Río

Silvanus se levantó y se fue, y Tristán lo siguió volando y se metió en su bolsa.

...

"Silvanus Kettleburn... eres un tonto. ¿Qué pretende? que malo... tiene cada cosa...", pensé enfurruñada.

Me quedé ahí tumbada un buen rato, mientras miraba el cielo.

"Jum... pues mañana se va a enterar", pensé mientras me levantaba, y entonces me fui de allí.


*se va*

Llegué al río con la jaula en la que estaba el dragón del rubito. El lagarto estaba temblando de miedo, pero me daba igual... lo necesitaba para enseñarle una valiosa lección a ese crío.

Llegué a la orilla del río y cogí el cacharrito del agua de la jaula y lo llené con agua fresca para el bicho ese... no quería que se me muriera antes de tiempo.

-¡TU! -dije señalándolo con el dedo- ¿que diantres comes? Bah... da igual- enconces saqué una magdalena de mi zurrón y se la metí en la jaula- comerás lo que yo te mande. Mira que delgaducho estás.

El dragón olisqueó con miedo la magdalena (que era casi de su mismo tamaño) y comenzó a mordisquearla con miedo, mientra veía con desprecio a la anciana.

-No me pongas esa cara que te cruzo la boca!- dije cuando vi aquellos aires chulescon es una lagartija de poca monta.

Me descalcé y metí los piés en las heladas aguas del río: era bueno para mi circulación.

*se queda*

Llegué al río de muy buen humor por que ahora Altheda tenía una funda que sería la envidia de todo Mithos. La funda era preciosa y relucía bajo el sol. Además era la medida perfecta para Altheda.

Tatareaba una canción muy alegre cuando vi a aquella anciana que me había encontrado ya hace mucho tiempo en el observatorio.
Me fijé que tenía una jaula con algo dentro.

Adela, creo que se llamaba.

-Hola, buenas Adela, cuantísimo tiempo, ¿no? - entonces me fijé en la jaula dorada que tenía al lado. Dentro había un Dragón Amanita... muy parecido al mío.

-¿Así que usted también tiene uno? ¿porqué no lo suelta? el mio anda suelto siempre... ahora mismo lo tiene Hewina, ¿la conoce? ya me lo dará en otro momento.

Esbozo una media sonrisa y me pongo de pie en cuanto veo que me saluda.

-Buenas, rubito- digo poniéndole una mano en el hombro y apretando un poco- contigo quería hablar yo.

Me rio alto cuando dice aquella sarta de tonterías.

-¿yo? ¿para que quiero esta cosa?, no querido. Este es tu dragón. Si, la conozco, claro que la conozco, es una chica maravillosa y tu le has echo muchísimo daño jugando con sus buenas intenciones. Hewina me lo dió para que pueda yo enseñarte una cosa muy importante.

Entonces cogí al piscis por la camisa elevándolo en el aire, mientras que con la otra cogía la jaula y me acercaba mucho al río.

-¿Dime... sabes lo que se siente al ver como algo a lo que quieres con locura se escapa de tus manos sin que tú puedas hacer nada?- entonces esbocé una sonrisa y metí la jaula en en las frías aguas del río, sin soltarla ni a ella ni al chico.

-¿ves la impotencia que se siente?- entonces la saqué del agua. El dragón estaba empapado y bufaba, agonizante.

Volví a meterlo en el agua. El chico no paraba de agitarse y de soltar improperios, pero me daba igual: La vida era dura, y si su dragón debía morir para que él aprendiese a ser una persona con los piés en la tierra, habría valido la pena.

-¿de verdad crees que Aren Darvenwish vale la pena? MIRAME! DE VERDAD CREES QUE AREN DARVENWISH VALE LA PENA? DE VERDAD LO CREES?- entonces volví a sacar al dragón del agua... - míra como está tu mascota así es como acabarás si sigues datrás de ese mal tipo. Será en mejor gobernante del mundo - eso no lo dudaba- ¡pero es una mala rata!. Ahora mírate a ti ¿ves? llorando como una magdalena sin consuelo, viendo como un ser al que amas se aleja de tí. PUES ESO ES LO QUE ESA CHICA ESTÁ SINTIENDO AHORA MISMO!.

-¿COMO QUE ESTE ES MI DRAGÓN? DEVUÉLVEMELO!

pero entonces me levantó en el aire con una mano y, sin darme tiempo a reaccionar, metió a Tristán con su metálica tumba en las frías aguas.

-NOOOO!! MALDITA LOCA, VIEJA CHOCHA QUE NO SABE NADAR! SUÉTELO! CARAMBA, DÉJEME EN EL SUELO! TRISTÁN!

Entonces comenzó a gritarme cosas de si Aren valía la pena y que esto mismo era lo que Hewina estaba sintiendo. Maldita zorra... ahora que anduviese mandando a sus secuaces para joderme la vida, no me parecía normal... aunque tiene que estar muy dolida para llegar a este extremo y hacerle tanto daño a Tristán.

-CÁLLESE!! USTED NO SABE NADA DE AREN! NO LO CONOCE NO SABE LO BUENO QUE ES! JODER! BÁJEME AL SUELO! AREN ES BUENO! AQUÍ LA ÚNICA CABRONA QUE HAY AQUÍ ES USTED, QUE SE ANDA A METER DONDE NO LE LLAMAN, USTED Y LA ZORRA DE HEWINA, QUE VA POR DETRÁS, MANDANDO A SUS AMIGAS A PEGARME, EN VEZ DE HABLAR CONMIGO DIRECTAMENTE!- entonces me dijo como se sentía Hewina, y que esto era lo que estaba sintiendo es estos momentos y que como siguiera así, iba a acabar como mi dragón.

-QUE SE CALLE LE DIGO! ACUAERUM!

Un hechizo me pilló de improvisto y me dió en la cara, haciendo que soltase al niño y a la jaula, además, me desequilibré y me caí al río.

Conseguí salír del río unos metros más abajo.

-Maldito cabron.

Cogí mi rodillo y lo separé en sus dos partes, por lo que me quedé con una mano con una espada de unos 30 centímetros y en la otra un duro pedazo de madera que usaba como maza.

Entonces lancé el rodillo hacia el, con intención de darle, y como estaba distraído sacando al dragón de la jaula, le dí de lleno en un costado.

Mientras se retorcía de dolor, me acerqué lo más rápido que pude a él y me puse mi espada en su garganta, haciendo mucha presión, pero sin llegar a cortar.

Me mordía con fuerza el labio inferior.
-Sería tan facil acabar con esto ahora. Tan sumamente facil... un solo movimiento de muñeca y estarías muerto. Muy bien.. he intentado razonar contigo... ¿no quieres seguir mi consejo? ADELANTE deja que Aren te valla pudriendo las entrañas poco a poco... deja que te atrape en su maquiavélica mente, en su red de mentiras y engaños, en su falsa sonrisa...

Entorné mucho los ojos y al final, con una mueca de asco, me levanté.
Me daba rabia... no estaba en mi naturaleza ser compasiva.

Lo cogí de la camisa y lo lancé por los aires, haciendo que se empotrase contra un arbol cercano.

Recogí mi jaula, ya vacía y me fui.

*se va*

Mi hechizo le golpeó de lleno, por lo que nos soltó a Tristán y a mi.

Se cayó al río... ya ves lo que me importaba a mi que se ahogara la vieja esa.

me zambullí en el agua para coger la jaula con Tristán, ya que esta también se había caido al río.

Salí con ella en brazos y abrí la puertezuela, sacándolo rápidamente y agitando fuertemente al dragón para que reaccionase.
A los pocos segundos, Tristán comenzó a revolverse sobre sí mismo.

-Uf... que alivio, pensé que no la contabas, ¿eh?- entonces sentí un fuerte golpe en mi costado.

-AU! jolin!- adela me había lanzado su rodillo y se dirigía hacia mí con aires amenazantes.

Apoyó su espada en mi garganta, mientras hablaba.

Cuando pensé que ya todo había pasado, ella me cogió y me lanzó con una fuerza sobrehumana contra un árbol, lo que hizo que me quedase inmóvil debido al golpe

Me quedé llorando mientras me frotaba el chichón de la cabeza y el golpe de la espalda mientras ella se iba.


Al rato, pude moverme un poco mas, y me dirigí al agua a refrescarme los golpes.

*se queda llorando*


cuando mis golpes ya estaban un poco mas calmados, decidí irme, aún dolorido

*se va*

Llegué un poco sofocada al río, pero la chica Flamma decidió quedarse luchando en el lago. No me pareció mal, si ella quería morir... era su problema: la experiencia me había enseñado a ser prudente y, si estoy herida, lo mejor es esconderse, recuperarse en mayor o menor medida y volvera a atacar.

Me enjuagué la cara con agua del rio, decidida a volver al lago, pero antes necesitaba recuperar fuerzas, por lo que me puse a comer un bocadillo de chorizo mientras caminaba de nuevo hacia el lago.



*se va hacia el lago de nuevo, con un ritmo acelerado*

El rio estaba apacible y yo remojaba mis cansados ies en el agua: solo se oían los pajaritos y el fluir de la líquida materia. Entoces un rugido horrible rompió la sinergia que establecía con el medio, haciéndome salir de mi trance.

-Han vuelto- dije poniéndome de pie.

*se va*

El líder Darvenwish se dedicó a recorrer los terrenos del río pues eran los más cambiantes en relación a las extensiones térreas del palacio en su conjunto. Según sus cálculos, río arriba encontraría, con mayor posibilidad, otro tipo de terreno propio en fulmen que ayudase a concretar experiencias.

Caminó buscando con determinación algún cambio en el tipo de roca más alejada o cercana a la orilla así como si su forma o composición variaba en algo con la distancia al palacio. Claro que, a pesar de alejarse de Brontë el terreno no varía de forma relevante hasta después de unos kilómetros, pero al menos comprobaría un par de cosas.

Se frenó llegado un momento y removió un poco la tierra con el pie.

*Se queda*

Caminaba por las orillas del río, observando líder caeruleus que llevaba observando desde hacía ya varios minutos. Estaba escondida detrás de varios árboles, y podía ver a través de ellos gracias a la magia.

Parecía que por una vez se le había dado por caminar. Y no sólo éso, si no que parecía comportarse de una forma extraña con el terreno, ¿qué pretendía?

Me acerqué poco a poco hacia él, escondiéndome árbol tras árbol, hasta que por fin llegué hasta sus espaldas.

- Buenas noches, líder Darvenwish's, ¿qué le trae por aquí? - Mi boca formaba una línea recta e inexpresiva, quizás así sería más fácil hacer salir mis sentimientos hacia el exterior.

El líder Darvenwish levantó la vista del suelo en cuanto escuchó una vocecilla dirigirse a él. Se trataba de la joven Jillian que nuevamente lo escrutaba como a un animal de investigación.
Rotó los ojos y, sin llegar a girarse para ver a la chica, respondió a su saludo echando a caminar de nuevo con las manos unidas a su espalda.

- Buenas noches, Jillian, yo podría preguntar lo mismo -. Indicó fijándose en las últimas piedrecillas. Sabía que no iba a poder continuar con lo que estaba haciendo, así que decidió dejarlo para otro momento.

Si venía a reprochar de nuevo sobre su comportamiento ya podía irse por donde había venido. No había hecho nada malo, nada relevantemente reprochable. Si nisiquiera había sacado apenas el látigo. Y bien que le dolía, bien que le dolía.

El jefe caeruleus respondió como siempre, desviando la pregunta como si fuese un espejo.

- Me permití el lujo de poder descansar un poco, al parecer el escaso trabajo de algunos líderes entorpece el de otros - comenté bastante cínica, dando a entender perfectamente lo que quería decir.

Le miré fijamente a sus gélido ojos, tendría que mostrarme dominante ante tal feroz bestia. Y aunque eso resultase francamente imposible, al menos debería intentarlo, no podía mostrarme dominada en esas situaciones.

- Aún no me has respondido, Aren, ¿qué haces aquí? - repetí, tratando de mostrarme estricta con él.

El líder escuchó a la chiquilla sin demasiado interés por sus comentarios. Incluso se puso frente a él mirándole a los ojos como una fierecilla lo que consiguió que elevase las cejas.

- Opino exactamente lo mismo, Jillian. supongo que mientras unos ya tenemos resoluciones otros no saben ni por donde empezar -. Indicó dejando ver ya parte de su implantada sonrisa.

Continuó caminando, esquivando a la chiquilla que se había puesto en medio, antes de responder a su siguiente comentario.

- Que poco respeto, que rebeldía, que necesidad de atención... tienes una vital y maravillosa adolescencia, Jillian -Comentó con su habitual tono desdeñoso acompañado de aquella sonria que se habría paso en sus comisuras.

las palabras de Aren ya volvían a sonar comos siempre, rudas y molestas. Su comportamiento aún no se había ennegrecido como solía hacer, pero ya empezaba a salir el Aren de siempre. Decidí, como siempre, ignorarlas todas, si al final resulta que sólo analizando su tono ya se podía mantener una conversación con él.

- ¿En serio? Casi apostaría a que soy de los jefes más serios, teniendo en cuenta que parecen una excursión del un día de padre e hijo para matar a tu primera bestia - afirmé bastante seria, aún manteniendo mi mirada fija en él, esta batalla tendría que ganarla.

Me acerqué un poco a él al ver que se alejaba ligeramente.

El líder caeruleus se mantuvo tranquilo a pesar de los rproches de la mujercita. Tenía el día testarudo, aunque, ¿cuándo no era testaruda? Si tuviese un callo y lo llamase Jillian sería prácticamente lo mismo.

- Pues si tan disgustada estás sobre el tema no hables congimo, Jillian. Habla con aquellos que no se tomen en serio su trabajo -. Indicó con un tono algo más áspero, cansado de las palabras de la muchacha. Se tomó unos segundos y frenó su camino para volverse a mirar a la chrysos.

- Dime, Jillian, ¿alguna novedad respecto a tu parte? Porque ese ímpetud y desacuerdo de actitudes que muestras parecen indicar que has acabado ya con todo. Ilústranos, Jillian, dinos, oh señora de Brontë, ¿qué demonios quieres que cenemos esta noche? -Dijo, con una falsa reverencia y un tono exageradamente exaltador para con la muchacha, rematando con la hipérbola que le daba el toque perfecto de cuan patética le parecía su rabieta.

Mi cara se limitó a mantener la seriedad que ocultaba el asco que le tenía al "¡Oh, Gran Líder!".

- Es cierto... Tienes razón, no sé en que estaba pensando. ¿Tal vez he venido aquí para hablar con uno de ellos? - Pregunté bastante más directa esta vez.

Di una vuelta al rededor de él. Mi finalidad en ese momento no era la de discutir cómo cada jefe debía hacer su trabajo, sino zanjar un tema anterior y más antiguo.

- Verá... señor todopoderoso, ya estoy empezando a tramar algún que otro plan, así que un días de estos realizaré una segunda reunión - comenté con tono ligeramente orgulloso.

Volví a dirigir mi mirada hacia sus ojos. Sabía de primeras que no le agradaría tener que aguantar un sermón de los míos.

El líder ignoró el primer disparo de la chrysos pero casi le brillan los ojos cuando comentó que pronto se celebraría una reunión para esclarecer los abances. Al fin la pequeña zorra hacía algo de provecho en su vida.

- ¡Fantástico, Jillian! Y te juro que te lo digo desde el mayor de mis extasis... Bueno, quizá eso todavía no .- Comentó alzando una ceja y sonriendo con placidez.

- Ni te imaginas lo feliz que me ahces con esa determinación, pues estoy deseoso de comprobar quien aprovecha mejor su tiempo realmente -. Indicó con su habitual tono sugerente. La noticia lo había puesto de mejor humor. Incluso se había planteado estrecharla. Pero no, era demasiado repelente todavía como para gozar de tal privilegio.

- Y, dime, ¿te ha dado ya cynara tu invitación? - Comentó con tono relajado e indiferente. Tantole daba si se la había dado o no, sería maravilloso de ambas formas.

La reacción del líder caeruleus fue totalmente contraria a la que esperaba, ¿realmente le alegraba que hubiera una reunión o el simple hecho de saber que me está llevando de una forma u otra la contraria lo complacía?

Traté de evitar su reacción de felicidad, me daba escalofríos de pensar como podría ser una sonrisa de verdad en Aren.

Fue entonces cuando comentó algo sobre una invitación, probablemente la de la boda entre Aren y Cynara. Dios mío, como la jefa flamma, o mejor dicho, una persona puede aguantar tan semejante... cosa.

- Pues verá... Aún no la he recibido, pero la señorita Ethrial y ame avisó de que no faltarían entre los jefes al cargo del palacio - respondí tratando de no retornar al momento casi eufórico del frío y sanguinario jefe.

El líder amplió su sonrisa sin llegar a soltar una carcajada seca de la que no le faltaron ganas. Sí, todos, por supuerto.

Caminó de un lado a otro mirando a la joven Jillian de vez en cuando.

- Cuéntame, Jillian, ¿de verdad estás taaan disgutada conmigo? - Comentó con ánimos para una ronda de dardos. - Mira, haré una cosa, por unos segundos olvidaré mi posición y te daré la posibilidad de desahogarte a gusto sin tomarlo politicamente en cuenta -. Indicó casi divertido deseando poder tomar asiento. De todos modos hablaba en serio.

No comprendí muy bien a qué se refería el jefe caeruleus con eso de: "olvidaré mi posición y te daré la posibilidad de desahogarte a gusto sin tomarlo politicamente en cuenta".

- ¿Qué... qué quieres decir con eso? - Pregunté un tanto exaltada, ¿a qué juego pretendía jugar esta vez el jefe de garras sanguinarias?

No comprendía muy bien la razón del comentario que acababa de soltar el jefe, significaba eso que no le importaba que le tratase cómo un miembro más del castillo, estando yo por encima de él; o qué simplemente me sincerase como si fuésemos los dos miembros del castillo al mismo nivel?

El líder amplió su sonrisa ante la reacción de la joven. Chrysos, que maravillosa raza. Caminó hacia ella con desaire y la miró girando un poco la cabeza.

- Quiero decir que no temas en darme tus más sinceras impresiones como si fuese algún tipo de persona insignificante que nada puede hacer salvo enmendar su actitud -. Comentó con tono zalamero y divertido, dando un pintoresco toque a "-tud". Sonrió ampliamente y puso un dedo en los labios de la joven -Pero solo durante unos minutos -. Indicó en un susurro guiñándole un ojo y retirándose unos pasos de ella.

Lo que había dicho el jefe caeruleus sonaba demasiado actuado, sabía perfectamente que tramaba un plan detrás de todo eso y como siempre yo sería su marioneta con la que jugar. ¿Realmente estaría bien aceptar el privilegio que me estaba ofreciendo? Quizás explicarle su actitud ayudaría a solucionar las cosas un poco, así que decidí probarle.

- Está bien, acepto tu... "desafío" - respondí con una sonrisa pícara, aunque lo que de verdad ocultaba era duda y misterio.

Me acerqué un poco más a él.

- Cuando quieras puedo empezar a explicarte... tu actitud... - comenté mordiéndome el labio para no sonreír más de la cuenta.

El líder caeruleus observó con satisfacción como Jillian aceptaba su propuesta y se dispuso a escucharla con interés. La miró mientras se acercaba y alzó las cejas.

- Mi actitud. A mi parecer es totalmente adecuada a mi situación, pero ilústrame, no seré yo quien hable ahora... - Indicó con tono más bajo, a la espera de sus palabras.

No pude evitar soltar una sarcástica y casi insonora carcajada al escuchar el último comentario de Aren, parecía que le gustaba fingir pensar que era buena persona.

- Tu actitud es completamente errónea en este castillo, pero como líder y dueña del palacio, me veo obligada a aceptarla. No en cambio, creo que tu conducta merece ser castigada, debido a casos puntuales donde has llegado a ciertos extremos no muy agradable y que mejor no recordar - un nudo se formó en mi garganta, algo me decía que era mejor no continuar, todas estas cosas ya se las había explicado, ¿por qué debía volver a hacerlo? -. Creo que tienes un gran potencial pero que lo has desviado hacia el caminado equivocado y, quizás con la ayuda de los jefes, podamos conseguir que utilices tu poder para hacer el bien, y no para pasártelo bien haciendo el mal.

Me acerqué un poco más a él.

- Y hay muchas cosas que no entiendo, ¿cómo puedes tratar a la gente con tanto desprecio, como si fuese basura? ¿Cómo puedes engañar de esta forma tan vulgar a tu prometida, a tus compañeros, y al mundo entero que sólo necesita un poco de colaboración, no más obstáculos? - Y antes de poder continuar con mi reproche cerré la boca, algo no me daba muy buena espina; y es que estaba hablando con el mismísimo Aren Darvenwish's, temido y repudiado por mucha gente.