papeles y objetos en el proceso.

Palpé con las manos sin dejar de mirar a mi atacante y le lancé un puñado de cosas con la derecha mientras con la contraria agarraba algo frío que al tacto parecía un abrecartas o tal vez una pluma estilográfica. Ante la obvia diferencia de fuerzas una idea me asaltó a la mente y esperé que saliera bien mientras aguardaba el siguiente golpe de mi atacante.