Río

¡POR EL AMOR DE MITHOS! ¡¿QUIÍN HABÍA HECHO ALGO TAN HORRIBLE A AQUELLA MUJER COMO PARA NUBLAR SU ENTENDIMIENTO?! ¡¿QUÉ MALDITO IDIOMA HABLABA, QUE TENÍA LAS MISMAS PALABRAS QUE EL MÍO PERO SIGNIFICABAN COSAS DIFERENTES?! Quizás era el idioma de las mujeres...

Oess oooni... ¡¡AQUELLO TAMPOCO TENÍA EL MENOR SENTIDO!!

Fruncí el ceño. Había llegado a mi límite. Estaba mal que un hombre paciente como yo lo hiciera, pero no aguantaba más...
La tomé por los pliegues de la camisa y, amenazador, tiré de ella, atrayéndola hacia mi rostro, clavando los ojos en los suyos con desesperada frustreición.

-¡¡YO!! ¡¡NO!! ¡¡CREO!! ¡¡SER!! ¡¡SUPERIOR!! ¡¡A TI!!

¡¿Quién demonios había dicho aquello?! ¡Ella! ¡Solo ella! ¡Por Mithos! ¡Nadie me había estresado tanto nunca!
¡MUJER LOCA!

FdR- XDU

Creo, sospecho, intuyo muy vagamente que igual no es buena idea continuar por este camino. No parece que haya nada capaz en el mundo de penetrar en la cabeza de este alcornoque, no hay palabra o argumento capaz de hacer que razone. En vez de comprender y abrazar la verdad y la justicia, se encierra más y más en sus planteamientos. Seguro que viene de una de esas familiar de luchadores, no de intelectuales.

- ¿Ves? ¡Tú mismo desarmas tus propios argumentos! ¡Con la conversación no se llega a ningún sitio!- desde esta distancia solo distingo un único ojo enorme, pero me esfuerzo por clavar en él mi mejor mirada de odio-. Puedes no decirlo, no reconocerlo, ¡pero siempre tendrás en el pecho el corazón de un noble!

Golpeo su pecho con el dedo para dar fuerza a mis palabras, aunque noto una lucecita de alarma en mi cabeza señalando que no debería golpear ni lo más mínimo a un guerrero furioso. ¡Pero es que me saca de mis casillas!

Me empezaba a doler la cabeza con su maldita palabrería. ¿Acaso no se escuchaba hablar? ¡¿Y a mí?! ¡¿Me escuchaba hablar?! ¡¿Necesitaba un escrito para comprender todo aquello o qué sucedía?! ¡NO ESTABA DICIENDO MÁS QUE CALUMINAS! ¡MALDITAS CALUMINAS POR TODOS LADOS! ¡Y YO NO SOPORTABA LAS MENTIRAS Y LAS CALUMINAS!

De pronto dijo algo que me hizo ver la luz. victorioso, saqué pecho, comprendiendo al fin su error. Había sido sencillo y comprensible.
Orgulloso, la miré, convencido al fin de mi victoria, sonriendo.

-¡Yo no tengo el corazón de un noble! -exclamé, sintiendo lo que decía por mis padres y mi hermana y todos mis ancestros-. Yo... ¡¡TENGO UN CORAZÓN NOBLE!!

Era una importante diferencia. Y yo tenía razón.

Refunfuño. ¿Es que la arrogancia de esta gente no tiene final? ¿Verá algo más allá de sus propias narices?

- ¿Y quién te dijo eso, eh? ¿Tu mamá? Seguro que también te dijo que eras el más guapo y el más listo del mundo, ¡y mírate! Incapaz de entender las ideas más sencillas. ¡Mientras haya clases, no conoceremos la justicia! ¡Baja de tu nube de oro y mira a tu alrededor!

He conocido a mucha gente llena de nobleza con los bolsillos vacíos, solo porque aquellos llamados "nobles" prefieren la comodidad de su mansión que luchar en la dureza de la realidad.

Di un golpe contra el tronco de un árbol cercano, furioso. ¡Aquello ya estaba pasando de ermitaño oscuro! ¡¿Estaba bien, no?!

-¡No metas en esto a mi querida madre! ¡Ella no hizo más que quererme como una buena madre!

Por Mithos... Que alguien le arrancase la lengua. ¡Que se callase! ¡Que dejase de decir cosas absurdas que no tenían sentido!

-¡NO TENGO NINGUNA NUBE DE ORO! ¡YO ESTOY LABRANDO MI PROPIA VIDA SIN DEPENDER DE MIS RAÍCES! ¡LO QUE MARCA AL HOMBRE NO ES SU NOMBRE, SINO SUS ACTOS!

FdR- Con lo que le costó llegar al pobre a esa conclusión... XD

Meterse con las madres es feo. Pero más feo es este tío presuntuoso y pomposo.

- Claaaro, y te cuidó, y te protegió, y no dejó que tu blanca mente se ensuciara con nada. ¡Ese es tu problema, Dehllina! ¡Vives en tu torre de mármol, protegido y querido, sin ver que hay afuera! ¡Entiende de una vez que nadie te va a dejar olvidar de dónde vienes! ¡Eres tus raíces, lo que nos deja a los demás solo el barro!- no pienso. Me quito los pantalones de nuevo, dejando la pierna extendida a la luz de la luna. La enorme cicatriz que me estropea la piel de semejante manera queda a la vista-. ¿Ves esto? ¡Es lo que he ganado por luchar! ¡No por los que son débiles, sino junto a ellos! ¡Esto es lo que tu gente hace, lo que se cree con derecho a hacer! ¡No niegues quién eres si no vas a luchar contra ello!

¡¡¡¡MITHOS!!!!
¡¿QUÉ LE PASABA A AQUELLA LOCA?!

Se quitó los pantalones, mostrándome una cicatriz de no sé lo qué y diciendo que aquello significaba algo. ¡Madita sea! Imitando su gesto, por mi parte, me quité la capa y la camisa, quedando con mi fuerte torso al aire, sin importarme el frío. Inmediatamente después me volví, dándole la espalda y mostrando mi piel, destrozada por los latigazos del líder Darvenwish aquel día hacía tanto tiempo...

-¡¡MIRA!! -bramé-. ¡¿CREES QUE EL QUE HIZO ESTO PENSÓ EN MIS RAÍCES?! ¡DESDE QUE LLEGUÉ ERES TÚ LA PRIMERA A LA QUE LE IMPORTAN! ¡¿No será que estás obsesionada?!

Golpeé de nuevo el árbol con el puño, dejando una muesca visible en el tronco. ¡Maldita mujer loca!

-¡YO NO SOY MI PADRE! ¡YO SOY RICK, Y LUCHO EN MI NOMBRE POR LO QUE YO CREO!

Los Dehnel, mi familia. Siempre los había admirado. Siempre quise ser digno del apellido que llevaba. Pero tanto lo quise que no me di cuenta de que debí encontrar mi propia forma de ser Dehnel, aunque fuese diferente a la del resto. El dinero y el poder eran secundarios. Lo que importaba es que yo fuese recordado como alguien que había hecho algo bueno.
¡Un héroe!

Miro su espalda, admirada a mi pesar. Sí que tuvo que doler eso. Pero no es el único que ha sufrido dolor en esta vida. Además...

-¿Estás orgulloso de eso? Sólo se te puede herir la espalda cuando estás huyendo.¡ Tus cicatrices no muestran el valor del que presumes, Dehllina! Y claro que estoy obsesionada. ¡Soy la elegida por los míos para unirme a vosotros y poner fin a la situación que sufrimos en Lumen! ¡Mi vida se resume en esta lucha! ¡Seré quien lleve la libertad al pueblo aplastado por la tiranía! El mundo puede cambiar si los parias nos unimos... ¡no quedará uno de vosotros!

Le sujeto el brazo para que deje de golpear el árbol. Lo que me faltaba, este loco violento encima no respeta la Naturaleza.

-¡Nadie es su padre, pero eso no te exime de lo que tu familia representa! ¡Tu camino viene dado por ellos!


FdR: Una vez leí que lo correcto era usar una o dos veces los signos de exclamación por cada cinco páginas de prosa. ¿Pasárnoslo por el forro? No, qué va.

¡¿Huyendo?! No pude sino echarme a reír, divertido por aquella idea.

-¡No huí en ningún momento! ¡Huir es de cobardes! ¡Simplemente no bajé la cabeza ni me humillé escapando! ¡¿No sufres también por tu ideal?! ¡Esto-exclamé, señalando de nuevo a mi espalda- no me hizo cambiar de idea!

Observé su mano, deteniéndome. Al fin y al cabo, golpear un árbol no me ayudaría a que ella entendiese las cosas. Además, seguían doliéndome las manos tras la reconstrucción de los establos.

Esbocé una sonrisa de pronto, bajando la vista al suelo. ¿Creía saberlo todo? No sabía nada... Ella no podía saber nada, por mucho que gritase.

-Ya soy una vergüenza para mi familia por cómo soy. Siempre lo fui -. La taladré con una profunda y poderosa mirada de noble corazón-. Pero voy a seguir mi camino conservando mi apellido. Quizás algún día, de ese modo, cambie lo que significa "Dehnel" para gente como tú.

Yo sería el protector de los débiles. Ayudaría a construir un nuevo mundo sin malhechores que aplastasen a los que no podían defenderse.

-Si no puedo cambiar el camino que ha sido recorrido... -. Apreté la mano, formando un fuerte puño con ella- cambiaré el que yo recorra y lo que suceda a partir de ahora.

FdR- Rick es un héroe de cuento XD

Poco a poco parece que se serena algo, incluso se ríe. Por su bien espero que no se esté burlando de mí. Incluso desarmada puedo herir a un noble criado entre algodones.

Me subo los pantalones sin quitarle los ojos de encima. Hace un segundo estaba dando golpes como un energúmeno y ahora se ha puesto en plan "mi vida es más triste y más dura en mi palacio". A este chico le falta un verano.

- Tu apellido no cambia, da igual quién seas tú. Eso no cambiará nunca. Si entiendes que el veneno está también en ti aún puedes salvarte. ¡Pero el señorito Dehnell es incapaz de comprender nada! Ves la necesidad de cambiar pero no consigues asimilar cuál es es cambio. Tanta nobleza no te sacará de eso- estoy cansada de tanto discutir sin llegar a nada. Mañana no notaré siquiera la garganta. Miro por última vez al Dehllina-. Es tarde, ¿no te esperan tus siervos? -me burlo mientras invoco un clair ën yäk para volver al antro burgués en el que me hospedo-. Espero tardar en verte de nuevo, Dehllina, ¡y espero que para entonces hayas desarrollado al menos una neurona!
Me permito sacarle la lengua antes de irme y dejarlo solo.

*Se va*

Al final no comprendió nada de nada. Supuse que, simplemente, se trataba de una estúpida, una necia incapaz de ver la verdad. De todos modos, el problema era suyo. Al ver que por fin se iba lo vi claro. A mí me iba a dar igual lo que ella decidiese hacer de su vida. Al menos me iba a dejar en paz, que era lo importante.

Tras verla marcharse gruñí y fui por el mismo camino, esperando lo suficiente como para no encontrármela de nuevo. Vaya ser humano más deplorizable. Esperaba no volver a encontrármela en toda mi vida.

Furioso, regresé a palacio.

*se va*

Atravieso el barro con paso ligero. Hay que aprovechar que hoy llueve menos para salir, que vaya basura todo... Y he tenido la prudencia de ponerme una capa bastante prieta, así que el agua, literalmente, me resbala. Así de ama soy yo.

Un, dos, un, dos... Pese a que hace frío, el ejercicio me mantiene bastante en caliente. Y la verdad es que poco a poco voy notando el efecto positivo de entrenar tanto. Me siento más ligera, más resistente, más fuerte... ¡Mejor, vamos! Pero no quiero engañarme y pensar que será ver a Gerry y darle una paliza, porque las cosas no son tan jodidamente sencillas en ningún sitio.

Alterno carrera con trote ligero, esprintando a veces sin llevarme a mi límite. Las personas con asma, como yo, no pueden recuperarse tan fácilmente tras alcanzar el máximo, por lo que forzarme de más solo me haría jadear hasta casi ahogarme y tener que detenerme.
Tras un buen rato, comienzo un nuevo ejercicio, trotando ya más despacio, pero elevando las rodillas al avanzar, dando pasos muy cortos.

*se va correteando*

La lluvia persistía, pero parecía más débil que los últimos días. Desde mi encuentro con Follow había andado un poco a hurtadillas, sin mucho ánimo de socializar, pero no podía permitirme abandonar de nuevo el entrenamiento. Pese a ello, había hecho un breve descanso, pues la noche en las termas me había dejado pequeñas molestias.

Sin embargo, estaba ya perfectamente, así que me dirigí de nuevo a los exteriores. Aquella tarde no me apetecía en absoluto ejercitar la magia, pero sí pensaba hacer ejercicio físico. Me dirigí al río, dejando mis pertenencias discretamente colocadas entre unos arbustos, a la altura de la desembocadura, y me eché al agua.

En aquella zona, ya casi en el lago, apenas había corriente, con lo que pude dedicarme a aclimatarme tranquilamente. En realidad, no había mucho a qué aclimatarse; la lluvia se había encargado de empaparme por el camino. Remoloneé un poco en aquella zona, entre calentando y jugando, antes de dedicarme al verdadero ejercicio.

Mi intención era remontar el río desde mi posición hasta la cascada. Conocía bien el terreno, y sabía que era posible, pero no había probado a hacerlo. Sería un buen entrenamiento tanto para probar mi fuerza contra el agua como mi resistencia; si me cansaba, simplemente podía dejarme llevar por la corriente de nuevo a la desembocadura.

El mal tiempo no era lo suficientemente fuerte como para haber alterado demasiado el agua, así que no encontré tanta resistencia como cabría esperar. Aún así, sentía cómo esta aumentaba a medida que remontaba la corriente, y poco a poco iba notando el desgaste del ejercicio. Cuando me cansaba, me dejaba arrastrar de nuevo, a sabiendas de que eso suponía un mayor recorrido.

Tardé un tiempo considerable, pero finalmente alcancé mi objetivo. Cuando lo hice, me quedé allí un rato, descansando, antes de meterme de nuevo en el agua para volver a mi origen, esta vez siguiendo el curso del río. Era mucho más sencillo, pero aún así no me limité a dejarme llevar, sino que también me daba impulso de vez en cuando, aprovechando para bucear en las zonas más hondas.

Cuando hube vuelto a la altura del lago me detuve de nuevo un rato. Por último, tomé mis cosas y volví al palacio.

*Se va*

Tras una breve duda, decidí que el río estaba más cerca. Pronto no se vería nada, y Lea estaba herida, de modo que me pareció lo mejor. Porque tenía ganas de limpiarme un poco, pero también quería que Tel nadase, que desde que había empezado el invierno solo tenía mugidos de protesta si intentaba meterla en el agua.

-¡Mira cuánta agua, Tel! -exclamé, adelantándome, acercándome a la orilla con intención de atraerla-. ¿No te apetece darte un chapuzón?

La bismonte se acercó, perezosa, y olfateó unos hierbajos, junto al río, pero no parecía decidirse. ¡¿Pero desde cuándo se había hecho tan vaga?!
Miré a Lea, de reojo, con una sonrisa cansada.

-Y eso que hoy no hace frío. Últimamente está hecha una vaga.

Mojé las manos en el agua, lavándolas. Por suerte me había acordado de traer la ropa de respuesto.

Miro a Telma sonriendo, divertida. La verdad es que es muy graciosa, pero se está volviendo una remilgada. Aunque, con tanto frío, a mí tampoco me llama lo de meterme en el agua.

-Bueno, algo de frío sí hace -la disculpo.

Me acerco a ella y le doy unas palmaditas cariñosas en el lomo.

-¿Estás bien, Telmita? No me irás a decir que eres la bismonte que conozco a la que no le gusta el agua... -comento, con voz suave. Me agacho junto al agua y mojo una mano, que luego le paso por el morro, humedeciéndoselo-. Anda, anda, ¿pero qué es esto? ¡Que te vas a poner gorda de no hacer nada!

La verdad es que no le vendría mal un poco de ejercicio.

Con Lea animándola, Telma pareció un poco más dispuesta. Tratando de poner algo de mi parte me desvestí, quedando en ropa interior, y la brisilla que sentí no fue tan desagradable como la de unos días antes. Al meterme en el agua, sin embargo, sí dejé ir el aire con cierto dolor de corazón. De todos modos, haciendo acopiación de todas mis fuerzas, me acerqué a Tel, desde dentro del agua, y acaricié su cabeza peluda, humedeciéndola.

-No me irás a decir que no sabes nadar -bromeé, salpicándole el hocico.

Finalmente, convencida por Lea y por mí, terminó entrando en el agua de un salto, salpicándonos a ambos al estrellarse contra la superficie. Conocía lo suficientemente bien a Tel como para saber que no había sido por error, pero mugió, impertinente, como recalcándolo.

-Pide perdón a Lea -reprendí, volviéndome hacia ella, que chapoteaba tranquilamente a algunos metros.

Telma mugió dócilmente, en dirección a mi compañera. A mí, sin embargo, evitó hasta mirarme...
Me volví de nuevo hacia Lea, suspirando.

-Creo que me odia... -murmuré, esbozando una sonrisa, casi una mueca.

Viendo a Rick entrar en el agua, me dan ganas de dejar de animar a Telma a hacer lo propio. Sin embargo, ella parece ceder ya, y pronto se lanza al agua de golpe. Me cubro con un brazo, con un grito entre de sorpresa y desagrado cuando siento el agua helada encima.

-¡Telma! -protesto.

Ella echa a nadar, mugiendo suavemente, y yo me sacudo un poco el flequillo, tratando de echar el agua. Luego me vuelvo hacia Rick y sonrío sin mucho convencimiento. Niego con la cabeza.

-Lo dudo mucho -rechazo.

Miré a la flamma, poco convencido. A ver... "Odio" era, quizás, una palabra un poco fuerte para referirme a mi pequeña. Me crucé de brazos, pensativo, buscando una terminación un poco más apropiada.

-No me respeta -sentencié al fin, clavando la vista en Lea, esperando que me diera aquella por buena.

La verdad es que entre la piel mojada y el viento comenzaba a encontrarme francamente helado. Como no me moviese iba a acabar allí congelado.
Y de todos modos no me moví. Repasé las heridas de la flamma con la mirada. ¿Tendría más escondidas...?

-¿Cuándo podrás moverlo bien? -pregunté, cautelicoso, señalando su brazo herido con un dedo.

Ladeo la cabeza, poco convencida, pero acabo por aceptar lo que dice.

-Eso puede ser -admito-. No veo que seas muy severo, así que...

Vuelvo la vista a mi brazo cuando lo señala y me poso una mano en el hombro. Niego con la cabeza.

-No lo sé -respondo-. En la enfermería me han dicho que de dos a tres semanas, así que pasaré por allí a que me lo vean. Al parecer se pone peor si no lo recolocas en el momento, y yo estuve varias horas con él fuera del sitio. Ah, y cuando me quite el cabestrillo tendré que hacer rehabilitación para que no se me vuelva a salir -. Suspiro con cansancio-. Y ya estoy aburrida del asunto...

Bajé la vista, con una sonrisa, aunque arrugando las cejas.

-No se me da muy bien ser severo -admití.

Alcanzar la perfección era difícil. ¡Mi padre, el gran Reick Dehnel, era severo! Yo a su lado no era más que un sensible y poderoso chiste, pero un chiste. Solo sabía aplacar a los enemigos con severidad, pero Telma, Nadia...

Me recorrió un escalofrío de pies a cabeza, que me hzio estremecerme entero. Comenzaba a tener las escamitas de gallina.

Tras escuchar su acueducto... No... Aquella palabra no podía ser... Su conclusión sobre lo del brazo, estreché los ojos, pensativo. Mi padre me había enseñado bastante sobre lesiones. ¡Rick Dehnel sabía de muchas cosas, y el mundo de las lesiones no era una excepción!

-¿Le pones hielo? -inquierí, moviendo un poco los brazos para entrar en calor-. ¿Del resto estás mejor?

Telma mugió para llamar la atención.

Alcé una ceja, condescendiente. Podía ser otras cosas, pero severo, desde luego, no.

-No hace falta que lo jures -murmuré.

Niego con la cabeza a su pregunta.

-No está inflamado -explico-. Seguí los primeros días los tratamientos que me recomendaron en la enfermería, pero ahora solo tengo que dejarlo reposar. Si me molesta, le aplico un hechizo para el dolor y ya está.

A su otra pregunta, me limité a asentir. Por lo demás, todo estaba perfectamente en orden. Las heridas de la espalda sanaban bien y no eran molestas, y los rasguños estaban desapareciendo.

-Las demás heridas fueron molestas en el momento, pero no complicadas de tratar.

Miro un momento a Telma, que nada un poco más allá. Lo siento, cielo, pero no pienso meterme en el agua. Me siento en una roca, junto a la orilla, para estar cómoda mientras ellos se bañan.

Si todo iba bien, entonces no había nada que hacerle. El reposo, por desgracia, era a veces la única solución que quedaba. ¡¡Aguardar para poder afrontar la siguiente batalla era un engorro!! Pero estaba seguro de que cuando se encontrase bien tendría muchas más ganas de luchar contra el mal, después de tanto tiempo sin moverse. ¡A mí me pasaba! Era común en los guerreros heroicos como los de Brontë.
Lo del hechizo, sin embargo, me hizo mirarla raro.

-¿Hechizo del dolor? -repetí, curioso.

¡¿Era acaso una poderosa maga curandera?!

Iba a salir del agua para ir junto a la flamma, pero entonces Telma se acercó desde detrás, placándome, tirándome al agua, furiosa. Mugió con desagrado, me salpicó y se fue nadando hacia el centro del río.
Mugió, insolvente.

-¡Tel! -reñí, volviéndome, molesto-. ¡Eso no se hace! Mithos...

Asiento.

-Lo aprendí hace poco -explico-. Utiliza mucha magia, pero está muy bien para estas cosas...

Corto la frase a la mitad al ver a Telma golpear a Rick, agresiva. La miro, sorprendida. Telma es traviesa a veces, pero parece que hoy tiene un mal día. Y, desde luego, queda de manifiesto que no respeta a Rick en absoluto.

-Telma, no seas mala -murmuro, más para mí que para ellos. Luego hablo más alto-. Quiere jugar. Quizá está saliendo poco desde que está en las cuadras. Necesita más ejercicio, cansarse.

Puede que haya crecido, pero en el fondo sigue siendo una cría.

Me froté el brazo, incómodo. ¡Lo que me faltaba! A Tel le encantaba Lea, a Lea le encantaba Tel, pero si estaban las dos juntas yo no podía estar con Lea porque entonces un busmonte me atacaba. Aquello era muy innoble por su parte, y más sabiendo que yo cuidaba de ella poniendo todo mi empeño. Por suerte, yo no era rencoroso, pues el rencor era de bastardos, porque de serlo le retiraría la palabra por tres días por algo como aquello.

-Ahora vuelvo -murmuré, resignado, a Lea.

Me metí en el agua, que parecía notablemente más fría, y nadé con Telma algunos minutos. La desgraciada era más rápida y fuerte que yo... ¡¿Desde cuándo?! Aunque parecía menos furiosa en aquel momento...
Tras un rato nadando contra corriente, golpeado por un bismonte mojado, dolorido y cansado, salí a la superficie, tiritante. Telma me acompañaba, y al abandonar el agua se sacudió, salpicando agua a su alrededor.

-Muy simpática... -gruñí.

No había pasado demasiado tiempo, pero esperaba que Lea no se hubiese enfadado. Al fin y al cabo, ella no podía bañarse con Tel...

-Mis disculpas -murmuré, con cierta cautela, esperando su ira y molestia.

Qué más deseaba yo que no estar bañándome con Telma por motivos justificacionales.

Telma parece encantada en cuanto Rick le da su atención. Pero será mimosa... Es divertido verla nadar por ahí, tan rápida y tan en su salsa. Me hubiera gustado nadar con ella, aunque sé que podría acabar bastante mal. Los bismontes tienen mucha fuerza, y a veces no controlan.

Al cabo de poco tiempo están los dos fuera del agua, de nuevo conmigo. Telma se sacude sin piedad y yo me aparto un poco. Me gusta mucho ella, pero muy poco el frío, y no quiero acabar empapada. La llamo con un gesto y luego miro a Rick.

-La próxima vez habrá que escoger otra hora para esto -comento-. Telma tiene que hacer ejercicio, pero hemos venido tan tarde, que...