Río

El calor de su miembro me invadía hasta el antebrazo. Yo estaba casi tan excitado como él. Por norma con Aren casi nunca -o más bien nunca- tomo la iniciativa y esta es una gran experiencia. Me siento grande, incluso.

Sin embargo, una inmensa cantidad de luz hace que mis dilatadas y golosas pupilas se estremezcan de dolor y se vuelvan minúsculas, mientras mi poco peso es arrastrado hacia el río para luego ser lanzado a las heladas aguas acompañado todo de un grito estremecedor de puro frío.

Cuando saco la cabeza, comletamente empapado y tiritando, la veo. No la conozco de nada, pero la muy guarra va por ahí con las domingas al aire. ¿Será guarra? ¿Cómo alguien puede ser tan desagradable?

En fin.- ¡Oye, tía guarra!- Digo echándole agua, tiritando para salir luego. - ¿Qué demonios haces?- Le regaño.



FDR: vlveré en cuanto pueda ;w; perdon por tardar

Mi captura, ahora puedo verlo, es un chavalín la mar de borde que sale chorreando e insultándome. Je, parece un chucho mojado. Se lo merece. ¡Porque en la revolución no comemos delante del que no tiene boca!

Si es un piscis no se puede quejar mucho, que para algo es su ambiente. Que está fría, pues mejor.

- Me ha parecido que tu compañía y tú necesitabais refrescaros un poco- respondo levantando la cabeza con orgullo.

Ignoro al otro, que recién levantado nos insta a abandonar la violencia. ¡Otro como esos malditos pacifistas, todo el día obstruyendo el avance de la rebelión! ¡A través del diálogo no se consigue nada! Como toda respuesta le lanzo una mirada desafiante y empujo otra vez al rubiales, a ver si con suerte se cae al río otra vez y se le enfría la lengua.

No entendía nada. En primer lugar, ¿por qué estaba aquella mujer semidesnuda? Aquello era, seguramente, lo más extraño de todo. Aunque pensé que podía ser que, quizás... ¿Acaso había intentado Silvanus algo con ella y ella se había negado? A veces con decir alguna cosa mal las mujeres ya cambiaban de opinión y dejaban de querer contacto varonil.

-¡Por Mithos! ¡Basta! -exclamé, sin saber bien a cuál de los dos retener. Aunque ella no llevaba ropa, por lo que debía, asimismo, intentar no mirarla demasiado para no ofenderla y...-. ¡Las peleas entre compañeros enfadan a los líderes! -se me ocurrió, recordando mi llegada a palacio-. Además de que son innobles... ¡Deberíamos relajarnos todos por el respeto a los caídos!

-¡TAAAAH!- El gélido viento de la noche ralentiza mis movimientos y no me da tiempo a evitar el segundo empujón, de modo que vuelvo a caer al agua de nuevo, quedando con las piernas fuera del agua y la cabeza hundida y un poco torcida.
Salgo de inmediato y con cara de pez asesino, la señalo con el dedo.- ¡TÚ! SERÁS... - digo corriendo hasta Rick para refugiarme detrás de él.- Riiick... dile que me de mi ropa... ¡Esa horrible mujer me tiró al río y me llamó puta!- Digo titiritando.

La veo con ceño y le echo la lengua desde detrás de Rick.

FDR: e,e ya le daré color

Uy. El pelirrojo ha tocado la yaga: los líderes. Ya sabía yo que este par de aburguesados sodomitas no iban a querer saber nada de la lucha contra los grandes. No es que no haya chicos con esa inclinación entre nuestras filas, pero este par... ahí, dándose amor a la vista de todos, sin solidaridad, sin pensar en nadie.

- ¡Los líderes no tienen potestad sobre mí! ¡Y no deberían tenerla sobre nadie! ¡Por sumisos como vosotros los aristócratas siguen reinando sobre nosotros mientras se limitan a engordar sin que el pueblo se sacuda las cadenas de la opresión!

El rubio corre como un perro con el rabo entre las piernas a refugiarse detrás de su amo. Lo llamaré Caniche. Así, pequeñito, asustado, inútil, solo ornamental. Un perro de comerciante pudiente.

-¡Y tú no huyas entre las faldas de tu señor, Caniche! Te he llamado lo que eres, nada más- recojo su ropa y se la lanzo a la cara.

Sentía como si yo fuese el encargado de mantener el orden... ¡Al fin y al cabo aquel era el motivo de tener un apellido tan hermoso como Dehnel! La paz era lo que yo buscaba, no la revelación, o lo que estuviese diciendo la mujer aquella. Si yo hacía caso a los líderes era, simplemente, porque había ido allí a ponerme a su servicio como guerrero. Ellos me podían dar órdenes por aquello, nada más.

Suspiré, armándome de paciencia. Aquel rasgo de mi madre había terminado pasándose a mí.

-Mi nombre es Rick Dehnel -comencé, tratando de hablar imponente y con calma-. No sé por qué os enfrentáis, pero agradecería que dieras su ropa a mi amigo.

Pronto lo hizo, pero no con muy buenas formas. Sin embargo, sonreí, satisfecho, poniendo los brazos en jarras.

-La conversación es el mejor modo de llegar a acuerdos entre compañeros -recité, satisfecho.

-Eso Rick. Bien dicho.- Digo mientras me visto rápidamente.- Enséñale modales a esa ramera. Que va ahí, con las tetas al aire. Cochina...- murmullo por lo bajo y, una vez he acabado de vestirme, arrugo la nariz paso de largo para irme a palacio a secarme un poco.

Sin embargo, no soy capaz de callar a las provocaciones de la muchacha.- Oye tú, arpía, no te metas con los líderes ¿eh? o le diré a Aren Darvenwish que tenga unas serias palabras contigo. ¡Yo! Que lo tengo comiendo de mi mano.- Digo enfurecido, señalándome la palma repetidas veces poniendo mucho énfasis.- ¡Yo! Que soy su mayor adulador. ¡No permitiré que digas todas esas horribles y malas!- Digo alzando los puños con bastante teatro. Tengo demasiado frío como para pelear contra nadie, pero que sepa que voy en serio.

Me siento tan familiar con esta situación... Sola, enfrentándome a un número mayor de enemigos del proletariado, desarmada, sintiéndome casi desnuda. Es como estar de vuelta en las calles de Lumen, combatiendo por convertir un imposible en nuestra realidad. Siento como si la luz de todos mis compañeros me iluminara desde dentro.

- Pues yo me llamo Ío Étoile, sería un placer de no ser vosotros un burgués soplanucas y su perro faldero- respondo a la provocación de Caniche sacándole la lengua también-. ¡A través de la conversación no se llegará a ningún sitio! ¡Solo al adoctrinamiento de las masas! ¡La conversación es el opio del pueblo!

Mi furia no llega hasta su punto álgido hasta que el canichito no mete baza otra vez.

-¡Las rameras, como mujeres libres que son, trabajan para el pueblo y son uno de los pilares de la rebelión! ¡No... las uses... como insulto!- farfullo mientras me quito las bragas también, para tirárselas a la cara. El cuerpo de las mujeres puede ser el símbolo de la lucha contra la mayor tiranía de todas, y yo no pienso dejar a nadie atrás en mi lucha-. Me da igual quién más te la coma aparte de este, no me da miedo ninguno vuestros líderes despóticos. ¡Ven aquí si te atreves!- y alzo los puños también.

No entendía lo que estaba sucediendo. Para nada. La mujer, llamada Ío no sé cuantos (Etalgo) se pudo a gritar palabras complicadas que no supe cómo responder. Silvanus, por su parte, seguía refugiándose detrás de mí y profiriendo insultos. La verdad era que aquel comportamiento era poco viril y caballeroso, más digno de un vulgar ladrón.
Sí que debían haber tenido un buen problema de pareja... A mí una mujer nunca me había lanzado la ropa interior a la cara.
Tomé la prenda y me volví hacia la claritas.

-A ver... Señorita -comencé, acercándome a ella con las manos por delante, intentando calmarla-. Creo que sería mejor empezar de nuevo -. Trataba de sonar tranquilo, aunque estaba todavía algo confuso. Le tendí la prenda de ropa al llegar junto a ella-. El cuerpo de una mujer es demasiado hermoso como para ser mostrado en vano.

Si se enseñaba sin motivo... ¿Dónde estaba luego la magia?

Sus palabras me desarmaron bastante, por lo que estoy al borde del llanto porque no sé muy bien que responderle.

Sin embargo, cuando me tira sus bragas a la cara, arrugo el rostro y comienzo a llorar en silencio y, con la cara tapada por un brazo, echo a correr hacia palacio.

Me chivaré.


*se va SUPER indignado, que lo sepáis* u.ú xDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD

Le arranco las bragas a Dehnel y me las pongo. No porque me avergüence mi cuerpo ni porque su halago haga la menor mella en mí, sino porque hace frío. Y tengo la sangre caliente, pero no como para aguantar así sin enfermar. Observo cómo Caniche sale corriendo y le lanzo unos últimos gritos, cruzándome de brazos.

-¡Eso, corre a ladrar a tus amos que no les tengo miedo! ¡Aún queda algo de dignidad entre los guerreros libres!- me giro hacia Dehnel-. ¿Y tú qué, eh? ¿No tienes que ir a pedir a nadie que te meta la mano en los pantalones, para dormir con placer la conciencia de clases?

Me ruboricé. ¡¿Cómo demonios se había dado cuenta de lo del sueño?! Acaso... ¿Acaso había dicho algo en voz alta? A no ser que creyese que el haberla visto sin ropa había sido suficiente para... ¡Oh, no, no! Rick Dehnel no hacía cosas como aquella. Una mujer desnuda siempre era un regalo a la vista, pero no hasta aquel punto...

-Disculpe, señorita, mas no necesito ayuda en ese aspecto -expliqué, lo más cortés que pude-. Un guerrero como yo no siente necesarias las manos en sus pantalones para nada. ¡Simplemente aguardaré a que un día llegue el momento indicado!

Carraspeé, incómodo. De todos modos... ¿Para qué contaba aquello a una dama?

FdR- Cada loco con su tema

Se pone rojo ante la simple mención de su amante. Vaya, además es uno de esos cobardes que no saben vivir su vida sexual con sinceridad. Cobarde gallina. A partir de ahora sera la Dehllina.

- Oh, ya veo que no necesitas ayuda, te he visto muy bien servido. Lo que no te he visto ha sido correspondiendo a las atenciones recibidas- entrecierro los ojos y le miro suspicaz-. ¿Eres uno de esos, Dehllina? ¡Eres el peor de los burgueses repulsivos que por aquí se mueven!

He conocido gente como él, que solo se preocupa de su placer y no del de su pareja. Alguno de mis peores encuentros sexuales se han debido a gente como él. ¿Cómo iba a tener conciencia política, si ni siquiera tiene conciencia de comunidad o amante?

La miré, extrañado, frunciendo el ceño.

-No entiendo... -murmuré, pensativo-. ¿Me has espiado con Inger? O... quizás...

¿El acuenticimiento en el río? Aquel día había visto a la pequeña parvus, pero a nadie más... Y no había tenido ninguna clase de descuido más, de modo que...

Me armé de valor, frunciendo el ceño y alzando mi noble voz, dejando clara la verdad para aquella que quería despistarme. Comenzaba a comprender qué podría haberle hecho a Silvanus para molestarlo. Lo cierto era que hablaba raro, pero lo que entendía no era nada grato.

-¡Yo soy un amante sensible y generoso adiestrado por las más hábiles viudas! Jamás dejaría a una persona desatendida si ambos hubiésemos acordado mantener relaciones. ¡Y manchas mi hombría al decir eso!

Porque había dicho aquello... ¿No?

-Pues no parecía eso...-resoplo. Este tío me asquea. Mucho. Desprende esa aura, ese olor a nobleza pútrida. Tanto tiempo rodeado de ellos se le ha pegado, al pobre infeliz. Entonces reparo en lo que ha dicho. Si no había acordado mantener relaciones...-. Espera, espera. ¿¡Entonces lo estabas obligando a hacerlo!? ¡Eres de la más sucia calaña! ¿Esas pobres viudas también fueron engañadas? ¿Qué clase de monstruo eres?

Empiezo a sentir un poco de miedo y opto por recoger mi ropa e ir vistiéndome sin hacer movimientos bruscos, como si se tratara de un animal a punto de atacar. Igual tiene alguna clase de arma que hace que la gente quiera que la toque. No me extraña que el Caniche cursi haya salido corriendo cuando ha tenido oportunidad.

FdR: Y lo que tú no sabes, Rick Dehnel hijo de Reick, es que yo soy la que se tira a tu novia en sueños que no son ni suyos ni míos.

Abrí los ojos, extrañado, sorprendido... No comprendía nada de lo que aquella mujer me estaba diciendo. ¡NADA!

-Disculpa, más no comprendo a qué te refieres. Mas permite que te deje algo claro -. Fruncí el ceño, repentinamente serio, sacando pecho y alzando la voz con orgullo-. ¡Rick Dehnel, hijo de Reick Dehnel, hijo de...! ¡¡YO!! Yo jamás forzaría a nadie a nada de ese estilo. ¡La nobleza guía todas mis acciones! ¡No dejo a los malvados sin castigo! Jamás osaría realizar un acto tan bajo. ¡JAMÁS!

No comprendía a aquella mujer. Estaba loca. Sus acusaciones falsas... ¡Maldita sea! ¡¿Era acaso peor que Lester?! No podía creérmelo...

Me reconforta oír esas palabras. No he traído mi honda y de ponerse las cosas feas no iba a tenerlo fácil contra él. Y a pesar de no haber disfrutado de esa clase de diversión desde mi llegada, me niego a que la primera vez pudiera ser con alguien como él. ¡Primero la obligación, después la devoción! Cuando finalmente la famélica legión consiga liberarse podremos disfrutar de nuestros cuerpos.

-Qué vas a decir tú, ¿acaso te acusarías a ti mismo de ser un profanador y un ladrón del derecho a elegir de tus víctimas? Lo dudo. Dehllina. ¡Y qué clase de actos puede guiar la nobleza, que no sea el sometimiento de clases y el enriquecimiento a través de la sangre del inocente! Te han contaminado ya. No hay salvación para ti.

Me retiré el cabello de los ojos, noblemente. Cada vez me molestaban más sus palabras. ¡No hacía más que decir innobles mentiras que trataban de ensuciar la imagen de los Dehnel! Pero no lo iba a conseguir, porque la mentira no servía... ¡El mundo no se dejaba guiar por mentiras como aquella! En el fondo de sus corazones, todos conocían la verdad.

-¡La nobleza de mi familia me ha guiado siempre! ¡Protejo a los débiles de los malvados! Todo aquel que no pueda contar con su fuerza podrá hacerlo con la mía. Mis enemigos son los egoístas que no desean más que el mal. ¡Mi objetivo es hacer de Mithos un lugar mejor poniendo mi fuerza al servicio del cuidado de los débiles! -. Apreté la diestra, desafiante, mirándola fijamente a los ojos-. Alguien como yo jamás haría nada que fuese en contra de eso.

FdR- XDU Pelea pelea pelea

¡¡¡Lo sabía!!! ¡¡Si es que lo olía!! Tanta arrogancia sólo podría venir de la sangre azul. Son todos ramas de un mismo árbol malvado y marchito.

-¿¡Eres de familia noble!? ¡A quién pretendes proteger entonces! ¡Tú eres el malvado! Eres el dragón saqueador que roba su pequeño patrimonio y se cree merecedor de la inocencia de sus hijas! ¡Sin renunciar al poder nunca podrás ayudarnos, siempre serás el enemigo a abatir! Los débiles unimos las fuerzas entre nosotros, no necesitamos el paternalismo barato de quien nos cree inferiores- me pongo de puntillas para enfrentarme a su mirada-. Solo desde la igualdad podemos mirarnos de frente y avanzar hacia el futuro luminoso que Mithos ansía.

Fruncí el ceño. Ya me estaba hartando aquella maldita mujer. Mi padre siempre había dicho que jamás debíamos discutir con una mujer, y mucho menos gritarle, pero aquella me sacaba de mis casillas. Pocas veces me había enfadado de aquel modo con alguien a quien no debía considerar mi enemigo. ¡Porque ella no lo era! ¡Era, como yo, una más de las guerreras de Brontë! Pero su corazón tenía veneno y mentiras.

-¡Mi familia me enseñó los principios a seguir! ¡Pero yo no protejo en nombre de los Dehnel ya, sino en el mío! -. Tras haber tenido que enfrentarme a la pérdida de mi nobleza había comprendido, al fin y al cabo, que las grandes cosas importantes serían las que yo hiciese con mis propias manos-. ¡Vivo de mi propio esfuerzo y protejo con mis manos! -. Tiré de mi ropa, que desde que había dejado de ser mendigo había mejorado, pero que ya no era la ropa que había traído desde casa-. ¡Mi ropa es como la de cualquier otro! ¡No ansío dinero ni objetos valiosos! ¡Si me tomas por uno de esos arrogantes que presumen de su apellido sin haber hecho jamás algo de provecho, te equivocas!

Yo había sido así, pero ya no.
Me golpeé el pecho con la palma abierta.

-¡Yo, Rick Dehnel, sigo el propio camino que yo mismo construyo! ¡¡Y no permito que nadie me acuse de creer inferior a nadie, pues creo que todos merecen la misma ayuda siempre que sean bondadosos!!

FdR- Cada uno a lo suyo, sí

El Dehllina me desespera. Tendría sentido lo que dice si no fuera porque no tiene ningún sentido.

-¿Pero te estás escuchando, maldito... cosa? ¡No puedes creer en serio lo que dices! Los nobles no "hacen las cosas con sus manos", no "renuncian a su riqueza". ¡Expropian, roban, esclavizan! Defiendes tu apellido como si valiese algo, como si no fuera más que una palabra, que un recuerdo de tu origen que a nadie le importa más que a quienes lo comparten. ¿Yo presumo de quién es mi madre? ¿De quién pudo haber sido? No sabes nada de igualdad. Eres solo otro niño rico que juega con los demás como un gato jugaría con un pájaro. Tu justicia no es la justicia del pueblo.

Me tiro del pelo, rozando la histeria. Es la primera vez que me encuentro con alguien tan cabezota y ciego a la realidad. Seguro que debajo de esa ropa de pijo usa calzones de hilo de oro y le oprimen el otro cerebro.

Apreté los puños con fuerza. Si no fuese porque era una mujer ya habría hundido mi mano en su maldito rostro. ¡¿Acaso no quería comprender?! Todo lo que decía era mentira. No sabía nada, pero hablaba. Aquello debía de ser lo que se llamaba estupidez o ignoriancia. ¡¿Qué podría ser sino?!

-Tú... -gruñí, bajando un poco la voz, tratando de encontrar alguna palabra que entrase en su maldita cabeza hueca. Finalmente, me llevé la derecha al pecho, inclinándome hacia delante, casi rozando su nariz con la mía, amenazante-. Tú no sabes quién soy yo. ¡Rick Dehnel! ¡Hablas de otros que te hirieron, más no me conoces y aún así me juzgas! ¡¿Podría acaso insultarte yo por claritas?! ¡¿O por mujer?!

La señalé, agresivo, sintiéndome vencedor. La nobleza guiaba mis palabras con poderío. Podía sentirla fluir con facilidad, como el agua del río que nos acompañaba.
¡¿Qué gato?! ¡¿Qué pájaro?! No había pájaros a aquellas horas.

-¡¡Si quieres igualdad deberás ser tú la que empiece por demostrarla sin despreciar a nadie por su apellido!!

Así hablaba un Dehnel de verdad. Sin titubear jamás, sintiendo la razón surgir de sus nobles y varoniles labios.

FdR- Rick pensando "ZAS"

Debería estar rezando a sus dioses de rico dando gracias porque no haya traído mi honda conmigo. De tenerla a mano, le estamparía un pedrada en esa cabeza hueca que tiene hasta que el eco hiciera a su cerebro reaccionar. ¡Todo lo que dice es una maldita contradicción en los términos!

-¡Nadie me ha herido nunca, cabeza de chorlito! ¡Soy imbatible, soy una de las cabezas de la rebelión! ¡Y menos podría herirme alguien como tú, refugiado tras sus perros de guerra, dispuestos a atacar a una orden! - empiezo a acalorarme- ¡Y tu problema no es ser un hombre ni un flamma, es que aceptas que lo correcto es ser superior por quien te dio a luz!- me engancho al cuello de su camisa y trato de sacudirle-¡No deberían existir privilegios por un apellido! ¡De ninguna clase!

Su último argumento me hace dudar. Tiene razón, ¿es justo juzgarle por ser noble? Lo que dice suena a revolucionario, a pesar de esa capa de orgullo dorado que reviste todas sus palabras.Aun así no dejo que la duda se refleje en mí. ¡Un noble es malo de nacimiento! ¡Ese es su problema!

Casi tenía ganas de abofetearla hasta hacerla comprender, pero aquello no era adecuado. Si pegase a una mujer por una simple discusión perdería gran parte de mi orgullo masculino. ¡Pero es que lo que decía iba en contra de lo que yo gritaba desde el fondo de mi corazón! ¡¿Cómo podían sus grandes orejas estar ciegas ante mis palabras?! Yo tenía una verdad clara, pero ella se negaba a aceptarla. Parecía que el mal había corrompido su corazón. ¿Quién había llenado su cabeza de aquellas tonterías?

Tras ser agitado sostuve sus manos, apartándolas de mi ropa. Furioso, escupí otra magnífica frase digna de salir en un libro en su maldita cara de inc... in... ¡¡Persona que no creía lo que le decían!!

-¡¡EN ESE CASO ERES TÚ LA QUE SE REBAJA, PORQUE YO NO ME CONSIDERO SUPERIOR A NADIE!!

¡¿Cómo osaba insultar así al hombre que llevaba sobre sus hombros la necesidad de salvar a los débiles?! ¡Los únicos inferiores eran aquellos que necesitaban dañar a otros para conseguir realizar sus fechorías!

De no ser por mi color de piel, ahora mismo estaría roja de rabia. ¡Hablar con este tío es imposible! ¡Es como dar cabezazos contra una pared! ¿Qué demonios le pasa?

- ¡No me estás escuchando! ¡Yo no soy inferior a ti, es que vosotros creéis que lo soy! ¡Por eso es por lo que luchamos, porque abráis al fin los ojos y veáis que no hay diferencias entre mil monedas de oro en vuestras arcas y dos en las nuestras! ¡No existe diferencia!-me empieza a doler la garganta de gritarle la verdad a esta piedra sin sentido. Le aprieto con fuerza las manos, tratando de que sienta la desesperación que me provoca-. ¿Qué tengo que hacer para que lo entiendas? ¡Es lo que te han enseñado, no lo que eres en realidad!

Se me ocurren un millón de ideas descabelladas para hacérselo ver, pero es la batalla más dura que he tenido desde que comencé a trabajar por la revolución. Ni la vez que tratamos de secuestrar a la reina y nos detuvieron fue más difícil de solucionar. Las cárceles de Lumen dan menos dolor de cabeza para escapar que el Dehllina para entender las cosas.