Río

El líder Darvenwish escuchó a la niña con gran interés más para ver su reacción que para volver a escuchar cosas que ya le había dicho. Le resultó divertido. La pequeña Jillian dando lecciones morales con su recién reconocida capacidad para heredar parte del liderazgo a un hombre que ya había luchado en más de una guerra -y no solo dentro del cambo de batalla-

Caminó a su alrededor en silencio, como un felino. Con calma. ¿Acaso sabía ella de guerras? ¿Sabía ella de negocios? ¿Sabía ella de justicia, de equilibrio económico, de mantenimiento de la paz estable? ¿Sabía ella de negocios sucios de los suburbios? ¿Sabía ella de sangre? ¿Sabía ella de intentos de asesinato? ¿Sabía, acaso, lo que era morir si no se actuaba?

- Querida Jillian -. Indicó con calma mientras repasaba el discurso de la chiquilla. - ¿Qué es para ti el bien? ¿Qué es actuar de forma justa? ... Para mí esos conceptos resultan de lo más complejos -. Inició sin datenerse en un lugar concreto. - Para mí hacer el bien es mantener la tranquilidad, evitar los enfrentamientos y las bajas potenciales, conseguir una buena calidad de vida general... Y la justicia es esa bailarina de burdel que nunca va a gusto de todos, Jillian. Lo que para mí es justo otros lo ven innombrable pero a mi parecer siempre se ha de abogar por un bien conjunto. Lo que es justo para una población llegará a ser injusto para el trato de una persona concreta -. Indicó con calma frenando delante de la muchacha y le puso las manos sobre los hombros.

- Joven Jillian, ahora todo puede parecerte un drama, pero con el tiempo tu visión no se ceñirá a lo que bien o mal pueda hacer en mi hora del té -. Sonrió.- Mi pensamiento es amplio debido a mi experiencia para con un pueblo entero y cada paso que de no representa solo ese movimiento sacado de contexto -. Asegunró con un tono medio y concencido sin perder su sonrisa.

- Querida Jillian -Repitió para continuar planteando sus acusaciones -. No creas que todo es odio y rencor hacia el mundo. Existe un término que ha servido de vía a todo aquel que ha pretendido llegar a conseguir sus fines a gran escala. Se llama supervivencia, Jillian. Con el tiempo uno sabe donde está su lugar y donde se encuentra el de los demás y con todas las desgracias que asolan este mundo, ¿quién puede vivir preocupándose por cada elemento del universo? -. Apartó un mechón del rubio pelo de la chica mirando sus ojos opacos y despistados. - Pregunta a Nagorr sobre el respeto que guardo a aquellos que realmente saben responder como compañeros, él bien sabe que antes daría una mano que perjudicarle. -Hizo una pausa y se acercó al oído de la chrysos para susurrar. - ¿Y tú en qué lado estás, Jillian? ¿Piensas sobrevivir o dejarte engullir por aquellos que no agradecen tu protección?

Acabado su discurso se separó de la chiquilla manteniendo su sonrisa calma e hizo una pequeña reverencia.

- Por cierto, quiero visitar el mausoleo de tus padres -. Indicó antes de desaparecer del lugar.

Poco después la líder chrysos abandonó también el paseo del río.

*Se van*

Llegue al rio, y aunque el agua estaba llena de hojas secas arrastradas por la corriente y el frio viento cortaba como una hoz mi piel, ya estaba cansado de estar dentro del castillo. Llevaba un grueso abrigo y tenía las manos en los bolsillos... no es que tuviera frío - que por algo era un piscis- pero bueno, tampoco quería fardar de mi resistencia en las bajas temperaturas.

Me pongo de cuclillas en el rió y meto las manos en el. Esta fría... no tiene nada que envidiarle a las aguas de Aqua... aunque las había tocado mas frias ya, a decir verdad.

Estiro mis dedos en el agua y estiro las membranas, las cuales bailotean un poco ante el movimiento del agua que fluye por su superficie.

Me rio. Me hace cosquillas. Mola.

Miro ahcia los lados... no hay nadie... ¿me baño? ¿si? ¿no? no se... Hace corriente y el rio es peligroso... a parte de estar realmente frío... pero tengo ganas de bañarme... tenía la piel seca y no me gustaba nada, por lo que comencé a desvestirme, colgando la roipa en un arboil cercano.

Me metí corriendo, porque no aguantaria hacerlo lentamente y me fui asta el fondo, nadando contracorriente, viendo como los peces bajaban rapidñisimamente hacia mí, y yo los esquivaba gracioso.

De vex en cuando salía del agua a coger aire, pero rápidamente me volvía a meter.


*^se queda*


FDR: NO VOY A ESTAR ASTA LA NOCHE n-n


Después de varias horas divirtiéndome en compañía de los peces, la corriente se comenzó a hacer mucho mas fuerte, puesto que el viento nocturno era mas frío, por lo tanto mas pesado y por lo tanto, el rozamiento con la superficie del agua era mayor, arrastrando una mayor cantidad de ella.

Yo lo noté, e intenté salir del lago, pero chapoteé un par de veces sin éxito, el agua me entraba por la boca y por la nariz, empujándome río abajo. Me agarré a una piedra, pero estaba llena de verdín y me resbalé enseguida.

Gritaba pidiendo socorro... pero nadie me oyó, por lo que me hundí en los remolinos del bravo río, para no volver a salir muchos metros más abajo, dando volteretas en el agua...

*se va*

Después de repetirme una y otra vez que era lo que había podido pasar la noche anterior, y después de llorar un poco, me apetecía desconectar, por lo que fui al río y me descalcé metiendo los pies en la heladísima agua, mientras las membranas de los dedos de mis pies se extendían


*Se queda*

Llegó al río, tras haber vagado por los exteriores del Palacio. Nunca se había detenido a observar el río detenidamente (aunque sí que sabía que había uno y sabía dónde estaba situado), por lo que le pareció que sería una buena idea ir a explorar mejor el sitio (aún a pesar de que, muy probablemente, no hubiese nada interesante allí).

Como tenía los ojos encendidos, pudo percibir (sin ninguna dificultad) la figura de Kettleburn. El piscis, con el que ya había hablado anteriormente, tenía los pies en el agua. Lyam alzó una ceja, esbozó una (falsa) sonrisa y se acercó. Ya que estaba ahí, podía aprovechar para preguntarle un par de cosas al piscis.

- ¡Kettlebuurn, amigo mío! ¿Cómo estás? - exclamó, acercándose al muchacho - Cuánto tiempo sin verte, ¿eh?

El efusivo saludo de Lyam hace que me sobresalte.

-Hay jolin. Que susto me has dado.- Digo poníendome muy rojo. pensé que sería Aren o Alexander... la verdad es que pensar en ello me ponía muy nervioso.- ¿Que tal? cuanto tiempo, ¿verdad? dije con una enorme sonrisa.- ¿quieres sentarte a mi lado? el agua está un poco- bastante- fria- de echo estaba helada- pero bueno... si te gusta...


Entonces suspiro y me pongo a ver para la luna.

Frunció ligeramente el ceño. El piscis había ignorado (queriendo o sin querer) sus preguntas (y eso le molestaba). Suspiró, esbozó (de nuevo) una sonrisa y se sentó al lado del muchacho.

- Todo bien, sin novedad - respondió, al tiempo que se descalzaba. Colocó las botas a su derecha e introdujo sus pies en el agua - ¡Pues sí que está fría, sí! - Dejó escapar una leve carcajada (que le pareció completamente estúpida) y miró al piscis. Le sonrió -. ¿Y tú cómo estás? Pareces... - Frunció ligeramente el ceño -... Apagado. No sé. Las últimas veces que nos encontramos me sonreíste nada más verme y hoy no lo has hecho.

Clavó su vista en el agua y suspiró. Miró de reojo al piscis.

- Vas a hacer que me preocupe y que empiece a pensar que igual he hecho algo malo sin darme cuenta. Dime, ¿te ha molestado algo de lo que he hecho las últimas veces que nos vimos? ¿Algo que te contó alguien...?

Todavía recordaba el encuentro en los balcones. Y la horrible imagen que supuso ver cómo Summer se iba sin que pudiese explicarse. A lo mejor se lo había contado a Kettleburn. Y a lo mejor este lo había malinterpretado (como la flamma). Tragó saliva y sonrió, ahora más nervioso que otra cosa.

- Sea lo que sea que haya hecho para que no me sonrías, lo siento mucho...

Volvió a clavar su vista en el río. Evidentemente, no estaba preocupado por el piscis y todo su discurso había sido una mentira (o actuación). Pero, si se comportaba así, seguro que el piscis le contaría algo. O eso esperaba.
Al menos sabría si Summer había ido comentando su encuentro con Aren con los demás miembros del Palacio. Y eso, lo quisiera o no, era algo.

Esbozo una forzadísima sonrisa... una sonrisa cansada y llena de preocupación.

-Es Aren... como siempre es Aren... hace cosas que me sacan de quicio... y bueno... tampoco quiero abrumarte con mi vida, pero parece que tenga un radar que atraiga a los problemas... y un problema, en mi caso, siempre tiene un caeruleus detras, porque claro... Alexander... ese es otro que también baila, ayer quiso que se la...- ups, casi me escapo de la lengua, joder... esto es confidencial.

-Lyam... espero que no me judges por como estoy hoy, en serio me encanta verte, me encanta tu compañía... bueno, me gusta estar contigo, pero perdóname si hoy estoy un poquito mas mustio.

Veamos, hoy toca el río. Si, cada día recorro una parte diferente del palacio, mas que nada para conocerlo bien, ya que al río aún no he ido nunca.

Entonces oigo unas voces y me oculto tras un matorral.

Es Kettlebur y ese tal Lyam... ¿que le estará metiendo en la cabeza ese? ese tipo es muy raro... a ver si me lo va a estar poniendo en contra...

Salgo de golpe con paso magestuoso y olinedo a jabón, hablo:

-Hombre, mira que ha traido la corriente... a Tontito y a Retrasadito. ¿que pasa Kettleburn? no me vas a presentar a tu novio?

También hace cosas que me sacan de quicio a mí, quiso añadir, pero no lo hizo. Para empezar, porque no quería que la gente conociese su pseudo encuentro con el caeruleus. Para seguir, porque Kettleburn no tenía por qué saber eso. Y para finalizar, porque a saber qué haría el líder caeruleus si se enteraba de que iba por ahí faltándole a su persona.

Así que se limitó a escuchar al piscis en silencio y a asentir. Por lo que decía, parecía que su relación era estrecha y que tenía demasiados problemas con los caeruleus. Lyam frunció ligeramente el ceño, preguntándose qué le habría pasado, y observó al piscis de reojo. Cuando este terminó de hablar, cambió su gesto y sonrió.

- No te juzgo, Kettleburn. Sólo me preguntaba si estabas así por algo que yo había hecho - Miró al piscis y ensanchó la sonrisa - Pero ya veo que no. Que no es culpa mía.

Clavó su vista en el río. Iba a preguntarle qué le había pasado con los caeruleus cuando la voz de uno de ellos resonó en el ambiente. Frunció el ceño, resopló y giró la cabeza hacia la derecha, para poder mirar de reojo a Alexander. Dejó escapar una risa irónica. Muy irónica.

- Ajajajajajajaja, Alexander, qué divertido eres - Torció una sonrisa -. Eres tan ingenioso. En serio, ¿dónde aprendiste a ser así? Yo quiero ser como tú. Con ese ingenio, ese dominio de la ironía y del sarcasmo. ¡Eres tan sagaz! ¡Tan perspicaz! Oh, por favor, dame clases para poder llegar a ser como tú.

Desvió su vista y miró a Kettleburn.

- ¿Lo has oído? ¿No te ha parecido lo más ingenioso que has oído jamás? ¡Tontito y Retrasadito, la pareja de novios de Brontë! ¡Por favor, qué dominio del lenguaje! ¡Qué gran imaginación! - Volvió a clavar su vista en el caeruleus -. En serio, eres sorprendente.

Normalmente hubiese mantenido el tipo y no se habría comportado como el imbécil que tenía delante, pero Alexander le sacaba de quicio. Esos aires, esa manera de actuar. El conjunto de todo su ser le envenenaba. Y, además, le contagiaba su estupidez de noble.

Mientras hablábamos, ALexander apareció de entre las sombras y dijo aquello.
Entonces me levanté y me puse detrás de Lyam, rojo como un pimiento, mientras agachaba la cabeza. Que bochorno, por dios... que bochorno...

Entonces Lyam comenzó a hablar... pero no era muy buena idea hacer eso... Alexander podía ser muy horrible y picarlo no era la mejor opción.

-Para... en serio... Lyam, no hagas eso- dije susurrándole desde sus espaldas- pero el no me hizo caso y siguió. Entonces me preguntó a mí si lo había oido.

-Yo... esto... Lyam... dije saliendo de detrás suya y viendo al caeruleus... a su portentosa, alta y estilizada figura, con las manos en los bolsillos, como siempre... si apoyaba a Lyam tendría que soportar los castigos de Alexander... y si no... Lyam se enfadaría conmigo... pero ¿que es mejor?

Al final no contesté... en boca cerrada no entran moscas.

-Buenas noches, señor.- ya sabía de lo que era capaz Alexander si no cumplía con el protocolo establecido.- no... no es mi novio... somos amigos... solo... ¿quería algo? - si no quieres nada, lárgate maldito mentecato...

Su respuesta solo me hace deducir que es un chico inmaduro e inseguro que solo quiere salirse siempre con la suya, utilizando la manida escusa de la ironia... en fin...

Entonces Kettleburn se dirije a mi.

-Quiero que desaparezcas digo con firmeza. Âchnam -susurro conjurando así, una poderosa esfera de gran poder, lanzándola contra Kettleburn, que sale disparado hasta el medio del río, siendo arrastrado por la corriente, dejándonos solos.

Entonces me acerco al extravagante chico- ¿que pretendes? Gilipollas. Ese pudiste haber sido tu, así que ándate con ojo, asqueroso mugriento.

Apretó la mandíbula y frunció el ceño al escuchar las palabras del caeruleus. Se puso en pie y se acercó hacia Alexander. El caeruleus era más alto que él. Torció una sonrisa y lo miró.

- ¡Adoro tus modales! - murmuró, irónico -. ¿Sabes qué? He cambiado de idea. Ya no quiero ser como tú. - Se encogió de hombros -. No me gusta la gente que en lugar de modales tiene el ego hinchado. En serio, creo que ese ego es el que te impide usar la cabeza. Si te lo quitarás, igual, con un poco de suerte, podrías llegar a ser una persona.

Pensó que lo que tendría que hacer era morderse la lengua, pero se llevó la contraria a sí mismo. Con gente como Alexander, solía desobedecer a la lógica. Pero no lo hacía a propósito. Era algo irracional. No podía evitarlo (o a lo mejor sí, pero nunca se había parado a intentarlo).

- Y sobre lo de asqueroso mugriento... - Frunció ligeramente el ceño - Agradecería que guardases esos comentarios para cuando te mires al espejo.

FdR. A ver si la pelea queda sólo como algo verbal jajajjaja ^^U

Me acerco cada vez mas a el, para quedarnos muy cerca. ¿Sabes? lo que pasa es que tienes envidia de mi posición, maldita rata, no tengo porqué guardar las formas con alguien que no se las merece. ¿quien te crees que eres? ¿intentas acaso, asqueroso farolillo con patas? ya te gustaba llegarme a la punta de mis botines. Voy a escupirle, pero me contengo un poco mas... no merece saborear mi saliva.


Ante su último comentario lo cojo del pelo y tiro fuertemente hacia atrás- ¿sabes que me apetece mucho hacer? Atravesarque aquí mismo, sin opción a huida y tirarte al río, para que te reunas con el imbécil de Kettleburn... ¿que le estabas contando? ¿que quieres de el? CONTESTA! digo sin soltarlo.

Rompió a reír cuando escuchó su primer comentario.

- ¿Envidia de tu posición? ¿Yo? Ja. - Esbozó una sonrisa, sesgada, diagonal. Torcida. - Guarda tu ego, imbécil. No tengo el más mínimo interés en ser como tú. Y ni tan siquiera me gustan tus botines, por Mithos.

Iba a añadir algo más cuando el caeruleus lo agarró del pelo. Apretó la mandíbula al notar como Alexander tiraba de él, pero no desvió su mirada. Tampoco borró su sonrisa. En su lugar, la ensanchó.

- Me gustaría ver la cara de los líderes si llegas a hacer eso. No sé. ¿Hasta qué punto está bien ir dejando cadáveres, Alexander? Yo creo que haciendo estas cosas sólo te meterás en un buen lío - Afiló la sonrisa. Apoyó su mano izquierda en el brazo del caeruleus -. Y lo que hablamos o dejamos de hablar Kettleburn y yo no es de tu incumbencia. Y ahora, suéltame.

FdR. Lo de los cadáveres no tiene relación con lo de la parvus. Simplemente, interpretó esto:

Citación :

Atravesarque aquí mismo, sin opción a huida y tirarte al río

No sé si me explico.

Me acerco mucho a su oido. Demasiado.

-¿Sabes lo facil que sería hacerte desaparecer? solo tendría que mandar una carta a Cáligo y vendrían a apresarte por el motivo que a mí me diese la gana. Tu no sabes con quien hablas, aborto de brócoli. Arrimo mis labios a su oido- sería tan facil... tan facil apuñalarte y tirarle al rio... tranquilo, los líderes no se enterarían... la corriente te llevaría hasta el mar... quien sabe, quizás tu cadaver podrido e hinchado por el agua aparecería en Aqua o por ahí... lejos, muy lejos...

-Claro que me importa si Kettlebun y tu hablas, ¿sabes? ese pequeño es mío, todo, en su totalidad, hasta su última célula es mía, así que, mira, de hecho, le voy a prohibir que vuelva a hablar contigo. Ves? ahora ya no volverás a oír la voz de tu novio. No me judges, total, solo te he echo un favor... así te lo podras seguir follando y no tendrás que aguantarlo... son todo ventajas, verdad? de hecho, creo que voy a hecerle todas las cosas que no te voy a hacer a ti... sufrirá el por ti, ¿que te parece? entonces lo solté.

Permaneció en silencio mientras el caeruleus hablaba. Lo miró de reojo durante su discurso, y no borró la sonrisa, pero no dijo nada. Cuando el caeruleus lo soltó, retiró la mano de su brazo y ensanchó la sonrisa.

- Me gustaría ver si eso que dices es cierto, fanfarrón. ¿En serio crees que lograrían apresarme? Ja. ¿Y qué lograrías matarme así como si nada? Ja. Primero, sé defenderme. Y segundo, por norma general, no dejo que me apuñalen porque sí. Llámame aburrido, pero no está entre mis aficiones. Y... - Frunció ligeramente el ceño -. ¿Este río no desemboca en el lago...?

Miró al caeruleus de reojo y torció una sonrisa.

- En cuanto al piscis... - Chasqueó la lengua -. Si me prohíbes hablar con él, pero no follar con él... ¿No te has parado a pensar que puedo hablar con él mientras lo hacemos? - Parpadeó varias veces -. ¿No te has parado a pensarlo? ¿En serio? ¡Me sorprendes! ¡O, espera...! ¡Vas a estar presente en esas ocasiones! ¡Claro! ¡Por eso no podré hablar con él ahí tampoco!

Negó varias veces.

- Qué mal gusto, Alexander, por favor...

FdR. Aborto de brócoli jajajajajajajajajaja

-Jajajaja tengo una puntería nata, dije lo de novios al azar, y mira, si al final tenemos otro bujarra en el grupo... tu mismo te has delatado. Tranquilo, te puedo asegurar que no vas a oirlo nunca mas... de otra cosa, no... pero de esa: estate en lo cierto de que si. Pero que no se entere Aren, eh, creo entender que tiene gustos sobre los jovencitos... por lo menos a Kettleburn lo tiene "enganchado"...

-Bueno, lechugo, descansa... lo vas a necesitar.

Me despido girando sobre mis putas, en un rápido movimiento, dandole en la cara con mi coleta al cebollo este.

*se va*

Arqueó ambas cejas al escuchar el comentario del caeruleus y sonrió, para sí. Al final, que el imbécil de Alexander no supiese distinguir la ironía (o burla) le había venido bastante bien. Gracias a él sabía, más o menos, el tipo de relación que tenían el líder caeruleus y Kettleburn. También se explicaba la actitud del líder en su encuentro.

Una parte de él quiso cortarle la coleta cuando esta le golpeó, pero se contuvo. Ahora que el caeruleus se marchaba, no iba a ser él el que detuviese su marcha. En otra ocasión ya le cortaría esa hortera coleta suya.

- A los ricachones parece que no les enseñan ni modales ni a diferenciar la ironía - murmuró para sí, cuando el muchacho ya se había ido -. Y tampoco saben poner motes. Menuda decepción. Lechugo. Qué poco original.

Se calzó las botas y recogió las de Kettleburn (un buen gesto no le mataría).

- Qué pena me da no poder hablar contigo, Kettleburn. Voy a sufrir tanto. - Dejó escapar una suave carcajada -. Lo único malo es que, de momento, no sabré lo de tu oreja.

Le dedicó un último vistazo al río. Luego, comenzó a hacer el camino de vuelta a Palacio.

*se va*

FdR. No. No soy Jager.
Hola, hermosos~

Caminaba con pasos firmes hacia el lugar donde los habían reunido. Según la carta de Ronda, el parvus estaría en el río cercano a Palacio sobre las doce de la noche del día veintiocho de diciembre. Suspiró. Si no hubiese sido porque el día ya estaba marcado, no se hubiese molestado en salir de los dormitorios.

No tardó demasiado en llegar al lugar y en encontrarle. El parvus estaba a unos metros de la orilla, dándole la espalda. El chrysos esbozó una sonrisa torcida y avanzó hacia la silueta. La figura de la espalda de su abrigo mutó con cada paso que dio, de la misma forma que la figura del abrigo de su compañero cambiaba.

— Buenas noches, sesenta y cuatro — murmuró, a unos metros del parvus. Ensanchó la sonrisa, afilándola aún más, y metió una mano en el bolsillo del abrigo. Luego continuó —. ¿Has tenido que esperar mucho por mí?

Miró a su acompañante de reojo y sacó un sobre color marrón del bolsillo. Se lo tendió al parvus y esperó a que lo cogiese.

— Todo lo que... — desvió la cabeza hacia la derecha y tosió, dejando la frase a medias. Maldijo por lo bajo, torció una sonrisa y se volvió a dirigir a su acompañante. —. Todo lo que me habíais pedido — repitió, tras disculparse.

Corrí atravesando kilómetros de campo, aunque realmente iba haciendo eses para que la distancia recorrida fuera más aprovechable que si fuera en línea recta. Lo malo de este ejercicio era que había que sortear obstáculos, y pronto la noche cayó (sin darme yo cuenta, tan concentrado como estaba) y me encontré con que cada paso era una amenaza inminente de tropiece.

Por surte, una luz a lo lejos (pero no tan lejos) me llamó la atención y puse rumbo hacia allí con cuidado de no caerme al cercano río.

*corre hacia allí, vamos XD*

Guardó el sobre en el bolsillo del abrigo nada más recibirlo, sin molestarse a abrirlo. Siempre contenía lo mismo, por lo que no necesitaba abrirlo para comprobar que había dentro del sobre.

— No te preocupes. No tendrás que volver — aseguró, con una sonrisa dibujada en el rostro, sin apartar la vista de los ojos del parvus.

Permanecieron así durante unos segundos, hasta que su acompañante decidió que ya era hora de marcharse. El chrysos observó, sumido en un silencio que sólo se veía interrumpido por su tos, como el parvus recogía el farol que tenía a sus pies. Cuando el parvus se dirigió a él, se permitió esbozar una sonrisa sesgada, pero tampoco dijo nada. De hecho, no dijo nada hasta que su acompañante se fue.

— Realmente sería una pena no poder verla... — susurró, irónico, mientras se daba la vuelta, con intención de irse del sitio.

Comenzó a caminar, alejándose de la orilla, pero no pudo avanzar demasiado. A lo lejos, alguien se acercaba hasta el lugar donde él estaba situado. Frunció el ceño y maldijo por lo bajo. Se planteó que podía irse igualmente, pero decidió quedarse. Sería más raro irse ahora que alguien le había visto (porque le habían visto, ¿no?) que esperar e inventarse algo sobre la marcha.

Me detuve a unos pocos metros y escudriñé en la oscuridad. Solo brillaban sus ojos, por lo que concluí que era chrysos. Eso me dejaba con una única opción: Alehyss Lester u otra persona.

Por una parte, no sería la primera vez que vería a la puta en el bosque a estas horas, pero también era cierto que si ahora sacaba a Värdjas y me abalanzaba sobre, digamos, X, podía dar con que no fuera ella. Elegí, pues, la mejor de las opciones.

- ¡¡¡SEAS QUIEN SEAS, IDENTIFÍCATE Y PROMETO NO COMERTE!!!

Fingir ser un ogro solo podía traer cosas buenas. En el peor de los casos me tomarían por un chico previsor y, en el mejor, por un joven gracioso con don de gentes.

Frunció ligeramente el ceño al ver más de cerca la figura. No podía discernir plenamente sus rasgos, pero estaba convencido de que no había visto antes a aquel chico. Metió ambas manos en los bolsillos del abrigo y dio unos cuantos pasos hacia adelante, reduciendo, así, la distancia que le separaba del chico.

Se detuvo a unos metros de él y lo observó en silencio. Se preguntaba si habría visto algo, si se habría encontrado con el parvus, o si, simplemente, se había acercado por casualidad. Pensó en preguntarle qué le había llevado hasta ahí, pero antes de que pudiese descartar la idea (preguntarlo llamaría mucho la atención, ¿no?), el flamma (ahora que estaba bastante cerca del chico sabía que era flamma) habló (o, mejor dicho, gritó) una sarta de tonterías que le hicieron alzar ambas cejas con incredulidad. Seas quién seas, identifícate y prometo no comerte, eso había dicho y, con ello, había marcado que no había visto nada.

— Me pregunto cómo pretendes comerme en caso de que no me identifique — dijo, jocoso, al tiempo que se iluminaba —. Buenas noches, por cierto.

Giró la cabeza hacia la derecha, puso la mano derecha delante suya y tosió un par de veces.