Río

En cuanto Dehnel me ve, se pone a gritar como la inmunda bestia que es. Sin embargo yo no me dejo llevar por el odio mútuo, sino que me mantengo serena, calma, mientras sus gritos retumban en mis oídos.

- Solo te robaré unos seguntos -murmuro concisa y fría, procurando que él mismo comprenda que deseo estar con él tan poco como él desea de mi compañía-. Un momento, nada más.

Tras hablar, aguardo a su asentimiento, y consecuente salida del agua, o a su negación.

La escudriñé con el ceño noblemente fruncido. No se podía confiar en ella, eso estaba claro, pero tampoco había que sacar las cosas de quicio. Quizás quisiera, al fin, hacer una confesión de sus pecados para que pudiera exhimírselos con la muerte. Todo podía ser...

- Está bien -zanjé al final, con un gruñido, tras largos segundos pensando-. Te daré dos minutos, pero ni uno más. ¡Venga! Comienza a hablar por esa sucia boca tuya.

La mirñe desde el agua con los brazos cruzados. Más le valía tener algo interesante que decir, pues mi tiempo era sagrado.

Suspiro. Parece que Dehnel no piensa salir del agua para escucharme. Realmente me importa poco, pues me basta con que no se me abalance como un imbécil. Frunzo el ceño y clavo mis ojos en él mientras pienso en cómo comenzar a hablar.Finalmente opto por algo tajante que no le de tiempo a ponerse de mal humor (más de lo que ya está) antes de que me haya ido.

- Supongo que recuerdas lo que sucedió el otro día en las escaleras de caracol. ¿Has tenido posteriores noticias sobre lo de Adela o has visto algo interesante en aquel momento? Sé que no te gusto, ni tú a mí, no vayamos a engañarnos, pero nosotros dos somos los que más sabemos sobre ese acontecimiento y creo que ahora mismo deberíamos compartir lo que sabemos para el bien común. Imagina que ese hecho tuviera que ver con la desaparición de Silvanus Kettleburn...

Parecía que solo quería saber algo sobre lo de Adela. ¡¡NO SE ENTERABA DE NADA!! Pero si podía encontrarse el cartel donde quisiera. Quizás ni siquiera sabía leer, de lo inculta que era. Y aún por encima relacionaba la muerte de la pobre anciana con la desaparición del piscis. ¿En qué mente humana cabía aquell? Alguien debía decirle a esa mujer que tenía un problema de prioridades y de relación de conceptos.

Reí en su cara.

- ¡¡¡JAJAJAJA!!! ¿La muerte de Adela relacionada con Silvanus? ¿Y qué más? ¿Quizás lo hizo todo una organización secreta de traficantes de esclavos? ¿Y qué más, Lester? ¿Contratarán ellos tus servicios como puta? ¡¡¡Estúpida!!! Deja de buscar explicaciones incoherentes. Adela está muerta. Nadie sabe qué pasó con Silvanus. Esa es la verdad y tú no puedes hacer nada. Dudo que quieras, además. Déjalo en mis manos. Rick Dehnel lo arreglará mientras tú lloras.

Tiene razón. Soy una idiota. Idiota por tratar de pedir a Rick Dehnel, hijo de hermanos, que piense con el cerebro. Mejor para él. Seguro que vivir en esa ignorancia lo hace sumamente feliz. Yo, por mi parte, prefiero vivier en el mundo real.

- Da igual -zanjo, gruñendo y frunciendo el ceño-. Déjalo, Dehnel.

Me retiro un mechón de cabello de la cara. Creo que si quiero dscutir sobre el tema en serio tendré que hablarlo con Jager o Lyam, no con borregos. Quizás ellos me den alguna pista.

Suspiro y me vuelvo. Sin despedirme (¿para qué?) me alejo del río en dirección a palacio.

Mi reino por unas vacaciones.

*se va*

Vaya una maleducada estaba hecha. Aunque a mí me daba igual.

Le hice un gesto soez totalmente justificado mientras se iba y luego seguí nadando. Por mal humor que me causara, no iba a dejar mi tonificación por ella. Y menos aún si venía a inventarse razoncinios totalmente nada fundamentalizados.

- Imbécil... -gruñí para mí mientras nadaba.

Tenía ganas de irme de misión, no de estar allí rodeado de problemas a los que no podía enfrentarme. Me moría por probar a todo el mundo la enorme valía de los Dehnel.

*se queda entrenando*

El río le gustaba. No sabía por qué, porque a él eso de bañarse (en esa agua que debía estar con-ge-la-da) no le iba demasiado, pero le gustaba. Y precisamente porque le gustaba, había decidido ir a dar un paseo aprovechando que no hacía ni demasiado calor (porque, Mithos, cómo odiaba el calor pegajoso) ni demasiado frío.

En cuanto puso un pie cerca de la orilla, se arrepintió de haberse acercado. Frunció el ceño, reflejando la molestia que llevaba sintiendo esos días en sus facciones, y bufó. A unos metros de él, Rick Dehnel, ese flamma al que tantísimo aprecio le tenía, estaba nadando. El chrysos chasqueó la lengua. ¿Qué hacía nadando a esas horas? ¿No era bastante tarde? ¡Claro que era tarde! Si el sol ya se estaba poniendo...

Suspiró. Al menos, pensó, todavía podía darse la vuelta e irse a pasear al lago, por ejemplo. El lago también le gustaba. Era un sitio agradable y, si estaba vacío, era aún más agradable que el río.

Con esa idea en mente, retrocedió un par de pasos, esperando que el flamma no le hubiese visto o, en caso de que ya lo hubiese visto, no tuviese ganas de hablarle (o gritarle, mejor dicho).

FdR. Amargado.

La Capitana resacosa y con ojeras después del fracaso con el líder Oscuro caminó por la orilla del río para, una vez allí sacarse la ropa sin miramientos y quedar como dios la trajo al mundo, metiéndose de golpe en el agua, saltando al medio del profundo río para bucear y olvidarse de todo.

Pero sus membranas rápidamente captaron algo en el agua, algo grande y que se movía pesadamente en el agua, por lo que buceando, se dirigió hacia dicho lugar, pudiendo encontrar allí a un enorme hombre completamente desnudo y nadando.

Ella, desde debajo de él se rió picaronamente y como si de un gran espejisme se tratase, comenzó a elevarse en el agua, saliendo magestuosamente del agua, delante de sus narices, haciendo que sus pechos casi rozasen la cara del flamma , quedando fuera del agua hasta la cintura, manteniéndose en esa posición dandole a las piernas.

Bocanegra había energido como la gran belleza de agua que era de ella misma, con el fin de sorprender al chaval.
-Capitana Bocanegra- dijo con voz melosa.

FdR: me cago en tu puta madre, Lyam #hedicho xDD iba a zumbarmelo T3T

En una de mis salidas del agua para respirar vi algo alargado y asqueroso en el exterior del río. Me pareció un Lyam, pero antes de poder ver si se trataba de aquella especie inferior y contrabandista algo me rozó la cara. Esa textura inconfundiblemente suave, cálida, blanda y con un punto irregular...

Miré al frente. Había dos TETAS pegadas a una sirena, un hada de los mares, ríos, lagos y bañeras. Una princesa de las aguas, una cristalina virgen de la pureza.

Una hembra desnuda.

- Dick Rehnel... Digo... No... -balbuceé como pude frente a aquel traidor ser desnudo.

FdR- Hermoso juego de palabras con su nombre XD

La Capitana vio a lo lejos de reojo - o percibió al hacer vibrar sus membranas, la presencia de alguien, que, al verle, identificó como Lyam, por lo que no dio mayor importancia, ya que, si algo caracterizaba a Bocanegra era su desverguenza y desfachatez, y no le importaba que la viesen desnuda.

AHora necesitaba recuperarse de lo de Darvenwish, necesitaba que alguien terminase lo que el Oscuro no había terminado y la pieza que tenái delante era perfecta- Bien, Dick. - dijo acariciando una de sus mejillas, para luego llevar mis manos a ambos lados de su cara.- Necesito un hombre- y sin más dilación, hundió su cabeza entre sus mojados y turgentes senos.

Darvenwish la había calentado como a una zorra y se había largado, necesitaba recuperar sus dominios de Capitana y por tanto, para ello necesitaba sentirse poderosa de nuevo y aquel chico flamma, el cual ella misma reconoció como muy buena pieza, sería su plato principal.

Hundido entre sus tetas se estaba mejor que en el agua, si bien respiraba lo mismo: nada. Pese a mi gran fortaleza, me había cogido tan desprevenido que en ese momento no podía resistirme. Podía ser una mujer, podía tener menos fuerza que yo, pero todas las hermosas damas contaban con un hechizo que cautivaba hasta al más duro de los Rehnels...

- Ugh... Emph... Pseg... -dije, intentando hacerme oír entre sus carnes, pero era algo arduo imposible.

Si bien la imagen de Inger estaba en mi cerebro, también lo estaba en ese momento la imagen actual. Un fundido a negro causa de los pechos de aquella mujer.

No había dado ni dos pasos cuando del agua emergió una figura femenina. El chrysos alzó las cejas, sorprendido tanto por el hecho de que allí hubiese alguien más como por el hecho de que la mujer, que pudo identificar como Bocanegra tras un par de vistazos que ascendían y descendían, fuese desnuda. O a lo mejor era normal, pero, el caso era que, a ver, eso había sido inesperado. No todos los días se veían un par de...

El chrysos negó con la cabeza y desvió la mirada. Supuso que ninguno de los dos lo había visto (eso o lo habían ignorado o no tenían vergüenza o lo que fuese) y, aprovechando esa idea, se dio la vuelta y comenzó a caminar en dirección a alguna parte que no estuviese cerca del río. No estaba entre sus intereses el observar cómo dos personas se lo montaban.

*huye xD*

Bocanegra se alegró de que el sujeta velas fuese lo suficientemente listo para irse antes de que tuviese que taparle la visión en uno de sus Nairea, y vio como el joven si iba, mientras agarraba la cabeza de aquel tal Dick entre sus prominentes pechos.

Al final, suavemente, dejó que se separase para besarle con sus empapados y fríos labios, antes de dejarle articular palabra.

Sonrió y, sin más dilación, su faceta de devora hombres salió a la luz, llevando una de sus manos al pecho del chico y la otra, a su cadera, apretándole el culo, para así, acercarse más a el. - Dick, déjame llevarte a la húmeda gloria- dijo la capitana, con un propósito muy firme, mientras se hundía de nuevo, con muy claras intenciones.
Si el chico se dejaba, trabajaría su miembro debajo del agua, al fin y al cabo, dudaba que aque chico aguantase más tiempo entre sus manos de lo que ella pudiese aguantar la respiración.

Iba camino del río, dando saltos con mi energía habitual, cuando vi pasar corriendo una figura veloz en dirección contraria. Me quedé mirándolo alejarse, con los ojos brillantes de emoción. ¿De qué huía?

Eché a correr hacia el río, lanzando pervatias a diestro y siniestro mientras reía como una loca y gritaba:

- ¡Que se muere! ¡Que se ahoga! ¿Quién es? ¿Un caballero? ¡Una dama viuda llorará su muerte! -mientras gritaba, alcancé a distinguir una figura que tardé un momento en identificar. Cuando lo hice, reí aún con más fuerza y señalé a los tortolitos-. ¡Creí que se ahogaba menos!-grité de nuevo, antes de lanzarles unos cuantos pervatias más y salir corriendo por donde había venido.

*Corre*

La sirena me besó y luego me hizo una proposición que pocos seres puros harían de aquel modo, pero yo debía reservarme a Inger, a quien debía el lecho de rosas azules que había recogido. Tragué saliva para tratar de, difícilmente, excusarme.

- Hermosa dama... Vos sois... Sois hermosa como un atardecer... Vuestros bellos ojos de zafiro son más profundos que el océano y gustosamente hallaría placer en su interior, pero... Yo tengo una novia a la que todavía no le he entregado lo que me pides... Y no creo que ella entendiara igual de bien que tú, que vos... Esta práctica tan pura que es el placer... Así que creo que quizás...

Seguí balbuceando un rato más, tratando de explicarle noblemente que yo la amaba como a todo el género femenino, pero que me debía a una moza que no podía sufrir por mi culpa. Entonces apareció la malvada parvus a la que me había encontrado una vez lanzando hechizos a diestro y siniestro. me quedé mirándola con cara de idiota (Y eso que yo nunca tenía esa cara).

- ¿No ve sospechosa a esa moza? -inquirí a la sirena.

Dick parecía realmente nervioso y ella paró su recorrido descendente para escucharle, pero soltó una sonora carcajada- ¿Y qué más da? Ella no se enterará nunca. ¿O acaso está aquí para verlo? La gente es infiel por naturaleza, no es algo que debas evitar- dijo masajeando ya sin pudor alguno su miembro, relajada y gustosamente, sintiéndose realmente bien tentando al chico.

Pero de repente, una enana comenzó a lanzar hechizos a diestro y siniestro, haciendo que la capitana diese un respingo, liberando la presa que acababa de capturar en su mano derecha. Entornó los ojos y asintió- si que lo parece- sentenció con furia. ¿Que tipo de alineación se había producido que a la Capitana le estaba costando consumar? Por lo que le dio un beso de nuevo en la boca al joven y se disculpó.- dame un minuto, Dick- dijo hundiéndose de nuevo en el agua lentamente, para aparecer de nuevo casi en la orilla.- TU, PEDAZO DE MEDIA MUJER, DEJA DE HACER ESO. ¡LARGO!- le exigió acusándola con un dedo, para luego, sellar su vista con un Nairea. - Mucho mejor- dijo con una maleficiente sonrisa.

- La gente no es infiel por... Yo no... Dick Rehnel... Yo... La nobleza es... Un caballero... Mi abuelo... Papá me dijo siempre que... No eres viuda y...

No podía terminar de articular ninguna frase. ¡¡¡POR MITHOS!!! ¡¡ESA SIRENA ME ESTABA EMBAUCANDO CON ALGÚN HECHIZO DE CONTROL MENTAL!! Ahora lo entendía, pues ¿de qué otra forma unas caricias en mi dragón modificarían así mi conducta? Incluso me alegraba en parte de la llegada de aquella moza parvus... Quizás no fuera tan mala. Sin embargo, en vez de alejarse azorada, la sirena se abalanzó sobre mí de nuevo y me besó mientras mi cerebro pugnaba por escapar.

- Quizás... Yo no... Nobleza lo mejor... Reick... Inger y yo... Y...

¡¡¿Y si no era una sirena?!! ¡¡Y si era una bestia embaucadora de nobles?!!

Después de que hubiese azuzado a la enana y después de aquella pequeña intromisión, la mujer volvió a surgir de las aguas delante del mozo, mientras sin decir nada, cogía una de sus manos y se la ponía en uno de sus senos, obviando sus balbuceos.
Le encantaba cunado parecían niños pequeños, perdidos entre tanta mujer.
Sonrió pícaramente y se apartó un mechón empapado de delante de los ojos, para volver a acariciar su miembro, y tirando suavemente de él para acercár su cuerpo al mio- Y bien, Dick... ¿estás dispuesto a pasar un buen rato? Claro que lo estás, a no ser... a no ser que seas un... pichafloja-- dijo guiñándle un ojo- y creo, que por lo que he tocado ahí abajo, ese término sería el término equivocado.-dijo al fin soltándole para hundirse en el agua y sin más dilación, meterse su miembro en la boca, para comenzar a hacerle disfrutar como el descerebrado que era, (pues era hombre) y para dar lugar al divertimento de ella, que disfrutaba más que cualquiera en aquella situación, por lo que comenzó a aumentar su ritmo, y una mano vino a la ayuda de su boca, para terminar pronto con la tarea.

Mis ojos se humedecieron mientras notaba escalofríos por el cuerpo. Era horrible, pues mi cuerpo lo pasaba bien mientras mi mente sufría. Cerré los ojos con fuerza imaginando que era Inger quien lo hacía. Así, al menos, sería menos castigado por Mithos.

- Lo siento...- gemí mientras sentía a la malvada sirena aumentar su ritmo-. Yo no quiero, pero mi cuerpo no me obedece... Me ha hechizado con sus ponzoñas... Mithos, por favor, ven y castígala...

Pero no sucedió nada, y poco a poco sentía como se acercaba el momento del mayor y gozoso sufrimiento. Llevaba tanto sin sentir a una mujer que esta bruja iba a conseguir en tiempo récord lo que era de mi querida caeruleus.

- No...- gemí-. No quiero que... Ngh...

Noté cómo llegaba. Tuve que apretar las nalgas y alzar el rostro apretando los dientes para no proferir sonido alguno mientras mi cuerpo se combulsionaba tristemente. Era todo una vergüenza: tanto mi debilidad frente a los hechizos como mi aguante digno de un virgen. Me pregunté entonces por qué llevaba tanto llamando puta a Lester si aquía había un ser todavía más cruel, que se alimentaba de la juventud para no morir.

FdR- Violado vilmente y sufriendo XD

Fue para ella taaan sumamente divertido encontrar al prototipo de hombre que ella castigaba: tonto, dejado de toda inteligencia por encima de la de un lagarto, y sin ningún control sobre sus impulsos que saborearlo tan rápido hizo que sonriese más que nunca. Estaba pletórica. Ella ya había cumplido y había vejado a aquel jovencito sin ningún tipo de esfuerzo adicional al necesario, por lo que se retiró unos instantes y sin más dilación, se dio media vuelta y no volvió a aparecer ante el flamma más, sino que la Capitana, con el ego bastante restaurado, remontó río arriba para en soledad, salir donde no había nadie y donde había dejado su ropa para vestirse y volver a palacio, con una sonrisa de superioridad en la cara enorme.
Al final el día había sido maravilloso.

*se va*

Tras terminar ella se fue. Yo me quedé allí unos minutos más, bajo el agua, helado y triste. Avergonzado. Cuando el frío comenzó a ser demasiado como para soportarlo, salí del agua y, vejado, me vestí.

- Lo siento...- dije en voz muy baja.

No había nadie y estaba oscuro. Tenía el pelo mojado y el cuerpo congelado. Decidí volver al palacio.

*se va*

¡Al fin el río! Y, con él, mi pasaporte hacia el pueblo de paso. Una sonrisa de satisfacción me iluminó cuando corría al lado del margen del mismo pensando en que había superado ya bastante trabas. Por los pasillos empezaban a aumentar los escoltas y por el lago me había encontrado ya con dos patrullas. Esperaba que por el río no hubiese demasiada gente, pero me equivoqué, a medida que salía de los márgenes de Brontë la seguridad aumentaba y me las tuve que ver y desear para sortear a los guardas. Me sumergí en el río, nadé contra corriente amparada por el sonido de la propia agua luchando contra las rocas y finalmente me calcé cuando estuve cerca de la pedregosa tierra del camino hacia la libertad. Mi alma no daba crédito de la euforia, el miedo, la adrenalina, la insensatez, ¡y todo por una persona en la que había confiado! Algo retumbaba dentro de mí diciéndome que debía hacerlo, que este era el camino correcto, pues Brontë, a pesar de todo, había sido un punto de inflexión en mi camino.

Me acerqué al río vestida únicamente con una túnica de piel marrón vieja y remendada que me llegaba por las pantorrillas y cuyas mangas no me llegaban a las muñecas, pero era lo primero que había encontrado en mis alforjas después de buscar durante varios minutos. En una mano llevaba una bolsa de piel donde se encontraban mis prendas de ropa habituales, que desprendían un olor a sudor y tierra repugnante.

Me acerqué a la orilla del río y dejé mi arco apoyado contra una pequeña roca, antes de sentarme de rodillas sobre la hierba mojada por las aguas. Saqué las prendas una a una y me dediqué a frotarlas con una piedra y bajo el agua, dejando que la corriente se llevara los restos de suciedad y la pestilencia.

*Se queda lavando*

Caminaba siguiendo el cauce del río mientras pensaba en cuántas serían las víctimas de aquellas aguas negras y agitadas. ¿Cuántos seres vivos habrían batallado contra alguna de aquellas gotas que pugnaba por arrebatarle la vida? ¿Y cuántos pequeños seres, tan pequeños que no podían ni ser vistos, estarían en aquel mismo intante pasando por aquella experiencia?

Aquel pensamiento hacía que Zacharyas se entretuviese, aunque estuviera solo. Incluso lo divertía imaginar todas aquellas situaciones tan dispares, pero pronto la fantasía llegó a su fin, pues se encontró a una aether que le sonaba lavando en aquellas aguas de muerte a horas extrañas.

- Buenas noches -saludó con su voz algo ronca, pero procurando lucir amable.

Giré la cabeza en dirección a la voz en cuanto la oí. No se veía mucho ya que era de noche, por lo que no pude distinguir a mi acompañante. Miré de reojo miarco, estaba un poco lejos, así que llevé lentamente y lo más naturalmente posible la mano derecha hacia mi bota derecha, donde se escodía la navaja que utilizaba para afilar las flechas. No era gran cosa, pero más valía eso que nada. Mientras realizaba los movimientos decidí intentar adivinar quién era ese hombre que me acompañaba, ya que su voz no era de mujer. - Buenas noches...- Esbocé la sonrisa más natural que pude.- Creo que no nos conocemos... Me llamo Thamerlein.- Dejé la ropa que tenía en la mano izquierda en el suelo junto a mi.- Qué hace un guerrero a estashoras de la noche en el río?- Le pregunté con un deje de curiosidad, aunque simplemente quería averiguar si tenía malas intenciones.