Río

Al ver su reacción y que mi explicación le era útil, no pude evitar sonreír y sonrojarme. Silvanus me levantó del suelo con su abrazo y Tristán se me lanzó encima. Me reí.

- Ahora ya puedes hacerlas rebotar -comenté-. Con la práctica, botarán cada vez más veces. Ya verás.

Cogí a Tristán en brazos y lo acaricié. Entonces se me ocurrió algo.

- ¿Sabe nadar? -pregunté, mientras lo soltaba en el aire encima del agua. Si no sabía, echaría a volar, pero nunca había visto nadar a un dragón y tenía curiosidad.

-Jaja, claro que sabe- digo llevándome una mano a la nuca y riendo. - A ver, ponlo. suéltalo.

El dragón cae en el agua y agita las alas, chapoteando- oh, venga,Tristán, deja de hacer el tonto- digo riendo.- venga, bucea un poco.- el dragón hecha una bocanada de fuego naranja y azul al aire antes de meterse debajo de las cristalinas aguas y comenzar a mover sus alas a modo de remos debajo de esta, por lo que era como si volase debajo del agua. Bucea cerca de la superficie por lo que se puede ver perfectamente por donde nada.

-¿ves? Tristán hara cualquier cosa que le pidas. Cualquier cosa, asiq ue puedes pedirle lo que quieras.- repito henchido de orgullo y satisfacción (FDR: como juan carlos cuando dá el discurso)

Aplaudí a Tristán cuando empezó a bucear. Entusiasmada, me quité la camiseta y el pantalón y me metí en el agua con él.

- ¿Buceará conmigo? -pregunté desde el agua, sonriente. El pequeño dragón resultaba precioso nadando en el agua. Me acordé entonces de Icasmú y Nem, y sonreí. Ellos también eran como dragones nadando.

Tras sonreír a Silvanus, me sumergí en el agua y comencé a bucear, muy pendiente del dragón.

FdR.: Sé que parece que me invento nombres sobre la marcha, pero juro que todo está planeado en mi cabeza. Aunque nunca sepáis quienes son. Muahahahaha.

-Claro - digo sonriente. pero no dejes que se vaya muy al fondo, ¿vale?- digo frotándole la cabeza a la niña. Me cruzo de brazos y espero a que su viaje termine.

*cutrepost lo siento*

Buceé con Tristán por el río, redescubriendo detalles que ya había visto en mi viaje de llegada al palacio. Pero cuando el dragón quiso sumergirse más de la cuenta, decidí hacer caso de Silvanus y, tomándolo en brazos, emergí a la superficie. Lo dejé en la orilla, al lado de su dueño y sonreí. Luego, lo salpiqué un poco.

- ¡Adoro el agua! -exclamé, encantada.

-Se nota se nota- digo riendo.- a mi también me gusta, pero creo que lo tuyo ya es obsesión- digo frotándole la cabeza mojada. Anda, vístete que te va a coger el frío.-digo recogiendo su ropa del suelo.
-¿que tal se ha portado?- digo haciendo alusión al reptil.

-Bueno, ¿que te parece si nos vamos para adentro?- le pregunto una vez vestida y poniéndome de cuclillas para que se suba a mi espalda y poder llevarla a caballito.

Sonreí.

- Quería llegar al fondo del río, pero no le dejé hacerlo -comenté-. Aunque no entiendo qué problema hay con que lo haga...

Asintiendo, salí del agua y me vestí. Luego, entre risas, subí de un salto a su espalda y dejé que me llevara de vuelta al palacio.

*Se van*

Salí al río con un pequeño candíl para ponerme a buscar flores de esas que solo se abrían por la noche, propias de Caligo. Penseba que solo podían crecer allí pero al parecer, una vez llegaron a la península se diseminaron rápidamente por la falta de competencias ecológicas. Lástima que el clima las fuese matando y ahora solo queden algunas difíciles de encontrar en los sitio más húmedos. Eran unas flores preciosas que solo había visto un par de veces en mi vida, pero me había parecido verlas por la desembocadura cerca del lago hacía unos días y como esta noche no hacía demasiado frío, salí a ver.

Paseé un ratito por el río aprovechando para contemplar su vida nocturna y deleitarme con la actividad silenciosa de la madre naturaleza por la noche. Era precioso contemplar tanta vida oculta, envidiaba a los caeruleus por en ese punto, pero agradecía a la diosa que me hiciese nacer flamma para purgar mi alma sin dificultad y soportar la dura vida pagana.

Encontré lo que buscaba escondido detrás de una roca que aprecía llena de musgo y me encuclillé en el lugar. Los flores de pétalos pequeños de un azul clarito y brillante me embobaron y me quedé contemplando su lindura.

Llegó al río, con los ojos ligeramente encendidos, para dar un paseo. Al igual que el día anterior, había pasado la tarde en la biblioteca, por lo que había decidido, una vez terminó de leer aquellos temas que le interesaban, dar un paseo por los exteriores.

Cuando llegó, se acercó al orilla y, al acercarse a esta, sus ojos se toparon con Summer. La flamma, a la que había visto una única vez y con la que tenía una explicación pendiente, estaba entre las hierbas. El chrysos dio un par de pasos, acercándose a la chica, y la observó en silencio durante unos segundos. La muchacha parecía concentrada contemplando las flores.

Sonrió.

—Buenas noches, Summer — murmuró, pasados unos segundos.

Me sorprendí al escuchar a alguien detrás de mí y, al darme rápidamente la vuelta, me caí de culo en la tierra húmeda del río. Pero no pasaba nada, era Grell. "Ah, Grell, hola... Me has asustado" Digo con una sonrisilla algo avergonzada para luego tratar de ponerme en pie."¿Quéhaces por aquí? Es tarde" Le pregunté con curiosidad. Una persona normal o era un acosador como el montruo de miraza o no se paseaba por aquí a estas horas.

Alzó ambas cejas cuando la muchacha se cayó y, con un par de pasos, llegó hasta el lugar donde ella estaba. Iba a tenderle una mano, pero, al ver que ella acaba de levantarse por su propia cuenta, metió las manos en los bolsillos de su chaqueta. Cuando escuchó el nombre de Grell, esbozó una corta sonrisa y suspiró. Parecía que para la chica no se había olvidado del mote que le había puesto. Se preguntó si la chica recordaría el nombre con el que se había presentado. Luego escuchó en silencio su pregunta.

—Pues... He salido a dar un paseo — respondió. Se encogió de hombros y continuó —. Llevo toda la tarde en la biblioteca. ¿Y tú? ¿Qué haces aquí? — Esbozó una sonrisa jocosa y clavó sus ojos en los de la chica —. ¿Acaso no es tarde también para ti, Summer?

Asentí en cuanto Grell dijo que llevaba toda la tarde en la biblioteca. "Siempre es bueno visitar a la madre naturaleza" dije con una sonrisa amable imaginando lo que sería pasarse mucho tiempo dentro de cuatro apredes. Incluso en el santuario, me pasaba el día entero dando vueltas por fuera con mis hermanas y solo me encerraba cuando debía acceder a la torre para mis labores especiales. Pero la torre era cálida ya que allí se concentraba la mayor representación de la diosa y no me parecía un espacio de muros cerrados sino una especie de vientre maternal que también formaba parte dela naturaleza y nos protegía a las cuatro elegidas.

Como me había quedado un poco atontada en mis pensamientos, parpadeé varias veces y luego respondí a Grell. "¿Qué? Ah, para mí no es tarde en absoluto ya que he venido a ver las floras de noche" Señalé las pequeñas flores brillantes ocultas entre los matojos húmedos. "Son unas flores muy bonitas y puras y no quería perdérmelas" Comenté.

Ensanchó la sonrisa al escuchar el primer comentario de la flamma y asintió. Luego, cuando la chica le dijo que había ido al río a aquellas horas para ver las flores de la noche, arqueó la ceja derecha y clavó sus ojos en el punto que Summer señalaba. Dio un par de pasos y se acercó un poco a aquella zona, para después acuclillarse para ver mejor las flores (las cuales intentó no pisar en ningún momento).

Las llamadas flores de la noche eran de color azul, con una ligera tonalidad blanquecina. Tenían los pétalos pequeños y redondos y, además, emitían una ligera luz. El chrysos supuso que el motivo por el que la chica había acudido al río a aquellas horas era porque quería verlas brillar. Esbozó una pequeña sonrisa y giró la cabeza para ver el rostro de la chica.

—No es que sea un gran amante de las flores, pero admito que estas son curiosas — Ensanchó la sonrisa —. Aunque no sabía que había flores que pudiesen brillar...

Torció el cuello y volvió a observar las flores. Acercó su mano derecha y arrancó una flor que tenía a unos metros. Tras esto, la examinó entre sus dedos, al tiempo que le daba un par de vueltas. Mientras observaba el tallo de la flor, pensó que podía aprovechar que la chica parecía que no huiría para intentar explicarle el malentendido de los tejados.

—Una cosa, Summer... — La miró de soslayo —. Sobre lo que viste aquel día en los tejados, quiero que sepas que no era lo que parecía. Apenas conozco a ese hombre y no sé a qué vino aquello... — Volvió su vista a la flor que tenía entre sus dedos —. Vamos, que sea lo que sea que crees, que sepas que no era lo que parece. No tengo ningún interés en el líder caeruleus ni nada parecido. Por otro lado, me gustaría que no le dijeses a nadie que viste lo que viste... — Le dio una vuelta a la flor —. Porque, a fin de cuentas, fue un malentendido... Y, por tanto, no merece la pena que la gente lo sepa — Miró a la chica. Sonrió —. ¿Me harías ese favor?

FdR. flor, flor, flor, flor everywhere e_e (no encontrar sinónimos que suenen bien = shit)

Sonreí cuando Grell dijo que las flores eran curiosas. Entonces quería decir que le gustaban, supongo. Me agradó ver que, al principio, las dejó tranquilas, mostrando su gran belleza al mundo y a las almas fragmentadas. Pero me apené al ver como al final se dejaba tentar por la codicia del hombre y arrancaba una de ellas para hacerle suya despojándola de su vida y de toda la belleza que podría aportar al mundo. Debía asumir que todos aquellos a los que conociera fuera del palavio serían almas perdidas, ahogadas por el deseo carnal y aferradas al puro materialismo codicioso. Por un segundo Grell y el chico flamma me parecieron iguales, pero después desterré la idea ya que la bestia de fuego era realmente repugnante y Lyam resultaba más amable.

Me llamó un momento y le preté atención, curiosa. Lyam me comentó lo de la noche en los tejdos. "Vaya, ya casi lo había olvidado..." Confesé con cierta preocupación. ¿Así que ellos dos no mantenían una relación secreta y pasional? ¿Simplemente había sido tan fortuíto y carnamente lujurioso como muchos de los actos más bajos de los pueblos? Mi visión de Grell, o Lyam, se vio claramente afectada. Ahora tenía más cara de Lyam que de Grell.
Cuando dijo que no tenía interés en el líder caeruleus me llevé las manos a la boca. ¿Entonces era él quien jugaba en aquel macabro circo? ¿Y si ese hombre estaba sufriendo por su tentacion? Recordé que el l´dier caeruleus me había espiado en el lago produciéndome una desagradable sensación pero, ¿y si su comportamiento solo era algo con lo que olvidarse de los pesares de su alma por culpa de este muchacho?

Me pidió que no contase nada con un tono casi igual de retorcido que el movimiento macabro por el que hacía pasar a aquella pequeña flor arrancada. Jugueteando con su cuerpo muertecillo entre sus dedos y, por un momento, me imaginé que aquella flor era yo o el líder caeruleus con el que jugaba. Me puse nerviosa porque tenía algo de miedo. Aquello ojois brillantes y aquella sonrisa que quería parecer encantadora "A-ah... Cl- claro... Bueno, supongo que nadie preguntará por eso... E-en fin, Lyam, creo que debo irme a dormir. Es tarde, ¿lo ves? Y... Me parece que estoy cansada" Hice un gesto de despedida y me alegé de él unos metros sin dejar de mirarle para luego apurar el paso hacia el castillo con cierto temor. La vida en Brontë era realmente terrorífica, nadie era lo que parecía. Nadie. ¿Y Alexander? No quería pensar que también él fuese un alma oscura y viciada.


FdR: loooooool esquizofreniaaaaaaaaaa

Por algún motivo, se sorprendió cuando la chica le confesó que casi había olvidado su encuentro en los tejados. De haberlo sabido, no hubiese vuelto a sacar el tema. No era algo que le gustase recordar.

Se puso en pie, sin soltar la flor, y se alejó de la zona de los hierbajos para acercarse a la flamma. La observó en silencio, con la sonrisa todavía dibujada en el rostro, y escuchó como la muchacha contestaba a su pregunta. Cuando dijo que dudaba que alguien preguntase por eso, dejó escapar una suave carcajada. Iba a contestarle, a decirle que siempre cabía la posibilidad de que alguien preguntase, pero la chica se despidió de él antes de que pudiese articular palabra. Como respuesta, el chrysos alzó ambas cejas, sorprendido por el repentino interés de la joven por volver a Palacio. Se giró, dándole así la espalda al río, y contempló el camino por el que la flamma debía haberse ido.

Se llevó la mano libre a la nuca y frunció ligeramente el ceño, confuso.

—Buenas noches... — susurró, no supo muy bien por qué.

Clavó sus ojos en la flor que tenía entre las manos. Hacía unos segundos que había dejado de brillar. Suspiró y, tras dedicarle un último vistazo, la arrojó al suelo. Luego comenzó a caminar en dirección a Palacio.

*se va*

Paseo por los exteriores de palacio con intención de tomar el fresco y pensar tranquilamente. Sin darme casi cuenta, acabo junto al río.

Nunca me ha gustado mucho el agua. Cuando era pequeña no era capaz de aprender a nadar; me hundía como una piedra en la mástranquila de las aguas nada más atravesar su superficie. No me causó ningún profundo trauma, pero quizás por ello el agua nunca llegó a ser de mi agrado. Sin embargo, el arruyo que preoduce el río al avanzar por su lecho se me hace relajante.

La misión que realicé todavía me resulta confusa. La extraña mujer que trajimos a palacio... No he vuelto a encontrarme con ella, pero era una persona extraña. me pregunto para qué podrían necesitarla los líderes de palacio. Sin duda, es un tema que debo marcar en prioridades.

Muevo los brazos en lentos círculos hacia atrás mientras camino, sintiendo cómo mis omóplatos giran y los agarrotados músculos de mi espalda se estiran, produciéndome placer y dolos al mismo tiempo.

Tras un rato caminando me detengo bajo un árbol y me siento para observar las aguas sin demasiado interés. Al menos es relajante...

En cuanto estoy suficientemente relajada, regreso al palacio. No he venido aquí de vacaciones.

*se va*

Estaba entrenando desde bien temprano por la orilla del río, corriendo alo largo de la orilla, saltando de una a otra haciendo uso de las ramas o las rocas, practicando puntería en movimiento con mis kunai frente a un árbol... El día era bastante fresco -al menos de mañana- y eso siempre resultaba próspero para entrenar. Igualmente dejé mi camisola a un lado para no ensuciarla de sudor y solo matuve las telas de protección de los brazos y la que cubría la mitad inferior de mi cara.

Ahora tocaba el turno a la práctica marcial diaria. comencé con unos jercicios típicos de golpe con pies y manos frente a un árbol, abriendo las piernas un poco para concetrar mi energía en golpear primero con los dorsos de mis manos al árbol buscando los posibles puntos vitales en caso de que se tratase de una persona. Luego me dispuse con una mejor colocación de pies para asestar patadas y, finalmente, tocaba el turno de los movimientos más complejos.

Me aparté del árbol y busqué una zona más amplia para moverme. Empecé primero haciendo el espagar para estirar un poco los músculos. Mi respiración no se agitaba demasiado ya que la tela sobre la cara me había enseñado a respirar adecuadamente si no quería ahogarme. Tras el espagar, me tumbé hacia atrás y me levanté con un movimiento en látigo de mis piernas y espalda hasta quedar de pie dispuesto para pelear. Luego fui hacia adelante para hacer el pino y, posteriormente, mantener el espagar en el aire para acabar pasando las piernas sobre mi cabeza. Esta vez, en lugar de quedamr de pie, decidí acabar encuclillado para luego sentarme. Apoyé las manos juntas sobre el suelo y levanté mi cuerpo con algo de esfuerzo para empezar a mover cadera y piernas en círculos. Al final acabé por detenerme y sentarme de nuevo en el suelo para hacer algo de ejercicio de fuerza. Con las manos juntas y delante de mí, como hasta ahora, me sostuve de nuevo en alto, con las piernas algo abiertas, y me mantuve así un buen rato.

Efectivamente, había sabido orientarme con facilidad. A plena luz del día era muy fácil abrirse paso por el bosque, y pronto di con lo que buscaba. En las proximidades del río, al igual que ocurría con el río que había en la aldea, la vegetación cambiaba con respecto al resto del bosque. En el caso del río de Brontë, la vegetación que surgía en esta zona consistía, entre otras cosas, en arbustos que daban unas bayas que, además de no ser venenosas, estaban riquísimas.

Casi había olvidado aquellos manjares de la naturaleza, que no había vuelto a probar desde mi llegada a Brontë, y mientras caminaba entre los árboles, recogiendo pequeños frutos, me dije que era una suerte que no me hubiera olvidado del todo. Aquel sí era un desayuno fabuloso.

Seguí avanzando, en busca de más bayas, hasta casi salir de entre los árboles a la zona donde discurría el río. En el último momento antes de quedar a la vista, me di cuenta de que no estaba sola. ¿Cuánta gente había salido al bosque aquel día? En aquel caso no se trataba de un conocido, o al menos no de alguien a quien pudiera reconocer. Apenas podía verlo bien desde mi posición, pero en cualquier caso, tenía la cara semitapada, lo cual hacía más difícil aún identificarlo.

Con ciertas precauciones, me acomodé entre los arbustos y me quedé a observarlo, mientras mordisqueaba una baya de las que había recogido.

*Se queda*

En cuanto creí suficiente el entrenamiento acabé por descansar y ponerme en pie de nuevo para estirar un poco los brazos y las piernas. Ya llevaba un buen rato practicando con lo que por esta mañana ya era suficiente.

Debería ir a comer algo para recuperar fuerzas, pero antes prefería darme un baño relajante y fresco. Me acerqué a la orilla del río, estiré als membranas y di un slto para entrar de cabeza en el agua, buceando hasta el fondo. Di un par de brazazos dentrodel agua hasta que al final saqué la cabeza y me quedé allí dejándome llevar un poco por el agua.

Al cabo de un tiempo de observarlo, dejó lo que estaba haciendo para descansar, y un tiempo después se incorporó de nuevo, dejó a la vista sus membranas y saltó al agua. Abrí mucho los ojos, sorprendida. ¿Un piscis? Que yo supiera, en el castillo sólo estábamos Silvanus, Blues Splash y yo, y estaba claro que él no era ninguno de los tres... Entonces, ¿de quién se trataba?

En cualquier caso, no podía salir en aquel momento de donde estaba, porque se daría cuenta de que lo había estado espiando. En lugar de eso, di media vuelta sigilosamente y me puse en camino hacia el castillo. Me prometí a mí misma que no me olvidaría de preguntar por aquel chico.

*Se va*

FdR.: Lo siento, pero me tenía que ir u.u

Después de dar algunos largos por el lago y de bucear un rato, decidí improvisar una de las caññas que en mi clan me había ensañado a utilizar como seguro si me quedaba sin aire y prové a ver si funcionaba correctamente al hacerla. Había hecho otras anteriormente, pero con otro tipo de cañas y no sabía si las de Fulmen eran tan seguras apra aquello.

Me acerqué a uno de los setos del río y me hice con una pequeña caña de bastante longitud para, ayudado del kunai, practicarle los cortes adecuados para su uso. La limpié y me dispuse a usarla. Sin coger aire me surmergí hasta el fondo, comprobando que la parte superior de la caña quedase al aire y, finalmente, prové a respirar. Bien, funcionaba, era lo esperado.

Decidí salir del auga al fin e irme a comer, tenía bastante hambre después del entrenamiento matutino y no me apetecía hablar con nadie. Me vestí y me fui corriendo.


FdR: djkfhajlfsdkh perdón por tardar en salir de aquí, pero no me encuentro bien y ha sido un momento de lucidez -e-

Sus pasos le llevaron de nuevo al río, donde se detuvo durante unos segundos. Antes, cuando se había ido del lago, había escuchado la voz de Dehnel y se había puesto de peor humor. Luciérnaga cobarde. Él no era ningún cobarde. Ni ninguna luciérnaga, claro. Lo que le pasaba era que no era un buen mago y no era capaz de controlar el brillo que emitía cuando estaba furioso. Por suerte para él, no se había apagado delante de Dehnel, sino que la luz que había emitido su cuerpo desapareció segundos después de escuchar el eco de las últimas palabras del flamma.

El chrysos chasqueó la lengua y bufó de nuevo, antes de dar un par de pasos en dirección al Palacio. Luciérnaga...

—Yo no soy ninguna luciérnaga, imbécil...

*se queda pero se está yendo e.e*

Al salir del bosque ilumino mi cuerpo al fin. Aquí, aunque me encuentren, no han de sospechar nada. Al fin y al cabo, Jager no está conmigo, y no creo ser la única de todo Brönte que sale a dar paseos nocturnos. De todas formas me muevo con pasos rápidos. Si alguien ha visto algo, quiero llegar lo antes posible al palacio para no ser una posible sospechosa.

A mitad de camino, cuando paso junto al río, veo una sombra. Detengo mis pasos y observo la espalda que hay ante mí. Antes de apagarme, creo reconocerlo. ¡Qué casualidad!

- ¿Lyam? -inquiero en voz alta.

Deseo interiormente que Jager lo esté viendo para que su rabia aumente.

A mitad de camino, una voz hizo que se detuviese. El chrysos apretó los puños, reprimió un grito y bajó la cabeza, al tiempo que maldecía a su suerte, al mundo de nuevo, y a Alehyss Lester. Porque de entre todas las personas de Palacio tuvo que aparecer ella. ¡Ella! Hubiese preferido encontrarse con Alexander, con Rick Dehnel de nuevo, con la víbora también conocida como líder caeruleus, con Rais, con la chrysos Julie, con el aether aquel que había visto el otro día... ¡Con cualquiera antes que ella! Pero no. En el río, a altas horas de la noche, tenía que aparecer Alehyss Lester porque eso tenía todo el sentido del mundo. ¡Especialmente si tenía en cuenta que llevaba días sin verla!

El chico giró la cabeza y miró a la sombra que, dedujo, debía ser Alehyss.

—El mismo — murmuró, como si las palabras le pesasen.

Incluso Rick Dehnel se hubiera dado cuenta de que Lyam no estaba de buen humor. Y eso que Rick Dehnel es MUY tonto.

Observo al chrysos, deteniéndome a unos tres metros de distancia, pasando mi rostro de la sonrisa que llevaba al saludarlo a una expresión inexpresiva que oculta mi curiosidad por sus pensamientos. Lo evalúo unos segundos. ¿Estará enfadado en sí o es conmigo en concreto con quien tiene problemas? Lo mejor es no tentar mucho a la suerte pero arriesgarse un poco.

- ¿Pasa algo? -inquiero, preparada para ponerme a la defensiva en caso de necesidad.