Río

Tras dar un buen susto a la joven Chrysos, Aren se había aparecido cerca del lago que surcaba los alrededores del castillo para dar una vuelta mientras se jactaba de sus movimientos. Debía dejar de meterse con los chicos del palacio o al final acabarían huyendo todos. A partir de ahora se presentaría como alguien un poco más confiable e ignoraría a la Chrysos por algún tiempo.

Con las manos nuevamente unidas a su espalda siguió el pequeño cauce del río mientras respiraba a la sombra.

*pasea*

Había sentido como la presencia de Aren desapareció del palacio, así que aproveché mi oportunidad para poder hablar con él. Mediante mis sentidos mágicos pude distinguirlo al lado del río, por loq ue me dirigí allí -al contrario que él- corriendo.

- Vaya... ¿Qué te tare por aquí? - Pregunté con tono pícaro mientras me acercaba a él por la espalda.

Llevaba el mi tessen unido a mi pierna mediante una liga. No tendría que utilizarlo, pero cualquier mal podría presentársenos.

Una voz conocida resonó tras el jefe de larga melena y este, con una sonrisa, giró sobre sus talones para encontrarse con una refulgente Cynara. Se acercó a ella haciendo una pequeña reverencia con la cabeza y respondió.

-Solo el deseo de refrescarme un poco, el palacio es acogedor en la parte sur donde da la sombra, pero quería algo de aire libre -. Respondió con gran cordialidad.- ¿Y qué os trar a vos? Quizás... ¿Una charla pendiente? -. Comentó acortando distancias y llendo directo al grano para una conversación educada y civilizada.

Me daba la impresión de que el tono de Aren fingía ser más interesante con unas personas que con otras.

- Bueno... Antes de comentar nada... Tengo que decirte que no tengo aún ninguna respuesta - dije acercándome aún más a él.

- Sé y entiendo que es por el bien de Mithos - aseguré sonriente -. Preo, querido, ¿qué quieres que te diga? Me parece que ocultas demasiadas cosas como para estar a tu lado.

Di a conocer mis intenciones rápidamente, necesitaba saber cosas sobre aquel jefe Caeruleus. No desconfiaba de su autoridad, pero sí de su persona. Podría ser perfectamente un asesino de sangre fría, y nosotros conviviendo con él.

"Querido" Aquel llamamiento consiguió hacer gracia al líder Caeruleus que comprobaba a una recompuesta Cynara. Si la huviese encontrado justo después de la reunión seguramente no habría sido ni la mitad de concisa.

- ¿Que oculto algo? Un hombre oculta infinidad de cosas a lo largo de su vida y más si su vida ha sido amplia, plena y llena de adversidades. Pero solo con el tiempo y contacto se consigue conocer a las personas y sus profundos secretos -. Darvenwish se mantuvo en su posición sin realizar movimiento alguno y continuó con su respuesta.

- Pero para vuestra mayor tranquilidad os diré que no oculto nada que sea de relevancia. Soy el lífer de Caeruleus, como ya sabeis, rijo mi país con la dictadura que ha gobernado durante décadas, mis decisiones suelen ser acertadas, pues la población no tiene una queja realmente significativa. Mi edad debía ser conocida, apostaría que doblo la vuestra. Es posible que esto os suene realmente aterrador debido a vuestra juventud, pero os informo de que tanto mi físico como mi comportamiento son los de un joven entusiasta; con la ventaja de mi experiencia, por supuesto. Mi segundo nombre es Ferenc aunque, sinceramente, lo odio. A pesar de conocer ampliamente las técnicas de guerra que mi raza a guardado y pulido durante siglos, no soy amigo de la batalla y prefiero la discusión meramente parlamentaria. Puede que sea conocido como un hombre audaz entre mis cualidades y libertino entre mis defectos. Es cierto que en mi juventud fui activo y despreocupado, pero en mi defensa digo que a estas alturas solo queda algo de mimo a la buena vida por mi parte. - El líder se humedeció los labios tras su discurso, pues odiaba la sensación de sequedad que encontraba cuando hablaba demasiado. Finalmente alzó las cejas. -¿Y bien?

Las palabras de Aren me dejaron asombrada. Ya estaba al tanto de la forma de gobierno de Caligo, por lo que no extrañó; pero me sorprendió mucho todo o que el líder nombró. ¿Significaba eso que realmente deseaba casarse conmigo? Realmente, no estaba muy segura.

- Comprendo... - Susurré tras haberlo escuchado y analizado todo -. Vaya, hasta hace un minuto ansiaba batirme en un cara a cara contigo, y ahora me has dejado de piedra...

Sonreí alzando la comisura derecha de mis labios.

- Enhorabuena, Ferenc - comenté agrandando aún más mi sonrisa, sin llegar a soltar una ligera carcajada.

Acerqué mis labios a su oreja.

- Voy a sacarte todos tu secretos a mordiscos - susurré con mi tono usual.

Complacido por la respuesta de la joven, asintió ampliando su sonrisa.

-Aun os quedan algunas tandas que jugar antes de batiros conmigo -. Comentó, sobervio. Luego, tras escuchar el nombre de la boca de la chica, sonrió de lado. Sabía que al mencionar que ese nombre le descontentaba lo pronunciaría sin remordimiento alguno. En su mente se formó una palabra llena de significado y mal sonoridad, pero más como un reclamo que como un insulto, pues no era solo molestia lo que había generado esa llamada.

En cuanto la muchacha hizo amago de acercarse a su oreja, él se inclinó ligeramente para hacerle más fácil el acercamiento.

En cuanto escuchó las palabras de la líder Flamma, amplió su sonrisa y, cuando esta fue a alejarse, agarró su cintura para impedírselo.
-Me alegra comprobar que, pese a la indecisión, vuestro entusiasmo pueda ser compartido de tal forma -Susurró también el líder, arrastrando las palabras. Ciertamente, había muchas cosas en él que no habían seguido la carrera de sus años, pues aquellos pequeños duelos seguían entusiasmándole.

El brazo de Aren rodeó mi cintura, impidiendo que yo pudiese escaparme tan fácilmente.

- Señor... Fenrec... Es usted muy... "paternal", ¿verdad? - Pregunté acercando mi cuerpo a él.

Me dejé llevar por el jefe caeruleus. En el momento en el que quisiera avanzar ya se lo impediría; todo ésto parecía demasiado fácil.

Decidí entrar en su juego, y "jugar" con él; aunque éso ya llevaba haciéndolo todo el rato.

- He oído rumores... sobre usted... - comenté en un tono aún más pícaro y rebelde - es un "gran" jefe en su continente.

El líder escuchó las palabras de la chica cerca de él mientras ella se aproximaba más hasta que ambos cuerpos podían apoyarse mutuamente y en cuanto escuchó aquel referente le dieron ganas de escupir. Pero continuó sosteniéndola con agrado y delicadeza, dejando ver como se comportaba.

Al parecer parecía con ganas de coquetear sin llegar a dar síntomas claros y el líder no era conocido por su compasión ante tales movimientos. Acercó su cara a la de ella hasta casi rozar su nariz y la movió sinuosamente cerrando ligeramente los ojos para disfrutar de la fragancia de la muchacha mientras dejaba que continuase hablando. Rumores de su país... Rumores de todos aquellos que, envidiosos de su estatus y posibilidades, se dedicaban a criticar sus prácticas. Darvenwish susurró, no le gustaba escuchar demasiado ruido en distancias cortas.

- Escucheis lo que escucheis siempre serán habladurias... - Comentó sin demasiada atención. Entonces clavó sus ojos en los de la muchacha y agarró su mentó con la mano libre y algo menos de cuidado del que había tenido hasta ese momento. Sonrió enseñando los dientes y lamió una mejilla de la chica, dejando dos surcos húmedos en ella. La piel de los Flamma le resultaba realmente gustosa al tacto y el sabor no le pareció nada desdeñable - Todas escasas de verdadera información - Tras el último comentario de voz acaramelada, dejó escapar un suspiro profundo y soltó la cara de la muchacha casi con brusquedad para separarse ligeremanete y colocarse bien la chaqueta. Según como la jovencita se comportase le daría un trato u otro y las caricias eran para las princesas.

Por un momento sentí que sus labios estaban besando los míos, pero resultó ser todo producto de mi imaginación. Su lengua entró en contacto con mi mejilla, algo que no me agradó mucho, pero que pude soportar.
En conclusión, mis mejillas estaban ardiendo y lo mostraban a través de su color

De repente, me soltó y se apartó recolocándose la ropa.

- Ferenc... - dije acercándome otra vez a él -. ¿Te doy miedo? - Pregunté en tono burlesco pero oculto en uno semipicaresco.

Ante las palabras de la Flamma el caeruleus reprimió una risotada. Miedo a él, una jovenzuela como aquella que ni lo llamaa por su nombre.

-Miedo de vos no, por supuesto. ¿Miedo? Quizás de mí mismo ante la cercanía y la soledad. Ante todo debo ser un caballero -. Sonrió y se mantuvo en su lugar, con postura casi firme. -Mepregunto si la temerosa no sreis... -. Y con gran sutileza bajó la asa del hombro derecho de la muchacha con una caricia.

Noté que tras responder mi pregunta con su típico tono con orgullo implícito bajó una de las asas de mi camiseta. Parecía que intentase disimular sus gestos mediante palabras.

- Yo no temo a los hombre... - contesté mirándole fijamente a los ojos -. Soy capaz de hacer muchas cosas... no tengo miedo a... casi nada... - añadí tratando de inspirar cierto misterio en mi voz reforzándome con una sonrisa pícara.

Sutilmente dirigí mi mano hacia su largo cabello, el cual acaricié impulsando al jefe caeruleus a que hiciera lo que quisiese que le gustaría hacer en esos momentos. Probablemente acabaría llevándose una decepción.

La actitud de la chica empezó a cansar al líder que ya veía pronta la hora de marcharse hace un buen rato, pues de aquello no parecía salir nada productivo. Sonrio de nuevo, pero esta vez la sonrisa fue forzada y expuesta con todo el reproche que él quería trasmitir.
Agarró la muñeca de Cynara para frenar la caricia por su cabellera y la trajo hacia sí con brusquedad.

-No sé si habreis oído también de mi poca paciencia, líder Ethrial, pero os aseguro que ese rumor sí es muy cierto y comienzo a cansarme hoy de vuestros escarceos -.Acercó su cara al cuello de la chica y aspiró con cierta fuerza en una trayectoria ascendente.-Queráis lo que queráis, venid a buscarlo, pero si no vais a buscar nada entonces dejadlo de una vez. No soy reconocido tampoco por mi piedad de última hora -. Se acercó más a la muchacha, con un gesto nada agradable en el rostro y luego la soltó de golpe, dándose la vuelta para marchar. Si volvía una vez más, si tan solo habla una vez más... No habría ruegos ni llantos capaces de apaciguar su genio.

Vaya... Aren no era muy "paciente". Tras tratarme con brusquedad dio media vuelta, haciendo parecer que se iba.

- Llevas todo el rato jugando conmigo... ¿Y ahora soy la mala de la historia? - Pregunté aún con mi tono pícaro pero ya sin ninguna intención más allá de la burla; sólo tratando de fingir hacerme la víctima.

Di un paso hacia él al ver que realmente se iba a ir.

- ¿Vas a dejar a tu futura mujer sola? - Traté de mostrar con mi pregunta que ya había respondido a su petición de compromiso.

Quizás fue demasiado espontáneo, y a lo mejor me arrepentía; pero Aren me atraía realmente. No era sólo su físico, sino su forma de comportarse.

Con paso lento el líder caeruleus esperaba realmente que la chica no dijese nada más que pudiese molestarlo. Si fuese otra cualquiera tanto le daría, pero se había pedido paciencia con Cynara debido a su petición y no quería adelantar los acontecimientos. Mucho menos adelantarlos bruscamente.

Entonces la joven volvió a hablar y casi pareció arrancarle la piel de la espalda con aquel reproche. Se paró en seco, casi bufando. No le gustaban las réplicas, no le gustaban las contradicciones. Tiró de su chaqueta e hizo saltar dos de los botones con brusquedad, pero entonces escuchó el siguiente comentario de la chica y se serenó un poco. ¿Aquello era un sí o es que él lo tomaba como un sí? Tardó unos segundos, pero finalmente miró hacia atrás y se dio la vuelta con el semblante serio. Dio los primeros pasos encontrándose de nuevo con una sonrojada Cynara y finalmente logró recuperar parte de su maleficiente sonrisa.

-Si es cierto o no, no me importa, ya lo habeis pronunciado, prometida mia -. Con un movimiento seco apartó el vuelo de su abrigo e hincó una rodilla en el suelo, agarrando con delicadeza la mano de la joven. -Pediré que se empiecen los preparativos cuanto antes, mi querida mujercita -. Besó su mano, esta vez besándola realmente, pues se veía ya con la potestad de hacerlo y se hirguió de nuevo, frente a ella. -¿No se va a zanjar esta respuesta con ninguna otra celebración? -Comentó, mordiendo ligeramente su labio inferior a modo de seña. Había dicho que sí, su presión, aparentemente excesiva en un principio, había sido lo suficientemente fructífera: Cynara Ethrial era prácticamente suya.

Un alivio brotó de mis labios cuando volvió a mí y beso mi mano. Poco después se reincorporó y sentí que debía hacerlo. Un rubor más tenue y a la vez más profundo reapareció en mis mejillas.

- Aren... - apenas susurré cuando cerré los ojos y me puse de puntillas.

Estaba preparada para besar al hermoso jefe caeruleus, sólo necesitaba que él también lo estuviese. Algo de la conversación de hoy había sido cierto, hay secretos que nadie más debe saber.

Esperó en silencio y calma y sonrió al ver como, finalmente, la chica se rendía a él suspirando su nombre. La agarró con delicadeza de la nuca, para acercar más su cara y volvió a rodear su cintura con la mayor caricia que pudo realizar. Entonces también cerró los ojos y juntó sus labios con los de ella, con suavidad, con deleite, y poco a poco se abrió paso en la boca de la joven con su experimentada lengua que acariciaba la de ella desde dos flancos diferentes. Calma, ternura y cierta dosis de pasión que partiría de esa minucia hasta el desenfreno en encuentros posteriores.
La apretó contra su cuerpo mientras el momento aún duraba y acarició su nuca antes de terminarlo, arrastrando la mano hacia su cara para separarse con una caricia en sus sonrojadas mejillas.

-Por favor, confiad en mí y disculpad mi mal comportamiento -.Susurró el caeruleus aun creca de la joven, mostrando, como contadas veces, cierta humildad cubierta por la madurez. Después la abrazó haciendo que apoyase la cabeza en su pecho, con un gran gesto de protección y sonrió dándose cuenta de que, en el tiempo que habían estado hablando, la noche había caído.

Todo fue tan... borroso... Sólo pude sentir la llama residente en mi corazón arder con desenfreno. Fue lo mejor que había sentido nunca.
Unas palabras sobreprotectoras salieron de la boca de mi... futuro marido. Sentí como sus fuertes brazos me ataban a su cuerpo. Instintivamente, utilicé mis extremidades superiores para aferrarme a él con fuerza.

- Hemos sido los dos... - comenté sin darle importancia a todo lo pasado. En esto momentos, algo había cambiado, y se convertiría en un nuevo empezar.

Cerré los ojos sintiendo el calor de su cuerpo y respirando su varonil aroma.

El líder caeruleus esperó un rato más, escuchando la respuesta de la chica y dejándola sentirlo con calma. Entonces la separó un poco agarrándola con dulzura de los hombros y la sugetó de lado por la cintura.

-Mejor vayamos dentro, la noche cae y empieza a refrescar y allí podremos seguir hablando con tranquilidad -. Comentó con amabilidad mientras empezaba a caminar pegado a la Flamma.

*se van agarrados*

Llegué al lago para despejar mis ideas: había sido una noche horrible: había quemado un mantel de la sala común. ¡PERO QUE ME PASA! no paro de quemar cosas... esta noche tuve pesadillas: soñaba que todos los líderes me pegaban por haber incendiado todo el castillo que ahora estaba en ruinas y me abandonaban en el bosque para que las bestias me comieran...
Quise olvidar aquello, por lo que me desvestí sin pudor alguno (¿pudor?. ¿Que es eso pasa Silvanus?) y me zambullí en el río y me puse a nadar para arríba y para abajo. Me encantaba este sitio.
Tristán estaba subido en una roca del río intentando cazar unas libélulas que parecían carcajearse de el.
despues de nadar durante todo el día, decidí irme.

*se va*

Después de taaan arduo entrenamiento, me dirijo al río a lavarme. No quería volver al baño de los chicos en un tiempo. Me traía malos recuerdos...
Me desvisto y cuelgo mi ropa de una rama baja. Cogo al confiado Tristán en mis brazos y comiezo a correr hacia el agua.
PLAF!
Me zambullo de golpe, y Tristán se asusta y bufa.
-jajajajajajajajaajajajajajajaja pero que tonto eres! - la verdad es que Tristán daba mucha pena en el agua... agitaba sus alas de forma muy patética, intentando remontar el vuelo... pero no lo conseguía.
-Anda, sube- lo cogí y me lo puse en la cabeza- Agárrate bien, vale? que vamos a refrescarnos un poco.- Tristán asintió.
Y me volví a zambullir en las frías aguas del rio.


* me quedo chapoteando*

Tras dar un largo paseo por el bosque, llegué al río.

Me había pasado toda la tarde en el interior del Palacio, buscando un sitio lo suficientemente fresco para no morirme de calor, pero, al llegar la noche, decidí salir a los exteriores para dar un paseo. Seguía de mal humor por lo de ayer, y pensé que caminando mi mal humor descendería, pues estar todo el día en el Palacio sólo había servido para que maldijese el clima de Fulmen.

Había pensado en ir al lago, pero, como no quería encontrarme con ningún Karnikarsh pelirrojo, había decido ir al río. A fin de cuentas, el karnikarsh podía estar en el lago, y yo no quería verle.

Al llegar al río observé que alguien había colgado ropa en una rama. Esto me hizo ladear la cabeza hacia la derecha y preguntarme por la identidad del dueño de la ropa. Escruté el lago, entrecerrando los ojos, y me pareció ver a alguien en el río. Tras unos segundos observándole, me di cuenta de que se trataba de Silvanus Kettleburn. Suspiré. No quería encontrarme con Karnikarshs pelirrojos, pero tampoco quería encontrarme con Karnikarsh desorejados.

Me crucé de brazos y le observé en silencio. Como era de noche, él no sabría que yo estaba allí hasta que alzase la voz. Tras unos segundos en silencio, decidí saludar. A lo mejor hablando con él se me pasaba el malhumor.

— Hola...

Nada más saludar me arrepentí de no haberme ido. ¿Cómo iba a calmarme hablando con ese energúmeno?

Escucho una voz entre las sombras. Me quedo muy quieto. Parece la voz de una mujer.
Me acerco lentamente hacia la orilla, sin salir por supuesto, ya que estoy desnudo y saludo.
-H-hola!? quien eres? no-no puedo verte- entonces Tristán huele a la chica y se va volando hacia donde está ella, pero yo, debido a la oscuridad, le pierdo de vista...- Si Tristán hace eso, no puede ser el enemigo- pensé. debe apreciar a esa chica para irse hacia ella tan directamente...

El dragón del piscis se acercó a mí. Sonreí. Era bonito. Y seguro que más inteligente que su amo. Tras observar cómo el dragón danzaba por ahí, clavé mi vista en el río. Kettleburn se había acercado a la orilla. Al ver cómo se acercaba, retrocedí un par de pasos. Si se acercaba demasiado, no dudaría en coger mi arma. El piscis, aún sin saber que hablaba conmigo y sin poder ver, seguía siendo una especie de acosador cobardica, y no iba a dejar que me pusiese una mano encima.

— Soy Inger, Inger Nielsen — respondí. No hice ningún comentario relacionado con su visión. Evidentemente no podía verme. Si hubiese podido hacerlo, probablemente me hubiese ido nada más verme —. Pasaba por aquí... Pero, como veo que estás, no creo que me quede demasiado.

Ya me había arrepentido de haberle dirigido la palabra.

Tsk. Estúpida Inger.