Río

Zacharyas vio su reacción, pero no se movió. No quería darle razones para atacarlo, aunque se preguntaba qué sería lo que le hiriese si ella se lanzase contra él. Sin embargo, puesto que tenía ventaja sobre ella al ver en la oscuridad, se limitó a sonreír tranquilo y saludar con un gesto.

- Me llamo Zacharyas. A mí sí me recuerdas a alguien... ¿Acaso no te vi una vez, junto a un caeruleus llamado alexander y... -. Carraspeó-. Y Hewina, la claritas?

Se preguntó durante un instante si no se trataría de otra persona. Al fin y al cabo, hacía mucho tiempo de aquello...

Fruncí el ceño ante su comentario y estrujé mi mente hasta que di con el recuerdo. Alexandre le había dado un coletado a Hewina y luego se había ido. Me acordaba de la conversación que habíamos tenido Alexandre Hewi y yo, pero no recordaba que hubiera nadie más con nosotros... Me levanté y entrecerré los ojos intentando visualizarlo, era una sombra negra que llevaba algo parecido a una capa.- Ah...- Dejé de forzar mi vista y miré hacia lo que supuse que sería su cara.- Ya me acuerdo...- Estaba hablando con Hewina, era un chico que vestía de negro y no parecía muy hablador.- Eres amigo de Hewi, no?- Le pregunté bajando un poco la guardi y relajando la mano derecha en la que portaba la navaja.- Si realmente es su amigo no creo que tenga de qué preocuparme... no veo a Hewina buscándose malas amistades...- Pensé.

Sonrió, encogiéndose de hombros. Quizás decir amigo era decir mucho, aunque Zacharyas no sabía qué hubiera respondido Hewina a aquello. De hecho, le hubiera sorprendido que lo llamase su amigo, pues no se consideraba alguien que hiciera amigos con facilidad, y si contaba a Stalon como amiga, ya serían dos junto con la claritas.

- Digamos que nos hemos visto varias veces -susurró asintiendo-. Es una muchacha muy agradable, no como aquel Alexander...

Frunció el ceño al recordar aquel momento. La aether, sin embargo, sí le había parecido agradable. Se fijó en sus alas, emplumadas y hermosas. ¿Cuánto le dolería una fractura en aquellas articulaciones?

- ¿Y, si me permites preguntar, cómo es que lavas la ropa a estas horas? -inquirió, sin embargo, con cierta timidez.

Sonreí, empezaba a caerme bien.- Sí, creo que mucha gente piensa que "agradable" no es un adjetivo que describa muy bien a Alexandre...- Era una sensación extraña, pero me ocurría muchas veces, ya no estaba en tensión. Mis alas se habían relajado y me sentía como si un peso se me quitara de encima, así que me la jugué a fiarme del chico que estaba en frente mía.

Me agaché, guardé la navaja en mi bota izquierda y me senté en la hierba. Su preguntá me sorprendió de cierta forma. Levanté la vista en dirección a la sombra.- Cómo sabes que estaba lavando mi ropa?- Le pregunté atenta, ya que yo no veía absolutamente nada y no podria deducir la verdad simplemente por el sonido del agua. Sin embargo la sensación de alerta había desaparecido, así que agarré de nuevo la prenda que había dejado a medio lavar cuando llegó y me dispuse a seguir con mi tarea, esta vez incorporándole un jabón que había traido de los lavabos.- Mi ropa necesitaba un lavado urgente. No muy soy meticulosa respecto a ese tema, pero llega un momento en el que se vuelven tan rígidas que son incómodas.- No podía distinguir el color del agua, pero estaba segura de que se volvía oscura al pasar por mi vestimenta.- Y como necesitaban un lavado vine ahora. Es la mejor hora.- Dije mientras frotaba la pastilla de jabón contra el cuero.- Normalmente no hay mucha gente y no tienes que preocuparte de que alguien se esté bañando y lo molestes. Además me gusta la noche.- Miré hacia el cielo.- Es una pena que hoy no haya luna...- Murmuré mirado las estrellas, que emitían luz, pero no la suficiente como para distinguir exactamente a mi acompañante.

Sonrió ante su pregunta. Obviamente, para él ver en la oscuridad era algo tan natural que pocas veces se planteaba que a alguien pudiese extrañarle. Al fin y al cabo, se había criado en un lugar donde lo raro era ver a alguien a la luz del día.

- Soy caeruleus -le dijo, suponiendo que eso bastaría.

La observó unos segundos más. Su rostro, su cuerpo, su apariencia, su ropa... No era una persona desagradable físicamente, pero eso a él jamás había sido lo que más le importaba. Ahora ella parecía relajada, pero se preguntó qué pensaría si le confesase sus más íntimos pensamientos, que a tantos parecían siniestros.

Menos a Stalon, según recordaba.

-Ah... claro...- Murmuré. Eso lo explicaba todo.- Lo siento, a menudo me olvido de que las otras razas tienen distintas habilidades.- Bueno, mas bien me olvidaba de que no todos tenían alas, pero había estado en Ventus toda mi vida y era bastante raro encontrarme con gente de otras razas cerca de mi granja.

Seguí frotando hasta que noté la suavidad del cuero bajo mis manos, saqué del agua la prenda y la extendí sobre la hierba junto al resto de la ropa limpia. Metí la mano en la bolsa y saqué lo último de mi vestuario, las cintas azules de las piernas. Las sumergí en el agua y hablé.- Perdona, ahora sí que te ubico y te recuerdo más o menos, pero tu nombre se me escapa.- Le dije y en cuanto acabé saqué las cintas del agua y las empecé a frotar con el jabón. Una vez estuvieron enjabonadas completamente, las volví a sumergir y seguí frotando, esta vez la una contra la otra.

- ¿Zacharyas? -inquirió, sonriente-. La gente suele olvidarse de mí, desde siempre, pero no por mi nombre, sino por mi poca presencia. Que en tu caso sea al revés es casi un halago.

Se acercó algo a ella y se acuclilló a su lado, pues debido a la posición de ella y a su desgarbada altura tenía que observarla desde arriba.

- Supongo que rechazarás mi ayuda si te la ofrezco -dijo, refiriéndose a la ropa, procurando ser agradable pero sin excederse.

Sonreí, ahora sí que caía.- puedes sentirte alhagado si quieres, pero confieso quela culpa es mía, los nombres se me dan bastante mal...- Seguí frotando. Escuché como se ponía a mi altura, pero me parecía una persona agradable y no tenía por qué ponerme a la defensiva así que simplemente seguí frotando. Entonces habló y yo paré de frotar y me reí cerrando los ojos y agachando la cabeza- Sí, supones bien.- Giré la cara hacia él con una sonrisa.- De todas formas ya solo me queda esto.- Volví a frotar hasta que la tela me pareció otra vez suave. Saqué las cintas del río y las puse delante mía como si las estuviera viendo, distinguía dos formas alargadas gracias a las estrellas, pero poco más.- Les queda jabón?- Le pregunté poniendo ahora las cintas entre los dos para que las viera.

FdR: Zach!! Te importa si acabamos mañana por la noche? es que mañana me toca madrugar y como que no quiero dormir una hora... jeje pero bueno, sino quieres puedes postear poniendo que te vas. Lo entendere

Negó con lentitud ante su pregunta.

- No, está limpio -dijo, sonriendo tranquilo.

También él comenzaba a ubicar a la joven, si bien apenas había tenido relación con ella. De los que se habían visto aquella noche, solo había tenido el placer de profundizar con Hewina y, también, la suerte de no haber vuelto a toparse con Alexander.

De todas formas, ahora que se reencontraba con la aether veía que también ella era de su agrado. De paso, verla tan cerca del río le hacía pensar en alargar el brazo e introducir su rostro en el agua para ver cómo reaccionaba ante ello. Verla morir en aquellas ciscunstancias sería bello, desde luego.

FdR- Está bien, pero si mañana no puedes conectarte o lo que sea pondré que se van o así (si no te importa), que no quiero problemas u.u

-Perfecto.- Asentí sonriente y dejé las cintas junto al resto de la ropa. Miré hacia los lados buscando un árbol de ramas bajas, pero únicamente veía sombras. La verdad, no sabía ni yo cómo no me había caído al río todavía.- Zacharyas...- Me rasqué la nuca un poco avergonzada porque me tuviera que ayudar.- Podrías decirme dónde hay un árbol con las ramas medianamente bajas para poner a secar todo esto?- Señalé con el pulgar la ropa que mojaba y reposaba en la hierba.

Esbocé una pequeña sonrisa.- Al final sí que me estás ayudando...- Le dije.- Y menos mal, porque sino seguramente volvería al castillo con todo empapado, y con mi suerte se me caerían cosas por el camino y tendría que esperar a que saliera el sol para buscarlas...- Amplié un poco más la sonrisa.- Es una suerte que estuvieras por aquí.


FdR: Bueno ya estoy aquí asi que cuando e conectes ya sabes

¿Un árbol? Enseguida alzó su cuerpo, larguirucho y desgarbado, y recorrió con la vista aquella oscuridad que para él no era impedimento alguno. Pronto dio con la rama adeciada y asintió, aunque, al percatarse que así su mensaje no llegaría a ella, se apresuró a decirlo en voz alta.

- Veo uno por allí. Si me sigues te guiaré hasta él -dijo mientras se ponía en marcha-. Y ten cuidado con una raíz que sobresale a pocos pasos de ti.

Aunque le hubiera indicado tal cosa, él estaba deseando, en su interior, verla tropezar y oír el crujir de alguno de sus huesos, pero como no era apropiado (nunca lo era) se calló.

- ¿Necesitas que te lleve o puedes sola? -se aventuró a preguntar con cierta timidez.

Di un paso al oírle decir que había escuchado el árbol, pero paré al escuchar su segundo comentario y alargué la pierna hasta tocar con la punta del pie izquierdo la raíz.- Vaya gracias.- Le sonreí y me giré para buscar la ropa.

Me agaché ante Arpa y me la cargué al hombro izquierdo, luego cogí el carcaj de flechas y lo puse en el derecho.- Ah tranquilo, ya me has ayudado lo suficiente.- Me volví a agachar y cogí la ropa mojada.- Además, no quiero que te mojes.- Una vez tuve todo en los brazos empecé a caminar en dirección a su sombra.- Y... cuéntame Zach.- Levanté la vista que tenía clavada en el suelo por si veía algo con lo que tropezar.- Te importa si te llamo así? A cambio tú puedes llamarme Tham si quieres, la mayoría de la gente utiliza ese diminutivo.- Volví a fijar la vista en el suelo y seguí caminando hacia él.- Cuánto tiempo llevas en el castillo?- Le pregunté.- Si es que puede saberse claro.

Pese al rechazo de su ayuda, la aether mostó una clara señal de simpatía (o eso creía él) al ofrecerse a llamarlo "Zach", familiar gesto que le recordó por un momento a los días de su infancia y a su madre. Notó -no pudo evitarlo- que su pálido rostro se ruborizaba ligeramente, y agradeció, como tantas veces en su vida, tener el amparo de la oscuridad. Si bien poca gente le había llamado así antes, todos habían sido familiares cercanos, y que de pronto una mujer lo tratase con tanta cordialidad le resultaba embarazoso. Y, por si fuera poco, le pedía que él hiciera lo mismo.

- Lo intentaré -dijo avergonzado-. Aunque no sé si seré capaz...

Hundió la cabeza en la capa.

Me sorprendió bastante cuando dijo eso último.- Eh?- Igual le había parecido mal.- Ah! Yo.. esto, lo siento, no pretendía...- Moví las alas arriba y abajo un tanto nerviosa.- No hace falta que me llames Tham,es decir sólo si tú quieres, pero si te sientes incómodo o algo puedes llamarme Thamerlein, o incluso Naëgling, no me importa... - Miré el suelo un poco ruborizada. Es solo que normalmente la gente prefiere llamarme Tham porque es más cómodo..- Miré hacia él.- Pero bueno, tú haz lo que quieras, no te sientas presionado ni nada.- Le dije un poco incómoda. Después de mi discurso me sentía un poco tensa, así que me moví un poco más rápido para llegar hasta él, colgar la ropa lo antes posible y dejar pasar el momento; pero por supuesto, tropecé con una piedra, y estuve a punto de caerme, pero reaccioné a tiempo y me impulsé con las alas en el aire, volé un metro de altura y luego aterricé suavemente con las puntas de los pies haciendo el menor ruído. Aunque con el revuelo la ropa se me había caído al suelo y por culpa de la maldita oscuridad no la distinguía bien.- Mierda- Maldije.- Sabía que pasaría esto...- Mis mejillas se tiñeron de un tono ligeramente rojizo por la vergüenza al tiempo que me arrodillaba en la hierba y estiraba los brazos sobre la misma intentando alcanzar mi ropa.

- No quería decir eso... -se apresuró a excusarse, algo incómodo-. Simplemente me han educado para ser formal y creo que incurriría en mala educación si...

Se interrumpió a sí mismo cuando la vio tropezar y se echó hacia adelante en un gesto involuntario por ayudarla, pero la muchacha se las arregló bien sola y Zacharyas observó cómo elevaba su cuerpo impulsándose con aquellas magníficas extremidades de las que él carecía y se posaba suavemente en el suelo.

Se apresuró a acercarse a ella y ayudarla a recoger todo lo que se le había caído.

- ¿Estás bien? -preguntó mientras tanto-. Espero que no se haya manchado nada...

Percibí como la sombra de Zacharyas se agachaba.- Sí, sí estoy bien, no te preocupes.- Lo miré con una sonrisa agradecida.- Bueno... si se mancha algo lo volveré a lavar, no pasa nada, mejor que se manche ahora que cuando esté seca, porque volver a ponerlas a secar...- palpé con la mano izquierda una tela de plumas y la cogí. Con la derecha encontré la parte de arriba de cuero y también la agarré. Fui recogiendo todas las prendas de ropa que encontré por el camino.

- Muchas gracias.-Le sonreí, le cogí de las manos lo que había recogido y lo agarré todo con los brazos. Seguí caminando hacia el árbol apretando fuertemente la ropa contra el pecho para que no se me cayera. Cuando llegué empecé a colgar una por una las prendas en las ramas, por el tacto sabía que era cada cosa, y cuando las tuve todas colgadas hablé.- Bueno, creo que no falta nada...- Me giré hacia Zacharyas.- Tú ves alguna mancha? Porque yo creo que está todo bastante limpio, pero no es que vea mucho la verdad...- Empecé a tocar la falda de plumas que era lo más cercano que tenía por si notaba una mancha de barro o algo por el estilo, pero no parecía que la hubiera.

La observó y le entregó la ropa cuando hubieron acabado. Cuando ella se puso a colgarla no podía hacer nada, por lo que la miró callado, disfrutando del silencio que siempre le había gustado tanto.

- Está limpio -respondió a su pregunta, procurando no sonar brusco.

Supuso que con aquel anuncio todo habría terminado. La ropa estaba limpia y ella ya no necesitaba su ayuda en la oscuridad, por lo que se despedirían sin más y aquel encuentro quedaría como un recuerdo en la mente de ambos. Quizás se disipase con el tiempo, sin más.

-Genial.- Me giré y le sonreí realmente agradecida.- Muchas gracias de verdad.- Hice una pequeña inclinación.- Si alguna vez necesitas algo y puedo ayudarte ya sabes.- contenta por haber acabado, agité las suavemente las alas inconscientemente.- Bueno, supongo que ahora solo queda esperar a que seque...- Me acerqué al tronco del árbol y dejé apoyada a Arpa y al carcaj. Luego me senté al lado del arco y dejé reposar la cabeza en el árbol. Cerré los ojos e inspiré el olor a plantas y a jabón, me gustaba. Abrí los ojos y miré la sombra de Zacharyas.- Quieres sentarte?- Le pregunté poniendo a Arpa sobre mis piernas estiradas y dejando el carcaj en el suelo para que no entorpeciera.- Aunque es tarde, seguramente querrás descansar...- Levanté la vista.- Lo siento, por mi culpa te has quedado aquí mucho tiempo...*Estornudo*- Me rasqué la nariz y fruncí el ceño. Miré la túnica que me quedaba pequeña y ahora estaba mojada. Froté la tela con la mano para secarla pero por supuesto fue inútil. Era raro, normalmente no me molestaba estar más fría de lo normal, ya que desde pequeña me había acostumbrado al frío.- Debo de estar acostumbrándome al tiempo de aquí...- Murmuré más para mí misma que para mi acompañante.- Bueno, que le vamos a hacer.- Volví a apoyar la cabeza en el tronco.

Aceptó la propuesta de sentarse junto a ella, si bien actuó con cautela. Se le daba mal leer a los demás, por lo que no estaba seguro de si aquella muchacha era amable con él por educación o porque pudiera caerle bien. Obviamente, pensaba, de saber ella las macabras cosas que pasaban a menudo por su mente no querría sentarse siquiera en el mismo bosque que él, por lo que debía callar y ser correcto, como su padre le había enseñado desde pequeño.

- No te preocupes -le dijo calmo y sonriente-. Estoy acostumbrado a vivir de noche. Prefiero la oscuridad al sol...

La oyó estornudar. Su rostro adquirió un gesto ensayadamente preocupado.

- ¿Tienes frío? Siempre llevo varias capas. Si quieres una de ellas, te la cedo gustoso. Yo aguanto bien estas temperaturas.

FdR- *cejas cejas* XD

-Qué? No no, tranquilo estoy bien.- Le sonreí excusándome.- Ya te he dado suficientes molestias por hoy.- Doblé las piernas y me las abracé con los brazos mientras dejaba caer suavemente la cabeza sobre las rodillas.- Además, tengo mis propios métodos.- Incliné la cabeza hacia él para mirarlo y al mismo tiempo doblé las alas hasta que me cubrieron los brazos y las piernas.- Ves? son muy útiles. -dije mirando una de las plumas del ala derecha.

-Bueno y... qué...- Pensé en que podría preguntarle para iniciar una conversación.- Qué te hizo venir aquí?- Le pregunté curiosa, siempre me gustaba saber cosas sobre la gente con la que trataba

Sus alas. Zacharyas no lo había pensado, pero sabía de aves, y si las alas de las aves las protegían del frío, ¿por qué iban a ser diferentes esas alas? Aunque, debía reconocer, eran más hermsas y grandes que la de la mayoría de los pájaros.

Carraspeó ante la pregunta. No por incomodidad, sino por costumbre. Su voz semironca no siempre sonaba bien si no hacía eso.

- Mi padre es herrero, pero yo siempre quise ser mago -dijo, antes de carraspear de nuevo. Se retiró un mechón de su abundante cabello de delante de la nariz, pues le hacía cosquillas, antes de seguir-. Eso siempre nos hizo estar enfrentados, aunque sé que él me quiere pese a mis muchos defectos.

Y así era, pensó. Su padre lo quería pese a sus tendencias sadomasoquistas, y no todos los padres harían algo así. Muchas veces se preguntaba cómo podía haber tenido la suerte de no ser tratado como un monstruo desde niño.

- De todas formas, decidí seguir mi propio camino y venir aquí a... - Se quedó callado. No pensaba en qué decir, sino en qué no decir, pues no podía decirle que uno de los motivos de su ida al palacio era el poner en práctica sus ansias por el sufrimiento en sus enemigos; ver fluír la sangre-. A demostrar que mi camino también puede ser el correcto.

Miró al suelo, sin aliento, como si hubiera gastado toda su energía en decir aquellas simples palabras y se hubiera apagado.

-Entiendo...- Miré al frente un momento.- No sé si me estoy metiendo donde no me llaman, pero creo que haces bien. Uno tiene que luchar por lo que cree. Y hay que arriesgarse.- Apreté las manos bajo las alas.- De los errores se aprende.- Me había vuelto a acordar de la dichosa carta. Ya había pasado bastante tiempo desde que había pensado en ella por última vez y me sorprendió bastante que los recuerdos acudieran en ese momento.- Cada uno elige su camino. Cual es y cómo tomarlo es la decisión de uno mismo. Pueden aconsejarte e intentar engañarte, pero lo que hagas al fin y al cabo solo depende de ti...- Bajé el tono de voz y hundí un poco más el mentón en las rodillas.

Un soplo de aire hizo que la capa de Zacharyas me rozara el ala. Levanté la cabeza y aflojé el agarre de las manos al volver a la realidad.- Perdona, me quedé medio atontada.- Saqué una mano del calor de mis alas y sonreí con una mueca.
Volví a meter la mano bajo las alas y sacudí un poco la cabeza. Él no me había preguntado por el motivo por el cuál estaba en Brontë, pero me parecía justo que lo supiera ya que yo sabía el suyo.- Pues yo vine simplemente por protección.- Me di cuenta de que con esa frase parecía que quería decir que quería protegerme y me apresuré a rectificar.- Quiero decir, proteger lo que me importa. No podía quedarme de brazos cruzados en mi casa sabiendo que hay gente fuera luchando. Así que vine a aquí para aportar mi granito de arena, puede que no sea la mejor arquera del universo, pero más vale poco que nada.

Parecía estar de acuerdo con él. Al menos sus palabras lo estaban, aunque el caeruleus seguía dudando de que pensara lo mismo de leer en su "negra y enfermiza mente", como la llamaba uno de sus primos.

Ambos parecían desgastados. Quizás la conversación había hecho mella en las mentes de los dos, trayéndoles recuerdos, pensamientos y añoranzas pasadas que el lejano hogar no les proporcionaba desde hacía tiempo.

- Eres una mujer valiente -dijo él, casi sin pensar, al escuchar sus palabras.

Se quedó inmóvil, pensando en ello, y luego hablaron un rato más, hasta que el frío comenzó a inoportunarlos demasiado. Entonces fueron dentro, al palacio, y se despidieron.

Zacharyas deseó volver a verla pronto.

*se van*

Paseaba por la zona del río. Había salido hacía unas horas, justo después de devolver un libro en la biblioteca, con la idea de caminar sólo por el bosque, pero la ausencia de un rumbo fijo había hecho que terminase en el río. A decir verdad, apenas conocía la zona: comparada con otros sitios de los exteriores (como el lago, los jardines o el propio bosque) había estado poco por ahí.

Mientras andaba, me preguntaba si, al igual que la última vez que había salido de Palacio, me encontraría con Rick. Toparme con el flamma el otro día había sido algo, cuanto menos, inesperado: por nuestra última conversación, había pensado que tardaría en verlo por la zona de Brontë, y sin embargo, aquí estaba. O al menos estuvo el otro día. ¿Se habría vuelto a ir o seguiría vagando por Palacio? No lo sabía, pero esperaba que siguiese estando por aquí. Verlo el otro día me había alegrado y me gustaría verlo de nuevo para poder hablar con él. Desde nuestra conversación en el pueblo, llevaba pensando que tal vez debería disculparme con él; era una sensación horrible, porque realmente había estado muy enfadada con él y en su momento mi actitud con él había reflejado lo que realmente sentía, pero a la vez no podía evitar sentirme mal. Y el hecho de que me hubiese alegrado tanto al verlo no ayudaba a mitigar la confusión.

Suspiré.

*se queda*
Fdr. "Soy una adolescente confusa bu"

Corría alegremente por la vera del río mostrando a Telma una manzana y escapando cuando esta se lanzaba a la carrera a por ella. Era un buen entrenamiento y un divertido juego.

- ¡Si la quieres tendrás que cogerme! -le gritaba, y acto seguido volvía a escaparme unos metros más adelante.

Telma mugía y me seguía, a ratos jugando y a ratos enfurruñada por no tener lo que quería. La verdad es que haber conocido a Fier me ponía de buen humor y ahora estaba deseoso por encontrar un nuevo reto que afrontar para recuperar mi nobleza.

La oscuridad ya era notable y tenía que mirar muy atentamente al suelo para no tropezar, y aún así a veces me topaba con alguna piedra o rama que me hacían perder el equilibrio, pero era divertido.