Sala común

Sobre la mesa de nogal oscura y tranquila, descansaba una carta perfectamente doblada. Un cuadrado perfecto de papel de bordes dorados y tenue brillo mágico. Una pequeña flor de loto color rosada en la base inferior derecha adornaba el blanco papel, como si un ciruelo hubiese florecido en Enero.

La líder Flamma y el líder Parvus entraron en la Sala Común, charlando (ahora animadamente) aunque no hace mucho ambos estuvieron tratando el tema de Errald con calma. Flavia volvió a enseñarle el bote de cristal al pequeño líder en el que a través de su vidrio se podía contemplar un denso humo azulado con brillantes puntos areniscos flotando en ese mar azul. La descompresión de Errald estaba perfectamente realizada y la líder tranquilizó al parvus por activa y por pasiva dándole, incluso, un fuerte beso en la cocorota. cuando este lo comprendió. Flavia accedió a contarle como funcionaba el Descondensador. Un artilugio hartamente interesante. Flavia explicó a Nagorr que solamente había tenido que recurrir a su uso en una ocasión en el pasado, pues no era de agrado cargar con gente convertida en humo líquido debajo del brazo constantemente.

La líder advirtió la carta y, alzando las cejas, se sentó con la respiración agitada en una de las sillas que rodeaban la mesa, echándose una mano al pecho y dando un gran suspiro para luego quejarse de lo mucho que le costaba ya subir escaleras.
Preguntó a quién pertenecería pero el pequeño líder no tenía la respuesta. Al no tener remitente ni remite, ambos llegaron a la conclusión de que lo mejor sería abrirla y, como adultos responsables, entregarla a su destinatario.

Flavia donó el honor al líder parvus que, después de inspeccionarla y olerla, rompió el sobre con sus rechonchos dedos dando lugar al contenido, el cual leyó en alto para que su compañera fuera partícipe de tal hallazgo.

Citación :

"Muy buenas tardes, señores míos. Harta lucha mantenemos desde hace años. Nuestro objetivo es tan noble como el vuestro. Sin embargo, a nosotros nos tachan de asesinos. Es nuestro objetivo devolver el poder a este planeta mediante la resurrección de Dios. Pronto, nuestro objetivo alcanzará el cénit de los acontecimientos históricos acaecidos a lo largo de los preciosos hechos que salpican y forman el planeta que compartimos. ¿Por qué se oponen a nuestro cometido? El Resurgir está cada día más próximo. El poder rezar y adorar a la Energía convertida en Materia. Un Dios físico, que otorgará al mundo deseos, paz y bendición. Lucháis contra lo invencible. Lucháis contra un designio divino al que no podéis hacer frente y, sobre todo, menospreciar. Hemos sido -tanto vosotros como nosotros- realmente comprensivos y respetuosos unos con los otros (dentro de lo que se puede esperar de un enfrentamiento), lo que demuestra que el fin de ambas partes no es la lucha por la lucha. No es demostrar quien manda. Quién es el más fuerte. Entonces, ¿por qué luchamos? Como uno de los portavoces del creador del Mundo, del que empapa la superficie del Mundo con su magia y nos permite a todos conjurar, yo os convoco y reclamo dentro de tres días bajo las cinco sombras de Los Cinco Pilares en el Desierto de Ulunqür. No es nuestro objetivo desmembraros y que las aves den con vosotros un festín. Simplemente necesitamos que nos entreguen lo que es nuestro: el infante Masslow que actualmente goza de vuestro manto protector y que en el pasado fue hurtado de nuestros aposentos. Un acto sin duda deleznable, el separar a un niño de su madre biológica mintiéndole sobre su origen y familia. Es pues, lo único que se pide en esta misiva que, por otra parte, omitiré el cómo ha llegado hasta este lugar por razones puramente protectoras hacia nuestra organización. No son los únicos que forman ejércitos, señores así que, si no quieren que sangre inocente de más personas y niños inocentes sigan vertiéndose sin motivo, nuestra petición ha quedado clara en estas lineas. Está, pues, el destino decidido en vuestras manos.


Tres días tienen para meditar la oferta y presentarse en el lugar. Paz o guerra: es una decisión que vuestros hombros deben cargar."

Nada más.
Flavia tenía la mirada fija, sentada, clavando las uñas en una de las sillas, temblando y la cara pálida. Susurró el nombre de Vatra y esta apareció de golpe y la atendió, ofreciéndole un hechizo sanador y tranquilizador pues los nervios de la anciana pendían de un hilo. Nagorr participó también en su cuidado.

Entre los tres y después de este sobresalto, se encargaron de reunir al resto de eminencias en palacio para emitir su voto sobre qué hacer: entregar al niño o luchar por él y por Brontë.

*Fin de escena*


FDR: Agradecería que, de forma individual, cada líder enviase un MP privado a la cuenta de Silvanus con su voto (la cuenta de silvanus es la elegida debido a que no es una cuenta pública como general, en la cual los votos quedarían descubiertos). Una vez hecho esto, se posteará la segunda parte de la intro de la misión y se abrirán los plazos de inscripción.
FDR2: Como siempre, este post no es definitivo (y menos al implicar a pjs ajenos a quien lo ha escrito. El post estará en un período de cambios editables durante un tiempo por si alguien no está de acuerdo con lo que en el se dice o se niega en rotundo a realizar algo de lo que anteriormente se expone. Somos muchos y siempre intentamos buscar el consenso de todos. Un saludo, staff.

Me encuentro mirando el fuego sin una expresión específica. Diría que la palabra podría llegar a ser incluso abstraída, pero no parece siquiera que mire el fuego. Más bien, pienso.

Por los pasillos se escuchan diferentes historias de lo que sucedió hace dos noches. Todos concuerdan en que nadie murió, en que nadie resultó extremadamente herido, aunque unos se muestran más preocupados que otros. Yo, en lo personal, también estoy preocupada, aunque esta vez los motivos puede que no sean el ataque en sí.

No me he referido a mucha gente desde entonces. Mayoritariamente al servicio, para preguntar, pero a ningún guerrero.

Alzo las cejas, volviéndome parcialmente para verlo en el umbral de la puerta. Lo conocí hace tiempo.
Asiento suavemente a lo que pregunta, componiendo una sonrisa suave y volviéndome por completo hacia él, que entra y toma asiento.

-Claro. Buenas tardes-. Observo cómo saca una navaja, ausentándome de nuevo apenas un segundo-. Ah, era Kyoti, ¿no? -inquiero de pronto, volviendo en mí-. ¿Cómo te encuentras? Supongo que te habrás enterado de lo que pasó la otra noche...

Tras las palabras mantengo los ojos clavados en él, sin resultar agresiva, pero esperando una respuesta de forma casi evidente.

Mantengo la expresión seria mientras habla, aunque decae un poco cuando pregunta por mí. No puedo evitar que fluya un poco de esa sensación de decepción, pero enseguida es camuflada con una sonrisa suave, que sale al paso.
Niego con lentitud.

-No salí a luchar. Busqué luego información para ayudar a tratar a los heridos, pero parece que al final la situación, si bien fue caótica, no contó con muchos por nuestra parte-. Hago una breve pausa, algo tensa-. La próxima vez estaré más preparada para hacer frente a lo que venga. Aunque, como se suele decir, lo mejor es que no fuese necesario...

Bajo la vista al suelo un momento, forzándome enseguida a levantarla de nuevo para mirarlo a él y su trabajo.

Alzo las cejas, con cierta curiosidad. Él, que ha estado realmente allí, como ha dicho, sabrá más que los miembros del servicio a los que he preguntado hasta el momento. La información que me dé será más fiable.

-¿No hacían nada? -le pregunto-. Me he enterado de que una pequeña zona del bosque llegó a arder por los hechizos de una chica flamma. Me sorprende, sabiendo el tamaño de los animales que trajeron, que casi todo el mundo saliese intacto.

Centro los ojos en la flecha a la que empieza a sacar punta, pensativa. Frunzo levemente el ceño, entonces.

-¿Podrías decirme quiénes estaban luchando en esa zona? -le pregunto, manteniendo un tono discreto, pero sin titubeos.

Solo una persona salió gravemente herida. Eso escuché. Aunque tampoco sé de quién se trataba, en mi caso, y por lo que he escuchado no logro ubicarme.
Termino por asentir a sus explicaciones, llegando a dedicarle incluso una breve reverencia, sin inclinarme demasiado, cortés.

-Muchas gracias por contarme todo eso-. Le muestro entonces una sonrisa suave, como si poco a poco fuese recuperando esa compostura más tranquila-. Y me alegra que no hayas sufrido daños. Has llegado hace poco, ha debido de ser una experiencia caótica.

Aunque hablo con tranquilidad, aprieto un pliegue de la ropa con las manos, concentrada en la sensación que ello me provoca para mantener la entereza completa.

-Creo que iré a tomar un poco el aire, ahora. Estás trabajando, y no puedo quedarme aquí todo el día. Hay cosas que hacer -lo informo con suavidad.

Le dirijo una sonrisa algo cansada, apagada, aunque de nuevo asiento a lo que ha dicho.

-Todos tenemos que acostumbrarnos. No creo que esas situaciones sean fáciles para nadie -le digo, con un tono que, de alguna forma, me incluye en el problema que le presento.

Me encamino hacia la puerta, aunque aún me vuelvo hacia él a medio camino para dedicarle la última reverencia suave, esta vez a modo de despedida, y unas últimas palabras con el mismo fin.

-Espero que volvamos a vernos pronto, en una situación más estable. Muchas gracias por todo. Buenas tardes.

No tardo mucho en abandonar la sala común. Es hora de que haga alguna cosa, antes de que el día acabe.