Terreno de entrenamiento

Amplia zona del terreno de Brontë diseñada especialmente para el entrenamiento de los guerreros. Cuenta con infraestructuras de tipo muy variado con las que practicar desde saltos o escalada hasta dianas, tanto para proyectiles como para magia. También cuenta con un amplio espacio para correr o combatir.

Llegando desde el bosque, cuando los árboles empezaban a separarse, la zona comenzaba a entreverse, primero las redes, las cuerdas entre troncos y uno de los puentes colgantes. A medida que se acercaban, el espacio se volvía más amplio ante sus ojos, toda la extensión de terreno preparada para prácticamente cualquier actividad física o de combate. ¡Si es que cómo iba a no ser popular!

─Aquí tenéis lo que me he fumao ─presentó con orgullo─. La zona de entrenamiento que vuestras vidas necesitaban. ¡Muchas de nadas!

Echó a andar con seguridad, adentrándose en el campo, y se agarró de la cuerda que tenía más cerca para empezar a trepar y balancearse en ella.

─Que no se diga que no os llevo a los mejores sitios.

Cuando Frikka me agarra, vuelvo a la realidad. Y antes de que me dé cuenta Ben ya nos está llevando hacia el famoso terreno. Al caminar por el medio del bosque, por miedo a tropezarme, hago que mis ojos se enciendan y emitan la suficiente luz.

Avanzamos por el bosque hasta que llegamos a una zona más despejada. Miro a mi alrededor y me quedo sin palabras. Incluso con la poca luz que desprenden mis ojos, puedo ver que es mejor de lo que esperaba. Me encuentro boquiabierta una vez más.

Tras unos segundos viendo a todos lados sin cesar, decido que no puedo quedarme quieta más. Mi mirada se centra en una red para escalar que hay cerca de mí. Echo a correr hacia ella al tiempo que se ilumina el resto de mi cuerpo.

Llego a la red y me pongo a ascender sin parar. Mis manos se agarran firmes a las cuerdas que forman la red mientras mis pies buscan los huecos ágilmente. Una vez arriba, evalúo dónde estoy y los distintos caminos que podría tomar. Rápidamente me decido por un puente colgante que une este árbol a otro cercano. Camino ligera por él. Consciente de cada paso que doy, pero con rapidez. Al llegar a la pequeña plataforma al final del puente, mis ojos quedan presos en la tirolina que tengo enfrente. Me apresuro a llegar a ella y me aferro con las manos a la barra. Pero me paro un segundo antes de tirarme. Giro la cabeza buscando a una de las chicas, que está colgando de una cuerda.

- ¡Gracias, Ben! -le sonrío ampliamente. Y acto seguido me impulso con decisión hacia adelante.- WOOHOO

No me lo puedo creer. No sé si me parece alucinante bien o alucinante mal. Creo que las dos. Tengo unas ganas enormes de balancearme, pero a la vez me jode un poco. Pero a ver... ¿Cómo no he visto esto antes?

-La hostia... -murmuro, deteniéndome para contemplar la inmensa cantidad de opciones que tengo delante-. La verdad es que te has lucido, R...

¡Pero si se han ido dejándome con la palabra en la boca! Vaya dos monos... La verdad es que hasta yo siento ese cosquilleo emocionante y esas ganas de lanzarme de cualquier lugar. Hasta Antikris parece estar disfrutando como una cría. No puedo evitar reírme un poco. Supongo que al final la he acabado llevando a "divertirse un rato" como me pidió, y la sorpresa nos la hemos llevado las dos. Al final Ben es la experta en pasarlo bien, yo solo soy la bocazas.

Me apresuro a subir por otra de las redes hasta llegar a un árbol que está unido a otro por dos cuerdas: una para caminar y otra para agarrarse. Empiezo a cruzar, asiéndome bien a la cuerda que agarro con las manos y balanceándome todo lo posible.

-¡Terremoto!

Viéndolas disfrutar de su recién descubierto lugar favorito, Ben no pudo evitar la sonrisa que se le extendió de oreja a oreja. Una vez más, Ibben Dono salvando la noche. Y sin alcohol ni alucinógenos, eh. Si es que era su talento innato.

Quiso continuar trepando, pero no tardó en darse cuenta de que no tenía la fuerza suficiente para alzarse con un agarre tan inestable, así que saltó de nuevo al suelo. Un poco más allá había un rocódromo, y ahí la experiencia le decía que lo tendría más fácil. Comenzó a trepar con decisión, escogiendo las asideras que mejor le venían, hasta que la pared empezó a dificultárselo al inclinarse hacia adelante.

Miró alrededor y vio que estaba casi debajo de uno de los puentes colgantes, así que se desplazó a la derecha hasta tenerlo suficientemente cerca como para asirse desde abajo con una mano. Se impulsó con los pies para asirse con la otra y quedó colgando en el aire. Huh. Quizá aquello no había sido tan buena idea.

Me lo estoy pasando genial. Y por lo que veo, no soy la única. No puedo evitar reír mientras me apresuro hacia otro árbol. Aunque tampoco quiero evitarlo. Qué lejana me queda ahora esa crisis en la cascada. Necesitaba esto. Correr, trepar, reír... Y, aunque no lo sepan, estas dos guerreras me han ayudado mucho. Es posible que me hayan salvado de una noche de agobio sin poder dormir. Con la energía que estoy quemando, no creo que vaya a tener problemas de insomnio.

Alcanzo otro de los árboles empleados para el circuito de entrenamiento. Comienzo a subir por él, usando la larga escalera de cuerda. Avanzo a buen ritmo, coordinando manos y pies. Al llegar al final, me encuentro en una pequeña plataforma de madera, a unos cuantos metros de altura. Me permito un momento para respirar hondo y mirar a mi alrededor. Puedo ver a Ben en el rocódromo y a Frikka balanceándose en unas cuerdas. Sonrío, ya me siento mucho más tranquila. Y quizás por eso es que empiezo a notar el cansancio. No tardaré mucho en retirarme a la cama.

Para bajar de la plataforma uso una barra fija que llega hasta el suelo. Alcanzo la barra con mis manos, asiéndome a ella. Acto seguido llevo mis pies, enlazándolos alrededor de la barra. Cuando mis piernas están rígidas en su sitio, aflojo el agarre de mis manos para poder deslizarme hasta el suelo.

Con los pies ya sobre la hierba, me giro hacia donde están Ben y Frikka. Y me dirijo hacia ellas con la intención de darles las gracias y despedirme. Al final ha resultado ser una buena noche, pero ya me toca ir a descansar por hoy.

Todavía estoy un buen rato cruzando las cuerdas y correteando entre plataformas. Sigue costándome aceptar que todo esto lleva por aquí tanto tiempo.

En cierto momento me doy cuenta de que Antikris se ha bajado de donde quiera que estuviese. Por su actitud, diría que no va a empezar a trepar ahora por un árbol. Salto de una plataforma a otra hasta llegar al suelo, presumiendo un poco, no lo voy a negar.

-¿Pero te vas ya? Los diurnos sois unos flojos -me burlo. Busco a Retales con la mirada y entonces me alarmo-. ¡Joder, Ben!

Me alejo de la chrysos para acercarme a Retales, que está en un equilibrio un poco complicado. Bueno, más que el equilibrio el problema era la altura.

-¡¿Necesitas ayuda?! ¡¿Tenemos que subir?! ¡Tú no te sueltes que como te intente coger nos partimos las dos la crisma!

Ben miró hacia abajo, hacia donde Fifi la llamaba, y parpadeó. La verdad era que con su escasa fuerza no estaba en la mejor posición para manejarse en esas barras. De hecho, las manos le quemaban un poco, intentando resistir el roce con el metal. Aunque, bueno, tanto como para tirarse sobre Fif, tampoco era.

Cerró los ojos e inspiró hondo, concentrándose. Situaciones desesperadas requerían medidas desesperadas, pero tenía que intentarlo. Invocando un benri, se desplazó desde debajo de las barras a un lado del puente, aupándose gracias a la magia para no quedar muy lejos de la barra lateral de la infraestructura. Una vez en el aire, y aprovechando el impulso hacia arriba del hechizo, dio un doble salto para terminar de afianzar su posición, consiguiendo asir las manos a la barra lateral, a costa de las quemaduras que eso le supusiera. Apretó los dientes.

Desde aquella posición tenía más fácil conseguir un apoyo también en las piernas, y lo siguiente ya era pan comido. Relajando los músculos para dejar el cuerpo libre, se impulsó con las piernas para saltar por encima de la barra lateral del puente y aterrizar dentro del mismo. Bingo. Casi casi a salvo. Se giró para sonreír a Fif.

─¡Todo bien! ─canturreó, intentando que no se le notaran en la voz los temblores que la adrenalina le había dejado por todo el cuerpo.

Tanto era así, que tuvo dificultades para recorrer el resto del camino a tierra con tranquilidad. Y recorrer un puente colgante a saltitos no era la mejor de las ideas, hasta ahí llegaba.

Finalmente, llegó a la plataforma de uno de los troncos, donde acaba el puente, y bajó por una escalera de mano clavada en la propia madera hasta el suelo, donde se reunión con sus compañeras, sin aliento.

─Necesito un descansito ─reconoció.

Resultó que Kris quería irse ya a dormir, así que Fif y ella decidieron acompañarla un trecho, dejando atrás las emociones y peligros del clásico terreno de entrenamiento.

*Se van*

Johan lleva meses entrenando habitualmente en ese lugar. Parece hecho especialmente para él, con tantas diferencias de altura y cuerdas. Lo único que le falta, con respecto a la sala de entrenamiento, es un duende que pueda convertirse en rival deseado. Pero no le resulta tan importante: siempre puede enfrentarse al aire.

Ha trepado a uno de los puentes para hacer sus ejercicios habituales, encadenando saltos y certeros golpes al aire, pero en un lugar donde el suelo no es estable. Nunca ha tenido que luchar en un puente, o en un carro, pero es de la opinión de que siempre es bueno estar listo para lo que pueda ocurrir.

Rina y Dardo vuelan alrededor de la zona, persiguiéndose en el aire sin atraparse nunca, jungando, disfrutando del día.

*se queda entrenando*

Hoy he estado aprovechando el sol gran parte del día. Me encanta sentir el calorcito en la cara. Por eso aprovecho ahora, que empieza a estar menos presente, para hacer algo de ejercicio. No considero que haya perdido el tiempo hasta ahora. Yo soy de la opinión de que un buen descanso de las obligaciones, una buena recarga de energías, es vital. Así que tras haberme recargado bien con la energía del sol estoy lista para darlo todo.

Llevo ya un buen rato corriendo, desde que salí del palacio, pero no siento ni pizca de cansancio. Estoy eléctrica. He pasado por el prado, pero era demasiado aburrido, por eso ahora corro por el bosque. Me gusta moverme deprisa esquivando los árboles. Me mantiene concentrada y con la mente ágil.

Sigo avanzando con rapidez entre los obstáculos naturales. Esquivando árboles y rocas, saltando raíces y arbustos. Pero a pesar de lo que pueda parecer, tengo claro a dónde me dirijo. Desde que descubrí la existencia del terreno de entrenamiento, casi no entreno en otro lugar. Bueno, desde que me lo descubrió Ben.

Al llegar a mi destino paro de correr. Y dedico unos minutos a estirar adecuadamente. Empiezo por las piernas, pero me aseguro de hacerlo con todas las partes de mi cuerpo, terminando con el cuello. Es justo en ese momento, al mover la cabeza hacia los lados, que me fijo en que más allá hay alguien en uno de los puentes colgantes. Y es nada más ni nada menos que Azael.

Hace un tiempo que no coincido con él. Pero lo he visto lo suficiente en el palacio para haberme dado cuenta de que es uno de los guerreros, y no uno de los habitantes del pueblo como me dijo en nuestro primer encuentro. Me pregunto cuál es el motivo de que me mintiese aquella vez. Es posible que fuese parte de una novatada. Y si fuese así, seguro que toda la historia de los fantasmas tampoco era verdad. Pero bueno, la verdad es que fue divertido, así que todo bien.

Decido acercarme a él. Y lo hago con una sonrisa en la cara.

Johan se fija en la persona que se le acerca y dibuja una sonrisa tranquila. Termina su entrenamiento con una patada alta, bien amplia, y se seca el sudor de la frente.

-Hola -saluda, acercándose a su vez, rotando los hombros hacia atrás. La mira desde arriba, ya que el puente está bastante por encima del nivel del suelo-. Cuánto tiempo sin verte. ¿Has venido a entrenar?

Quizás ha venido a retarlo a un duelo. Johan fantasea por un momento con la idea, sin poder evitarlo. Empieza a imaginar su primer movimiento: un elegante salto con el que desciende del puente.

Al ir acercándome, me fijo en las dos aves que vuelan a su alrededor. Uno parece algo como un halcón. Pero el otro es gigante. Para ser un pájaro, al menos. Mientras me aproximo, no quito la vista de encima, admirando lo bonito e impresionante que es este animal.

- ¡Hola, Azael! Pues sí, he venido a entrenar -me quedo cerca de donde se encuentra, pero unos metros más abajo. Miro hacia arriba y le sonrío mientras hablo.- Y lo cierto es que este lugar es el mejor para hacerlo. No me puedo creer que tardase tanto en descubrirlo. Ahora no puedo dejar de venir.

Ensancho la sonrisa de forma que me cierra los ojos para mostrar mi alegría. Hoy vine con la intención de usar el rocódromo para ejercitar un poco mi resistencia. Pero ya que está aquí Azael, quizás debería aprovechar y entrenar con alguien para variar.

- Oye, si tú aún no has terminado, podríamos hacer algo juntos -aunque la verdad es que debemos de estar a niveles completamente distintos, no sé si sería demasiado aburrido para él. Por si acaso, añado un comentario más.- Bueno, siempre y cuando no te importe demasiado hacerlo con alguien de mi nivel -y por miedo a sonar demasiado débil, le muestro una sonrisa burlona.

Johan soríe a la chica. Lo cierto es que tiene que reconocer que es un buen sitio. Para entrenar e incluso para pasar un buen rato. "Azael", ya ni lo recordaba.

-¿Quieres entrenar conmigo?-. No puede evitar un tono alegre en la voz. Si era justo en lo que estaba pensando, qué suerte-. A mí me encanta compartir entrenamiento. No sé cuál es tu nivel, pero, desde luego, no me importa-. Acercándose al borde del puente, calcula un poco la distancia y salta al suelo, cayendo en cuclillas. Se queda en esa posición-. ¿Qué te apetece hacer? Yo estoy dispuesto a todo.

Rina y Dardo se sitúan en una de las plataformas más altas del lugar y los contemplan desde allí.

Me quedo impresionada cuando el chico salta del puente y aterriza perfectamente. Y dejo que se me note en la expresión de mi cara.

- Esperaba que pudiésemos enfrentarnos. Aún no he tenido la oportunidad de hacerlo con nadie -ahora mi gesto se vuelve serio.- Si te digo la verdad, no he aprendido a luchar realmente. Conozco algunos conceptos y lo más básico solamente. Aparte de eso, solo sé algo de magia y tengo esta cadena -le muestro mi cadena de metal.- Pero la usaba como herramienta, más que como arma.

Me doy cuenta de que he estado seria quizás demasiado tiempo. De modo que cambio rápidamente a una expresión más agradable. Y vuelvo a sonreírle a Azael.

- Por cierto, ¿esas aves son tuyas? Tengo curiosidad por la blanca. Nunca he visto nada parecido. ¿Es una especie de Aqua? Es realmente preciosa. ¡Y grande! -digo cambiando de tema.

Johan alza las cejas, curioso. ¡No le podría haber salido mejor la cosa! Aunque pronto Krista le aclara que realmente no tiene muchas nociones de lucha. Él no puede sino encogerse de hombros, con una sonrisa.

-No te preocupes, has ido a dar con la persona indicada. Antes de venir aquí fui profesor de artes marciales. Enseñaba solamente a niños, no es lo mismo, pero bueno... Supongo que todavía me quedará algo del "don"-. Mira la cadena, curioso, ladeando la cabeza hasta tenerla perpendicular al suelo-. ¿Y eres buena con la magia? Supongo que la cadena la usas como conductora, ¿no?

Girala cabeza hacia atrás para mirar a sus pequeñas cuando Krista hace referencia a ellas y no puede esconder la sonrisa de orgullo. La verdad es que las adora.

-La pequeña es mi hermana Dardo, y la grande es Rina. Viene de Aqua, sí. Son un esmerejón y un híbrido de las nieves. No diría que son "mías", son suyas, pero están adiestradas y me hacen caso. Pero pueden irse cuando quieran.

Hace un silbido especial como demostración y alza la mano. Dardo sale volando eseguida a posarse en ella. Rina, por su parte, vuela en espirales hacia el suelo y aterriza a su lado. Las dos reciben una caricia y un trozo de carne seca.

-Puedes tocarlas si quieres. Si tienes cuidado.

Pues menuda casualidad que la primera persona a la que le pido ayuda para entrenar justo se dedicaba a enseñar. Qué suerte tengo, la verdad. Sonrío tras llevarme la alegría. Por otra parte, aprecio que no le parezca mal o una pérdida de tiempo ayudarme.

- Pues sí, no puedo negar que la magia se me da bien -lo digo orgullosa.- Efectivamente. Uso la cadena como una extensión de mí para conducir mi electricidad.

Escucho con atención lo que me cuenta de las aves. Se nota claramente que las quiere. Resulta muy tierno ver la cara con la que las mira y el cariño con el que habla de ellas. Con un silbido y un gesto, las dos bajan hacia Azael. Desde luego, impresionan más de cerca. El chico me dice que las puedo tocar y se me ilumina la cara con la emoción. Consciente de que a algunos animales no les gusta cuando la gente se muestra nerviosa, relajo mi cara y mis manos antes de acercarme. Voy primero a la que esta en la mano de Azael. Me acerco y alzo la mano con calma. Me aseguro de que vea perfectamente todos mis movimientos. Y finalmente alcanzo su cabeza, acariciándola suavemente. El tacto de sus plumas es delicado y agradable.

- Hola, Dardo -le ofrezco una sonrisa delicada mientras la toco. Después de varias caricias, me dirijo hacia la que está posada en el suelo. Es realmente gigante y tiene una cara con rasgos muy bonitos. Me acerco con cuidado de no sobresaltarla, tomando las mismas medidas que con la pequeña, hasta que mi mano entra en contacto con ella. La acaricio por la zona de la cabeza, evitando molestarla. Y disfruto de la suavidad de su plumaje.- Encantada, Rina.

Las aves se dejan tocar por Krista bajo la mirada atenta de Johan. Lo cierto es que son bastante educadas la mayor parte del tiempo. Sobre todo Dardo. Rina enseguida se sacude y empieza a recolocarse el pelaje, pero no muestra ningún signo de rechazo.

Cuando han terminado las presentaciones Johan hace un nuevo sonido, y los animales parecen moverse libres de nuevo, sin ningún tipo de orden que les haga mantenerse en su sitio.

-Entonces quieres enfrentarte a mi, ¿no? -inquiere, tomando distancia con respecto a Krista-. Podría enseñarte cosas, supongo, pero a la hora de la verdad aquí, en Brontë, no hay una escuela. Cada uno hace lo que sabe. Entonces tengo curiosidad por ver primero cuáles son tus habilidades. ¿Cómo has aprendido lo que sabes de lucha?

En lo que habla, el piscis se va alejando de ella hasta estar a unos cuatro metros. En ese punto, adopta una posición de guardia. Dobla ambas rodillas. Retrasa una pierna, apoyando en ella casi todo su peso, La otra, la adelanta, apoyando solamente la punta en el suelo, lo que le dará una versatilidad a la hora de dar patadas. Los brazos, también flexionados, se sitúan cada uno a un lado de su cuerpo, en una posición neutra.

-Atácame, o algo. A ver qué sabes hacer.

Johan hasta se plantea que sepa más que él y le dé una paliza. Es una posibilidad.

Azael se pone en posición y de repente todo se vuelve muy real. Dice que quiere ver mis habilidades. Pero, en cuanto a pelear, yo no estoy segura de tener de eso.

- Bueno, la verdad es que sé más bien poco, lo que he podido ver en un par de libros. No eran libros muy técnicos, pero tenían ilustraciones. Fue lo único que pude encontrar en mi pueblo. Es bastante pequeño, no tenemos una biblioteca como aquí -lo digo mostrándome sonriente, pero ahora me empiezan a aflorar dudas. Quizás debería haberme formado un poco antes de venir a Brontë, aunque fue lo suficiente para no hacer el ridículo delante de los guerreros.- También practicaba con los otros niños de la zona, los hijos de los vecinos. Aunque yo era la que más sabía, así que no era muy alentador -dejo ir una pequeña risa.

Cuando el chico se pone en guardia y me dice que le ataque, trago fuerte. Respiro hondo para intentar aplacar mi nerviosismo y me obligo a concentrarme. Lo primero que hago es colocarme en una posición inicial de guardia. En mi mente aparece una de las ilustraciones de Introducción a los Estilos de Lucha Tradicionales, vol. 1. Sé que tengo que poner los brazos frente al cuerpo para protegerme de posibles ataques. Y también sé que tengo que flexionar un poco las piernas para bajar mi centro de gravedad y estar lista para moverme. Y eso es lo que hago.

Me quedo unos segundos en la misma posición, segura de que no la estoy haciendo del todo bien. ¿Y ahora qué? ¿Cómo se sigue desde aquí? A falta de una mejor idea, me impulso con las piernas y echo a correr hacia el piscis, lo más rápido que puedo. Justo antes de llegar a él, me giro, por miedo a que me ataque de frente, ya que no sabría pararlo. Moviéndome hacia su costado, me doy cuenta de que no sé qué hacer una vez llegado a este punto. Ni siquiera lo pienso y mi mano se mueve para alcanzar su brazo y aplicarle una pequeña descarga con chrysantae, lo más pequeña posible.

Johan aguarda paciente mientras Kirsta se coloca y se decide a cómo atacar. Siente curiosidad, la verdad. Si ha entrenado con niños del pueblo supone que no será la guerrera más experimentada, pero no puede asegurarlo. Ha visto pueblos de lo más extraños. Pero finalmente zanja que, si bien parece que tiene algo de teoría, la práctica no la ha puesto tanto en... práctica.

La ve llegar y buscar su costado, por lo que rápidamente pivota sobre una pierna para volver a quedar de frente a ella. Cuando la mano de Krista se acerca, él no la evita, sino que la busca. Su objetivo es avanzar hacia ella y tomar la muñeca antes de que Krista lo toque para torcerla y ponérsela a la espalda. La descarga eléctrica le sorprende y deja ir una suave risa.

-Pero no te contengas... -. Toma distancia de nuevo, separándose de ella, recuperando la guardia-. Volmemos a empezar. No me mates, pero no te contengas. Si me duele mucho, me quejaré.

Me avergüenzo de la facilidad con la que se deshace de mi intento de ataque. No es que no esperase que fuese mucho más hábil que yo, porque lo esperaba. Pero hasta yo noto que mis movimientos son torpes e indecisos. Creo que estaría mucho más agobiada de no ser por el carácter afable de Azael. Desde luego tiene la paciencia de un profesor.

¿Que no me contenga? Ni siquiera me daba cuenta de que estuviese conteniéndome. De acuerdo, no puedo dar más en cuanto técnica, pero quizás debería aprovechar mis puntos fuertes. Solo tengo que descubrir cómo se hace eso. Pero bueno, paso a paso. Me vuelvo a colocar en la posición inicial. Y sonrío. Aunque no lo haga bien, estoy aprendiendo, con alguien experimentado que sabe lo que hace. Y eso me pone contenta.

- Vale. Pues allá va.

Cojo aire por la nariz y me concentro otra vez. Comienzo como la vez anterior, acercándome velozmente a él. Pero esta vez, voy adelantándome a mis movimientos. Mientras corro, decido que esta vez voy a buscar su otro costado, el derecho, esperando hasta el último segundo antes de girar. Y en el mismo momento en el que gire, lanzaré el ataque con mi mano hacia su tronco, cargándome de electricidad hasta el codo con chrysantae.

El piscis la ve venir mejor, esta vez. Más segura, al menos. En su experiencia, a veces es más importante creer que sabes hacer algo que el hecho en sí de que sepas o no. Si dudas antes de golpear, tu ataque será más débil y fácil de predecir.

Deja que se le acerque, pero antes de que lo toque da un salto hacia atrás, consciente de que por poco que duela el golpe, el chrysantae no va a ser precisamente agradable. Después, casi nada más esquivarla, inclina su cuerpo hacia adelante y se impulsa hacia ella de nuevo, buscando encajar su hombro contra su vientre para embestirla y tirarla al suelo.

Quiere ver cómo están sus reflejos, tampoco va a ser él el que se ponga ahora a buscar hacer daño sin motivo. Y menos con alguien que acaba de llegar y tiene ganas de aprender.

Todo va como planeo hasta que el chico me esquiva. Da un salto hacia atrás y yo me quedo en una postura incómoda. Antes de que me pueda recolocar, veo que cambia de dirección para volver hacia mí.

Reacciono de manera instintiva, ya que pasa tan rápido que no me da tiempo a pensar. Mi cuerpo se mueve por sí solo para esquivar la embestida que viene hacia mí. Mis pies se desplazan rápidamente cuando el cuerpo de Azael está a tan solo unos centímetros de mí. Mi cuerpo se dobla hacia adelante a la vez que mis piernas me impulsan para salir de su camino. No es nada elegante. Es lo contrario a elegante. Pero al menos me libro del golpe.

El problema es que ahora lo tengo a mi espalda y al hacer un movimiento tan raro me flaquea el equilibrio. Así que me dispongo a hacer lo único que puedo, me alejo de él aprovechando mi inercia. De modo que después de unas zancadas, me giro para volver a tenerle de frente.

Johan no puede evitar esbozar una sonrisa cuando ella lo esquiva. Lo cierto es que se nota que, sepa o  no luchar, tiene algo dentro dispuesto a sacarla del peligro. Los reflejos son un buen punto de partida, desde luego. Al final a veces la diferencia entre vivir y morir es, simplemente, que tu cuerpo reaccione a tiempo, incluso antes de que puedas darle la orden pertinente de forma voluntaria.

Le da un poco de tiempo antes de volver a atacar, para que tenga tiempo a darse la vuelta, pero trata de disimularlo. Después, cuando se está volviendo, corre hacia ella y frena a algo más de un metro de distancia, lanzando una rápida patada lateral a su costado izquierdo con la pierna derecha, mientras su pierna izquierda mantiene su cuerpo afianzado en el suelo. Quiere presionarla un poco para ver qué hace si se ve asediada, sin que le dé realmente tiempo para atacar con comodidad. Quiere ver si sabe buscar el hueco.

Dardo y Rina miran, curiosas, desde las alturas.

En cuanto me doy la vuelta para tenerle a la vista, ya se está moviendo de nuevo. Puedo ver cómo viene hacia mí con rapidez. Pienso en mis opciones. Creo que no tiene sentido que intente alejarme de él ahora. Lo lógico sería esperar a que venga y esquivar su ataque o bloquearlo. EL único problema es si seré lo suficientemente ágil para hacerlo.

Decido quedarme con esa estrategia de todas formas. Bueno, si es que se le puede llamar así. Me preparo doblando ligeramente las rodillas y poniendo los brazos denlante del torso, como en la postura que he usado antes. Pero ahora también fijo los pies en el suelo, con firmeza, preparada para aguantar lo que me venga.

Él se para antes de llegar a mí. Lo observo atentamente para poder reaccionar lo más rápido posible. Veo que alza la pierna, por lo que decido usar mis brazos para bloquear su patada. Coloco ambos antebrazos en la trayectoria de su pierna para intentar frenarla.

Mis brazos consiguen parar el golpe antes de que consiga llegarme al cuerpo. Pero menudo golpe. Se nota que no estoy acostumbrada a recibir de un verdadero luchador. Me quedo un par de segundos solo recuperándome del golpe Siento que la piel me arde en la zona donde me dio su patada. Tengo claro que no quiero otra de esas, así que decido acercarme un paso para que no le quede el espacio suficiente para una patada. Y al tiempo que avanzo ese paso, lanzo mi puño a su torso. No espero darle, solo ganar tiempo y que no me ataque él mientras me acerco.

Cuando Krista detiene su ataque y se queda un momento asimilándolo, Johan se da cuenta de que le ha hecho daño, pero como ella no dice nada y continúa, decide hacer lo propio. No va a ser él el que la trate como si fuese débil si ella considera que aguanta. No borra la sonrisa perenne y tranquila de sus labios mientras luchan, aunque no es, en absoluto, burlona.

Ve venir su mano y, con un movimiento fluido, aprovecha la inercia del propio movimiento de Krista para desviar el golpe con su mano, reconduciéndola con un giro de muñeca. Después de eso busca recudir más el espacio y lanzar un codazo a su estómago. Si ella quiere acercarse, que se acerque: no tiene problemas con el cuerpo a cuerpo. Tampoco, de todos modos, usa toda su fuerza. Si la alcanza la marcará, llegando a hacerle un poco de daño, pero tiene poco o ningún interés en que la chica termine doblada y retorciéndose. Le cae en gracia y no le apetece que termine la jornada con una mala sensación por su culpa.