Río

Permites que siga adelante, ya que es cada vez más evidente que eso es lo que quiere. Cuando ves que saca un cuaderno sientes que el orgullo te llena, pero mantienes la compostura, con tanta elegancia como te sabes capaz de hacerlo. Adoptas una postura algo más señorial, más grandiosa, para que pueda plasmarte en lo que vales realmente.

-¿Quieres que me coloque de alguna forma en particular? -preguntas, consciente de que la perspectiva puede significar muchas cosas-. ¿Qué tela imaginas?

Estudias el dibujo cuando te lo muestra. Hay que reconocer que podría salir algo de ese carboncillo, pero sus garabatos no están a la altura de tu figura. De todas formas, ante tanta devoción, y pese a que no te hace demasiada gracia, pasas por alto el defecto, centrándote en lo que ella de verdad puede hacer, en cómo se expresa.

-Qué interesante -la felicitas, premiándola así por su saber estar.

Asientes, segura. Por supuesto que tu actitud es la correcta. Claro que no te harás un hueco, sino que te convertirás en un elemento imprescindible de todo esto. Pero ella lo ha expresado con mucha modestia, y corregirla no estaría bien.

-No a demasiados todavía -reconoces, sin darle demasiada importancia-. Entiendo que todo el mundo querrá socializar, pero las cosas deben hacerse bien, con calma. Habrá tiempo para todos, desde luego.

La ofensa de sus primeras palabras queda perfectamente curada con la segunda frase. Asientes, conforme con ello. Claro que estás perfecta. Siempre lo estás. Es algo de lo que no podrías separarte ni aunque lo quisieras.

-El vuelo es muy importante -recalcas, convencida-. Incluso si en Brontë no tengo tanta oportunidad de demostrarlo, no deja de ser importante. Puedo volar por el pueblo con él, y por supuesto, fuera del palacio. Incluso planeando desde los tejados podría sacarle partido. Claro que no se trata de exhibicionismo. Debe ser elegante, en todo momento.

Asientes con seguridad, a sabiendas de que habla de hechos y no de hipótesis. Es entonces cuando te das cuenta de la situación y abres mucho los ojos, dejando el color miel endulzarlo todo, sorprendida por tu pérdida de la noción del tiempo.

-Disculpa, pero debo ir a asearme. Sigo un cuidado riguroso de mis alas, y necesitan toda mi atención. Si me permites...

Por supuesto, tu esencia ineludible la hace rogar por poder hacerte compañía un rato más, por poder disfrutar de ti hasta que ya no sea posible seguir haciéndolo. Y tú, en tu infinita bondad, concedes sus deseos. Ha sabido entender ante quién estaba, después de todo.

*Se van*

Un paseo para despejarse en esta mañana que no llueve es lo mejor. Al final lo he convertido en un entrenamiento, y corro siguiendo el curso del río, peleándome con el barro que me hace resbalar algunas veces y llega a obligarme a echar una mano al suelo en los momentos que creo que voy a caer de forma ya definitiva. Anda que si caigo al río así, y vestido... Vaya gracia iba a tener.

He quedado con Lluvia para poner. Así le contaré la historia de mi viaje a Ventus y le daré su regalo. Tengo ganas de verla, especialmente porque he estado fuera más de lo planeado. Espero que no me haya estado esperando.

Me topo de frete con una zona en la que la tierra resbala especialmente y al dar una de las zancadas noto que me falla el apoyo y me veo caer, de verdad que me veo caer, al río de cabeza. Pero, afortunadamente, no se da, de alguna forma, y acabo en el suelo tan cerca de haberlo hecho que no sé a quién rezar en agradecimiento.
Creo que lo mejor será que vuelva dentro. Si he de tomar un baño lo haré por mis propios medios.

Me levanto y me preparo para volver trotando, esta vez alejado de la peligrosa orilla. Si me caigo que solo sea eso, al menos.

*se va*

En otros tiempos, Kyoti habría definido este tiempo como fresco. Sin embargo, ya lleva unos meses en Brontë, y empieza a comprender que más le vale empezar a cambiar su definición de las cosas. No está tan confiado con el sol como para ponerse de verano, pero agradece el calor, de todas formas, y reza internamente porque se prolongue unos cuantos días. No pide hasta el verano porque le parece mucho pretender, pero una semana o dos, aunque sea.

El calor y el sol son más que suficientes como para sacarlo del palacio, eso desde luego. Se ha armado con su arco y sus flechas, y se ha internado en el bosque, en busca de presas. Ya sabe cuáles son las que tiene permitidas. No hay ninguna que esté acostumbrado a cazar y se le haya prohibido. No hay posibilidad de reprimendas esta vez. O eso espera.

Hoy va en busca de aves. Quizás pueda dar con el rastro de alguna perdiz o algún faisán. Normalmente, son presas que Kyoti no persigue, pero sabe lo útil que puede ser el plumaje, tanto para complementos como para sus flechas. Aunque para las flechas preferiría un ganso. Quizás deba buscar en el lago...

*Caza caza*

Llevo ropa fresca. Hoy he venido a entrenar junto al río porque el aire es más fresco aquí. Simplemente es una carrera ágil, siguiendo su curso, y quizás termine en el lago, para refrescarme.
He buscado a Lyam, tras tanto tiempo. Estaba demasiado ausente, y el servicio me ha explicado la situación, o lo que saben de ella. No se ha despedido. No sé si planea regresar o no lo hará. Pero tratar de controlar esas cosas no es algo que me corresponda. No sabría describir la sensación que me deja su partida, así que no pienso en ello. Tengo que ponerme a punto antes de ir a Aqua. Aprovecho estos días más cálidos que vienen.

Me dentengo rápidamente al verlo, tensando el cuerpo, pasando enseguida al modo sigilo casi sin quererlo. Esa actitud que tiene no es la de alguien que simplemente practica tiros. Miro alrededor, ¿buscando? ¿Ha sucedido algo?
Relajo un poco el cuerpo. No soy invisible, a fin de cuentas.

-¿Sucede algo? -inquiero.

¿Un ataque? ¿Algo sospechoso? ¿O solo practica?

Kyoti no miraba hacia donde está ella, así que tarda un momento en darse cuenta de que está allí. Parpadea al verla, y casi va a componer una sonrisa cuando se da cuenta de la seriedad de ella. ¿Algo va mal? Pero si esta vez no...

-¿Algo...? -pregunta, un tanto perdido. ¿Habrá interpretado mal algún gesto suyo?-. Estaba, eh... cazando. Es decir, animales. Es decir, animales salvajes. Animales no mascotas. O sea, ya sé cuáles se puede y...

Carraspea. No ha vuelto a meter la pata, ¿verdad?

Relajo algo el ceño a su respuesta, llegando a esbozar una sonrisa. Niego, tranquilizadora, y acorto un poco las distancias con pasos silenciosos. No quiero asustar a alguna posible presa. Ya he malinterpretado suficiente.
Estoy algo aturdida hoy, podría parecer.

-Lo siento. No quería interrumpirte. Pensé que quizás hubieses visto algo raro. Se supone que este lugar es seguro, pero ya has visto que no es la primera vez que entra alguna bestia peligrosa... -comento.

Bestias o personas. Con las segundas, sin embargo, a veces uno no sabe si lo son hasta que es tarde.

Es una chica seria. Kyoti ya lo sabe, ya lo ha visto otras veces. La ha visto en combate y fuera de él, pero no parece bajar nunca la guardia, ni olvidar dónde está. Puede resultar un poco fría por ello, pero Kyoti sabe bien que es la actitud adecuada para un soldado. Aunque no está muy seguro de que ellos sean exactamente soldados. De todas formas, la disciplina no hace daño a nadie, y sus preocupaciones son comprensibles. ¿Verdad?

-Ah, no -responde, atreviéndose por fin a esbozar su tímida sonrisa, tratando de resultar tranquilizador-. Es decir, no me interrumpes. O sea, supongo que sí, pero no importa. Cuando vengo aquí... Me refiero, al bosque... siempre busco presas. Supongo que si encuentro algo peligroso, podré avisar... ¿no? Bueno, más rápido que si no lo viera. O sea, si no lo viera no podría. Avisar. ¡Es decir! No he visto nada peligroso.

Y ahora lo que debe hacer es cerrar ese piquito de oro y dejar de molestar a la gente con verborrea inútil. Así, calladito.

No puedo evitar una sonrisa entretenida. La verdad, siendo tan parado tienta. Aunque me ha sorprendido verlo tan en activo. La primera vez que lo vi, recuerdo la charla que hubo por mi parte, me pareció uno de esos “guerreros” que no tienen muy claro por qué han venido. Y no puedo asegurar su desempeño en este tiempo, pero sí es cierto que, al menos, ya lo he visto enfrentarse a peligros sin retroceder y ahora, pro ejemplo, entrenando (o al menos haciendo algo de provecho).

-Yo soy peligrosa -comento, entretenida, evaluando su expresión en lo que hablo-. O puedo serlo. Y has tardado en percibirme-. Pese a que la crítica no deja de ser cierta, la verdad es que en este caso solo es una broma. Mi tono es relajado. No hay reproches-. Espero que en una situación de peligro tengas una reacción más rápida.

Kyoti se queda un tanto cortado con la respuesta. Visto así... Pero es que no es tan simple como eso. Es decir, ella puede ser peligrosa, quizás, pero no supone un peligro para él. Por algo es su compañera, ¿no? Además, en realidad, Kyoti busca presas, no peligros, pero quizás eso sea algo que no le convenga puntualizar. Alehyss es estricta, y no deja de demostrarlo.

Acaba por carraspear.

-Yo... también lo espero -es todo lo que se le ocurre decir, aún algo preocupado.

Alehyss siempre le destaca sus errores con toda tranquilidad. Otros son más bruscos, como aquel flamma que... Pero todos parecen tener razón, y Kyoti no deja de sentirse pillado en falta, una vez tras otra.

Ladeo levemente la cabeza, curiosa, mirándolo. No pone pegas, aunque parece poco convencido. Termino por trotar un momento en el sitio para no perder el calor del cuerpo. Tampoco he venido aquí para reprenderle nada. Solo ha sido un encuentro casual, y un comentario.

-¿Y qué tal todo? ¿Te sientes más asentado? -llego a preguntar, curiosa, antes de seguir mi camino.

Ya se me ha acusado algunas veces de ser muy dura con los nuevos. Si no lo han hecho otros lo han hecho las caras de los recién llegados, o yo misma al darme cuenta después de lo que causan mis palabras. No sobra, en estos casos, un poco de simpatía, aunque solo sea por garantizarme su apoyo en una futura misión, si nos encontramos trabajando juntos. La profesionalidad no siempre está a la orden del día, y no sería la primera vez que alguien muere porque la ayuda llegó tarde, “por desgracia”.

Parece que quiere charlar... o no. Es como si quisiera hablar, pero a la vez quisiera irse. Kyoti no tiene muy claro qué actitud tomar al respecto. Pero intenta no ser un conversador pésimo, así que intenta darle algo de ánimo a la conversación.

-Creo que sí -responde, con voz que pretende sonar convincente pero no lo es mucho-. Es decir, he estado de misión. Bueno, ya hace algún tiempo. Y... salió bien, creo. Iba yo solo, pero... Ah, y me he ofrecido a ir otra vez. Será pronto. Bueno, no sé, será cuando sea. Es decir, yo creo que será pronto. Supongo.

Carraspea, tratando de no parecer tímido. O no tan tímido, al menos.

-¿Y tú... -Está asentada. Asentadísima. Corrige la pregunta, rápido- cómo estás?

Está bien. De hecho, me hace plantearme que me he descuidado un poco. He participado en la protección de Palacio, pero desde que volví de Aqua no he vuelto a salir de misión. He ido a Ventus, pero al tratarse de asuntos personales no puedo tomarlo como algo de Brontë. Y a la nueva tanda de ofertas que han salido no he llegado a apuntarme.
Eso no debe seguir así. Tengo que hacer algo al respecto.

-Muy bien entonces -comento, con una sonrisa suave y un asentimiento satisfecho-. Quizás trabajemos juntos alguna vez. Entrena para ese momento -le digo, permitiéndome usar un tono levemente bromista. Estoy cómoda hoy-. Yo bien-. No es una mentira-. Pronto me iré de viaje, pero cuando regrese retomaré el trabajo con fuerza. En cuanto al entrenamiento, como siempre. No me gusta descuidarlo, aunque no tenga trabajos próximamente. Uno no puede prepararse solo cuando sabe que hay algo que hacer. Los problemas no avisan.

A Kyoti le sorprende lo suficiente el ofrecimiento de ella como para alzar las cejas. ¿Lo quiere de compañero? Pero si siempre parece tan seria, y él todavía es un novato... ¿No lo habrá malinterpretado? Eso sería fatal...

-Claro -responde, sin embargo, como un resorte, hablando quizás demasiado deprisa.

Parpadea sin poder evitarlo. Parece tan profesional, tan segura... A Kyoti le cuesta imaginarse a sí mismo tan resuelto. Desde luego, no lo es ahora, pero duda que llegue a serlo. Y es un problema, desde luego. Ella tiene razón en todo lo que dice. Quizás no debería estar persiguiendo perdices.

-Yo... trato de utilizar la caza como entrenamiento -explica, poco convencido-. Es decir, también hago... otras cosas. No solo eso. Sobre todo cuando llueve que... entreno dentro. Con dianas y así. Bueno, supongo que debería hacer más cosas...

Pero, ¿qué?

Lo escucho, tranquila. Termino por asentir con suavidad, pero firme. No voy a desanimarlo. Lo ideal sería que asumiese sus propias palabras y que parta de eso para mejorar. Yo no voy a tomar sus decisiones, pero no veo problema en apoyar las que me parecen correctas.

-Voy a dejar que sigas con ello, entonces. Yo también he dejado el mío a la mitad. Y si no recupero la marcha me quedaré fría. Que tengas una buena caza.

Y, dando eso como despedida, recupero el trote, suave primero. Una vez compruebe que los músculos se han vuelto a calentar lo suficiente aumentaré el ritmo. Tengo todavía buena parte de la tarde por delante.
Mañana debería practicar con armas. Hace mucho que no entreno combate. Si no encuentro compañero puedo hacerlo en la sala de entrenamiento, sin problema.

*se va*

Tras responder, no tarda en alejarse, y Kyoti se siente un poco torpe a la hora de reaccionar. La despide con un gesto de la mano, que todavía sostiene una flecha.

-Igualmente... -consigue decir, antes de que ella se marche.

Y entonces se da cuenta de que no es eso lo que debía haber dicho. ¿Igualmente? ¡Pero si ella no está de caza! No sabe qué es peor, que parezca idiota o que parezca que no escucha lo que le dicen. Acaba por suspirar, sintiéndose un poco derrotado. No es fácil mantenerse a la altura de gente tan resuelta.

Pero tiene que colaborar de alguna forma. Carga el arco y continúa su recorrido. Tiene que conseguir un par de presas antes de detenerse, por lo menos. Ella tiene razón: la charla les ha cortado el ritmo a ambos. Es mejor concentrarse.

*Se va*

Me he sentado en una roca a la orilla, descalzo, con el pantalón remangado. No sé por qué. No hace tanto calor, pero me apetecía mojar los pies un poco. y la brisa que sopla resulta agradable. Aún queda luz porque los días son más largos y...
Dejo ir un suspiro, pasándome la mano por la cara. Estoy algo cansado hoy. Últimamente. Y para colmo hoy he pensado en lo de Lluvia y...
De verdad que me pone de mal humor. O triste. No sé.

No con ella, claro. Simplemente...

Quiero ir a Aqua. Me sentará bien, seguro. Aunque solo sea por el viaje, o por aprender a hacer el arma o...
No sé. El cambio de aires. Visitar sitios nuevos. Hacer algo...

Qué agobio.

*se queda*

Había llegado contracorriente, desde el lago. El tiempo ya era lo suficientemente agradable como para echarse al agua sin preocuparse de ir a pillar algo. Y bucear... Oh, Mithos, se hacía tan agradable recorrer otra vez el lecho del río... Lo echaba de menos más incluso de lo que recordaba. Me haría una casa bajo el agua y me quedaría a vivir allí. Bueno, quizás en el lago, pero...

En cualquier caso, seguía necesitando aire. Por desgracia, llegado un punto, no me quedó más remedio que salir. De inmediato tomé aire, me acomodé las trenzas tras las orejas y me pasé la mano por la cara, quitándome un poco el exceso de agua. El bosque estaba tranquilo, ya dando indicios del fin de la tarde.

Estoy dándole vueltas a la cabeza cuando un sonido como de chapoteo me hace volver a la realidad. Busco un momento con la mirada hasta dar con ella.
La verdad es que cuando se trata de agua lo normal es que sea ella. Para mí hace fresco, me sorprende haberme atrevido a mojar los pies, pero ella ahí está, nadando como si nada.

La miro curioso primero, y acabo por esbozar una sonrisa suave, acomodando la postura. Parece que no me ha visto. Dejo que pasen un par de segundos más, peor al final palpo el suelo alrededor buscando algo... Una piedra, por ejemplo. Una piedra para lanzar al agua, cerca de ella, para llamar su atención.

Es que si se mete en el agua otra vez ya puedo olvidarme de saludarla.

En cuanto noto una piedra contra el agua me vuelvo como un resorte, y es al hacerlo cuando doy un respingo. Y yo pensando que estaba sola. No tardo en sonreír, claro, y me acerco. Qué raro verlo por aquí. Aunque tampoco es la primera vez que tenemos un encuentro fortuito como este.

-No te había visto -señalo, aunque era evidente-. ¿Qué tal? ¿No te animas a un baño? Está muy buena, eh...

Hago amago de ir a salpicarlo, pero no llego a hacerlo. No soy tan mala. Es solo una broma. Además, últimamente lo he notado un poco sensible, así que mejor no tentar a la suerte.

Río, mudo, ante su sorpresa. ¿Le he dado un susto? ¿O es que me tomaba por un enemigo e iba a atacarme? Anda que como fuese eso... Vaya susto. De todos modos, tampoco iba a poder tumbarme de un golpe. O eso espero...

Niego con suavidad, componiendo una mueca suave, que no deja de ser una sonrisa. Ella dirá que está bien, y no está mal del todo, pero...

<<Ya sabes que soy algo friolero. Además, no tengo toalla. En cuanto salga me congelaré>>, explico, con gestos tranquilos.

¿Y ella? Es decir... Quizás haya dejado una toalla en algún sitio.

Suspiré. No tenía esperanzas de convencerlo, realmente. Tampoco se iba a echar a nadar, eso sí que lo sabía. Hasta tenía que considerar que era un progreso que no hiciera referencias a "los peligros" del río. En otro tiempo la habría hecho.

Me quité la mochila de la espalda y se la lancé, para luego dedicarle una mueca burlona.

-Si es por toalla... -sugerí.

De todas formas, sabía que no lo iba a convencer con eso. Me sumergí de nuevo, buscando llegar al fondo. Lo removí un momento, jugando, pero no tardé en volver a asomar la cabeza. No estaba bien que me dedicara a bucear con él allí. Me acerqué a la orilla y apoyé los brazos en una roca, haciendo un nido para la cabeza, mirándolo.

Alzo las cejas cuando veo venir la mochila, y la atrapo al vuelo por los pelos. Para arrepentirme, claro. Enseguida me salpica la cara y se me moja un poco la camisa, al abrazarla para que no se me cayese. La dejo en la piedra entonces, con una sonrisa, frotándome unas gotas de agua de la cara con el puño.

<<No sé yo>>, añado entonces, con una mueca, poco convencido.

Vuelve a sumergirse. Trato de buscar su sombra, siguiendo sus movimientos bajo el agua desde la superficie. Al final vuelve a subir, sin embargo, y esbozo una sonrisa de nuevo.

<<Puedes nadar. Te estoy interrumpiendo>>, gesticulo, con tranquilidad. Le doy luego un capirotazo suave en la frente. <e robo tu tiempo.>>

Traté de evitar el pequeño golpe, y le ofrecí a cambio un mohín de disgusto. Ay, mi pequeño adolescente...

-A lo mejor es que me refugio en la corriente para consolarme de la soledad que me rodea -dramaticé, entretenida. Me impulsé para subir a la piedra en la que me apoyaba-. Claro que me gustaría compartir mi santuario, pero si no es posible y puedo encontrar compañía fuera de él...

Qué tonterías decía a veces, la verdad. Qué obsesión con que molestaba y con que estaba de más. Ni que estuviera trabajando o algo así. Pero claro, a ver quién le quitaba sus tonterías de la cabeza.