Río

Se acercó un poco. Puse algunos músculos en tensión, pero en conjunto n estaba asustado. Yo era más grande, y si había algo que mi padre me había dicho siempre eso era que, aunque más grande no es mejor, siempre impresiona más. Nunca supe bien a qué ámbitos de la vida podía aplicarse esto, pero el ámbito de la seguridad en combate era uno de ellos sin duda.

- Había pensado en acompañado con patatas. ¿Qué te parece? -. Sonreí jocoso. Era tan gracioso-. ¿Eres un espía contrabandista?

Lo mejor era andarse sin rodeos. Ir al grano, vamos.

Dejó escapar una suave risa irónica al escuchar las palabras del flamma. ¿Un espía contrabandista? ¿Él? Por Mithos, no.

— Poco original, diría yo — murmuró, sin el tono jocoso que había utilizado en su anterior comentario. Avanzó, de nuevo, hacia el flamma, hasta estar situado a un par de pasos de él. Torció una sonrisa y siguió hablando —. ¿Un espía contrabandista? ¿Yo? Por Mithos, nada más lejos de la realidad.

Volvió a toser, y volvió a maldecir por lo bajo. Odiaba su tos.

— Simplemente, disfrutaba de un paseo por el río, igual que tú, deduzco — Sonrió. Volvió a toser. Frunció el ceño —. Por cierto, antes de acusar a alguien de espía contrabandista, creo que sería mejor que, al menos, te presentases.

Escuché sus palabras con el ceño fruncido. También seguía con la tos. Quizás le daba a eso de fumar que era tan insano. Mi padre siempre me decía que fumar era malo para los pulmones, el bolsillo y subir cuestas, pero a mí la verdad poco me interesaba.

Si "no era nada más lejos de la realidad" de un espía contrabandista significaba que era un "no espía-no contrabandista". Eso le daba puntos, pero no lo convertía en buen tipo.

- Para que lo sepas, yo estaba entrenando, no paseando. mi padre siempre decía que los paseos son esa clase de cosas que solo se hacen en contadas ocasiones y por motivos importantes, así que no te creas que eso te exhime de responterme, y...

¡Qué ganas de reír en su cara! ¿Se creía que yo era un estúpido?

- ¡¡Que te crees que me voy a presentar ante un sospechoso así de fácil en mitad de la noche!! ¡¡Rick Dehnel se equivoca una vez, pero más ya no!! ¡¡No soltaré prenda hasta que no te identifiques tú, extraño que fuma!!

Lo tenía claro si se pensaba que iba a ser tan fácil sonsacar información a alguien como yo.

Cruzó los brazos y escuchó las palabras del flamma con una sonrisa jocosa pintarrajeada en la cara. Según lo que decía, estaba entrenando, no paseando, porque su padre siempre decía que blablablabla, así que blablablablabla. No le prestó atención a la mitad del primer comentario del flamma, pero sí que escuchó con atención su siguiente intervención. No porque quisiese, sino porque el chico había alzado el tono y era casi imposible ignorarle.

Una parte de él quiso reírse del flamma en su cara, pero otra, un poco más educada y políticamente correcta, le dijo que se limitase a sonreír. Y eso hizo. Esbozó una amplia sonrisa jocosa y clavó sus ojos en los del flamma.

— Discúlpeme, Rick Dehnel — dijo, con fingida seriedad —, por intentar preguntarle por su identidad antes de presentarme yo. — Sonrió jocoso —. Y, bueno... No sé cómo decirlo, pero creo que te has confundido una vez más — Ensanchó la sonrisa y se pasó una mano por la nuca —. No fumo. Si toso es porque estoy saliendo de un terriiible constipado, no por otra cosa.

Volvió a guardar las manos en los bolsillos.

Sonreí. Acababa de hacer el ridículo, pero él no podía darse cuenta de ello.

Me caía mal.

- Ya veo, ya. Esas cosas son malas de curar.

Desde luego, todos los chyrsos debían de ser familia, porque al menos en desagradables eran muy semejantes.

- ¿Cómo te llamas, extraño, si puede saberse?

Alzó ambas cejas y ensanchó la sonrisa.

— Ya ves... — murmuró, antes de volver a toser.

Frunció el ceño y resopló. Miró al flamma de reojo y guardó las manos en los bolsillos. Sonrió, de nuevo, y dio un par de pasos, hasta quedar a la derecha del flamma.

— Lyam. — murmuró —. Un placer, Rick Dehnel.

No dijo nada más y siguió caminando. Definitivamente, no tenía nada por lo que preocuparse. Aquella sospechosa figura había resultado ser un flamma estúpido, que no había podido ver nada y que no podría sospechar nada de nada. Sonrió. Todo iba bien.

*se va*

Observé al tal Lyam alejarse. Lo iba a examinar muy de certa; tanto que iba a arrepentirse de haber nacido, tenido nombre, crecido, aprendido a hablar y a caminar, a luchar, a lo que quisiera que supiera hacer y, finalmente, haber acudido al Palacio Brönte a encontrarse conmigo. Maldeciría todas esas cosas por el resto de sus días hasta morir, posiblemente a manos de Lester.

- Será cerdo... ¡¡Ya se sabía mi nombre!!

Seguro que era un espía.

Gruñí. Se iba a enterar de lo que valía un peine. Y no uno de esos de madera hechos en diez minutos, no. ¡¡Un peine de los caros!! Yo me encargaría de que así fuera.

*se va furioso*

No quería seguir encerrada en el castillo, pero no sabía que hacer. No había visto a nadie desde la señora que me había tejido un jersey, me preguntaba dónde estaría todo el mundo.

Me fui de expedición por los alrededores. El castillo de Brontë tenía muchos terrenos, y varios no los conocía todavía.
Al final llegué a un río. El agua fluía rápidamente con un sonido fuerte y constante, pero me gustaba, así que me senté en el suelo.

*Se queda*

Me había entretenido demasiado en el bosque... y me había pillado la noche, por lo que caminaba con una clair ëm yak en la mano. Acabé encontrándome con el río, y allí vi a Thamerlein, sentada junto a este.

Me acequé a ella y le dije sonriente: "Buenas noches Tham."

Hoju decidió asomar su cabeza desde mi bolsa para ver a quien le hablaba, ya que todavía no estaba dormido.

Escuché unos pasos y giré mi cabeza, ante mi estaba Hewina. Sonreí, al fin una persona!.- Me alegro de verte.- Era cierto.

Vi una cabeza de lo que parecía un animal saliendo de la bolsa de la Claritas y de ahí salió su familiar. Volví a mirar a Hewina.- Qué te trae por el río a estas horas?- Le pregunté con una sonrisa.- Deberías descansar.- Y la verdad es que yo también debería hacerlo.

"Ya, bueno... aun que en realidad no tengo sueño", le dije. Lo cierto es que llevaba un tiempo con problemas de insomnio...

"Y por lo visto tu tampoco", añadí, mientras me sentaba a su lado.

"En fin... ¿qué tal? La última vez que coincidimos no tuvimos tiempo para hablar...", le dije entonces, recordando una de las "apariciones estelares de Alexander".

-Y por lo visto yo tampoco...- Murmuré con una sonrisa. Entonces Hewina se sentó a mi lado y me preguntó que tal me iba la vida. Me acordé de Alexander y como se había comportado, ya iba siendo hora de que alguien le dijera... Volví a mirar el agua.- Pues supongo que todo lo bien que se puede estar en un ejército.- Respondí a su pregunta. Había mentido, pero solo un poquitín de nada ya que hacía un par de días no había estado muy allá, pero no me apetecía mencionarlo en ese momento.

Me tumbé en el suelo y al notar el contacto de mi piel no el frío suelo me incorporé.-Sh....- Me froté la parte baja de mi espalda que estaba al descubierto.- Tengo que empezar a usar una capa o algo...- Murmuré.- No te parece extraño?- Me giré hacia ella.- Quiero decir, en Ignis tienen que estar asándose de calor, y nosotros estamos aquí, viviendo un invierno la mar de frío...

Cuando Tham mencionó lo de empezar a usar capa me acordé de Zacharyas, ya que aquel día me enteré de que él llevaba por lo menos dos capas encima.

"Ya... lo cierto es que yo tampoco me doy acostumbrado a este frío.", le dije.

"Pero bueno, voy bien abrigada, ya que tengo quien me hace jerseys y demás prendas de abrigo.", dije entonces.

"¿Conoces a Adela? Es una señora mayor y chrysos... seguro que si se lo pides te teje algo calentito. De hecho te tejería algo sin que se lo pidieses incluso, así que...", dije a seguir mientras me quitaba mi abrigo, y entonces se lo ofrecí.

"Ten, a mi no me hace falta", le dije mientras se lo tendía.

Sonreí cuando dijo lo de alguien que le hacía jerseys y entonces me preguntó si la conocía.- Sí, la conocí el otro día. De hecho me dijo que me iba a dar uno... veo que no bromeaba cuando dijo que quería darle uno a cada persona del castillo...- Me reí, la verdad es que la pobre señora iba a tener que trabajar mucho si quería cumplir su deseo...

Entonces me tendió su abrigo.- Ah no!- Levanté las manos.- Gracias pero estoy bien, mi ropa también abriga...- Bajé la mirada y vi mi falda de piel y mi top. Posiblemente no me creería.- En serio, parece que no pero esto es realmente caliente.- Le dije señalando la falda.- Además, estoy acostumbrada al frío de Ventus.- Le sonreí, cualquier Aether pensaría lo mismo, ahí arriba el viento era todavía más frío que en la tierra y mi cuerpo estaba acostumbrado.- Lo que pasa es que el contacto del suelo me sorprendió, es sólo eso. Ponte tú el abrigo, que además, tengo mis alas.- Las moví arriba y abajo, eran calentitas.

Me dijo que conocía a Adela, y cuando me contó su proposito me reí.

"Esta Adela...", pensé entonces. Después, tras ofrecerle el abrigo y observar su rechazo dije: "Oh... bueno, como quieras", y volvi a ponermelo. Sonreí nostálgica, ya que conocía el calor que proporcionaban unas alas como esas...

"Jo... lo cierto es que estaría dispuesta a intercambiar mi abrigo por tus alas", dije fijandome en ellas.

"Aun que no es un intercambio muy justo", dije riéndome levemente.

Vi como las miraba.- Lo siento, no son comerciables.- Crucé los brazos como si fueran una X y me reí amistosamente.

Me acerqué un poco más a ella y pasé mi ala derecha por sus hombros.- Pero supongo que por compartirlas un poquito no pasará nada.- miré las cintas de mi pierna izquierda.- y no, no sería un intercambio muy justo. Todo el mundo sabe que los abrigos son los que dominarán el universo algún día.- Me reí de mi chiste malo.

Apoyé las manos en el suelo y, para estar más cómoda, estiré las piernas y miré la luna en el cielo.- Oye Hewi... Supongo que te habrás enterado de que hay un torneo de lucha... Se rumorea que el premio es un arma increíble... No sabrás algo sobre eso no?- Le pregunté curiosa. En un principio me había inscrito por medir mis habilidades con los demás combatientes y por entrenar, pero si aún por encima ganaba un arma interesante mejor...

Sonreí, y entonces me reí con ella de aquello. Después tras unos segundos de silencio volví a pensar en mi madre. Les había enviado la carta con los dibujos hace unos días, pero no había tenido noticias de ellos todavía.

Entonces Tham me habló sobre el torneo de lucha.

"Ah, cierto... el torneo. Estoy al tanto, aun que no se nada del premio. De hecho me apunté, pero no por ganar ni por el premio. Realmente lo que me interesa es ver el nivel que tienen los demás... y ver si estoy a la altura.", le comenté.

"Además, para una vez que se celebra algo aquí... habrá que apuntarse", dije a seguir.

-Ah! Entonces tú también estás dentro...- Sonreí.- Será un torneo bastante interesante.... Murmuré.- Aunque yo no lo decía por eso, lo cierto es que también me inscribí para ver el nivel y todo eso, pero ahora me pica la curiosidad... Además, si el arma es un hacha o una espada qué?- Miré a Arpa.- Lo máximo que podría hacer con ella sería tirarla como si fuera una jabalina...- Me acordé del día en que intenté probar una espada y lo mal que se me había dado.- Aunque siempre podría venderla y comprarme luego algo interesante...- Me toqué el mentón.-Mmm...- Me quedé pensando en qué podría comprar hasta que el sonido de un palo romperse contra una roca dentro del río me hizo volver a la realidad.- Supongo que ahora no es el momento de plantearme eso... sobre todo teniendo en cuenta que no sabemos qué será ni quién lo ganará...

Nos quedamos un rato hablando y finalmente, después de percatarnos de lo tarde que era, amabas volvimos al palacio.

*Se van*

Llagué al lago mientras cantaba una canción. No tenía más cosas que hacer, por lo que simplemente me quedé lanzando piedras al medio del lago. Quería que rebotasen en el agua, como hacían mis hermanos, pero a mi no me salía... una vez conseguí que diese una un bote en el agua y me puse a saltar de contento... pero había sido hace años y ya no me había vuelto a salir.

*se queda tirando piedras como un niño autista xD*

Caminando sin rumbo fijo, llegué al río. Suspiré. No había vuelto a estar allí desde mi llegada a Brontë. Sonreí al recordar mi viaje. Qué raro parecía todo. Ahora, sin embargo, la idea de volver a casa se me antojaba lejana e irreal, y desde luego no tenía la menor intención de llevarla a cabo.

Vi una figura sentada en la orilla que tiraba piedras. Aprovechando que no me veía, escogí una piedra plana del suelo y la lancé desde detrás de él. Rebotó cuatro veces en el agua y sonreí. Las lecciones de Leen no se olvidaban nunca.

- Hola, Silvanus -llamé, acercándome.

FdR.: Juas. Sí, al final posteo antes de cenar xD

habia perdido la cuenta de las piedras que había tirado ya, pero una pasó zumbando al lado de mi cabeza y rebotó cuatro veces.

Me quedé con la boca abierta y un poco paralizado por el susto. Casi me vuelan la cabeza.

Me voy la vuelta rápido.

-MUESTRATE ENEMIG... ups. Massen... eras tú, menudo susto me metiste! - digo cruzándome de brazos y poniendo morros. ¿querías matarme?

Me eché a reír ante la alarmada reacción de Silvanus. Me acerqué a él y le removí el pelo. Luego me senté a su lado.

- Tranquilo, hombre -respondí-. Si hay algo que se me da bien, es apuntar. Puedes estar tranquilo por eso.

Le eché la lengua, aún medio riendo. Luego me puse a rebuscar por el suelo en busca de más piedrecitas planas.

- ¿Qué te trae por aquí? -pregunté.

FdR.: Sí, ya cené xD

-Si, si si.. claro, no me seas chulita, que algún día le sacas un ojo a alguien - digo enfurruñado.

Cierro los ojos cuando me frota el pelo.

-¿Pero tu?, piojillo... digo pinchando su abdomen suavemente ya con una sonrisa.

-Pues el aburrimiento, creo-digo encogiéndome de hombros y lanzando otra piedra al lago que se fue directamente al fondo de este sin dar ni un solo bote.

-Jolin! no rebotan, Massen!- digo sentándome con las piernas curzadas, los brazos cruzados y unos morros que se podían ver desde Ignis.

Me lo quedé mirando fijamente, con los ojos muy abiertos, y entonces me eché a reír. Me veía a mi misma de pequeña en su cara enfurruñada. Recordaba cuánto me había enfadado cuando Seranne e Inwir me demostraron cómo ellas podían rebotar las piedras y no quisieron enseñarme. Por suerte, Leen, que nunca fue muy amigo de hacer rabiar, decidió terminar con mi enfado enseñándome él. Y vaya si había aprendido, pues tras eso me había pasado años practicando.

- No escoges las piedras adecuadas -le expliqué a Silvanus-. Mi hermano me enseñó cómo se hace. Mira.

Escogí una piedra plana, ni muy grande ni muy pequeña, y se la enseñé.

- Esta es una buena piedra -dije-. Necesitas que sea plana para que coja bien el efecto. Entonces, te la pones en la mano así -la cogí con el índice y el pulgar de forma que quedara horizontal- y la lanzas hacia delante, no hacia el agua, con un giro de muñeca -lancé la piedra, que rebotó tres veces en el agua antes de hundirse. La miré con decepción-. Bueno, este no me ha salido muy bien, pero es más o menos así. ¿Ves? Y ya está. Ahora prueba tú.

Sonreí, expectante.

Me lo explica y atiendo asintiendo con la cabeza cada dos segundos.

Entonces la tira y bota.

-Bién! lo intentaré!- cojo una piedra planita, redondita y muy bonita y la cojo como Massen me ha enseñado. Entonces la tiro y bota dos veces.

-ALA! mira! dos! ha botado dos veces! que genial! gracias Massen!- digo abrazándola y levantándola del suelo.

Ante el alboroto, Tristan sale de mi bolsa y se va a saludar efusivamente e Massen, lamiéndole la cara con fuerza y ansia.

-De verdad, que pesao que es...- digo cruzándome de brazos y sonriendo.