Recolección por el bosque.

Al acertar con su flecha en el cuerpo del animal, que aún estaba de espaldas, Kyoti pudo ver como esta traspasaba su piel flexible, creando un agujero en ella. A través del hueco empezó a salir aquella sustancia que lo rellenaba a borbotones, verde como él, y el wilro terminó deshecho sobre el suelo, sin emitir ningún sonido más.
Ante su pregunta el anciano, que contemplaba desde lejos ya cerca de meterse en la casa, lo miró indignado.

-¡¡Llévateloscomolostrajiste!! ¡¡Quetesiganydespístalos!! ¡¿Oacasovasamatarlosatodos?! ¡Mellegaconuno! ¡Mellegacon uno!- le dijo, entrando definitivamente en la vivienda, quizás a dejar las cosas o solo a refugiarse.

La siguiente idea del flamma fue prender las plumas de las flechas lanzadas al suelo, y aquello sí pareció funcionar mejor. Los wilros, tras ellas, se detuvieron, y sus balanceos se hicieron algo más sutiles. Solo aquellos cuatro saltaron, entonces, dos rojos, uno azul y uno gris, cruzando la barrera a tiempo antes de que el fuego prendiese por completo y endo a por el cuerpo de Kyoti.

La flecha de Kyoti alcanzó al wilro azul sin problemas. Al encontrarse con su piel saltó una leve chispa, y un instante después el interior del animal se desparramaba por el suelo como el del primero. EL rojo, por su parte, al recibir el golpe del flagrare comenzó a aumentar violentamente su balanceo, en parte debido al impulso ganado por el hechizo. Dejaba ir, al mismo tiempo, ese sonido semejante a una risa, más agudo, como si la situación lo divirtiese.

El resto de los wilros seguían a raya por las flechas que ardían, rondando la zona y generando más de aquel murmullo. Los dos que estaban cerca de Kyoti, por otro lado, atacaron: el gris se impulsó hacia su vientre y en mitad del salto pareció volverse repentinamente rígido. El rojo que quedaba, por su parte, más elástico, fue a por su cara, expandiéndose un poco, como pretendiendo enrollarse en la cabeza.

Las acciones de Kyoti fueron rápidas de nuevo, pero aquella vez no resultaron tan exitosas. La flecha alcanzó el cuerpo del wilro gris, que se encontraba en mitad de su salto, pero aquella rebotó inofensiva contra el cuerpo, evidentemente duro tras aquello. Sí logró esquivar el rojo, que pasó sobre él, que atravesó las llamas al caer, dejando ir un chillido divertido y quedándose achatado contra el suelo al otro lado, dejando ir algún gogorito. EL gris, sin embargo, impactó contra su vientre, haciéndolo doblarse un poco, y luego cayó al suelo, enhiesto. Tras aquello, su textura gelatinosa pareció regresar poco a poco para que el wilro preparase otro salto hacia Kyoti.

El segundo de los wilros rojos, por otra parte, el que había recibido el primer flagrare, aún estaba recuperándose de este cuando Kyoti le lanzó el segundo. Un chillido, como una risa, fue la reacción inmediata. También parecía aplanarse un poco, tras aquello, expandiéndose en el suelo, perdiendo altura, como si quisiese ocupar más espacio horizontal.

Por suerte para Kyoti, la lluvia había acabado cesando, de forma que el fuego que mantenía a los otros wilros a raya parecía aguantar.

En cuanto Kyoti lanzó aquella nueva flecha el resultado fue completamente diferente: el cuerpo, elástico de nuevo, no pudo enfrentarse a aquel potente disparo, disparado desde una distancia tan corta, y la piel se rompió en la cabeza, haciendo que, como había pasado en los casos anteriores, el animal comenzase a desinflarse, a perder forma, mientras el líquido plateado que lo rellenaba iba abandonando poco a poco su cuerpo.

Solo quedaba el rojo a aquel lado del fuego, y al otro el grupo entero que lo miraba, como dudando todavía de si saltar las llamas o no hacerlo. Y no cabía la menor duda de que si el tamaño del fuego disminuía un poco más, podrían.

Aquella vez el flagrare tuvo mucha área como objetivo, lo que hizo que acertar fuera sencillo. El wilro, por su parte, no saltó, sino que se expandió más, desparramándose por el suelo, aunque sin que su piel elástica se rompiese, quedando allí estirado, con la sonrisa más grande y los ojos separados de manera antinatural, mirando a Kyoti.

Kyoti se apresuró a ir a por el wilro que estaba en el suelo. Encontró la piel tremendamente suave al tacto, y al animal muy difícil de agarrar, ya que el líquido que tenía dentro, que resultaba aparentemente menos denso que el de los que había visto vaciarse, se movía de un lado a otro y hacía que la piel se escurriese de las manos del guerrero, que trataba de agarrarlo como podía, de todos modos. Los ojos parecían salir siempre a flote, estuviesen donde estuviesen en un principio, para poder mirarlo.

Cuando Kyoti llamó a la puerta esta tardó un momento, pero terminó por abrirse. Al verlo allí, el hombrecillo no tardó en sustituir una expresión de desconfianza por otra de ojos brillantes.

-¡Pasa, pasa! -le dijo-. ¡Quenoentren! -añadió, mientras le arrebataba el wilro rojo de las manos-. ¡Conestoyaestá! ¡Todoperfecto! ¡Buentrabajo! ¡Toma! -chilló, evidentemente contento, entregando a Kyoti una bolsita.

No tardó en correr hacia la puerta y bajar las escaleras, cerrando de un portazo, y Kyoti se quedó allí, en la cocina, solo, esperando a que los wilros del exterior se marchasen para poder hacerlo él mismo.

MISIÓN FINALIZADA

Recompensa:

-2 puntos de experiencia.
-Una bolsita de cuero (no es muy útil, pero no es fea)
-Una piedra potenciadora de  agilidad.
-1 bote de cuerpo de wilro azul y un bote de cuerpo de wilro gris. Son ingredientes preciados en la fabricación de ciertas pociones. ¡Si los alimentas quizás nazca un wilro!