Río

Al acercarme a una de las zonas del río, escuché la voz de Rick y no pude evitar esbozar un amago de sonrisa. Escudriñé la vera del río (pues de ahí había provenido su voz) y, cuando lo encontré, ensanché el gesto. El flamma estaba jugando con un bismonte al que creía haber visto también cuando nos encontramos en el pueblo; de vez en cuando tropezaba o chocaba contra algo (supuse que gracias a lo bien que veía de noche) y el bismonte a veces parecía que se quejaba, pero aparentemente se lo estaban pasando bien.

Tras observarles desde lejos durante unos segundos, decidí acercarme a ellos. La última vez me había ido sin decirles nada y me había pasado la semana arrepintiéndome por no haber, al menos, saludado, así que ahora no cometería el mismo error.

—Buenas noches —saludé después de acercarme a ellos. Luego bajé la cabeza y me pasé una mano por la nuca—. Veo que... Eh... Has vuelto...

Se me heló la sangre. Me volví hacia la voz de Inger y noté que enseguida comenzaba a sudar. Telma aprovechó ese momento para arrancar la manzana de mi mano inerte y alejarse ufana a comérsela. Tuve ganas de darme la vuelta y correr, pero me armé de valor y clavé ambos pies en tierra. Me volví hacia la chica con lentitud, tiritando de puro nervio.

-Sí... Apenas regresé ayer o... Antes de ayer... -le respondí.

Me sentía algo incómodo, y aún más por haberme encontrado con ella de tan buen humor pues parecía que me pasaba el día contento cuando no era así.

Me quedé un largo tiempo mirándola. Entonces apreté los puños, tragué saliva, fruncí el ceño y con toda la fuerza que puede tener un hombre, fuerza que basta para mover montañas y enfrentarse a dragones, hice un gesto que me costó más que cualquier heroicidad necesaria para lograr ser noble de nuevo: esbocé una sonrisa, algo triste, pero sonrisa.

- Hola... -dije sin más, pero esa palabra pareció enorme y pesada cuando la pronuncié. En ella iba implícito mucho más.

Esbocé un amago de sonrisa al escuchar sus palabras y asentí un par de veces con lentitud. Yo lo había visto días antes de ayer y que antes de ayer, así que supuse que me estaba mintiendo de alguna forma. No obstante, no me molestaba.

—Ah... —susurré. Bajé la vista al suelo y me llevé una mano a la nuca. Me costaba hablar con él. Mientras observaba el suelo, pensaba en cómo podía continuar la conversación sin que resultase chocante o pesada. Pensé que podía empezar con las típicas preguntas de qué tal estás, cómo te ha ido, pero dudaba que fuese una buena forma de empezar una conversación con el Rick de ahora. Luego pensé en que tal vez sería más fácil explicarle cómo me sentía y decirle que sentía muchísimo haberlo tratado tan mal, pero me fue imposible encontrar las palabras adecuadas.

Rick rompió el silencio con un hola, y entonces alcé la vista y lo miré de nuevo. Le devolví la sonrisa y, finalmente, hablé:

—Siento haberte tratado tan mal cuando nos encontramos en el pueblo...

Noté que los ojos se me humedecían. Agradecí que ella no pudiese ver en la oscuridad, o me hubiese sentido ridículo. Tenía un nudo en la garganta.

- Te he echado de menos...-dije con dificultad.

Hablaba en todos los sentidos posibles, pues añoraba contarle historias y reír juntos tanto como pasear o hacer el tonto.

- Este sitio -dije señalando a mi alrededor, haciendo referencia a Brönte- en general...

Vi cómo sus ojos se humedecían y durante unos segundos pensé en abrazarle. Pero no lo hice. Tampoco respondí a su comentario inmediatamente, y en su lugar, me limité a asentir y a bajar la mirada. No sabía muy bien qué decirle.

Cuando segundos después habló de Brontë, miré a mi alrededor y, de nuevo, asentí. Luego tragué saliva.

—Yo... Eh... También te he echado de menos —susurré—. Y... Eh... Me sentía muy mal por haberte tratado así la última vez y... ... Eso.

Pensé en contarle que lo había visto hacía unos días, pero descarté la idea.

Telma terminó su manzana y se puso a chapotear en el río. El agua le gustaba endiabladamente.

Bajé la mirada al suelo. ¿Qué hacía yo allí, realmente? En aquel lugar, frente a aquella mujer, en aquel momento... No me sentía más que ridículo. Tenía ganas de correr, coger mi capa, mi gorro y regresar a las calles, a mis cajas y callejones, y esperar a ver pasar la gente a cambio de unas monedas. Allí me sentía solo, pero no me sentía como ahora, que notaba como si algo me golpease cada segundo. Al menos de allí no me quería escapar, sino que me amparaba en ello y vivía.

Apreté la mandíbula.

¿Qué le podía decir yo a ella que no la hiriese? ¿Qué podía hacer para que no sintiese aquella palpable incomodidad?

Tragué saliva de nuevo y volví a apartar la mirada del flamma. Sin saber bien qué decirle, dejé que el silencio nos engullese y me mordí el labio inferior. Había esperado que la conversación fuese menos pesada, que hubiese sido más fluida. También había imaginado que, una vez le hubiese pedido perdón, hubiésemos hablado de aquel día o algo así, pero eso tampoco pasó.

Suspiré.

—Yo también me alegro de verte —confesé en voz baja.

La escurutié para saber si hablaba en serio o lo decía porque era toda una dama y no quería quedar mal, pero como no veía tres en un bismonte solo sentí que me pasé quince segundos con los ojos estrechados y cara de bobo, mirándola, como si por mirarla más tiempo fuese a verla mejor.

Me rasqué la cabeza. Si quería que aquello avanzase tenía que hacer algo.

"Rick, hijo", me dijo una vez mi padre, "a veces uno tiene que estropear las cosas para arreglarlas". Hasta aquel momento nunca lo había entendido, pero entonces lo hice.

Hay ocasiones en las que algo está tan roto que si no te arriesgas a romperlo más no consigues arreglarlo, o como sea.

Fruncí el ceño concentrado, tomé aire y la abracé. La atraje hacia mí y la estreché con fuerza entre mis brazos, como hubiese hecho con mi madre, mi hermana o con cualquier persona a la que hubiese echado tanto de menos.

El primer paso para ser noble era no echarse atrás ante los retos.

FdR- Abrazuuuu >____<

Lo observé en silencio, esperando que dijese algo relacionado con lo que yo acababa de decir. No obstante, el flamma no parecía con ánimos para hablar, o no se le ocurría nada que decir, porque durante unos largos segundos se limitó a mirarme con los ojos empequeñecidos. Me preguntaba que estaría buscando, y pensé que a lo mejor esperaba que yo añadiese algo más.

Bajé la cabeza y suspiré. Yo tampoco sabía que más podía decir, así que pensé que lo mejor sería que me fuese (el encuentro había resultado desastroso). Pero antes de que pudiese decidir si me iba o no, Rick se acercó y me abrazó.

Pese a que su gesto me había sorprendido, dejé que me estrechase en sus brazos. Segundos después, yo también le abracé.

Que me correspondiera solo hizo que la abrazase con más fuerza. La verdad era que necesitaba un abrazo, ya fuera de ella o de otra persona, pero como también necesitaba un abrazo de Inger este me valía por los dos.

Sollozé, pero me recompuse. No podía desmoronarme o estropearía todo aquello, así que debía ser fuerte.

Telma nos miraba con ojos confusos. Quizás quería saber por qué no íbamos a nadar con ella.

Finalmente me separé de ella y, desviando la cabeza, sorbí, limpiándome la nariz con el puño.

- Lo siento... -me disculpé finalmente.

Los abrazos no eran cosas de mendigos.

Permanecimos un rato más abrazados (ahora con más fuerza que antes) y después Rick se separó. Nada más hacerlo, yo bajé la mirada y me mordí el labio inferior. No dije nada hasta segundos después de que él se disculpara.

—¿Por qué te disculpas? —inquirí, mientras volvía a acercarme a él —. Si es por el abrazo o... O por algo que hayas hecho ahora, que... Que sepas que no me molestó...

La miré intensamente. Siempre había sido así de buena. No le molestaba que la gente fuese un poco tonta, o desagradable... Ella seguía siendo simpática y buena con todos.

La miré. Extendí una mano hacia ella, pero la retiré antes de llegar a tocarla. Me mordí el labio inferior. Los ojos me escocían.

Tragué saliva.

-Yo...

Estaba confuso. La cabeza me daba vueltas. Me hubiera gustado desmayarme allí mismo para no hacer el ridículo.

De pronto di un rápido paso hacia ella y tomé su rostro entre las manos. Me gustaba sentir su piel suave. Me acerqué a ella, pero cuando estaba lo suficientemente cerca como para arrepentirme volví el rostro.

"Hubiese sido mejor desmayarse" pensé de nuevo.

-Siento haberte molestado... -gemí con un nudo en la garganta-. Descansa...

Observé a Rick en silencio, esperando una respuesta. De nuevo, en vez de contestar, el flamma se limitó a mirarme. Volví a preguntarme qué estaría buscando, y si realmente vería algo. Cuando extendió una mano hacia mí, volví a avanzar un par de pasos, y cuando la retiró, ladeé la cabeza. Me pregunté qué estaría pasando por su mente; parecía que no sabía muy bien qué quería hacer.

Di otros dos pasos más hacia delante y lo miré con curiosidad. Iba a preguntarle qué le pasaba, pero, antes de que lograse terminar la frase, el flamma se acercó y tomó mi rostro con sus manos. Al igual que el abrazo, el gesto me sorprendió, pero no tardé demasiado en acercarme a él, mientras entrecerraba los ojos.

Rick se volvió el rostro cuando nuestros labios se rozaron. Sin abrir del todo los ojos, comencé a escuchar sus disculpa, pero, antes de que pudiese terminarlas, lo besé.

Me dejó sin aliento su respuesta. En todos los sentidos. En primer lugar porque no había tomado aire, pero en segundo lugar porque la sorpresa es tal que me olvido de respirar.

Tardé en reaccionar, y cuando lo hice fue de forma torpe, correspondiendo a su beso como si no hubiese dado uno antes. El corazón me iba a mil, como si fuera un adolescente, y mis manos, torpes, temblaban en el aire sin saber bien qué tocar.

Cuando nos separamos tenía los ojos húmedos, más que antes. La miré confuso, pero enseguida la atraje contra mí y la abracé más fuerte que antes. Me daba algo de miedo partirla en dos, pero temía que si la soltaba volviese a hundirme. Lo sentía por ella, pero aquella noche todos mis mocos y lágrimas iban a acabar en su hombro.

Nos sentamos contra un árbol y no la solté. Pensaba dormir así aquella noche. No era capaz de articular palabra, así que no la dejaría irse hasta que pudiera para explicarle lo que quería decirle cuando pudiera...

De repente me sentía enormemente cansado. Un peso gigante había desaparecido de mis hombros. Sin soltarla, me dormí poco a poco.

Telma chapoteaba en el agua felizmente, como si aquello no fuese con ella.

*se duermen*

FdR- Para quien esperase más, Rick está en Shock

Observaba el río con el aburrimiento reflejado en la cara. Me había despertado hacía bastante por culpa de los ronquidos de Rick, que todavía dormía, y llevaba un buen rato sin hacer nada más que mirar en rededor. No sabía qué hacer ahí y tampoco quería irme -porque no quería que el flamma se despertase y no me viese-, así que estaba muy aburrida. Además, minutos después de que me despertase, una fina lluvia había empezado a caer, así que no sólo estaba aburrida, sino que también estaba bastante mojada.

Resoplé; luego miré a Rick. El flamma dormía pese a que también se estaba mojando. No lo entendía. ¿Cómo era posible que no se despertase? ¡Llevaba un montón de tiempo durmiendo! ¡Y estaba lloviendo! Es más: no entendía que sus propios ronquidos no lo despertasen. ¡Si parecía un oso o algo así!

Ante esta situación, decidí que iba a intentar despertarlo. No lo había hecho antes porque me daba pena, pero ahora estaba aburrida y nos estábamos mojando.

—Rick, ¡Rick! Despierta, ¡despierta! —ordené mientras movía ligeramente sus hombros.

Una salchicha gigante flotaba en el aire. Olía deliciosa, y su aspecto no lo empeoraba. Estaba supurante de grasa. De pronto, un trozo de pan calentito pasó rozándola y se untó de su sabrosa salsa. Ambos comenzaron a dar vueltas uno alrededor del otro, como en una especie de baile. Era tan bello que no me atreví a interrumpir. Una manzana se cruzó, chocando contra el pan y la salchicha, y fruto del golpe salió despedida fuera.

- No estás a la altura, manzana...-murmuré, de acuerdo con que no formase parte de aquello.

La salchicha y el pan siguieron bailando, y entonces el pan se abrió a la mitad, dando lugar a un maravilloso lecho sobre el que las salchicha se tumbó. El pan depositó suavemente su otra hogaza sobre ella y la salsa chorreo, fruto de la presión. Comenzó a alejarse.

- No -gemí-. No, por favor... Déjame morderte la salchicha -pedí al pan-. No te vayas todavía...

Pero el pan se escapaba y parecía que no fuese a volver.

FdR- Y sí, habla en voz alta.

El flamma pronunció algo que no entendí y, durante unos segundos, pensé que se había despertado. No fue así, por lo que deduje que sólo estaba hablando en sueños. Segundos después, comprobé que mi conclusión era correcta, pues el flamma habló, esta vez en un tono más alto, de una salchicha que quería comer. Resoplé de nuevo. ¿Haberle gritado y zarandeado no había sido suficiente para despertarlo? ¿Qué clase de sueño estaba teniendo?

—¡Despierta, despierta! —grité, esta vez más alto, mientras volvía a mover sus hombros—. Rick, ¡arriba! ¡Está lloviendo, y me estoy mojando y tú te estás mojando y todo está mojado!

El mundo en el que estaba temblaba un poco. Qué inestabilidad, por Mithos. Finalmente la salchicha y el pan se fueron sin dejarme nada que llevarme a la boca.

Abrí los ojos con lentitud. Al principio veía borroso, por lo que los cerré de nuevo, los apreté y, al volver a abrirlos, todo estaba más nítido. Frente a mí, como un regalo de Mithos, algo que llevarme a la boca: como por encanto, una mojada camisa se ceñía al pecho de una dama que no supe identificar, pues alzar la vista de aquel buen despertar sería como haber tomado la manzana en vez de la salchicha.

-Vaya par... -murmuré, para mí-. El sueño es mejor cada vez...

Primero comida, luego mujeres... ¡Si ahora el sueño plantase ante mi un cálido lecho y una chimenea crepitante podría morir en paz, durmiendo!

Pasados unos segundos, Rick abrió los ojos y yo suspiré. ¡Por fin! La próxima vez que durmiese con él, lo despertaría menos amablemente.

Aparté las manos de sus hombros y lo miré. Al hacerlo, descubrí que él parecía más interesado en otra parte de mi cuerpo que en mi cara. Ruborizada, miré hacia otro lado mientras y me cubrí con los brazos.

—Pri... Primero, esto no... No es un sueño, Rick... —dije después de escuchar su comentario—. Y se... Segundo, mírame a la cara...

Inger parecía convencida de que aquello no era un sueño, pero no iba a caer tan fácilmente. ¡Los sueños siempre trataban de convencerte de que no eran sueños para dejarte atrapado allí para siempre! Quizás incluso aquella Inger estuviese atrapada en mi sueño sin saber que era todo un fruto de mi imaginación dormida. Así era el pancepto.

- ¡Claro que es un sueño! -exclamé, con una amplia sonrisa-. De no serlo no habría salchichas con pan volando por el aire.

Aquel era el motivo número uno.

Punto número dos.

- Si fuese un sueño, Telma estaría aquí, y... -. Miré a nuestro alrededor-. ¡No está!

Telma nunca se iba sin avisar, y menos aún cuando había manzanas flotantes.

Y, punto número tres.

- Además...

Me acerqué a ella con seguridad y la besé, abriendo mi boca para acceder a la suya. Me separé tras unos diez segundos.

- ¿Ves? Es un sueño. Esto no pasa en la realidad.

Y en la realidad juraría que las tetas de Inger eran más pequeñas, pero eso era lo bueno de los sueños. Comida flotante y tetas más grandes.

FdR- Sí, sigue apapahostiao

Fruncí el ceño al escuchar lo que decía Rick. ¿De qué hablaba? Estaba claro que pensaba que estaba soñando, y estaba claro también qué había soñado antes. Suspiré.

—Rick, aquí no hay comida flotando.

Al menos, pensé, ya estaba despierto, aunque él no lo creyese. No obstante, esperaba que no tardase en comprender que no estaba soñando. O, al menos, que no tardase tanto como en despertarse.

Miré a los lados cuando mencionó a Telma. Supuse que era su bismonta, así que la busqué con la mirada, sin resultados.

—Bueno, tal vez... Eh... Se haya ido porque no le gusta mojarse... O porque tenía hambre o así —murmuré, volviendo la vista hacia al flamma—. Además, eso no prueba nada y...

No completé la frase porque, antes de que pudiese hacerlo, Rick me besó. Tras unos primeros segundos de paralisis por la sorpresa, terminé reaccionando. Cuando se separó, lo miré con las mejillas sonrojadas y el ceño ligeramente fruncido.

—¡Que... Que no es un su... Sueño. Es... Es real y, además, está lloviendo y, eh... nos estamos mojando!

Me ruboricé y empecé a notar como las nubes de mi cerebro se despejaban. Me levanté de un salto e hice una reverencia.

-Discúlpeme, pues, señorita, pues no debí mancillar sus labios con la saliva de la mendicidad que me contiene como si fuese un horno y yo el estofado...

Me quité la capa, húmeda, para qué negarlo, dejando mi torso al aire. Se la tendí.

- ¡Tápese la cabeza con esto y corramos a que se proteja de la lluvia en palacio!

Lo primero para una dama era su pelo. Quizás salvarlo fuese una buena prueba de heroicidad.

Rick se ruborizó y se puso en pie con rapidez. Parecía que ya se había dado cuenta de que no estaba soñando.

—No me ha molestado... Rick. —Me puse en pie y me llevé una mano por el pelo, húmedo—. Sólo me sorprendió... Pero no hace falta que te disculpes...

Le sonreí. Segundos más tarde, fruncí el ceño y empecé a negar con rapidez.

—¡No, no, no, no! —grité mientras rechazaba su capa (se la acababa de quitar, dejando su pecho al aire)—. No necesito la capa, por Mithos, no. Pón... Póntela tú, que seguro que no es buena idea que vayas así...

La miré como si acabase de decir una locura.

-¡A mí no me hace falta! Es para que te tapes de la lluvia, pero ya está mojada, así que no la necesito. Puede servirte como toldo, pero a mí de nada.

Esperaba que Telma estuviese en nuestra guarida. Seguramente sí, confiaba en esa pequeña como si fuese mi amiga bismonte.

-Venga, acéptala. A mí me da igual mojarme.

Negué con la cabeza.

—Que no, que no. No la quiero... Póntela tú, porque... Total, ya estoy mojada, así que tampoco la necesito. Y. Eh. A lo mejor... No sé. A lo mejor si, eh, te la pones, pues... Igual no te coge el frío o algo así...

Le sonreí. Con un poco de suerte, igual me hacía caso.

—Y... Eh... ¿Y si vamos a otro sitio?