Lago

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Alcé las cejas, sintiéndome algo preocupado. ¿Ni me había visto? Bueno, quizás iba atenta a otras cosas, claro.
Me apresuré a negar a sus palabras.

-No, tranquila. Solo era algo de ejercicio. Nada serio-. ¿Solo de paso? Pero...-. Bueno...-. Me rasqué la mejilla con cierto agobio, aunque esbozando una sonrisa-. Claro.

A fin de cuentas, estar en el mismo lugar no implicaba que tuviésemos que estar juntos. Ella podía hacer lo que quisiese y yo... también. Lo que fuese necesario.

La seguí con la mirada en lo que se levantaba, comenzando de nuevo con algunos movimientos menos convencidos. Saltó al agua y aquello pareció mucho más apetecible que lo que yo hacía.

-¿Qué tal está? -inquiricé cuando salió a la superficie.

Telma parecía tremendamente satisfecha, eso desde luego.

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Viendo que Telma pretende seguir burlándose, trato de alcanzarla como puedo, aunque es evidentemente mejor nadadora que yo. Acabo por volverme hacia Rick, con una sonrisa algo tirante. ¿Más o menos?

-Fantástica, sobre todo si te gusta al estilo de Ciudad Nevada -respondo con una mueca-. Creo que como no me mueva un poco me voy al fondo. ¿Por qué no me pasas el amuleto que me regalaste? Está en el bolsillo del pantalón.

Y con él será mucho más cómodo nadar. Me vuelvo hacia Telma, dispuesta, una vez más, a perseguirla. Ella se dedica a nadar en círculos en torno a mí, aunque manteniéndose siempre fuera de mi alcance.

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¿Tan fría estaba?
Bueno, era cierto que a Lea concretamente el frío no le gustaba demasiado. Desde luego, era la primera vez que la veía lanzarse al agua de aquella forma. La recordaba una vez en el río, conmigo y con Telma, pero ella no se había bañado.

Tras un asentimiento y una sonrisa fui a por su ropa, a buscar aquello que me pedía. Aproveché para deshacerme de los pantalones también, y dejarlos. No iba a lanzar aquello que tanto me había costado conseguir como si fuese basura.
Ya que estaba, no pasaría nada si la acompañaba. Podía nadar lejos...

Entré en el agua desde la orilla, caminando. Nunca había estado en Ciudad Nevada, pero no tenía que preguntar a Massen para saber que Lea exageraba.

-Pues está buena -comenté, echando a nadar hacia ella para ofrecerle el amuleto-. No es la de las termas, pero...

Refrescante y purificadora. Al menos me libraba del digno sudor del entrenamiento.

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En el momento en que se pone a mi alcance, dejo de perseguir a Telma para dar un par de brazadas y pegarme a él, buscando calor. No tardo en quitarle el amuleto de las manos y frotarlo, y en seguida empiezo a sentir cómo el frío del agua deja de ser importante. No lo he pensado hasta ahora, pero parece que no importa si se moja. Mejor, la verdad. No puedo negar que es de lo más útil.

-Gracias -le digo, antes de darle un casto beso en los labios y soltarme de él para nadar. Suspiro, cerrando los ojos mientras me dejo flotar en el agua-. Vale, ahora sí, está buena.

Le dedico una mirada divertida antes de echar a nadar de nuevo hacia Telma. Aunque no creo que ahora se deje pillar mejor. Quizás lo que tengo que hacer es ignorarla y centrarme en Rick. Con lo celosa que es, seguro que así me hacía caso.

FdR- Pausa

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Cuando se pegó a mí esbocé una sonrisa, llegando a pasarle una mano por la cintura sin demasiada fuerza, buscando ayudarla un poco a sostenerla, dar calor y, cómo no, ampliar un momento el contacto. Aunque la cosa duró poco, porque en cuanto ella tomó el amuleto y lo frotó mi calor ya no estaba muy a la altura.

-Casi prefería darte yo el calor –comenté con una sonrisa.

Correspondí brevemente al beso, pero pronto la veía alejarse a nado. Parecía de buen humor, aunque estaba más pendiente de Telma que de mí. Por otro lado, teníamos vidas separadas. No era necesario que por haberla encontrado…
En lo que Telma se sentía honrada por la atención, aunque no lo demostrase mucho, yo terminé por ponerme boca arriba en el agua, dar un par de brazadas, y cerrar los ojos. Permanecí así algunos segundos.

-Esto en verano es magnífico –comenté, alzando la voz, con los ojos cerrados todavía.

Los rayos de sol de la primavera allí eran bastante pobres.

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Le dedico una mueca burlona, al tiempo que me alejo nadando.

-Como si no te diera oportunidades. Tampoco está mal hacer de vez en cuando ejercicio de otra forma. Hay tiempo para todo, y no quiero que Telmita se ponga celosa. ¡Telma, ya vale, ya sé que nadas mejor que yo! - En seguida estoy de nuevo persiguiéndola, pero es como si en el agua se intercambiasen nuestras velocidades. Y encima, ella se lo toma como un juego, lo que deja mis capacidades natatorias mucho más en evidencia.

Acabo, efectivamente, por acercarme a Rick de nuevo. Él no me opone tanta resistencia, y yo no nado tan bien como para no cansarme. Apoyo las manos sobre los abdominales, sin hacer fuerza, mirándolo con curiosidad.

-Si no te hundieses, esto sería un buen asiento. Quizás un poco duro, pero... -comento, antes de mirar al cielo. Ahora no tengo frío, pero este tiempo no me acaba de convencer-. En verano vendré a tomar el sol. Si es que el sol sale de verdad algún día. Echo de menos un verano de los de verdad, de mendigar por un vaso de agua.

Dedico una mirada de reojo a Telma, a ver si decide que le compensa dejarse atender.

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Correspondí a la mueca con una propia, de desencanto. Escuchar algo como aquello me partía el alma en dos.

-¿Ya te has saciado? Supongo que todo cansa... -comenté, dejando caer la vista un momento.

No tardé en sonreír, sin embargo. ¡No todo cansaba! Yo, al menos, no me había cansado en absoluto. Comprendía sus palabras, por otra parte. No tenía nada que ver.
La seguí con la mirada en lo que nadaba tras Telma, que por seria que se mantuviese debía de encontrar aquello tremendamente divertido.

-Vaya energía tienes hoy -comenté, sonriendo de lado.

Aunque estaba con Telma volvió junto a mí al cabo de un rato. Tensé el vientre al sentir su mano para mostrar mi potencial, aunque, de hecho, si era demasiado duro quizás no debía...

-¿Segura? Yo creo que podría conseguir no hundirme. ¿Probamos? -ofrecí, con una sonrisa divertida. También miré al cielo cuando habló, sin perder el gesto risueño-. Yo a tanto no llegué, pero te entiendo. El sol de aquí es muy débil. Ha habido veranos buenos, pero si quieres el calor de Ignis lo mejor será ir de visita.

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Lo miro un momento, preguntándome si me está siguiendo el juego o se lo toma todo al pie de la letra. A veces me preocupa no tener claras cosas como esta, porque Rick tiende demasiado a tomarlo todo en serio y a mí me aburre pararme a deshacer cada malentendido. Al final, me encojo de hombros.

-No diría saciado... Lo cual no significa que pretenda dedicar cada día completo a ello. Yo creo que tampoco te tengo a régimen -apunto, convencida.

Roto los ojos a su comentario, dejando escapar un suspiro. Tampoco es para tanto. ¿Prefiere que sea un muermo? Mithos, no puede una tener un buen día...

-Estaba preparándome para enfrentarme a un ciclón. Se llama Vilo, no sé si te suena. El caso es que no he dado con él. Normalmente acaba por salirme al encuentro, pero hoy no ha dado señales. No lo habrás visto, por casualidad...

Le dedico una mirada fija. Después, miro un momento los músculos que se dibujan bajo la piel, antes de mirarlo de nuevo, con la misma expresión concentrada.

-Te hundirías -decido finalmente. Niego a su propuesta-. No quiero que cierta persona se entere de por dónde me muevo. Volver a Ignis sería ponérselo fácil. A estas alturas, habrá tenido tiempo de prepararme todos los castigos posibles. Cuando me despedí de ella le dejé un pequeño recuerdo que dudo que haya olvidado.

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Negué un par de veces, dejando ir un resoplido divertido. Desde luego, no podía llevarle la contraria. No tenía queja alguna, o no la había tenido en ningún momento. Y no iba a tenerla en aquel momento. Desde luego, por enérgica que pareciese, no parecía nada interesada en aquel tipo de contacto.
La respuesta llegó pronto. Alcé las cejas, extrañado.

-Pues... No, no. El bosque es muy grande. Quizás haya frecuentado una zona diferente hoy. ¿Has buscado muy a fondo? -inquiricé.

Rechazó la oferta de usar mi cuerpo como balsa y nos quedamos sin saber si hubiese servido. Recuperé entonces la posición normal para escuchar su siguiente comentario. Su hermana, era cierto. Io. Io Lea Seimz.
Io.

-¿Un recuerdo? -pregunté.

Sabía algo de su hermana. Poco, pero algo. Pero nada relacionado con recuerdos, desde luego. Era un tema sobre el que era difícil preguntar.

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Niego. Ya estaba preparada para esa respuesta, en realidad. Acabo por quitarle importancia con un gesto.

-Ya aparecerá. En realidad, no he hecho más que darme un paseo. Me extraña porque normalmente me localiza y me sale al encuentro, pero estará ocupado con sus cosas. Ya quiere independizarse del todo, por lo que parece -respondo, completamente tranquila.

Su pregunta llega a conseguir arrancarme una sonrisa. Sé que es un gesto que tiene algo de malicioso, aunque no se refiere más que a una pequeña travesura. De todas formas, y aunque no haya podido ver el resultado, no cambiaría lo que hice.

-Bueno, estaba muy enfadada con ella, y mis motivos tenía. La noche que me fui, dejé todo preparado y pasé por su habitación antes de marcharme. Mientras dormía, le corté el pelo para que no se me pareciera tanto. Puede parecer una tontería, pero la conozco lo suficiente para saber cómo le sentó el detalle. En fin, se lo merecía.

Yo, en cambio, no me he vuelto a atrever a cortarme el pelo desde entonces. Y estando ya tan largo, es un incordio.

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Telma terminó por mugir, viendo que hablábamos tanto. Parecía querer también su ración de atención. Aunque, por supuesto, ella no vendría a buscarla sin más. Era una dama de lo más acomodada.

-Qué mayor se hace -comenté, y estuve a punto de decir algo más, como que esperaba que no se fuese tanto como para olvidarnos a nosotros, pero me pareció que en aquel momento no hubiese sido un comentario muy acertado-. Todo un hombretón.

En cuanto a la historia sobre su hermana... Al principio no sabía qué esperarme, y la escuché con atención. Cuando llegó entonces a la parte intensa, cuando tuve al final la información que desvelaba su maldad, no pude evitar reír con suavidad, negando algunas veces.

-¡¿Una tontería?! Oh, Mithos. He visto a mujeres querer más a sus cabelleras que a sus maridos, si me apuras. Puedo imaginar su gesto, y estoy seguro de que no fue ninguna tontería a sus ojos-. No podía evitar tratar de imaginarme a una Lea con el pelo más corto. Me gustaba mucho su pelo tan largo y liso, pero no me había planteado lo contrario-. Bueno, es algo a tener en cuenta por mi me la llego a cruzar alguna vez -comenté, divertido. No. Mal. Debía arreglarlo-. Aunque te reconocería en cualquier parte -añadí, muy seguro.

Lo haría. Lea era inconfundible. En un cuarto lleno de cien Leas diferentes pero iguales sabría dar con la correcta. Ella no sería de las que hablaban con una gran sonrisa y te engatusaban seduciéndote para que las eligieses. Ella era más del tipo de la que se quedaba callada esperando a que cumplieses con esa promesa de que la reconocerías en cualquier sitio, sin decir nada, muy seria...

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Le dedico a Telma una sonrisa y una mirada burlona.

-Ah, ahora sí, ¿no, Telmita? Seguro que si tuviera una manzana hacías más amago de venir. Pues hasta que no esté segura de que me vas a dejar acercarme, no cuentes conmigo -declaro, firme. La consiento demasiado. En cuanto a Vilo, me encojo otra vez de hombros-. Creo que podría decir que se ha asentado en el bosque. Supongo que va siendo hora de devolver la habitación. Creo que ya hemos alargado mucho todo esto, ¿no? No me apetece tener problemas con las altas esferas.

Pongo los ojos en blanco. La estúpida Io y su estúpido pelo. Habría hecho bien en atárselo al cuello.

-En su caso, la ofensa es más que me empeñe en distinguirme de ella que el pelo en sí mismo, me parece. Con lo que le encanta hacerse pasar por mí... Es como si no tuviera vida propia -explico, sin poder evitar cierta molestia en la voz. Enarco una ceja, dudando de su seguridad-. Sí, eso dicen todos. Me distinguirás hasta que me pille de por banda y me haga lo mismo que yo le hice. Mejor estás sin conocerla. Así no hay que poner a prueba tus capacidades para distinguirnos.

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Telma, ante palabras tan duras, y tras un momento de duda, terminó por acercarse a regañadientes, dispuesta a formar un poco parte de todo aquello. Yo, por mi parte, aunque sonreía, acababa de dar con palabras que me congelaron un momento. Sin embargo, no tuve otra opción que asentir a aquello, moviéndome un poco en el agua. Porque era lo lógico. Siempre había sido así.

-Supongo que sí... Si Vilo pasa la mayor parte de tiempo en el bosque-. Me llevé una mano al cuello, tapando la marca. Lo de Gerald no era siquiera una excusa, ya. Estaba solucionado también-. Me va a costar un poco -reconocí, mirándola con una sonrisa-. Pero sí, es lo justo. Yo he abusado demasiado.

Primer Lyo y luego, con lo de Gerald y Vilo... Pero los problemas con Gerald habían menguado hacía tiempo, y por mucho que me gustase dormir con Lea lo cierto era una habitación privada era un lujo del que pocos disfrutaban. Estaba siendo injusto con el resto de los guerreros.

No comprendía lo de su hermana. Entendía que los gemelos encontrasen gracioso el camuflarse, el fingir ser el otro. Pero cuando aquello iba más allá, cuando una de las partes no quería, ¿qué gracia tenía? Quizás los hermanos tenían aquello que los llamaba a fastidiarse algunas veces. Nadia se metía conmigo en contadas ocasiones cuando estaba en casa. Pero llegado el punto de la molestia la gente solía parar.

-Bueno... Eres más que un cuerpo -me limité a decir, algo más serio.

No dije que sí sentía cierta curiosidad por conocer a aquella hermana suya porque imaginaba que no le sentaría muy bien. No era un tema que le gustase. Y la curiosidad no debía causar problemas. Porque no era más que curiosidad.
Y quizás ella tuviese razón, y fuesen tan idénticas que no hubiese nadie que las diferenciase si estuviesen la una junto a la otra. Pero yo no podía evitar pensar que yo había conocido lo suficiente de Lea como para, al menos, esperar que algo me indicase cuál era ella.

-En todo caso, no siento la tentación de demostrarlo -aseguré, recuperando una sonrisa suave.

Sí tenía curiosidad por aquella otra Lea, por Io Lea. Pero tenía mucho más por Lea, a secas. Tanta como para ignorar a las demás, por mucho que se le pareciesen o quisiesen parecérsele.

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Triunfal, me vuelvo hacia Telmita cuando se acerca, buscando darle las caricias que hasta ahora me ha rechazado. Pero será boba... No pierdo de vista a Rick, pero no acepto sus réplicas, por débiles que sean. Las cosas son como son, y eso es todo.

-Es lo mejor -insisto, tratando de cerrar el tema.

Sonrío, entretenida. Así que ahora empiezan los comentarios nobles. De él ya me los conozco bien, desde luego. No sé si decir que lo tengo bien educado o que se ha ocupado de educarse él solo.

-Sí, y tengo una hermana muy lista que me interpreta a la perfección. O eso dicen, nunca he tenido ocasión de verlo -respondo-. Espero que el tiempo que hemos estado lejos me haya dado algo que ella no conozca de mí.

Su conclusión al tema me parece la ideal. Asiento, conforme, buscando acercarme a Telma. Los animales tienden a reconocer mejor que las personas. Eso es algo que a ella nunca le ha gustado.

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Era lo mejor.
Dicho de aquella forma sonaba incluso un poco duro. Incluso un poco...

-Es lo correcto -zanjé, o quizás incluso llegué a corregir.

Nadé un poco. Estar en el sitio era más difícil, más cansado, pero moverme, aunque no fuese demasiado, me ayudó a acomodar algunos músculos que comenzaban a tirar.
Suponía que por dejar la habitación no se iba a estropear todo lo demás... Porque todo había comenzado con aquel cuarto. No había dormido lejos de ella en meses más que al estar de misión. La idea no era agradable, pero era algo que sabía desde el principio. Pero dormir lejos no implicaba que lo demás empeorase.
Creía que éramos algo más fuertes que aquello.

Lea siempre había demostrado tener una gran capacidad de actuación. Cuando la conocí se mostraba algo distante, pero el día que me declaré y su expresión cambió... Desde que dejó de ser la que era cuando la conocí no volvió a serlo.
¿También era así su hermana? ¿Era capaz de ser Lea?
Quizás sonase estúpido, pero era imposible, algo como aquello. Me sentía indignado de pensar que una tal Io fuese a poder engañarme así como así. ¡Demonios! Solo conocía su nombre y, por casualidad, su rostro. Aquello no le daba derecho a pretender ser quien no era.

-¡Estoy seguro! Te has hecho muy fuerte. Eres más segura que cuando llegaste. No podría decirte en cuántas cosas más has cambiado, porque no te conocía muy bien-. Aprovechando que me movía un poco, terminé por ir también hacia Telma para darle un par de caricias-. Así que me gusta pensar que conozco más a la Lea de ahora que cualquier otro. Aunque supongo que eso es un deseo algo optimista -añadí, con una sonrisa.

Con un mugido, Telma me lamió la cara. A ella sí la conocía bien.

-Gracias, Tel, tenía la cara muy seca.

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Lo miro de reojo, poco convencida.

-Pero cómo te gusta echar flores -termino por decir, poniendo un momento los ojos en blanco-. Bueno, yo no diría que me conoces mejor que nadie, pero me asustaría un poco si fuera así. Quizás sí me conoces lo suficiente como para distinguirme de ella, pese a todo. ¿Sabes? Creo que no es un problema de distinguir, sino de querer distinguir. Io sabe venderse bien, por lo visto.

Abrazo el cuello de Telma y trato de subir sobre ella. Lo hago despacio, asegurándome de que no me rechaza.

-¿Tú aguantas mi peso, preciosa? -pregunto, divertida-. Seguro que por el agua me llevarías lejos.

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¿Echar flores? ¿A mí me gustaba echar flores?
Desde luego, aquello era verdad.

-Bueno, es que no se me quita la costumbre -comenté, burlándome de mí mismo. Pero no era mentira, claro-. ¡Pues en ese caso es lo que yo digo! ¿Que sabe venderse bien? Pues yo no me dejo engañar, porque a mí no tiene nada que ofrecerme, porque yo lo que quiero es a...-. Me froté un momento la mejilla, apartando la mirada un instante-. Bueno, la cuestión es que da igual. No busco conocerla.

Me eché un poco a un lado cuando Lea pasó a tomar posesión de Telma, para no atosigar a la bismonte. Contemple divertido cómo parecía algo desconfiada al principio, pero acababa por aceptarla sobre su lomo.

-Te llevaría hasta la orilla en un momento. Está bien por si quieres ir al islote -comento, haciendo una seña hacia el lugar, entretenido-. Desde luego, jamás había visto caballero más imponente sobre su corcel.

Aunque estaba seguro de que hubiese podido también.

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Enarco una ceja, ladeando la cabeza con curiosidad. Qué recato más repentino.

-¿Y esa timidez de dónde ha salido? -pregunto, con la mirada fija.

Por lo visto, Telma acaba por decidir que no soy una molestia. Si es que en el fondo es un cielo. Le doy un beso en el centro de la cabeza. La verdad, suena divertido, pero no quiero utilizarla como si fuera un objeto.

-Bueno, puede llevarme adonde quiera -declaro, firme, con cierto tono de cariño-. Aunque no creo que intimidemos tanto. Una jinete medio desnuda y empapada sobre una montura que decide por su cuenta. No suena demasiado terrorífico. Quizás si la montura se pone de mal humor, pero...

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Llegué a notar cierto rubor ante aquella pregunta. Había sido mala idea interrumpir la frase, desde luego. No había sido algo dile... deleb... hecho a propósito. Simplemente...

-Bueno, se entendió -comenté, esbozando una sonrisa, con cierto apuro-. No siempre resulta fácil decir las cosas en voz alta-. ¿Por qué decía aquello? Decidí callarme.

Simplemente...

Una jinete medio desnuda y empapada sobre una montura que decidía por su cuenta. No pude evitar una risa y enarcar una ceja, ladeando un poco la cabeza para mirarlas de nuevo, como buscándoles un significado diferente.

-A mí lo de la jinete medio desnuca no me suena mal -comenté, y a un breve mugido de Telma añadí-: Y me encantan las chicas independientes, eh Tel-. Volví a mirar a Lea-. Yo me lo pensaría dos veces.

Desde luego, ¿quién no? Aquella imagen era tan extraña que todos se lo pensarían, de una forma u otra.

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Aunque no acaba de gustarme su reacción, decido no insistir en el tema. Ambos sabemos perfectamente cuál es la situación, tanto directamente como en lo que a expresarla se refiere. No pienso repetir siempre lo mismo, así que asineto y acepto lo que dice.

Esbozo una mueca, poco convencida.

-Si no te suena mal es que no te impone lo suficiente -decido, firme-. Aunque Telmita es una fiera en el agua. Solo que creo que no me necesita para serlo, ¿verdad, guapa?

Al final, acabo de volver al agua, dejándola tranquila. No quiero atosigarla solo por jugar. Vuelvo la mirada a la orilla, pensativa.

-Creo que debería seguir buscando a Vilo. No es que pase nada porque esté por su cuenta, pero prefiero estar segura de que todo va bien.

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Desde luego, Lea me imponía mucho. Me imponían aquellas miradas severas suyas, cuando las ponía, o algún comentario cortante si lo hacía. En general, resultaba bastante imponente. Pero cuando se trataba de combate, aunque sabía que era fuerte y muy capaz, siempre tendía a imponerme algo menos.
Había conseguido aprender a ver su fuerza, su independencia. Pero verla semidesnuda sobre Telma me daba más ganas de verla desnuda que de derrotarla, desde luego. ¡Aunque si lo que quería hubiese sido luchar también hubiese estado de acuerdo!

Pero lo que quería era buscar a Vilo.
Le dediqué una sonrisa y asentí.

-Vamos fuera. Te ayudo. Podemos separarnos y mirar por zonas distintas-. Separarnos, dejar el cuarto... ¡Un gran día! Aunque había disfrutado de un baño con ella, que no estaba mal-. Telma buscará también. Que ya sabes que a ella le hace caso.

No tardamos en ir hacia la orilla, ambos. Aún quedaba día por delante para buscar a Vilo, entrenar un poco más y, quizás, ir recogiendo la ropa de los cajones.

*se van*

Edad : 34 Mensajes : 1331

FdR: El resacón tenía que llegar aunque fuese un poco desfasado.

Me despierto, pero todavía tardo un poco en abrir los ojos. La temperatura es buena, algo fresca, algo más fría en el lado derecho... Noto como el agua me acaricia la cara y aprieto los ojos. Luego trato de abrirlos, pero me cuesta horrores. Creo que está ameneciendo, pero la luz se me hace ya incómoda. Me siento como si me hubiesen pegado una paliza...

Palpo con la mano y siento tierra mojada. De hecho el frío viene porque tengo medio cuerpo metido en agua. De hecho creo que no estoy del todo horizontal. Cuando consigo abrir los ojos con ceño fruncido veo que estoy en una orilla. Espero que sea la del lago.

Frunzo más el ceño al oler algo cargadísimo. Creo que soy yo que huelo amargo. Tengo el brazo izquierdo lleno de tierra y hierba pegada.

Cuando consigo incorporarme me mareo un poco, pero pronto está bien. Lo primero que hago es volver a bajar la cabeza para beber el agua del lago porque me acaba de entrar una sed horrible. Creo que voy a bebérmelo entero.

Me froto la cara con el agua en cuanto acabo. Ahora sí puedo seguir con el hilo de pensamientos. Me miro y estoy sin camisa y sin una de las botas, con los pantalones a medio bajar. Miro alrededor. Mira que si me he tirado a alguien y no me acuerdo... Odio cuando pasa eso porque no te acuerdas de la mejor parte.

En cuanto me doy cuenta veo a Frikka tirada cerca, en bragas, y me quedo un momento mirándola. Luego me miro dentro de los calzoncillos como si eso fuera a darme una idea exacta de los sucesos, pero en fin. Me lavo un poco las manos en el lago y me vuelvo a mojar la cara con agua, apartándome ahora el pelo.

Cuando me pongo en pie me noto enormemente cansado y no tardo en darme cuenta de que tengo una pecera en la bota que llevo puesta. Quejicoso, me la arraco y vacío el agua. Me quito el calcetín y me quedo descalzo.

Pongo las manos en jarra y masco un par de veces, mirando alrededor. La verdad es que quiero seguir durmiendo, joder. Me froto la cara y vuelvo a mirar a Frikka. Espera, Cierzo tambiéne estaba ayer, pero por mucho que miro no lo encuentro.

Miro un momento el lago, con cierta agonía. No, Gerald, piensa, Cierzo es demasiado amargado e hidrófobo incluso estando como estaba y seguro que habría rastro de su ropa... Seguro que se ha despertado y se ha ido, o se habrá marchado cuando nos vinimos, o ni siquiera nos acompañó...

Debería despertar a Frikka. Me acerco y le doy con el pie en un hombro, con cuidado a ver si se despierta, pero no reacciona mucho. Con la cabeza metida en la hierba a ver si se ha ido a ahogar...

Me pongo en cuclillas a su lado y le doy la vuelta, comprobado que respira. Luego me la quedo mirando un momento, desnuda como está. La verdad es que utilizaría sus tetas como almohada para seguir durmiendo, pero como me vuelva a tumbar en el suelo voy a partirme la espalda. Creo que me lelva doliendo al cabeza todo este rato...

Mientras todavía no se despierta aprovecho para mirárselas un rato. Tampoco es que sea tan plana como para quejarse, las he visto peores intentando llevar corsé.
Acabo por estirar la mano para tocarle una, tiene pinta de blandita y turgente. Es bastante relajante...

Edad : 27 Mensajes : 1436

Estoy en una nube. Pero es una nube muy densa. Todo huele a tierra mojada. Quizás me he muerto y me han enterrado. No sé dónde estoy, pero todo es oscuro. Y mira que yo veo bien en la oscuridad.
Hace algo de frío.

[...]

Algo me mueve. Pero sigo dormida. Lo sé porque la cabeza no me furrula. Es como si...
No sé. La cabeza... La tengo como un ladrillo. Y la garganta seca. Y... Joder...

Entreabro los ojos. Veo una figura. Me estaba despertando. Anda, es Gerald. Sí, es Gerald. Porque hemos dormido juntos...
¿Juntos? Miro a un lado, por el rabillo del ojo. Si esto es... la calle. La tierra... ¿Qué hago aquí...?
Vuelvo a mirarlo. ¿Y él?
¿Qué está haciendo?
¿Por qué hace tanto frío?
Siento su mano contra mi piel. Qué bien un poco de cal...

...

¿Y mi ropa?

Abro mucho los ojos, de pronto, dejando ir un gritito. Supongo que es mi cuerpo que siente el peligro y se pone gilipollas. Enseguida me tapo con los brazos. ¿Qué hace? ¿Qué mira? ¡¿Qué toca?!
¿Qué hago desnuda? ¡¿Qué he hecho?!
No, no me duele lo que vendría siendo el coño. Así que sigo de una pieza.

-¿Qué me has hecho mientras dormía? -inquiero, algo temerosa, desconfiada, con agobio.

Y para colmo a mí, que no tengo nada que ver. Supongo que eso indica que no se me ha restregado tampoco, entonces.
Qué vergüenza, joder. Yo que me preservaba privada de sus miradas. Y ahora... ¡Y AHORA ME HA VISTO! Puedo leer su mente... Puedo leer sus pensamientos, esa risa, esas burlas...
No, por favor. Qué horror. Socorro... No sé qué es peor de todo, que lo haya visto, que no sé qué ha hecho, su perversión o no recordar nada o...

Aún sigo algo aturdida.

Edad : 34 Mensajes : 1331

De buenas a primeras da un bote y un grito y del sustome me caigo hacia atrás, de culo. El cerebro me choca contra todas partes en la cabeza y aprieto el ceño otra vez, llevándome una mano a la cabeza.

—Chsss chsss, tranquila... Estabas ahí tirada comiendo hierba, podrías ser un poco más agradecida —Le comendo, acomodándomen sentado, con las piernas abiertas y las rodillas a medio flexionar. Apoyo las manos en ellas y suspiro, notando como algo de polvillo se mueve a mi alrededor. Qué asco.

—¿Tienes frío? No sé dónde nos dejamos las cosas... —Comento, mirando alrededor. Levanto la izquierda con la que la estaba tocando y hago amago de imitar el gesto como si siguiese notando el tacto.

—Oye, pues eres una quejica porque no eres tan... —Me detengo cuando se me cuelan un par de esporas muy peludas y grandes entre los dedos. Estos son los árboles de finales de primavera y está semana empezó en... —¿Qué día es hoy? —Pregunto, mirando con asombro alrededor.

Edad : 27 Mensajes : 1436

Eso explica por qué me sabe la boca a hierba. Es un paso. Vamos sabiendo qué pasa. Está bien. Pero todavía tengo algunas preguntas. ¡Muchas preguntas!

-Un poco -respondo, a lo del frío. Tengo los pezones como... Si ya lo habrá visto, claro. Esto es horrible. Es horrible-. ¿Tan qué?-. ¿Tan adulta? Ya lo sé, gracias.

¿Qué día es? Pienso un momento, pero me duele la cabeza. Me froto el ceño, con la mano. Ni siquiera sé si puedo estar embarazada. ¿Cómo voy a saber qué día es?

-Bueno, si todo está en orden, ayer fue doce. Pero no sé... Porque tengo un lío en la cabeza-. Me aprieto las tetas con los brazos, como asentándolas, como si así fuese a taparlas mejor-. Podría haber pasado una semana y no te lo niego si me lo aseguras.

Y entonces, aunque hubiese follado, no me dolería. ¿Es fiable, entonces? Joder...

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