Claustro.

¡Vaya apretón más firme! Aquello me arrancó una nueva sonrisa. Lo cierto era que no era mala forma de saludar a las da... todas las personas por igual

-¿Has oído hablar de mí? Espero que hayan sido cosas buenas o cosas increíbles, y no cosas malas. Siempre dicen que es mejor que hablen de uno, aunque sea mal, pero no estoy de acuerdo, ¿sabes?

Y ya puestos, mejor aún era no ir hablando mal de la gente. Era de mal gusto. Salvo que fuese gente malvada... Pero, ¿era hablar mal, entonces? Porque si eran gente malvada y se decía que eran gente malvada, ¿no era entonces solo la verdad? Se suponía que decir la verdad era lo correcto.

Kris señaló el techo, sacándome de aquel bucle que corría en mi cabeza. Seguí la dirección de su dedo con gesto curioso.

-¿Al techo? No sé...-. Estreché los ojos, tratando de ver algo en la piedra, pese a la oscuridad. Pero justamente estaba mirando antes por aquella zona y ya no había encontrado nada raro-. No... Diría que no. No. ¿Por qué? ¿Has visto alguna grieta? Quizás deberíamos avisar al servicio, si es así.

Quizás era más baja, pero veía mejor. Lo cierto es que mis ojos no funcionaban muy bien si había poca luz.

Ahora sí que no impido que salga una suave risa de mis pulmones. Jamás me habría imaginado a Rick como alguien tan inocente. Tampoco es que sepa muchas cosas de él. Pero por lo que he oído, pensaba que sería más serio, más como el típico soldado. Es evidente que no debo dejarme guiar por los estereotipos.

- Yo no he visto nada. De hecho, parece estar en perfecto estado- le contesto inspeccionando la zona con la vista.- Como el resto del palacio. La verdad es que es un sitio impresionante. Y muy bien cuidado.

Es lo que llevo pensando desde que llegué. Todo este lugar es precioso. Me siento tan afortunada pudiendo estar aquí. Aunque no solo por las vistas, evidentemente también es por lo que representa. Me quedo mirando hacia el área descubierta del claustro. La lluvia golpeteando el suelo, la fuente...

- ¡Por cierto!- digo de pronto, girándome repentinamente hacia Rick.- Yo venía aquí a darles de comer a los peces- y levanto la mano que sostiene las hojas de lechuga, para mostrárselas, al mismo tiempo que sonrío alegremente. Y me muevo en dirección al centro del claustro.

Reí un poco con ella, aunque algo confuso. Que estuviese en perfecto estado era bueno, pero desde luego no entendía por qué había revisado aquel punto concreto del techo. Quizás solo me había preguntado porque yo estaba más cerca, a fin de cuentas.

-Sí que es un buen lugar -dije, asintiendo con suavidad e hinchando un poco el pecho con orgullo-. Hay que mantener tu casa en buen estado, y eso es lo que intentamos hacer la mayoría de los que estamos por aquí. Me alegra que te preocupes por el techo.

La pequeña cambió de conversación rápidamente a una inesperada. ¿Iba a darle lechuga a los peces? La seguí por el claustro, con gesto curioso, acercándome también a la fuente.

-Llevo un montón de años aquí y nunca he venido a darles de comer a los peces-. Ni se me había pasado por la cabeza-. ¿Les gusta la lechuga? Pensé que comerían pan.

Aunque tenía sentido. No era como si en el río pudiesen hornearlo...

Me aproximo al borde de la fuente y me siento. Empiezo a partir una de las hojas en pedazos pequeños que a los pececillos les resulte más fácil comer. Me quedo viendo orgullosa cómo se aproximan a la superficie del agua y van cogiendo los trozos uno a uno.

- Pues les encantan los vegetales -le ofrezco la otra hoja de lechuga para que pueda darles también.- Bueno, excepto a los carnívoros, claro -y lo miro seria.- Por si acaso tú no metas la mano.

Después de decirlo, le guiño un ojo, con expresión divertida. Y vuelvo a centrar mi atención en los pequeños pececillos. Me pongo a admirar los distintos colores de sus escamas y la forma tan graciosa en la que abren la boca.

- Entonces, ¿tú qué hacías aquí? Espero que no buscases estar solo.

Me asomé, como ella, a ver cómo los pececillos que normalmente nadaban tranquilos en la fuente parecían animados de pronto. No pude resistirme a tomar la hoja de lechuga que me dio Kris y a imitarla, echando pequeños trozos en la superficie del agua.

-Vaya, no tenía ni idea. La verdad es que no sé nada sobre peces...-. Su siguiente comentario me hizo reír-. Bueno, si intentasen comerme, tendrían para rato, eso te lo aseguro.

Era una chrysos agradable. Estaba bien para variar. Estuvimos un momento alimentando a los peces, que parecían realmente entusiasmados por la lechuga, cuando llamó mi atención con una nueva pregunta. Negué con suavidad, esbozando una sonrisa.

-Oh, ¡no! Claro que no. Vengo de entrenar. Estaba pensando en algunas cosas, ¡pero la buena compañía nunca se rechaza! Quiero decir...-. Me rasqué el mentón-. A veces quiero estar solo, supongo. Tienes derecho a querer estarlo. Pero no era uno de esos momentos.

Le respondo con una sonrisa sincera. La verdad es que parecía preocupado por algo, aunque no fuese el estado del techo. Me alegra no haberlo molestado. Parece buena gente.

Me quedo observando los movimientos del agua y las ondas que generan los peces en la superficie del agua. La verdad es que se está bien, aunque esté lloviendo. Me siento mucho más relajada ahora. Quizás sea el momento de irse a dormir. Mañana quiero levantarme antes y empezar a entrenar más duro. Es posible que estar con Rick, con ese porte y esos músculos, me haya motivado.

Así que me levanto y me giro hacia él.

- Bueno, ha sido un auténtico placer. Yo me retiro ya. Pero espero encontrarte de nuevo pronto. De hecho, igual podríamos entrenar juntos algún día y que me enseñes alguna cosilla si te apetece -me acerco a darle con la mano en el hombro a modo de saludo, aunque para ello tengo que estirar el brazo.- Ha sido muy agradable.

*se va*

Parecía que Kris ya se iba. Le dediqué mi mejor sonrisa.

-¡Sí que ha sido un placer! Siempre está bien conocer a gente nueva, sobre todo cuando es tan agradable-. Y además venía con ganas-. Y por supuesto que entrenaré contigo cuando te apetezca. Intento seguir una disciplina diaria, pero compartir el esfuerzo con otra gente siempre es el doble de estimulante.

Y además, en el caso de los nuevos, estaba bien ver de qué estaban hechos. Siempre era bonito ver llegar a la sangre joven, dispuesta a seguir solucionando los problemas de la gente. Me hacñia sentir que el lugar quedaría en buenas manos si algún día tuviese que irme.

O... Cuando, más bien...

Suspiré una vez se hubo ido. No pintaba nada allí, bajo la lluvia. Lo que necesitaba era una ducha y dejar de dar vueltas a las cosas.

*se va*

Aunque la nieve ha dejado prueba de su paso, el día ha transcurrido tranquilo y hasta bastante soleado, en comparación con lo que han sido los anteriores. En cambio, la noche sigue siendo fría, por lo que no dudas en añadir a tu conjunto los accesorios necesarios para asegurar tu comodidad. El claustro, con sus plantas y su fuente, está precioso cubierto de nieve, pero se vuelve todavía más encantador cuando haces acto de presencia.

No has venido por nada en particular; sencillamente, la noche está tranquila y el arrullo de la fuente resulta agradable para un pequeño paseo nocturno. Así que dejas que tus pasos te guíen, sin ningún rumbo particular, por el espacio que constituye ese acogedor patio interior.

*Pasea*

Hoy toca jornada nocturna. Últimamente toca muy a menudo, la verdad. Es que me junto con Retales y bueno...

He pedido un bocadillo de albóndigas en la cocina porque aunque yo me acabo de levantar, ellos no tienen que saberlo. No quiero que piensen que estoy desayunando esta mierda. Mejor que piensen que la ceno. Y, como voy bien abrigada, decido salir a comerlo fuera. Aún está calentito.

-¡Cuftif! -saludo, nada más verla. Recorro varios metros con zancadas ágiles en lo que mastico y trago el bocado más delicioso del día-. Buenos ojos te vean. ¿Estás paseando? ¿Has cenado ya?

Espero que sí, porque no te voy a dar bocadillo, guapa.

Oyes una voz que te reclama, y te giras, dispuesta a regalarle tu tiempo y compañía. Se trata de Frikka, que disfruta de su cena. Le dedicas la más encantadora de las sonrisas, como lo son todas las que brindas.

─Ya he cenado ─confirmas─. Que aproveche, por cierto. Sí, estaba dando un pequeño paseo antes de retirarme a dormir.

No te gusta irte a dormir tarde; no es bueno para el cutis. Pero todavía es una hora razonable, y dicen que el frío tiene efectos beneficiosos para la piel.

-Frafias.

Trago el nuevo bocado.

La verdad es que es como que las albóndigas no están hechas para estar en un bocadillo. O no del todo, al menos. Tendrían que ser un poco más pequeñas, como las que hacía mi madre. Ojalá existiese alguna forma de meter carne picada entre dos panes de forma más cómoda.

-¿No te apuntas a trasnochar hoy? El otro día nos lo pasamos en grande. Podría enseñarte cosas que ni imaginas. ¡Y eso sin salir de Brontë! Porque si te animas a venir al pueblo, ya no te cuento.

Hace tiempo que no vamos a tomar algo. Es que el invierno es un poco asqueroso para alejarse mucho de la cama.

Sonríes, encantadora. Resulta entrañable ver a una admiradora pedir más de tu tiempo con tanto entusiasmo. Desgraciadamente, parte de la vida de una estrella es saber marcar los límites, y aunque no te gusta, a veces tienes que dejarlos claros.

─Oh, me encantaría, pero no puedo ─explicas, con sensibilidad y tacto─. Sigo una rutina diurna muy estricta. Pronto tendré que retirarme para atender mi agenda desde temprano mañana. No puedo permitirme un desajuste horario. Quizás en otras circunstancias.

Que ahora no sea la troupe la que marque tus horarios, sino tú misma, no supone que la organización sea menos estricta, sino todo lo contrario. De ti depende que cada día puedas presentarte ante el mundo en todo tu esplendor.

Doy un nuevo mordisco al bocadillo, pensando en lo que dice. Diga lo que diga yo solo escucho una palabra: rollo. Esta vez espero a tragar antes de decir nada.

-¿Y qué vas a hacer mañana temprano? O sea, qué sabré yo, ¿no?, pero... ¿Tan estricta tienes que ser? ¿Es por entrenamiento, o algo así? ¿Y qué pasa si en tu siguiente misión tienes que pasar la noche en vela? ¿Crees que podrías? Hay que acostumbrarse a todo, eh. Por esos mismo paso tantos días despierta, para adaptarme a vosotros.

Realmente es porque a veces estar despierta de noche es un coñazo. Eso sí, las mejores noches son mucho mejores que los mejores días.

Sonríes, emocionada. Su preocupación por tu bienestar es entrañable. Pero no tiene de qué preocuparse.

─Tengo motivos muy diversos para seguir mi horario ─explicas, paciente─. Mañana dedicaré la mañana a entrenar, y por la tarde podré relajarme y salir de paseo. Hay que combinar trabajo y ocio para no extenuarse. Intento escoger misiones en las que pueda ofrecer siempre lo mejor de mí. Por supuesto que podría adaptarme si es necesario; no iba a dejar a alguien que me necesite en la estacada. Pero una vida ordenada ayuda al descanso, y el descanso me ayuda a trabajar con más eficiencia.

Estás acostumbrada a trabajar hasta tarde, realmente; el circo requería tu trabajo en horarios que podían volverse agotadores. Pero ahora puedes escoger, puedes decidir cuándo quieres ser flexible y cuándo quieres ser estricta. Y, además de cuidar del trabajo, también debes cuidar de ti misma.

Me encojo de hombros, masticando sin mucho cuidado. Pues si ella es feliz siendo un muermo, ¿quién soy yo para impedirlo? Bueno, de eso nada. ¡Soy Frikka Njorthrbiartr, coño!

-¡Claro que hay que combinar trabajo y ocio!-. Eso resulta una obviedad-. Incluso puedes combinarlos a la vez, porque entrenar puede ser divertido. Pero no todo el ocio es dar paseos, Curtis Loquesea. Así a primera vista te miro y pienso... Bueno, a segunda vista te miro y pienso... Esta chica tiene que sabier divertirse. Al menos más que Cierzo, que es mi otra referencia aether. Que no es que no sepa divertirse, yo no dudo que él se divierta, pero... -. Me estoy yendo por las ramas. La señalo con ímpetu, sacudiendo el bocata de albóndigas en el acto-. Tienes que desmelenarte, joder. Trasnochar es lo mejor que hay. Divertirse con amigos. Unas copas o lo que sea. No hay que beber. Bailar un poco con retales. Acabar robando una gallina y pasar con ella el resto de la noche para acabar yendo a devolverla por la mañana... Eso es lo mejor que puedes hacer. Piénsalo, Curtis-. La miro fijamente-. La próxima gallina podrías ser tú.

Tampoco es que me importe, pero no me parece mal debatir yo sola en lo que termino de desayunar. Y luego a otra cosa, mariposa.

La miras un momento en silencio, escuchando lo que tenga que decir, porque parte del regalo de tu existencia al mundo es permitir que otras personas se sientan escuchadas, que se sientan atendidas nada menos que por ti. Cuando termina extiendes ligeramente las alas, blancas, impolutas, dejando que se entrevea el azul de las remeras secundarias.

─Bueno, a fin de cuentas, me han criado como artista ─le recuerdas─. Llevo el mundo del entretenimiento en la sangre. Sencillamente, cuando has crecido entre aplausos y vítores, a veces lo más novedoso es la tranquilidad de un paseo o el silencio del bosque. Si quiero un amanecer diferente, puedo ir a buscarlo en lugares a los que solo se puede llegar volando ─. Pero sonríes, y concedes─. No me cierro a ninguna posibilidad, en cualquier caso. La flexibilidad es esencial para una vida plena. Quizá, en algún momento, me deje llevar por una noche de correrías.

Hoy no será ese día, pero todo es posible. Y más con peticiones tan fervorosas.

La miro con renovada curiosidad. Creo que no tenía ni idea de ese detalle.

-¿Eres una artista? ¿Qué haces? ¿Cantas?-. De hecho estaba por apostar que era pintora, por lo intensa que es, la importancia que da a los paisajes y esos colores en su pelo y en sus alas, pero no creo yo que los pintores consideren que lo que hacen es "entretener"-. No hace falta que me restriegues que puedes volar y yo no. La verdad es que siempre me ha dado envidia esa habilidad vuestra-. Yo tengo sangre piscis y ni siquiera creo aguantar bajo el agua lo que una persona estándar.

Continúo con mi alimentación. Estoy empezando a estar llena. Quizás me he cogido un bocadillo demasiado grande para estas horas. Voy a tener que reposarlo un poco antes de bajarlo, porque como me ponga a correr ahora lo echo fuera.

-Bueno, espero poder estar ahí para ver esa noche de...-. ¿Correrías? ¿Quién habla así?- correrías. Tiene que ser interesante salir contigo.

Interesante como mínimo.

Sonríes, consciente de que tienes toda su atención.

─Sé cantar ─concedes─, pero mi especialidad es el circo. Oh, pero no debes envidiarme. Cada persona es única y tiene su propio potencial. No dudo que seas capaz de suplir tu falta de alas de alguna otra forma.

Te sabes especial, te sabes fascinante, te sabes hermosa. Pero también sabes apreciar lo que te rodea y a quienes te rodean. Estás dispuesta a tomar el papel principal todas las veces que la situación lo requiera, y sabes que es algo que sucede muy a menudo, pero si absolutamente todo dependiera de ti, nada tendría sentido.

Asientes.

─Habrá ocasión. Por desgracia, ahora debo retirarme. La noche se cierne sobre el palacio y me debo a mi descanso.

Te despides con una encantadora y elegante reverencia antes de abandonar el lugar, llevándote contigo esa luz especial que te rodea.

*Se va*

Bueo, a ver, lo de envidia es una forma de hablar. Me gustaría volar, pero también poder lamerme el codo. Y ver en la oscuridad está bien para atacar por la espalda a casi cualquiera. Y soy buena con la espada y con las piernas.

-Claro, siempre me las arreglo al final para hacer lo que me da la gana -zanjo, tranquila. Retales ya sin alas hace unas cosas que es como si volase, de hecho-. El día que necesite volar, buscaré la forma.

Enseguida indica que se tiene que marchar. Como si no lo llevase diciendo diez minutos ya.

-Que sí, que sí. Que hoy te rajas. Ya he aceptado que no hay nada que pueda hacer. Venga, descansa y esas mierdas -me despido, dando un último mordisco al bocacillo.

El resto lo envuelvo. No sé si para luego o para echárselo a las carpas de la fuente. Al final opto por esto segundo. Los peces, voraces, se comen todo lo que tiro. Menos mal que no les he echado el envoltorio. Me río mientras las veo luchar por un trozo especialmente grande de albóndiga. Una vez he hecho una buena acción, dándoles la cena, entro dentro a ver qué hago ahora.

*se va*