Sala de baile

El silencio de la sala de baile sigue siendo inigualable. La reverberación del sitio se siente en el silencio casi como suaves olas que relajan el ambiente.

En el medio de la sala, me dedico a hacer ejercicios de resistencia y agilidad aguantando posturas corporales complejas. Me tumbo boca abajo, notando el frío del suelo en el pecho -otro gran punto para hacer esto aquí- y pongo los brazos a los lados de la cabeza. Me voy echando hacia adelante para hacer fuerza sobre el pecho y tiro de las lumbares para ir haciendo el pino de la forma más lenta que me permite el cuerpo. Voy ascendiendo con calma hasta tener las piernas rectas y juntas y el cuerpo apoyado prácitamente sobre los antebrazos y los hombros. Aguanto la postura durante un rato, respirando lenta y profundamente.

Al cabo del tiempo, dejo caer las pierna hacia lado opuestos para que se abran del todo con la inercia de la caida en esa postura y conseguir tirar de los abductores hasta hacer un amplio espagar. Suelto un gruñido en cuando se produce el tirón del rebote. Aguanto la postura nuevamente hasta que los músculos se van relajando completamente. Respiro hondo, traquilo.

Al poco vuelto a subir las piernas hasta mantenerlas verticales y luego las bajo lentamente hasta quedar en horizontar apenas rozando el suelo, haciendo gran fuerza con el torso tanto por la parte abdominal como dorsal. Apoyo un momento las rodillas para descansar y recoloco los brazos para cambiar el foco de fuerza. Me apoyo en el suelo como si fuese a sostener un gran peso sobre el derecho y tiro del cuerpo para levantarme lateralmente y hacer fuerza ahora en los hombros y los abdominales laterales además de en los dorsales. Doblo una de las rodillas y mantengo la otra pierna estirada oblicuamente.

postura:

Despues cambio la postura de los brazos con calma y la acomodo para quedar con las piernas ligeramente vencidas hacia mi pecho. Rotando los hombros y cambiando los puntos de fuerza del cuerpo voy rotando manteniendo este tipo de posturas, obligando al cuerpo a soportar la tensión y relajarse manteniendo la fuerza.

postura:

*se queda*

La joven paseaba sin más por los pasillos, pensando en sus cosas y, más que en sus cosas, en qué podía hacer a continuación. Había estado husmeando por la biblioteca pero se había cansado de tanto libro y ahora vagaba sin rumbo. De pronto un sonido a su derecha llamó su atención, proveniente del salón de baile. Abrió la puerta procurando no hacer ruido y se asomó para encontrarse con Gerald, que entrenaba en el centro de la estancia.

Con la misma suavidad entra y cierra la puerta tras ella, no queriendo distraer al hombre de sus quehaceres. Se fija en cada detalle, en cada cambio de peso y en cómo cada músculo se tensa y destensa para variar la postura y mantener el equilibrio. Su respiración tranquila es casi hipnótica en el silencio del lugar. Analiza cada movimiento despedazando mentalmente los detalles de su musculatura surcada por líneas de tinta negra y sintiendo algo de fascinación, ya no tanto por la propia naturaleza humana como por la habilidad del propio chrysos.

Tuerce ligeramente el labio pero finalmente acepta que por más que le pese es digno de admiración.

-La verdad es que es increíble que sepas hacer esas cosas con tanta tranquilidad...-Comenta finalmente. Su voz es suave y sincera, sin malicia y con un tono que apenas perturba la paz del lugar.

-No esperaba encontrarte aquí, Gerald. -Dibuja una ligera sonrisa, ocultando el rastro de enfado de la vez anterior. Después de todo no podía buscarse enemigos; al menos tan pronto.

Estoy demasiado centrado como para darme cuenta de que alguien entra hasta que siento que me están hablando.

No muevo la cabeza para mirar, pero por la voz imagino que es la flamma señorial. Me tomo un momento para acabar la última postura que estoy haciendo y quedo sentado en el suelo, con las piernas cruzadas.

—Antes cansaba mucho menos —Le comento con la voz algo tomada por la respiración profunda que ahora trata de relajarse. Acabo sonriendo con cierta satisfacción de todas formas. —Pero sigue sirviendo para fascinar a las chicas —Bromeo.

Miro a los lados con lo último que dice y al final vuelvo a mirarla a ella.

—La verdad es que me gusta. Me parece muy relajante —Confieso con calma. Me planteo ponerme en pie, pero ya que se ha asombrado no creo que importe fardar un poco más. Me dejo ir hacia atrás recogiendo las piernas sobre el pecho, cogiendo fuerza e inercia para saltar hacia adelante con la espalda y ponerme en pie con la fuerza del tronco. Luego me paso una mano por el pelo, cansado pero desairado.

—¿Qué tal estos días? ¿Has encontrado a alguien más fácil de soportar? —Pregunto azando las cejas, picajoso pero entretenido.

La joven deja escapar un soplido mientras sonríe y niega ligeramente, divertida por el comentario.

-Oh, vamos, hablas como un viejo. ¿Seguro que no será que te has estado saltando los ejercicios y ahora lo notas? Estas fechas de fiestas y esas cosas hacen mucho daño...-Sonríe sin malicia pero con intención, buscando algún tipo de reacción en el hombre de los tatuajes. Observa más detenidamente al joven de arriba a abajo tras su comentario y su sonrisa cambia sutilmente. -Me pregunto por qué...

Cuando finalmente me encuentra con la mirada sonríe y avanza un par de pasos hacia el centro de la sala; la verdad es que se alegraba de verle (a pesar de todo), además aún no conocía a casi nadie más allí.
La estancia es más fría que el resto del castillo pero apenas lo nota. El susurro de la tela del sencillo vestido que lleva se oye claramente en el silencio del lugar.

-A pesar del esfuerzo que pareces hacer...Es curiosa las formas que tiene el cuerpo de relajarse a veces.

El siguiente par de piruetas es tan obvio que son para impresionarla que no puede evitar sonreír. No obstante no hace ningún comentario, no es que le moleste que intenten llamar su atención, además no dejan de fascinarla. Ahora que lo ve de pie vuelve a fijarse en la filigrana que lo rodea como una enredadera. -¿Qué le llevaría a tatuarse tanto? -Piensa. Aunque con la buena forma en la que estaba casi parecían adornos. Lleva su mirada hacia su rostro y le observa revolverse el pelo, fijándose en esos ojos negros y dispares, aumentando su curiosidad al respecto.

-Bueeeno. La verdad es que parece que de todos los idiotas que hay por aquí eres el más entretenido. -Sonrío tras el comentario, como quitándole peso. -Tampoco quiero que se pique y se ponga a comportarse como un puto crío otra vez...
-Oh, conocí a un hombrecillo del servicio bastante gracioso, o al menos yo me reí mucho. Tenía muy mal instinto para las primeras impresiones, la verdad. Me temo que no fui de su agrado. En fin, hay gente para todo. -Con la mirada algo perdida revivió el encuentro y ahogó de nuevo una carcajada.

Me limito a sonrieír un poco con eso de sonar a viejo.

—Sí, eso debe ser —Concedo sin darle más vueltas. Cuando deja caer el siguiente comentario la miro con cierta incredulidad. No sé por qué, todavía no me pega ese desenfado con ella y me resulta gracioso.

Pongo las manos en jarra, acomodándome mientras sigo escuchando.

—En mi caso es mucho más efectivo llevar el esfuerzo al límite en el que el propio cuerpo cede que meterme en una bañera caliente a remojar —Explico. Siempre había sido así, pero ahora era con mayor motivo y acababa resultando enormemente placentero.

Ladeo la sonrisa algo más, jocoso más que nada.

—Es curiosos como las mujeres que más me insultan son las que aprecian mi compañía —Comento, divertido. —Y a veces es bastante complicado... —Remato con exageración. Pienso en algún "homrecillo del servicio" pero el único hombrecillo que me viene a la cabeza es Errald y no es del servicio.

—Te lo dije. El resto de tipos de por aquí son estúpidos y no saben apreciar los encantos de una repipi como tú... Es decir, de una señorita de tu altura. Aunque no sea mucha —Bromeo, echando un vistazo general como si estuviese midiéndola. Y sin darme cuenta tiendo a acercarme a medida que se me ocurre algún chiste que encabalgar. Ni siquiera está siendo incisiva así que tengo la tentación de disculparme. Miro un momento su escote y las ganas que me entran de apretarlo hacen que se me pase lo otro.